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Cuarto Sol

Mito

Los dioses estaban muy contentos por haber creado la tierra, el agua, el fuego y la región
de los muertos (Mictlán). Pero se dieron cuenta de que el sol alumbraba muy poco y no
calentaba. Se reunieron en consejo para crear de nuevo al sol. Tezcatlipoca se ofreció
para ser el sol y empezó a alumbrar la Tierra, comenzando el primer Sol o la primera era.

Queatzalcóalt, al verlo, sintió deseos de ser él quien alumbrara al mundo así que corrió
hasta donde estaba Tezcatlipoca y lo derribó del cielo con un fuerte golpe haciéndolo caer
al agua. Queatzalcóalt se transformó en sol. Este fue el segundo Sol.

Tezcatlipoca se convirtió en tigre y derribó a Queatzalcóalt de un zarpazo, éste enfurecido


soltó todos los vientos y los ciclones. La gente corría asustada y los dioses los
convirtieron en monos. Como ya habían inventado dos veces al hombre, estaban muy
desanimados pues su proyecto no terminaba de resultar exitoso. De repente Tláloc les
manifestó que él sería el sol, que él alumbraría la tierra. Este fue el tercer Sol.

Todo parecía marchar bien pero, siendo el dios de la Lluvia Tláloc, hizo que cayera fuego
del cielo, convirtiendo los ríos en llamas. Todo el mundo corría muerto de miedo y los
dioses transformaron a las personas en aves para que se pudieran salvar. Los dioses se
preguntaban qué hacer y fue cuando Queatzalcóalt propuso a Chalchiuhtlicue, diosa del
Agua, para lucir como astro solar. Este fue el Cuarto sol. Tampoco dio resultado pues sólo
hubo inundaciones y lluvias y los hombres solicitaban ser peces para salvarse. Los dioses
los convirtieron en peces y en diversos animales acuáticos.

Como llovió durante días y días, el cielo cayó sobre la tierra. Queatzalcóalt y Tezcatlipoca
se convirtieron en árboles para levantarlo. Los dioses quedaron muy tristes porque habían
fallado en su intento de crear al sol y en consecuencia, habían acabado con la raza
humana.
Maíz Huichol

mito

Los huicholes estaban saturados de comer siempre lo mismo y querían algo que se
pudiera tomar cada día pero de muy distintas maneras. Un muchacho oyó hablar del maíz
y de los ricos guisos, de las tortillas y de la sopa que con este cereal se preparaba. Pero
el maíz se hallaba muy lejos, al otro lado de la montaña. Eso no lo desanimó y comenzó a
andar encontrándose una fila de hormigas. Sabía que eran las guardianas del maíz por lo
que las siguió.

Después de caminar, el joven se quedó dormido y las hormigas se comieron toda su ropa,
dejándole tan sólo con su arco y flechas. Sin ropa y con mucho hambre, el joven se
lamentó. Un pájaro se posó en un árbol cercano y el joven le apuntó con su arco pero éste
le increpó diciéndole que él era el padre del maíz. Lo invitó a su casa donde recibiría todo
lo que andaba buscando. Cuando llegó se encontró con sus hijas, cinco doncellas muy
bellas, llamadas Mazorca Blanca, Mazorca Azul, Mazorca Amarilla, Mazorca Roja y
Mazorca Negra.

Mazorca Azul lo cautivó con su belleza y dulzura, pronto se casaron y regresaron al


