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LANNING, Scott. ¿Qué hace un bibliotecario de referencia?

= What does a reference librarian


do?. – traducción y adaptación : Bibl. Doc. María Laura Andrade. – En : PUBLIC Library Quaterly. v.
11, Nº 4 (1991). – p. 25-28.

QUE HACE UN BIBLIOTECARIO DE REFERENCIA

Scott Lanning

RESUMEN:

Esta pequeña explicación está destinada a responder el interrogante del título usando tres
preguntas típicas por las que son consultados los bibliotecarios de referencia. Las tres
preguntas son (1) "¿Tiene un libro sobre...?" (2) "¿No tiene una computadora para buscar
eso?" y (3) es la que requiere al bibliotecario psíquico, "Era grande, rojo y tenía
información sobre lugares."

¿Por qué tan poca gente entiende qué hace un bibliotecario de referencia en su función?
Quizás debería también agregar al "qué hacemos" un "cómo hace- mos" esa "magia" que
hacemos tan bien. He elegido tres tipos de cuestiones que, espero, ilustren la falta de
entendimiento hacia las bibliotecas y los bibliotecarios de referencia que tanta gente
parece padecer.

La primera es el pedido "¿Tiene un libro sobre...?" Muchas de estas preguntas son


generadas por prometedores proyectos de ciencia, aunque ésta no es la única fuente. Aquí
hay un caso que recibió un colega mío: "Necesito un ejem- pío sobre cómo accionar el
corazón de una vaca con batería". Recientenente he recibido esta consulta: "¿Tiene algún
libro sobre acondicionamiento del pez de colores?". No hay nada de malo con estas
preguntas por sí mismas. Las respuestas posiblemente puedan ser encontradas, aunque
pueden requerir una buena dosis de interpretación por parte del que recepciona el
cuestionamiento. El error de estas preguntas es que piden por un libro, como si tuviera
que
haber al menos un libro sobre cada tema imaginable. Los usuarios a menudo se
sorprenden al descubrir que ese no es el caso.

Esta pregunta tiene una hermana. Y es la pregunta "¿tiene este título?", cuando lo que el
usuario realmente quiere no es ese libro en especial, sino alguna información que puede
estar contenida en ese libro. Es un arte ser capaz de diferenciar entre un usuario que
realmente necesita un título pedido, y el que sólo necesita una respuesta a la
pregunta, sin considerar la fuente. Nuevamente, es la confusión del libro, pero esta
vez es la creencia que hay solamente un libro que contenga la información que ellos
necesitan.

El segundo tipo de pregunta está relacionada con cómo encontramos las respuestas
que proporcionamos. Es una pregunta específica a la que siempre le sigue otra duda. Es
familiar para todos nosotros. "¿No tiene una computadora donde buscar eso?". En nuestro
intento por explicarle al público acerca de los nuevos recursos tecnológicos disponibles en
la biblioteca, hemos logrado darle a algunas personas una impresión muy falsa. Es el
"Síndrome de la computadora".

La computadora lo sabe todo. Por lo tanto terminamos escuchando "la pregun- ta" y
tratando de explicar que nuestra computadora no es tan elegante, y que todavía
necesitamos nuestros libros para hacer la mayor parte de nuestro trabajo. Inclusive
cuando la búsqueda es explicada, luego llevada a cabo para un usuario, los resultados
pueden ser una decepción. Los usuarios esperan más de las computadoras que de las citas.
Esperan respuestas.
El tercer tipo de pregunta es mi favorita. Se refiere al bibliotecario "Psíquico". Involucra el
pedido de un usuario que tiene solamente información parcial y/o errónea. Sin embargo, de
alguna manera, uno se arregla para sacar la respuesta del aire y presentársela al usuario. Uno
se siente muy orgulloso de sí mismo, y también muy acertado. Uno ha hecho casi lo
imposible, y espera cierto reconocimiento de parte del usuario. Ud. tendrá suerte si recibe
un "gracias". Un anexo de este pedido es la persona que recuerda el uso del libro. "Era
grande, rojo y tenía información sobre lugares".

El problema con estas consultas es que hay que contestarlas. El usuario llega a esperar una
respuesta a todos sus requerimientos por parte del bibliotecario. Cuando sus poderes de
adivino fallan, y ud. está forzado a mostrarle al usuario cómo hallar la información que
busca, la desilusión puede palparse. No es que algunos usuarios estén en contra de buscar las
cosas (aunque algunos lo están), es sólo que creer que uno debe saber las respuestas, y de lo
contrario, debería, mínimamente, conocer cada libro de la colección.

Creo que estos tres ejemplos muestran que hay algo equivocado con respecto a la forma en
que los usuarios nos comprenden a nosotros y a nuestras bibliotecas. Como bibliotecarios
de referencia, quedamos atrapados en medio de un concepto erróneo. Mucha gente aún
considera a la biblioteca como un depósito de libros. Otros creen que todo está
computarizado. Finalmente, muchos creen que el bibliotecario debería tener todas las
respuestas, aunque nosotros, también, seamos simplemente humanos. Hemos fracasado al
tratar de convencer a la gente que no quieran libros o computadoras, sino que
busquen información. Este es el tema que enlaza estos tres tipos de preguntas juntos. El
concepto de la Edad de la Información no ha llegado al individuo
promedio. La gente no comprende qué es la información, cómo o dónde es almacenada, ni
tampoco los procesos usados para encontrarla. La solución real, como siempre, radica
en la enseñanza a nuestros hijos en las escuelas, sobre las posibilidades que ofrecen las
bibliotecas, y el saber, que cuando se acercan a una de ellas, estarán buscando información,
sin considerar su forma o soporte. Pienso que, podríamos tener cierto éxito en cambiar
nuestra imagen, y borrar estos conceptos erróneos sobre lo que hacemos y cómo lo hacemos.

Esto me lleva a un punto final que no fue mencionado en la exposición que hice en el
primer párrafo.

Es una situación que puede acompañar cualquier pregunta, una actitud hacia los
bibliotecarios, que se repite en el transcurso de nuestra gestión, y que genera una gran
disconformidad entre ellos. Y es que no se nos considera real- mente como profesionales,
sino como empleados de segunda clase quienes deberían saltar ante un pedido y arrojar
una hamburguesa de información sobre la parrilla, luego servirla tibia, cocida
exactamente al gusto de los usuarios, y por supuesto, con una sonrisa.

Esta situación clama la pregunta, "Somos sólo empleados o somos profesionales de la


información?. Me gusta mucho como suena esto último. Tiene ese sonido importante,
inclusive pretencioso. Es lo que se me enseñó a creer en la escuela de bibliotecarios.
¿Hemos todos nosotros sido engañados por algún fraude elaborado?. Espero realmente que
seamos lo último (profesionales facilitando información). Creo que las apreciaciones
erróneas son el resultado de la falta de comprensión que la gente tiene con respecto a la
información, las bibliotecas, y sobre lo que los bibliotecarios de referencia podemos y no
podemos hacer.

Mientras trabajemos para corregir esta situación, la gente considerará nuestros


servicios como esenciales, y en consecuencia valiosos, en su búsqueda de
información. No perdamos la esperanza.

Lanning, Scott: What does a reference librarian do?


En: Public Library Quarterly, vol. 11, nº 4 (1991) p. 25- 28.

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