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la danza se piensa
Esta publicación corresponde a los textos ganadores
Sánchez León
del Concurso Distrital Ensayo y Crónica de Danza de la
La
danza se piensa
Danza
2007
Bogotá
orquesta filarmónica de bogotá
secretaría de cultura, recreación y deporte
M a r í a C r i st i na Sánchez León
S a n d ra Pilar Guapachá
alcaldía mayor de bogotá
Samuel Moreno Rojas
alcalde mayor de bogotá
Catalina Ramírez Vallejo
secretaria de cultura, recreación y deporte
María Claudia Parias Durán
directora general orquesta filarmónica de bogotá
Santiago Trujillo Escobar
subdirector cultural, artístico y de escenarios
Jhon Henry Gerena Forero
gerente del área de danza
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Da n z a : circul ación y cuer p o
Del texto trazado a la imagen leída
María Cristina Sánchez León
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A p unte s pa r a a m a r l a da nz a y e l cue r p o
Sandra Pilar Guapachá
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Autoras
Los textos aquí presentados fueron considerados por el jurado como
el análisis de esta práctica artística y cultural; y así permitir que los actores
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Pensar la
Danza
Danza: circulación y cuerpo
Del texto trazado a la imagen leída
Introducción
La danza como fenómeno artístico ha sido considerada en varias ocasiones
como una manifestación secundaria de la música, la escultura o la pintura. Esta
consideración apunta a ver en este fenómeno artístico una forma en la que el
arte musical se manifiesta, el movimiento en el que la escultura y la pintura se
hace presente o el símil del cine o de una forma arquitectónica. El contenido
de esta propuesta busca mostrar la supremacía propia y auténtica de la danza
como fenómeno artístico mediante dos consideraciones importantes en su
acontecer y su obrar. La primera constituye la indagación por la circulación como
un elemento que caracteriza el hacer de la danza. En este sentido la circulación
aparece como operador del quehacer artístico de la danza en tanto provee de
significación y materialidad el acontecer de la danza como práctica. La segunda
consideración obedece al cuerpo como modo por el cual se reviste el aparecer
continuo del movimiento. Vale decir de entrada que las lecturas que normalmente
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María Cristina Sánchez León
se han hecho del cuerpo con relación a la danza apuntan a su consideración como
materia plástica y elemento fundamental en la producción de figuras, montajes,
etc. No es ésta la visión que aquí se quiere tener en cuenta, pues antes que ver
el cuerpo como herramienta plástica en el ejercicio de la danza, la pretensión
es lograr pensar la idea de cuerpo como un modo de ser mediante el cual el
movimiento toma o adquiere forma figurando, demarcando, recorriendo. El
movimiento adquiere cuerpo en la danza, tal es la aproximación que se pretende
elaborar.
Las dos consideraciones anteriores apuntan así, de manera contundente, a
la afirmación de que la danza como acontecer artístico es susceptible de lectura
desde tres niveles de significación: simbólico, textual y poético.
Danza y circulación
Contemplar la danza como arte ha sido tema de discusión de varios teóricos
del arte y artistas que han indagado por la posibilidad de considerarla dentro
de su inclusión como disciplina o trabajo artístico. La idea a desarrollar en este
apartado apunta a considerar la danza como arte en la medida que sobrepasando
el ejercicio, el entretenimiento o una actividad ornamental, explicita el “lugar”
que nace desde la organización de un misterio a través de la circulación como
elemento fundacional de la danza misma1.