pueblo. Como no tenían casa, durmieron un tiempo en el lugar dedicado a los dioses.
Como cosa de encantamiento, la casa de los recién casados se llenaba todos los días con
mazorcas que la adornaban como flores. La gente venía de todas partes pues Mazorca
Azul les regalaba mazorcas a manos llenas. La esposa enseñaba a su marido cómo
sembrar el maíz y cómo cuidarlo. Al enterarse de las delicias de la comida nueva muchos
animales intentaron robarla. Mazorca Azul enseñó a la gente que debía prender fogatas
cerca de las milpas para asustar a las criaturas que andaban en busca de los elotes
tiernos. Los ancianos cuentan que Mazorca Azul, una vez que enseñó a las personas todo
cuanto sabía sobre el maíz, se molió a sí misma y de esta manera entregó a la
humanidad el riquísimo atole (bebida caliente de harina de maíz).
El mito del Sol y la Luna
Antes de que hubiera día en el mundo, se reunieron los dioses en Teotihuacan.
-¿Quién alumbrará al mundo?- preguntaron.
Un dios arrogante que se llamaba Tecuciztécatl, dijo:
-Yo me encargaré de alumbrar al mundo.
Después los dioses preguntaron:
-¿Y quién más? -Se miraron unos a otros, y ninguno se atrevía a ofrecerse para aquel
oficio.
-Sé tú el otro que alumbre -le dijeron a Nanahuatzin, que era un dios feo, humilde y
callado. y él obedeció de buena voluntad.
Luego los dos comenzaron a hacer penitencia para llegar puros al sacrificio. Después de
cuatro días, los dioses se reunieron alrededor del fuego.
Iban a presenciar el sacrificio de Tecuciztécatl y Nanahuatzin. entonces dijeron:
-¡Ea pues, Tecuciztécatl! ¡Entra tú en el fuego! y Él hizo el intento de echarse, pero le dio
miedo y no se atrevió.
Cuatro veces probó, pero no pudo arrojarse
Luego los dioses dijeron:
-¡Ea pues Nanahuatzin! ¡Ahora prueba tú! -Y este dios, cerrando los ojos, se arrojó al
fuego.
Cuando Tecuciztécatl vio que Nanahuatzin se había echado al fuego, se avergonzó de su
cobardía y también se aventó.
Después los dioses miraron hacia el Este y dijeron:
-Por ahí aparecerá Nanahuatzin Hecho Sol-. Y fue cierto.
Nadie lo podía mirar porque lastimaba los ojos.
Resplandecía y derramaba rayos por dondequiera. Después apareció Tecuciztécatl hecho
Luna.
En el mismo orden en que entraron en el fuego, los dioses aparecieron por el cielo hechos
Sol y Luna.
Desde entonces hay día y noche en el mundo.

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El mito del Cóndor
leyenda

Se dice que en un pueblo, un hombre vivía con su hija. La hija cuidaba obejas y otros
animales y cada día un joven vestido con elegancia iba a visitarla, el joven tenía un traje
negro hermoso, chalina blanca y un gran sombrero. Cada día el joven iba a visitar a la
jovencita, y se hicieron buenos amigos.
Un día comenzaron a jugar así: “Álzame tú y yo te alzaré”. Comenzaron el juego, y el
joven alzo a la joven. Recién cuando la había alzado en alto, la joven se dio cuenta de
que estaba volando.
El joven puso a la niña dentro de un nido en un barranco. Allí el joven se convirtió en
cóndor. Por varios meses el cóndor cuido a la joven, le daba toda clase de carnes para
comer y bebidas para tomar.

Cuando habían estado unos años juntos, ella llego a ser mujer y dio a luz un niño, pero, la
ya ahora mujer, lloraba día y noche por su padre, a quien había dejado en su pueblo.
“¿Cómo puede estar solo mi padre? ¿Quién está cuidando a mi padre? ¿Quién está
cuidando a mis ovejas? Devuélveme a mi casa”, le rogaba la mujer al cóndor pero él hacia
caso omiso a sus peticiones.
Un día un picaflor apareció. La mujer le dijo: “¡Ay, picaflor! no tengo ninguna manera de
bajar de aquí, Hace más de un año, un cóndor, convirtiéndose en joven, me trajo aquí.
Ahora soy mujer. Y he dado a luz a su hijo”.
El picaflor le contestó: “Escúchame, no llores. Te voy a ayudar.Iré a contarle a tu papá
dónde estás, y tu papá vendrá a buscarte”.
La joven le dijo: “Escúchame, picaflor. ¿Conoces mi casa, no? En mi casa hay muchas
flores, te aseguro que si tú me ayudas, todas las flores que hay en mi casa serán para ti”.
Cuando dijo eso, el picaflor voló contento al pueblo, y fue a decir al padre de la mujer: “He
descubierto dónde está tu hija. Está en un nido en el barranco.
Es la mujer de un cóndor, va a ser difícil bajarla. Tenemos que llevar un burro muerto”,
dijo el picaflor, y explico su plan al viejo.
Dejaron el burro muerto en el suelo. Y mientras el cóndor estaba comiendo el burro, el
picaflor y el viejo ayudaron a la jovencita a bajar del barranco.
Después llevaron dos sapos: uno pequeño y otro grande, dejaron los sapos en el nido del
barranco. Bajaron el viejo y su hija y fueron hacia el pueblo.
El picaflor fue donde estaba el cóndor, y le contó: “Oye, cóndor. Tú no sabes que
desgracia hay en tu casa”. “¿Que ha pasado?” el cóndor le preguntó. “Tu mujer y tu hijo
se han convertido en sapos”. El cóndor sorprendido se fue volando a ver. Ni la joven, ni su
hijo estaban dentro del nicho, solamente dos sapos.
El cóndor se asustó, pero no pudo hacer nada; y el picaflor está todos los días entre las
flores en la casa de la jovencita.
Mientras ella, su hijo y su padre viven felices en la comunidad.
La mujer herrada
leyenda

