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03 - Segreti - Federalismo Rioplatense y Federalismo Argentino
03 - Segreti - Federalismo Rioplatense y Federalismo Argentino
Carlos SEGRETI.
Federalismo rioplatense y federalismo argentino.
Córdoba, Centro de Estudios Históricos, 1995, p. 1; pp. 39-74.
Introducción
Es la palabra federalismo una voz equívoca por cuanto con ella se puede hacer
referencia tanto al Estado Federal como a la Confederación de Estados. Mientras
en aquél el estado es uno, resultado de varios que trocaron su soberanía
respectiva que ahora pertenece a la entidad creada por autonomía, en la
segunda la subsistencia de los estados componentes se mantiene a pesar de haber
renunciado a una parte mínima del ejercicio de la respectiva soberanía. La
esencia de ambas creaciones es el foedus liga, alianza, pacto, tratado; de aquí
la significación equívoca a que antes me referí. Una aclaración importante debo
hacer: en la conformación del Estado Federal Argentino las partes que
originariamente lo compusieron no eran estados soberanos.
Ahora sí no puede dudarse que la división de poderes responde a las bondades del
principio y no a razones circunstancialmente políticas como había sucedido hasta
entonces en el Río de la Plata... Lamentablemente, las instrucciones no
suministran elementos suficientes para establecer, con exactitud, la competencia
del gobierno nacional, la de los gobiernos provinciales así como la articulación de
ambas esferas y su acción concurrente, por lo que resulta problemático en grado
sumo avanzar más allá de la afirmación de que se quiere un estado federal.
En cuanto a los órganos de aquellos poderes, las instrucciones sólo hacen expresa
referencia al ejecutivo y al legislativo. La instrucción 14º establece que el poder
ejecutivo nacional se compondrá de un sólo individuo que ejercerá el poder por
un año, que será elegido por los pueblos y sorteada de los que nombren, a fin de
que turne por todos los individuos de las Provincias Unidas el tal empleo y no se
haga hereditario a los de una sola que exija la preferencia, pues todos deberán
ser iguales. He aquí una muestra cabal de la actitud defensiva a que antes me
referí y que revela, al mismo tiempo, lo limitado de la concepción con que se
quiere al poder ejecutivo nacional además de demostrar que no siempre se sigue
al modelo. Adviértase y no es casualidad que nada se dice al respecto del
ejecutivo provincial. Esto seguramente por dos razones: 1º porque no es de
incumbencia de la asamblea y 2º porque se lo concibe totalmente distinto.
En cuanto al poder legislativo nacional estará formado por dos cámaras una de
senadores y otra de representantes y sus integrantes serán elegidos por los
pueblos libres y no por la asamblea regla la instrucción 15º. Como en el caso da
ejecutivo, tampoco puede conocerse el alcance de las facultades de este poder.
La instrucción 7º establece que el gobierno supremo entenderá en los negocios
generales del estado y el resto peculiar de los gobiernos de provincia. Sin
embargo no especifica cuáles son aquellos y qué debe entenderse que integran a
éste. La instrucción 3º establece que el gobierno nacional asegurará que la
Religión Católica, Apostólica, Romana sea la preponderante y los diputados no
admitirán otra. No puedo asegurarlo, pero mucho me temo que por gobierno
supremo quiera decir poder ejecutivo nacional.
Aunque las instrucciones del Congreso de las Tres Cruces obligan a los 6
diputados, Artigas resuelve extender otro juego, que firma el 13 de abril delante
de Montevideo, porque lo autorizaba la convocatoria a la Asamblea General
Constituyente y el mismo Congreso Oriental se hace eco de ello, según se vio.
Comparadas con las del 5 de abril no muestran, por cierto, un planteo distinto en
su concepción aunque no se repitan algunas y otras sean nuevas o diferentes. Las
20 instrucciones de Artigas, en definitiva, hacen más a los intereses de la
emergente provincia por lo que son un complemento, en cierta medida, de las
anteriores.
