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David Anthony Brading. “Prologue” y “Chap. 1.

A New World”, The First America.


The Spanish Monarchy, Creole Patriots, and the Liberal State 1492-1867.
Cambridge: Cambridge University Press, 1991, pp.1-24.

David Brading. Fuente

Éste es quizás el libro más conocido de David Brading en México. Es una obra enorme, de más de
700 páginas. Organizado en tres partes (“Conquest and Empire”, “Strangers in Their Own Land” et
“Reconquest and Revolution”) y 29 capítulos, Brading cubre prácticamente toda la historiografía de
México y Perú desde la conquista hasta el siglo XIX. Brading había publicado ya, en 1973, un libro
titulado The Origins of Mexican Nationalism, que fue muy bien recibido. Aunque el mismo Brading
afirma que su idea remonta a 1971, The First America no fue publicado sino 20 años después, y tres
años después fue publicada la traducción al español bajo el título Orbe Indiano. De la monarquía
católica a la República criolla, 1492-1867.
Para empezar, la conquista de América no fue narrada sólamente por sus actores militares. En los
ejércitos españoles venían cronistas que dejaron relatos sobre las hazañas de los conquistadores.
Algunos de ellos se convirtieron en clásicos de la literatura española. No sólo se compusieron obras
celebratorias de las hazañas de los conquistadores, también hubo infinidad de críticos, quizás el más
importante Bartolomé de Las Casas. Pero hay que tener cuidado con sacar de contexto los discursos
de unos y otros pues, como lo recuerda Brading, tanto el Renacimiento como el fanatismo religioso
inspiraban a unos y otros.
A lo largo del relato, Brading no sólo va repasando la historiografía más importante, sino que va
analizando las condiciones que dieron lugar al nacionalismo criollo, el verdadero tema de su
estudio. Desde esta perspectiva, la historiografía americana – y sobre América – toma otra
dimensión. Desde los primeros relatos cortesianos hasta el siglo XVII, cuando aparecen las
primeras revindicaciones criollas, el tema se va construyendo lentamente y con lujo de detalles.
Cristóbal Colón según Alejo Fernández en su
cuadro La Virgen de los navegantes, Sevilla, Real Alcázar, 1531-1536, Fuente
En el primer capítulo, Brading hace un resumen de la importancia de la personalidad de Colón en el
descubrimiento de América. Aunque Colón insistió hasta su muerte que había llegado a Asia,
Brading subraya que fue su convicción de ser un elegido para llevar a cabo el plan divino de
recuperar los lugares santos y de convertir a toda la humanidad al cristianismo (p. 13). En su hazaña
coinciden por un lado, el redescubrimiento de la geografía clásica y el desarrollo de nuevos cálculos
y técnicas, y por el otro, una euforia cristiana tras la reconquista de Granada.
Ciertamente, resulta significativo que la corte portuguesa haya rechazado el plan de Colón, pues
muy probablemente habían percibido en él un fanático. Isabel la Católica también lo había
rechazado la primera vez que se había entrevitado con ella, pero gracias a la intervención de
Fernando y muy probablemente a los nexos de Colón con los franciscanos Juan Pérez y Juan
Marchena, próximos a la corte de Isabel, volvió a recibirlo. Brading señala que si Colón hubiera
tenido el comercio como único incentivo, seguramente no habría soportado tantos años de rechazo
(p. 13).
Para entender mejor el descubrimiento de América, Brading hace la diferencia entre los
descubridores y los conquistadores, pertenecientes a una tradición medieval, y los cronistas,
pertenecientes a una tradición renacentista. Para los primeros, su actividad consistía en llevar a cabo
el plan divino; los segundos se referían a los modelos de la literatura clásica.
De la misma manera, debe tenerse en cuenta que las referencias culturales de España al momento
del descubrimiento no eran las ciudades italianas del Renacimiento, sino Flandes y Borgoña. Por
ello no duda en comparar la historia de España de este período más con El otoño de la Edad
Media de Huizinga, que con la obra de Burckhardt La civilización del Renacimiento en Italia.
Eso ayuda a entender el gran impulso que significó la religión, en una especie de milenarismo
hecho realidad en el reinado de Carlos V: sus victorias frente a los musulmanes del norte de África,
los protestantes alemanes y finalmente, los turcos en Viena, confirmaron la creencia de que se
trataba el comienzo de una monarquía universal “como no se había visto desde tiempos de
Carlomagno”.
Las últimas líneas del capítulo lo explican muy bien: “In sum, the combination of technical
expertise and mystical conviction, with both forces harnessed to serve commercial expansion and
political power, was a characteristic which united Columbus with several of the greatest figures in
Western science and technology. There was nothing accidental or fortuitous in the invention of the
New World” (p. 24).

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