Vivía en la ciudad de Méjico un buen sacerdote, acompañado de su ama de llaves.

Un herrero, el mejor amigo del buen capellán, desconfiaba instintivamente de la vieja ama
de llaves, y así hubo de decírselo al cura, instándole repetidas veces para que la
despidiera, aunque el sacerdote no llegó nunca a hacer caso de tales advertencias y
consejos.

Una noche, cuando ya el herrero se había acostado, llamaron a su puerta

violentamente, y al abrir encontróse con dos hombres de color que llevaban una mula.
Aquellos hombres rogaron al herrero que pusiera herraduras al animal, que pertenecía a
su buen amigo el sacerdote, quien había sido llamado inopinadamente para emprender un
viaje.

Satisfizo el herrero el deseo de los desconocidos herrando la mula; y, cuando se alejaban,


tuvo ocasión de ver que los indios catigaban cruelmente al animal.

Intrigado e inquieto pasó la aoche el herrero, y a primera hora del día siguiente se
encaminó a casa de su buen amigo el sacerdote. Largo rato estuvo llamando a la puerta
de la casa, sin obtener respuesta, hasta que el capellán fué a franquearle el paso con ojos
soñolientos, señal evidente de que acababa de abandonar el leche er aquel instante.

Enterado por el herrero de lo que sucedio aquella noche, le manifestó que él no había
efectuado viaje alguno ni tampoco dado orden para que fueran a herrar la mula. Después,
ya bien despierto, se rió el buen capellán muy a su gusto, de la broma de que había sido
objeto el herrero. Ambos amigos fueron al cuarto del ama de llaves, por si ésta estaba en
antecedentes de lo ocurrido.

Llamaron repetidas veces a la puerta, y como nadie les contestara, forzaron la cerradura y
entraron en la habitación.

Un vago temor les invadía al f ranq aear el umbral y una emoción terrible experimentaron
al hallarse dentro del cuarto.

El espectáculo que se ofreció ante sus ojos era horrible. Sobre la carne ensangrentada,
yacía el cadáver de la vieja ama de llaves que ostentaba, clavadas en sus pies y manos,
las herraduras que el herrero había puesto la noche anterior a la muía.

Los aterrorizados amigos convinieron en que la desdichada mujer había cometido un gran
pecado, y que los demonios, tomando el aspecto de indios, la habían convertido en muía
par? castigarla.
Leyenda El Callejón de las Manitos

Leyenda del Estado de San Luis Potosí

Era el año 1780 cuando llegó a la ciudad de San Luis Potosí un sacerdote que atraído por
el benigno clima y por la hospitalidad de la gente decidió quedarse a vivir allí. Para el
clérigo resulto fácil encontrar trabajo como profesor en uno de los mejores colegios de
aquel entonces.

