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La estrategia misionera del apóstol Pablo

Introducción

Antes de conocer al Señor, Pablo había dedicado todas sus energías a la tarea de
perseguir a la Iglesia, pero cuando conoció la gracia de Dios, se produjo en él un
cambio tan radical que desde ese momento canalizó todas sus fuerzas en servir a
la causa de Cristo. En esta tarea se destacó sobre los otros apóstoles, llegando a
producir un volumen de trabajo asombroso.

(1 Co 15:10) "Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en


vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la
gracia de Dios conmigo."

Como él mismo reconoce, la clave de esta obra fue la gracia de Dios que obraba
en él. Así que, antes de que nadie pudiera acusarle de jactancia o de falta de
humildad, se apresuró a dar todo el crédito de su trabajo a Dios.

La vida y el servicio de Pablo constituyen un reto para todos nosotros. Debemos


dejar que el Señor nos hable por este pasaje y ponernos en sus manos para que
la gracia de Dios obre con el mismo poder en cada uno de nosotros.

Ahora bien, es cierto que Pablo trabajó mucho, pero lo hizo siguiendo cierta
estrategia que el Espíritu Santo le fue clarificando a lo largo de los años. Veamos
en qué consistía.

La visión misionera de Pablo

(Ro 15:17-24) "Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo que a Dios se


refiere. Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí
para la obediencia a los gentiles, con la palabra y con las obras, con potencia de
señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde
Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de
Cristo. Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya
hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamente ajeno, sino, como está
escrito: Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él, verán; y los que
nunca han oído de él, entenderán. Por esta causa me he visto impedido muchas
veces de ir a vosotros. Pero ahora, no teniendo más campo en estas regiones, y
deseando desde hace muchos años ir a vosotros, cuando vaya a España, iré a
vosotros; porque espero veros al pasar, y ser encaminado allá por vosotros, una
vez que haya gozado con vosotros."

En este pasaje Pablo les habla a los creyentes en Roma de su ministerio pasado,
presente y futuro. Realmente había sido un ministerio poderoso, pero una vez más
él reconoce que la gloria debe darse a Dios, quien estaba obrando por medio de él
para llevar a cabo esta labor. Por esta misma razón, consciente de su necesidad,
al terminar les pedirá humildemente sus oraciones a favor de él (Ro 15:30).
Nosotros vamos a detenernos a considerar algunas características sobresalientes
de la visión misionera que movía a Pablo y que podemos apreciar en estos
versículos:

1. Su objetivo: que los gentiles lleguen a obedecer a Dios

Al apóstol Pedro le había sido encomendado el evangelio de la circuncisión,


mientras que a Pablo el de la incircuncisión (Ga 2:7). De esta manera mientras
que Pedro y los otros apóstoles se concentraron mayormente en predicar a los
judíos en Jerusalén y otras zonas próximas, Pablo se dirigió al mundo gentil. Su
llamado y don como apóstol de los gentiles le llevó a desarrollar una amplia tarea
pionera desde Jerusalén hasta Ilírico. Sin duda muchos otros participaron en la
evangelización a los gentiles, pero ninguno con un plan estratégico global como el
que Pablo concibió y ejecutó con su especial energía. Tal energía era fruto de su
convicción de ser un agente clave en la historia de la salvación, un instrumento
escogido en manos del Señor para llevar a los gentiles a la obediencia a la fe.

Ahora bien, aunque era consciente de su llamamiento a servir al evangelio entre


los gentiles, esto no quería decir que no predicara también a los judíos. De hecho,
en el desarrollo de su misión siempre aplicó la misma norma: "al judío
primeramente, y también al griego" (Ro 1:16). Esto orden era debido a que si bien
todos ellos sólo podrían encontrar la justificación por la fe en Cristo, sin embargo,
los judíos tenían prioridad en función de los pactos que Dios había hecho con sus
padres.

Por lo tanto, cuando Pablo llegaba a una nueva ciudad, el primer lugar a donde se
dirigía era a la sinagoga judía, y dada su condición de rabino procedente de
Jerusalén, siempre encontraba las puertas abiertas. Allí predicaba a los judíos
primeramente, pero no sólo a ellos, sino también a un grupo de gentiles temerosos
del Dios de Israel que también asistía a las reuniones de la sinagoga.

Estos gentiles eran temerosos de Dios que estaban familiarizados con las
Escrituras del Antiguo Testamento, pero que no podían compartir los privilegios
del pueblo de Dios a no ser que se hicieran prosélitos del judaísmo. Pero el
evangelio que Pablo predicaba les aseguraba que la esperanza de Israel se había
cumplido en Jesús, y que mediante la fe en él podían recibir la gracia salvadora de
Dios en igualdad de condiciones con los creyentes judíos, y ser miembros de la
iglesia, la nueva comunidad mesiánica del pueblo de Dios, sin distinción alguna
con los creyentes judíos. Muchos de los gentiles temerosos de Dios abrazaban el
evangelio, lo que inmediatamente ocasionaba el rechazo de los judíos y la ruptura
de la sinagoga con Pablo. Esta situación se repitió constantemente en casi todos
los lugares a los que el apóstol llegó predicando, creándole muchas situaciones
conflictivas, pero al mismo tiempo, también es cierto que rápidamente se formaban
grupos de creyentes entre los que había numerosos gentiles. Estos eran una
cabeza de puente preparada providencialmente por Dios para acceder a un círculo
más amplio de gentiles en cada ciudad.
Claro está, los judíos vieron en Pablo a un peligroso hereje que dividía sus
sinagogas allí a donde llegaba, por lo que le declararon la guerra. Este tipo de
situaciones explica el porqué Dios en su sabiduría dividió el campo de misión entre
judíos y gentiles.

