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El Lento Camino hacia una España Absolutista

(S. XVI - XVIII)

Parcial de Historia Moderna y Contemporánea (hasta 1914)

Bach. Darío Larroude Álvarez


4.929.737-3
Dr. Lic. Pablo Fucé
Grupo 3°A
Año 2019
PRÓLOGO.

La presente introducción pretende responder a las posibles interrogantes que


pueda tener el lector. Desde mi posición, en el armado del contenido que sobrevendrá
puedo hallar cierta lógica y un correcto seguimiento de los postulados historiográficos;
pero no obstante, debemos tener siempre en cuenta que dicho programa analítico se
encuentra dirigido en primera instancia a los alumnos y luego a mis colegas. Por tanto,
abogamos por una correcta transmisión de las vicisitudes de la España Absolutista.
Pero, ¿por qué España? Es una pregunta recurrente. Muchos podrían decirnos
y con relativo fundamento que “El mejor ejemplo para estudiar el Absolutismo es
Francia” y no lo dudamos. Sin embargo, no podemos a estas alturas de desarrollo
historiográfico ceñirnos al antes famoso Principio Determinista1; no todos los motivos
que condujeron al desarrollo del fortalecimiento de las Monarquías y sus derivados
económicos y sociales (¿Acaso derivan del fortalecimiento o viceversa?) nos llevan al
escenario francés, mucho menos si sabemos que nos situamos en una Europa
desunida políticamente, considerada más como una gigantesca “República Cristiana”
o una civilización desde que Carlos Martel y su ejército “cristiano” derrotara al
contingente musulmán en Poitiers, a decir de Beda el Venerable.
Pero ello ocurrió en el siglo VIII, según las pocas fuentes. El escenario europeo
en donde nos posicionamos se remonta especialmente al XVIII; un período de fuertes
transformaciones estructurales en todas las dimensiones conocidas, lo que dio lugar al
nacionalismo -entre otros “ismos”- de los Estados, postulado que consagra Hobsbawm
en cuanto a que comparten un sinnúmero de características con el Estado
Contemporáneo, el cual hoy nos rinde culto como ciudadanos. Pero, ¿En qué situación
estaba España en este momento? Podrían preguntarnos y no temeríamos en
responder que retrasada. Retrasada, debilitada, utilizada pero no decadente; la
decadencia había ocurrido durante el siglo anterior, cuando una dinastía extranjera de
monarcas no hispanohablantes intentaron infructuosamente establecer una
administración que no hizo más que fortalecer el modelo señorial, aspecto
incompatible con el Absolutismo según asegurara Perry Anderson debido a la
continuación de la fragmentación, que también se perpetuó hasta el siglo que nos
compete. Pero, ¿Qué hizo a España una verdadera potencia mundial entre los
Estados emergentes? Sin lugar a dudas, sus campañas militares. El Mediterráneo y
América, luego Flandes, se convertirán en tierras provechosas y todas las potencias
europeas se batirán para sacar jugo a la conservadora economía española, cuya
noción de riqueza nunca fue más allá de la acumulación de recursos metálicos,
excepto por meras intenciones reformistas. No por nada postula Dussel que España
ingresó a la Modernidad mediante la Conquista y el concepto de colonialidad2 ha
emanado de estos estudios. Por esto mismo, es que el siglo XVI es nuestro punto de
partida.
Sin embargo, nos encontramos ante la gran pregunta y esta a su vez refiere al
título y a la periodización elegida. ¿Por qué llamamos a este programa “El lento
camino hacia la España Absolutista”? Porque la España distó mucho de ser un Estado
centralizado hasta el siglo XVIII, por ello nos centramos en esta época. Si bien los
historiadores de manera consensuada afirman que el absolutismo como tal comenzó
con la unión matrimonial de Isabel I la Católica y Fernando II de Aragón durante el
siglo XV -ya evidenciando la importancia del matrimonio para el surgimiento de lo que
hoy conocemos como Diplomacia-, la misma división territorial entre las dos grandes

1
Por “Principio Determinista” entendemos que el mundo evoluciona en el tiempo según causas
totalmente predeterminadas.
2
Estos famosos estudios pueden utilizarse también para el desarrollo del curso. El grupo
colonialidad designa un patrón estructural de poder durante la modernidad, cuyas raíces se
remontan a la Conquista de América y la consecuente hegemonía europea mundial.
regiones que se habían erigido tenazmente durante la mal llamada Reconquista
Española -que aún no había finalizado para Castilla, una de ellas- demostraba un
fraccionamiento político que asimismo sumaba a otros reinos resistentes del norte.
Como resultado, hemos aquí un choque de idiosincrasias, de culturas diferentes, de
esquemas sociales distantes que de repente se vieron obligadas a llegar a un acuerdo
para conformar una única y potente superestructura3 que terminara por formar un
Estado Nacional, firme y centralizado. Por el contrario, siglos tardó esta
transculturación y en el cenit del Reino de Castilla se produjeron súbitas conquistas
que le dio a este una riqueza envidiable y un camino para obtener recursos que
aseguraran el mantenimiento del orden interno que un simple matrimonio inicialmente
había propuesto. De esta manera, comenzó una lucha entre los grupos sociales, en
donde la Nobleza, también en proceso de modificación de su justificación como tal,
nunca dio un paso a torcer. No podemos desdeñar ningún grupo en este trabajo; las
relaciones de poder terminar por conformar una pirámide estamental la cual los
monarcas no pudieron derribar tempranamente, manteniéndose mal aconsejados,
alejados de las zonas de influencia o tan solo indiferentes, sumergidos en el ocio y el
lujo.
Los poderosos, el monarca y la aristocracia clerical y laica, tenían el lujo; sus
descendientes, la imposibilidad y la impronta para probar suerte en el Imperio; la masa
popular, la miseria. La escasa movilidad social en España alimentó la estructura
estamental de la Edad Media, perpetuando el feudalismo clásico en algunas regiones,
y los poderosos solo recibían influencias del exterior, negando con tintes nacionalistas
y fuertemente católicos, aquél pasado islámico con el que por mucho tiempo
convivieron. Solamente el modelo francés, el cual se explicará, y el advenimiento a
gran escala de la Ilustración pudo influir en la nueva dinastía que se asentó en el siglo
XVIII. Tal es la importancia de los advenimientos; España en pocas ocasiones maduró
de acuerdo a sus experiencias y fracasos, sino a través de las influencias exteriores,
relacionadas primero con el individualismo clásico del Hombre occidental, luego con el
enriquecimiento y su repercusión en los grupos sociales favorecidos y desfavorecidos,
para terminar en la invasión de las corrientes ideológicas del siglo XVIII que
penetraron con facilidad después del mayor conflicto que la Humanidad vivió hasta
aquellos tiempos: la Guerra de Sucesión Española.
Todos estos aspectos dificultan la asociación del concepto de Absolutismo a la
realidad española: más todavía, lo alejan. Una cosa es absolutismo y otra es
centralización; una es un régimen político, otra es un modo de administrar; y
reiteramos, el aparato estatal estaba fragmentado por las desavenencias de los
poderosos, los cuales mandaban a placer en un mundo sin equilibrio de grupos
sociales. ¿Qué grupo emergente era el indicado para mediar entre estos? La
burguesía, pero las condiciones desfavorables de una economía y sociedad
excesivamente individualista, codiciosa y resultadista que atentaba contra el
corporativismo medieval, hicieron a esta “clase” un “grupo amorfo”, como asegurara
Lynch, sin fuerza de coerción ni coherencia en sus objetivos. Por esto mismo, nosotros
escogimos el siglo XVIII; este es el año clave para España. La Guerra de Sucesión fue
la cúspide de la decadencia que marcó el parasitismo de los que mandaban; y fue una
vía de entrada para la estructura francesa, la cual había tenido éxito en su país de
origen en lo que respecta a disminuir y controlar el poder señorial. Sin embargo, no
podemos remontarnos directamente allí: primero debemos identificar, aunque sea
grosso modo, dicha decadencia, así como introducir un contexto general europeo y
sus respectivos antecedentes.
Finalmente, para abordar la cuestión de España no podemos descartar dos
cuestiones fundamentales: lo que ocurría en su Imperio –más precisamente en
América- y la Religión. Este curso no se trata de relatar la Historia de España hasta
determinado momento, sino de entender las características particulares de este país

3
Siempre nos referimos en términos marxistas.
en un período determinado. Y dentro de este marco no podemos tampoco,
mantenernos ajenos a lo que sucedía en sus dominios, ni a lo que es más importante;
el quizá el único elemento que generaba unidad, la Iglesia. Nos gustaría haber
proyectado una unidad completa que refiriera a este tema; sin embargo, por
cuestiones de tiempo y límites, nos vemos obligados a introducirla en la sección social,
elección que más adelante se fundamentará. Los diferentes tipos de resistencia y
tolerancia no solo durante la Época Moderna, sino también desde tiempos de la
Reconquista, constituyen factores claves para entender la temprana xenofobia
española y sus empresas evangelizadoras, las que a la postre posicionaron a España
en lo más alto del orbe. La Inquisición como agente de manutención de la ortodoxia,
es decir como foco de resistencia a las nuevas interpretaciones de las Sagradas
Escrituras y sus prosélitos, alcanzó un poder equiparable al del monarca, o al menos
así se supone en la práctica. Todo quedará a criterio del lector.
Prólogo.

