Está en la página 1de 41

........................................................................................................................................................................

2
....................................................................................................................................................................3
................................................................................................................................................................4
............................................................................................................................7
..............................................................................................................................................................8
.................................................................................................................................................................................9
............................................................................................................................................................................. 15
............................................................................................................................................................................. 23
............................................................................................................................................................................. 29
................................................................................................................................................. 39
.................................................................................................................................................. 40
................................................................................................................................................. 41
Este es un trabajo de fans para fans, ningún miembro del staff recibió
remuneración alguna por este trabajo, proyecto sin fines de lucro

Les invitamos a NO publicarlo en ninguna página en la web, NO compartir links


o pantallazos en redes sociales y mucho menos trafiques con él.

Si su economía lo permite apoyen a la autora comprando sus libros o


reseñándolos, pero por favor NO MENCIONEN su lectura en español en los sitios
oficiales.

Si no respetas las reglas, podrías quedarte sin lugares donde leer material inédito
al español.

Somos un grupo de lectura no vendemos libros.

¡¡¡¡¡Cuida tus grupos y blogs!!!!!!


Es la época de ser positivamente asesino... por todos los que intentamos escapar
de nuestras familias durante las vacaciones con un libro.
Si subiera el odio a 9, tendría tiempo para tumbarme en la cama, mirar al techo
y deslizarme lentamente hacia la locura.
El Grinch
Nos importa su experiencia de lectura. Por favor, tenga en cuenta los temas y
etiquetas de contenido antes de leer.

Relaciones de sangre
Diferencia de edad (19/39)
Asesinato
DubCon
Esta historia es pura obscenidad/suciedad. No hay trama. ¡No te vengas a
quejar con nosotros!
Noel
—¿Vas a dejar que se vaya con ese cabrón? —El tono del hermano pequeño
de mi madre es lo bastante duro como para hacerme estremecer, pero no me
vuelvo para mirarlo. De todas formas, él es la única razón por la que estoy metida
en este lío con Trent.
Cuando Kingston se retiró del ejército, mamá lo invitó a vivir con nosotros
hasta que decidiera qué quería hacer y dónde quería vivir. He estado enamorada
de él desde que tengo memoria. Es algo que debería haberse disipado con los
años, pero ha sido todo lo contrario. No puedo mirarlo sin sonrojarme, y creo que
él se ha dado cuenta porque las últimas semanas no ha hecho más que fruncir el
ceño y atosigarme cada vez que se le presenta la oportunidad. Podría decirle algo
a mamá, pero me echaría la culpa a mí, como hace cada vez que uno de sus viejos
novios se me insinúa. Dice que yo los atraigo, que soy una puta de la atención,
que no lo habrían intentado si yo no los hubiera seducido.
—King, tiene diecinueve años. Es lo bastante mayor para salir de casa y tener
novio —dice mamá, y yo tampoco la miro mientras cierro la cremallera de la
mochila. No me voy a mudar, solo me voy a pasar el fin de semana con mi novio,
Trent, que ni siquiera me cae bien. Pero ella no puede evitar decir eso, como si
estuviera tratando de decir que algún día me iré.
Kingston suelta un sonido de disgusto y oigo cómo la silla de la cocina en la
que está sentado choca contra el suelo de baldosas. Sus pasos son pesados y
debería tener miedo de este hombre enorme que se dirige directamente hacia mí,
pero no es así.
—¿Cuántas veces has salido con este imbécil? ¿Te lo estás follando? —Me rodea
el bíceps con una mano y me arrastra hacia él, obligándome a mirarlo.
—No, no me lo estoy follando, como tú tan elocuentemente has dicho. —
Frunzo el ceño, pero no es por la razón que él probablemente cree. Odio sentir
más calor y excitación al ser manoseada por mi tío que en cualquier momento con
un chico que hasta ahora me ha tratado muy bien—. Sólo hemos salido un par de
veces, pero quiere hacerlo oficial y...
—Quiere follarte, Noel. Madura. —Me fulmina con la mirada, pero no tengo
tiempo de replicar porque Trent llama a la puerta. Se me revuelve el estómago.
Le dije que esperara en el coche y me mandara un mensaje para poder salir
corriendo, pero está empeñado en conocer a mi madre aunque le he dicho que no
estoy preparada para eso. No estoy preparada para nada de lo que él quiere
porque la única razón por la que empecé a salir con él es porque era súper dulce,
sabía que me quitaría a mi madre de encima y pensé que quizá, si me esforzaba,
dejaría de obsesionarme con Kingston y la forma en que se pasea sin camiseta con
esos vaqueros de tiro bajo.
—No vas a ir —dice Kingston, pero al final me deja apartarle el brazo.
—Eso no lo decides tú —susurro para que sólo él pueda oírme—. Si me quedo
aquí, nos meteré a los dos en un lío. —Veo que la confusión enmascara su rostro
durante un breve segundo antes de que vuelva a mirarme con el ceño fruncido,
pero lo he pillado lo bastante desprevenido como para poder llegar hasta la
puerta principal, arrastrando mi bolso detrás de mí.
—¡Hola! ¿Estás lista? Esperaba que tu madre estuviera en casa. —Trent finge
confusión, como si no me hubiera estado acosando desde nuestra segunda cita
para conocer a mi madre y a mi tío. Se me hace un nudo en el estómago al ver que
no se limita a esperar en el coche. Lo empujo, evito su abrazo y, durante todo el
camino hasta su coche, me ronda por la cabeza la idea de que no debería estar
haciendo esto, que debería dejarlo y pasar el fin de semana antes de Navidad sola
en una habitación de hotel—. ¿Noel? —Oigo sus pasos detrás de mí, pero en lugar
de darme la vuelta, abro la puerta trasera del pasajero y meto la maleta. Cuando
me doy la vuelta, está delante de mí, con el brazo extendido para presionar la
ventanilla con la palma de la mano, enjaulándome. Kingston me ha acorralado
exactamente igual, pero con él estoy a la altura de su pecho, no mirándole
directamente a los ojos.
»»¿Cuál es tu problema? —Trent, un hombre adulto, prácticamente lloriquea.
Es culpa mía. Sabía que no me gustaba a los cinco minutos de nuestra primera
cita. Y aquí estoy, por culpa del maldito Kingston Deveraux.
—Mi problema es que mi madre está loca y no me parece bien que la conozcas
todavía. Acabamos de empezar... sabes qué, quizás esto no sea una buena idea.
Lo siento, pero probablemente deberíamos... —Trent me interrumpe cogiéndome
de la barbilla, obligándome a mirarle a los ojos en lugar de por encima del
hombro.
—Tengo planeado un fin de semana muy romántico para los dos, y no voy a
dejar que lo arruines porque estés mal de la cabeza. Conoceré a tu madre en otro
momento. —Quiero añadir que fue él quien lo arruinó al intentar irrumpir en mi
casa mientras mi tío descamisado intentaba decidir si quería besarme por primera
vez o llevarme a la parte de atrás y pegarme un tiro. Trent aprieta los labios
formando una fina línea, y me doy cuenta de que está molesto conmigo, pero no
parece haber en él una rabia explosiva como la que me transmite Kingston. Ansío
eso, por muy jodido que suene. Me gusta cómo vibra de rabia cuando digo algo
que le molesta. Me gusta cómo me sigue con la mirada sin importar lo que esté
haciendo. Simplemente me gusta, y supongo que ese es el puto problema. Tengo
que superarlo, y la única forma de hacerlo es poner un poco de espacio entre
nosotros.
