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Falta o deficiente asistencia de la salud

Se relevaron 284 casos de personas que padecían la falta o deficiente asistencia de su salud. En los
2 meses previos a la entrevista esas personas comunicaron 388 problemas de salud desatendidos,
en un rango de 1 hasta 9 por víctima. Del total de hechos comunicados las víctimas describieron
los más graves, correspondientes a dolencias agudas o lesiones en 143 casos, a problemas de
salud diagnosticados en 181 y a problemas de salud sin diagnóstico en 52. El 48,1% de los hechos
corresponde a problemas de salud diagnosticados, entre los que se destacan: ACV, cáncer,
apendicitis, piedras en la vesícula, TBC, asma, diabetes, hipertensión, celiaquía, hernias, VIH,
hepatitis, mal de Chagas. En un 36,5% de estos hechos (66) las víctimas no habían sido atendidas
por personal sanitario, es decir que sus padecimientos habían sido diagnosticados con
anterioridad a ser detenidas y su tratamiento se suspendió por el encarcelamiento. En el 62,4% de
los hechos (113) las personas con problemas de salud diagnosticados lograron ser vistas por
agentes de la salud en la cárcel, no obstante lo cual la asistencia era deficiente 49. Estas falencias
sanitarias, en casos generalmente graves de enfermedades diagnosticadas, no sólo afectan la
calidad de vida de las personas detenidas sino que constituyen un riesgo de muerte. Luego, un
38% de los hechos descriptos corresponde a dolencias agudas o lesiones sin asistencia o con
asistencia deficiente. Entre las dolencias, las víctimas describieron hemorroides, dolor de columna,
migraña, dolor de muelas, infección urinaria, dolor de oídos. Respecto de las lesiones se destacan:
impactos de

49 En 2 hechos no se dispone información acerca del acceso a la asistencia.

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balas de goma y de plomo, derrame en el ojo, cortes, quemaduras, fracturas. En estos hechos
aumenta la distancia entre las personas que accedieron y las que no a ser vistas por personal de la
salud, con un 74,8% de dolencias (107) que no había accedido a ningún tipo de atención y un
25,2% (36) con asistencia deficiente. Si bien este tipo de padecimientos se presenta de modo
circunstancial, se trata de situaciones agudas que comportan el sufrimiento de fuertes dolores y/o
malestares que afectan seriamente a las personas. Así, casos que ameritan la intervención
inmediata de profesionales de la salud son en su mayoría desatendidos o asistidos de manera
inadecuada. Por último, un 13,8% de los hechos corresponde a problemas de salud sin diagnóstico.
Algunos de los descriptos por las personas detenidas fueron: cosquilleo en los dedos de la mano,
pérdida de peso, puntadas en la parte baja de la espalda, hemoptisis, mareos, fiebre, erupciones
en la piel, pérdida de memoria y de equilibrio, pérdida de visión. En 33 de estos hechos las
personas no habían logrado ser asistidas por personal de sanidad mientras que en 19 sí habían
accedido, pero a una atención deficiente. Estas dolencias no se presentan como agudas pero son
persistentes y, al no contar con diagnóstico, pueden derivar en cuadros de gravedad. La falta o
deficiente asistencia de la salud no sólo es una práctica penitenciaria extendida sino que se
sostiene en el tiempo. En promedio, las personas entrevistadas sufrieron la desatención o la
atención deficiente de sus dolencias y enfermedades durante 11 meses. La distribución de los
hechos en relación al tiempo durante el cual las víctimas padecieron la falta o deficiente asistencia
de su salud es la siguiente:
Tabla 8. Hechos descriptos según tiempo con falta o deficiente asistencia de la salud.

En la mitad de los hechos la falta o deficiente atención se prolongaba por más de 3 meses, con
casos extremos de 6, 8 y hasta 11 años consecutivos. Estas condiciones multiplican los
padecimientos, aumentan las posibilidades de contagio y generan agravamientos y complicaciones
de los problemas de salud. En este contexto, el encarcelamiento produce y sostiene múltiples
padecimientos

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de manera simultánea, afectando integralmente la salud de las personas detenidas, por largos
períodos de tiempo y con efectos que ponen en riesgo sus funciones vitales. Considerando el total
de los hechos descriptos, el 55% no había sido (o era) asistido por agentes de la salud de las
cárceles; es decir que las personas ni siquiera habían logrado acceder a una consulta sanitaria. El
45% restante (168 hechos) implicaba deficiencias en la asistencia que dan cuenta de los tipos de
oferta que se producen en el sistema penitenciario.

Tabla 9. Hechos descriptos según tipos de deficiencia en la asistencia de la salud.


Como queda expresado en el cuadro precedente, para cada padecimiento se registraron en
promedio casi 3 falencias distintas combinadas y la que se presenta de manera más frecuente, en
6 de cada 10 hechos, es la deficiencia en la provisión de medicamentos. Al respecto se registra la
entrega de medicamentos de manera discontinuada, insuficiente y/o inapropiada. En segundo
lugar se encuentra que a las víctimas no les realizaban o les realizaban deficientemente estudios,
en un 43,5% de los hechos descriptos. Luego se presenta con menores frecuencias toda una serie
de deficiencias que se combinan: la falta de controles, seguimiento y tratamientos o
intervenciones, problemas respecto de la entrega de alimentación especial prescripta, la falta de
asistencia especializada que implica que los procesos se estanquen en un determinado nivel de
complejidad, las curaciones deficientes, la falta de revisión clínica y de información sobre
resultados de estudios y diagnósticos. Los relatos:

“En la DDI tuve un pico glucémico y me llevaron al hospital San Martín de La Plata. Estuve
internado 2 días y me diagnosticaron diabetes insulino-dependiente tipo 2, originada por
componentes nerviosos y genéticos. Mi mamá era diabética y falleció en el 2014. Desde que estoy
en Magdalena no me atendieron en sanidad, llevo 6 meses acá. Sólo salí una vez al hospital San
Martín y me hicieron un control que no fue el que supuestamente tenían que hacerme, por lo que
me dijeron cuando estuve internado. Me tenían que hacer análisis además de los controles
habituales. En la alcaidía me daban dieta especial y ahora me la cortaron. Tampoco me hacen los
controles de rutina y la insulina me la trae mi familia. Hoy tengo pérdida de visión y se me cayeron
algunas piezas dentales por la enfermedad mal atendida”.

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Malas condiciones materiales de detención Durante el 2018 se entrevistaron 375 víctimas que
estaban padeciendo o habían sufrido malas condiciones materiales de detención en los últimos 2
meses. El siguiente cuadro muestra la distribución de deficiencias en las condiciones materiales
que señaló el total de víctimas:

Tabla 10. Hechos descriptos de malas condiciones materiales según tipo de deficiencias padecidas.

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Las víctimas comunicaron un total de 4.153 deficiencias materiales, lo que implica un promedio de
11 por persona entrevistada. Las que se registraron con mayor frecuencia, para más de la mitad de
las víctimas y hasta en 8 de cada 10 hechos, son la falta de calefacción/refrigeración, de elementos
de higiene personal y para la celda, de vidrios en las ventanas, de agua caliente, el deficiente
estado de los sanitarios, los malos olores y la falta de acceso a duchas. Estas falencias, que
combinan la falta de inversión y de mantenimiento de las instalaciones en los lugares de
detención, la desidia penitenciaria y la desprovisión de elementos básicos, generan espacios
riesgosos para la integridad física de las personas detenidas por el padecimiento de fríos y calores
intensos, la suciedad e insalubridad de las celdas y la imposibilidad de una correcta higiene
personal. Todo esto impacta en la salud de las víctimas de manera integral y en su combinación
genera altos niveles de degradación. Atendiendo a la producción simultánea de condiciones
materiales deficientes, en el siguiente cuadro se muestra la distribución en tramos de la cantidad
de falencias padecidas por cada víctima:

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Falta o deficiente alimentación Durante el 2018 se registraron 333 víctimas que habían padecido
en los últimos 2 meses o estaban padeciendo falta o deficiente alimentación. De los casos
relevados con dato, el 48% (116) manifestó haber llegado a sufrir hambre. El hambre puede ser
persistente con una frecuencia diaria o circunstancial por períodos y/o en contextos
determinados. Así, 39 víctimas padecieron hambre por no ingerir alimentos y 75 por ingerirlos en
forma irregular y/o discontinua50. El promedio de tiempo en esta situación es de un mes y las
respuestas disponibles respecto de su duración se agrupan de la siguiente manera:

Tabla 13. Víctimas que pasaron hambre según tiempo de duración.

