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INFORME

La Sala de lo Militar del Tribunal Supremo (por acuerdo mayoritario) eleva al Gobierno de la
Nación en relación con la solicitud de indulto a favor de Don Antonio Tejero Molina dirigida a
S.M. el Rey por la Archicofradía de la Celeste, Real y Militar Orden de Nuestra Señora de la
Merced.

I: Datos de hecho que se consideran de relevancia para la fundamentación de este informe

A) La Archicofradía de la Celeste, Real y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced


mediante escrito de 10 de noviembre de 1992 dirigida a S.M. el Rey, formula petición de
indulto referente al penado en la causa número 2/81 del Consejo Supremo de Justicia
Militar, Don Antonio Tejero Molina, habiendo este manifestado expresamente que dicha
Cofradía sí actúa en su nombre en la petición de solicitud de indulto.

B) Antonio Tejero Molina, siendo Teniente Coronel de la Guardia Civil fue condenado por la
Sala Segunda del Tribunal Supremo en sentencia dictada el 22 de abril de 1983, tras haber
casado la anteriormente pronunciada por el Consejo Supremo de Justicia Militar en la causa
2/81, como autor responsable de un delito de rebelión previsto y penado en los artículos 286
y 287 del Código de Justicia Militar, a la pena de 32 años de reclusión con los accesorios de
pérdida de empleo e inhabilitación durante el tiempo de la condena. En dicha sentencia le
fue apreciada a Don Antonio Tejero Molina la circunstancia agravante de reincidencia del nº
15 del artículo 180 del Código de Justicia Militar, al haber sido condenado por sentencia del
Consejo Superior de Justicia Militar de 2 de julio de 1980, confirmatoria de la dictada por el
Consejo de Guerra de Oficiales Generales, a la pena de siete meses de prisión por un delito
de conspiración y proposición de la rebelión del artículo 291 en relación con el 286, del
Código de Justicia Militar.

C) En el fallo de la sentencia condenatoria “in fine”, la Sala Segunda expresa lo siguiente:


“Si el Consejo Supremo de Justicia Militar persiste en su propósito, anunciado en su
sentencia, de dirigirse al Gobierno para que se ejercite el derecho de gracia respecto al
Teniente General Milans y al Teniente Coronel Tejero, deberá hacerlo extensivo, para evitar
agravio comparativo, al General Armada”.

D) Don Antonio Tejero Molina tiene 61 años de edad y es de estado casado. No hay
constancia de que haya ejercido otra profesión u oficio que la propia de su pertenencia al
Cuerpo de la Guardia Civil, sin que conste los medios de fortuna que pueda tener.

E) Según informa la Dirección de la Prisión donde el interesado extingue condena, éste ha


observado buena conducta; ampliando su informe a requerimiento de esta Sala, en el
sentido de que “no se han observado pruebas de arrepentimiento en relación con el delito
por el que fue condenado ni consta haya manifestado explícitamente actitud de respeto al
orden constitucional”.

F) De la hoja histórico-penal se desprende que ha sido frecuente y periódico donador de


sangre, beneficiándose de la consiguiente redención de penas.
Habiéndose formulado por la Junta Calificadora del Establecimiento Penitenciario de Alcalá
de Henares propuesta de redención de penas a favor de Don Antonio Tejero Molina por
producciones artísticas, en relación con la obra pictórica de trescientos lienzos, por el
correspondiente Juzgado de Vigilancia Penitenciaria (Juzgado Militar Territorial número 11)
se dictó auto en 10 de marzo de 1992 acordando el abono a dicho penado de cuatro años
de redención, resolución que fue recurrida por el Ministerio Fiscal fue revocada por Auto de
esta Sala el 9 de abril del mismo año, denegando y dejando sin efecto los expresados
beneficios de redención de penas que concedía el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria.