 Una reflexión acerca del problema de una España Absolutista.

UNIDAD I: El Absolutismo en Occidente. Surgimiento de los Estados4 y sus


relaciones en las dimensiones políticas, económicas y sociales.

 El problema del concepto de “Antiguo Régimen” y su aplicación en España5.


 La Modernidad Temprana: la intención de romper con la fragmentación
piramidal de la Edad Media en decadencia. Estudio de caso: la desaparición
procesual de la servidumbre.
 El Individualismo Renacentista: su materialización en la organización de
Europa6 en un sistema de Estados.
 La lucha de clases7 en el Absolutismo.
o La consolidación del modelo dominante basado en la aristocracia
feudal.
o El apoyo de la naciente burguesía y su proceso de ennoblecimiento.
o La represión de las masas populares.
o Estudio de caso: la Aldea.
 Características de las Monarquías Absolutas. Las condiciones de sus
progresos y consolidaciones desde una visión consensuada entre historiadores
franceses8.

4
Si partimos de los postulados de Max Weber, no podemos hablar de Estado antes del siglo
XIX, aunque a partir del XVIII observamos una transición hacia lo que sería un Estado
Moderno-Contemporáneo, el cual luego se refuerza. En el absolutismo no existe la burocracia;
se cuenta más bien con funcionarios que son nombrados por la figura del monarca, quien
según su derecho les atribuye poderes y obligaciones, conformando un status quo, mientras
que la burocracia se rige por una norma que no se gesta desde la voluntad de un superior. A
través de la ciencia política podemos profundizar en estas características, a pesar de sufrir la
injerencia de cierta metodología que utiliza el anacronismo para facilitar el entendimiento.
5
Debe precisarse aquí el hecho de que Pierre Goubert cataloga el término “Antiguo Régimen”
en su obra homónima como un concepto antinómico, el cual por un lado define una estructura
política y jurídica y por el otro una denominación global para lo ocurrido en Francia entre los
Valois y la Revolución. De esta forma, el concepto se habría creado en el momento en que lo
que implicó fue desbaratado. En España, la ausencia de revoluciones burguesas y el cansino
desarrollo de este grupo social antes del siglo XVIII nos remite a la primera significación, la cual
refiere a la estructura del Absolutismo.
6
Mousnier en su obra “Los Siglos XVI y XVII: Historia General de las Civilizaciones” asegura
que Europa es una civilización y no una unidad política, cuya definición nació de la concepción
medieval de una República Cristiana. Esto nos lleva a precisar que la intervención de las
emergentes ideas del Humanismo comienzan a cambiar la concepción de Europa, de
“civilización cristiana” a un “sistema de Estados”, aunque aún bajo la presencia de un
desequilibrio entre naciones.
7
El término “clases” es acuñado por Perry Anderson en su obra “El Estado Absolutista”. La
historiografía tradicional prefiere utilizar la denominación “grupos sociales”. La elección queda a
gusto del lector, aunque se sugiere decantarse por la postura historiográfica de la escuela
marxista británica y hablar de clases sociales en los siglos XVII-XVIII, mientras no se caiga en
las premisa de dirigirse al alumnado a través de conceptos antinómicos. Asimismo, el término
puede ser utilizado por fuera del materialismo histórico como realiza Mousnier al describir el rol
del Rey como un agente de equilibrio de poderes entre la burguesía y la nobleza en el caso
francés, aunque es discutible si esto puede aplicarse en España.
8
En general, los historiadores de origen francés han realizado grandes estudios sobre el
Antiguo Régimen debido a una intención por querer explicar el complejo proceso que condujo a
su revolución burguesa, algo que en España no existió ni por asomo en la época que nos
compete. Las características que autores como Mousnier, Goubert o Mandrou comparten es el
patriotismo, el culto al héroe, las rivalidades señoriales y la lucha de clases.
 La nueva legitimación del poder real: breve síntesis de las visiones de Bossuet,
Hobbes contrapuestas con la de Locke.
 El resurgimiento del Derecho Romano y su injerencia en las nuevas
instituciones9.
o Distinción entre derecho civil y derecho público.
o Impacto en la sociedad.
 El surgimiento de la Diplomacia Moderna; las ventajas y desventajas del
matrimonio y sus repercusiones a largo plazo para el continente.

UNIDAD II: Una mirada introductoria al Mundo Hispánico: síntesis de la España


de los Austrias (Siglos XVI - XVII).

 Antecedentes: la Monarquía Usufructuaria10 en España.


o ¿Contraria al Absolutismo?
o ¿Se puede determinar una semejanza con el contrato social de
Rousseau?
 “El Siglo de Oro”11: una visión general al auge del Reino de Castilla. Su
antagonismo con Aragón más allá de la anterior unión diplomática de Isabel I y
Fernando II.
 La transformación en “Imperio Español”.
o La Conquista de América desde el punto de vista de la economía
europea.
o Introducción al marco ideológico mercantilista.
o El enriquecimiento de España.
o Sus consecuencias para el perfeccionamiento del capitalismo en
Europa.
 La Conquista Económica del Espacio Europeo. La neutralización de los más
importantes ejes comerciales del continente, el Báltico y el Mediterráneo.
 Síntesis de personajes y sucesos relevantes del Siglo XVII español.
o La intención centralizadora del Conde-Duque de Olivares (1621 –
1643).
o El reinado de Felipe IV y las revueltas campesinas.
 España como ejemplo más importante de “Feudalismo Tardío”12 durante los
siglos mencionados, en las tres dimensiones.

9
Mauss aquí realiza un interesante aporte al argumentar sobre la supervivencia del derecho
romano. Según su obra “Sociología y Antropología”, convivimos –hasta hoy- dentro de
sociedades que distinguen profundamente entre derechos reales y derechos personales, entre
personas y cosas. En la época medieval y el feudalismo clásico esto no era muy visible. El
lento proceso hacia el Estado Moderno implica una distinción entre obligación y prestación no
gratuita por un lado y el don por el otro.
10
Si nos basamos en que la Monarquía Usufructuaria responde a la concepción de que el
Monarca no es el propietario de su corona, sino que tiene el derecho de explotarla y ostentarla,
nos hallamos ante el Primer Pacto Social de la Historia. Si la monarquía es limitada de
antemano en una transición a la Época Moderna, donde todavía las estructuras feudales en el
Reino no se modificaban ni por asomo, el Absolutismo está fuertemente sujetado a la
credibilidad del Rey, como asegura Lynch. Esto define las futuras acciones del monarca para
con su pueblo y viceversa a través de los distintos estadios de la Historia de España.
11
Esta denominación es acuñada por el historiador Bartolomé Bennassar en su obra “España
bajo los Austrias” y se refiere al período del país como potencia económica indiscutible,
producto de sus conquistas alrededor del mundo en el siglo XVI.
12
En la obra de Peter Kriedte “Feudalismo Tardío y Capital Mercantil”, el autor ahonda en las
manifestaciones de las relaciones socioeconómicas con base en la tierra, la demografía y el
comercio. El feudalismo tardío puede caracterizarse entonces como una etapa previa a la
Época Moderna, así como podemos hablar de una “modernidad temprana”. Esto se debe a que
el absolutismo convivió –en la mayoría de los estados- con antiguos esquemas en decadencia
o Pregunta problema: ¿Existían elementos firmes que generaran unidad?
o La transformación de la nobleza en parasitaria13: el gobierno de los
Grandes Aristócratas.
o La situación de las Cortes.
o La inamovilidad de la clase dominante más allá de los intentos de
centralización.
o Los que gobiernan y los que no: la permanencia de una sociedad
estamental. La miseria de los campesinos.

UNIDAD III: La España Centralizada del Siglo XVIII: una visión política. El camino
hacia el reinado de Carlos III.

 Introducción: La Guerra de Sucesión Española (1701 – 1713) como punto de


inflexión en la Historia de España.
o Análisis documental del testamento de Carlos II “El Hechizado”, el
último de los Austrias.
o El sistema de alianzas: el temor a la unificación de Francia y España en
una superpotencia europea a través del auge de Dinastía de los
Borbones.
o España como objeto y no como árbitro. El verdadero por qué de la
guerra14.
o América como principal financiadora del conflicto.
o El deseo del pueblo español, ¿Tiene algo que ver con respecto al
usufructo de la Monarquía?