El 43,1% padeció hambre durante más de 10 días. Y del total un 11% sufrió esta situación por más
de 60 días y hasta por un año. Entre las circunstancias en que las víctimas señalaron haber
padecido hambre se destacan el aislamiento y los traslados (durante alojamientos transitorios y/o
en los vehículos), situaciones en que se ven impedidas de sostener lazos de solidaridad con sus
pares y/o de recibir alimentos por parte de sus visitas para paliar la desprovisión estatal. Además
de la falta de comida y bebida, se registran recurrentes deficiencias en la alimentación:
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Cada víctima tuvo que soportar en promedio 2 deficiencias presentes en la alimentación y un 13%
padeció la combinación de las cuatro deficiencias de manera simultánea. Casi 8 de cada 10
personas entrevistadas manifestó que la cantidad de comida y bebida era insuficiente y el 68,8%
que la calidad era mala, los alimentos no eran variados, presentaban mucha grasa, algunos no
eran frescos, el agua no era potable y no recibían frutas o verduras. Luego, alrededor de un tercio
de las víctimas describió que la comida se encontraba mal cocida, pastosa, pegajosa, cruda y en
mal estado, con hongos, podrida, con mal olor, con insectos. Todas estas deficiencias fuerzan a las
víctimas a generar estrategias para alimentarse, especialmente usando complementos que las
familias o personas detenidas en otros pabellones pueden aportarles y volviendo a cocinar aquello
reutilizable de lo que proveen las instituciones. Sin embargo, esto también está mediado por el
personal de custodia que gestiona las visitas, requisa las encomiendas, regula el contacto entre
personas detenidas, controla el uso de utensilios de cocina. También se presentan deficiencias o
restricciones en cuanto a la elaboración de los alimentos y las condiciones de higiene. Algunas
personas entrevistadas manifestaron la desconfianza que les producía ingerir los alimentos del
lugar de detención debido a las plagas de ratas y moscas, a la insalubridad de los espacios de
producción y las condiciones de traslado de la comida hasta los pabellones. En este contexto, 59
personas señalaron que directamente no ingerían la comida de la institución, generando
estrategias alternativas para alimentarse o soportando el hambre. Entre quienes sí consumían lo
que les entregaban en las cárceles o centros, 84 víctimas padecieron dolencias físicas producto de
la mala alimentación como gastritis, acidez, pérdida de peso, alergias y dermatitis, náuseas,
vómitos, diarrea y dolores estomacales. En otros casos la mala alimentación generó el
agravamiento de cuadros previos como hemorroides, TBC, diabetes, cáncer, problemas de vesícula
e hipertensión, porque las personas no recibían las dietas correspondientes para el tratamiento.

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En promedio las víctimas padecieron casi 4 agravamientos combinados durante los traslados. En
un 75,5% se destacó la gravosidad del tiempo en aislamiento durante el alojamiento transitorio
que alcanzó un promedio de 6 días, en un rango de hasta 3 meses en estas condiciones. Luego
encontramos las malas condiciones materiales de los espacios destinados al alojamiento en
tránsito y de los vehículos de traslado (hacinamiento, falta de aire, ataduras, calores o fríos
extremos, suciedad, falta de acceso a sanitarios). En los vehículos de traslado se registró un
promedio de permanencia de 17 horas, con casos extremos de hasta 7 días circulando en
camiones. La falta o deficiente alimentación durante el tránsito también fue señalada en casi 7 de
cada 10 hechos en los que las personas no recibían alimentos o bebida y en los casos en que los
recibían eran de mala calidad. También se registraron situaciones que ponen de manera directa en
riesgo la integridad física y hasta la vida de las personas detenidas, con la desatención de su salud
durante los traslados (en un 24,5% de los hechos) y agresiones físicas penitenciarias (en un 10,9%
de los hechos). En el primer caso las víctimas describieron agravamientos de cuadros de
hipertensión, diabetes, descomposturas, interrupción de tratamientos con fármacos, post-
operatorios desatendidos. (…)

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3.1 El sistema carcelario de atención de la salud Durante el año 2018 se realizaron 6.604
entrevistas a personas detenidas o sus familiares; en 1.615 (24%), referidas a 50 de las unidades
penales de la provincia, se denunció al menos un tipo de hecho vinculado a desatención de la
salud, sumando un total de 1.857 hechos. Como revelan estos datos, la desatención de la salud es
una práctica recurrente y extendida en todo el sistema penitenciario provincial.