G) Mediante escrito de 17 de junio del año en curso Don Antonio Tejero Molina se dirigió al
Director de la Prisión Militar en que se encuentra, en súplica de ser pasado a tercer grado
en régimen abierto, siéndole denegada la petición por considerar dicha Dirección la
imposibilidad de acceder a ella en la atención de lo que preceptúa la Disposición Adicional
Cuarta del Reglamento de Establecimientos Penitenciarios Militares al no concurrir la
circunstancia de tener cumplida la mitad de su condena efectiva. Formulado el oportuno
recurso por el peticionario, el Juzgado de Vigilancia competente dictó Auto de 22 de julio de
1993 confirmatorio del acuerdo del Director del Establecimiento. Contra dicho Auto impuso
el interesado recurso de apelación ante esta Sala, la que dictó el Auto del pasado día tres
de septiembre, estimando parcialmente el recurso y anulando el Auto recurrido, declarando
nulo y sin efecto alguno el acuerdo por el que el Coronel Director de Establecimiento
Penitenciario en que se encuentra, declarando expresamente el derecho que existe al
recurrente para que se le aplique el régimen penitenciario, que con carácter general es
aplicable a los condenados que cumplen sus penas en los establecimientos penitenciarios
militares.

H) No parece existen motivos para suponer que una eventual concesión del indulto a Don
Antonio Tejero Molina pudiera perjudicar a terceros. No hay parte ofendida.

I) Desde el día 24 de febrero de 1981 hasta la fecha de la firma de la sentencia


condenatoria de la causa 2/81, Don Antonio Tejero Molina estuvo en situación de prisión
preventiva, continuando el cumplimiento de la pena de reclusión, en cuya situación se halla
en la actualidad.

J) De todos los que fueron condenados en la misma causa, como responsables del delito de
rebelión militar, Don Antonio Tejero Molina es el único que continúa cumpliendo condena
privativa de libertad.

K) El Excmo. Sr. Fiscal Togado en su preceptivo informe muestra su opinión desfavorable a


la concesión del indulto tanto por ser inviable en este caso por tratarse de un reincidente en
el mismo tipo delictivo de la rebelión, como en todo caso por no recurrir los requisitos de
utilidad pública, justicia y equidad.

II: Consideraciones sobre las razones que pudieran justificar o aconsejar la concesión del
indulto

Primero: El ejercicio de la gracia del indulto viene regulado en la Ley de 18 de junio de


1870, reforzada por la Ley 1/1988 de 14 de enero. Según la exposición de motivos de
aquella, se ha querido evitar, así los males consiguientes a la facilidad exagerada e
irreflexiva en conceder las gracias de esta clase, como las consecuencias siempre
lamentables de la inflexibilidad de la sentencia ejecutoria, que por mil variadas causas
conviene en ciertos y determinados casos suavizar, a fin de que la equidad que se inspira
en la prudencia no choque nunca con el rigor característico de la justicia. Conforme a esta
filosofía, el artículo II de la Ley dispone que el indulto total se otorgará a los penados tan
solo en el caso de existir a su favor razones de justicia, equidad o utilidad pública.

Segundo: Habiendo alegado el Ministerio Fiscal la inviabilidad de petición del indulto, al


entender que no cabe en su aplicación al condenado por delito de rebelión que haya sido
reincidente, entiende la Sala que es ésta la cuestión previa que debe tratarse en el presente
informe.
Es cierto que, en líneas generales, la ley de Indultos es reacia a su aplicación favorable a
los reincidentes en la la misma clase de delitos, pero contiene, sin embargo, una prohibición
absoluta, sino limitada a la no concurrencia de circunstancias especiales (razones
suficientes de justicia, equidad o conveniencia pública, según el apartado 3º del artículo 2).
El texto vigente del artículo 3 (redactado por Ley de 1/1988) excepciona para este caso a
los penados por determinados delitos, entre ellos, los de rebelión, de acuerdo con la
Exposición de Motivos de la Ley de 1870: “Los reos de los delitos de rebelión y sedición
podrán, no obstante, ser indultados, aunque se hallaran en estas circunstancias…”.
Aún reconociendo que la reincidencia específica pueda ser un factor en este caso
desfavorable, no constituye por sí solo un elemento o factor impeditivo del indulto, sino una
circunstancia más que que habrá de ser cohonestada con todos los demás concurrentes
para que puede aconsejarse o no la conveniencia del indulto.