2. Su propósito: predicar el evangelio donde Cristo no sea conocido

Pablo afirma que se esforzó en predicar el evangelio donde Cristo no hubiese sido
nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno. Él sentía la urgencia de
avanzar hacia donde no habían llegado las buenas nuevas del evangelio.

3. Su estrategia: evangelizar ciudades populosas e influyentes

Ya hemos dicho que no quería edificar sobre fundamentos que habían puesto
otros, sino que constantemente se apresuraba a ir a suelo virgen, fundando
iglesias que posteriormente otros habían de edificar y extender a otras zonas. Esto
también formaba parte de su estrategia misionera; dejar el cuidado pastoral de las
iglesias a otros, especialmente a los ancianos locales. Explicó esta división de
tareas por medio de dos metáforas, una de la agricultura y otra de la arquitectura.

(1 Co 3:6,10) "Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios...


Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse
el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica."

Así pues, el apóstol fue desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico,
llenándolo todo del evangelio de Cristo. Por supuesto esto no significa que Pablo
había "saturado" toda la región con el evangelio. Su estrategia consistía en
evangelizar ciudades populosas e influyentes, y fundar iglesias allí, y luego dejar a
otros la tarea de irradiar el evangelio hacia las poblaciones vecinas. De modo que
debemos entender su declaración de haber completado la predicación del
evangelio como una afirmación de haber llevado a cabo esa predicación pionera y
precursora que consideraba como la misión apostólica especial que le
correspondía cumplir a él.

Cuando las iglesias habían recibido la enseñanza suficiente para entender su


posición y responsabilidad cristiana, el apóstol se trasladaba a otro lugar para
continuar la misma clase de trabajo. De esta manera Pablo recorrió las principales
vías romanas de comunicación estableciendo iglesias en centros estratégicos. A
partir de tales centros, el mensaje sería esparcido; de este modo, Tesalónica sirvió
de base para la posterior evangelización de Macedonia; Corinto para la de Acaya,
y Éfeso para la de Asia. Y de la misma forma proyectaba llegar a España, aunque
no sabemos si realmente lo consiguió, ni tampoco cuál habría sido la ciudad
elegida como su centro de operaciones en esta parte al oeste del Mediterráneo.

Pablo creía que si encendía la lámpara del evangelio en las ciudades importantes
del mundo antiguo, la luz se extendería de forma natural hacia las zonas
colindantes. Y de hecho, su estrategia dio buenos resultados. Por ejemplo,
durante los años que duró su ministerio en Éfeso el evangelio se extendió a "todos
los que vivían en Asia, tanto judíos como griegos" (Hch 19:10). Seguramente
Pablo mismo tomó parte en esta labor de extensión, pero sin duda fue ayudado
por varios colaboradores que llegaron a establecer iglesias en algunas áreas a las
que el apóstol no llegó personalmente. Así fue el caso de las iglesias de Colosas,
Laodicea e Hierápolis, que parecen haber sido fundadas por Epafras, un
colaborador local de Pablo (Col 1:7-8) (Col 4:12-13).

4. Su estrategia: ser encomendado por las iglesias fundadas hacia nuevas zonas

Cuando escribe a los creyentes en Roma les dice que deseaba verles al pasar por
allí en su camino hacia España y que esperaba ser encaminado allá por ellos
después de haber gozado de un tiempo de comunión con ellos. Por lo tanto, Pablo
consideraba su visita a Roma como una escala conveniente en el camino a
España, pero al mismo tiempo esperaba que ellos le ayudaran a continuar el viaje.
La palabra que utiliza ("encaminado") llegó a ser un término técnico entre los
cristianos para colaborar con los misioneros en el logro de sus objetivos (Tit
3:13) (3 Jn 1:6-8). Es indudable que incluía más que desearles un buen viaje y
ofrecer una oración de despedida. Comprendía el aporte de provisiones y dinero, y
a veces incluso la provisión de alguien que lo acompañase por lo menos parte del
camino. Es posible que Pablo haya alentado la esperanza de establecer una
relación continua con los cristianos de Roma, a fin de que siguieran apoyándolo,
como habían hecho otras iglesias anteriormente (Fil 4:14-16).

Así se extendía el evangelio en aquellos días, y no sólo en aquellos sino también


ahora hay creyentes e iglesias que por medio de sus oraciones y ofrendas envían
y sostienen misioneros en otros campos vírgenes.