 Resumen del reinado de Felipe V.


o Su papel en la Guerra de Sucesión.
o La legitimación de su poder; la injerencia de Luis XIV y el
fortalecimiento de su base popular.
o El reformismo borbónico a partir del modelo francés15; la transición del
centro de poder de los Grandes Aristócratas a la pequeña burguesía.
Estudio de caso; la Aparición del Despacho.

basados en las relaciones feudales y la burguesía. Más allá de que el feudalismo tiene una
evidente transformación estructural, perdiendo su fundamento de modo de producción como
asegura Anderson en “Transiciones de la Antigüedad al Feudalismo”, en España el modelo
pervivió ante la gran fragmentación del poder y la escasa centralización, producto de las
prevalencia de las concesiones y los privilegios otorgados a una nobleza que no hizo más que
reforzar el poder señorial basado en la jurisdicción, algo incompatible con el absolutismo.
13
En España, la consolidación de un modelo dominante basado en la aristocracia feudal es
muy notoria. La venta de cargos nobiliarios y la maximización de la riqueza produjeron un
parasitismo en la aristocracia, lo que impidió el desarrollo de la nacionalidad capitalista y
generó un interés estético que se manifestó en un nivel de vida enraizado en la comodidad. La
presión de este grupo social fue tan fuerte que pocos monarcas –mucho menos burgueses- se
atrevieron a limitar sus privilegios e incluso se alentaron las exacciones de rentas e impuestos
para beneficiarlos, lo que a la postre condujo a una brutal separación social entre acomodados
y marginados.
14
En su obra “España en el Siglo XVIII”, debemos poner en duda un cierto atentado de Lynch
al Principio de Multicausalidad Histórica al señalar que el verdadero motivo de las potencias
aliadas era hacerse de las riquezas de España, las cuales provenían de su extenso y
descontrolado imperio. Si bien este motivo puede ser correcto, existieron otros causales
referidas al equilibrio de poderes entre naciones que llevaron al estallido del conflicto.
15
Con “modelo francés” nos referimos a la estructura institucional que impuso la Casa de
Borbón en Francia durante el reinado de Luis XIV, con el objetivo de impedir la injerencia de la
nobleza de espada en los asuntos políticos y económicos. Es de destacar el hecho de que este
modelo fuera realmente fructífero para una España contraria a los principios historiográficos
oBreve análisis de los decretos de “Nueva Planta” y las presiones
fiscales.
o “Nacido para no ser Rey”: la cuestión de su credibilidad16.
 Resumen del reinado de Fernando VI.
o El papel del Marqués de la Ensenada y sus reformas en la Hacienda.
Estudio de caso; las Intendencias.
o La paz17 como herramienta de la reconstrucción interior y para
restablecer a España como potencia mundial.
o El desarrollo del Ejército y la Armada.

 El reinado de Carlos III: “El Mejor Alcalde de Madrid” (1759 – 1788).


o Antecedentes: los orígenes de la Ilustración Española.
 Características de los “novatores”18.
 Causas del rechazo ilustrado por parte del Gobierno Español y
de los anteriores reyes. ¿Representaba este auge una amenaza
para la fe o era una cuestión de prioridades?
 El papel de Pedro Rodríguez de Campomanes; La plena
Ilustración. Su relación con el monarca.
 Breve síntesis acerca de los distintos focos de la Ilustración; la
costa cantábrica, mediterránea y atlántica, Galicia y España
Interior.
o Resumen acerca de su ascenso al poder.
o Carlos III y el despotismo ilustrado19. Análisis del fortalecimiento del
poder monárquico a través del marco ideológico de la Ilustración.
o La obra del Marqués de Esquilache.
o Características de sus Ministros; el impulso reformista en la dimensión
económica y sociocultural.
o La política exterior: la injerencia de España en la Guerra de los Siete
Años y la Revolución de Independencia de las Trece Colonias
Norteamericanas. Breve análisis del “Tercer Pacto de Familia”.

UNIDAD IV: Una mirada económica a la España del Siglo XVIII.

que elaboran una concepción del Absolutismo, hasta el punto de que fue impuesto en América.
Allí, sin embargo, los resultados fueron distintos.
16
Es necesario aclarar que con este punto, el hispanista Henry Kamen pretende determinar si
un estado borbónico se estableció a pesar del primer Borbón. Esto se debe a la enfermedad
mental que padeció Felipe V, la cual probablemente lo sumía en un estado de evasión de la
realidad mediante el sexo y la religión. Su incapacidad consecuente para gobernar puso en
duda su credibilidad como Rey, ya que los principios historiográficos absolutistas en consenso
apuntan a que sin el monarca, como agente en pos del equilibrio social, la estructura se
desmorona.
17
Aquí nos referimos al proyecto político de Fernando VI, basado en mantener la neutralidad de
la Monarquía en los asuntos europeos para dedicarse en la reconstrucción interior y en un
control para la eficacia del Imperio, recuperando sus beneficios a través de un mercado fuerte,
aunque esto recién lo logrará su medio-hermano Carlos III. La paz era imprescindible para
lograr el cometido.
18
Gonzalo Anes alude a que el término “novatores” es más bien despectivo y refiere a la
palabra “innovar”. La resistencia al movimiento ilustrado proviene fundamentalmente de que
sus principios contradecían el marco ideológico del poder tradicional todavía férreo en España
durante el siglo XVIII, ejercido por la nobleza parasitaria y lo que es fundamental, el clero. La
exaltación de la razón por encima de la fe era algo inadmisible para una aristocracia
apasionadamente religiosa y apegada al modelo católico desde tiempos de la Reconquista.
19
“Quien critica los actos de gobierno comete un delito, aunque tenga razón”. Puede
evidenciarse la característica despótica de Carlos III al analizar esta frase que envió por carta a
su hijo.
 Antecedentes: Las escasas relaciones bilaterales entre campo y ciudad.
o La diferencia alimenticia entre la ciudad y el campo: las contradicciones
de producción y consumo en relación a la demografía.
o La tierra como fuente de riqueza: la instalación de la nobleza parasitaria
en el campo.
o La lenta transformación de la renta a especie.
o El aporte de Labrousse para el estudio histórico. ¿Es aplicable para
España?20
 La “Protección del Monopolio” y las desigualdades sociales con base en los
beneficios estatales del Gobierno Español.
o La monopolización de la propiedad de la tierra por parte de la Nobleza y
el Clero. La exención de sus impuestos.
o Los campesinos y jornaleros sin protección.
o Repercusiones de acuerdo al poder señorial y a la concentración de la
tierra.
 El Capitalismo Mercantilista.
o Un acercamiento al concepto de Mercantilismo como sistema. La visión
de Deyon21.
o La situación de España: el metalismo. La confusión entre moneda y
riqueza en sí misma22.
o La permanente economía de subsistencia.
o La tardía implantación del factory system: Las Reales Fábricas. El
limitado desarrollo de la manufactura.
o La diferencia entre las fuentes de abastecimiento del mercado local y
los mercados urbanos: el papel del artesano.
o El latifundismo, el monocultivo cereal y el transporte incipiente; una
frustración para la economía de mercado.
o Las dificultades de creación de un “mercado nacional” y para comerciar
con América.
 Los enclaves geoeconómicos españoles: un panorama de la gran diversidad
regional.
o España como “Estado que menos favoreció a la burguesía”. Análisis del
impacto de la visión de Lynch en la economía de mercado y el
capitalismo ortodoxo23.

20
De antemano podemos responder afirmativamente. Labrousse asegura que la crisis del
Antiguo Régimen respondió a un fenómeno agrario, cuyo desencadenamiento se debió a la
centralización de los cereales como base dietética y a la dependencia de los “estados
cerealísticos” ante las fluctuaciones del mercado. España lo era en grado sumo; desde la lana
del siglo XV a la Reforma Agraria del siglo XVIII, los cereales y sus derivados constituyeron la
base para la economía española, tampoco estando sujetados a tecnificaciones de los campos
o inversiones para su desarrollo.
21
Pierre Deyon en su obra “Los orígenes de la Europa Moderna: el Mercantilismo” precisa el
hecho de que el concepto de Mercantilismo fue creado por los liberales de finales del siglo
XVIII para repudiar a la misma práctica económica, de la misma manera que Goubert afirma
que el término Antiguo Régimen fue creado en tiempos de la Revolución.
22
Los postulados de Deyon en su trabajo anteriormente mencionado son muy aplicables en la
realidad española. El metalismo constituye una forma de Mercantilismo basado en la búsqueda
y explotación mercantil exclusiva de metales preciosos, los cuales eran conseguidos a granel
en el Reino de Indias. Sin embargo, España posee un programa mercantilista dirigido a permitir
al Fisco alimentar al Tesoro real, un “atesoramiento estéril” sin posibilidad de reinversión para
un desarrollo económico interno. Esto puede explicarse a través de la disyuntiva planteada por
Adam Smith en cuanto a la confusión entre abundancia de moneda y riqueza en sí misma;
¿Qué era la riqueza para España? Lo primero. Sin embargo, a través de los siglos XVII y XVIII
en Europa, la concepción de riqueza fue perfeccionándose hasta lograr un liberalismo
económico incipiente, alentado por Inglaterra y por Francia.
o La sensibilidad capitalista: el auge del “espíritu empresarial” de la época
y la progresiva toma de consciencia de clase.
o Los papeles de Galicia, Madrid, Andalucía, Aragón y Valencia.
 Diferencias y similitudes en cuanto al “problema agrario” de
España. La división “este y oeste”.
 La preeminencia de Valencia: su crecimiento demográfico.
o Los roles de Barcelona y Cádiz como las baterías de desarrollo del
mercado de ultramar. Sus relaciones comerciales con los dominios
imperiales: el primero con el Mediterráneo y el segundo con Ámerica.
o La ausencia de moneda unificada: un problema de peso para el
desarrollo monetario español.