Tercero: Como ya ha tenido ocasión de opinar esta Sala: “Las críticas que la moderna
doctrina suele dirigir contra el uso político del indulto no pueden desvirtuar el hecho de la
ley, como visto, prevea la posibilidad de su aplicación por razones de utilidad pública, pero
si aconsejan vehemente, en opinión de este Tribunal, interpretar dicha previsión casi
exclusivamente en el sentido del denominado ejercicio “pacificador” de la clemencia,
especialmente oportuno en las etapas en que, como consecuencia de un profundo cambio
de estructuras y valores políticos, el indulto - o acaso más propiamente la amnistía- aparece
como uno de los instrumentos que pueden, bien adelantar los efectos de una necesaria
reforma de la legislación penal, bien propiciar la definitiva superación de la situación
preexistente que colectivamente se desea olvidar, bien liquidar los traumas individuales y
sociales que toda mutación lleva consigo. Por su parte, las razones de justicia susceptibles
de fundamentar la actuación de la gracia no pueden ser otras que la necesidad de remediar
los resultados objetivamente injustos a que puede conducir, en determinados casos, la
rigurosa aplicación de la ley o la de salir, excepcionalmente, al paso de resoluciones
judiciales manifiestamente erróneas y de consecuencias claramente inicuas, que ya no
pueden ser revisadas mediante los recursos establecidos por las leyes. Y la equidad, por
último, entendida como criterio de templanza y benignidad que suaviza la dureza o
severidad del “ius estrictum”, podrá servir, fundamentalmente, en el contexto vinculante que
se desprende del artículo 25.2 de la Constitución, para acortar el cumplimiento de las
penas, singularmente las privativas de libertad, que han devenido innecesarias por la
evidente corrección o reinserción del condenado, siempre que aquel efecto no pueda ser
logrado por la aplicación de las normas o instituciones individualizadoras que está dotado
en nuestro tiempo el Derecho Penitenciario”.

Cuarto: Pese a lo expuesto, cabe resaltar no obstante que, dado el tiempo transcurrido
entre la comisión del delito y del ingreso en prisión de Don Antonio Tejero Molina, la alarma
pública que aquellos hechos provocaron se haya notoriamente menguada y los efectos
ejemplarizantes e intimidatorios de la pena pueden considerarse suficientemente logrados.

Quinto: No se aprecian motivos de justicia que aboguen favorablemente la estimación del


indulto, porque la sentencia condenatoria no resulte penalmente excesiva dados los hechos
delictivos perpetrados, la participación importante que en ellos tuvo el entonces Teniente
Coronel Tejero y el mando que ejercía, así como su condición de reincidente en el mismo
tipo delictivo. No cabe, pese a ello, desconocer que el Tribunal de Instancia (Consejo
Supremo de Justicia Militar) había manifestado el propósito de proponer el Gobierno para
Don Antonio Tejero Molina y para el entonces General Milans, el ejercicio del derecho y de
gracia y que la propia Sala Segunda del Tribunal Supremo, al resolver el recurso de
casación, advierte que el Tribunal Supremo persiste en su propósito, deberá hacerlo
extensivo, para evitar agravio comparativo, al General Armada. Comparativamente en el
momento actual, pudiera tenerse en cuenta que ambos ex-Generales se hallan en situación
de libertad (por los beneficios de la libertad condicional el primero y por la gracia del indulto,
el segundo), y es solo Don Antonio Tejero Molina, de todos los condenados en la misma
causa, el que sigue sometido a un régimen severo de reclusión.

