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La entrevista  

Fernando Baez: "Sin destruir libros no se gana la guerra"


 
Autoridad mundial en el campo de la historia de las bibliotecas e integrante de las
comisiones que investigaron el saqueo cultural en Irak, el autor de la reciente Historia
universal de la destrucción de libros dice que el ataque contra el patrimonio cultural enfrenta
a una sociedad con su orfandad más contundente

"Es un error frecuente atribuir las destrucciones de libros a hombres ignorantes,


inconscientes de su odio. Cuanto más culto es un pueblo o un hombre, más dispuesto está a eliminar
libros bajo la presión de mitos apocalípticos. Sobran los ejemplos de filósofos, eruditos y escritores
que reivindican la biblioclastia. Descartes pidió a sus lectores que quemaran los libros antiguos.
Nabokov quemó El Quijote en el Memorial Hall, ante más de 600 alumnos. En esa historia de
destrucción de libros un 60 por ciento desaparece por destrucción voluntaria".
El experto en bibliotecas y consultor de la Unesco, Fernando Báez -autor de la reflexión que
antecede-, ha escrito un libro fundamental para comprender este tema, la Historia universal de la
destrucción de los libros (Sudamericana-Mondadori), que acaba de salir en Buenos Aires. Báez
vendrá a la Argentina para la próxima Feria Internacional del Libro, que será inaugurada el 21 de
abril próximo.
En la cultura de la destrucción nada queda librado al azar, sostiene Báez. En ese escenario
se queman libros, se saquean piezas de arte, se arrasa el patrimonio cultural de una sociedad con
fines medulosamente planificados.
Báez subraya, durante un extenso diálogo con LA NACION, mantenida por correo
electrónico y por teléfono, que "para la sociedad civil supone un trauma terrible la destrucción de
sus bibliotecas. El primer efecto evidente es el miedo. El segundo, el pesimismo que introduce. La
destrucción de libros opera como un programa de intimidación y confusión".
El ensayista venezolano habló sobre el impacto que produce en una sociedad la devastación
de su patrimonio cultural. Y dio su punto de vista sobre el saqueo artístico y bibliotecario en Irak,
así como del estado de la cultura en América latina.

-¿Qué ocurre con la identidad de un país, como Irak, cuya memoria resulta destruida
deliberadamente en una guerra?
-La identidad del pueblo iraquí ha sido mutilada y resquebrajada de forma deliberada. Estoy
convencido de que el gobierno de Bush planificó esa catástrofe cultural para transculturizar la
nación entera. Bush insiste en que su objetivo fue llevar la libertad a Irak, pero yo he visto lo que
ocurrió en ese país. ¿Cómo puede hablarse de futuro, si el pasado ha sido arrasado? Basta decir que,
durante el saqueo del Museo Arqueológico de Bagdad, en 2003, se perdieron 15.000 objetos que
siguen desaparecidos. Se quemaron aproximadamente 1.000.000 de libros y 10.000.000 de
documentos en la Biblioteca Nacional. Como si fuera poco, sobrevino el pillaje de los
asentamientos arqueológicos, lo que se mantiene todavía. Más de 150.000 objetos se sustrajeron de
los asentamientos sólo en 2004. Lo peor es que en este robo participan soldados norteamericanos,
británicos e italianos. Y los polacos acaban de devastar las ruinas de Babilonia. Ha sido una
catástrofe terrible.

-¿Cómo cambia la vida de la sociedad civil en un país cuyas bibliotecas nacionales, que
albergan su memoria histórica, son destruidas, como ha ocurrido en Sarajevo y en Bagdad?
-Es un trauma terrible. El primer efecto evidente es el miedo; el segundo, el pesimismo que
introduce. La destrucción de libros opera como un programa de intimidación y confusión. Hay que
insistir en que el patrimonio cultural impulsa un sentimiento de afirmación y pertenencia, puede
afianzar o estimular la conciencia de identidad de los pueblos en su territorio, lo que permite
resguardar acciones culturales propicias a la integración. Y como el patrimonio es,
etimológicamente, "lo que recuerda al padre", el ataque contra el patrimonio enfrenta a una
sociedad con su orfandad más contundente.

