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INSTRUIR, EDUCAR Y FORMAR

Enseñar a una persona sería compartir conocimientos o transmitir información, mientras que instruir seria formarlo con
interés y constancia. De manera que, se educa para comportarse con entendimiento; se enseña para entender,
aprendiendo; y se instruye, para aplicarse con comprensión.

La educación, prepara al niño para desarrollar su vida sobre bases buenas; la enseñanza lo inmune de los medios que
necesita para desarrollar las buenas bases; y la instrucción le facilita la aplicación de estos medios sobre las verdaderas
bases para elaborar y construir, llenando su vida con trabajo sano, fruto puro y dicha de vivir.

INSTRUIR:

Arrojar, comunicar, construir, enseñar, informar, mostrar sistemáticamente conocimientos y experiencias a un grupo de
personas, para que éstas adquieran habilidades, ideas y experiencias propias, en el empoderamiento, realización y
aprehensión de un proceso para apoderarse de un determinado conocimiento. Instruirse, por consiguiente, “es
apoderarse de unos conocimientos científicos, técnicos y prácticos, observando y experimentando en cada uno de los
objetos y de los acontecimientos que se nos presentan en la vida, con el deseo de agarrar, aprehender o dominar una
técnica con eficiencia y eficacia”. El ejemplo es fundamental: los niños observan, practican y aprenden de la diaria
actividad de los adultos.

La instrucción es temporal, se va adquiriendo en determinada edad y empieza a disminuir a medida que pasan los años
de existencia humana, pues de ancianos casi no recordamos lo que aprendimos en la juventud, esto conlleva el ejercicio
constante de lo físico y de lo biológico en la capacitación de los sentidos físicos por medio de la actividad de la “razón”
en la adquisición de conocimientos científicos, técnicos y prácticos necesarios para que cada persona se capacite y se
tecnifique con destreza, en la labor física que más le gusta, lo motiva, lo mueve, lo pone en dinámica, para “servir” y
estar ocupado en la vida social, dedicándose completamente al trabajo que más le gusta, le agrada y le place.

«Instruir, es informarse sobre los procesos de adquirir, agarrar y dominar prácticamente unos conocimientos,
tecnologías y experiencias que se han establecido en la historia laboral humana, fundamentándose en la razón y la
lógica, que es el oficio del hemisferio izquierdo del cerebro humano». En otras palabras, es tras vaciar o trasvasijar en el
cerebro del estudiante, una serie de conocimientos, ciencias, tecnologías y experiencias, que han sido acumulados por el
constante ejercicio de la actividad humana, recopilándolos y practicándolos en la memoria del cerebro de la persona,
hasta dominarlos y hacernos dueños de tal actividad.

La instrucción se realiza, en la vida práctica, por medio de los padres de familia, los profesores, el aula escolar, la escuela
militar, la universidad, los libros, la internet, influyendo sobremanera y presionando la mente de los estudiantes, con el
fin de capacitarse para la acción y el trabajo.

«El conocimiento es un valor virtual, espiritual, trascendental, que toda persona adquiere por sentirse ignorante y vacío
intelectual, espiritual, emocional y psicológicamente, y lo busca y le gusta, porque lo personifica, lo llena, lo realiza, le
satisface». Tal conocimiento no se adquiere por competición o imposición externa, sino por convicción, colaboración,
servicio y generosa entrega de auto superación personal.
La sabiduría es una cualidad atribuida a quien posee una gran cantidad de conocimientos y se distingue por usarlos con
prudencia y sensatez. La sabiduría se desarrolla con el tiempo, a partir de las experiencias propias y ajenas, y de la
observación y la reflexión sobre la vida. De allí que dos fuentes fundamentales para cultivar la sabiduría sean la memoria
y la experiencia.

La sabiduría dota al individuo de un mayor entendimiento y profundidad en el conocimiento sobre las circunstancias que
determinan la existencia. Además, proporciona al individuo herramientas para el acertado discernimiento entre aquello
que es bueno y lo que no.

En este sentido, la sabiduría es característica de aquellos que observan una conducta prudente y sensata en su vida: en
los negocios, el trabajo, la familia, las decisiones. Por otro lado, en disciplinas de conocimiento, como las ciencias, las
leyes o las artes, la sabiduría se atribuye a aquellos que se han instruido suficientemente en ellas y su conocimiento en
estos campos es amplio y profundo

Según las escrituras, nuestro Padre celestial es la fuente primordial de toda sabiduría, pues sus enseñanzas son la fuente
de la sabiduría, y ella nos enseña a obedecer sus mandamientos eternos (Eclesiástico, I: 5). Además, él es omnisciente:
todo lo sabe, todo lo conoce, y solo en Él están todos los secretos de la sabiduría.

