Está en la página 1de 8

Patriarcado

Ir a la navegaciónIr a la búsqueda

En este artículo se detectaron varios problemas. Por favor, edítalo para mejorarlo:
Necesita referencias adicionales para su verificación.
Existen dudas o desacuerdos sobre la exactitud de su redacción. Por favor, debate
este problema en la página de discusión.
Este aviso fue puesto el 15 de marzo de 2015.
Para el grupo de diócesis bajo un patriarca, véase patriarcado (iglesia).

Cineastas femeninas protestan por la brecha salarial y otras desigualdades en la


industria del cine, durante el Festival de Cannes de 2018.

El patriarcado está ligado a la religión cristiana,12 ejemplo de religión


fuertemente patriarcal. En la imagen, el Concilio Vaticano II (1959), uno de los
eventos más importantes del siglo XX, con 2450 sacerdotes asistentes pero ni una
mujer.3nota 1

Manifestación por los derechos de las mujeres en la Plaça Sant Jaume de Barcelona
(2019)
Se denomina patriarcado a toda forma de organización social cuya autoridad se
reserva exclusivamente al hombre o sexo masculino. En una estructura social
patriarcal, la mujer no asume liderazgo político, ni autoridad moral, ni privilegio
social ni control sobre la propiedad. Deriva del término «patriarca»,4 que ya desde
la antigüedad europea se entiende como un jefe varón de una familia o comunidad. Su
opuesto lingüístico es «matriarcado». Las sociedades patriarcales generalmente son
también patrilineales. El concepto puede asociarse a todas las organizaciones
sociales, políticas, económicas y religiosas en las que existe un desequilibrio de
poder entre hombres y mujeres, en favor de los primeros.5

Esta idea de dominio y liderazgo por parte de los hombres ha implantado,


simultáneamente, un orden simbólico mediante los mitos y la religión, que
reproducirán aquella superioridad como única estructura posible.6

El término ha ido ampliando su significado con el transcurso del tiempo.


Especialmente desde fines del siglo XX, a partir de las teorías feministas surgidas
en Occidente en la década de 1970.

Al igual que muchos otros conceptos correspondientes a las ciencias sociales, no


tiene una definición precisa con la que generalmente todo el mundo esté de
acuerdo.7

En el feminismo radical, el término patriarcado es utilizado para describir un


sistema de opresión en el que el que los varones se sitúan como la parte opresora y
las mujeres como la parte oprimida.8

Antes de los años setenta, se hacía referencia a estas ideas alusivas a la


dominación a través de expresiones como “subordinación” o “sujeción” de las
mujeres, o también de “condición femenina".7

Índice
1 Etimología, otros usos y palabras relacionadas
2 Características en la sociedad occidental contemporánea
3 Patriarcado según autoras
4 Historia del patriarcado
4.1 Prehistoria y origen del patriarcado
4.1.1 La Monogamia y la división sexual del trabajo
4.1.2 El descubrimiento de la paternidad
4.1.3 El origen del patriarcado
4.2 Antigüedad en Occidente y Oriente Medio
5 Historia de las ideas sobre la mujer
5.1 Antigüedad europea
5.2 Edad Media europea
6 El patriarcado y los varones
7 Nuevas ideas. «Neopatriarcalismo», «Neomachismo»
8 Véase también
9 Notas
10 Referencias
11 Bibliografía
Etimología, otros usos y palabras relacionadas
La palabra «patriarca» proviene de las palabras griegas ἄρχειν árchein, que
significa mandar, y πατήρ patḗr, que significa padre. En su sentido literal, el
patriarcado es la autoridad del padre.7

Fueron patriarcas los jefes de las primeras familias hebreas. Luego pasó a ser el
nombre de una jerarquía eclesiástica de la iglesia cristiana primitiva. Varias
iglesias cristianas modernas siguen usando la palabra patriarcado para designar un
grupo de diócesis.[cita requerida]