Sexto: La equidad, en estos supuestos de indulto, debe inspirarse en la necesidad de


suavizar la situación del reo para evitar dentro de la prudencia el rigor de la flexibilidad de la
sentencia ejecutoria. Para el Ministerio Fiscal, el fundamento de la equidad debe ser
descartada en quien no manifiesta, según consta de manera clara y contundente en el
expediente, indicios de arrepentimiento del delito, ni tampoco transluce su voluntad de
acatamiento a la Constitución, debiéndose entender que no ha cumplido aún la reinserción
social en que consiste la finalidad de la pena que se impuso.
Efectivamente el artículo 25 de la Ley de Indulto , al regular el contenido del informe que
debe emitir el Tribunal sentenciador, acentúa la importancia del arrepentimiento del penado,
ya que el informe deberá indicar “especialmente” las pruebas o indicios de su
arrepentimiento que se hubieran observado.
Más ello no quiere decir que esta circunstancia - de ser negativa - excluya por sí sola la
equidad de la gracia, cuando concurran otros factores que determinen la conveniencia de su
concesión.
Por otra parte, lo que figura en el expediente es el informe de la Dirección del
Establecimiento Penitenciario sobre no haber observado prueba de arrepentimiento del
penado Don Antonio Tejero Molina, ni haya manifestado explícitamente actitud de respeto al
orden Constitucional y también consta el informe de buena conducta del recluso, que
confirman las vicisitudes anotadas en su hoja histórico-penal.
Algún valor, sin embargo, habrá que dar a la manifestación expresa del interesado de que
instancia de indulto se ha formulado en su nombre implícitamente viene a asumir el
contenido del escrito como interpuesto en su nombre.
Pues bien, en el propio “súplico” de la instancia de indulto se hace constar que “la finalidad
primordial del derecho primitivo es la reinserción y recuperación del penado”, añadiendo que
se encuentra cumplida…”.
La asunción por Don Antonio Tejero Molina del escrito de la Archicofradía promovente
supone al menos algún indicio de sumisión y de petición de perdón que limita la rotundidad
con que el Ministerio Fiscal afirma la falta de arrepentimiento, como verdad absoluta e
incontrastada.
Séptimo: Sin perjuicio de considerar la gravedad del delito de que se trata, y su
trascendencia, por lo que la condena impuesta era la adecuada y justa, estima la Sala que
razones de igualdad y de equidad hacen que la clemencia propia del derecho de gracia a
atempere el rigor de la estricta aplicación de la ley penal, teniendo en cuenta las vicisitudes
de la condena sufrida por Don Antonio Tejero Molina, el tiempo, transcurrido, la aceptación
de un régimen severo en la ejecución de la pena, sin apenas haber tenido acceso a
determinados beneficios penitenciarios, según se ha expuesto respecto a la redención de
penas y aplicación del régimen de tercer grado, la buena conducta observada por el penado
durante su larga reclusión, así como el hecho de ser ya el último de los condenados en la
misma causa que continúa cumpliendo y no haber sido el de mayor empleo militar de todos
los participantes en los actos delictivos.
Razones en cierto sentido extrajurídicas de conveniencia pública pudieran también inclinar
la opinión favorable a un sentido de clemencia y probablemente se traducirá en una
aceptación social que contribuirá al olvido de unos hechos que deben ya quedarse en el
pasado. El Real Decreto ley sobre medidas de gracia de 14 de marzo de 1977, expone en
su preámbulo que la ley de indulto de 1870 establece un tratamiento diferenciado en cuanto
al posible alcance de las medidas de gracias y al procedimiento mismo para otorgar,
respecto de los determinados delitos contra la seguridad interior del Estado, reconociendo el
enfoque primordialmente político con lo que en tales caso hay que verificar la valoración de
la justicia, la equidad o conveniencia pública que orientan los criterios para otorgar la gracia.
Por todo lo expuesto, la Sala acuerda emitir el presente informe en sentido favorable a la
concesión del indulto a Don Antonio Tejero Molina del resto de la pena que le falta por
cumplir.
Madrid, 13 de septiembre de 1993
VOTO PARTICULAR
Que emite el Presidente de la Sala 5ª del Tribunal Supremo José Jiménez Villarejo en
respetuosa discrepancia con el Acuerdo adoptada por la mayoría de la misma, en relación
con el indulto solicitado en nombre de Don Antonio Tejero Molina, por estimar que el
Acuerdo, cuyos fundamentos de hecho se aceptan, ha debido ser informar
desfavorablemente al Gobierno dicho indulto, por las razones que debidamente se exponen:

1.- Deliberadamente prescinde este Magistrado del problema que puede suscitar, en
relación con la aplicabilidad del indulto a los condenados que, como el Sr. Tejero, son
reincidentes, la interpretación que ha de darse hoy a los artículos 2.5 y 3 de la Ley de 15 de
junio de 1.870 que regula todavía, en lo esencial, el ejercicio del derecho de gracia. Acepta
la hipótesis de que la condición de reincidencia del Sr. Tejero aunque obviamente no puede
dejar de ser tenida en cuenta, no constituiría un obstáculo de principio para que pudiese
beneficiarse de un indulto como el que en su nombre, se solicita.-

2.- Supuesto lo anterior, estima este Magistrado que no concurren las razones de justicia,
equidad o utilidad pública a que condiciona el artículo 11 de la mencionada Ley la concesión
de la gracia.-

2.1.- No existen, ante todo, razones de justicia porque la aplicación al Sr. Tejero de los arts.
2085 y 287 del ya derogado Código de Justicia Militar, en cuya virtud fue condenado, no
determinó la imposición de una pena que pueda reputarse desproporcionada. El delito de
rebelión militar es una de los más graves que puede cometer un miembro de los Ejércitos
puesto que, mediante sí mismo, vuelve contra su propio pueblo para torcer su voluntad e
imponerla la de la facción que se alza, las armas que ha recibido justamente para defender
el ordenamiento constitucional -artículo 2º.1 C.E.- uno de cuyos primeros postulados es que
la soberanía nacional -artículo 1º.2 C.E- reside en el pueblo español. La pena que se
impuso y todavía cumple el Sr. Tejero fue, en consecuencia, proporcionada a la gravedad
del delito perpetrado, en el que este magistrado coincide naturalmente con la mayoría de la
Sala.-

2.2.- Tampoco existen razones de equidad por cuanto, habiendo servido históricamente este
valor, prioritariamente, para adecuar la pena a las circunstancias personales del penado y a
la evolución de su personalidad, así como para evitar que el cumplimiento de la pena se
prolongue más allá de lo estrictamente necesario, estas finalidades se consiguen hoy, de
forma generalizada, a través de beneficios penitenciarios que suavizan y racionalizan la
ejecución de la pena, beneficios plenamente vigentes hoy en el ámbito penitenciario militar,
de los que no puede ser excluido el Sr. Tejero de acuerdo con lo dicho por esta sala en su
reciente Auto de 3 del corriente mes de Septiembre.-

2.3- No existen, finalmente razones de conveniencia o utilidad pública. El indulto del Sr.
Tejero no tendría efecto pacificador alguno en la sociedad española por la sencilla razón de
que la pacificación de esta sociedad fue el fruto de la aprobación y vigencia de la
Constitución de 1.978 que reconcilió a los españoles. El acto del Sr. Tejero y de quienes con
él se alzaron estuvo encaminado precisamente a destruir esa paz y a imponer de nuevo, por
la fuerza, una situación política beligerante frente a la voluntad manifestada por el pueblo
español.-
3.- Con independencia de la señalada falta de razones, no puede dejar de ponderarse que,
siendo el significado de la institución del derecho de gracia poner en manos de su Titular la
posibilidad de enervar, mediante el perdón, el cumplimiento de una pena impuesta por un
delito -que en todo caso constituye una ofensa a la colectividad- es razonable exigir, antes
de otorgar el perdón, que el delincuente demuestra, de algún modo, no persistir en la ilícita
actitud que le llevó a delinquir.
A ello alude el artículo 25 de la Ley de Indulto cuando ordena al Tribunal sentenciador hacer
constar en su informe, especialmente, las pruebas o indicios que se hubiesen observado del
arrepentimiento del condenado. En el caso del Sr. Tejero esta exigencia debe ser tanto más
rigurosa cuanto que su acción criminal no representó una ofensa genérica o remota a la
colectividad sino un específico y directo atentado a la posibilidad de que la misma
continuase viviendo en libertad. No es ocioso recordar que el objetivo inmediato de la acción
-aunque no el único, obviamente- fue impedir que se realizase la voluntad del pueblo en el
momento en que sus representantes se disponían a elegir, de acuerdo con el artículo 99
C.E., al Presidente del Gobierno de la Nación. No parece excesivo decir que el pueblo de tal
modo ofendido tiene derecho a esperar que su ofensor, antes de ser perdonado, muestre de
forma explícita que el desprecio que demostró hacia el ordenamiento constitucional se ha
trocado en acatamiento. Como el Sr. Tejero no ha dado pruebas de arrepentimiento ni de
acatamiento al orden constitucional, falta un presupuesto indispensable para que se haga
acreedor al gesto de clemencia significado por el indulto.-
Por estas consideraciones entiende el Magistrado discrepante que el preceptivo informe de
la Sala que preside ha debido ser desfavorable al indulto que ha sido solicitado en nombre
de D. Antonio Tejero Molina.

Madrid a, 13 de septiembre de 1.993.-


Voto particular que formulan los Magistrados de la la Sala Quinta del Tribunal Supremo,
Excmos. Sres. D. Arturo Gimeno Amiguet y D. Javier Sánchez del Río y Sierra, en relación
con el informe emitido sobre aplicación de los beneficios de indulto a D. Antonio Tejero
Molina.

No podemos compartir el informe favorable que, por mayoría de la Sala, ha sido acordado
en relación con la solicitud de indulto a favor de D. Antonio Tejero Molina, pues aun
respetando la opinión emitida y parte de la línea argumental del informe, no consideramos
pertinente su conclusión. La Ley reguladora de la gracia del indulto, de 18 de junio de 1870,
tiene como eje y fundamento la finalidad de evitar que la facultad de perdón, “en cuyo
ejercicio el sentimiento se sobrepone fácilmente a la razón” (Exposición de motivos), se
ejerza abusivamente, a cuyo fin la la regula disponiendo que el indulto se utilice con
elevadas dosis de prudencia y siempre tras una exhaustiva consideración de antecedentes
y posibles consecuencias. Partiendo de la indudable justicia de la pena impuesta, no
podemos ni debemos ignorar ni las circunstancias que motivaron su especial severidad, ni
los posibles resultados de una prematura devolución de los derechos de los que hoy se
encuentra privado y condenado. Nos parece, por ello, que sólo la garantía de un claro
arrepentimiento podría justificar la concesión de una gracia que implicaría el perdón total de
casi dos tercios de la pena impuesta. Tal arrepentimiento, sin embargo, y según se deduce
de los informes unidos al expediente, no se ha producido. No basta la observancia de buena
conducta, -lo que evidentemente sólo puede producir el efecto de suavizar el rigor de la
privación de libertad tal como lo permite el vigente régimen penitenciario- si no va
acompañado de signos o pruebas que permitan deducir que el condenado reconoce, en
alguna forma, la gravedad de su acción de la que, aunque en ocasiones e interesadamente
se pondere la ausencia de víctimas, bien pudiera derivar defectos catastróficos para la
sociedad española en la que tantas veces ha sido la violencia protagonista de su historia: la
disconformidad con el vigente sistema constitucional no podría ser, en sí misma, motivo
suficiente para emitir un informe desfavorable al indulto; pero la falta de
reconocimiento-arrepentimiento, en definitiva- de que los medios utilizados para terminar
con tal sistema o simplemente para imponer nuevos dirigente con inobservancia de los
procesos constitucionales, eran ilícitos y abusivos, es indicio de falta de conciencia sobre la
maldad intrínseca de tales procedimientos y un obstáculo insalvable para informar
favorablemente, al menos por ahora, sobre la concesión del indulto.
Madrid a, 13 de septiembre de 1.993.-

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