La “instrucción” es diferente de la “educación”, así como son diferentes los significados de aprensión y aprehensión; de
actitud y de aptitud; pues generalmente la sociedad los identifica como una misma cosa, con un mismo significado. Los
gobernantes de las naciones insisten mucho en la educación de la juventud, para que se cumpla con un plan de estudios
escolar, o un total de materias, asignaturas y tiempo determinado en el cual se deben enseñar o aprender; pues lo que
realmente están haciendo, es una “Instrucción mental” al estudiante, a quien se le considera una botella vacía, la cual es
necesario llenarla con la mayor cantidad de conocimientos, ciencias y tecnologías, a veces inútiles, atrofiando la mente
del estudiante con una gran cantidad de calificaciones numérica, como si el conocimiento se pudiese medir por
números; las cuales calificaciones son, en la mayoría, una venganza de los profesores, olvidándose totalmente de la
dignidad e integridad de la personalidad de cada ser humano. Consideran al joven como un neumático vacío el cual es
necesario llenarlo de conocimientos que sean productivos, competitivos, que produzcan dinero, para que llenen el arca
bancaria de los desaforados y obsesionados ricos o para que los estudiantes se auto obsesionen desmedidamente,
haciéndose valer como cosas, no como personas.

Pues has de procurarte y proponerte la receta de ser sabio: «el sabio no compite, no se apresura, no habla demasiado ni
es enredado al decir las cosas, no anula el sentimiento, no se subyuga ante los aplausos, no se incomoda por la crítica,
no es indiferente a la vida y no se las sabe todas» Porque lo más valioso de la persona es el “ser” y no el “tener”, pues
cuando nos valoramos por el “ser” no competimos, no nos comparamos; pero cuando nos valoramos por el “tener”,
estamos compitiendo obsesivamente, porque nos estamos comparando con el otro para ver cuál es el que más tiene,
entonces nos lanzamos obsesivamente a competir para tener más; así que, cuando nos enamoramos del “tener”,
promovemos una actitud mercantilista en todas sus áreas. «Cuando estamos en el modo del <SER>, no competimos, no
necesitamos mostrar ningún récord, ni pavonearnos con nadie; entonces, hay alegría esencial, hay una forma de
satisfacción que se basta a sí misma: somos auténticos. Aceptarse incondicionalmente y poder decir <soy como soy> nos
ubica en el mismo centro de nuestro ser, hacemos contacto con la singularidad que nos determina, sin exaltar el ego»

Es muy peligroso en una persona el sólo dedicarse a la instrucción o adquisición solamente de conocimientos, ciencias,
tecnología o prácticas como instrumentos de trabajo; pues la instrucción, cuando la persona carece de una excelente
educación de sus propios sentimientos y emociones, tal instrucción la puede convertir en un barril de pólvora o en una
bomba de tiempo, apta para explotar o estallar en un momento dado de crisis emocional. Es muy peligroso un
estudiante sin formación y sin educación total integral, sin afecto y sin sentimientos, el hecho de llenarse y apoderarse
de una infinitud de conocimientos, porque se puede convertir en una bomba de tiempo apta para ser empleada por
personas resentidas para causar las más grandes catástrofes dentro de la humanidad. Al ser humano, no se le ha de
llenar de conocimientos como si fuese un neumático, un cajón vacío o una botella vacía, es un peligro para la sociedad;
necesita de la formación total de “educación e instrucción” como ser humano total, integral y holístico.

Cada persona se auto educa a sí misma, auto identificándose consigo misma, autoconstruyéndose estructural e
internamente con el ejemplo paradigmático de personajes célebres, en un proceso constante multidireccional y
multifuncional de actividad espiritual, física, psíquica, psicofísica y neuroemocional; que se ejerce uno mismo en su
interior, en su propio ser y existir, enriqueciéndose con la mayor cantidad y variedad de valores humanos. La mayor
riqueza que una persona puede tener, es ser dueña de sí misma, ser dueña de sus propios sentimientos y emociones, de
toda su totalidad, de toda su integridad, de la mayor cantidad de valores humanos posibles, que en su existencia pueda
adquirir.

Nadie educa a otro, esta es una labor muy personal, muy exclusiva que tiene cada ser humano y la cual no puede ser
delegada. El principal gerente y administrador de la educación es uno mismo, creándose su propio proyecto de
personalidad auténtica, fortalecida en ricos y variados valores humanos; yo soy el más excelente exigente gerente de mí
mismo, forjador y fraguador de mi propia, una, única y autónoma personalidad

La educación no es una asignatura para desarrollar en el aula de clase, sino un proyecto de vida humana que se ha de
realizar en la integración de su propia personalidad y ésta, dentro de la sociedad. La educación tiene lugar en la sociedad
de la familia, el preescolar y la sociedad en general, las cuales educan o deseducan al joven con el ejemplo, pues son
ellos unos ayudantes constantes en la ingeniería de construir la personalidad individual de cada joven, de cada individuo.