En la antropología de la organización social se suelen considerar tres criterios:


la filiación ―relacionada con la descendencia―, la autoridad y el patrón de
residencia posnupcial. La filiación unilineal puede ser patrilineal o matrilineal,
la autoridad puede ser patriarcal o matriarcal y la residencia postmarital puede
ser patrilocal o matrilocal. Estos conceptos teóricamente pueden combinarse de
diversas manera (por ejemplo, una sociedad puede ser matrilineal y al mismo tiempo
patrilocal, etc.). Sin embargo, en la pràctica, la documentación existente sobre
sociedades humanas muestra que algunas combinaciones son mucho menos frecuentes que
otras, en concreto no se conoce ningún ejemplo documentado de un genuino
matriarcado.9

Uno de los objetivos principales de parte del movimiento feminista es terminar con
la asimetría de poder entre hombres y mujeres en sus múltiples formas. El
patriarcado, en este marco, es entendido como el sistema contra el que hay que
luchar. Para la definición feminista, padre o marido son lo mismo.7

Para el feminismo, en una sociedad completamente democrática no puede haber un sexo


superior al otro, legitimado y promovido por los propios Estados en leyes que, por
ejemplo, obligan a la mujer a adquirir el apellido del marido cambiando su nombre
en todos los aspectos legales. Este hecho es justificado como un resto atávico de
las sociedades patriarcales, pero que provoca un abandono de la identidad de las
mujeres en la actualidad, donde ya ha adquirido formalmente todos los derechos
correspondientes a cualquier ciudadano.[cita requerida]

Se cuestiona de este vocablo su pretenciosa ambición de comprenderlo todo,


resultando demasiado general. A menudo se objeta su intención universalizadora.7

Tanto hombres como mujeres de diversas opiniones políticas sostienen que el


sometimiento de la mujer es una consecuencia directa del capitalismo. Las
militantes integrantes de ciertos sectores del movimiento feminista se enfrentan
fuertemente a esta visión. Muchas feministas separan los conceptos de capitalismo y
patriarcado, mientras otras tantas consideran que la lucha no debe ser autónoma
sino adherida a consignas anticapitalistas. Estos debates pierden intensidad al
comienzo de 1980. Sin embargo, la discusión teórica permanece hasta nuestros días.7

Características en la sociedad occidental contemporánea


Las maneras en que el patriarcado podría manifestarse son distintas para las
diversas sociedades, y han cambiado a lo largo de la historia. Algunos autores
resumen las características con las que se presentan en la actualidad para las
sociedades europeas ―se toman ejemplos de España a comienzos del siglo XXI―.
Algunas de ellas son:

Falta de autonomía económica: por falta de ingresos o ingresos bajos por trabajos
precarios, inestables o de tiempo parcial.
División sexual del trabajo: las mujeres cargan con todo o a mayor parte del
trabajo no remunerado (trabajo doméstico y cuidado de personas).
Preponderancia masculina en el trabajo: para las mujeres se reservan los puestos de
«bajo perfil» o de «perfil asistencial». Los salarios de las mujeres son más bajos
y ellas ocupan la mayoría de los contratos de trabajo parcial.
Expectativas del mundo laboral: muchos asumen que, entre los trabajadores, los
varones tendrán una disponibilidad hacia el trabajo diferente a la de las mujeres,
quienes presumiblemente tendrán mayor preferencia por encargarse de sus hijos y su
hogar que sus parejas masculinas.
El «techo de cristal», entendido como un conjunto de prácticas socialmente
incorporadas que reproducen la situación de discriminación de la mujer en todos los
espacios. Este entramado nos hace imposible acceder a la igualdad pues configura un
muro implícito e indeterminado para alcanzarla.10 Aun cuando algunas mujeres logren
ascender a altas jerarquías, en general quedan a un paso de los verdaderos puestos
de decisión. Las que consiguen superar ese techo son la minoría.11
Violencia doméstica, acoso sexual y violación: a pesar de la igualdad jurídica de
las mujeres en muchos países, siguen existiendo numerosos casos de violencia
doméstica, acoso sexual y violación. Algunos de estos actos cuentan con apologías y
justificaciones, e incluso han existido actuaciones de tribunales que encuentran
atenuantes en supuestas provocaciones por parte de la víctima.12
La sexualidad: escaso respeto de los derechos sexuales y reproductivos de las
mujeres.13
Patriarcado según autoras
Una definición completa del término que integra distintas corrientes del feminismo
fue elaborada por Marta Fontenla:

El patriarcado puede definirse como un sistema de relaciones sociales sexo–


políticas basadas en diferentes instituciones públicas y privadas y en la
solidaridad interclases e intragénero instaurado por los varones, quienes como
grupo social y en forma individual y colectiva, oprimen a las mujeres también en
forma individual y colectiva y se apropian de su fuerza productiva y reproductiva,
de sus cuerpos y sus productos, ya sea con medios pacíficos o mediante el uso de la
violencia.
Marta Fontenla
En su artículo, Fontenla repasa los aportes que utilizó para su definición:

Cuando dice que son relaciones «sexuales y políticas», está refriéndose a los
postulados del feminismo radical establecidos por Kate Millett, según la cual las
relaciones sexuales son relaciones políticas, a través de las cuales los varones
dominan a las mujeres.

Cuando dice que «están basadas en diferentes instituciones públicas y privadas», se


refiere a la familia, dado que Gerda Lerner habla del dominio masculino sobre las
mujeres y niños/niñas de la familia y la ampliación de ese dominio sobre las
mujeres en la sociedad en general. Otra de estas Instituciones opresoras es el
Estado, ya que, en su formación, este recibe, de manos del padre el poder sobre los
demás miembros de su familia. A partir de ahora el Estado garantiza, principalmente
a través de la ley y la economía, la sujeción de las mujeres al padre, al marido y
a los varones en general, impidiendo su constitución como sujetos políticos.
También se refiere al feminismo marxista de Heidi Hartmann, cuando dice que el
patriarcado no descansa solo en la familia, sino en todas las estructuras que
posibilitan control sobre la fuerza de trabajo de las mujeres.
Cuando habla de la «solidaridad interclases e intragénero instaurado por los
varones», hace referencia a Celia Amorós, quien habla de una fratría ―hermandad―
entre varones que tiene lugar en la constitución del patriarcado moderno. También
se refiere a Heidi Hartmann, quien dice que los varones crean o establecen
interdependencia y solidaridad entre ellos, lo que los capacita para dominar a las
mujeres.

Cuando habla de la «apropiación de la fuerza reproductiva de las mujeres» se


refiere a los postulados del feminismo radical. Es el feminismo materialista el que
integra la fuerza productiva a la reproductiva y los productos al cuerpo de las
mujeres. Como parte de esta corriente, Lidia Falcón considera a las mujeres como
clase social y econòmica, y es el padre y/o el marido en favor de quien se produce
la apropiación. Según Christine Delphy, además, existe una relación de producción
entre marido y mujer en la familia nuclear moderna, que identifica como la relación
entre en un jefe y una subordinada. Esta subordinación tiene lugar porque la
producción del jefe integra el circuito mercantil, mientras que la de la
subordinada no lo hace, motivo por el que se invisibiliza.

Además se pueden incluir algunas características del patriarcado:

Está compuesto de usos, costumbres, tradiciones, normas familiares, hábitos


sociales, ideas, prejuicios, símbolos, e incluso leyes cuya enseñanza-aprendizaje
asegura su transmisión de generación en generación.14
Define los roles o estereotipos sexuales y por el mecanismo de la ideología, los
hace aparecer como naturales y universales.15El conjunto de la sociedad patriarcal
es responsable de ser la gran heterodesignadora, por lo que el problema es de
carácter estructural y holístico.16
Las mujeres están expuestas a distintos grados y tipos de opresión patriarcal,
algunas comunes a todas y otras no.17
Fue la primera estructura de dominación y subordinación de la historia, y aún hoy
sigue siendo un sistema básico de la dominación: el más poderoso y duradero de
desigualdad y el que menos se percibe como tal.18
Historia del patriarcado
En esta sección se describen las distintas formas en que se ha expresado el
patriarcado a través del tiempo y las sociedades. Se hace notar que la historia de
las mujeres es más amplia e incluye mujeres destacadas, así como sociedades y
épocas en que contaron con mejor posición.[cita requerida]

Prehistoria y origen del patriarcado


La Monogamia y la división sexual del trabajo
Las sociedades tradicionales preestatales estudiadas por los antropólogos durante
los siglos XIX y XX, muestran gran igualdad social entre individuos de una misma
comunidad debido a la ausencia de grandes excedentes de producción y la
imposibilidad de acumular riqueza (por esa razón la concepción de propiedad privada
moderna está ausente en estas sociedades). Aun así, en casi todas ellas se aprecia
división del trabajo por sexos. Siendo la caza, en particular, practicada en mayor
medida por los hombres, y dedicándose las mujeres más intesivamente a la
recolección. Aun así, en la repartición de alimentos existe mucha equidad pese a
haber división del trabajo.19Se ha discutido hasta qué punto las sociedades
preestatales tradicionales (tanto americanas, africanas, asiáticas como oceánicas,
que generalmente ocupan regiones periféricas) habrían sido representativas de las
sociedades paleolíticas. Si bien la mayor parte de antropólogos acepta que el nivel
de complejidad de las sociedades paleolíticas y su organización podrían compartir
muchos rasgos con las sociedades preestatales documentadas posteriormente, también
coinciden en que se debe ser cauteloso a la hora de extrapolar hechos, debido a las
diferencias en las condiciones ecológicas y materiales.

La mayor parte de las sociedades preestatales documentadas por antropólogos y


exploradores consiste en una comunidad de centenares o miles de individuos con una
jerarquía mínima, en donde destaca más el concepto de espiritualidad comunitaria
que de poder temporal individual o autoritario sobre los demás. Al ser una sociedad
de autosuficiencia, el objetivo principal era la alimentación, la procreación y la
seguridad de la integridad de todos. Esta autoprotección de la comunidad ha sido
uno de los principales hechos que propiciaron la calidad de vida y por tanto, la
evolución de la especie. Los miembros de comunidades fragmentadas morían pronto y
el hecho de estar aislados provocaba que no pudieran llegar a reproducirse, por
tanto los miembros aislados no tenían descendencia y no sirvieron para la
continuidad de la especie. Por este motivo muchos primates evolucionaron hasta
convertirse en especies altamente sociales.

Como se ha dicho, dentro de la comunidad sí existía una repartición del trabajo.


Las mujeres se dedicaban más a permanecer en la casa, y practicaban la recolección
no solo de vegetales sino también de invertebrados y vertebrados pequeños, por su
aporte de proteína y grasa. Los machos se dedicaban a la recolección de carne
cazando, aunque al principio eran más bien carroñeros y salían al exterior
mayormente en busca de alimento. Dicha separación del trabajo se produjo por el
papel primordial que la evolución le otorgó a las hembras, ya que mientras ellas
cuidaban, organizaban y decidían sobre la vida de los menores cuando estos no
estaban, los demás machos ya adultos eran llamados por las mujeres a emplear su
tiempo en otras tareas, las cuales siempre tuvieron el fin de la supervivencia de
todos los miembros. El sentido de «cabeza» de familia tampoco existía y de la
educación de los miembros menores eran encargados todos los miembros de la
comunidad. Los linajes de sangre eran apenas valorados. No había familias de pocos
miembros, ni emparejamientos a largo plazo, ni redistribución de recursos en virtud
de un «contrato sexual» entre machos y hembras. No había rivalidad despiadada entre
machos infanticidas, propia del chimpancé común. El término sociológico empleado
frecuentemente es «macho alfa», sin embargo es un concepto moderno e inexistente en
la evolución de la sociabilización del chimpancé, y por tanto, no heredada por los
seres humanos en ninguna etapa. La evolución humana sucedió gracias al desarrollo
intelectual y a las motivaciones por conocer, construir, crear, etc, que esto
conlleva. Cabe tener en cuenta que los conceptos de evolución y mantenimiento de
tradiciones acérrimas son contradictorios. Por tanto, todos los medios que
cualquier miembro de la comunidad conseguía eran repartidos entre los demás con el
fin de mantener siempre a tantos miembros vivos como fuera posible. En una fase
evolutiva en la que el rendimiento de la caza todavía era modesto, la monogamia aún
no había sido inventada, ya que el chimpancé, como buen ser curioso, siempre ha
sido abierto a mantener relaciones sexuales con todos los miembros de la comunidad,
tanto hembras como varones, y también, tanto en épocas de apareamiento como por
placer, además de practicar la plurisexualidad. Esta etapa fue considerada la más
larga.[cita requerida]

Poco a poco, los ancestros se convirtieron en cazadores de alto rendimiento. La


comunidad adquiría, gracias a la carne, la importancia de las proteínas para el
desarrollo del cerebro. Esto, entre otros aspectos, fue propiciado por la
evolución. Por eso, el papel del hombre tomó más importancia que antes, aunque la
educación y formación continuó siendo responsabilidad de toda la comunidad, y en
ningún momento esto les otorgó grandes privilegios, ya que la procreación y la
crianza de los miembros menores continuaba siendo de la mujer, algo que era visto
como un signo de superioridad.[cita requerida]

Pero la situación cambió con el desarrollo muscular mayor en los hombres, que
comenzaron a interesarse por tener un papel igual de relevante que el de las
mujeres en las decisiones sociales. Por ese motivo, vieron una posibilidad
interesante en la permanencia al lado de la mujer para, de esta forma, participar y
contribuir de la misma manera en la organización social. Dicha fuerza fue empleada
por los hombres en un principio para mejor transporte de los materiales o piezas de
caza. No obstante, esto derivó poco a poco en la utilización de la violencia y de
la agresividad en todos los aspectos de la vida. Esto justificaría porqué el
cerebro de los hombres invierte más en reacciones físicas. Es un resto de la
evolución humana, como por ejemplo, el apéndice. En algún momento tuvo su utilidad
pero ya no es funcional para ningún fin actualmente. Sin embargo, la imposición de
la fuerza fue lo que provocó una amenaza para las mujeres, quienes se vieron
obligadas a permitir a los hombres participar en las decisiones que implicaban al
grupo. La fuerza física permaneció como una característica plenamente masculina, al
igual que la procreación es femenina. Esto provocó la reafirmación entre ellos por
reforzar su propia potencia como seres fuertes.

El resultado de este proceso evolutivo habría sido la organización de la comunidad


en familias nucleares monógamas. Así, hace 2 millones de años, cuando el género
humano se expandió junto a las praderas y colonizó Eurasia, ya había desarrollado
pautas de conducta universales, como el vínculo de pareja duradero, los celos y la
división sexual del trabajo dentro de la familia nuclear monógama.

Esta división sexual del trabajo primitivo se explica en el hecho de que la caza es
una actividad que necesita esfuerzos violentos e implica riesgo para la integridad
física, algo poco recomendable para mujeres embarazadas o con hijos lactantes. La
caza también podría haber tenido cierta función militar: mantener grupos de varones
entrenados y vigilando los territorios de posibles grupos rivales, un fenómeno que
también se encuentra en el antecedente chimpancé, cuyas únicas divisiones del
trabajo se centran en encomendar a los varones a cuidar del territorio ocupado y a
las hembras a formar a las crías.

La recolección de las mujeres servía como seguro de alimentación de los varones


también los días en que la caza era infructuosa, algo que para la caza mayor no es
infrecuente. Los varones pudieron especializarse en cazar presas cada vez más
grandes cuya caza podía compensar la incertidumbre de su captura, porque contaban
con el alimento diario que proveían las mujeres. Este esquema le permitía a la
especie explotar eficientemente un amplio abanico de recursos. Así, tenemos un
escenario de división sexual del trabajo pero dependencia económica mutua.20

El descubrimiento de la paternidad
Artículo principal: Paternidad
La antropología ha revelado que la conexión entre sexo y procreación no estaba
clara en ciertas sociedades, por lo que se admite que en las primeras culturas
humanas esta conexión pasó inicialmente inadvertida. Sin embargo, en la mayoría de
sociedades de cazadores-recolectores, el vínculo era conocido. El conocimiento
culturalmente añadido de la conexión entre sexo y procreación habría estado
relacionado con el concepto socialmente construido de adulterio. Este
descubrimiento constituye un hito importante, porque en ninguna otra especie la
actividad sexual estaba tan desconectada del acto generativo en sí. Este
descubrimiento originó la subordinación forzosa de los intereses reproductivos
femeninos a los masculinos.[cita requerida] En cualquier caso, esta constatación
tuvo que trastornar profundamente las relaciones naturales entre los sexos. Se
convirtió en una amenaza a ojos de las mujeres, para las que el sexo quedó asociado
a las penalidades de un embarazo prolongado y un parto difícil y doloroso que,
además, era una causa significativa de mortalidad femenina. Para los varones, en
cambio, trajo consigo la conciencia de la paternidad. Ahora cada neonato tenía un
padre. Si bien ya había un lazo instintivo entre los hombres y los hijos de sus
compañeras, ahora el conocimiento consciente del parentesco paternofilial le dio
sentido y contribuyó a intensificarlo. También contribuyó a exacerbar los celos y
la fobia al adulterio.20