Un día después de regresar de uno de sus viajes de peregrinaje por los pueblos vecinos
fue cruelmente asesinado por los dos mozos que lo acompañaban. Al regresar a su casa
el sacerdote fatigado por la jornada decidió irse a descansar temprano mientras los mozos
se encargaban de los caballos y las mulas.

Según la versión de los mozos, ellos terminaron sus labores y salieron para sus casas
pero como ya era muy tarde decidieron regresar y al llegar de nuevo a casa del sacerdote
se encontraron con el terrible escenario del padre asesinado y todo ensangrentado.

Ver: Otras Leyendas de San Luís Potosí

Luego de intensos interrogatorios por parte de las autoridades a los dos incriminados,
estos confesaron su crimen e indicaron el lugar donde habían ocultado el dinero que
habían robado al sacerdote y el arma con el que lo habían asesinado.

Pero ellos aseguraban que no había sido el robo el móvil del crimen, sino vengarse por el
mal trato que les daba el sacerdote. Aun así, fueron sentenciados a muerte y una vez
ejecutados se les cortaran las manos a los cuerpos para que fueran exhibidas como
escarmiento para el resto de la población. Las manos de los criminales se colgaron del
muro exterior de la sombría casa del callejón solitario y triste donde vivía el sacerdote
asesinado. Desde entonces se le llamó el Callejón de las Manitas. Cuando la gente tenía
que pasar por este callejón empezaba a rezar y no cesaba de hacerlo hasta que salía de
él.

Aun después de retirar las manos del callejón con cierta frecuencia de manera
sobrenatural estas volvían a aparecer y a pesar de que con el paso del tiempo todo el
entorno fue trasformado, se dice que en ocasiones se pueden ver las manitos flotando en
el aire y un sacerdote que desaparece pasando la calle donde quedaba el Callejón de las
Manitas.
Leyenda Juan del Jarro

Leyendas Cortas

Leyenda del Estado de San Luis Potosí

Era un pordiosero del que se decía odiaba el baño, el mes de julio y las riquezas. Juan
tenía dos características que lo diferenciaban de cualquier pordiosero. La primera es que
era un hombre piadoso que repartía sus ganancias diarias con otros menesterosos.

La otra característica que hacía especial a Juan era su afección por los dichos y las frases
llenas de sentido común, La fama de Juan del Jarro se solidificó con los años: era un
loco iluminado, era un listo muy loco, lo cierto es que era amigo de todos y aceptaba
convites a mesas suntuosas igual que a cocinas humildes. Juan se daba a querer. Se
cuenta que una señorita de casa decente quiso hacer mofa de Juan cuando lo vio pasar
por la plaza

La dama en cuestión estaba convencida de que Juan del Jarro no era más que un
charlatán que embaucaba incrédulos para enriquecerse. Al verlo pasar le dijo: "Dime,
adivinador, ¿cómo se llamará el que ha de ser mi esposo?" "Te casarás, pero no con el
padre del niño que llevas en el vientre" –contestó el pordiosero. Poco después la señorita
decente abandonó la ciudad porque la familia descubrió que Juan tenía razón.

La leyenda creció, se decía que Juan podía saber el futuro porque lo escuchaba en su
jarro de terracota. El día que Juan murió, San Luis Potosí rindió un homenaje fastuoso al
más pobre de sus ilustres. Por un día se olvidaron las clases. Se cantó, se deseó
descanso eterno a don Juan, sobre todo se reconoció que la generosidad no tiene clase.
Leyenda La Serpiente de Siete Cabezas

Leyendas Cortas

Leyenda del Estado de San Luis Potosí

Hace muchos pero muchos años, cuando los españoles penetraban los territorios del
altiplano potosino que justificadamente consideraban hostiles, para fundar sus pueblos
donde encontraban betas de plata, varios clanes de huachichiles decidieron reunirse para
buscar la forma de impedir el avance de los invasores. Durante la reunión acordaron que
sus brujos trabajaran con las fuerzas de la naturaleza pues de tal modo las poderosas
armas de los conquistadores serian inútiles.

En Charcas, Mexquitic, cerro de San Pedro y San Luis Potosí, ya había colonos
españoles cuyos ejércitos no se tentaban el corazón para aniquilar a los nativos. Por su
parte los evangelizadores también obraban a su manera a favor de la corona española.

