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AARON BECK
Por: Julio Cesar Reyes Fuentes, Mati Alejandra Pérez Rodríguez, Ma. Teresa
de Jesús López Plascencia, Miriam B. Villegas Orozco, Rubén Ignacio
Cervantes Tsui, Manuel Sandoval López.
Psicología IV
A la edad de ocho años, el pequeño Aaron tuvo la desgracia de sufrir una enfermedad
potencialmente letal, provocada por una infección de estafilococo en un brazo roto que le
causó muchas dificultades. De ser un niño activo y vivaz pasó a ser bastante reservado
prefiriendo la lectura a los partidos de fútbol. Fue en este periodo cuando desarrollo cierta
fobia a los hospitales y a la sangre, incluso a su olor, que llegaba a provocarle
desvanecimientos. No obstante, sorprendentemente, Beck consiguió superar estos miedos
por sí solo, controlándolos de manera racional. En el futuro, fue precisamente la experiencia
que tuvo con la enfermedad lo que le llevó a buscar soluciones que tuvieron el objetivo de
afrontar los miedos y las dificultades, y muchos años después, siempre gracias a esta
experiencia, llegó a elaborar su teoría cognitiva.
Beck asiste a la universidad de Brown con resultados brillantes, después continúo con sus
estudios matriculándose en la facultad de medicina de la universidad de Yale, donde
termino su recorrido académico licenciándose en 1946. En primer lugar se especializó en
neurología, porque apreciaba la extrema precisión de la disciplina, pero Beck decidió
cambiar de rumbo después de un semestre de prácticas en el campo de la psiquiatría,
aunque al principio tenía sus reservas se dejó arrastrar por la fascinación del psicoanálisis
entre 1946 y 1950 se desarrolló como investigador en el campo de la psiquiatría en el Austen
Riggs Center, un hospital psiquiátrico privado, tuvo la oportunidad de practicar la
psicoterapia a largo plazo, en 1950 se casa con Phyllis W. Beck, tuvo con ella cuatro hijos:
Roy, Dan Alice y Judith; esta última es la sucesora del campo de estudios que el mismo
inauguró, es psicóloga en psicoterapia cognitiva colabora con su padre desde la
adolescencia. Durante la guerra de corea, que duró desde 1950 hasta 1953 Beck realizó el
servicio militar en Pensilvania, como asistente de jefe de neuropsiquiatría en el que más
tarde se convirtió en el hospital militar mas grande de EE. UU. Aun que tenía algunas
reservas sobre Freud y sus psicoanálisis, Beck asistió al Philadelphia Institute of
Psychoanalysis donde se licenció en 1958, entró en el departamento de psiquiatria en la
universidad de Pensilvania, donde es profesor emérito desde 1992. Continua sus estudios e
investigaciones en el campo del psicoanálisis, pero tras ser rechazado por el American
Psychoanalytic Institute tras afirmar sus éxitos con la terapia breve, Beck siguió sus
investigaciones en especial en el campo de la depresión y la ansiedad, se fue sorprendiendo
que al avanzar su trabajo tuvo que desprenderse de las teorías psicoanalíticas por sus
propios descubrimientos completamente diferentes. En 1967 publicó el primero de sus
libros revolucionarios sobre la depresión y, tres años después, escribió un artículo
particularmente eficaz. Beck fue un pionero en el campo de la terapia cognitiva y según la
Asociación Americana de Psicología, Beck es uno de los cinco psicoterapeutas más
influyentes de todos los tiempos. Hacia finales de la década de 1980 recibe el primero de
muchos premios en 2006 la fundación Albert y Mary Lasker de nueva york otorgó a Beck el
premio Lasker- de Bakey para la investigación Médica clínica, por el desarrollo de una
terapia cognitiva que ha transformado la comprensión y el tratamiento de muchas
afecciones psíquicas entre las que se encuentran la depresión, las manías suicidas, la
ansiedad generalizada, los ataques de pánico y los trastornos alimentarios.
