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Patriarcado: símbolos de poder y sumisión.

Victoria Rodríguez
vico.rojos@gmail.com
Universidad de Panamá

I. “La costumbre se hizo ley y habitó entre nosotros” es una frase que tengo que
atribuirle a Isis Joseph, mi madre. Siempre me llamó la atención, pero con los
años y las lecturas esta frase ha cobrado más sentido y es que la legitimidad que
se le da a las costumbres la hace más fuerte que la ley y que la justicia. La
sensatez, el respeto, la equidad y la solidaridad pueden quedar fuera del cercado
de la costumbre y no levantar ningún tipo de remordimiento colectivo, la costumbre
es ley y gobierna, habita entre nosotras y nosotros no solo por conocida sino por
lícita. Al pasar una mirada crítica, ávida de comprender los procesos que han
movido a las sociedades hasta aquí, surge la evidente disputa de poderes que
parece siempre haber existido, pero la que en esta ocasión me ocupa es la figura
sistémica que tiene el patriarcado, curiosamente el sistema más milenario y
universal. Sería pretencioso para mí, en esta ocasión, hacer un análisis de los
diferentes matices culturales del patriarcado por lo que en un modesto esfuerzo,
que me prometo perfeccionar, atenderé el patriarcado situado en el contexto
occidental…..
II. Lo primero sería hacer una clarificación conceptual y es que generalmente se
entiende que el patriarcado es la forma de organización social donde el hombre
como figura paterna ejerce autoridad, justificando así relaciones asimétricas en
tanto que la transmisión de poder y la herencia se suceden por línea masculina.
Pero más ampliamente podemos explicarlo como un sistema político-histórico-
social determinado por las relaciones de poder entre hombres y mujeres. La
familia, los rituales, las tradiciones, las leyes, el lenguaje, las costumbres, la
educación y la división del trabajo son reproductores de esta relación de dominio y
también pilares de la estructuración de relaciones genéricas donde primero por la
fuerza y posteriormente con otras herramientas para sujetar el poder, se determinó
la construcción ideológica que establece la masculinidad y la feminidad como
conductas pautadas en la vida social y caracterizadas por la dominación de una y
la subordinación de la otra. Luego de decir esto, valoro como pertinente introducir
una categoría de las tres que aplica John Kenneth Galbraith para denominar
diversos instrumentos para el ejercicio del poder, ésta es el poder condicionado,
que en mí análisis parece diagnosticar un tipo de poder que ejerce el patriarcado
(aunque este también se vale de la fuerza y la violencia; como de la recompensa) ,
Galbraith define el poder condicionado como aquel que se ejercita modificando la
creencia, y que es obtenida por la persuasión, la educación, el compromiso social
o dictada por la cultura misma por lo que aparece relacionado con lo correcto o
justo, consiguiendo que el individuo se somete a la voluntad de otros,
considerando que la sumisión es normal, adecuada o tradicionalmente correcta, lo
que significa que no siempre es manifiesta la conciencia del privilegio del poder o
la desventaja del sometimiento. Es el patriarcado entonces per se, un sistema
basado en relaciones de poder a diferentes escalas, pero que guarda en el centro
de sí el germen de la dominación, (y me gustaría ser hegeliana y decir que
también el germen de su destrucción, pero lo cierto es que no podemos caer en
optimismos automáticos, sino en revestirnos de un optimismo militante) si bien el
patriarcado se ha modificado, no ha sido por el mero paso de los tiempos, estos
cambios o modificaciones significan una gran cuota de acción y subversión por
quienes sabiéndose sujetas del sometiendo se revelaron al orden social de las
cosas, que se presentaba, en las más antiquísima concepción patriarcal, como
ordenamiento dado por designio divino; en este punto nos atrevemos a pensar que
la teoría del derecho divino no desapareció del todo con el nacimiento de la
modernidad tiene aún una sobrevivencia en la inequidad de género que somete a
la mujer no solo en los consolidados prejuicios sino en la crudeza de la vida
cotidiana y en las asimetrías del mundo de la vida; todo ello, situación vigente y
plausible en virtud de coartadas religiosas, o preponderancia ideológica para
calificar de “natural” este ordenamiento.
La teoría feminista ha sido el factor fundamental para analizar el producto de las
relaciones de poder en tanto género, ya que este enfoque implica una relación
social distinguida por las desigualdades, teniendo en cuenta el status quo y las
fuerzas que se han opuesto a este, ha tomado en consideración lo que no se ha
podido desmitificar, incluso observar porque un discurso hegemónico lo ha
impedido. La teoría feminista ha brindado herramientas para entender, cuestionar
y denunciar las sumisiones y dominaciones que surgen de las relaciones sociales,
