Está en la página 1de 1

Virtud Cristiana: La Humildad - Parte II

“Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido”
Lucas 14:11

A menudo (por no decir siempre), solemos no ver más allá de nuestros propios intereses, ¿cómo me
beneficia esto o aquello?, ¿cuáles son mis derechos?; es probable que te suene demasiado escandaloso,
pero la sutileza del orgullo en nuestras vidas nos puede descrestar si nos examinamos a la luz de la
palabra de Dios. En la simplicidad del evangelio vemos cómo Cristo elige poner a un lado su gloria,
limitar su poder y despojarse de la honra, a fin de ser como uno de nosotros para humillarse; ¿ves lo
incómodo que es imaginarse algún acto de humildad en nosotros al compararnos con Cristo?.

La virtud de la humildad en nuestras vidas ha de ser motivada por la obediencia a la voluntad del Padre;
cualquier otra pretensión diferente no es sino producto de un necio corazón que sólo busca su propia
gloria, esta rebeldía se verá de muchas maneras, algunas muy desapercibidas a nuestro ojos; así, conviene
por nuestro crecimiento en santidad velar y ser conscientes de ello. Durante el ministerio público de Jesús,
Él señaló algunas parábolas y enseñanzas (Lc.18:9-14; Mt. 18:4 o Mt. 5:5) donde los actos de humildad
fueron el centro de atención, entre estos nuestro versículo de hoy.

“Porque cualquiera que se enaltece, será humillado” como ya mencionamos, procuramos impresionar a
otros antes que a Dios, ser vistos de los otros antes que por el Padre, preferir la adulación como adorno y
no vestirnos de humildad; tristemente el desenlace no será beneficioso para nuestra alma, rendirémos
cuentas por nuestros actos y el decoro temporal de enaltecernos se volverá en completa humillación.

“y el que se humilla, será enaltecido” en contraste, en el Reino de Dios brillará el humilde, aquel que
deja de lado el egoísmo y busca ser más como su Señor; al respecto, el comentario de la biblia Diario
Vivir dice: “Pero la gente humilde de verdad se compara solo con Cristo, reconoce su pecado,
comprende sus limitaciones en habilidades, moral, logros y conocimientos. La humildad no es una
autodegradación, es una afirmación realista y enfocada al servicio”.

Ahora nos resta mirar a Cristo, vislumbrar en su obra redentora el pleno ejemplo de humildad,
entregándose voluntariamente en servicio y obediencia a la voluntad de Dios. “Por lo cual Dios también
le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se
doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra” (Fil. 2:9-10)

También podría gustarte