TEORIA COGNITIVA
Los principios básicos detrás de la terapia cognitiva están detrás de la obra del psiquiatra
americano, Aaron Beck. Él identificó que lo que llevaba a sufrir a sus pacientes en la mayor
parte eran los pensamientos negativos y las creencias poco realistas.
La Terapia Cognitiva implica terapeutas que trabajan en colaboración con los clientes para
desarrollar habilidades para identificar y reemplazar los pensamientos y creencias
distorsionadas, en última instancia, cambiar el comportamiento habitual asociada a ellos.
Por lo general se centra en el presente y es un tratamiento orientado a la resolución de
problemas.
Trabajando con pacientes que sufren de depresión, Beck encontró que comúnmente
experimentan una avalancha de pensamientos negativos que se presentaban
espontáneamente. Llamó a estos conocimientos “pensamientos automáticos”, y descubrió
que su contenido clasificándolo en tres categorías:
A partir de sus estudios Beck llegó a la conclusión de que el tiempo dedicado reflexionar
sobre estos conocimientos conducen generalmente a los pacientes que tratarlos como
válidos. Comenzó a ayudar a los clientes a volver a evaluar estos pensamientos para que
pensaran de manera más realista, lo que conduce a mejoras en la funcionalidad emocional y
conductual.
Hoy en día, la Terapia Cognitiva es más comúnmente conocida como la Terapia Cognitiva
Conductual (TCC), debido a que es casi exclusivamente practicada en tándem con los
principios de comportamiento – aunque algunos terapeutas siguen ofreciendo la Terapia
Cognitiva de forma independiente. Este tipo de terapia se utiliza más comúnmente para el
tratamiento de trastornos de ansiedad y depresión, a pesar de que puede ser adecuada en
algunas otras situaciones donde los patrones negativos de pensamiento se han
desarrollado.
Queda claro que la formación de esquemas cognitivos no tiene de suyo nada de patológico,
se trata de un proceso no sólo sano sino inevitable. Es a través de nuestra cultura y
educación que vamos formando estas estructuras cognitivas. Sin embargo, en algunos
casos, sí pueden tornarse patológicas.
En lo que hace a la Depresión, el esquema central propuesto por Aaron Beck se denomina
tríada cognitiva. Con ella, se refiere a una visión negativa de sí mismo, del entorno y del
futuro. La persona que padece depresión, aplica un sesgo negativo sobre sí mismo,
viéndose como una persona despreciable, desvalorizada. Resalta sus aspectos negativos y
no percibe nada bueno de sí.
Por otro lado, también remarca los aspectos negativos de su entorno, su medio ambiente,
incluyendo las personas que lo rodean. Finalmente, es pesimista, es decir, cree que en el
futuro su vida no cambiará, seguirá padeciendo desgracias y sufrimiento. Esta última arista
de la tríada cognitiva, la visión negativa del futuro, se conoce como desesperanza y se
encuentra fuertemente relacionada con el riesgo de suicidio.
Ahora bien, el Modelo de la Terapia Cognitiva de la Depresión propone que los esquemas se
manifestarán en la consciencia del individuo a través de interpretaciones puntuales y
precisas de las situaciones que atraviesa. Tales interpretaciones se denominan
pensamientos automáticos y consisten en mensajes específicos, cortos y fugaces; adoptan
típicamente la forma de frases breves tales como “soy un inútil”, “mi vida es un fracaso”,
“perdí en todo”, “¿para qué vivir así?”. Tal es el bombardeo de verbalizaciones negativas
que el depresivo tiene en su consciencia que, naturalmente, la emoción predominante de su
estado de ánimo no puede ser otra más que la tristeza.
El modelo de Aaron Beck es uno de los más influyentes en lo que a tratamiento se refiere.
Su efectividad fue probada en reiteradas oportunidades, resultando en algunos casos
incluso superior a los tratamientos con psicofármacos.