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LECTOESCRITURA
Enseñanza de la lectura
Evidentemente, los resultados de estos estudios obligaron a replantear cuál es la naturaleza de los
llamados factores madurativos de tipo neuropsicológico vinculados a la alfabetización. De acuerdo a la
postura de Molina (2008), tampoco puede eludirse la necesidad de unas habilidades básicas para
aprender a leer y propone sustituir la frase “madurez específica para el aprendizaje de la lectura” por
“prerrequisitos básicos para el aprendizaje de la lectura”, concibiendo a estos prerrequisitos como el
nivel de dominio tanto funcional como conceptual de los procesos psiconlingüísticos percepto-motrices y
cognitivos, consolidados mediante el proceso de maduración, a través de la experiencia o de la
combinación de ambos y no como “niveles madurativos concretos” o como el “conjunto de disposiciones
naturales” (Molina, 2008: 115-116).
Para contrastar la información anterior, es importante comentar otros aportes. Lebrero (1998) es una de
las investigadoras a favor de la existencia de ciertos aprendizajes construidos antes del acceso a los
centros escolares. Esta autora afirma que una de las formas de entender la lectura tiene lugar cuando, a
edades muy tempranas, una persona es capaz de “leer” en el rostro de su madre, en los objetos del
hogar, en el ambiente y en general, en su entorno. Esta autora cita algunas formas de entender la
lectura:
a) En sentido amplio, la lectura puede concebirse como “la interpretación de los diferentes lenguajes y
captación de mensajes, en general, a través de medios diferentes a los impresos” (Lebrero,
1998:15).
Visto de esta manera, el aprendizaje de la lectura es comparable al del lenguaje oral; cuando el niño
o niña pronuncia una palabra generalmente se dice que está aprendiendo a hablar. Del mismo
modo, cuando son capaces de reconocer visualmente signos y de responder a los símbolos
presentados, podría afirmarse que aprenden a leer. De acuerdo a esta autora, para abordar la
lectura en el sentido arriba señalado, no es necesario haber desarrollado y superado un programa
de madurez (según se ha considerado tradicionalmente), sino que solamente son imprescindibles
ciertas condiciones ambientales estimulantes para el desarrollo integral.
Lo anterior, se ha confrontado con una nueva perspectiva centrada en considerar a la escritura como
un proceso de construcción del conocimiento en donde se ponen en juego diferentes motivaciones
para conseguir una meta. Bajo esta concepción la escritura es una herramienta al servicio del
pensamiento y esto implica poder usar las palabras de forma tal que sirvan como eficaces medios de
comunicación. La transformación del concepto se refleja en la evolución de su enseñanza: los
enfoques orientados hacia la gramática han dado paso a aquellos enfocados en la comunicación. A
diferencia de la lengua oral, la escrita no se aprende de manera implícita a través de la interacción
social, necesita de una enseñanza formal y explícita (Moreno et al., 2008)
Un modelo está siempre influido por una teoría, sin embargo, no se confunde con ella porque es un
mediador entre la teoría y la realidad. De acuerdo a Gimeno Sacristán (1981: 96) “un modelo es una
representación de la realidad que supone un alejamiento o distanciamiento de la misma. Es
representación conceptual, simbólica y por tanto indirecta, que al ser necesariamente esquemática
se convierte es una representación parcial y selectiva de aspectos de esa realidad, focalizando la
atención en lo que considera importante y despreciando aquello que no lo es y aquello que no
aprecia como pertinente a la realidad que considera. El modelo es un esquema mediador entre la
realidad y el pensamiento, entre el mundo y la ciencia; es el filtro de la información, una estructura
en torno a la que organizar el conocimiento, una fuente de hipótesis de investigación, un recurso, en
definitiva, imprescindible para el desarrollo de la ciencia, provocando la ruptura epistemológica”.
Todos estos pasos se siguen poco a poco a lo largo de uno o varios cursos escolares. Las críticas a
estos métodos no son pocas. Una de las principales se asocia a la cantidad de tiempo que quien
aprende debe pasar para llegar finalmente a lo que debiera ser el eje de la lectura: la comprensión.
Es difícil explicar por qué ha sobrevivido durante tantos años, una de las razones puede ser la
sistematicidad con que puede seguirse este método y los beneficios que de esto se derivan para el
personal docente. Otra de las críticas consiste en que la asociación auditivo-vocal es mecanicista, es
decir, los niños carecen de representaciones en torno a los objetos de aprendizaje que se les
presenta. Para erradicar este inconveniente los profesores pudieran recuperar estrategias gestuales
o fonéticas, sin embargo, en este caso se trataría de un método de progresión sintética suavizada.
La crítica a resaltar de este método es que el proceso comienza por la parte más árida de la
enseñanza de la lecto escritura tan mecanicista como desmotivadora (Jiménez y Ortíz, 2001).
Cuando se retoman frases en lugar de palabras, se sigue el mismo proceso. