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La Sala de lo Militar del Tribunal Supremo (por acuerdo mayoritario) eleva al Gobierno de la
Nación en relación con la solicitud de indulto a favor de Don Antonio Tejero Molina dirigida a
S.M. el Rey por la Archicofradía de la Celeste, Real y Militar Orden de Nuestra Señora de la
Merced.
B) Antonio Tejero Molina, siendo Teniente Coronel de la Guardia Civil fue condenado por la
Sala Segunda del Tribunal Supremo en sentencia dictada el 22 de abril de 1983, tras haber
casado la anteriormente pronunciada por el Consejo Supremo de Justicia Militar en la causa
2/81, como autor responsable de un delito de rebelión previsto y penado en los artículos 286
y 287 del Código de Justicia Militar, a la pena de 32 años de reclusión con los accesorios de
pérdida de empleo e inhabilitación durante el tiempo de la condena. En dicha sentencia le
fue apreciada a Don Antonio Tejero Molina la circunstancia agravante de reincidencia del nº
15 del artículo 180 del Código de Justicia Militar, al haber sido condenado por sentencia del
Consejo Superior de Justicia Militar de 2 de julio de 1980, confirmatoria de la dictada por el
Consejo de Guerra de Oficiales Generales, a la pena de siete meses de prisión por un delito
de conspiración y proposición de la rebelión del artículo 291 en relación con el 286, del
Código de Justicia Militar.
D) Don Antonio Tejero Molina tiene 61 años de edad y es de estado casado. No hay
constancia de que haya ejercido otra profesión u oficio que la propia de su pertenencia al
Cuerpo de la Guardia Civil, sin que conste los medios de fortuna que pueda tener.
G) Mediante escrito de 17 de junio del año en curso Don Antonio Tejero Molina se dirigió al
Director de la Prisión Militar en que se encuentra, en súplica de ser pasado a tercer grado
en régimen abierto, siéndole denegada la petición por considerar dicha Dirección la
imposibilidad de acceder a ella en la atención de lo que preceptúa la Disposición Adicional
Cuarta del Reglamento de Establecimientos Penitenciarios Militares al no concurrir la
circunstancia de tener cumplida la mitad de su condena efectiva. Formulado el oportuno
recurso por el peticionario, el Juzgado de Vigilancia competente dictó Auto de 22 de julio de
1993 confirmatorio del acuerdo del Director del Establecimiento. Contra dicho Auto impuso
el interesado recurso de apelación ante esta Sala, la que dictó el Auto del pasado día tres
de septiembre, estimando parcialmente el recurso y anulando el Auto recurrido, declarando
nulo y sin efecto alguno el acuerdo por el que el Coronel Director de Establecimiento
Penitenciario en que se encuentra, declarando expresamente el derecho que existe al
recurrente para que se le aplique el régimen penitenciario, que con carácter general es
aplicable a los condenados que cumplen sus penas en los establecimientos penitenciarios
militares.
H) No parece existen motivos para suponer que una eventual concesión del indulto a Don
Antonio Tejero Molina pudiera perjudicar a terceros. No hay parte ofendida.
J) De todos los que fueron condenados en la misma causa, como responsables del delito de
rebelión militar, Don Antonio Tejero Molina es el único que continúa cumpliendo condena
privativa de libertad.
II: Consideraciones sobre las razones que pudieran justificar o aconsejar la concesión del
indulto
Tercero: Como ya ha tenido ocasión de opinar esta Sala: “Las críticas que la moderna
doctrina suele dirigir contra el uso político del indulto no pueden desvirtuar el hecho de la
ley, como visto, prevea la posibilidad de su aplicación por razones de utilidad pública, pero
si aconsejan vehemente, en opinión de este Tribunal, interpretar dicha previsión casi
exclusivamente en el sentido del denominado ejercicio “pacificador” de la clemencia,
especialmente oportuno en las etapas en que, como consecuencia de un profundo cambio
de estructuras y valores políticos, el indulto - o acaso más propiamente la amnistía- aparece
como uno de los instrumentos que pueden, bien adelantar los efectos de una necesaria
reforma de la legislación penal, bien propiciar la definitiva superación de la situación
preexistente que colectivamente se desea olvidar, bien liquidar los traumas individuales y
sociales que toda mutación lleva consigo. Por su parte, las razones de justicia susceptibles
de fundamentar la actuación de la gracia no pueden ser otras que la necesidad de remediar
los resultados objetivamente injustos a que puede conducir, en determinados casos, la
rigurosa aplicación de la ley o la de salir, excepcionalmente, al paso de resoluciones
judiciales manifiestamente erróneas y de consecuencias claramente inicuas, que ya no
pueden ser revisadas mediante los recursos establecidos por las leyes. Y la equidad, por
último, entendida como criterio de templanza y benignidad que suaviza la dureza o
severidad del “ius estrictum”, podrá servir, fundamentalmente, en el contexto vinculante que
se desprende del artículo 25.2 de la Constitución, para acortar el cumplimiento de las
penas, singularmente las privativas de libertad, que han devenido innecesarias por la
evidente corrección o reinserción del condenado, siempre que aquel efecto no pueda ser
logrado por la aplicación de las normas o instituciones individualizadoras que está dotado
en nuestro tiempo el Derecho Penitenciario”.
Cuarto: Pese a lo expuesto, cabe resaltar no obstante que, dado el tiempo transcurrido
entre la comisión del delito y del ingreso en prisión de Don Antonio Tejero Molina, la alarma
pública que aquellos hechos provocaron se haya notoriamente menguada y los efectos
ejemplarizantes e intimidatorios de la pena pueden considerarse suficientemente logrados.
1.- Deliberadamente prescinde este Magistrado del problema que puede suscitar, en
relación con la aplicabilidad del indulto a los condenados que, como el Sr. Tejero, son
reincidentes, la interpretación que ha de darse hoy a los artículos 2.5 y 3 de la Ley de 15 de
junio de 1.870 que regula todavía, en lo esencial, el ejercicio del derecho de gracia. Acepta
la hipótesis de que la condición de reincidencia del Sr. Tejero aunque obviamente no puede
dejar de ser tenida en cuenta, no constituiría un obstáculo de principio para que pudiese
beneficiarse de un indulto como el que en su nombre, se solicita.-
2.- Supuesto lo anterior, estima este Magistrado que no concurren las razones de justicia,
equidad o utilidad pública a que condiciona el artículo 11 de la mencionada Ley la concesión
de la gracia.-
2.1.- No existen, ante todo, razones de justicia porque la aplicación al Sr. Tejero de los arts.
2085 y 287 del ya derogado Código de Justicia Militar, en cuya virtud fue condenado, no
determinó la imposición de una pena que pueda reputarse desproporcionada. El delito de
rebelión militar es una de los más graves que puede cometer un miembro de los Ejércitos
puesto que, mediante sí mismo, vuelve contra su propio pueblo para torcer su voluntad e
imponerla la de la facción que se alza, las armas que ha recibido justamente para defender
el ordenamiento constitucional -artículo 2º.1 C.E.- uno de cuyos primeros postulados es que
la soberanía nacional -artículo 1º.2 C.E- reside en el pueblo español. La pena que se
impuso y todavía cumple el Sr. Tejero fue, en consecuencia, proporcionada a la gravedad
del delito perpetrado, en el que este magistrado coincide naturalmente con la mayoría de la
Sala.-
2.2.- Tampoco existen razones de equidad por cuanto, habiendo servido históricamente este
valor, prioritariamente, para adecuar la pena a las circunstancias personales del penado y a
la evolución de su personalidad, así como para evitar que el cumplimiento de la pena se
prolongue más allá de lo estrictamente necesario, estas finalidades se consiguen hoy, de
forma generalizada, a través de beneficios penitenciarios que suavizan y racionalizan la
ejecución de la pena, beneficios plenamente vigentes hoy en el ámbito penitenciario militar,
de los que no puede ser excluido el Sr. Tejero de acuerdo con lo dicho por esta sala en su
reciente Auto de 3 del corriente mes de Septiembre.-
2.3- No existen, finalmente razones de conveniencia o utilidad pública. El indulto del Sr.
Tejero no tendría efecto pacificador alguno en la sociedad española por la sencilla razón de
que la pacificación de esta sociedad fue el fruto de la aprobación y vigencia de la
Constitución de 1.978 que reconcilió a los españoles. El acto del Sr. Tejero y de quienes con
él se alzaron estuvo encaminado precisamente a destruir esa paz y a imponer de nuevo, por
la fuerza, una situación política beligerante frente a la voluntad manifestada por el pueblo
español.-
3.- Con independencia de la señalada falta de razones, no puede dejar de ponderarse que,
siendo el significado de la institución del derecho de gracia poner en manos de su Titular la
posibilidad de enervar, mediante el perdón, el cumplimiento de una pena impuesta por un
delito -que en todo caso constituye una ofensa a la colectividad- es razonable exigir, antes
de otorgar el perdón, que el delincuente demuestra, de algún modo, no persistir en la ilícita
actitud que le llevó a delinquir.
A ello alude el artículo 25 de la Ley de Indulto cuando ordena al Tribunal sentenciador hacer
constar en su informe, especialmente, las pruebas o indicios que se hubiesen observado del
arrepentimiento del condenado. En el caso del Sr. Tejero esta exigencia debe ser tanto más
rigurosa cuanto que su acción criminal no representó una ofensa genérica o remota a la
colectividad sino un específico y directo atentado a la posibilidad de que la misma
continuase viviendo en libertad. No es ocioso recordar que el objetivo inmediato de la acción
-aunque no el único, obviamente- fue impedir que se realizase la voluntad del pueblo en el
momento en que sus representantes se disponían a elegir, de acuerdo con el artículo 99
C.E., al Presidente del Gobierno de la Nación. No parece excesivo decir que el pueblo de tal
modo ofendido tiene derecho a esperar que su ofensor, antes de ser perdonado, muestre de
forma explícita que el desprecio que demostró hacia el ordenamiento constitucional se ha
trocado en acatamiento. Como el Sr. Tejero no ha dado pruebas de arrepentimiento ni de
acatamiento al orden constitucional, falta un presupuesto indispensable para que se haga
acreedor al gesto de clemencia significado por el indulto.-
Por estas consideraciones entiende el Magistrado discrepante que el preceptivo informe de
la Sala que preside ha debido ser desfavorable al indulto que ha sido solicitado en nombre
de D. Antonio Tejero Molina.
No podemos compartir el informe favorable que, por mayoría de la Sala, ha sido acordado
en relación con la solicitud de indulto a favor de D. Antonio Tejero Molina, pues aun
respetando la opinión emitida y parte de la línea argumental del informe, no consideramos
pertinente su conclusión. La Ley reguladora de la gracia del indulto, de 18 de junio de 1870,
tiene como eje y fundamento la finalidad de evitar que la facultad de perdón, “en cuyo
ejercicio el sentimiento se sobrepone fácilmente a la razón” (Exposición de motivos), se
ejerza abusivamente, a cuyo fin la la regula disponiendo que el indulto se utilice con
elevadas dosis de prudencia y siempre tras una exhaustiva consideración de antecedentes
y posibles consecuencias. Partiendo de la indudable justicia de la pena impuesta, no
podemos ni debemos ignorar ni las circunstancias que motivaron su especial severidad, ni
los posibles resultados de una prematura devolución de los derechos de los que hoy se
encuentra privado y condenado. Nos parece, por ello, que sólo la garantía de un claro
arrepentimiento podría justificar la concesión de una gracia que implicaría el perdón total de
casi dos tercios de la pena impuesta. Tal arrepentimiento, sin embargo, y según se deduce
de los informes unidos al expediente, no se ha producido. No basta la observancia de buena
conducta, -lo que evidentemente sólo puede producir el efecto de suavizar el rigor de la
privación de libertad tal como lo permite el vigente régimen penitenciario- si no va
acompañado de signos o pruebas que permitan deducir que el condenado reconoce, en
alguna forma, la gravedad de su acción de la que, aunque en ocasiones e interesadamente
se pondere la ausencia de víctimas, bien pudiera derivar defectos catastróficos para la
sociedad española en la que tantas veces ha sido la violencia protagonista de su historia: la
disconformidad con el vigente sistema constitucional no podría ser, en sí misma, motivo
suficiente para emitir un informe desfavorable al indulto; pero la falta de
reconocimiento-arrepentimiento, en definitiva- de que los medios utilizados para terminar
con tal sistema o simplemente para imponer nuevos dirigente con inobservancia de los
procesos constitucionales, eran ilícitos y abusivos, es indicio de falta de conciencia sobre la
maldad intrínseca de tales procedimientos y un obstáculo insalvable para informar
favorablemente, al menos por ahora, sobre la concesión del indulto.
Madrid a, 13 de septiembre de 1.993.-