 La Reforma Agraria bajo el reinado de Carlos III.


o Antecedentes: La importancia del período 1720–1740, con base en la
visión de Hobsbawm.
o La Crisis de 1753-1773 como su impulsora. Los postulados de Braudel
referidos al “Fin de un Antiguo Régimen Biológico”24.
o Su marco ideológico: la relación con los fisiócratas y los reformistas
ilustrados.
o La influencia de la elevación de precios de los cereales en el mercado
internacional.
 El cambio de mentalidad en cuanto a la producción agrícola.
 La intervención del Estado para modificar las condiciones de
distribución de la tierra.
o El desarrollo de la infraestructura económica: el regadío, los canales y
las “carreteras”. Los beneficios que brindó al Gobierno.
o ¿Alteró la Reforma el orden social? Breve análisis acerca de los nuevos
beneficiarios de tierras y la procedencia de las mismas.
 Las Reformas Borbónicas en el Reino de Indias: un capítulo aparte.
o Antecedentes: los problemas de la aplicación del “capitalismo ortodoxo”
y el Mercantilismo.
 La cuestión del monopolio.
 La importancia del desarrollo de una economía intercolonial
durante el Siglo XVII. La cuestión de la dependencia de América
con la metrópoli.
 Los problemas prácticos del Sistema de Puerto Único y el
Sistema de Flotas y Galeones.
 ¿España como la “América de Europa”? La carencia de
reinversión en desarrollo agrario e industrial. El tipo de consumo

23
El término “capitalismo ortodoxo” es utilizado por Immanuel Wallerstein en su obra “El
Moderno Sistema Mundial”, en referencia al modelo de crecimiento hacia afuera, es decir, la
producción para los mercados más grandes y distantes. Asombra entender el hecho de que
España acumulara grandes cantidades de metales y aun así se guiara por este modelo, lo que
llevó a que muchos contemporáneos vaticinaran su decadencia.
24
Es claro que este título se encuentra presente en la obra de Braudel “Civilización mercantil,
economía y capitalismo” Tomo I y se refiere a las dificultades para restablecer el equilibrio
europeo, puesto que en el Antiguo Régimen aún persiste la dependencia ante las epidemias,
las guerras y las hambres. Sin embargo, en el Tomo II se hace hincapié en estos ítems con
base en las fluctuaciones estacionales y la variabilidad climática, lo que nos lleva a precisar el
siguiente aspecto con respecto a las hambres; si bien las alteraciones estacionales en las
cosechas afectaron la vida de los grupos aristocráticos en España, estos no llegaron al punto
de morir de hambre como la masa popular. Las variables económicas los afectaron de distinta
manera, generalmente en el consumo de productos suntuarios y las fluctuaciones de productos
cerealeros.
de la nobleza parasitaria. El aprovechamiento de Inglaterra y
Francia para colocar sus productos manufacturados.
o Una reorganización para la eficacia. Las medidas para convertir el
Reino de Indias en una fuente de riqueza potable.
o El modelo institucional francés implantado en América: la injerencia de
la pequeña burguesía en los gobiernos criollos.
o Posibles soluciones para el propósito de este reformismo.
 La evolución del pensamiento mercantilista a una concepción
liberal.
 Estudio de caso: El Reglamento de Libre Comercio de 1778.

UNIDAD V: Una mirada social a la España del Siglo XVIII.

 Los números: el aumento demográfico.


o Ambas tasas elevadas; el equilibrio en alza de la mortalidad y la
natalidad.
o El leve retroceso de las hambrunas y las crisis de subsistencias de
acuerdo al perfeccionamiento agrario.
o El impacto de las “fiebres tercianas” en el reinado de Carlos III.
 “España como un conjunto de espacios gobernables”25. La cuestión de la
Nobleza.
o Su predominio demográfico.
o La lenta transformación de su status social: de la justificación militar a la
posesión de la tierra. Estudio de caso: el mayorazgo26.
o El declive de la jurisdicción señorial: el epicentro de la lucha de clases.
o Una breve mirada a la experiencia: el elevado nivel de vida de la alta
aristocracia.
o La movilidad ascendente: los beneficios de los hijos. Los “hombres
promovidos desde abajo” gobiernan el Estado y el Reino de Indias.
Estudio de caso: los hidalgos.
o La política cultural de Carlos III. La permanencia del elitismo y la
desigualdad de acceso para la nueva instrucción pública. Estudio de
caso: Los Colegios Mayores.
o La prevalencia de los valores y privilegios de la nobleza española hasta
la actualidad.
 La situación de la burguesía desde la experiencia: el gran rechazo.
o Sus limitaciones por cuestión de número.
o La poca consciencia de clase: las crisis de identidad.
o Los desacuerdos provocados por la diversidad de procedencia de sus
precursores y los diferentes objetivos perseguidos27.

25
Esta frase utilizada por Lynch hace alusión a la gran fragmentación de poder que sufría
España, producto de la prevalencia del modelo señorial.
26
Debe entenderse como “mayorazgo” a la institución civil que permite la manutención de la
propiedad de ciertos derechos o bienes de una familia. Su nivel de alcance depende de las
condiciones sujetas a las prescripciones de la ley; en España, su vigencia hasta el siglo XVIII
se debió a la expedición de títulos nobiliarios.
27
El sentido de pertenencia no define una conciencia de clase. En el Antiguo Régimen, cada
trabajador se siente perteneciente a su grupo –o gremio-, según las tareas u obligaciones que
deben llevar a cabo. De esta manera, la burguesía se siente un “grupo” por la tarea que realiza,
sin embargo Lynch lo cataloga como “grupo amorfo”, conformado por comerciantes, hidalgos,
sacerdotes, funcionarios o miembros de las profesiones liberales, los cuales no pertenecen a
ninguna de las dos vertientes sociales que el Gobierno Español alentó con su fragmentación.
Así, sus opiniones siempre disintieron. Esto difiere en grado sumo con los campesinos, los
cuales se vinculan con la tierra de donde provienen o se criaron, lo que genera una gran
complicación historiográfica para el estudio de este tema, ¿Entonces cuándo podemos hablar
o Su injerencia en la política económica: la inexistencia de una conexión
entre crecimiento económico y cambio social.
o La diferenciación entre centro y periferia.
 Las clases populares: una continuación del modelo feudal.
o La diferenciación entre campesinos y trabajadores urbanos.
o Las repercusiones del excesivo poder señorial: las eternas condiciones
de vasallo-arrendatario.
o Su bajo nivel de vida: la desigual distribución de recursos y la
decadencia de la industria artesanal.
o Los vagos: las causas sociales de su marginación, reconectándolas con
la situación actual.
o Los modos de combatir la autoridad: el contra-poder en un Antiguo
Régimen28 permanente en España.
 Las clases de violencia: una sociedad violenta29. El simbolismo
de los actos violentos.
 Los trabajadores urbanos: formas de protesta contra el patrón.
 Las causas sociales de la ausencia de consciencia de clase.
 El Poder de la Iglesia: un capítulo aparte. España como principal foco de
resistencia a la Reforma Religiosa y sus afanes evangelizadores.
o Antecedentes: el desarrollo de la mentalidad religiosa en España.
 El afán evangelizador de la Reconquista.
 El problema de la tolerancia30 en España, según la visión de
Kamen.
 El cristianismo en la tolerancia e intolerancia.
 La situación del hereje.
 España ante la Reforma: la afirmación del catolicismo y la
eliminación de los protestantes.
 El afán evangelizador de la Conquista y Colonización de
América. Una breve mirada a las órdenes regulares en el
continente.
o Una masa social creyente: el dilema de la incredulidad.
 El poder de la fe contra la razón.
 El miedo: la confesión como instrumento de expiación.
 Superstición e ignorancia.
o La Inquisición Española: el agente de mantenimiento de la ortodoxia. Su
unidad institucional y su progresivo desmantelamiento.
o La política regalista de Carlos III.
 La subordinación del Santo Oficio.

de conciencia de clase en España? Luego de que las limitaciones impuestas por la Reforma
del siglo XVIII obligara a la aristocracia feudal y clerical a ceder ante sus privilegios, creándose
así una masa social “media”. Como se puede observar, esto ocurrió con mucho retraso
respecto a otras naciones europeas contemporáneas.
28
Recalcamos que el término “Antiguo Régimen” adaptado a la realidad española se entiende
como una estructura política y jurídica.
29
Aunque hayamos colocado este término en el punto correspondiente a las clases populares,
debemos aclarar que no nos referimos solo a la violencia producida por este sector subalterno,
sino a la de toda la sociedad: tanto la nobleza como el clero y la burguesía reproducen
diferentes modalidades de violencia. Las reflexiones sobre este aspecto social tienen el fin de
exaltar la tendencia violenta de la sociedad española y como se responde ante ella por el grupo
menos favorecido.
30
Kamen entiende por “tolerancia” a la concesión de libertad a quienes disienten en materia de
religión. Esto puede considerarse como parte del muy irregular proceso histórico que condujo a
un desarrollo del principio de la libertad humana. La presencia del dogma –no dogmatismo-
católico en España produjo una nueva concepción de disidente y hereje, lo que llevó a la
expulsión temprana de quienes no tomaran la nueva religión, como los judíos y los árabes.
 El resurgimiento del exequatur31.

FUNDAMENTACIÓN.

Como puede observarse, el presente programa confronta diversas posturas


historiográficas que pueden dificultar su lectura e interpretación; por ello mismo se
elaboró una serie de aclaraciones plasmadas en el pie de página. Los conceptos en
muchas ocasiones son polisémicos y sus interpretaciones pueden ser o no aplicables
a la realidad española, cuya particularidad para el estudio del Absolutismo ya hemos
explicado en el prólogo.
Se recomienda que el programa no sea utilizado de manera lineal, sino que los
contenidos sean abordados de manera transversal. Debido a un probable apremio del
tiempo y al hecho de que en esta presentación se realiza una muy honda
profundización en la Historia de España y sus vicisitudes en distintas dimensiones, el
objetivo es que se establezca un diálogo conceptual entre el Siglo XVIII en España y el
anterior, en conexión siempre con las condiciones generales del surgimiento y
fortalecimiento del Estado Absolutista en Occidente que desglosamos en la primera
unidad. Es vital destacar que existieron notorias dificultades para el acceso a una
historiografía que presentara un estudio minucioso de la Economía y Sociedad
Española durante los siglos escogidos; dichos profesionales se vieron limitados ante la
falta de fuentes propia de una estructura de continuación del modelo feudal, en donde
claramente –valga la redundancia- existió una aplicación de la mitología de la
prolepsis32 por parte de la aristocracia. Se prefiere entonces acudir a las
generalizaciones o a enmarcar la dimensión socioeconómica dentro de un escenario
mayor, como lo fue el europeo occidental en dichos siglos, aunque no debemos
desdeñar la existencia de ciertas obras específicas que de hecho se constituyen como
el soporte de este trabajo. Siendo así, pasaremos a explicar cada unidad.

La Unidad I se titula “El Absolutismo en Occidente. Surgimiento de los Estados


y sus relaciones en las dimensiones políticas, económicas y sociales”. En primera
instancia, se intenta analizar el concepto dual de Antiguo Régimen, en función de si es
análogo con el de Absolutismo. Podemos observar aquí que el l'Ancien Régime es un
concepto elaborado por la historiografía francesa cuyo inicio se remonta en las
vísperas de la Revolución y sirve como instrumento de diferenciación de todo lo que
ocurrió antes de este crucial evento. Ahora, ¿Por qué traemos debates historiográficos
franceses a un programa que pretende enseñar el lento camino hacia la España
Absolutista? El intento de estos por interpretar las estructuras decadentes que
condujeron al estallido del levantamiento burgués, generó una producción en masa de
obras que analizaron en grado sumo la historia del Absolutismo occidental. Asimismo,
la injerencia del modelo francés, como se verá, es vital para el desarrollo centralizador
tardío en España y por tanto es nuestro deber discernir si los postulados franceses son
aplicables a la realidad española, o al menos influyentes.
Pues bien, como se ha discutido en el pie de página correspondiente, debemos
poner en tela de juicio el concepto de Estado Absolutista. El pensamiento de Max

31
Con “exequatur”, aludimos a las normas por las cuales el orden jurídico del Estado español
regido por Carlos III verificó si las sentencias judiciales emanadas de un tribunal paralelo reunía
-o no- los requisitos que permitían su reconocimiento; la Inquisición hasta aquí se consideraba
como un organismo separado del Gobierno, por lo que sus sentencias eran finales e
inapelables. El resurgimiento de esta ley se erigió como una expresión de subordinación del
poder de la Iglesia al Estado, aunque debemos esperar al siglo XIX para su formalización.
32
Debe perdonarse el anacronismo. La mitología de la prolepsis se enmarca dentro del
textualismo de Skinner, la cual consiste en darle sentido a algunos elementos del texto clásico,
que no corresponden con el significado original del pensamiento del autor. Esto ocurre cuando
el intérprete aplica su propia cultura a la ajena de este, sin embargo estos postulados fueron
elaborados en pleno siglo XX. Aquí lo expongo como herramienta de explicación.
Weber aleja la definición de un “Estado” en los siglos presentados pero al tomar
consciencia de la transformación estructural, evidente sobre todo llegando al final del
XVIII, podemos determinar una transición hacia lo que sería un Estado Moderno-
Contemporáneo. Como se ha dicho, los postulados weberianos apuntan a una
ausencia de la burocracia en el absolutismo, aunque se observan funcionarios, que
son nombrados y destituidos a través de la figura del monarca. Reiteramos; la
burocracia se rige por una norma que no proviene de la voluntad de un superior.
Aunque no podemos negar la existencia de diferentes formulaciones historiográficas
que afirman una burocracia en el Absolutismo, aún estamos posicionados a gran
distancia de un aparato complejo de Estado Moderno según Weber. Si existen
similitudes, la diferencia sustancial es que se materializan en la figura del Rey. En esta
unidad se abordan distintas posturas sobre el “Estado” Absolutista y su
funcionamiento, destacando la gran importancia de la expropiación del Derecho
Romano y el surgimiento de la Diplomacia Moderna con base en el matrimonio, todo lo
cual forma parte de la teoría del absolutismo. Es de igual forma trascendental tener en
claro las características del feudalismo; la Historia siempre debe definirse como un
proceso, y al respetar esta posición no podemos desdeñar de súbito las
permanencias, abogando solo por los cambios. Para lograr un entendimiento del
período absolutista, es importante tener interiorizado el manejo de las pautas sobre el
modo de producción feudal que vaticinaran una transformación, llegando así a una
reorganización del sistema feudal. Aquí lentamente se transforman algunos
parámetros como la concepción de la tierra, el poder de la nobleza y los contratos.
Aquí por fin podemos observar un regreso del poder de bannus a la figura del Rey,
cuyo nuevo papel centralizador crea un aparato organizado que sin embargo potencia
la dominación feudal. Como asegura Anderson, este se define “como caparazón
político de la nobleza amenazada por la burguesía”, el cual comienza a extenderse por
toda Europa. Pero, ¿Qué era Europa? La cuestión de una herencia histórica de que no
responde a la interpretación de una unidad política –sino religiosa- debe dejarse en
claro para que el alumnado no crea en un férreo equilibrio de poderes en el continente,
ni en una centralización repentina, feliz y pacífica de las regiones.
En sí, la Unidad I pretende ser una introducción teórica, aunque como
expresamos previamente, los contenidos pueden ser ejemplificados o aclarados a
medida que se ahonde en las peculiaridades de la Historia de España. Lo importante
es que no se dejen de lado; de esta manera se correría el riesgo de provocar
dificultades de comprensión al ingresar en estadios más complejos de organización
estatal, como ocurrió en el siglo XVIII.

La Unidad II se titula “Una mirada introductoria al Mundo Hispánico: síntesis de


la España de los Austrias (Siglos XVI - XVII)”. Una vez establecido un marco teórico de
corte historiográfico referido al Absolutismo, debemos introducirnos de lleno en el
escenario español, sin antes realizar algunos señalamientos. Primero que nada, este
programa no intenta resumir la Historia de España hasta un determinado momento,
sino que pretende transmitir el fenómeno absolutista localizado en dicho país. Sin
embargo, al momento de jerarquizar, en este caso debemos diferenciar Absolutismo
de centralización; el absolutismo en España comenzó con la unión matrimonial de
Isabel II de Castilla y Fernando II de Aragón en el siglo XV, no obstante la
conformación de un estado centralizado comenzó recién en el XVIII. Como hemos
precisado en el prólogo, España presenta serias dificultades para el estudio del
Absolutismo en su faceta de reorganización estatal, ya que los poderes de los
monarcas hasta Carlos III jamás lograron limitar en la práctica a la nobleza de espada,
lo que significa una continuación del modelo feudal clásico basado en la jurisdicción
señorial, si bien estuvo sujeto a los cambios de la época como veremos en la sección
económica y social. Si la centralización en España ocurre recién en el Siglo XVIII es
preciso que nos centremos en éste, ya que la fragmentación y el desorden son
características incompatibles con los principios del Absolutismo. De igual forma, esta
unidad pretende ser una introducción que nos conduzca a dicho siglo, siguiendo
nuestra postura de la historia procesual: sin entender lo que ocurrió antes de la Guerra
de Sucesión Española, aunque sea a grandes rasgos, es imposible comprender lo que
sobrevino tiempo más tarde. Cabe también destacar que esta mirada introductoria al
mundo hispánico no se divide en las dimensiones políticas, económicas y sociales
como si haremos en el siglo XVIII, siempre explicando sus antecedentes: los sucesos
más importantes son citados de manera paralela.
En primer lugar, es absolutamente vital comprender que España desde tiempos
medievales se rigió por lo que es llamado una Monarquía Usufructuaria. ¿Por qué lo
situamos en “antecedentes”? Por qué no es una invención del Renacimiento ni de la
Época Moderna. El usufructo de la Monarquía es una limitación temprana de la figura
del Rey, algo que puede observarse en la respuesta al juramento de este en el
momento de su coronación: “serás rey si eres todo lo que prometes”33. Claramente
esta forma de Monarquía se constituye como un pacto social que puede ser
comparado, valga el anacronismo, con el contrato social de Rousseau, cuya teoría
sirvió de base para las distintas revoluciones burguesas que se sucedieron a lo largo
del siglo XVIII y parte del XIX. El usufructo de la Monarquía provoca que el poder
absoluto del rey esté medido según su credibilidad, es decir, según el fortalecimiento
de su base popular que en el caso español se realiza según sus logros militares, ya
sean ofensivos o defensivos, lo que a la postre justifica la continuación del poder
señorial. Debe comprenderse este punto para entender las difíciles relaciones entre el
monarca-corte-pueblo incluso hasta que las ideas ilustradas cambien esta concepción
en los papeles durante el siglo XVIII, trayendo consigo el despotismo34. En la práctica,
no cambió hasta las revoluciones liberales.
Proseguimos entonces con una síntesis acerca del auge del “Siglo de Oro”, un
término acuñado por Bennassar y utilizado por varios historiadores en sus obras
afines. Aquí es importante destacar la enorme fragmentación de poder que sufría tanto
Castilla como Aragón en el siglo XVI más allá de la unión matrimonial y los intentos de
centralización “estatal”. ¿Por qué España entonces se constituyó como la principal
potencia mundial durante el mencionado siglo y de igual forma selló su decadencia?
Reiteramos, por su transformación en Imperio. Las diferentes campañas de Conquista
–tanto militares como económicas-, en el Mediterráneo y en América generaron una
gigantesca entrada de recursos metálicos que acabarían por transformar
rotundamente la economía europea, sin antes proveerle a España una cantidad
considerable de recursos para dominarla. Es importante aquí recurrir al dato y realizar
una mirada grosso modo de estas conquistas, para introducirnos en el programa
mercantilista, el capitalismo europeo y sus repercusiones sociopolíticas en la misma
España.
El siglo XVII español nos presenta el dominio de la Casa de Austria, es decir,
una dominación extranjera cuya tradición parasitaria desperdició el motor económico
que los “descubrimientos” trajeron a España. Aquí primero realizamos un recorrido
breve sobre las personalidades que creemos son las más importantes del período
como el Conde-Duque de Olivares y Felipe IV, quienes intentaron limitar el poder de la
nobleza, pero se vieron frustrados; más todavía, este intento no se llevaba a cabo en
pos de centralizar el Estado debido a una aguda comprensión de la nueva política
europea, sino en pos de beneficiar y proteger a los Grandes Aristócratas que poco a
poco transformaban su justificación nobiliaria en función de la posesión de la tierra y la
exacción de rentas e impuestos, en vez de la militar, según los postulados de Reginald

33
“Nos, que cada uno de nosotros somos igual que Vos y todos juntos más que Vos, te
hacemos Rey si cumples nuestros fueros y los haces cumplir, si no, no” el juramento que sella
el carácter usufructuario de la monarquía es heredado de los que emitían los reyes aragoneses
en el momento de su coronación.
34
En general, todos los monarcas son déspotas.
Davies. Esta aparente inamovilidad de la clase dominante, en yuxtaposición con las
enormes diferencias entre centro y periferia, el estancamiento económico, el nulo
desarrollo del capitalismo y la miseria de las masas populares, sometidas a una eterno
estado de cuasi servidumbre y dependencia señorial nos lleva a la pregunta problema
de este apartado: ¿Acaso existían elementos firmes que generaran unidad, como bien
expone Mousnier como aspecto fundamental para crear un Estado Nacional? Creemos
que no y por tanto se dificulta en gran medida hablar de un Absolutismo en el sentido
estricto de la palabra, o valga la redundancia, en el sentido francés de la palabra.

La Unidad III se titula “La España Centralizada del Siglo XVIII: una visión
política. El camino hacia el reinado de Carlos III”. Habiendo transitado por dos
episodios introductorios, tenemos camino llano para introducirnos en el siglo escogido
para el presente trabajo. Este apartado nos remite solamente a la dimensión política,
aunque el lector puede escoger por dar los siguientes reinados en función de las
miradas económicas y sociales que se explican más adelante.
El siglo XVIII comienza con un hecho histórico35 que marca un punto de
inflexión en la Historia de España, como lo fue la Guerra de Sucesión (1701 – 1713),
provocada a partir de la muerte sin descendencia del último de los Austrias. Este
suceso es de suma importancia para comprender que durante y a partir de las
herencias culturales e institucionales que se plasmaron en el conflicto, se termina por
constituir un motor ideológico basado en el auge de la Ilustración y el modelo
estructural francés para por fin limitar seriamente a los Grandes Aristócratas y formar
un aparato centralizado de Gobierno. Para ello, es vital la injerencia de Luis XIV en
estas cuestiones, puesto que hacía décadas que el Rey Sol llevaba a cabo en su
Estado-Nación un férreo sistema de limitación señorial, entre tantas características
que aquí por motivos de tiempo no podemos especificar. Por ello, se propone un
análisis documental –si se puede llevar el documento a clase, mejor- del testamento
de Carlos II, en donde expresa su deseo de que el nuevo regente sea un descendiente
de la Casa de Borbón, quien acabaría por ser Felipe V. Esto desencadena un sinfín de
causas que corresponden a un respeto por el Principio de Multicausalidad Histórica, en
donde jerarquizamos la conformación del sistema de alianzas en función de un temor
hacia una unión dinástica entre España y Francia que terminara por definir una nueva
superpotencia europea que rivalizara con el gran país emergente de aquellos tiempos,
Inglaterra. Según la visión de Lynch, como se ha dejado en claro, España no se erigió
como una mediadora del conflicto, sino que incluso la posición pendular de Francia a
lo largo de la guerra demuestra el hecho de que España fue el objeto, al intentar los
beligerantes dominar sus riquezas y su vasto Imperio que asimismo no controlaba con
eficacia. Debe entenderse que con esto no se intenta analizar profundamente la
Guerra de Sucesión Española, sino las heridas que dejó y los métodos que utilizaron
los regentes españoles para curarlas y cerrarlas, tanto en lo institucional como en lo
sensorial. Por ello es necesario también mirar el por qué la vencedora Inglaterra optó
por dejar que finalmente ascendiera un primer Borbón al trono español, ¿Acaso el
pueblo lo quería, era él el indicado para usufructuar la Monarquía? ¿Por qué el pueblo,
según su tradición monárquica contractual, no clamó por el descendiente de los
Austrias? Claramente, por el fortalecimiento popular que logró Felipe en el transcurso
de la guerra. Lynch es claro al asegurar que el pueblo español no quería un virrey
extranjero en tierra ajena: sumado al hecho de que Felipe se justificó militarmente,
existía una animosidad de los españoles por respetar la voluntad de Carlos II.
El camino al déspota ilustrado Carlos III es largo y en él no pueden desdeñarse
los reinados anteriores. Sin embargo, por asuntos de tiempo y límites, debemos

