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I.

 Condena de futuro: concepto y naturaleza

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Decía Goldschmidt (Derecho Procesal Civil) que solamente el derecho ya vencido es
susceptible de protección jurídica, aunque excepcionalmente se admitan las pretensiones de
condena de una prestación futura en los supuestos de temor de que el obligado eludirá en su
día el cumplimiento de su obligación y otros similares.

La acción de condena de futuro generalmente se entiende en el sentido de acción dirigida a obtener


la condena actual a una prestación sujeta a un término y por eso exigible sólo después del transcurso
del término (Mandrioli).

Se trata de condena de presente con ejecución futura (Viada), condena de presente y prestación
futura (Prieto Castro).

En cuanto a la naturaleza jurídica, Mandrioli la considera de "mero aseguramiento" (queste azioni


non possono, in linea generale, essere reconosciute ammisibili se non como azioni di accertamento
mero), y la generalidad de los autores como de condena. Señala Damián Moreno que, aunque las
acciones de condena tienen como presupuesto de su admisibilidad que la prestación en que la
misma consista sea exigible, esta regla sufre, en beneficio del acreedor y a fin de evitarle un
reiterado e innecesario ejercicio de la misma acción, una importante derogación en el caso de
prestaciones periódicas.

La diferencia con las acciones declarativas es que éstas no pueden nunca dar lugar a ejecución (art.
521.1 LEC), en tanto que las de condena de futuro tienen como cualidad característica la generación
de la posibilidad de ejecución forzosa, es decir, la sentencia es título ejecutivo sin necesidad de
nueva declaración, aunque en las de condena de futuro la ejecutividad no sea inmediata o actual.
Esta nota puede permitir la configuración de las acciones de condena de futuro como dispensadoras
de una tutela jurisdiccional intermedia entre la de las acciones mero declarativas y las de
condena stricto sensu.

II. Derechos italiano y alemán

Expone Chiovenda (Instituciones, t. I, 2.ª ed., 1948, pp. 198 y 199) que "no siempre la sentencia
tiene como condición una violación, y aún menos una violación actual, del derecho; esto ocurre sólo
por regla general. Hay casos en los que se puede obrar por una prestación no debida todavía y que
no se deberá sino hasta después de la condena, por lo cual no hay ninguna violación del derecho en
el momento de la sentencia. En este caso, el interés puede consistir:

 a) En la necesidad de prevenir el daño que derivaría de la falta de un título ejecutivo en el


momento en que la prestación sea debida (juicios preventivos). Por ejemplo: si en el
momento en que vence un arriendo, el arrendador no pudiese tener la cosa arrendada, aun
por vía ejecutiva, no podría entregarla al nuevo arrendatario. Por esto, la práctica permitía
al arrendador pedir preventivamente la condena del inquilino al abandono de la cosa para el
día del vencimiento, aun antes de que la ley de 24 de diciembre de 1896, introdujese un
nuevo procedimiento con este fin. Se comprende que las costas de estos juicios sean a
cargo del actor, si el inquilino, con su conducta, no da motivo para creer que habría
retrasado la entrega.
 b) En la conveniencia de evitar juicios reiterados para conseguir lo que es debido
periódicamente (cuota de alquiler, de alimentos, de intereses, de rentas), cualquiera que sea
la razón para considerar que estos juicios se harían en cualquier momento necesarios, como
cuando el deudor incurre en mora en el pago de alguna cuota.
 c) En la necesidad de tener un título ejecutivo para obtener la actuación de la ley respecto a
una prestación que depende de una contraprestación del actor, cuando el actor declare estar
dispuesto a la contraprestación.
 d) Cuando la ley concede al juez la facultad de señalar un término al deudor, el
señalamiento del término puede hacerse a la vez que la condena, la cual es así realizable
para el futuro. Lo mismo ocurre cuando la sentencia se pronuncia a la vez sobre la
resolución de un contrato y la condena a una prestación, concediendo, sin embargo, un
plazo al demandado.
 e) Finalmente, en el caso que acabamos de citar, la sentencia puede condenar el pago
condicionado al requerimiento en el domicilio del deudor.