»»¿Me estás escuchando siquiera? —Trent me devuelve al mundo real y me
saca de mis pensamientos, pero no le contesto porque mis ojos se ven atraídos por
el movimiento en el porche delantero. Kingston abre la puerta y el sonido hace
que Trent se aparte de mí. Kingston me dirige una mirada ardiente que me excita
hasta el punto de que siento cómo se me aprieta el coño de anticipación.
Mientras Kingston baja rápidamente las escaleras y hace clic en el localizador
de su camioneta, Trent abre su puta bocaza.
—¡Sr. Deveraux! Feliz Navidad anticipada. —Se endereza la camisa azul
abotonada como si se estuviera preparando para una entrevista de trabajo y yo
contemplo la posibilidad de tumbarme bajo el neumático trasero de Kingston y
dejar que me atropelle porque no puedo con esta mierda después de lidiar con mi
madre acusándome de intentar tirarme a su novio toda la mañana.
—¿Podemos irnos, por favor? —pregunto a Trent en voz baja mientras
Kingston lo mira fijamente, dejando claro que lo está ignorando a propósito.
Kingston tira una bolsa de lona marrón en el asiento del copiloto de la camioneta
negra mate que compró cuando vino a vivir con nosotros.
Trent esboza una sonrisa tensa y se mete las manos en los bolsillos de los
vaqueros. Está enfadado porque no se sale con la suya, porque no lo he traído a
casa para presumir de él y ahora Kingston se burla de él. Mi tío tiene treinta y
nueve años, pero aún no le han salido canas en el cabello y hace suficiente ejercicio
para mantener bien musculado su cuerpo. Veo que Trent se siente intimidado e
intenta disimular su enfado con una sonrisa falsa. Ese hecho hace que me recorra
un zumbido nervioso por todo el cuerpo. Al menos con Kingston, lo que ves es lo
que hay.
Nada le sale bien a Trent, aparte del hecho de que finalmente accedí a irme con
él un fin de semana y dejar que me sorprendiera con el lugar. Mi única condición
fue que no esperara nada físico y que me llevara a casa a tiempo para Navidad.
—¡He dicho Feliz Navidad anticipada! —Trent repite, pero su voz tiembla de
rabia reprimida.
Kingston da unos pasos hacia nosotros, sus botas repiquetean en el pavimento
mientras sus ojos recorren mi cuerpo y luego se dirigen a Trent.
—Si vuelvo a verte atraparla así contra tu BMW de mierda, te cortaré la polla y
te la daré de comer. —Me arde la cara de vergüenza y me preparo porque estoy
segura de que Kingston va a agarrar a Trent y estrangularlo aquí mismo, en el
jardín de casa de mi madre. Pero me sorprende, porque con una última mirada
enojada en mi dirección, mi tío camina decidido por el lateral de su camioneta, se
sube y arranca el motor.
—Qué mierda —susurra Trent casi para sí mismo.
—Lo siento, mira, quizá deberíamos... —Me interrumpe el novio de mamá,
Chet, que sale al porche. Sus ojos recorren mi cuerpo desde la cara hasta los pies
y vuelven a subir lentamente. Si no voy con Trent, me voy a quedar atrapada en
casa con este pulpo que no puede mantener las manos quietas sin que Kingston
lo controle. Elijo el menor de los males, me dirijo a Trent y le digo—. Siento que
Kingston actuara así. No puedo excusarle. Por eso no quería llevarte dentro hasta
que nos conociéramos un poco más.
La expresión de Trent se suaviza un poco, pero parece muy consciente del
hombre del porche que tiene la misma edad que mi tío.
—No pasa nada. Probablemente esté pasando por muchas cosas. Vámonos de
aquí. —Se da la vuelta y rodea la parte delantera de su coche. Abro mi propia
puerta, entro en el elegante coche plateado y me abrocho el cinturón. Trent se
aleja rápidamente de la acera y viajamos en silencio. No le pregunto adónde me
lleva porque, al parecer, lo suyo son las sorpresas y no va a decírmelo.
Se me revuelve el estómago cuando salimos a la carretera principal y Trent me
pone la mano en el muslo. Va a ser un puto fin de semana largo.
AL CABO DE UNA HORA, por fin giramos por un sinuoso camino de tierra. No
puedo evitar la sensación de inquietud que me invade. Miro el teléfono y veo que
no tengo cobertura. Cuanto más nos acercamos a la cabaña, veo que es
absolutamente impresionante. Hay mecedoras en el porche y pequeñas velas
eléctricas en cada ventana. Lo único que falta en la pintoresca escena es nieve en
los árboles que flanquean la propiedad.
Apenas aparto la vista de la cabaña el tiempo suficiente para tomar mi bolso y
seguir a Trent mientras él maldice tratando de encontrar las llaves.
—Maldita sea, el tipo de la página web dijo que las llaves estarían debajo del
felpudo. —Me estremezco ante el tono quejumbroso que emplea Trent mientras
camina por la cubierta de madera—. No tengo cobertura. ¿Cómo mierda vamos
a entrar? —Me da la espalda, así que no creo que esté hablando conmigo, sino
despotricando consigo mismo.
Por capricho, alargo la mano, agarro el pomo de latón de la puerta y lo giro.
Para mi sorpresa, la pesada puerta de madera se abre de golpe. Me giro y miro a
Trent, que se da la vuelta para verme con el ceño fruncido.
—Gracias, joder —dice riendo entre dientes y empujándose delante de mí para
entrar en el vestíbulo—. Vamos, nena. ¿Qué esperas?
Hago una mueca ante el apelativo cariñoso, pero decido no empezar una
discusión en los primeros cinco minutos de estar aquí. Entro y cierro la puerta,
pero no puedo evitar la sensación de que necesito correr. Necesito salir de aquí.
No tiene nada que ver con Trent y sí con el hecho de que creo que en esta cabaña
ha estado alguien que no debía estar aquí.
Kingston
Me pongo en movimiento, dejando la casa de mi hermana y a mi sobrina en el
retrovisor. Noto cómo la tensión se instala en lo más profundo de mi cuello y mi
columna vertebral provocando la rigidez de todo mi cuerpo. Si no salía pitando
de aquella casa y me alejaba de Noel, iba a tumbarla y estrangularla en el suelo
delante de todo el mundo.
No estaba totalmente en contra de eso, pero prefería no tener que lidiar con la
policía y la puta sociedad en general. Las putas normas sociales están hechas por
el hombre y no me atraen.
Si algo me ha enseñado el viejo Tío Sam es que el gobierno sólo mira por sus
bolsillos y se sienta en su trono de mentiras, alimentándonos con sobras y tirando
de nuestros hilos como si fuéramos un gigantesco espectáculo de marionetas.
Entro en el estacionamiento del gimnasio y dejo la camioneta al ralentí mientras
retuerzo el volante intentando decidir qué hacer.
La respuesta más sencilla sería levantar el culo e ir a descargar toda mi energía
contenida entre las cuatro paredes de mi periferia.
Lo único decente que hizo mi hermana con su vida fue tener a Noel. Adoro a
mi sobrina y recuerdo haberla visto de lejos mientras estuve destinado en el
extranjero. La vi crecer a través de fotos y vídeos aleatorios que mi madre me
enviaba. Joder, Kathryn no se iba a molestar.
Pasó de ser una bebé regordeta a una niña con coletas y dientes de conejo. No
pensé que cambiaría, pero poco a poco se transformó en alguien que no
reconozco, lo que no es sorprendente, ya que mamá falleció hace unos cinco años.
No más fotos y actualizaciones. Apenas llamaba a Kitty porque era inútil. Cada
vez que me decía que no podía hablar porque fulanito la invitaba a salir. Nunca
me molesté en recordar los nombres de los tipos con los que se enredaba..
Cuando le hice saber a Kitty que estaba decidiendo poner fin a mis veinte años
de carrera militar, me dijo que trajera mi culo a casa y pasara algún tiempo con la
familia mientras averiguaba qué iba a hacer después.
Mi hermana es egocéntrica, pero tiene buenas intenciones. Está tan cegada por
encontrar a su hombre para siempre que todo lo demás se queda por el camino.
Aun así, estaba agradecido de poder volver a la casa de mi infancia y
reencontrarme con la vida civil.
No esperaba encontrarme de bruces con una Noel de diecinueve años que
parecía un pecado envuelto en leggins y sudaderas con capucha. Guapísima sin
esfuerzo y dos décadas más joven que yo.
También estaba emparentado por sangre, pero seamos sinceros... eso ni
siquiera estaba en el radar de inmediato.
No elijo lo simple. Nunca elijo lo simple y ese es mi maldito problema.
Tomo el celular y abro la aplicación «Buscar mi celular» para ver adónde se
lleva Tad, Brent, o como mierda se llame, a mi sobrina.
Trent. Ese es el nombre del imbécil. Sabía que era algo normal.
Observo cómo el pitido se desplaza por la interestatal y no le doy importancia
antes de arrancar mi camioneta y salir del estacionamiento. Estoy lleno de
decisiones terribles esta noche así que más da una más.
He visto cómo se ha portado con ella, joder, y que me jodan si sale herida por
meterse con él.
¿Para qué? Para que pueda pasar tiempo lejos de su madre y de Chet. Sí, no,
eso no me gusta. Si hubiera abierto la boca y dicho algo, me habría asegurado de
que tuviera algo que hacer.
Joder, le habría alquilado una maldita estancia a corto plazo en una casa local
para su propia escapada personal. No es como si no tuviera dinero acumulado en
mi cuenta bancaria.
Pero su puto culo testarudo tuvo que elegir a Trent. Bueno, no lo elegirá por
mucho tiempo.
La sacaré de allí pateando y gritando si tengo que hacerlo.
Las miradas persistentes y toques sutiles de las últimas tres semanas son
suficientes para hacer que cualquier hombre se quiebre.
Quiero las piernas de la dulce Noel rodeándome y me importa una mierda lo
que digan los demás.
Pierdo la señal del celular y lo tiro a la consola central. Ya no tiene sentido. Sé
adónde van. Sólo hay unos pocos sitios por aquí y sin duda el chico pensó que
podría crear un pequeño país de las maravillas invernal y meterse en las bragas
de encaje de Noel.
Sigo las huellas de los neumáticos en la nieve sabiendo que me llevarán a lo
que busco. No puedo creer que conduzca ese puto BMW con este tiempo, y que
no lleve cadenas. Demonios, ni siquiera tiene neumáticos de nieve por lo que he
visto.
Salgo de la carretera principal que lleva a la cabaña y veo el coche estacionado
más adelante. Mi camioneta apenas cabe entre la estrecha franja delimitada por
árboles lastrados por el suave polvo que cae del cielo.
Me estremezco al salir de la cabina y cerrar la puerta tras de mí. Siempre hace
más frío aquí, cerca de la base de la montaña.
Estúpidos alquileres de cabañas de lujo. Aunque sé que ganan mucho dinero.
Empiezo a caminar, atravesando la espesa vegetación para acercarme a la
cabaña sin ser detectado.
Oigo débilmente a Trent instando a mi sobrina a entrar y llamándola bebé y la
sangre que corre por mis venas se calienta, a punto de hervir.
Nadie la llama bebé excepto yo.
La idea debería molestarme, pero no lo hace. Me muero de ganas de tener su
suave cuerpo debajo de mí, tanto si está dispuesta como si no.
Si tengo que matar al novio, lo haré.
Salgo sigilosamente del bosque y doy la vuelta a la cabaña intentando encontrar
los puntos débiles de entrada además de la puerta principal. Veo un gran ventanal
en la parte trasera de la propiedad que da a una especie de despacho o estudio.
Compruebo que no esté cerrada con llave, pero hay un tapón en el riel. Echo
un vistazo al dispositivo tratando de determinar si ejerciendo suficiente fuerza
puedo quitarlo sin hacer demasiado ruido. Me doy cuenta de que quien lo instaló
no lo hizo bien y no lo encajó del todo en las ranuras.
Me asomo a las cortinas transparentes, me aseguro de que ninguno de los dos
esté mirando a la habitación desde la puerta interior y, con dos fuertes empujones
del cristal, veo cómo sale disparado y cae al suelo.
Inmediatamente me quedo inmóvil por el leve ruido que ha hecho en la madera
dura y espero a ver si entra alguien.
Después de unos minutos, decido que es seguro seguir adelante, deslizo la
ventana hasta el fondo y me levanto para entrar en la cabaña.
Dejo que mis botas mojadas se asienten y luego cierro el cristal detrás de mí y
escucho dónde están los dos.
—Dios Trent, ¿puedes calmarte de una puta vez? No voy a follar contigo ahora
y deja de hablar de mi tío. Es espeluznante. Pareces obsesionado con él. —Escucho
a Noel exclamar desde el frente de la casa.
—No me voy a ir de aquí este fin de semana sin que te folle. No seas tan
mojigata. Lo menos que puedes hacer es chupármela. Tienes labios para ello.
Incluso haré la mayor parte del trabajo. No es exactamente una dificultad llegar
a follarte la cara. —Las palabras de Trent me hacen perder el conocimiento
momentáneamente.
Cuando vuelvo en mí, estoy listo para entrar y estrangularlo cuando oigo una
bofetada.
—Eres un buen partido, Trent. Sabía que tenía que haberte dejado. Quiero que
me lleves a casa ahora mismo.
—No estás en posición de exigir nada. Puede que me incline a llevarte si
consigo explotar mi carga. En tu boca. O tus tetas. No soy tan exigente... —Oigo
un portazo y supongo que Noel se ha marchado enfadada.
Aprovecho la ocasión y me dirijo hacia la parte trasera de Trent. No tiene ni
puta idea y no se fija en mí para nada.
—Maldita zorra estúpida. Espera a que les cuente a los chicos lo de este fin de
semana y les enseñe las fotos. Definitivamente ganaré más puntos por follarme a
Noel Deveraux. —Murmura para sí mismo, y no sé exactamente cuál era su plan,
pero no soy estúpido. Puedo captar lo que quiere decir.
Escoria como él no merece vivir.
Saco la navaja del cinturón y le doy un golpecito en el hombro.
Se vuelve y sus ojos se abren de par en par:
—Sr. Deveraux, ¿qué demonios hace usted aquí?
—Sabía que eras un pedazo de mierda. Me alegra ver que no he perdido mi
toque. Eres un problema para mi sobrina que voy a arreglar. No te preocupes por
hacer mucho ruido. Estamos lo suficientemente lejos de cualquier otra persona
que no sea Noel... y bueno, si tengo que perseguirla por este bosque, lo haré. —
Sonrío mientras lo agarro por su rizada mata de pelo rubio y apoyo la punta de
mi cuchillo en su nuez de Adán.
—Joder. Estás como una puta cabra. Tú ganas. He visto cómo la mirabas.
Puedes quedártela. No diré nada. Suéltame de una puta vez para que pueda
alejarme lo más posible de ustedes, putos Deveraux —suplica esperando que le
perdone la vida. Podría hacerlo, pero no lo haré.
No me molesto en decir nada y aprieto el cuchillo lentamente mientras él lucha
por liberarse mientras grita. Un último empujón hace que mi cuchillo corte
fácilmente sus cuerdas vocales y ya no habla, joder.
Saco el cuchillo y veo cómo le gotea la sangre al no matarlo lo bastante rápido,
así que le apuñalo directamente en el muslo asegurándome de cortarle la femoral.
Se desangrará en unos minutos y podré ocuparme de Noel. Le suelto el cabello,
que era lo único que le sostenía en pie. Cayó al suelo como un saco de patatas.
Le espera un castigo por irse con ese chico cuando sabía que no debía hacerlo.
La reclamaré para mí este fin de semana y ya no tendré que preocuparme de
que nadie la merodee. La sacaré de la casa de Kitty y quizá la lleve a recorrer el
mundo.
O tal vez nos encierre en una cabaña como está pero en lo profundo de las
montañas.
Podemos vivir de la tierra y follar hasta que la llene de mis bebés.
Sumerjo los dedos en el charco de sangre que se expande desde su cuerpo y me
vuelvo hacia la pared de la entrada.
Todo blanco inmaculado. No hay nada en ella.
Todavía no.
Arrastro los dedos por las paredes planas y satinadas e imagino cómo se sentirá
la piel de Noel cuando se apriete contra mí desnuda.
Me mojo los dedos dos veces más antes de terminar.
Dando un paso atrás, me agacho y me limpio los dedos en los vaqueros
ajustados de Trent.
Con manchas rojas, aparece pintado «Feliz Navidad, Noel», lo que le da un
aspecto muy festivo junto con el paisaje invernal del exterior.
—¿Trent? okey, dejaré que te corras en mis tetas, pero tienes que prometerme
que me llevarás a casa. No puedo llamar a nadie para que me recoja. —Oigo decir
a Noel mientras entra mirando su teléfono.
Parece que se está congelando. Tiene las mejillas rojas y escalofríos.
Aún no se ha fijado en mí, pero lo hará.
—Trent no va a venir a ninguna parte, Noel Annalise. ¿De verdad? Rebajándote
a dar una vuelta. Ofreciendo lo que es mío y sólo mío. —gruño.
Se detiene y levanta la cabeza al verme de pie a escasos metros de ella y veo
cómo sus ojos se fijan en mi nota de amor navideña antes de dirigirse al cuerpo
inmóvil que tengo detrás.
—Dios mío. ¡King! ¿Qué mierda has hecho? —me grita mientras el miedo
empieza a aparecer en sus ojos.
—Lo que mierda hiciera falta. No seamos tímidos. Nos hemos estado follando
con los ojos desde que llegué a casa. Esto no iba a acabar de otra forma que no
fuera yo metido hasta las pelotas en ti y todos los demás fuera —digo con
seguridad.
—No puedo creerlo. Eres un psicótico. No te quiero. —Balbucea sus mentiras.
—Las mentiras que salen de tu lengua no me asustan. Ahora sé una buena chica
y ven aquí. Quiero hundir mi cara en ese coño que huele tan bien. Llevo semanas
oliendo tus bragas mientras te duchas, y lo quiero recién salido de la fuente. —
Gimo pensando en las innumerables veces que he tenido sus bragas alrededor de
mi cara y mi polla mientras me masturbaba.
—Sabía que pasaba algo. Las bragas no desaparecen en el monstruo de la
secadora. No puedo hacer esto contigo, King. Necesitas ayuda. —Retrocede hacia
la puerta y sé que está a punto de salir corriendo, y mi polla empieza a
endurecerse anticipando la persecución que está a punto de producirse.
—Corre, pequeño copo de nieve. Corre tan rápido y tan fuerte como puedas.
Una vez que te agarre... espero que estés lista para mi polla y mis bebés. Me voy
a correr tan profundo en ese bonito coño que estarás embarazada antes de que
tengamos que devolver la cabaña al final de este fin de semana.
Se da la vuelta y sale corriendo por la puerta.
Al vencedor, el botín.
Noel
Creo que he gritado antes de intentar salir corriendo de la casa, pero a estas
alturas no estoy segura de lo que es real y lo que no. Las burlas de King resuenan
en mis oídos mientras me oriento y llego a la puerta principal de la cabaña. Voy
a tientas y tropiezo con una tupida alfombra destinada a mantener el hielo y la
nieve lejos de los magníficos suelos de madera.
Las botas de mi tío hacen tanto ruido al acercarse que me estremezco. Agarro
el pomo de la puerta y jugueteo con la cerradura, girándola con mano temblorosa.
Parece que todo va a cámara lenta. No tengo que mirar por encima del hombro
para darme cuenta de que mi tío me ha alcanzado. Lo siento cernirse tras de mí y
me quedo inmóvil. Me preparo para el impacto de lo que sea que vaya a hacerme.
Va a tener que matarme porque sé que nunca creerá que no le contaría a nadie
lo que le hizo a Trent. Me ha asustado antes con lo intenso que puede ser. Sé que
ha matado a gente en el ámbito de su trabajo, y sé que tiene un temperamento
explosivo, pero pensé que lo peor que saldría de ello sería una pelea de bar o
pegarle un puñetazo a Chet por decirme mierdas espeluznantes. Pensé que tal
vez tendría que lidiar con los avances de Trent este fin de semana, pero que mi
tío cometiera un asesinato no estaba en mi radar.
No me atrevo a darme la vuelta y siento el calor de su duro abdomen y su pecho
presionando contra mi espalda. Intento por todos los medios quedarme
completamente quieta porque ahora mismo es como un animal salvaje y
cualquier movimiento repentino sería el fin para mí.
—No le diré a nadie que mataste a Trent. Ni siquiera me gustaba... —Empiezo,
pero King me abraza, me rodea el cuello con una mano ensangrentada y me atrae
hacia él. Noto lo duro que está y no sé si debería asombrarme o disgustarme de
que mi cuerpo reaccione al suyo. Me estoy mojando y todo tiene que ver con mi
tío, porque si fuera cualquier otra persona, estaría vomitando.
—¿Ibas a dejar que se masturbara en tus tetas y ni siquiera te gustaba? —Oigo
la rabia celosa y posesiva que prácticamente gotea de sus palabras y sé que estoy
en un lío.
—No tenía otra opción... —me aprieta con fuerza, cortándome el aire, y lo oigo
gruñir de desaprobación. Giro el brazo hacia atrás para arañarle cualquier parte
del cuerpo que pueda alcanzar. Veo manchas y golpeo con la mano lo más fuerte
que puedo contra su muslo, pero parece que ni siquiera siente que lo toco.
—Podrías no haber venido con ese bobalicón en primer lugar. —Mi tío me
suelta lo suficiente para que pueda jadear, aspirando todo el aire que me permiten
mis pulmones ardientes. Es como si percibiera que estoy a punto de
desmayarme—. Lo hiciste para darme celos, para ver hasta dónde podías
llevarme. Ahora tienes toda mi atención, copito de nieve.
—Intentaba apartarme de tu camino y alejarme de mamá y Chet —digo
tosiendo, hundiéndome de nuevo en él porque de repente me siento agotada.
Pero él no quiere saber nada de eso. Me sacude bruscamente por los hombros
y me da la vuelta, empujándome contra la puerta principal.
—No ha habido suerte, Noel. —Niega con la cabeza, pero su sonrisa no
disimula la rabia que aún hierve en sus ojos—. Como te gustan los juegos, vamos
a jugar mi favorito. Voy a soltarte y tú vas a correr... —se inclina y me inspira,
cerrando los ojos como si estuviera saboreando el momento.
—¿Por qué iba a hacer eso? Vas a atraparme fácilmente y... —Le empujo el
pecho, cortando mis propias palabras, pero no se mueve—. Vas a matarme de
todos modos. ¿Por qué iba a darte la emoción de cazarme, verme entrar en pánico
o rogarte que me dejaras ir? —Puedo sentir cómo me tiembla todo el cuerpo, y sé
que probablemente él también, pero me enorgullece que mi voz suene firme,
imperturbable, todo lo que no soy por dentro ahora mismo.
—Porque, ¿qué gracia tendría eso? ¿Me vas a ofrecer que me corra en tus tetas
como le ofreciste a tu pobre y patético novio? —Kingston me aprieta la
mandíbula, obligándome a mirarlo a los ojos. Sigue furioso, pero también está
dolido.
—¿O estás dispuesta a agacharte y dejarme elegir entre tus agujeros ahora que
tu vida está en juego? —Escupe las palabras como si le diera asco—. ¿A cuántos
hombres has ofrecido tu cuerpo por conveniencia. ¿Eres como tu madre?
¿Haciendo todo lo posible para que un hombre te preste atención? —Me
estremezco ante sus palabras porque duelen mucho más que cualquier cosa que
me haya hecho físicamente.
—Hago todo lo que puedo para evitar a Chet y tú lo sabes —le digo.
—Pero me enseñas toda la piel que puedes —Respira hondo y no sé si se enfada
o si se excita más de lo que ya estaba de pensarlo. En cualquier caso, estoy
jodidamente furiosa.
—¡Porque te deseaba, imbécil! Nunca he deseado a nadie como te deseaba a ti
y no podía tenerte. Así que, sí, flirteé contigo porque me hacía sentir bien la forma
en que me mirabas aunque... —Empiezo, pero mi sonrisa interrumpe sus
palabras.
—¿Que soy qué? Dime qué soy el gran hombre malo —se burla, pensando
claramente que mi declaración es graciosa.
—Mi tío. —Por impulso, levanto la mano y le doy una bofetada en la cara. No
me devuelve el gesto, ni siquiera me agarra de la muñeca para que no vuelva a
hacerlo. En lugar de eso, me aparta de la puerta, la abre y me empuja fuera.
—Corre, copo de nieve. No estaré muy lejos de ti. —Me giro para mirarlo sin
comprender. Está a punto de anochecer y hace mucho frío. No tengo ni idea de
dónde estoy ni de cómo puedo llegar a una carretera donde haya un coche al que
pueda pedir ayuda. Está loco y probablemente me mate, pero mi instinto me dice
que estoy más segura con él que con lo que me vaya a encontrar más allá de esos
árboles nevados.
Cuando no muevo un músculo, grita:
—¡CORRE! —No hace falta más. Me doy la vuelta y bajo corriendo los
escalones y atravieso el jardín delantero. Me dirijo hacia los árboles porque, si
llego al final del camino de entrada, me atrapará antes de que pueda buscar
ayuda. Si consigo ocultarme el tiempo suficiente hasta que oscurezca, quizá
pueda perderlo.
Me arriesgo y miro detrás de mí, y me sorprende ver que King no me está
acorralando. En lugar de eso, está despreocupadamente de pie en el porche
observándome alejarme con una sonrisa. Me está dando ventaja porque sabe que
no tengo adónde ir y eso sólo me enfurece. Debería sentirme mal por Trent, pero
no lo hago. Estoy tan agotada emocionalmente que ni siquiera me importa que
mi tío lo haya asesinado brutalmente por mí.
—¿Qué. Carajos? —exhalo las palabras, aspirando aire entre medias mientras
el viento frío me azota la cara. No sé a dónde voy, sólo sé que tengo que alejarme
de mi tío lo más rápido posible. No quiero volver a casa de mi madre. Sería mejor
para mí desaparecer, quizá hacer autostop hasta otra ciudad y empezar de nuevo.
No tengo nada esperándome, y lo único que alguna vez esperé con ilusión ahora
está intentando matarme.
Intento no hacer ruido mientras camino entre los árboles. Necesito mantener la
calma. Eso es lo que Kingston me diría si no hubiera enloquecido mentalmente y
probablemente estuviera reuniendo armas con las que torturarme. Va a esperar
que corra todo lo que pueda y me agote. Me dejará llegar al borde del bosque,
junto a la carretera, y luego me atrapará. Si me quedo aquí, más cerca de la casa
y trato de esconderme detrás de un árbol, tal vez me pase en la oscuridad si soy
lo suficientemente silencioso y puedo volver a la casa. Si encuentro las llaves del
coche de Trent, podré salir antes de que vuelva a su camioneta.
Oigo algo crujir contra el suelo helado, pero no estoy segura de sí es Kingston
o si es un animal, espero que lo sea. No sé si ser despedazada por un coyote
rabioso sería peor que lo que va a hacer Kingston.
El ruido se acerca y podría ser Kingston. Me muerdo el nudillo porque me
empiezan a castañear los dientes. El ruido cesa y me aprieto más contra el árbol.
Siento que la adrenalina me recorre todo el cuerpo y mi cerebro me pide a gritos
que vuelva corriendo a casa, que no tengo mucho tiempo. Me mantengo firme,
haciendo exactamente lo que Kingston me diría que hiciera si se tratara de
cualquier otra situación. El ruido que parece de alguien caminando vuelve a
empezar y parece alejarse. Sé que es mi oportunidad. Salgo corriendo hacia la
casa. Tengo que entrar y agarrar las llaves de Trent antes de que Kingston se dé
cuenta de lo que está pasando y sólo puedo esperar que esté tan fuera de sí por la
rabia que su juicio esté nublado.
Respiro hondo cuando salgo del bosque, porque he estado respirando
entrecortadamente mientras me escondía y empiezo a sentirme mareada.
Maldigo el hecho de que todas las luces de la fachada de la casa estén encendidas,
pero ya es demasiado tarde para correr a otro sitio o intentar esconderme. Tengo
una misión. O salgo de aquí con vida o moriré luchando. Subo los escalones, me
arden los muslos y tengo las espinillas entumecidas de tanto tiempo a la
intemperie. Giro el pomo de la puerta y me cuelo dentro. El calor me golpea en la
cara y, en cualquier otra circunstancia, probablemente sentiría alivio ahora
mismo. Me escabullo por la oscura habitación y me dirijo hacia donde sé que
Trent sigue tendido sobre su propia sangre. Me dan arcadas cuando lo veo, pero
no soy una zorra, así que me arrodillo y le meto la mano en el bolsillo en busca
de las llaves. Miro en todos los sitios que se me ocurren y ni siquiera encuentro
su cartera.
—Joder —susurro, poniéndome en pie.
—¿Buscas esto? —Me giro y veo a Kingston, sosteniendo las llaves de Trent. El
brillo primitivo de sus ojos me asusta y me excita a la vez.
—¿Cómo...?
—Sabía que volverías por las llaves. Eres una puta. No una idiota —dice riendo
y caminando hacia mí.
Retrocedo, dispuesta a salir corriendo por la puerta más cercana, pero él avanza
demasiado deprisa, me inmoviliza contra la pared y me levanta para que rodee
sus caderas con las piernas. Su dura polla me aprieta directamente el coño
palpitante.
—¿Hemos terminado de jugar o crees que te queda otra salida? —Ladea la
cabeza y me desgarra la camiseta por el centro con facilidad. Me muerdo el labio
inferior, negándome a contestarle o a demostrarle lo asustada que estoy de él. Me
toma el pecho con la palma de la mano y, arrastrando los ojos hasta los míos, me
dice—. Como luego no podré decírtelo, feliz Navidad, copo de nieve.
Kingston
¿Alguna vez has perseguido a una presa por la nieve y los árboles y has sabido
que al final de la persecución reclamarías a tu chica, pasara lo que pasara?
Joder, mi polla está más dura que el acero y me aprieta incómodamente bajo
los pantalones. Me palmeo intentando que la cabrona se calme porque necesito
poder centrar mi atención en la tarea que tengo entre manos.
Joder, quiero perseguirla por toda esta montaña, follármela por todos los
agujeros de todas las superficies que encuentre. Nunca he deseado tanto a una
mujer como a la pequeña y dulce Noel Deveraux.
Sus palabras no significan nada para mí. Puede pelear, gritar y llorar todo lo
que quiera. Cree que voy a matarla, y no me molesto en aclararle las cosas.
Debería ofenderme que piense que voy a matarla tan fácilmente, pero si me pongo
en su lugar, entiendo por qué ha llegado a esa conclusión.
No es que me propusiera matar a Trent, pero después de lo que vi y oí, su vida
estaba oficialmente perdida.
Lo único que voy a asesinar es su coño y lo pintaré de blanco.
Atravieso la puerta abierta y la acorralo con fuerza contra la pared color crema
embadurnada en los restos secos del rojo y la visión de su sangre me hace
agacharme para agarrar los muslos de Noel y tirar de sus piernas para envolverlas
alrededor de mi cintura.
No se resiste, lo cual es sorprendente después de su intento de escapar de los
confines de esta propiedad.
Me aprieto con fuerza contra ella, de modo que la parte inferior de nuestros
cuerpos está casi fusionada y el calor de su centro irradia cada centímetro de mí.
No puedo decir si soy yo quien palpita o es Noel, o una combinación de ambos.
En realidad, no importa, porque mi único objetivo es conseguir que me coja la
polla como una buena chica.
Me inclino hacia ella, acerco la nariz al pliegue de su cuello y respiro hondo.
Huele a canela y a sudor, y las ganas de restregarme sobre ella y dejar que se
impregne en mi ropa y en mi piel son enormes.
Si pudiera arrastrarme bajo su piel, lo haría.
—Hueles divino. Daría todo lo que tengo por poder saborearte en mi lengua
todos los días del resto de mi vida —gimo, dejando que mi lengua se deslice entre
mis labios y trace un remolino sobre su suave piel.
—¿Tienes miedo, copo de nieve? —murmuro y me alejo para poder mirarla a
la cara. Siempre es tan expresiva y revela todas sus emociones.
—Sí, claro que lo tengo. Literalmente mataste a alguien y planeas hacerme lo
mismo. Sé que digo que odio estar aquí todo el tiempo en casa, pero no es como
si quisiera morir —susurra, y el sonido es estremecedor.
—Oh nena, no te quiero muerta. Pero quiero que te abras a mi polla. Asumiste
que iba a matarte, pero piénsalo, Noel. ¿Por qué iba a hacerlo? Especialmente
después de cómo nos hemos estado follando con los ojos las últimas tres semanas.
—Mis manos agarran el vaquero que cubre su culo y desearía que el maldito
material no me impidiera conectar con la carne desnuda.
—¿Qué otra cosa se supone que debo pensar, tío? —escupe el título como si su
sabor en la boca fuera pútrido. No debería aumentar mi deseo, pero al verla así
se me han cruzado todos los cables y no quiero pensar mucho en ello.
No me digno a responder porque no hay palabras para eso. Ella no se equivoca
y no voy a malgastar saliva intentando racionalizar nada.
Nada de lo nuestro es racional.
—Ahora dime copo de nieve, ¿quieres que te baje, te lleve a casa y te deje con
tu madre y Chet? —Hago una pausa antes de continuar—. ¿O quieres rebotar
sobre mi polla hasta que te corras en ella y entonces seré el lobo feroz y te robaré
para que vivas en pecado conmigo?
Desbloqueo sus piernas a mi alrededor y retrocedo para darle algo de distancia
y la ilusión de que puede elegir. No tiene elección. Se correrá en mi polla y goteará
mi semen en los próximos minutos, de una forma u otra.
—Quiero que hagas una pausa y pienses realmente en lo que sientes.
¿Realmente te molesta la matanza o simplemente reaccionas como la sociedad te
dicta que debes hacerlo? ¿No estás cansada de llevar siempre una puta máscara,
preciosa mía? —Doy media vuelta dejándola de espaldas porque si no la saco de
mi línea de visión inmediata, la voy a machacar.
Voy a tener que limpiar este cuerpo y ocuparme de él, independientemente de
cómo acabe la mierda, así que mientras dejo a mi chica un momento con sus
pensamientos, me pongo manos a la obra pidiendo un par de favores. Hay un par
de hombres en la montaña que conozco desde hace años. Ni pestañean cuando
les digo que necesito deshacerme de un cadáver, y apostaría dinero a que uno de
ellos es el dueño de esta misma cabaña. Al menos conocen a la persona que lo es
y pueden ayudar a suavizar las cosas si es necesario.
Yo: Necesito almacenar algunas patatas para el invierno. ¿Tienes una bodega
que pueda utilizar? ¿Recuerdas aquella vez que saqué tu culo de aquel edificio en
llamas...?
Rhett Bishop: Sí, maldito idiota, lo recuerdo. ¿Necesitas ayuda para transportar
tus patatas? Envíame tu ubicación
Envío las coordenadas.
Rhett Bishop: Mmm. Tendré a alguien allí pronto. Enviando a mi hijo. De todas
formas, esa es su maldita cabaña de alquiler.
Sacudo la cabeza y guardo el teléfono en el bolsillo, sabiendo que pronto se
solucionará el pequeño problema. Son al menos dos horas de viaje desde la
montaña con este tiempo, así que no me preocupa que su hijo llegue antes de que
pueda convencer a Noel de que esto es lo que quiere.
—Hola cariño, ¿has llegado ya a alguna conclusión? Tengo que sacar la basura
y quiero saber a qué atenerme —digo mientras me doy la vuelta sabiendo que
Noel se ha acercado más a mí.
—¿Lo decías en serio cuando dijiste que me robarías? —Reflexiona en voz alta,
mordiéndose el labio inferior con nerviosismo.
—Cada puta palabra. Eres mía. Mía para follar. Mía para amar. Mía. No te
compartiré con nadie, así que te vendría bien recordarlo. En cuanto pueda meterte
un bebé hasta el fondo, lo haré, y te ataré a mí para siempre. —No le doy ni un
momento más para negármelo y doy una zancada hacia ella antes de agarrarla
por las solapas del abrigo y atraerla hacia mí.
Me inclino para alcanzar sus labios y sellar los míos sobre los suyos, besándola
rudamente con la intención de robarle todo el aliento de sus pulmones e insuflar
nueva vida a mi sobrina.
No vacila y abre la boca para que introduzca la lengua, y la siento gemir antes
de que sus manos se muevan de mi pecho y se cierren detrás de mi cuello.
—Esto está muy mal. —Noel murmura contra mis labios después de apartarse
ligeramente.
—Lo único que está mal es el hecho de que no estés rebotando en mi polla ahora
mismo y llevando a mi bebé. Deja de pensar como la sociedad quiere que pienses.
—Vuelvo a juntar nuestras bocas y dejo que mis manos se pongan manos a la obra
para quitarle primero la chaqueta y luego el resto.
Me detiene y en ese momento pienso que voy a tener que ponerme duro con
ella y hacerle ver que esto es lo que quiere. Que soy lo que realmente quiere.
—Te elijo a ti, Kingston. Deja que me quite las botas. No hay nada sexy o
coordinado en intentar quitármelas. —No se equivoca y la dejo quitarse el calzado
antes de que se quite la camiseta por encima de la cabeza y me la tire.
Maldita mocosa descarada.
Me quedo hipnotizado viendo toda su suave piel, recorriendo cada peca con
los ojos hasta que la veo derramarse por las copas de su sujetador de encaje rojo
brillante y gruño:
—Si no pensabas follarte a la comadreja, ¿por qué mierda te has puesto ese
sujetador tan sexy?
—Me lo pongo para mí. Me gusta sentir cosas bonitas contra mi piel y ocultas
por mi ropa. Me hace sentir bien y a veces es lo único que puedo hacer cuando
siento que mi vida se descontrola. —Se burla de mí y supongo que no puedo
culparla por su razonamiento, aunque me sigue hirviendo la sangre que él la haya
visto así si yo no hubiera aparecido.
Se está quitando los pantalones y las bragas hacen juego con el sujetador,
porque claro que hacen juego. Parece un maldito regalo listo y esperando bajo un
árbol de Navidad y el único que va a abrir este regalo soy yo.
—Ven aquí.
—¿Y si no lo hago? —Me responde rápidamente con un tono encendido para
hacerme saber que está jugando.
La atraigo hacia mí hasta que los dos caemos de espaldas en el sofá del salón,
y guío sus piernas hasta que se sienta a horcajadas sobre mí. Sé que siente cada
centímetro duro de mí por la forma en que empieza a retorcerse, frotándose
contra el roce de mis vaqueros.
Muevo una mano desde su cadera y la deslizo por su vientre, dejando que la
sensación de sus músculos tensándose bajo las yemas de mis dedos me guíe hasta
que llego a la parte superior del delicado material que cubre su pecho. Rasgo las
copas hacia abajo y dejo que el encaje se rompa hasta que sus turgentes pechos se
desparraman y puedo deleitarme con sus pezones rosa oscuro, duros y
apuntándome. Suplicando mi atención.
—¡King! Era caro... —se interrumpe su voz cuando me aferro a uno de sus
pezones moviendo la lengua de un lado a otro y succionando toda la areola. Si
pudiera meterme toda su teta en la boca, lo haría, pero me conformo con saborear
cada centímetro.
Sus gemidos resuenan por toda la habitación y sus caderas siguen rechinando
sobre mi regazo persiguiendo un orgasmo que no conseguirá. Así no.
No puede correrse hasta que la penetre y deje mi marca.
—Sabes tan bien como imaginaba, nena. —La libero de mi boca y me muevo a
mi nuevo santo grial.
Rozar sus bragas de encaje me moja los dedos y la tela empapada tiene que ser
incómoda, y dejo que una sonrisa perversa me cruce la cara.
Los planes han cambiado.
—¿Quieres correrte, copo de nieve?
—Dios. Sí, por favor. Tengo tantas ganas de follarte tío. —Gime y sé que va a
volver a odiarme dentro de un minuto.
Tiro de la tela hacia arriba haciendo que sus labios se desparramen y el encaje
se apoye con fuerza contra su clítoris.
—Si puedes follarte contra esta puta ropa interior de lujo que te has puesto y
correrte en cinco minutos, te dejaré montarme la polla. ¿Crees que puedes ser una
buena chica y correrte rápido, Noel? —Muevo el apretado material arriba y abajo
proporcionándole la fricción justa para que tiemble.
—Que te jodan, King. No es justo. —Se mueve para intentar levantarse del sofá,
pero el agarre que tengo sobre ella es demasiado fuerte.
Apoyo la otra mano en la columna de su garganta y dejo que el pulgar roce su
pulso.
—Sígueme la corriente, nena. Móntate este pequeño cordón y moja bien el coño
para que pueda deslizarme dentro. Una vez que esté dentro de ti, nunca saldré.
Voy a follar todos y cada uno de tus agujeros y cubrirte con mi aroma. Una y otra
vez. —Mi polla está haciendo tanta fuerza contra mis vaqueros que siento que va
a estallar y deslizarse justo dentro de lo que sé que será el coño más dulce que
jamás haya tenido.
—Por favor. Necesito correrme. Todo es demasiado. Sólo necesito...
No me molesto en responder y, agarrándola suavemente por la garganta, subo
las caderas y la animo a cabalgar hasta el orgasmo. Sus caderas se aceleran y
empieza a follarse a sí misma contra sus bragas y mi regazo, moviéndose cada
vez más deprisa hasta que veo que se le dilatan las pupilas. Me apiado un poco
de ella y, con la misma mano que sujeta sus bragas entre los labios de su coño,
muevo el pulgar presionándolo a lo largo de su dura protuberancia hasta
deslizarlo entre su raja goteante.
—Oh. Oh joder. Creo que me voy a correr. —Noel gime y no se lo piensa. Se
corre perfectamente mientras veo cómo se le cierran los ojos y noto cómo gotea y
empapa mi regazo.
Está completamente líquida y no puedo esperar ni un segundo más para
enterrarme dentro de ella.
Dejo su cuerpo desplomado contra el mío, con su cabeza apoyada entre mi
cuello y mi hombro, mientras desabrocho y bajo la cremallera, levantándola lo
justo para deslizarla hacia abajo hasta que mi dura polla rebota.
Menos mal que hoy no me he puesto los bóxer.
Una barrera menos que atravesar.