La educación que no sea liberadora de la ignorancia, de las ataduras del miedo a equivocarse en lo que se ignora, de la
timidez para relacionarse con los demás, del odio a sí mismo o a los demás, del miedo a la convivencia humana, no es
una verdadera y auténtica educación. Para que la auténtica educación sea verdaderamente “liberadora”, se precisa,
primero y sobre todo, de una motivación afectiva de autoestima y de gusto por buscar persistentemente el
conocimiento y la riqueza espiritual en el dominio constante de sus sentimientos y de sus emociones.

Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el
conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y
grandísimas promesas, para que por ellas llegasen a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la
corrupción que hay en el mundo a causa de los deseos carnales; ustedes también, poniendo toda diligencia por esto
mismo, añadid a su fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a
la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en ustedes, y
abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Padre celestial Jesús el Ungido. 2
Pedro 3-8

FORMAR Armar, congregar, construir, crear, dar forma, desarrollar, hacer, integrar, juntar, modelar, moldear, ordenar y
reunir. “Es integrar ordenada y constructivamente la instrucción y la educación, en un sola forma, en una sola estructura
humana, en una sola personalidad, que son como las dos piernas para caminar, o son como las dos alas para volar, o las
dos columnas necesarias en el sostenimiento en alto, de la construcción y moldeamiento adecuado de la personalidad”.
Por consiguiente, el premio, el galardón, la recompensa que recibe la persona humana que adquiere los
“conocimientos”, la riqueza y la sensibilidad en la exploración de los “sentimientos” y de sus “emociones” , no puede ser
recompensado por valor externo alguno, material, temporal, pasajero (como las notas o calificaciones, o como un
boletín, una medalla, un diploma, un trofeo, dinero o un viaje), porque no hay equidad o igualdad valorativa de lo
psíquico-espiritual con lo material, de lo intelectual con lo objetivo, lo cual causa o produce, en el interior del estudiante,
desequilibrio emocional, descompensación y trastocación de valores, recurriendo a placebos artificiales para sentirse
realizado.

El premio verdadero al valor virtual, trascendental del conocimiento (instrucción) y del sentimiento (educación), debe
ser interno, psíquico, emocional, espiritual; que produzca gozo, satisfacción y felicidad por su liberación de la ignorancia,
por su superación constante en la adquisición de autoestima y excelentes valores humanos. De esta manera, la persona
humana integral, crece y se fortalece en su personalidad autónoma, en su sabiduría, en el afecto, en la autoestima, en el
amor, en la fe personal y social, en la individualidad, en la autonomía, en la alegría, en la felicidad, en el servicio
generoso, en la aceptación de sí mismo y en la aceptación de los demás sin resentimiento alguno, en el conocimiento y
dominio de una ciencia o de una tecnología o de diversos conocimientos, pues estos son valores internos, espirituales,
mentales y trascendentales en la historia humana y son, los únicos valores inmortales que la persona se lleva después de
su muerte.

Por ejemplo en nuestro medio colombiano, hemos de tener en cuenta, que actualmente nos encontramos en una
profunda, despampanante y denigrante crisis educativa, que personalmente considero, se debe a dos “carencias”
fundamentales que son: carencia alimenticia, carencia de autoridad y sobre todo el sistema educativo como esta
estructurado desde el gobierno invisible que opera desde las tinieblas

La “carencia alimenticia” es el resultado de la miseria, la pobreza y el hambre en la cual han nacido la mayoría de los
niños en nuestra sociedad contemporánea. Niños que nacieron y crecieron con un hambre física aterradora; en un
terrible ambiente de guerrilla, de inseguridad, de desplazamiento de las familias del campo a la ciudad, de abandono
estatal, las cuales han llegado a un extremo tal, que muchos niños han muerto de física hambre; y los pocos que
sobreviven, su organismo se les comió hasta la propia masa encefálica. Un niño con hambre física nunca puede estudiar
o entregarse de lleno a las letras, y a la búsqueda del conocimiento; ya que el esfuerzo para estudiar consume
demasiadas energías, pues para estudiar hay que estar bien física y psíquicamente, ya que en el trabajo intelectual
interviene todo el organismo, total e integral, de ahí que la buena salud sea indispensable para el máximo rendimiento
intelectual

La “carencia de autoridad”; hoy en día, los niños no nacen, ni crecen en sociedad familiar. Los padres de familia, en
medio de su pobreza y miseria, se dedican, cada uno, a conseguir trabajo cada cual, a su modo, cuyo medio los obliga a
dejar sus hijos abandonados o en manos de personas inexpertas y asalariadas que no tienen interés en tales niños; o en
manos de los veteranos abuelos que no están adaptados al medio moderno y convulsivo en el cual vive la juventud
moderna.

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