Con este interés podemos decir que si la consideración de la danza como
arte sirve a la presente reflexión es en la medida que hablar de la acción de
conjunto avala la afirmación de la armonía entre espacio y tiempo, de manera
que en esa relación las formas creativas no surgen solamente como figuras
o representaciones, sino como creaciones de lugar en el surgimiento de la
circulación. El lugar que nace con la danza se da a partir de la circulación. Dicho
de otra manera, en la circulación el lugar se abre y el mundo de la obra cobra su
sentido. La circulación ha de ser considerada en esta medida como un acontecer
que es generado en virtud de la comunicación entre espacio y tiempo, cuerpo e
intención, figura y forma. A su vez, la circulación aparece como la conexión entre
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Danza: circulación y cuerpo
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María Cristina Sánchez León
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Danza: circulación y cuerpo
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María Cristina Sánchez León
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Danza: circulación y cuerpo
Danza y cuerpo
El trabajo que corresponde a este apartado versa sobre la importancia de
explicitar el sentido del cuerpo que se mencionaba en la introducción. Esto es
la consideración del cuerpo más que como herramienta plástica en la danza
como montaje, como modo de ser mediante el cual el movimiento adquiere
forma; figurando, demarcando, recorriendo. Ha de entenderse entonces que la
consideración sobre el cuerpo que desde este apartado se desprende mostrará
el movimiento como aquello que adquiere forma en la danza. Esta parte de la
reflexión nos indica el camino para descifrar uno de los niveles de lectura a los
cuales se hacía referencia en la introducción de este ensayo, el poético.
Un problema fundamental que arroja este apartado corresponde a
identificar la danza como obra de arte por la necesidad que representa. Esta
necesidad debe ser entendida pensando en que la creación artística no consiste
tanto en la creación de obras de arte, como en la creación de la necesidad de las
obras mismas. Inmediatamente se podría pensar que se está afirmando una cierta
utilidad de las creaciones artísticas. Al respecto vale decir que si bien es cierto que
este aspecto de utilidad puede estar insinuado cuando pensamos en la necesidad
a la que aludimos, esta utilidad radica en que una obra aparece como una oferta
por una sencilla razón, es algo que se ofrece a los sentidos y a las sensaciones; nos
sujetamos a sentidos, sensaciones e impresiones porque fundamentalmente de
eso se nutre la recepción de la obra.
Este problema se relaciona directamente con el del cuerpo porque cuando
no se tiene la habilidad del movimiento, no queda otra salida que la expectativa
y el gusto. Estos últimos han devenido motores fundamentales en el actuar de la
crítica, cuando se han hecho evidentes en un ejercicio meramente racional. Es
justo en este momento indagar por cuál es la postura del crítico de arte, cuando
lo que se le presenta es el misterio organizado al que aludíamos en renglones
precedentes. No ocurre lo mismo con una obra de carácter pictórico, escultórico o
arquitectónico, por lo que ya hemos dicho ya que estas manifestaciones tienen el
“don” de lo estático3. Lo que queda entonces al crítico, para lograr su reflexión, es
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volver el cuerpo mera materialización del movimiento, más aún, volver el cuerpo
un medio para poner en palabras un acontecer artístico que definitivamente no
es evidente pero sí necesario. Se alude aquí a una necesidad de lo invisible, de lo
mutable, de aquello que no posee un mecanismo de concreción.
La danza exige ojos extraordinarios, precisamente porque el ejercicio
de quien baila es ya un desciframiento: esta persona que danza, demarca y
se instala en un espacio cuya duración –ella en su totalidad– ha generado. Se
instala, se insta, instaura; y ese movimiento que surge deja de ser producto del
cuerpo por volverse movimiento en sí: la duración que aparece es la duración
del movimiento, no la resistencia del cuerpo o la precisión de un cuerpo bien
formado y exigido. Volvemos entonces al tema de lo inestable en contrapartida
con lo que se ha llamado exactitud en diferentes juicios estéticos. La tesis que
acompaña este apartado es la necesidad de volver a la inestabilidad, a la demanda
de lo improbable en el paso a la acción, hay que decirlo de una vez: la danza es
acción en movimiento más que cuerpo en movimiento. El cuerpo se ha tornado
sordo porque se ha agotado en apariencias fieles, fidedignas de preguntas
encabezadas con un por qué y un cómo.
Claro está que no se debe ignorar la pertinencia de los discursos que se han
hecho sobre la danza, más bien habría que preguntar cuál es –para servirnos de
las inquietudes críticas– el cuerpo por el que preguntamos. Con este carácter
de inestabilidad, del que es necesario proveerse, podemos entonces pasar al
desplazamiento de los interrogantes que comienzan con un por qué y con un
cómo, y preguntemos más bien cuándo hay movimiento, cuándo hay cuerpo.