En todos estos casos, la sentencia es de condena, porque el juez tiene como punto de mira,
precisamente, la ejecución de la propia sentencia."

En el moderno derecho italiano, ni la doctrina ni la jurisprudencia son favorables a la condena de


futuro. Mandrioli (Diritto Processuale Civile I, 13.ª edición, 2000, pp. 70 y 71) indica como casos
"la convalidación del desalojo -desahucio- por terminación del arrendamiento antes del
vencimiento, prevista en el art. 657, inciso primero, del CPC" y "las condenas a prestaciones
alimenticias o de mantenimiento", "en cuyo marco deben ser vistos algunos títulos ejecutivos
referidos a prestaciones periódicas, introducidos por el legislador con ocasión de la reforma del
derecho de familia (arts. 148 y 156 del nuevo texto del CC)", y señala que "no parece que, ni el
reclamo a estas disposiciones marginales, ni la tentativa de elevar la probabilidad de futuro
incumplimiento a figura general de interés en obrar (en este sentido Proto Pisani), consienten
cambiar la conclusión acerca de la inadmisibilidad de la condena de futuro como figura general en
nuestro ordenamiento."

En el derecho alemán se admite ampliamente las condenas de futuro. Como expone Gian
Antonio Micheli (Estudios, 1970, IV, pp. 401 y 402), los parágrafos "257-259 de la ZPO prevén
expresamente acción para una prestación futura (Klage auf kuenflige Leistung) ya sea respecto del
libramiento de un inmueble, ya sea respecto de una prestación pecuniaria sometida a término, ya sea
todavía en el caso de prestaciones de carácter continuativo, cuando se pida la condena por las
prestaciones vencidas, donde se admite la acción para pedir la condena (eventual) por las futuras
prestaciones; incluso la acción a la futura prestación se admite también fuera de los casos indicados
cuando, según las circunstancias, es fundado el temor de que el deudor no cumplirá al vencimiento
la prestación. Esta última hipótesis se vincula más de cerca de la denominada acción preventiva,
aun refiriéndose ella no ya a una sentencia de declaración de mera certeza, sino a una verdadera y
propia condena que podrá, en el futuro, legitimar la ejecución forzada cuando el derecho a exigir la
prestación se convierta en actual y el deudor no cumpla."

III. Régimen jurídico anterior a la LEC 2000

La LEC de 1881, a diferencia de lo que sucede con la LEC 2000, no contiene ninguna norma más o
menos genérica en relación con las condenas de futuro.

En la doctrina se consideraba una manifestación de la misma los arts. 1614 y 1616 de dicha LEC en
relación con los alimentos provisionales, el primero de los cuales disponía que la sentencia que
condene a su pago determinará la cantidad y declarará que ha de hacerse por mensualidades
anticipadas, en tanto el segundo establecía que, "si el que fuere condenado al pago de alimentos no
hiciere efectiva la pensión el día en que deba pagarla según la sentencia, se procederá a su exacción
por los trámites establecidos para el procedimiento de apremio después del juicio ejecutivo; [y] lo
mismo se practicará con las mensualidades que vayan venciendo."

Una manifestación muy clara de posibilidad de ejercicio anticipado de la acción se reconocía en la


Ley de Arrendamientos Rústicos, Ley 83/1980, de 31 de dic. (que fue derogada y sustituida por
la Ley 49/2003, de 26 de nov. 2005), en la que se disponía (art. 35.segundo) que "cuando se inste
una resolución judicial que haya de surtir efectos en el futuro, como en los casos de conversión de
la aparcería en arrendamiento, denegación de prórroga del arrendamiento o de la aparcería, entre
otros, podrá plantearse la acción inmediatamente con el fin de sustanciar el litigio antes de que se
produzca la fecha en que debe alcanzar efectividad el pronunciamiento, aun cuando no se ejecute
hasta que la misma llegue, y siempre que se mantengan las circunstancias que dieron lugar a la
resolución". Ya con referencia a la legislación anterior a 1980, el TS había admitido las condenas de
futuro (SS. 19 nov. 1954, y 21 feb. 1989), y bajo el ámbito de dicha ley, y con base en la fórmula
abierta "entre otros", aplicó la condena anticipada o con efectos futuros a la mera extinción del
contrato por terminación del plazo (S. 17 feb. 1984) y a la entrada de los propietarios en la finca
arrendada a cuidar los barbechos (S. 21 feb. 1989).

Por la doctrina se indican otros ejemplos, más o menos discutibles, como los de los arts. 148,
párrafo tercero, CC -"el Juez a petición del alimentista o del Ministerio Fiscal, ordenará con
urgencia las medidas cautelares oportunas para asegurar los anticipos que haga una Entidad pública
u otra persona y proveer a las futuras necesidades"-; el 158.3.º CC -"el Juez, de oficio o a instancia
del propio hijo, de cualquier pariente o del Ministerio Fiscal, dictará: [...] en general, las
disposiciones que considere oportunas, a fin de apartar al menor de un peligro o de evitarle
perjuicios"-; el art. 1318, párrafo segundo, CC -"cuando uno de los cónyuges incumpliere su deber
de contribuir al levantamiento de las cargas del matrimonio, el Juez, a instancia del otro, dictará las
medidas cautelares que estime conveniente a fin de asegurar su cumplimiento y los anticipos
necesarios o proveer a las necesidades futuras"-, y ya fuera del CC se tiene aludido al art. 50,
párrafo segundo, de la Ley Cambiaria y del Cheque, Ley 19/1985, de 16 de jul., y a la resolución
del contrato arrendaticio urbano de vivienda (arts. 62.1.ª, 63, 65, 68 y 114.11 LAU, Texto
Refundido aprobado por D. 24 dic. 1964, derogado por LAU 29/1994, de 24 de nov.).

El Tribunal Constitucional declaró la constitucionalidad de las condenas de futuro en sentencias


194/1993, de 24 jun.; 83/1994, de 14 mar.; 163/1998, de 14 jul.

La Sala de lo Social del Tribunal Supremo se manifestó favorable a la apreciación de la condena de


futuro en diversas Sentencias -10 ene. 1944; 19 nov. 1954; 15 jun. 1960, 17 feb. 1984, entre otras-.

La Sala 1.ª del TS ha dictado diversas sentencias relacionadas con la condena de futuro de las que
no cabe extraer una línea unitaria. La regla general es que no se admite, aunque excepcionalmente
se tuvo en cuenta en relación con una cantidad aplazada (SS. 20 may. 1982 y 24 sep. 1984, aunque
la primera no examinó directamente el tema por constituir "cuestión nueva" en casación), y con
otros supuestos.

Precisamente en relación con las obligaciones a plazo se había mostrado favorable en la doctrina
Rodríguez Valcarce ("la acción de condena a una prestación futura", Rev. Dº Procesal, 1948.1, pp.
89-95) que dice que "en las obligaciones a plazo éste vincula por igual a los dos sujetos, activo y
pasivo... pero el deudor, antes del vencimiento, puede producirse con conductas atentatorias a la
relación creada, incluso negando su misma existencia, con actos de evidente perturbación actual.
Sería en verdad un contrasentido jurídico, una falta de protección estatal que, dados tales supuestos,
se negase al acreedor la posibilidad de patentizar su derecho mediante una sentencia que no sólo lo
declare para el porvenir, sino que también establezca la condena de futuro para el inexcusable día
de la prestación, sin necesidad, por ende, de promover nuevo proceso cuando la fecha llegue. La
economía procesal, por demás, proclama la validez de la tesis en beneficio de todos."

IV. Régimen jurídico de la LEC 2000: examen del art. 220

La nueva LEC incorpora un precepto novedoso en el art. 220, en el que, bajo la rúbrica "Condenas
de futuro" se establece que "cuando se reclame el pago de intereses o prestaciones periódicas, la
sentencia podrá incluir la condena a satisfacer los intereses o prestaciones que se devenguen con
posterioridad al momento en que se dicte."