las cuales están patrocinadas por la ideología patriarcal que informa los prejuicios
de la vida cotidiana, entre estos están las etiquetas “femenino” y “masculino”. Los
roles de género forman parte de esta estructura que organiza la percepción del
mundo social tanto concreta como simbólicamente. Podría afirmar entonces, que
el patriarcado es una estructura estructurante, que organiza las prácticas y
valoraciones, y que el género es una estructura estructurada que avala de manera
individual y colectiva una serie de valoraciones y expectativas .
La historiadora Joan Scott plantea diferentes dimensiones para abordar
metodológicamente los estudios de género en tanto relaciones de poder, para esta
ponencia me parecen pertinentes dos de ellas: la dimensión simbólica que evoca
representaciones múltiples, o sea mitos construidos socialmente y la dimensión
normativa que representa las interpretaciones de los significados de los símbolos
expresados en doctrinas religiosas, educativas, científicas, legales y políticas que
a su vez afirman el significado de varón y mujer, de masculino y femenino.
III. Podría definir símbolo como una realidad material que indica otra cosa, son
designadores de valores, influidos de significados por la cultura. Eco manifiesta
que los ritos, las instituciones, las relaciones sociales, las costumbres son formas
simbólicas o están construidas por signos que actúan como fuerzas sociales. Con
esta definición llego a la parte de la exposición donde asumo el reto de identificar
e interpretar algunos símbolos que reproducen y mantienen la ideología patriarcal,
sabiendo que esto da para un análisis mucho más profundo e interesante, advierto
que no pretende ser ni determinante ni excluyente.
He dividido estos símbolos en cuatro grupos, Cuerpo, Tradiciones,
Mercado/publicidad y Cultura Popular, pero por un asunto de tiempo, asumiré los
tres primeros.
Cuerpo: El cuerpo de las mujeres resulta ya ser un símbolo y tener una
significancia dentro de la ideología patriarcal. Como señala Nancy Piedra Guillén
“el cuerpo de la mujer expresa las formas de sujeción, de utilización y
representación del imaginario colectivo. Remite a esclarecer como en el cuerpo
están presentes también las formas de control y regulación social”. En esta
ocasión me detendré en dos símbolos: los senos y la virginidad.
● Los senos o tetas: Teta es definida por la RAE como “cada uno de los
órganos glandulosos y salientes que los mamíferos tienen en número par y
sirven en las hembras para la secreción de la leche”. Si bien esa es una
definición funcional y se supone que todas las personas pasamos por un
momento de lactancia. Pareciera que lo fundamental de las tetas, más que la
alimentación de la cría humana, que incluso es tachada de vergonzosa, es su
valor comercial, que es el marco en que la ideología patriarcal permite su
exhibición. Pero que no se confunda esta licencia con libertad, pues, sin
disimulo está ligada al consumo de una estética erótica tipo carnicería, a la
que se le añade en letra pequeña que esta conveniente emancipación, es
únicamente para la persuasión comercial ya que su libre exhibición es
restringida por su potencial uso como herramienta de protesta y en este caso
serán condenadas por la vergüenza, tachadas como cosas, como
provocadoras o explícitamente reprimidas.
● La virginidad: Dentro de nuestra ADN cultural se encuentra aquel
cromosoma judeocristiano que postula el paradigma de la buena mujer. Si
bien la “virgen María” es la única que concilia la dicotomía virginidad-
maternidad y no todas las personas se suscriben a la religión católica. Es
visible el hecho de que cuando una mujer no ha explorado su sexualidad, se
mantiene “señorita” eso pareciera darle una plus cuantía. Históricamente el
honor de la familia radicaba en que sus niñas llegaran a ser buenas
mujercitas, es decir que fuesen vírgenes. Hasta la actualidad las agresiones
sexuales y las violaciones afectan la valoración social de la víctima y no así
del agresor. Hoy con el bombardeo que se hace en la hipersexualización de la
mujer, no cambia, al final cualquier fiera tendría que poder ser domada y
llevada a la vida que “realmente” desea, se nutre el imaginario colectivo de
historias o canciones. Aunque el siglo XXI ostenta la liberación sexual de la
mujer, es mejor visto siempre y cuando esta esté en una pantalla, la que lo
asume en su vida privada o pública no se libra del estigma.
Tradición: es definida como “cada uno de aquellos acuerdos que
una comunidad considera dignos de constituirse como una parte integral de
sus usos y costumbres. La tradición suele versar genéricamente sobre
el conocimiento y también sobre principios o fundamentos socio-culturales
selectos, que por considerarlos especialmente valiosos o acertados se pretende
se extiendan al común, así unas generaciones los transmitirán a las siguientes a