Nuestras preguntas ya señalan un dilema temporal, no hay duda.
Tomar la definición de movimiento desde las artes del dibujo sirve para
seguir el camino emprendido desde la tarea de la danza como escritura. El
movimiento, desde el dibujo, está definido como: “variedad bien ordenada de
las líneas de una figura, de un plano, etc.”1. Parece pues necesario pensar que
los movimientos en artes como el dibujo, así como los movimientos en artes
marciales como el kung-fu, aparecen como velocidades e intensidades que
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Danza: circulación y cuerpo
Digamos que una posible manera de hacer dicha tarea es la que mostramos:
la danza escribe, figura, mueve porque inaugura sentido, significado. Insistamos: la
danza poetiza, pero sobre esta idea volveremos en un apartado posterior.
En esta misma línea, pero quizá en un nivel de reflexión alterno, podemos
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María Cristina Sánchez León
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Danza: circulación y cuerpo
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De la escritura a la lectura
Quiero abrir este último apartado con una afirmación de Paul Valéry, que
inmediatamente indica cuál es el interés que ahora nos ha de ocupar: “Qué es una
metáfora sino una suerte de pirueta de la idea cuyas diversas imágenes o diversos
nombres se unen? ¿Y qué son todas esa figuras de las que nos servimos, todos esos
medios, como las rimas, las inversiones, las antítesis, sino los usos de todas las
posibilidades del lenguaje, que nos separan del mundo práctico para formarnos,
nosotros también, nuestro universo particular, lugar privilegiado de la danza
espiritual?1
Si se quiere admitir aquí que la lectura que exige la danza es una lectura
metafórica, es por cuanto como experiencia estética dicha lectura pone
la metáfora como lugar de lo probable. En este sentido hay que superar la
concepción de metáfora como una herramienta literaria que compara o asemeja,
para considerarla como un vehículo de sentido cuya función es desplazar lo no
evidente hacia lo evidente. Se pretende mostrar desde este apartado que, en
sentido estricto, la lectura de la danza proporciona la posibilidad de pasar de
discursos teóricos o descriptivos al plano de discursos que articulen la poética y la
mística como fuentes de interpretación del acontecer de ella.
Vale aclarar que en esta medida, la poética y la mística entrañan no una
actividad quietista y ensoñadora, sino de manera determinante, la inauguración
de una lectura que pregunta y quiere des-cubrir y contemplar lo fundamental
del acontecer artístico, esto es, aquello que lo hace ser acontecimiento en su
totalidad.
La lectura a la que la danza invita desde su acción es metafórica en tanto
deja en suspenso un sentido “segundo” que sólo mediante la interpretación se
racionaliza como experiencia creativa y justa, que accede al lenguaje. En este
sentido la interpretación que se vale de la metáfora como modo de expresión
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Danza: circulación y cuerpo
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Danza: circulación y cuerpo
ha quedado que la danza reclama un lector creativo, nos hallamos cerca de pensar
la lectura a la que invita la danza desde la facultad de dar forma con imágenes. La
acción imaginante surge en la tensión entre una imagen presente y una imagen
ausente, dicho de otra manera, entre una imagen evidente y una invisible. El
trabajo del lector que lee la danza imaginariamente queda vinculado con una
labor de estar “atento” a que las cosas surjan y hagan presencia, en este sentido
el valor de la imagen se mide por su extensión y resonancia. La imaginación es
esencialmente evasiva, efímera; sin embargo no podemos evitar pensar que la
imaginación es existencialmente humana: soñar, ver, intuir, se vuelven maneras
de imaginar cuando en el fondo lo que se quiere y pretende, es poner aquello
que no funciona para las palabras de la manera mas fiel como podría aparecer al
pensamiento.
El lector de la danza es lector de imágenes, pero de esta afirmación se
nutre un riesgo: pensar que se pueden formar imágenes desde la movilidad. La
descripción de las formas es más fácil que la descripción de los movimientos, sin
embargo y esto se busca con la afirmación de la importancia del trabajo del lector,
la descripción de los movimientos es más importante y más útil a la valoración
de una obra de arte, por cuanto la imaginación es la más clara muestra de la
movilidad espiritual.
Las imágenes de los escritores de obras literarias albergan, cubren,
estabilizan, quizá dan muestra de lugares que podemos percibir desde la
palabra y, allí radica su estabilidad: son imágenes dadas por la palabra. ¿No
deberíamos recordar el interés por apostar por lo inestable y lo probable? Pues
bien, las imágenes producidas por la danza y, captadas y elaboradas por el lector-
espectador-creador transgreden toda valoración estética tradicional, precisamente
porque el conocimiento que surge con la experiencia estética es dado por la
compleja e inevitable actividad del pensamiento; digamos que las imágenes que
nos permiten conocer y tener una experiencia estética en la danza son imágenes
de lo cinético y de lo dinámico.
No recuperamos fácilmente, si las llegamos a olvidar las imágenes de esta
caracterización. No acceden a nuestra memoria como un retrato o como una
canción, para ello basta simplemente con recordar la presentación de una obra
de danza y describirla o ponerla en palabras. Si la danza tiene la posibilidad de
transmitir color, forma, dimensión, duración, ¿cómo acceder a la formación de
imágenes que se dan desde lo móvil y lo inestable?
Parece pues fundamental restituir el beneficio de la lectura metafórica que
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María Cristina Sánchez León
liga las imágenes vistas con el sentido que han cobrado para mí, incluso en la
angustia de no poderlas develar: la obra se refiere a una emoción que desapareció
con la emoción del creador, pero que se ha preservado en la obra. Volver a
la singularidad de la obra, retornar a eso que no reclama entendimiento sino
interpretación, se nos vuelve una salida con matiz de entrada. Leemos cuando
comprendemos, pero a su vez comprender es una tarea que cuenta con las leyes
que pone el autor y que trata de direccionar el lector. Por eso nuestra salida se
ha vuelto entrada: el movimiento de la interpretación es incesante porque la
danza considerada como texto y –como lo dijimos en algún momento, trazo– es
inagotable en ella misma; ella pone las reglas pero el espectador en cada lectura
la torna diferente, es decir, la vuelve acontecimiento, claro está, porque ella lo
ocasiona.
Finalmente es necesario decir que en el camino de la lectura metafórica el
lector ha de crear una alternativa en este ejercicio de lectura; que no es otro que
el de una experiencia estética en la plenitud de su sentido. Tal alternativa debe en
consecuencia partir de algo que definitivamente hay que aprenderle al que hace
danza, eso que puede denominarse voluntad de desvío.
Bibliografía
Diccionario Hispánico Universal, México, W. M. Jackson Editores, 1971, t. i.
Bachelard, Gaston. El aire y los sueños. Ensayos sobre la imaginación del
movimiento, México, Fondo de Cultura Económica, 1997.
Gadamer, Hans-Georg. El estado oculto de la salud, Barcelona, Gedisa, 1996.
Le Corbusier. Principios de urbanismo. La carta de Atenas, Buenos Aires,
Editorial Planeta, 1993.
Serres, Michel. Los cinco sentidos, México, Taurus, 2002.
Valdés, Mario et al. “La experiencia estética” en Con Paul Ricoeur: indagaciones
hermenéuticas, Caracas, Monte Ávila Editores, 1998.
Valéry, Paul. Estudios filosóficos, Madrid, Visor, 1993.
• Teoría poética y estética, Madrid, Visor, 1998.
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Apuntes para amar la danza y el
cuerpo
Sandra Pilar Guapachá
Introducción
El pasado 29 de abril se celebró el día Internacional de la Danza. Esta
celebración es una fiesta de la convicción de todos nosotros: del valor de la danza
como robustecimiento de una comunidad mundial, del convencimiento de que
la danza nació de la necesidad de entenderse con los demás y, en consecuencia,
de completarse. Necesitamos completarnos: por eso decimos y escuchamos, por
eso danzamos. En esa red de necesidades y de respuestas en el fondo está el gran
objetivo: construir la ciudad de las palabras a la manera de Platón, una ciudad en
que los problemas de la pobreza y la violencia se resuelvan por una comunidad
de acción. Y nosotros los bailarines estamos para registrar, pensar y estudiar esa
danza y dar testimonio de que en todas partes del mundo hay hombres y mujeres,
niñas y niños, ancianas y ancianos que responden a una idea familiar: ésa es la
danza. Si llega al fin el momento en el que se pueda abordar esta danza apenas
pronunciada, se puede creer en un acercamiento que acaricia lo que podría ser; un
atisbo de gloria crecería entre nosotros. Gloria que, como Alicia1, nos haría más
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Sandra Pilar Guapachá
fuertes y más débiles a la vez. Así, este trabajo es una reflexión del quehacer de la
danza, de su poética vista desde un marco político y artístico, cuyo fundamento
consideramos debe ser el deseo. Cualquier acción, profesión u oficio, si no se mira
y se siente desde el deseo, puede convertirse en una acción fatua como nos lo dice
Touraine: la vida se puede convertir en la pura figura del vacío.
Poética de la danza
Leyendo a Valery, particularmente Filosofía de la danza, podría uno pensar
que está proponiendo una poética a partir del cuerpo, por lo que le interesa una
teoría de la acción poética –el pintor cuando pinta, lo hace con todo su cuerpo–,
en donde hace una dilucidación de la acción, casi en correspondencia con la
dilucidación que hace Wittgenstein del lenguaje. Así, podría decirse que la
estética es un tratado de argumentaciones caducas, mientras que la poética es una
teoría del hacer, en donde no interesa la obra como tal, sino más bien el proceso,
es decir la teoría de la acción. Es en esta línea que podemos decir con Valery
que en la danza, obra y acción son una y la misma cosa, pues toda obra existe en
cuanto ejecución. Este punto es decisivo pues la poética de Valery le apunta a una
ética de la acción, que en el bailarín se hace presente el escenario, es decir, en su
hacer. Con lo anterior estamos diciendo que la danza debe ser considerada como
modelo del arte. Una poética de la acción hace necesario pensar en una poética
del cuerpo. Y un proyecto educativo podría dirigir la mirada a pensar, reflexionar y
actuar desde esa perspectiva.
¿Pero qué es la danza? Paul Valery nos dice en su ensayo que es solamente
una forma del tiempo, la creación de una forma de tiempo o de un tiempo de una
clase completamente distinta y singular. Y el mismo Valery en este mismo ensayo
nos dice que la danza no se limita a ser un ejercicio, un entrenamiento, un arte
ornamental y en ocasiones un juego de sociedad; es una cosa seria y, en ciertos
aspectos, muy venerable. Toda época que ha comprendido el cuerpo humano o
que al menos ha experimentado el sentimiento de misterio de esta organización,
de sus recursos, de sus límites, de las combinaciones de energía y de sensibilidad
que contiene, ha cultivado, venerado, la danza1.
Estas dimensiones nos permiten pensar en la necesidad de dirigir
ahora.
1. Paul Valery, Teoría poética y estética, Primera lección del curso de poética,
Filosofía de la danza, Madrid, Visor, 1998, p. 170.
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Apuntes para amar la danza y el cuerpo
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Sandra Pilar Guapachá
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Apuntes para amar la danza y el cuerpo
haya un diálogo entre otras culturas, con la cultura madre pero siempre dando el
lugar que merece la cultura propia. Es claro que para el bailarín, la identidad debe
ser un elemento importantísimo. La danza, los bailarines y en general los artistas
deben conocer y apreciar su identidad y cultura, en donde no se homogenicen
aspectos de la vida de los pueblos bajo una misma serie de criterios o lo que se
conoce comúnmente como globalización de la cultura. Por lo tanto la identidad
es un bien preciado para la danza y las otras artes; ésta nos muestra la historia
y huellas de sociedades que compartían elementos en común y que terminan
siendo memoria para los pueblos, convirtiéndola de esta manera en bitácora para
generaciones futuras.
Con lo dicho antes, no se pretende sistematizar desde ninguna forma
dancística o esquema particular de trabajo; se quiere aportar a la investigación
de uno de los problemas fundamentales que se puede visualizar hoy en día en
la danza y en el arte en general: la muerte lenta y casi segura de la creatividad,
la innovación y la originalidad de este quehacer humano que es deseo, cuerpo y
libertad.
Cuerpo deseo
¿Cuál es la relación del deseo con la danza?, ¿cómo pensar la relación
cuerpo-deseo y la importancia de esta conexión para la danza? La relación cuerpo
deseo demuestra que, como seres deseantes, necesitamos del otro/otra para
existir; el cuerpo es y se funda en el deseo, es necesidad y búsqueda incesante de
todos los seres humanos y se refleja en la fuerza creativa y expresiva del cuerpo del
bailarín como objeto y sujeto deseante-deseado.
El cuerpo es una relación de movimiento y reposo como potencia e
intensidad de afectar y ser afectado, está atravesado por impulsos, es un cuerpo
deseante. Con base en los aportes de Aristófanes, se puede ver que la que la vida
humana se funda en el deseo, buscamos y nunca nos sentimos plenos. Es por
esto que vivimos en constante movimiento y nunca nos satisfacemos. En efecto,
el hermafroditismo del que habla Aristófanes en su mito, terminó a causa de
Zeus quien nos dividió y condenó a buscar eternamente la parte que nos falta:
nuestra otra mitad; y como consecuencia de esta situación hablamos de “la
media naranja”, “mi otro yo”, o “tú me completas”. Es una constante búsqueda
que quiere superar la ruptura. Para Hegel el deseo existe como función de una
carencia, que nos lleva inevitablemente a tender hacia lo otro que no se tiene.
Es en este sentido que se desarrolla la búsqueda de la plenitud; el deseo es el
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Sandra Pilar Guapachá
impulso para completarse, para alcanzar lo que se perdió. Para Spinoza, el cuerpo
humano dispone de una potencia de obrar dada, cuyo crecimiento, disminución o
neutralidad están determinados tanto por la naturaleza del cuerpo afectado, como
por la naturaleza del cuerpo que lo afecta1. De esto se entiende, por una parte,
que la idea de la afección implica tanto la naturaleza del cuerpo del individuo
como la del cuerpo exterior y, por otra parte, que “el cuerpo humano necesita,
para conservarse, de muchísimos otros cuerpos, por los que está continuamente
siendo regenerado”. Esto es, que el cuerpo humano requiere, para aumentar su
potencia, de la vinculación con otros cuerpos, mientras que la reducción de la
potencia implica la desvinculación con otros cuerpos.
En el caso particular de bailarines y bailarinas, está siempre presente el
deseo de comunicar, expresar y afectar por medio del lenguaje de su cuerpo.
Cada uno y cada una desea transformar y transmitir algo más profundo que sólo
exactitud o técnica; la danza tiene que comunicar a su época y expresar por medio
del lenguaje del cuerpo lo que vive y el mundo que habita. Los materiales de
bailarines y bailarinas, además de los aspectos técnicos y teóricos, son también los
personales relacionados con su posicionamiento e interpretación de lo que vive
y siente. Garrido lo explica al escribir que: “una técnica corporal como la danza
más allá de una simple práctica física es una acción en la que el individuo está
emocional, física e intelectualmente comprometido”2.
La danza es un lenguaje específico del cuerpo humano, un modo de
expresión que, por medio de la puesta en práctica de movimientos que realizan
bailarines y bailarinas, tiene por objeto no sólo su propia satisfacción, sino
también el de conmover a aquellos que lo observan y de comunicar muchas veces
las particularidades de una cultura. Con la danza los bailarines y las bailarinas
estamos en el juego del deseo, siempre estamos en las mediaciones del las
pasiones humanas: frustración, gratitud, benevolencia, ira, venganza, crueldad,
temor, audacia, consternación, avaricia, humanidad, dolor, alegría. Dicho de otro
modo y haciendo remembranza de Aristóteles, diremos que la danza entendida
como arte ennoblecido purifica nos aproxima a la catarsis.
Depende del bailarín y de lo que quiera el coreógrafo, de la intención, la
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Apuntes para amar la danza y el cuerpo
Proyecto artístico
La Ley General de Educación (Ley 115) de 1994 reconoce la necesidad de
descentralizar la educación. Al lograr dicha descentralización se avanza en un
proyecto educativo cultural que reconoce la diversidad de contextos, por decirlo
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Sandra Pilar Guapachá
Poder creación
Cuando hablamos de poder relacionamos su significado con palabras como
capacidad, posibilidad, fuerza, vigor o dominio que se tiene para mandar o hacer
algo. En realidad es una palabra cuyo significado se puede ejemplificar con las
muchas acciones que los seres vivos realizamos, algunos de forma consciente,
otros de manera inconsciente.
El hombre, desde los comienzos de la historia, necesitó del poder,
inicialmente para protegerse y más adelante para desfogar su deseo de dominio.
Quizá para dominar a cuanta criatura existiera sobre la faz de la Tierra; creó
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a luz está enfermo; mas quien ha dado ha luz es impuro. Preguntad a las
mujeres y os dirán que no se da a luz por gusto. El dolor hace cacarear a las
gallinas y a los poetas.1
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del grupo, dentro del cual se comparten las experiencias de todos y se apunta a un
objetivo común.
Nuestra vivencia artística es la danza y ésta como manifestación de la
naturaleza humana tiene en sí misma una gran significación, con unos códigos
por descifrar para quien se acerque a estudiarla, y esto nos impulsa a escudriñar
desde la pasión, el goce, el análisis y la reflexión, y nos permite sistematizar esa
experiencia y elaborar una propuesta metodológica para su puesta en escena de
la danza, como un aporte al estudio y comprensión de la misma que ayude su
engrandecimiento. La danza, en cualquiera de sus géneros, nos invita a iniciar
procesos de desarrollo integral del individuo, esto es, conocimiento de sí mismo,
del otro y exploración del entorno proporcionando de esta forma bases de
identidad.
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Apuntes para amar la danza y el cuerpo
Pero no hay que perder de vista que no hay nada que se deteriore tanto
como el cuerpo. No hay nada que se deteriore tanto como el amor. A los dos
hay que cuidarlos y el cuidado de sí implica construcción; una construcción
que permite habitar el mundo. Sólo habitamos el mundo con el cuerpo. Sólo
habitamos el mundo con y en el amor.
Es por esto y mucho más que el cuerpo no se remite a sí mismo sino
que busca siempre el diálogo con el otro, el encuentro a través de su propio
aventurarse, de su propio andar corporalmente los caminos de la subjetividad;
“Bailar y amar suponen ambos la adopción de un riesgo, la sunción de una
apertura hacia el otro en el que juega una realidad más inmediata, la corporal”2.
Javier Contreras afirma que:
[…] los juegos del amor como los de la danza inducen
inevitablemente a la pregunta sobre la relación de las personas con su
propio cuerpo, y cómo el cuerpo es la representación de las experiencias.
En la danza como en el amor, el cuerpo del sujeto busca un diálogo: toda
acción humana se funda en el deseo de suprimir la ausencia del otro. De
hecho, el amor es central en la vida humana y para él resulta fundamental la
relación con el otro.3
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Apuntes para amar la danza y el cuerpo
también a los que reímos. Pero nos odió y nos insultó, prometiéndonos
llanto y crujir de dientes. ¿Hay que maldecir cuando se ama? A mí me
parece de mal gusto, pero así lo hizo ese intolerante, que procedía de la
plebe. No amaba lo suficiente; de lo contrario se habría enojado menos
porque no se le amase. Todo gran amor no quiere amor, sino algo más.