Esta norma no sufrió ninguna alteración en el proceso de formación legislativa a pesar de que es
bastante defectuosa, tanto en relación con el ámbito reducido de aplicación con que está
configurada, desde luego menor al permitido con anterioridad por el Tribunal Supremo y el
Tribunal Constitucional, como sobre todo por los términos de su redacción, que va a dificultar al
intérprete, singularmente judicial, una labor, creemos deseable, de favorecer la utilización, y que,
con toda probabilidad, va a dar lugar a criterios diferentes en relación con supuestos que no encajen
en la literalidad legal. Con todo debe advertirse acerca de la dificultad de una norma genérica y de
los problemas que puede plantear en la práctica, y que nada obsta que el legislador vaya atendiendo
a las necesidades específicas mediante una concreta previsión normativa.

También debe destacarse su ubicación sistemática en la LEC entre una norma restrictiva respecto
del sistema anterior -sentencias con reserva de liquidación (art. 219)- y otra que amplía la previsión
legislativa -sentencias dictadas en procesos promovidos por asociaciones de consumidores y
usuarios-.

Por lo que respecta a la naturaleza de la sentencia entendemos que no tiene encaje rígido en uno de
los supuestos de la clasificación trimembre clásica (debida fundamentalmente a Adolf Wach y
recogida en nuestra doctrina por Beceña) porque no es propiamente declarativa, ya que genera un
título ejecutivo, aunque futuro, y no es propiamente condenatoria porque no permite la ejecución
actual o inmediata, sino que se difiere para el futuro.

Como notas más características del precepto de art. 220 LEC cabe señalar:

 a) Aunque utiliza el facultativo "podrá", debe entenderse como la posibilidad de incluir la


condena cuando se den los presupuestos necesarios; pues, concurriendo éstos, el juzgador
no puede aplicar un criterio discrecional para rechazar la petición.
 b) La norma se refiere a "prestaciones periódicas". Expone Cavanillas Múgica que el
término prestación periódica tiene una acepción estricta, que la caracteriza por las notas de
la repetición y regularidad, y otra más amplia, que admitiría la presencia de prestaciones
periódicas allí donde existe un programa o plan de prestaciones sucesivas, por más que no
sean regulares ni las prestaciones ni los periodos que las separan. Y se inclina por la versión
más amplia, añadiendo que "no será necesario que las pensiones pendientes estén
perfectamente determinadas, pues bastará con que sean determinables sin necesidad de
nueva decisión judicial" y que "tampoco se precisará que los períodos de pago sean
regulares, siempre que puedan quedar preestablecidos desde la primera sentencia."
 c) La norma menciona también los intereses. Éstos pueden consistir en una prestación
periódica, pero también en una prestación de "tracto único". En ambos casos la liquidación
no requiere más que una sencilla operación aritmética, porque el tipo -convencional o legal-
viene determinado por la sentencia. Aunque el supuesto de tracto único no es una
prestación periódica, sino que sintoniza plenamente con la prestación aplazada -in diem
dilata- no se plantea aquí problema alguno porque la ley no distingue, y por lo tanto el
precepto es aplicable tanto se trate de vencimientos sucesivos como de uno solo.
 d) Se plantea el tema de cuáles son los supuestos típicos que cabe abarcar en el concepto de
prestaciones periódicas. Como criterio general, además de la periodicidad sucesiva, se exige
por la doctrina una "conexión causal y objetiva única", una "unidad conceptual" o de "título
jurídico". Como casos de aplicación cabe mencionar: los alimentos, la renta vitalicia, la
pensión compensatoria y cantidades señaladas para el levantamiento de cargas familiares.

Más dificultad ofrecen los supuestos en que las rentas son contraprestación de otra prestación,
también de tracto sucesivo o duradero, a cargo del propio acreedor, como ocurre en los
arrendamientos. Opina Cavanillas Múgica que, sin embargo, la redacción del art. 220 LEC no da
pie a separar estos casos de la regla de admisión de la condena de futuro para prestaciones
periódicas: en consecuencia, hay que reconocer la posibilidad de reclamar conjuntamente en el
mismo proceso las rentas ya vencidas y las rentas por vencer. Somos partidarios de la mayor
flexibilidad posible, con aplicación a los contratos de arrendamiento y de suministro.

V. Modificación de la lec 2000 por la ley 19/2009, de 23 de noviembre y la Ley 4/2013, de


4 de junio

El artículo segundo, apartado seis de dicha Ley, de medidas de fomento y agilización procesal del
alquiler y de la eficiencia energética de los edificios adiciona al art. 220 LEC el apartado 2, y la Ley
4/2013, de 4 de junio, la puntualiza en relación al tipo de resolución que pueden contener la
condena de futuro, con el siguiente contenido:

"En los casos de reclamaciones de rentas periódicas, cuando la acción de reclamación se acumule a
la acción de reclamación se acumule a la acción de desahucio por falta de pago o por expiración
legal o contractual del plazo, y el demandante lo hubiere interesado expresamente en su escrito de
demanda, la sentencia, el auto o el decreto incluirán la condena a satisfacer también las rentas que
se devenguen con posterioridad a la presentación de la demanda hasta la entrega de la posesión
efectiva de la finca, tomándose como base de la liquidación de las rentas futuras, el importe de la
última mensualidad reclamada al presentar la demanda."

La singularidad procesal radica aquí en que la sentencia, auto o decreto pueden incluir un
pronunciamiento respecto de una prestación futura, es decir, no devengada al tiempo de la
presentación de la demanda, e incluso en el momento de dictarse la sentencia o el resto de
resoluciones procesales.

Las notas características de la regulación legal cabe sintetizarlas en los puntos siguientes:

Solo es aplicable a las rentas arrendaticias de carácter periódico.

Únicamente cabe en los procesos de desahucio, que pretendan poner fin al arrendamiento por falta
de pago o por expiración legal o contractual del plazo.

Ha de haber acumulación de acciones de reclamación de rentas y de desahucio.


Se requiere petición expresa en la demanda, por lo que no cabe acordar la condena de oficio.

Debe resaltarse que se comprenden los importes periódicos hasta la entrega de la posesión efectiva
de la finca, a pesar de que la extinción del contrato se haya producido con anterioridad y no se trate
propiamente de rentas.

f) La sentencia, auto o debero deberán expresar la cuantía de la renta periódica tomando como
módulo el importe de la última mensualidad reclamada al presentar la demanda.

VI. Cuestiones que suscitan las condenas de futuro

1. ¿Cabe ampliar el ámbito de aplicación del art. 220 LEC?

El problema se plantea en el sentido de si cabe la condena de futuro en supuestos en que no se trata


propiamente de prestaciones periódicas.

La doctrina no mantiene un criterio unitario. La expresión "periódico" excluye a priori la prestación


diferida de "tracto único". Sin embargo, no parece lógico, en ocasiones, que varios vencimientos
futuros tengan un trato diferente de uno, o incluso dos, vencimientos. Piénsese, por ejemplo, en una
pensión compensatoria que se fija en una prestación única (art. 97 CC redactado por Ley 15/2005, 8
jul.), o, que periódica se sustituya por la entrega de un capital en dinero (art. 99 CC), que nada obsta
a que sea pagadero en uno o más plazos o vencimientos.

La mayor parte de la doctrina es contraria a extender la aplicación del art. 220 LEC a supuestos que
exceden de su literalidad. Para Damián Moreno (Comentarios) "el presupuesto material para su
admisibilidad deriva de la existencia de una prestación diferida o de carácter periódico. Por lo tanto,
en atención a la finalidad de la norma, quedarían fuera del ámbito de lo dispuesto en este artículo
todos aquellos supuestos cuyo fundamento resulte de la aplicación de las normas que facultan al
acreedor a anticipar el ejercicio de la acción por temor a un eventual incumplimiento del deudor
dentro del plazo establecido (art. 1129 del CC). Por lo demás, es claro [-añade-] que estas reglas no
son aplicables a las obligaciones sujetas a plazo por impedirlo así el Art. 1125 del CC ya que para
estas hipótesis existe un régimen especial que no es otro que el previsto en el Art. 578 de esta ley."