-¿Qué lleva a los hombres a destruir libros y archivos?


-No creo que se trate de ignorancia, como suele pensarse. Mi tesis es que destruyen libros los que
reconocen la importancia de los libros. Los biblioclastas saben que, sin la destrucción de los libros y
documentos, la guerra está incompleta, porque no basta con la muerte física del adversario.
También hay que desmoralizarlo. Sin destruir los libros no se termina de ganar la guerra. Y una
táctica frecuente consiste en suprimir los principales elementos de identidad cultural, que suelen ser
los que más valor proporcionan para asumir la resistencia o la defensa.

-La historia universal, según su obra, está plagada de casos de destrucción de libros. ¿Es el
hombre un depredador de la memoria por alguna razón más profunda que la de destruir al
otro?
-Confieso que he pasado más de doce años investigando este asunto, y cada vez tengo más
preguntas que respuestas. Si hay algo que me llama la atención sobre este fenómeno, es que la
relación memoria-pasado-persistencia condujo a que se considerase que la destrucción de la
memoria era, sin lugar a dudas, un ritual complejo de regeneración, que se contiene en los mitos del
Fénix y en el de Eróstrato: aniquila quien quiere perdurar. Los asesinos de la memoria parecen tener
claro que, como lo advierte George Orwell, quien controla el pasado, controla las opciones futuras.

-Sin memoria, la cultura se vuelve superficial y ornamental. ¿Cuál es su lectura de lo que ha


pasado en América latina?
-La memoria es la columna vertebral de la cultura y de la supervivencia. En América latina, el
problema central es que el exceso de expolio, destrucción, censura y negligencia cultural ha traído,
desde los márgenes de lo racional, el privilegio del fracaso y del olvido como postura. Entre
nosotros, el fracaso pareciera determinar el éxito de los proyectos y el olvido es el que determina la
paz de nuestras naciones. Cualquier intento de revitalizar la memoria todavía produce la sensación
de ser un retorno al pasado. Y si hay algo que teme el latinoamericano es el pasado, porque es
demasiado doloroso. Hoy por hoy, la cultura de América latina supone dos mitos que la sostienen:
un mito periférico de memorias desechables, como alternativa de construcción social -sustentada
por los medios de comunicación que han legitimado la noción de presente continuo-, y un mito
híbrido, que intenta preservar la identidad a partir de un imaginario colectivo fundacional.

-En nuestro continente no se destruyen bibliotecas, pero se restringen los recursos. ¿No es ésta
una forma de asfixiar la memoria?
-Por supuesto. La negligencia es criminal. Fíjese el absurdo caso de México, donde el gobierno
intenta construir una megabiblioteca y las bibliotecas de provincia están abandonadas. Es un hecho
que debemos afrontar: cuando una nación no fomenta el desarrollo de sus bibliotecas, no sólo
contribuye a fortalecer su atraso y a debilitar su identidad, sino que impide el fortalecimiento de
valores de pertenencia.

-En países donde una amplia mayoría de niños no puede comprar libros para acceder al
conocimiento, ¿la destrucción de bibliotecas no alimenta un preocupante aumento de
ciudadanos no preparados para defender los valores republicanos?
-Esa es la piedra de Sísifo de nuestras democracias. En estos tiempos, la lectura no es un rasgo de
mera erudición, sino de ciudadanía activa. Es imposible el ejercicio de la democracia con
analfabetismo y desinformación. Sin el derecho a la información, que es un derecho humano, no
hay un verdadero proceso democrático. Una biblioteca pública tiene gran importancia, porque
puede fomentar la participación comunitaria en debates fundamentales para la transformación
política y económica de una nación. Por eso es que el actual descuido en que se encuentran las
bibliotecas públicas, las bibliotecas rurales y las bibliotecas populares resulta tan contradictorio y
perverso. La verdad es que se ha hecho muy poco desde la "Reunión sobre el Estado Actual y
Estrategias de Desarrollo de la Biblioteca Pública en América Latina y El Caribe", que se realizó en
1982.