El origen del patriarcado


La contribución femenina a la subsistencia en las sociedades protoagrícolas habría
continuado siendo lo bastante importante para que las mujeres conservaran cierto
poder económico limitador del dominio masculino. Pero la degradación de la
condición femenina iba a acentuarse con el desarrollo de sociedades agrícolas
sedentarias. La horticultura y la ganadería itinerantes no supusieron el fin del
modo de vida nómada, porque la comunidad debía trasladarse a un nuevo emplazamiento
cada vez que se agotaba la fertilidad del suelo, lo que obligaba a espaciar los
embarazos (a base de prolongar la lactancia) para no cargar con más de una criatura
incapaz de seguir la marcha del grupo. Esta limitación dejó de regir en los
asentamientos que prosperaron en los deltas de los ríos y otros terrenos cuya
fertilidad se renovaba por sí sola; y puesto que una población numerosa era la
mejor defensa de estas comunidades sedentarias frente a la presión de los grupos
nómadas rivales, ahora resultaba más conveniente que las mujeres se consagraran a
la maternidad intensiva y los varones trabajaran duro para mantener familias todo
lo numerosas que permitiera el potencial reproductivo femenino. La dedicación
exclusiva a la maternidad extremó la dependencia económica femenina y, con ello, el
sometimiento forzoso del sexo femenino al masculino. Las tribus con esta mentalidad
se demostraron tan competitivas y pujantes que en pocos milenios se propagaron por
todo el planeta, desplazando y arrinconando a otras etnias con tasas de natalidad
más bajas, hasta convertir el machismo exacerbado y la violencia sexual
concomitante en un rasgo casi universal del comportamiento social humano.20

Véase también: Hipótesis de los kurganes


Antigüedad en Occidente y Oriente Medio
Las culturas mediterráneas antiguas y de Oriente Medio difieren en gran medida
sobre la consideración social de la mujer.[cita requerida] Algunos autores, como
Johann Jakob Bachofen, han planteado la hipótesis de que habrían existido en esta
región sistemas de organización matrilineales.[cita requerida] En estas sociedades
matrilineales, la mujer habría tenido mucho más poder e influencia que en las
culturas tradicionalmente patrilineales.[cita requerida] El fortalecimiento de
estructuras estatales centralizadas y la consiguiente reorganización del modo de
producción hicieron que muchas sociedades matrilineales evolucionaran hacia
organización patrilineales en las que la mujer en términos generales tenía menos
poder e influencia.[cita requerida]

Historia de las ideas sobre la mujer


A lo largo de la historia, distintos pensadores y líderes elaboraron teorías para
justificar la opresión de la mujer.

Antigüedad europea
Aristóteles también mantenía la teoría del sexo único, según la cual la mujer era
un varón disminuido, imperfecto. En relación al cuerpo femenino, lo menciona como
dependiente del hombre para su salud y maltratado por su matriz, algo inacabado,
débil, frío, todo producto un defecto natural. Decía sobre ella: es como «el
defecto, la imperfección sistemática respecto a un modelo», el masculino. Con
respecto a características sociales, Aristóteles decía que en la administración
doméstica el varón tenía que mandar sobre los esclavos, los hijos y la esposa. Y
que el varón es, naturalmente, «más apto para el mando que la mujer...».21

En la Antigua Roma, se denegaba a las mujeres todo derecho emanado del


alumbramiento.22 La mujer recibió voz jurídica activa y el consecuente derecho a
participar activamente a la vida pública en tiempos del emperador Teodosio I.