Cavanillas Múgica (Las condenas de futuro) ha estudiado diversas posibilidades jurídicas de


posible operatividad de las condenas de futuro, y, entre otras apreciaciones, destaca:

"1.º Sólo respecto de las obligaciones a término puede admitirse, para todas ellas o para alguna de
sus categorías -delimitadas por las variables [que denomina] probabilidad, perjuicio y complejidad,
apreciadas en abstracto-, la admisibilidad general de condenas de futuro.

2.º Una apreciación in concreto de la probabilidad de que el acontecimiento condicional se


produzca, de la probabilidad de que, producido, subsista el derecho y no sea voluntariamente
satisfecho por el deudor y, por último, del perjuicio que el retraso en el cumplimiento puede
aparejar al acreedor, puede permitir emplear la condena de futuro con la finalidad conservadora a
que alude el art. 1121 del CC. Dicha solución podría extenderse, por aplicación analógica del
mencionado precepto, a aquellas obligaciones a término que, de acuerdo con lo expresado en el
número anterior, no merezcan ontológicamente la admisión de condenas de futuro."

López Simó (Las condenas de futuro) enumera diversos argumentos a favor y en contra de la


admisibilidad de las condenas de futuro, aparte los casos de prestaciones periódicas.
Como argumentos a favor señala:

 a) La inexistencia de norma prohibitiva, y la existencia de normas en la propia LEC que


permiten al Tribunal emitir verdaderas condenas de futuro, destacadamente los arts.
661.2 y 675.2 LEC que contemplan una condena al desalojo futuro de un inmueble para el
caso de que sea adquirido por tercero en pública subasta.
 b) El art. 5 LEC, que recoge las clases de tutela jurisdiccional, dice en su apartado 1 que se
podrá pretender de los tribunales la "condena a determinada prestación" sin más
especificación, por lo que cabría entender que puede ser tanto actual como futura.
 c) La doctrina del Tribunal Supremo anterior a la LEC 2000 -más amplia que el nuevo
Texto Legal-.

Como argumentos en contra, López Simó señala:

 a) El carácter excepcional de la condena de futuro, en cuanto comporta la condena de un


sujeto que no es actualmente deudor (y quizá nunca llegue a serlo), por lo que cabría
entender que el legislador la quiso restringir a los solos casos que menciona.
 b) La interpretación estricta y literal del art. 220 LEC; y
 c) Que el art. 5 LEC no alude expresamente a tal clase de tutela jurisdiccional pudiendo
haberlo hecho.

El TS admitió la aplicación:

 a) A supuesto de pago aplazado -S. 24 sep. 1984-. Creemos que hay buenas razones, si se
da el interés específico, para su aplicación cuando se fija un plazo para el pago de una
cantidad ex arts. 1128 y 1124, párrafo tercero, CC. El único obstáculo es la literalidad
del art. 220 LEC.
 b) A supuesto de pendencia condicional en sentencia de 20 de may. 1982 -condena de un
demandado como heredero a cumplir la obligación exigible, pero sólo en el supuesto de que
acepte la herencia-. En este punto debe significarse que son numerosas las sentencias que
condicionan la operatividad de un pronunciamiento a que se realice u ocurra una
determinada conducta (cancelación de la garantía, con restitución de la finca a quien por tal
concepto la entregó, que se supedita a la devolución del préstamo -S. 28 sep. 1979-;
condena a otorgar escritura pública de compraventa que se condiciona a que por el
comprador, en el plazo de tres meses a partir de la firmeza de la sentencia, se pague la parte
del precio de compra adeudado -S. 5 dic. 1977-). Entendemos que se trata de sentencias
condicionales, con evidente utilidad práctica, que presentan otros presupuestos y matices
diversos de las sentencias de condena de futuro (ampliamente estudiados en la doctrina
italiana) por lo que es un tema ajeno al precepto objeto de comentario.

2. ¿Es preciso que se haya pedido la condena de futuro o cabe acordarla ex officio?