-¿Y cuál es el mayor riesgo que el patrimonio cultural tiene en los países americanos?
-Uno de los grandes peligros está en el saqueo del patrimonio arqueológico en nuestra naciones.
Hay que tener mucho cuidado porque existe un gran tráfico ilícito en México, Ecuador, Perú, y cada
día ese tráfico aumenta. Por esa razón el Icomos (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios
Histórico-Artísticos) tiene este asunto como un alerta rojo. Además, si uno ve las bibliotecas
populares y el estado de negligencia, numerosos libros del siglo XIX corren peligro debido a la falta
de presupuesto para crear laboratorios y conservar esos textos. Es posible que, en América latina,
los libros del siglo XIX desaparezcan en el siglo XXI.

-De la larga historia de destrucción de libros que investigó, ¿qué le impactó más? ¿Por qué?
-A nivel simbólico, la destrucción de libros más impactante es la de la Biblioteca de Alejandría,
porque fue una metáfora del conocimiento. Allí estuvo, de alguna manera, resumido el pensamiento
platónico y aristotélico, todo el mundo griego, la filosofia, la ciencia, la literatura. Su destrucción
supuso más que la desaparición de una infraestructura. Fue un acontecimiento devastador de una
civilización. La segunda destrucción, que tiene más fuerza porque la presencié y está documentada
por la observación en el terreno, fue la destrucción cultural de Irak. Ambas son comparables. El
objetivo es la transculturización y se cumplió.

-¿Cuál es su opinión sobre el papel de la Unesco y la ONU en la protección del patrimonio


cultural mundial a la luz de lo ocurrido en Irak?
-Yo trabajo para el Centro Mundial de Estudios Arabes y tengo calificación de experto internacional
en bibliotecas. En estos momentos, cuando EE.UU. ha reingresado en la Unesco, no tengo muchas
posibilidades de permanecer. La Unesco ha tenido un papel fundamental en esa protección. Con el
tiempo, será el único soporte institucional para pensar, en el largo plazo, en la cultura iraquí, por
ejemplo. El problema esencial es precisamente el ingreso de Estados Unidos, después de abandonar
la Unesco en los años 80, durante la presidencia de Reagan. Ese reingreso no es gratuito. Bush
quiso evitar cualquier tipo de sanción habida cuenta de que la Unesco es la única institución
internacional que vela por el patrimonio cultural mundial. Y tiene en sus manos la posiblidad de
sancionar penalmente a cualquier persona involucrada en actos contra esa protección. Fue muy
inteligente, porque ha logrado insertarse en los procesos de estudios de la destrucción cultural de
Irak y se están manipulando numerosos hechos aberrantes que suceden en ese país.

-A raíz de la nueva amenaza de EE.UU. contra Siria, Irán y Corea, ¿existe algún tipo de
medida preventiva para evitar que esa riqueza cultural corra la suerte del patrimonio iraquí?
-Medidas de protección anticipada existen. Hay numerosas organizaciones internacionales que
advirtieron que Bagdad no debía ser tomada sin protegerse antes sus instalaciones culturales. Lo
hicieron la Asoociación de Arqueólogos de Estados Unidos, la Unesco y hasta Martin Sullivan, el
asesor cultural en la Casa Blanca que renunció después de los hechos ya conocidos. Por supuesto
que se pueden tomar medidas preventivas, pero soy muy pesimista. porque yo creo que Estados
Unidos tiene un objetivo central: ha atenazado a Irak y tiene a otros vecinos bajo control. En caso
de un nuevo ataque, dudo que se le preste al tema mayor atención. El objetivo del presidente Bush
es transculturizar todo el Medio Oriente.

Por Susana Reinoso


El perfil

Formación

Fernando Báez, oriundo de San Félix de Guayana, Venezuela, es licenciado en Educación con
doctorado en Bibliotecología y obtuvo el premio internacional de ensayo Vintila Horia por su obra
Historia de la antigua biblioteca de Alejandría.

Misión en Irak

Visitó Irak en el año 2003, tras la invasión de Estados Unidos, como miembro de las distintas
comisiones que investigaban la destrucción de las bibliotecas y museos en esa nación. Por sus
investigaciones fue declarado "persona non grata" por parte de la mision diplomatica de USA en
España.

http://www.lanacion.com.ar/edicionimpresa/suplementos/enfoques/nota.asp?
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