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Traducción: Perfecto
Andrés Ibañez. Trotta, Madrid; 2011.
3.- POPULISMO
Es así como la elección de la mayoría y de su jefe se presenta en el debate público como un factor
de reforzamiento de la representación política, hasta el punto de que los ideólogos más
encendidos hablan de una forma de «democracia gobernante» y, por consiguiente, de la forma de
democracia más directa y participativa. El resultado es una deformación de la democracia
representativa en sentido plebiscitario: la reducción de los partidos a comités electorales del líder;
la relación directa de estos con el pueblo a través de la televisión; la idea de la omnipotencia de la
mayoría personificada en un jefe, celebrado como encarnación de la voluntad del pueblo,
imaginado a su vez como un macrosujeto colectivo; la descalificación de las reglas y, con ello, de
los límites legales y constitucionales al poder de gobierno expresado por la mayoría; (…). (p. 47)
4.- DEMAGOGIA
(…), el populismo equivale a un nuevo y específico modelo de sistema político. Corresponde a esa
forma degenerada de democracia que Aristóteles llamó «demagogia» y definió, con extraordinaria
lucidez, como el régimen en el que «el soberano es el pueblo y no la ley […] los muchos tienen el
poder no como individuos, sino en conjunto». (p. 50)
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intereses personales de los representantes y de nuevo, específicamente, del jefe. Son
convergentes porque la disolución de la mediación representativa que acarrean –ya sea por
sustituirla por la identificación ideológica entre representantes y representados, ya al excluirla por
la subordinación de hecho de los intereses privados de los representantes- se produce en ambos
supuestos a través de la máxima personalización de la representación. (p. 57)
7.- DESPOLITIZACION
El segundo factor de crisis por abajo de la representación, en parte consecuencia del primero, es la
despolitización de amplios sectores del electorado que se manifiesta en el abstencionismo, en la
antipolítica, en el indiferentismo y, por otro lado, en la estimulación y la legitimación de todos los
egoísmos, individuales y sociales: en síntesis, en el debilitamiento del sentido cívico y de la
relevancia política de la opinión pública que son los necesarios presupuestos de la democracia. (p.
73)