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Esta situación hizo que en segunda instancia se indicara que tras efectuar la
liquidación de la sociedad de gananciales, el cincuenta por ciento de las
gananciales le correspondería a la sucesión de la cónyuge del causante y el
otro cincuenta por ciento restante se dividiría en partes iguales entre los hijos
concurrentes en la transmisión sucesoria, ya que el A quem consideró que al
tener todos la calidad de hijos del causante, deberían corresponderle a cada
uno de ellos una porción similar de la masa hereditaria.
Lo hacemos simplemente para que se tenga en cuenta que los artículos que se
encuentran en este título, se aplicarán en el hipotético caso en que el causante
no tenga descendientes, ni ascendientes, ni cónyuge con derecho a heredar.
Por lo que sería los parientes colaterales los llamados a sucederle.
El causante era en vida padre de nueve hijos. Ocho de ellos concebidos junto
con su cónyuge y por tanto estos hijos son hermanos de padre y madre. La hija
restante, es en realidad solo hija del causante mas no de su cónyuge, por lo
que frente a los demás hijos tendría la calidad de media hermana.
Ahora bien, al fallecer el padre de estos hijos, al encontrarse este casado al
momento de su muerte, se efectúa la liquidación de la sociedad de gananciales
a fin de verificar que bienes conforman la masa hereditaria a transmitirse a los
sucesores del padre. Una vez delimitado el cincuenta por ciento de las
gananciales que les correspondería en vida al causante, se podría definir la
existencia de masa hereditaria que transferir.
Consideramos que existen dos posibilidades por las que la Corte Suprema
haya adoptado esta decisión: por error en la observación del supuesto de
hecho o por desconocer realmente la norma a aplicarse para regular la
transmisión sucesoria del padre causante hacia los hijos sucesores.