¡Alejaos de todos esos intolerantes! Son pobres gentes enfermas y
plebeyas, que contemplan la vida con malicia, y quieren echarle a la tierra
mal de ojo. ¡Alejaos de todos esos intolerantes! tienen los pies y el corazón
pesados; no saben bailar. ¿Cómo iba a ser ligera la tierra para ellos? Todo lo
bueno ríe.1
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erótica por construir objetos de arte y siempre hay una atracción erótica por
pensar esos objetos de arte”. En este sentido es necesario pensar lo que se ama,
pues se hace en la medida que descubrimos al otro que reconocemos cómo mira,
cómo habla, el lenguaje que utiliza; pero cuando uno mira con ojos enamorados
idealiza, crea figuras, maestros, instituciones idealistas. Esto nos lleva a pensar
en las instituciones que forman o deforman propuestas nuevas, creadores que
sugieren cambios, transformadores, reconstructores del nuevo mundo.
Acerca de este tema de las instituciones que hasta la fecha han estado
laborando, se podría decir que la escuela se vuelve reiteradamente en una
fábrica que sólo se preocupa por producir individuos útiles a la sociedad y a la
producción mercantil, en donde cada vez más son absorbidos y enajenados en
la cotidianidad del sobrevivir diario, incluso desde los gustos y la construcción
de la sensibilidad; es así que las instituciones escolares pocas veces propician la
autonomía, los procesos creativos; la posibilidad de soñar, de fugarse. He aquí
la necesidad de hablar de un proyecto ético, visto no sólo como un conjunto
de reglas para la convivencia, sino también como aquello que nos posibilita
un deber ser sin olvidar un querer ser, un desear; un proyecto que promueva
el reconocimiento de sujetos sensibles y creadores, capaces de transformar
la realidad para contrastar nuestras posibilidades y condiciones frente al
conocimiento y a la misma practica social. El futuro de la danza es también otra
de las manifestaciones amorosas que tenemos para ella, y este devenir está en
los que vienen detrás de nosotros; a ellos hay que apostarles y, lo más seguro, es
que muchos de nosotros somos formadores de aquellos que vienen. Por esto la
preocupación por las instituciones, programas, maestros que se muestran a través
de la historia que están con los mismos métodos sin evolucionar o trascender y
sí alienando cada día más al ser humano; al cambiar estos métodos es donde se
manifiesta el riesgo, el arrojarnos, lanzarnos al vacío en una actitud creadora de
búsqueda, es un impulso creador el cual está en nuestro propio cuerpo, arriesgarlo
todo en la escena y en este proceso comprometemos todo nuestro ser, amoroso.
Lo anterior lo reafirmamos con las palabras de Zaratustra:
Me gusta correr velozmente. Y, aunque en la tierra hay lado y una
densa tristeza, el que tiene los pies ligeros corre hasta por encima del
fango y baila sobre él como sobre hielo pulido. ¡Elevad vuestros corazones,
hermanos; arriba, más arriba! ¡Y no os olvidéis de vuestras piernas, mis
buenos bailarines! ¡Levantadlas también! ¡O, mejor aún tratad de ir de
cabeza! […]. Yo, Zaratustra, el bailarín; Zaratustra, el ligero, el que agita
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Apuntes para amar la danza y el cuerpo
sus alas para echarse a volar, haciendo señales a todos los pájaros, dispuesto
y ágil, contento de la ligereza. Yo, Zaratustra, el que dice verdad, el que ríe
verdad, el que no es impaciente no incondicional, el que gusta de saltar y
de hacer piruetas, ¡yo mismo me he ceñido esta corona!1
1. Ídem, p. 251.
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La danza se lee
Autoras
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Ha sido ganadora de diferentes convocatorias a nivel distrital, nacional e internacional
y como bailarina se ha presentado en los escenarios más reconocidos del país y el
mundo entero. Destacamos de sus trabajos artísticos los siguientes: “El espíritu de
la Tambora”, “El duelo de la vida”, “Colombia Alegre diversa y fiestera”, “Cimarrón
Canto y Danza Negra”, obras ganadoras en convocatorias del Distrito Capital. Fue
seleccionada como una de las coreógrafas innovadoras en danza tradicional 2007 con la
obra “Con olor a trópico”. Actualmente es Directora de La Compañía América Danza
y su Academia de Arte de la cuales su fundadora en el año 2002.
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