Por un lapso de tres lunas los brujos huachichiles estuvieron reunidos en un paraje
desolado del altiplano, donde ni el más aventurado explorador español hubiera penetrado.
La magia de aquellos era poderosa y así lograron su propósito. Cuando la luna roja de
octubre salió en el horizonte se escuchó un ruido sobrenatural que dejo paralizados a
todos los que lo escucharon menos a los brujos. Habían dado vida a una serpiente
descomunal con siete cabezas y ojos de fuego.

Al amanecer un enorme cuervo solitario surgió de la nada, dio varias vueltas en el cielo y
voló hacia el sur y la serpiente lo siguió. Con eso los brujos huachichiles habían
comandado a las fuerzas ocultas de la naturaleza para que el mostro recién creado
destruyera los pueblos españoles. El cuervo era su guía. Por donde paso la serpiente
causo terror y destrucción.

La voz corrió por doquier y varios ejércitos españoles fueron a su encuentro pensando
que se trataba de una fantasía o de una animal común y corriente. La realidad fue
espeluznante, no pudieron con ella y pocos sobrevivieron para contarlo.

Cerca de los que hoy es Solís en el municipio de Guadalupe, unos frailes apenas
comenzaban a fundar una ermita para catequizar a los indómitos nativos y así mismo
protegerlos de los despiadados españoles. Cuando vieron al gigantesco cuervo venir
hacia ellos, unos de los frailes prendió incienso, sacó las imágenes cristianas de la ermita
y se dirigió a enfrentar el ave misteriosa.

Sus compañeros lo siguieron, sin embargo cuando estos vieron que se aproximaba la
horrible serpiente de siete cabezas huyeron despavoridos, dejando al pobre fraile a su
suerte. La serpiente incendiaba cuanto hallaba a su paso dejando un rastro de cenizas
tras de sí. El fraile se arrodillo y se puso a rezar pidiéndole a Dios que lo protegiera y que
destruyera a ese monstruo infernal.

Cuando el cuervo voló sobre su cabeza, aquel se puso de pie y dijo unas palabras en
latín; el ave negra pegó un chillido, cayó a tierra y quedó convertida en cerro. Después el
fraile dijo más oraciones en latín y la serpiente le lanzó miradas de fuego que en pocos
segundos acabaron con su vida. No obstante antes de morir, el fraile dijo una última
oración mientras alzaba su brazo derecho y con ese conjuró al animal y la serpiente
también quedó convertida en cerro.

Aunque han pasado muchos años desde entonces y los huachichiles dejaron de existir
como tribu, mucha gente todavía recuerda aquel suceso y cuenta que la serpiente estaba
destinada a destruir la capital potosina y la ciudad de charcas. Sin embargo gracias a la fe
del fraile tanto la serpiente de siete cabezas como el cuervo, quedaron conjurados pero
no para siempre. Narra la leyenda que el conjuro un día habrá de terminar y que aquellos
cerros volverán a ser lo que realmente son para entonces cumplir con su cometido.
La leyenda de El Dorado

Muchas son las leyendas y los mitos sobre El Dorado, en muchas es una ciudad de
oro escondida donde sus habitantes viven eternamente, en otras es un rico príncipe
indígena que tiene el cuerpo recubierto de oro…Estas leyendas generaron muchas
expediciones de búsqueda por parte de los conquistadores españoles y por parte
de muchos cazatesoros. La mayoría acabó en rotundos fracasos y en masacres a
manos de los indígenas. ¿Existió de verdad El Dorado? ¿Qué hay de verdad en la
leyenda? Veamos cual fue la historia detrás de la leyenda.

