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humildad
La deseas, pero ¿aceptarás los medios que conducen a ella?
2. Aceptar la humillación
Tal vez la manera más dolorosa, pero también la más eficaz, de aprender
humildad sea la de aceptar las circunstancias humillantes y embarazosas.
En palabras del padre Gabriel de Santa Marie-Madeleine:
Muchas almas querrían ser humildes, pero pocas desean la
humillación. Muchos piden a Dios rezando fervorosamente por que les
haga humildes, pero muy pocos desean ser humillados.
Sin embargo, es imposible obtener la virtud de la humildad sin las
humillaciones; de igual forma que a través del estudio podemos adquirir
conocimiento, es a través del camino de la humillación que podemos
lograr humildad.
Mientras deseemos la virtud de la humildad pero no estemos dispuestos a
aceptar los medios que conducen a ella, no estaremos verdaderamente en
el buen camino para adquirirla.
Incluso si en algunas situaciones somos capaces de actuar humildemente,
podría ser solamente el resultado de una humildad superficial y aparente,
en vez de una humildad real y profunda.
La humildad es la verdad; por consiguiente, decimos que, puesto que
no poseemos nada por nosotros mismos, a excepción del pecado, es justo
que recibamos humillación y desprecio.
3. Obedecer a la autoridad
Una de las manifestaciones más evidentes de orgullo es la desobediencia.
Paradójicamente, la desobediencia y la rebelión son aclamadas como
grandes virtudes en la sociedad occidental moderna. La caída de Satán fue
a causa de su orgullo: Non serviam, “No serviré”.
Por otro lado, la humildad se manifiesta siempre como obediencia a la
autoridad, ya esté representada por un jefe o por el gobierno.
Como decía san Benito: El primer grado de humildad es la obediencia sin
demora.