La instrucción 10º repite la misma de Tres Cruces y la 11º lo hace con la 9º. La 12º
se refiere a un problema del puerto de Maldonado en el sentido que sea
declarado libre para todos los buques que importen manufacturas y exporten
frutos, estableciéndose la pertinente aduana y que, además, se oficie al
comandante naval de S. M. B. para que proteja el comercio de sus connacionales
por ese puerto... Ya la primera junta se había ocupado de fomentar el comercio
exterior por dicho puerto para perjudicar al realizado por Montevideo en poder
del godo. La instrucción 13º solicita lo mismo para el de Colonia. La 14º repite la
16º de Tres Cruces. La 15º, es nueva y está destinada, en definitiva, a afirmar la
entidad provincia; así, los diputados no deben permitir que se dicten las leyes
que reglen el destino de los bienes de los extranjeros que mueren sin testamento,
ni sobre multas ni confiscaciones que antes se aplicaban al rey, ni sobre la
extensión territorial de la provincia antes que ésta dicte su reglamento y
establezca el destino de dichos fondos. Y aunque la última parte no es clara, es
posible aceptar la interpretación del doctor Demicheli cuando afirma que debió
decir perteneciéndole como autoridad única el derecho de hacerlo en lo
económico de su jurisdicción. (25)
La 18º repite la 8º de Tres Cruces como la 19º insiste, pero en forma más
terminante, en la 11º. La 20º establece que la constitución nacional garantizará a
cada provincia la forma republicana de gobierno y asegurará a cada una de ellas
de las violencias domésticas, usurpación de derechos, libertad y seguridad de su
soberanía que con la fuerza armada intente alguna de ellas sofocar los principios
proclamados. El párrafo está destinado, sin duda alguna, contra todo posible
avance del poder nacional y, más evidente aún, contra cualquier asomo de
intento por parte de la provincia más fuerte. Lo que sigue, sin advertirse con
mucha claridad, es qué alcance verdadero quiere dársele a la organización
nacional cuya existencia la de la nación se afirma una y otra vez. Finalmente,
el texto de la instrucción recomienda a los diputados las primeras obligaciones de
la 21º de Tres Cruces (...). (26)
En síntesis: que para una comprensión más adecuada del federalismo rioplatense,
oriental o artiguista no es posible limitarse al análisis de los documentos
constitucionales proyectos de constitución, instrucciones y pactos sino que es
imprescindible prestar toda la atención necesaria al desarrollo del accionar del
Caudillo Oriental. Ni ésta ni aquellos, por sí solos, son de mucho valor; en la
conjugación de ambos está el acierto.
Escribí acción de Artigas, pero la palabra debe entenderse también como reacción
ante el obrar del gobierno nacional que es decir tanto como poder de Buenos
Aires. Porque el problema de nuestro federalismo como el del unitarismo debe
inscribirse dentro de otro mayor que es anterior y posterior; me refiero al de
provincianos y porteños. Pero esto excede la temática de este estudio.
Por todo lo dicho anteriormente puedo afirmar que Artigas, en verdad, nunca
pudo superar la confederación en el sentido de liga, alianza, pacto aunque su
objetivo fuera la creación de un Estado Federal en el que las provincias
sostendrían un papel preponderante casi tan importante como el Estado;
precisamente esa actitud destacada tiene su adecuada explicación en que fue una
respuesta, como creo haberlo demostrado. Por ello, precisamente por esto, el
introductor del federalismo en el Río de la Plata no pudo superar, en los hechos,
la confederación tal como la entendió.
Notas
24) Emilio RAVIGNANI, Asambleas Constituyentes Argentinas, Buenos Aires, 1937-
39, tomo VI, II parte, pp. 89-90.
25) Alberto DEMICHELI, Formación constitucional rioplatense, Buenos Aires, 1962,
tomo II, pp. 348-350.
26) Ibid., tomo II, pp. 309-339.
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