El Dorado tiene su origen en una tradición de los indios Chibchas, los cuales lanzaban oro
en polvo y piedras preciosas al interior de una laguna como ofrenda, para apaciguar a un
supuesto dragón maligno que habitaba el fondo .La laguna se llama Guatavita, fue
formada según los indios por un meteorito que cayó del cielo (teoría que es muy probable
debido a su forma de cráter y profundidad), y está situada cerca de Bogotá en la actual
Colombia. La forma de lanzar las ofrendas consistía en que el príncipe de la tribu se
impregnaba de una sustancia pegajosa (probablemente resina) y se cubría de polvo de
oro, quedando completamente recubierto y obteniendo su piel el color dorado
característico. Después acompañado de 4 caciques, montaba en una balsa llena de oro y
esmeraldas y se dirigía al centro de la laguna. Una vez en el centro se lanzaba al agua
liberando su cuerpo del oro, demostrando que el era el soberano de su pueblo. A la vez
los caciques lanzaban oro y esmeraldas al agua y el pueblo tocaba las flautas y pipas de
barro e instrumentos de percusión.

Esta tradición llego a los oídos de los colonos españoles asentados en Colombia y
Venezuela, que rápidamente crearon expediciones en busca de la laguna del Príncipe
Dorado. Lamentablemente para ellos no tuvieron suerte, ya que la tradición de los indios
de Guatavita finalizó tras su guerra con los indios Muyscas de la zona de Bogotá. Esto les
hizo desconocer el paradero exacto y acabar recorriendo todo tipo de regiones inhóspitas
y peligrosas, llegando hasta las Guayanas. Además la leyenda se distorsionó y cualquier
paradero de riquezas se empezó a llamar El Dorado.

Entre las expediciones más famosas que buscaban EL Dorado están la de los banqueros
alemanes de la casa Welter, que obtuvieron de Carlos V el derecho de exploración de
Venezuela y el derecho a nombrar gobernadores en los territorios que descubriesen.
Ambrosio Einher y Bartolomé desembarcaron en Coro, Venezuela, con 400 hombres y
tras inmensas penurias y odiseas consiguieron recolectar un poco de oro y pasar a
dedicarse a fundar la ciudad de Coro. Posteriormente sería Diego de Ordaz, compañero
de Hernán Cortes, quien exploraría sin éxito el rió Orinoco en búsqueda de El Dorado.
Posteriormente Jorge de Speyer recorrería las terribles Maniguas entre el Orinoco y el
Amazonas sin éxito también. Finalmente Diego de Quesada, conquistador de Nueva
Granada, territorio Chibcha, conseguiría en su expedición encontrar la laguna de
Guatavita después de derrotar a los Muyscas. No encontró al príncipe dorado, ya que la
tradición se había perdido. Pero arrebató 246.976 pesos de oro y 1815 esmeraldas de
gran tamaño a los indios. De los 1300 blancos, 1500 indios y 1100 caballos que
componían su expedición regresaron 64 blancos, 4 indios y 18 caballos. Convencido de
que el Dorado debía ser una ciudad y no la laguna que había descubierto intento otra
expedición pero murió antes de llevarla a cabo. En la búsqueda de la ciudad de oro mítica
llamada “Meta”, versión del mito de El Dorado deformada, partirían varias expediciones
también. Entre ellas la de Gonzalo Pizarro, que buscaría la ciudad entre las selvas del
Amazonas, fracasando estrepitosamente.

Pero sin duda la más famosa expedición fue la que encabezaron los navarros y vascos de
Pedro de Usúa y Lope de Aguirre, quienes salieron de Lima en búsqueda de El Dorado un
26 de septiembre de 1516. Después de alcanzar el rió Huagalla y llegar al pueblo de
Machifaro, Usúa fue asesinado a instigación de Aguirre y se nombró rey a Fernando de
Guzmán, lugarteniente de Usúa. Posteriormente Aguirre asesinaría a Guzmán y se
nombraría jefe de los “marañones”, como bautizó a sus compañeros. Después de esto
bajaran por el rió amazonas hasta la isla Margarita, donde Aguirre y su marañones se
entregaran al saqueo y el asesinato La siguiente ciudad que saquearan será Valencia del
Rey en Venezuela, recién fundada en la época. Finalmente las tropas del Rey al mando
de Diego García de Paredes (hijo del celebre capitán homónimo) derrotaran a Lope de
Aguirre y sus renegados. Antes de ser capturado, Aguirre matará a su hija, la cual le
acompañó en toda su travesía. Lope de Aguirre morirá arcabuceado por traición al rey.
Entre su legado se encuentra un carta dirigida a Felipe II en la cual le recrimina su política
en América y los favoritismos y corrupción que permite. La expedición pasó a llamarse
para la historia “La jornada de El Dorado”, pero esta vez Aguirre buscaba un tesoro más
preciado que el oro: la libertad y la independencia. Pero sus métodos de sangre y fuego
acabaron por hundir su sueño.