En la doctrina no hay una opinión pacífica. Para un sector rige el principio de rogación ( art. 216
LEC), en tanto para otro cabe la posibilidad de entender implícita la petición en la de condena al
pago de la prestación, por lo que nada obstaría a su plasmación en la sentencia. Totalmente
favorable a la apreciación de oficio se manifiesta de la Oliva Santos (Comentarios) que dice que "si
la naturaleza [del derecho y de la pretensión o acción] está clara, entendemos que el tribunal no
incurriría en incongruencia al dictar una sentencia de futuro (en parte) en el caso de que el actor
incurra en una omisión en el texto de la "súplica" de la demanda e incluso en ésta, considerada en su
totalidad."
Creemos que la inclusión de la condena de futuro, no pedida, siempre, claro está, que haya el interés
específico y cualificado (que a juicio de una parte de la doctrina se presume en el art. 220 LEC) no
agrava la situación del demandado, porque la ejecución forzosa sólo procede cuando no hay
cumplimiento voluntario [como decían los prácticos frustra petis quod intus habes -no tienes por
qué pedir lo que ya tienes en tus manos-), y porque no es conforme a la buena fe procesal pretender
como "más favorables" -a efectos de congruencia- soluciones que dilatan la liquidación de las
prestaciones debidas (STS 19 dic. 2000, núm. 1197). Y, en cualquier caso, la admisibilidad no
resulta dudosa si se trata de prestaciones con "interés público", como ocurre con las prestaciones
alimenticias de los menores.

3. ¿Cabe demandar solamente por la condena de futuro?

En principio la condena de futuro tiene carácter complementario. Así se deduce del propio texto
legal, que se refiere a "cuando se reclame el pago de intereses o prestaciones periódicas". Resulta
incuestionable la necesidad de que se declare o reconozca el título jurídico determinante de las
prestaciones periódicas, pero entendemos que nada obsta a que, hallándose declarado o reconocido,
se pueda pedir la condena de futuro para los vencimientos de esta naturaleza como único objeto del
proceso. Con tal criterio se permite atender a situaciones anteriores a la LEC 2000 -o posteriores -,
en que no figura tal condena.

El único problema radica en la constancia del interés. En las acciones de condena de futuro, como
en las mero declarativas, el tema del interés en accionar adquiere una especial significación. Así lo
declara el propio Tribunal Constitucional cuando destaca que "este tipo de tutela jurisdiccional ha
de contar por parte de quien la impetra (de modo similar a lo que se exige en los supuestos de
ejercicio de acciones meramente declarativas -SSTC 71/1991, 210/1992 y 20/1993-) con un
específico y cualificado interés que le habilite y legitime para solicitar una tutela frente a quien aún
no ha incumplido la obligación que le incumbe, pero que, por su conducta actual, es previsible que
no la cumpla -STC 194/1993, FJ 5.º-" (STC, Sala 1.ª, 163/1998, de 14 de julio).

El interés, en este caso, lo configura Díez-Picazo Giménez como "un alto grado de incertidumbre


acerca del futuro incumplimiento del deudor". Y entiende la, I. Gascón Inchausti que en la
regulación del art. 220 LEC subyace una presunción legal de interés, que tiene el carácter de iuris et
de iure, sin que el demandado puede oponer válidamente la ausencia de interés.

Entendemos que cabe considerar que existe interés cuando la perturbación en el cumplimiento se
manifiesta en demoras o cumplimiento irregular, que puede justificar la petición de creación del
título ejecutivo de futuro.

4. ¿Qué sucede si con posterioridad a la resolución de condena de futuro se producen variaciones


o alteraciones respecto de la previsión del fallo en que se establece?

Las SSTC 194/1993, de 14 jun., y 163/1998, de 14 jul., señalan que la realización por vía ejecutiva
de una condena de futuro exigirá operaciones de liquidación, así como que el deudor ejecutado
pueda por la vía oportuna (incidental o de los recursos) alegar eventuales circunstancias que, siendo
distintas y posteriores al enjuiciamiento, puedan fundar una oposición de fondo a la ejecución por la
inexistencia de acción ejecutiva.

Por otra parte, expone de la Oliva que la condena de futuro es posible aunque los intereses que se
hayan de satisfacer no sean fijos, sino variables, siendo de aplicación los arts. 578 y 572.2 y
concordantes LEC, y que no es óbice que las prestaciones (p. ej., la de alimentos) sean revisables.

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