Edad Media europea


En las zonas del Sur de Europa, debido a las invasiones y conquistas islámicas, la
situación de la mujer empeora, ya que en el islam una mujer vale como la cuarta
parte de un varón. Por contraste, en la Europa cristiana, debido a la antropología
equitativa propia del cristianismo, asistimos a una progresiva emancipación
femenina, así llegan haber mujeres soberanas, autoras, investigadoras e profesoras
de escuelas catedralicias. Las mujeres frecuentemente acompañan a sus maridos en
las Cruzadas, y emplean actividades como la caza. Según la nueva antropología
cristiana la mujer ya no está sujeta a su varón en lo referente a su propio cuerpo
como era en la Antigüedad Romana, si bien se mantiene, por herencia grecorromana el
dominio del varón en decisiones sobre el patrimonio. Santo Tomás de Aquino en la
Suma contra los Gentiles afirma en defensa de la monogamia que el matrimonio es una
unión basada en la amistad, y esta puede darse solamente entre iguales, y por esto
el matrimonio puede ser solamente monógamo.

El patriarcado y los varones


Artículo principal: Masculinidad
Algunos teóricos, entre los que se destacan Michael Kimmel, Robert Connel y Michael
Kaufman, también han escrito sobre el rol de los varones en el patriarcado. Los
tópicos que suelen emplearse son «masculinidad hegemónica», realzada por el
patriarcado, y «nuevas masculinidades», búsqueda de nuevas identidades asociadas a
los procesos de liberación de las mujeres.23

Nuevas ideas. «Neopatriarcalismo», «Neomachismo»


Blanca Muñoz, socióloga y profesora universitaria española, alude al término
“neopatriarcalismo”. Se refiere a él para contrastarlo con la idea del
patriarcalismo tradicional histórico, lo que define hoy en día como una etapa
primitiva de la humanidad. Agrega que en la eterna pelea de las mujeres por
intentar ser consideradas personas y no simplemente hembras se han presentado
escollos de toda clase. Entre ellos, destaca a los de carácter ideológico, por
entender que son los más difíciles de superar. Es en este contexto en el que la
autora introduce el nuevo modelo de patriarcalismo del que hablamos, al que también
denomina “neomachismo”. Este fenómeno se caracteriza por la reacción defensiva que
muestran los hombres ante el progresivo cambio del rol social y cultural de la
mujer. Los hombres, habituados a ciertos prototipos, responden irracionalmente
frente al ascenso de la mujer.24

Sin embargo, estos procesos de dominación que mencionamos se enfrentan hace ya


largo tiempo a las organizaciones de resistencia y disidencia ante el poder. El
movimiento global de mujeres cuenta con elementos teóricos fuertes para trascender
en este camino de desarmar incluso la “dominación simbólica”, es decir, el machismo
cultural que funciona como transmisor de la enfermedad e impacta en los diferentes
tipos de dominación.

Esta clase de subordinación, la simbólica, es compleja, pues tiene un pilar en lo


más profundo de nuestro inconsciente, ya que a lo largo de la vida de todas las
personas se han introducido esos mecanismos, consiguiendo que sean asumidos con
naturalidad. Así, esta dominación que oprime a las mujeres se evidencia tanto en
los cánones estéticos como en el hábito-manía de muchas de ellas por limpiar, en el
espíritu de entrega desmedida que frecuentemente las caracteriza, como en el
interés extremo por agradar a los demás. Vencer esta dominación simbólica liberará
a las mujeres y las empoderará, brindándoles autoridad personal.25

Llegados a este punto, es posible concluir, tal como hacen los estudios feministas
que indagan acerca de la compleja noción de patriarcado, que al verificarse que se
trata de una construcción histórica y social, es posible modificarlo por un modelo
social justo e igualitario.26

Toda posición de poder implica, constantemente, la posibilidad de ser derrocado. Es


por eso que la pelea por preservar el lugar de privilegio y aquella lucha por
alcanzarlo se perpetuarán.27

El machismo, en todas sus variantes, necesita rechazar el feminismo, pues de lo


contrario, si lo toma como un movimiento legítimo que tiende a la justicia social,
debería reconocerse a sí mismo como el causante de la injusticia.28

También podría gustarte