Me empuño, tirando hacia arriba y hacia abajo, asegurándome de que está listo
para reclamar a nuestra dulce sobrinita.
—¿Estás lista para ser mía? Una vez dentro, no hay vuelta atrás. Me
pertenecerás. Serás mía... en todos los sentidos. —Se lo pregunto porque soy así
de educado. Realmente me importa una mierda su respuesta.
Me clavo en su apretado agujerito sobre mí, puedo sentir sus labios
envolviéndome. Esperando para darme la bienvenida a casa.
—Mmpphhhfff —murmura en mi cuello, y eso es todo lo que necesito.
La agarro por las caderas y de un fuerte empujón me introduzco en su apretado
coño, abriéndome paso y reclamando su virginidad como recompensa.
—Dios mío, duele. —Se tensa e intenta zafarse de mí, pero le pongo una mano
en el culo y le dejo una huella roja.
—Te lo advertí, joder. Ahora sé una buena chica y déjame follarte este agujerito
necesitado. No vas a ir a ninguna parte. —La obligo a acercar su boca a la mía,
besándola para distraerla antes de empezar a subirla y bajarla sobre mi polla
mientras destrozo su cuerpo para mi propio placer.
Me aseguraré de que se corra al menos una vez más por el dolor que le estoy
haciendo pasar.
—Joder, qué bien te sientes, copo de nieve. Tan buena chica. Mírate cogiendo
la polla de tu tío como un sueño. Envuelta tan fuerte a mi alrededor. Vas a hacer
que me corra dentro de ti. Te bañaré con mi semen hasta que me chorrees durante
días. —Gimo ante mis propias palabras, excitándome aún más al pensar en verme
chorrear por su agujero maltratado.
Apoya las manos en mis hombros, mirando hacia abajo para ver cómo
desaparezco dentro de ella, y yo veo cómo se le mete en la cabeza que me está
follando de verdad. Empieza a mover su cuerpo contra el mío y sé que pronto nos
correremos los dos.
—Sí, nena, fóllame a través del dolor. ¿Sientes que te abres? Espera a que me
salga y vea tu sangre manchando mi polla. Voy a llevarlo como una puta insignia
de honor.
—Duele pero se siente bien. Dios, te siento tan grande. Puedo sentirte en mi
estómago. —Dice mientras apoya la mano en el bajo vientre.
No tengo una polla del tamaño de King Kong, pero mis siete pulgadas la están
castigando igualmente.
—Te vas a correr en mi polla, nena. Quiero sentirlo antes de soltarla. —Gruño
intentando meterme más profundamente en su vientre.
Pasamos los siguientes minutos follándonos mutuamente hasta que le aprieto
el clítoris con el pulgar y el índice, provocando otro orgasmo.
—Me corro —grita mientras se queda inmóvil y yo me agarro a ella para
penetrarla una, dos y tres veces hasta que me derramo en su interior.
Los dos nos desplomamos en el sofá, dejando que el suave material envuelva
nuestros cuerpos inertes.
Susurros suaves me llegan a la piel, pero no capto lo que dice Noel.
—Tienes que hablar más alto, chica. No puedo responderte si no te oigo.
Ella se contonea un poco antes de encontrar la fuerza para levantarse de nuevo
y mirarme.
—¿Querías decir lo que dijiste, de verdad? ¿Soy tuya?
—¿Alguna vez me has visto decir algo que no siento? —pregunto.
Ella niega con la cabeza, me dedica una tímida sonrisa y vuelve a apoyar la
cabeza en mi pecho.
Nos quedamos tumbados juntos casi veinte minutos, pero sé que el tiempo pasa
rápido.
—Vamos, copo de nieve. Tenemos que levantarnos. Bishop vendrá pronto para
ayudarme a deshacerme del imbécil de Ned. Y no hay forma de que entre aquí y
te vea menos que completamente vestida.
La saco de mi polla y el orgullo que siento al ver el tinte rojo que me cubre me
hace sentirme salvaje. Si pudiera quitarle la virginidad, siempre, lo haría.
Me remuevo rápidamente y me vuelvo a subir los pantalones mientras la miro
intentar acomodarse la ropa interior estropeada.
—Vuelve a ponerte las bragas en su sitio. No te las quites para que lo que se te
salga quede pegado a mi coño. Ponte la maldita camisa y los pantalones. Deja de
joder. Esas malditas botas también. Una vez que limpiemos esta mierda, nos
vamos. Quiero enseñarte nuestra nueva casa —digo con naturalidad.
—¿Nuestra nueva casa? Pero vivimos en casa de mi madre...
—Vivías en casa de tu madre. Yo tengo mi propia casa y la tengo desde una
semana después de volver a Estados Unidos. Simplemente me quedé en casa de
Kitty por ti. Necesitaba encontrar mi lugar y mira eso, lo encontré.
No digo ni una palabra más porque oigo una camioneta subiendo por el camino
cubierto de nieve y sé que debe ser el hijo de Rhett.
—Asegúrate de no estorbar, nena. Vamos a tirar la basura.
Parece insegura y duda antes de preguntar:
—¿Quién es ese Rhett y por qué enviaría a su hijo a ayudarte?
—Es el dueño de esta montaña y de todos los que están en ella. Somos
conocidos y eso es todo lo que necesitas saber.
Me voy a ocuparme de mis asuntos y la dejo con sus pensamientos.
Cuando termine, podremos empezar el resto de nuestras vidas.
Fuera de la red.
Fuera del alcance de la sociedad.
Sólo el lobo feroz... y su dulce copo de nieve.
Esperamos que hayas disfrutado de esta pequeña historia llena de
obscenidades y sin trama que hemos escrito como limpieza mientras trabajamos
duro para cumplir nuestros plazos.
Tanto si celebras un día festivo como si no, el equipo de Banned Baddies quiere
desearte salud y riqueza (estamos hablando de la existencia y manifestando esta
mierda) en 2023.
Esperamos verte por las redes sociales y encontrarnos en el grupo de Facebook.
¡Vamos a mantenerlo breve sobre todo porque todavía estamos en la fecha
límite para otra mierda como de costumbre!
Daddy J,. Esto es todo. Ese es el tweet o es buzz porque ahora todo es sobre
Hive... bueno sea lo que sea... es eso.
¡Gracias a nuestros Beta por leer esto cuando ni siquiera sabían que iba a llegar!
Somos tan caóticas y nos encantaría decirles que va a cambiar... ¡pero sería
mentira! Shawna, Britt, Stephanie, Jaime.
¡¡¡A todos en nuestros equipos, y en Hedonistic Heathens!!! ¡¡¡Los queremos y
gracias por dejarnos hacer de nuestro grupo nuestro espacio seguro!!!
A todos los que nos siguen etiquetando en las redes sociales, ¡Los vemos y los
queremos!
Nadie quiere leer biografías aburridas sobre nosotros.

Tate & Rory pasan la mayor parte del tiempo jodiendo, escribiendo mierda
tóxica y repitiéndose:
—Odio esto para nosotros.
Los mensajes de texto entre nosotros van así

RORY: Escúchame.
TATE: Lo que es pero estoy en ello y Jackie nos va a matar
RORY: Pero vale la pena.
TATE: ¿Deberíamos saltar del acantilado ahora?
RORY: Honestamente no suena como una mala idea.

También podría gustarte