Tabla 38. Cantidad de hechos vinculados a la desatención de la salud en cárceles dependientes del
SPB, 2018

En el marco de las inspecciones realizadas durante el 2018, se relevaron de manera detallada las
condiciones de 7 unidades sanitarias que funcionan en espacios carcelarios. Los resultados del
trabajo de campo, relacionados con los escasos datos oficiales a los que accedimos, se ordenaron
a partir de los siguientes ejes:

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- Modalidad de atención.

- Condiciones y atención en la internación.

- Recursos humanos, insumos y medicación, vinculación con hospitales extramuros.

- Enfermedades y administración de medicación psiquiátrica.

- Registros y protocolos.

Más allá de las particularidades de cada lugar inspeccionado, en todos se detectaron falencias
estructurales que indican la sistematicidad con la que se produce la desatención de la salud como
parte constitutiva de una política definida, por acción y omisión, por la Dirección Provincial de
Salud Penitenciaria (en adelante DPSP) dependiente del Ministerio de Justicia58, y avalada por el
Poder Judicial. Esta política se expresa en un tratamiento que niega la condición de tales a los
pacientes y, por lo tanto, el acceso al derecho a la salud. Esta forma de gestión integra el gobierno
penitenciario y, en ese sentido, de la administración de la violencia y la producción intencional de
sufrimiento. En líneas generales el acceso a la atención médica y a los lugares de atención está
dificultado o impedido por la mediación penitenciaria, la falta de políticas de atención primaria y la
falta de recorridas médicas por los pabellones. A su vez, la modalidad de atención de los
profesionales de la salud se caracteriza por la negación de la persona detenida como paciente: se
descree de su palabra y se menosprecia su padecimiento. Los espacios de atención tienen una
estructura edilicia deteriorada y, generalmente, hay déficit de limpieza y orden, y mucha
humedad. Los sectores destinados a internación se caracterizan por la ausencia de políticas de
cuidado y malas condiciones materiales, por lo que no cumplen con ningún parámetro para ser
definidos como espacios sanitarios59. La alimentación de las personas que permanecen internadas
no cumple con ningún criterio médico nutricional y muchas veces agrava los cuadros de salud de
las personas detenidas. La ausencia o escasez de recursos e insumos, las dificultades para
efectivizar los traslados y la deficiente vinculación con hospitales extramuros responden tanto a
cuestiones estructurales como a definiciones institucionales a nivel micro. Estas deficiencias
incluyen servicios esenciales en el cuidado de la salud, como es la alimentación o la provisión de
medicamentos. Como marco general, la política de desinformación oficial basada en la falta de
datos públicos y de información epidemiológica rigurosa –expresada en la carencia de registros de
atención sistematizados o de protocolos de actuación en las unidades sanitarias– constituye el
escenario en el que se produce y gestiona la política sanitaria en el encierro. Estas falencias son
gravísimas en tanto

58 La CPM ha solicitado reiteradamente el pase de la DPSP al ámbito del Ministerio de Salud provincial, a fin de
integrarse a las políticas sanitarias dirigidas a toda la población bonaerense. La persistencia de esta dirección por fuera
del amito definido legalmente para implementar las políticas de salud, implica una clara discriminación de las personas
detenidas.

59 Ver Resolución N° 2519/15 del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires.


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cercenan seriamente la posibilidad de recibir una adecuada atención sanitaria y son la expresión
de una política pública basada en los prejuicios y el desdén de quienes la gestionan hacia las
personas que se encuentran privadas de su libertad. A continuación, se presentan los principales
emergentes de lo relevado en los registros de las unidades sanitarias 1 (Olmos), 2 (Sierra Chica), 5
(Mercedes), 6 (Dolores), 13 (Junín), 18 (Gorina) y 30 (General Alvear).

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