Está en la página 1de 4

¿Las políticas educativas de nuestro sistema colombiano, sí están dando respuesta a lo

dispuesto en el artículo 67 de la Constitución de 1991 y en los Fines de la Educación


previstos en el artículo 5 de la ley 115 de 1994?

La transición de Colombia hacia la paz y hacia niveles más altos de


desarrollo depende de muchos factores, pero ninguno será más importante para el
futuro del país que su capacidad para construir un sistema educativo sólido. (OCDE,
2016, 21) Tal afirmación deja claro el papel fundamental que juega la educación, no
solo en el desarrollo del individuo sino en el desarrollo de una nación, y se consolida
como el pilar más fundamental, ente generador de cambios en todas las esferas del
contexto nacional. En materia de educación, Colombia sigue por debajo del
promedio, comparado con los 37 países miembros de la OCDE (La República,
2019), con lo que sería coherente pensar que también se encuentra por debajo del
promedio en todos los aspectos que están ligados a la misma, tales como empleo, la
falta de oportunidades e incluso a la generación de conflictos armados en el
territorio. Como país poseemos un marco jurídico bastante amplio e inclusivo, que,
de cumplirse al pie de la letra, quizá el panorama en cuanto a la calidad de la
educación y el desarrollo del país, sería diferente.
Nuestra constitución política, norma de normas, cumple ya 30 años y parece
evidente que en cuanto a la educación lo bonito se ha quedado en el papel, y la
realidad se ha vuelto una muestra de la utopía y el eufemismo, con lo cual sería
válido interrogarse si ¿Las políticas educativas de nuestro sistema colombiano, sí
están dando respuesta a lo dispuesto en el artículo 67 de la Constitución de 1991 y
en los Fines de la Educación previstos en el artículo 5 de la ley 115 de 1994?
Colombia actualmente enfrenta dos retos cruciales: cerrar las brechas
existentes en términos de participación y mejorar la calidad de la educación para
todos. Las desigualdades comienzan a temprana edad; muchos niños desfavorecidos
nunca van a la escuela, o no empiezan a tiempo o asisten a instituciones de menor
calidad. Las diferencias resultantes en términos de nivel de estudios alcanzado son
abismales. (OCDE, 2016, 16), y es que es evidente que existe una gran brecha entre
la educación pública y privada, la cual se hace evidente desde la formación en los
primeros años de edad, el artículo 67 de nuestra Constitución establece que “El
Estado, la sociedad y la familia son responsables de la educación, que será
obligatoria entre los cinco y los quince años de edad y que comprenderá como
mínimo, un año de preescolar y nueve de educación básica” (Constitución Política
de Colombia, 1991), dejando atrás una de las etapas más fundamentales y claves en
el desarrollo humano y en donde es necesaria una estimulación, algo que si se hace
en las instituciones privadas desde los 2 años de edad, con lo cual un niño formado
en la educación privada ya aventaja abismalmente a un niño que solo ingresa al
sistema educativo a sus 5 o más años de edad, y además, en medio de muchas otras
falencias del contexto.
La baja calidad de la educación es un factor determinante. Un apoyo
deficiente del aprendizaje desde el principio deja a demasiados niños sin unas bases
sólidas, por tanto, deben esforzarse al máximo para progresar a un ritmo aceptable,
tienen que repetir años o desertar del todo (OCDE, 2016, 16). Encontramos
maestros multiáreas formando niños en la primaria, aun con un gran esfuerzo resulta
complejo y poco efectivo formar a niños integralmente cuando es un solo profesor el
que se encarga de impartir todas las áreas del conocimiento, sumando a esto la falta
de recursos y la gran brecha que se da en la ruralidad, en donde el atraso es bastante
significativo con respecto a otros contextos urbanos. Los fines de la educación
consagrados en la ley 115 de 1994 se ven limitados a la formación desde una sola
perspectiva, muchas veces personal, de un solo docente encargado de toda la
formación del niño, lo cual constituye un claro limitante a los fines mismos de la
educación. Está claro que la calidad del sistema educativo depende también en gran
parte de la calidad del docente, y crear un acuerdo sobre lo que significa ser un buen
maestro, formarlo, y remunerarlo integralmente, establecería expectativas altas y
orientaría la formación, la motivación y la calidad docente.
Desde el año 2012, la educación ha sido gratuita desde transición hasta
terminar la educación media, aunque persisten los costos indirectos, como el
transporte y los materiales para el aprendizaje. Los modelos educativos flexibles, la
educación étnica, la alimentación y el transporte escolar han contribuido a llegar a
los grupos menos favorecidos. Sin embargo, el origen socioeconómico, la ubicación
geográfica, la etnia y el género aún condicionan en gran medida las oportunidades
educativas de los niños colombianos (OCDE, 2016, 37). se hace preponderante
formar para la vida, ajustar los contenidos al contexto y que el estudiante reconozca
y se apersone de la utilidad de lo aprendido. La ley general de la educación enmarca
dentro de sus fines “La adquisición y generación de los conocimientos científicos y
técnicos más avanzados, humanísticos, históricos, sociales, geográficos y estéticos,
mediante la apropiación de hábitos intelectuales adecuados para el desarrollo del
saber” y nos habla además de que “el acceso al conocimiento, la ciencia, la técnica y
demás bienes y valores de la cultura, el fomento de la investigación y el estímulo a
la creación artística en sus diferentes manifestaciones” (Ley 115 de 1994, 1994,),
pero evidentemente la realidad es diferente y la infraestructura de las escuelas y
colegios públicos padece de un abandono y falta de recursos, y los ya carentes
recursos que se destinan son consumidos por la corrupción en las esferas del poder,
así que queda en evidencia de nuevo lo bonito del texto frente a la nefasta realidad,
en donde de nuevo se propone un fin sin garantizar los medios para alcanzarlos, y se
vuelve aún más crítica y preocupante la situación, si ponemos la lupa sobre aquellos
individuos con necesidades educativas especiales.
Volviendo al artículo 67 de la Constitución encontramos que “corresponde al
Estado regular y ejercer la suprema inspección y vigilancia de la educación con el
fin de velar por su calidad, por el cumplimiento de sus fines y por la mejor
formación moral, intelectual y física de los educandos; garantizar el adecuado
cubrimiento del servicio y asegurar a los menores las condiciones necesarias para su
acceso y permanencia en el sistema educativo” (Constitución Política de Colombia,
1991). y de nuevo hallamos un sistema de evaluación supeditado a evaluar a todos
por igual en medio de un entorno de desigualdad, es decir, por ejemplo, darles a
todos un plato, a algunos se les da comida y otros no, pero si se les obliga a lavar el
plato y a correr la misma distancia como si todos tuvieran los estómagos llenos, es
difícil establecer una estadística y una estrategia eficaz, cuando al niño que está en la
ruralidad se le aplica la misma prueba de conocimientos que se le aplica al niño que
vive en las grandes urbes.
La educación en Colombia se ha politizado al punto de volverse un negocio a
corto plazo de cada gobierno de turno, y no una no una verdadera política del estado.
La corrupción y el actuar de los gobiernos de paso va en contra de los principios y
fines que promulga la ley 115 de 1994, se habla de la formación y el respeto a la
vida a la paz, a los principios democráticos, de convivencia, pluralismo, justicia,
solidaridad y equidad, así como en el ejercicio de la tolerancia y de la libertad, se
nos habla de la adquisición de una conciencia para la conservación, protección y
mejoramiento del medio ambiente, del uso racional de los recursos naturales, entre
otras cosas que son necesarias para la vida y el desarrollo de la nación, pero por un
lado desde el gobierno no se apoyan procesos que conducen a la paz, se hunden en
el congresos las leyes que tratan de proteger los recursos naturales, las fuentes de
vida y el medio ambiente, las políticas están movidas por interés corruptos, y desde
el gobierno no se da un mensaje de confianza ni en las autoridades, ni en la
democracia ni en el uso eficiente y transparente de los recursos, así que se podría
concluir que la ley 115 se muestra como un fin necesario, pero al cual no se llega
por la evidente falta de medios. Cada gobierno de paso pone paños de agua tibia
sobre la educación, pero ninguno ha garantizado efectivamente políticas que
realmente puedan volver más real lo consignado en las leyes. Enfrentamos una
pandemia que nos ha puesto la realidad aún más visible, y que solo ha develado una
problemática que tiene agonizando a la educación desde hace mucho tiempo.

Bibliografía

• Constitución Política de Colombia. (1991). Artículo 67. In Constitución

Política de Colombia.

https://pdba.georgetown.edu/Constitutions/Colombia/colombia91.pdf

• La República. (2019, octubre 23). Colombia sigue por debajo del promedio

de la OCDE en educación y empleo. La República.

https://www.larepublica.co/economia/colombia-sigue-por-debajo-del-

promedio-de-la-ocde-en-educacion-y-empleo-2923614

• Ley 115 de 1994. (1994). ARTICULO 5.- FINES DE LA EDUCACION. In

Ley General de la educación.


• OCDE. (2016). Colombia y su sistema educativo. In La educación en

Colombia (p. 16, 21,37). OCDE.

https://www.mineducacion.gov.co/1759/articles-356787_recurso_1.pdf

También podría gustarte