fin de que se conserven y perduren, se consolide” Dentro de lo que son las
tradiciones anoto dos símbolos.
● Eva: La primera mujer para nuestra herencia juedocristiana, simboliza el
mal sobre la tierra, la desobediencia y la tontería, es condenada al
sometimiento, a parir con dolor y a estar agradecida porque no la prendió
Adán en fuego, por provocar la expulsión del paraíso. Personas cristianas
practicantes o no, recurren a estén incidente mitológico para respaldar la
desigualdad social, es decir “se lo buscaron”. Recuerdo haber escuchado
cuando niña que las mujeres no podían subirse al altar porque estaban
propensas a ser manipuladas por el demonio; ahora escucho que el feminismo
es contra natura porque por Eva, dios nos ordena ser gobernadas. Eva es la
mujer tonta, que tienes que ser tutelada, la idea una y otra vez reproducida.
● Roles de género: La feminidad y la masculinidad son símbolos
construidos por el patriarcado, reproducido por las tradiciones para sostener
un sistema social intrínsecamente desigual. El rol asignado para la mujer,
tradicionalmente se encargaba de excluirlas de la vida pública, insuflándola de
sueños y ambiciones reducidos al “buen matrimonio” y a la maternidad.
Mercado/publicidad así como se aprovecha de la exhibición restringida de los
cuerpos de las mujeres, es otro aparato para la reproducción de la ideología
patriarcal, la publicidad es su gran herramienta. He asumido como símbolos de
este los juguetes y el ideal físico.
● Los juguetes: La diferencia que existe entre los juguetes que son para
niñas y niños radica fundamentalmente en que los niños juegan a ser héroes,
mientras las niñas juegan a trabajar como mamá, a cuidar bebés que orinan,
lloran y defecan; a cocinar, fregar, planchar y así. Luego escuchamos del
instinto maternal y obvio que se genera si de niña juegas a que los disfrutas.
● Ideal físico: La cosificación histórica de las mujeres las colocó como
figuras ornamentales, graciosas, sonrientes y bellas. No habría ganancia
comercial, si las mujeres se sintieran cómodas y hermosas con sus cuerpos
cualquier mañana. Así que el constante bombardeo de una noción de belleza
que se basa en el desprecio y rechazo de la multiplicidad de formas y colores,
no es solo fuente de angustias y menosprecios, el imperativo SE BELLA es el
eufemismo de “no seas tú”. No hay nada de malo en nosotras, pero si nos
esforzamos, también podremos se queridas. Siempre es mejor si
adelgazamos, nos aclaramos, nos apretamos, nos añadimos, nos estiramos,
recortamos y así, porque siendo mujer, siempre hay algo que mejorar, una y
más formas de parecer bonita, agradable y llegar a ser amada.
Estos son algunos de los símbolos que he identificado, lo cierto es que el
identificar los cimientos de la ideología patriarcal es parte de un proceso para
desmontar los consolidados patrones de conducta que menoscaban a gran parte
de la población, las mujeres. En el discurso de poder hegemónico están presentes
los símbolos, las prácticas para reforzar la verdad de quienes controlan y tienen
poder.
Este trabajo cobra sentido porque es tarea feminista refundar y revolucionar,
instituir nuevas tradiciones, rescatar la resistencia como un aspecto más de las
relaciones de poder y cómo una forma de manifestación social y política, además
de propiciar leyes que sean congruentes con lo que asumo que es el más
atendible predicado del ser humano: ser más. Lo antes dicho me lleva
inevitablemente a un lugar común, no hay un feminismo apolítico, pues si es
indiferente con la valía de una sociedad de llegada, si no tiene “ventanas utópicas”
se convierte en un instrumento arrojadizo que ha de utilizar el dominio patriarcal
para sosegar las voces de denuncia y validar el sistema de inequidad; pero en la
medida que sea congruente con un pensamiento crítico y propositivo, que
cuestione lo dado, lo establecido, rechazando los fundamentos seudouniversales,
e ideológicos, el feminismo se hace compatible con los movimientos y esfuerzos
políticos que aspiran a construir relaciones de equidad y simetría entre los
géneros, las clases y los pueblos.

BIBLIOGRAFÍA:

ASOCIADAS por lo justo (JASS). Diccionario de la transgresión feminista.


Washington, DC: JASS, 2012

FIGES, Eva. Actitudes Patriarcales: Las mujeres en la sociedad. España, Alianza


Editorial. 1972

GALBRAITH, John Kenneth. La anatomía del poder. España. Plaza y Janes


editores. 1985

JENSEN, Klaus Bruhn. La semiótica social de la comunicación de masas. España.


Bosch Casa Editorial. 1997

PIEDRA, Guillén, Nancy. Relaciones de poder: leyendo a foucault Desde la


perspectiva de género: Revista de Ciencias Sociales. Costa Rica. 2004, 123-141.

SCOTT, Joan. “El género: una categoría útil para el análisis histórico”. En: Historia
y género, las mujeres en Europa. España, Instituto de Estudios e
Investigaciones.1990

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