La actitud misionera de Pablo

Pablo combinaba una extraordinaria visión misionera con una actitud que le
permitía acercarse a las personas. Él mismo da a conocer los métodos que usaba
para ganar a los hombres para Cristo.

1. Identificación en la forma de vida

(1 Co 9:19-23) "Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos


para ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a
los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como
sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley,
como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de
Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a los débiles, para
ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve
a algunos. Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él."
Primeramente notamos su capacidad para identificarse con toda clase de
personas sin sacrificar su lealtad hacia el Señor ni ceder respecto a ningún
principio fundamental.

Notemos que Pablo comienza declarando la firme independencia y libertad que


tenía en Cristo, pero aun así, se esclavizó voluntariamente a todos para poder
ganar a tantos como fuera posible. ¡Qué expresión de amor hacia sus semejantes
por amor a Cristo!

Cuando estaba con los judíos, se hacía judío. Por ejemplo, la circuncisión de
Timoteo ilustra esta disposición (Hch 16:3). Cuando Pablo llegó a Listra en el
transcurso de su segundo viaje misionero, quiso que el joven Timoteo le
acompañara como ayudante. Su madre era una mujer judía, aunque su padre era
griego, así que el apóstol le hizo circuncidar para no molestar a los judíos. Alguien
podría ver en la actitud de Pablo un comportamiento contradictorio, ya que unos
meses antes había tenido una fuerte discusión con algunos judíos que querían
obligar a los cristianos de origen gentil a circuncidarse si querían ser salvos (Hch
15:1). ¿Por qué entonces circuncidó a Timoteo? La razón de su circuncisión no
tenía nada que ver con su salvación, que había sido el tema de debate con los
judíos, sino que lo hizo para identificarse con los judíos y así poder llegar hasta
ellos con el evangelio. No olvidemos que Timoteo habría de acompañar en
muchas ocasiones al apóstol en sus visitas a las sinagogas, y el hecho de que
fuera circuncidado le abriría muchas puertas. Por otro lado no comprometía ningún
principio, puesto que su madre era judía.

Pablo amaba a los judíos y se identificó todo cuanto pudo con ellos. Nunca llegó a
cortar los lazos con el judaísmo. Cuando predicaba en las sinagogas los llama
"hermanos", "hijos de Abraham" y se identificaba con sus costumbres. Cuando
estaba en Jerusalén iba al templo e incluso llegó a presentar ofrendas allí (Hch
21:26).

Pero por otro lado, cuando estaba con los gentiles se adaptaba a ellos sin
observar las costumbres judías. Y seguramente es aquí donde Pablo tuvo que
hacer el mayor esfuerzo por adaptarse. Aquel que había sido hebreo de hebreos y
fariseo estricto había sufrido una revolución espiritual y era un hombre
completamente libre que podía identificarse por amor con las personas más
diversas.

Un ejemplo más moderno de este principio lo podemos encontrar en Hudson


Taylor, un misionero inglés que trabajo en China (1832-1905). Después de un
tiempo trabajando allí observó que su aspecto occidental, cómico y carente de
dignidad para los chinos, detraía continuamente a la audiencia. Esto le llevó a
tomar una decisión radical, que habría de hacerle acepto a los chinos, pero casi
abominable a los ingleses: se vistió a la usanza china, con la cabeza rasurada por
el frente y con el cabello de la parte posterior recogido en una larga trenza. Desde
ese día, pudo realizar la obra con mayor eficacia.
2. Identificación en la comunicación del mensaje

La predicación era el principal medio de comunicación del mensaje que Pablo


utilizaba, y siempre se expresaba adaptándose a su auditorio, tanto en el lenguaje
que usaba como en los conceptos que expresaba. No confundía a la gente con
cuestiones secundarias, sino que predicaba con claridad y pertinencia. Esto lo
podía hacer porque se esforzaba en entender la mente de su auditorio y les
hablaba de tal manera que le pudieran comprender. Él no era un predicador
"monolítico" que nunca variaba su sermón, frío como un ordenador, sino que
estaba lleno de compasión y amor en su corazón y en cada momento buscaba la
forma de hacerse entender por las personas que tenía delante.

Por ejemplo, con Elimas, el mago que impedía al procónsul Sergio Paulo escuchar
la Palabra en Chipre, Pablo le habló directo y fuerte: "¡Oh, lleno de todo engaño y
de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia!" (Hch 13:10). Cuando
predicaba en las sinagogas judías hablaba como un rabino, usando las Escrituras
con absoluta soltura y profundidad. Ante un grupo de filósofos en Atenas, les
presentó el evangelio respondiendo a sus necesidades intelectuales y citando a
poetas griegos que ellos conocían perfectamente. Pero también podía adaptarse y
predicar ante un grupo de paganos ignorantes como los que encontró en su primer
viaje a Listra (Hch 14:14-17).

Este documento ha sido tomado directamente del siguiente sitio electrónico:

https://www.escuelabiblica.com/estudios-biblicos-1.php?id=115

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