35
¿Acaso podemos hablar de “hechos históricos”? Si abogamos por una historia en proceso de
construcción podemos aludir a la teoría de la invención histórica o a la modificación de la
realidad que produce su escritura. De esta manera, el relato histórico es quien define los
hechos y no viceversa.
priorizar, no sin antes realizar una breve mirada a los gobiernos de Felipe V y
Fernando VI. Para el presente trabajo podríamos ciertamente haber escogido al
regente resultante –no vencedor- del gran conflicto europeo, Felipe V. ¿Por qué no lo
hicimos? Por cuestiones relacionadas a su capacidad como gobernante, su ejercicio
de soberanía contradice los principios historiográficos del Absolutismo Occidental que
aquí tratamos de respetar, como constatamos en la Unidad I. Como expresan los
historiadores Anes y Lynch, el absolutismo depende de la credibilidad del monarca y
Felipe no fue educado para gobernar, sino para mantener una actitud sumisa propia
de un segundón, algo que probablemente lo hubiera conducido a una vida vinculada al
sacerdocio, aparte de la enfermedad mental que padeció luego de finalizar la guerra.
No obstante, es importante aquí analizar el comienzo del llamado Reformismo
Borbónico, en donde el modelo institucional francés penetra y apuesta por la
conformación de nuevos organismos que permiten el ingreso de la pequeña nobleza a
los asuntos de Gobierno y que establecen una apertura a la burguesía, algo
prácticamente inédito hasta ese momento. El estudio del despacho es un buen
ejemplo para materializar esta última premisa en clase, aparte de los decretos de la
Nueva Planta que supusieron medidas fiscales para limitar en grado sumo los
derechos señoriales que se habían expandido mediante la vía del mayorazgo, ya que
son herencias idénticas al modelo francés que marcó camino a la centralización. Por
otra parte, el reinado de Fernando VI, uno de sus hijos con su primera esposa, se
sugiere resumirlo, debido a que fue corto y a que lo más destacable es el proyecto
político que quiso llevar a cabo; por vez primera se intenta establecer una política de
neutralidad en los asuntos europeos que permita al Estado dirigir su mirada a la
situación interna de España, sumida en la desigualdad tridimensional. No obstante, los
deseos del monarca eran muy ambiciosos, ya que intentaba igualarse con las
potencias de la época, las cuales a través de un sorprendente desarrollo del
capitalismo mercantil ya se hallaban lejos: esto no hizo más que centralizar al Ejército
y la Armada, los cuales siempre potenciados por la tradición militar-religiosa,
aprovecharon para gozar de exacciones y privilegios, continuando con la gran
marginación social.
Llegamos entonces al reinado de Carlos III, el cual responde a todos los
principios que citamos en la Unidad I y que los historiadores postulan. En este punto
se pretende que se realice una breve mirada anticipatoria referida a la Ilustración en
España, la cual tuvo escasas áreas de agrupamiento y pocos representantes. ¿Por
qué lo ponemos en “antecedentes”? Porque el movimiento venía desarrollándose
desde el siglo XVII y sus representantes progresivamente venían siendo escuchados
por los monarcas de turno, sin lograr hasta aquí una modificación del aparato
ideológico. Por ende, se tratará de destacar el rechazo que tuvo este movimiento en
España debido a la introducción de sus ideas, revolucionarias para una sociedad
fuertemente arraigada a la tradición militar y religiosa después de tantos siglos de
lucha contra el Islam. Sin embargo, pretendemos que se transmita el empoderamiento
de sus representantes al influenciar a las figuras políticas que rodearon a Carlos III,
visualizando el gran atraso de España con respecto a otras potencias de la época. De
esta manera, la Ilustración halló el consuelo con el primer Borbón y luego el poder con
Carlos.
¿Por qué escogimos a Carlos III? Sencillamente, creemos que en España hizo
falta un déspota altamente influido por ideas ilustradas para por fin conformar un
Estado Centralizado y Absoluto. No por mera burla fue apodado “El Mejor Alcalde de
Madrid”: el monarca llevó a cabo una política reformista donde su autoridad legitimada
por el derecho divino no tenía limitaciones, salvo por el mismo Dios, algo que nos
recuerda a Luis XIV, solo que más de cien años antes, lo que evidencia el retraso. Su
política cultural de instrucción, sus medidas para limitar a la aristocracia clerical y al
eterno poder señorial, sometiéndolos a una obligación fiscal universal sin exacciones
ni beneficios, sus construcciones monumentales neoclasicistas que evocan los
tiempos de su bisabuelo, su política exterior con alcance intervencionista, recolocó a
España de manera tímida en la esfera mundial y lo define como un protagonista de
carácter. No cedió ante la tradición institucional española y para defenderse de su
obvio ataque logró influenciarse de una Corte ilustrada con ánimos de cambio, la cual
por ello debe ser abordada. No obstante, el elitismo continuó, aunque esto lo veremos
en el último subtítulo.

La Unidad IV se titula “Una mirada económica a la España del Siglo XVIII” y


pretende dedicarse a los aspectos económicos de esta España en proceso de
centralización, no sin antes establecer antecedentes generales que se remiten a toda
Europa, aunque siempre en consonancia con las visiones políticas y sociales. Una
pregunta recurrente podría ser, ¿Por qué no realizamos en todo el trabajo, un capítulo
aparte destinado al Reino de Indias? Porque ciertamente debemos situarnos en el
continente europeo, aunque por supuesto debemos exaltar la gran importancia de su
evolución y de la injerencia en la economía española, así como también en estudios
situados en las Américas se utiliza como base contextual para lo que se conoce como
Historia Universal36.
Como antecedente, empezamos exponiendo los fundamentos sociales de
carácter feudal y su convivencia con el auge de la burguesía, lo que el autor Peter
Kriedte denominó en consenso el feudalismo tardío, aunque este término lo habíamos
utilizado en el apartado correspondiente a la Introducción al Mundo Hispánico: sin
embargo, como Kriedte se cierne a su definición económica, es conveniente
fundamentarlo en este punto. Se mencionan entonces las características económicas
y sociales, las transformaciones de acuerdo a la explotación de la tierra y las
relaciones entre los grupos sociales involucrados, observando que si bien la antigua
estructura señorial se contrapone en casi la totalidad el escenario europeo con el
Absolutismo, el caso español es una excepción. La aristocracia laica y clerical
conserva el monopolio de la tierra y recibe la protección de la corona a través de
concesiones de títulos y exacciones de rentas e impuestos, logrando una gran
extensión de campos bajo su poder, repercutiendo duramente en la masa popular que
sufrió una marginación muy marcada por la desigualdad que todo esto generó. Como
base para este estudio, es crucial que se aplique la visión de Ernest Labrousse, en su
obra de más aporte titulada “Fluctuaciones Económicas e Historia Social”, que a pesar
de estudiar específicamente la economía del Antiguo Régimen francés, su influencia
historiográfica fue tomada para la mayoría de estudios sobre este asunto. Lo que
debemos preguntarnos es si sus conceptos son aplicables a la España de los siglos
XVII y XVIII y como ya se ha dicho en su pie de página, entendemos que si lo es, ya
que el historiador engloba los problemas de Francia dentro de la realidad económica
europea, de la cual el país que nos compete se hallaba en un estado de fuerte
dependencia económica al no utilizar su riqueza para alentar un desarrollo económico.
Por tanto, es recomendable guiarse por sus esquemas.
Proseguimos entonces a analizar el programa económico español por
excelencia, el llamado Mercantilismo, a través de la obra de cabecera de Pierre
Deyon, “Los Orígenes de la Europa Moderna: el Mercantilismo”. Volviendo al ejemplo
de Labrousse, Deyon se especifica en Francia pero no obstante, dedica unos cuantos
capítulos introductorios para hablar de este modo económico de manera general,
profundizando en la elaboración de su concepto y en lo que es más importante para un
correcto desarrollo del curso, la teoría económica. En consonancia con la situación
española de los siglos XVII-XVIII analizamos en primera instancia el concepto de
Mercantilismo, el cual al igual que el de “Antiguo Régimen” fue elaborado de manera
peyorativa por los eruditos liberales. Asimismo, su aporte en cuanto a los postulados