Muchos fueron los que murieron buscando el oro depositado en el fondo de una laguna,
pero el mito de El Dorado sigue vivo y excita la imaginación, es ya parte de América y su
historia. Y seguro que muchos sueñan con encontrarlo aún hoy en día. Suerte!!
El Mito de Gea
mito

Gea es la madre Tierra de donde surgen todas las razas divinas. Ella nace después de
Caos y antes de Eros (el Amor). Ella sola engendró a Urano (el Cielo) que la cubre al igual
que Ponto (el mar).

Después se une con Urano y da a luz a los seis titanes: Océano, Ceo, Crío, Hiperión,
Japeto y Cronos. También tuvo a las seis titánides: Tía, Rea, Temis, Mnemósine, Febe y
Tetis (madre del héroe Aquiles). Después nacieron los cíclopes (monstruos gigantes con
un solo ojo), divinidades relacionadas con el rayo y el trueno. Por último nacieron los
Hecatonquiros, seres de cien brazos, gigantescos y violentos.

Urano odiaba a todos sus hijos, por lo que los obligaba a vivir en las profundidades de su
madre. Un día ella decidió liberarlos y les pidió que se vengaran de su padre, pero todos
le temían demasiado. Sólo el menor, Cronos aceptó, pues lo odiaba mucho. Gea le
entregó una hoz de acero a su hijo. En la noche cuando Urano cubrió a Gea toda para
unirse con ella, Cronos le cortó los testículos a su padre y los arrojó detrás de él. La
sangre que brotaba de la herida fecundó a Gea y de ahí nacieron los Gigantes, las
Herinias y las Ninfas de los Fresnos, además de todas las divinidades realcionadas con
los árboles.

Posterior a esta mutilación, Gea se unió con Ponto de donde nacieron las divinidades
marinas: Nereo, Taumante, Forcis, Ceto y Euribia. Mientras, Cronos reinaba en el mundo
y se había vuelto un tirano terrible y había encerrado a sus hermanos en el Tártaro, por lo
que Gea planeó una nueva venganza. Los hijos de Rea y Cronos habían sido devorados
por su padre, pero cuando ella estaba en cinta de Zeus, pidió ayuda. Gea y Urano le
revelaron el secreto de los Destinos y le enseñaron como burlar a Cronos. Cuando el niño
nace, Gea lo esconde en una caverna, al mismo tiempo que a Cronos le era entregada
una piedra envuelta en mantillas, a la que devoró sin notar la diferencia.

Cuando Zeus estuvo mayor, luchó abiertamente con Cronos y Gea le hizo saber que
necesitaría la ayuda de los Titanes. Estos al ser liberados por Zeus del Tártaro, le dieron
el rayo, el trueno y el relámpago, armas con las que destronó a su padre.

Pero Gea seguía descontenta por la suerte de los Hecatonquiros, que habían sido
derrotados, por lo que se une con Tártaro (dios de los abismos) y engendró a Tifón, con el
que tuvieron que luchar los dioses por largo tiempo. Además nació de esta unión otro
monstruo, Equidna.

La mayoría de las teogonías le atribuyen a Gea la maternidad de diversos monstruos


como Caribdis, las Harpías, Pitón, el dragón guardián del vellocino de oro, e incluso la
Fama.

Con el tiempo, Gea se convirtió en la madre universal, y conforme el mundo helénico


personificaba a sus dioses, la tierra se encarnaba en divinidades como Démeter o
Cibeles, y la tierra como elemento abandonaba la mitología.

Gea se consideraba además, como inspiradora de muchos oráculos, poseía los secretos
de los Destinos, y sus predicciones eran más antiguas y seguras que las del mismo
Apolo.

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