36
Con “Historia Universal”, más bien nos referimos a la Historia de Occidente. Se trata de una
denominación clásica que nos sitúa habitualmente en Europa, de manera geográfica e
ideológica, debido a que somos herederos de su cultura. Esto es aplicado incluso en
instituciones educativas de formación terciaria.
de Adam Smith reflejan el metalismo español, demostrando una concepción de
riqueza basada en la acumulación de recursos metálicos bajo la bandera de la
autosubsistencia “nacional” generando de esta manera una xenofobia que explica la
expulsión temprana de quienes dominaban el comercio ultramarino y sus negocios
derivados: los judíos y los árabes, aunque aquí también entran en juego cuestiones de
índole religiosa. La rudimentaria infraestructura de España sumado al mantenimiento
del latifundio –el cual no atrae mano de obra, sino que la expulsa- y el monocultivo,
eran condiciones que entorpecían mucho el desarrollo de una consciencia capitalista,
la cual no pasaba de ser “ortodoxa”, es decir, dependiente de un mercado mayor y
distante según Wallerstein. De esta forma, no existía un gran “mercado nacional” y la
periferia intentaba deslindarse de los obstáculos que imponía el centro. Deyon afirma
que el vínculo entre los individuos ya no es únicamente político o religioso, sino
también económico pero esto no ocurría en España debido al impedimento de los
nobles parásitos de abrirle paso a la burguesía.
El apartado que Perry Anderson dedica a España en su obra “El Estado
Absolutista” determina que fue el “Estado que menos favoreció a la burguesía” y esto
es una frase que no debe ser tomada a la ligera. No es para menos que lo último
expuesto en el párrafo anterior entre en consonancia con la geografía española de los
mercados, siempre bajo la premisa fragmentaria. La periferia, dirigida principalmente
por las autoridades de Barcelona y Cádiz en relación con los dominios imperiales
citados en el punteo, se erige como principal precursora del espíritu capitalista español
y abastece a los centros más cercanos y más alejados de la capital: Andalucía y
Valencia, quien mostraba un enorme crecimiento agrario y demográfico que la llevó a
ganarse el mote de “el jardín de España” por Lynch, distanciándose de los problemas
que sucedían en el este.
Proseguimos entonces con la Reforma Agraria que llevó a cabo el monarca
Carlos III como parte de su programa reformista, no sin antes como es habitual,
establecer antecedentes. Debe destacarse que es opción del lector tomar cada
sección de “antecedentes” o no, según sean los objetivos de su curso. Por ello es
importante aquí explicar las relaciones entre campo-ciudad, como plantea Eric
Hobsbawm. Según el famoso historiador británico, se vivía en un mundo “mucho más
pequeño y mucho más grande que el nuestro” hablando geográficamente, puesto que
las dificultades de comunicación volvían a este mundo mucho más grande que el
actual: allí todo giraba en torno a lo agrícola y la mayoría de la población se
concentraba en el campo, manteniendo vivas las tradiciones. De ahí la importancia de
ahondar en estas relaciones, sobre todo en función de la visión de Braudel, el cual
plantea los problemas de heredar la dependencia con la naturaleza, propia de la Edad
Media, que ya hemos aclarado en el pie de página correspondiente. Esto explicaría las
graves crisis que enfrentó España pasando la mitad del siglo XVIII y que impulsaron a
Carlos III, una vez en el trono, a cambiar radicalmente la estructura agraria. El marco
ideológico que impulsó al monarca y sus ministros a realizarla es de inusitada
trascendencia: la influencia de la Ilustración y de la población marginada, la presión de
los fisiócratas para el desarrollo de un esquema que racionalizara la producción y el
mercado español fueron factores claves. La mejora de la infraestructura mediante el
regadío y la construcción de caminos y canales otorgaron a España la posibilidad de
conexión y le dieron paso al desarrollo de una incipiente libertad de comercio. No
obstante, debemos preguntarnos si estos cambios y sus repercusiones afectaron el
orden social: esta es recurrente y la contestación puede ser muy negativa: los
historiadores españoles concluyen que fue un fracaso. La clave de la Reforma Agraria
era el acceso a la tierra; una redistribución de la misma supondría un enfrentamiento
directo con el sector privilegiado y ante esto, los reformadores y el Rey dieron marcha
atrás. De esta manera, la concentración nobiliaria parásita de la propiedad continuaba
y la masa popular seguía marginada, dejando todavía problemas sin resolver en
cuanto a su seguridad, su alimentación y su ascenso social. No obstante debemos
destacar la imposición de límites al clero.
Para finalizar el apartado, es nuestro deber explicar el impacto de la Reformas
Borbónicas en el Reino de Indias, ya que este continuaba siendo, aunque no en la
práctica de manera monopólica, la principal fuente de riqueza metálica de España. Se
sugiere que esta sección sea abordada como ejemplo de explicación del apartado
referido al Capitalismo Mercantil, pues demuestra los problemas de la aplicación del
programa económico mercantilista basado en el intervencionismo del Estado y el
Monopolio comercial, el cual al transcurrir el tiempo y a causa de la vastedad del
territorio, se convirtió más en un escollo que en un beneficio. El presente punto es un
ejemplo de la evolución de la mentalidad económica del país y de las dificultades de
aplicación, evidenciando la colocación tardía de este en un escenario mundial
dominado ya por el liberalismo económico: la reacción de los Borbones puede ser
enseñada a través del Reglamento de Libre Comercio de 1778, que en sí no era de tal
forma, sino que se gestó en pos de la eficacia para lograr la acumulación de la riqueza
metálica. En consecuencia, como asegura Kamen, España ya se había vuelto “La
América de Europa” y las potencias liberales sacaban más provecho de su Imperio
que la metrópoli misma.

La Unidad V y última se denomina “Una mirada social a la España del Siglo


XVIII”. Aquí pretendemos analizar los diferentes grupos sociales uno por uno de
manera minuciosa en función de la situación política y económica, otorgándole
también un aporte referido a sus mentalidades. Para concluir, como no podría ser de
otra manera, realizamos un apartado referido a la Religión en España: se pensó en
primera instancia elaborar una unidad singular que aludiera a este punto, a causa de la
profunda trascendencia que suscita este tema, pero por cuestiones de tiempo y como
aquí no se desea emular una Historia de España hasta determinado momento, se optó
por incluirlo en la sección social. Para sumergirse en el asunto religioso, se
recomienda sumergirse en la visión del hispanista Henry Kamen en su obra cumbre,
“Nacimiento y Desarrollo de la Tolerancia en la Europa Moderna”, así como también
sus aportes realizados en “La Inquisición Española”. El desarrollo de la mentalidad
religiosa en España dio lugar al primer organismo que funcionó de manera “unificada”
en todo el territorio, como fue la anteriormente citada en la obra de Kamen. Es
pertinente por tanto, analizarla desde la perspectiva de la tolerancia en función de los
nuevos modos de interpretación del cristianismo y la resistencia del modelo católico
contra una Reforma que provocaba grandes discusiones y estragos en el norte y
noreste; esto nos da la pauta del gran rechazo al esquema ilustrado que con lentitud
se introducía en las instituciones españolas y que terminarían por firmar su
desmantelamiento al hallar acceso sus representantes. Un buen ejemplo de esto es la
política regalista de Carlos III y el resurgimiento de ciertos derechos jurídicos que
limitaban el poder clerical, como el exequatur. De igual manera nos referimos a su
involucramiento en la sociedad; el centrar la atención en la fe social y su relación con
la incredulidad, al plantear el dilema de la fe y su contraposición con la razón. La
apropiación del conocimiento y la exaltación del conocimiento espiritual por encima del
intelectual fueron mecanismos claves para la institución eclesiástica y su aristocracia,
cuyos métodos incluso fueron aplicados en la propia América.
Luego de una breve mirada a la cuestión numérica, en donde Braudel y Lynch
concuerdan en un crecimiento demográfico basado en una tasa alta de mortalidad y
natalidad, aparte del impacto de las llamadas “fiebres tercianas” durante el reinado de
Carlos III, pasamos al análisis de los grupos sociales. Aquí empezamos, como se
puede esperar, con la Nobleza. ¿Por qué los valores y privilegios de este grupo
prevalecen hasta la actualidad? Oh sí, porque hoy en España los títulos nobiliarios
continúan siendo respetados e incluso protegidos por la figura del Monarca, hoy
inamovible de su trono. El estudio de la aristocracia a través de las diferentes etapas
de la Historia de España nos lleva de paseo desde la transformación de su justificación
nobiliaria, pasando por su proceso de parasitismo y su lucha de clases con la
población marginada hasta el elitismo promulgado por Carlos III, quien en su programa
de instrucción pública –sobre todo en los Colegios Mayores- no podía controlar la
desigualdad de acceso. Tanto los nobles como sus descendencias tuvieron gran
injerencia en el Gobierno Español desde sus inicios, producto de la gran importancia
que tuvieron en la Reconquista Española y los éxitos en la conquista del mundo: ellos
nunca pudieron soltar su justificación militar y su elevadísimo nivel de vida fue
interpretado como un agasajo y un premio.
Pasamos entonces a la burguesía que, como se ha dicho, fue muy resistida. No
por nada no existieron en España revoluciones burguesas durante los siglos que
escogimos. Tanto en el anterior apartado como en los pies de página se ha aclarado
las diversas causas que llevaron a este rechazo, que no les permitió llevar a cabo un
proceso de ennoblecimiento hasta que la Ilustración penetrara –no triunfara- en el siglo
XVIII. ¿Pero esto fue culpa sólo del cierre de acceso del sector privilegiado? Lo que si
podemos decir con toda franqueza es que el sector privilegiado selló las causas
sociales del rechazo. Sin embargo, como se ha dicho, la burguesía se constituía en un
“grupo amorfo”, como asegura Lynch, que constituía una informal “clase media”. Pero
ninguna manera cumplían el rol de pequeños propietarios o dueños de negocios;
simplemente no pertenecían a la elite terrateniente ni al campesinado marginado, por
lo que en realidad su mentalidad no se cernía solamente a la búsqueda de
posibilidades comerciales, sino también a conseguir una propiedad y un título. Pero
este proceso de ennoblecimiento terminó por dar sus frutos: se logra una movilidad
social en el siglo XVIII, producto del crecimiento de la burocracia y el grupo influyó en
la política económica, al no tener posibilidad de cambiar la estructura social. De esta
manera, la movilidad de la sociedad no hizo más que reforzar la aristocracia y hundir
aún más en la miseria a la masa popular.
Y es así que llegamos a ella. Mucho dijimos de este grupo de en esta
presentación y poco queda que agregar en cuanto a este curso. Para precisarlo,
debemos en un principio distinguir al campesino del trabajador urbano en este punto,
en donde el último claramente gozaba de mayores privilegios al estar inmerso en la
“protección” de las ciudades. No obstante, siendo siempre el artesano el motor de
subsistencia de España y al diversificar el mercado sellando su decadencia, las
revueltas estallaron, aunque fueron reprimidas duramente, aparte de la aparición de
instituciones que no hicieron más que fortalecer la mentalidad elitista española,
hundiendo de esta manera aún más a un campesinado, dando lugar al vago y al
delincuente. El campesinado, ni más ni menos, era estrictamente feudal en España.
Una manera de estudiarlo es analizar sus métodos de resistencia contra la autoridad:
aquí hallamos diferentes usos de violencia a través del simbolismo de los actos.
Trabajando con los mecanismos de la violencia, ponemos a escena un extenso debate
historiográfico; la cuestión de clases y los parámetros lejanos a una posible
consciencia de clase.
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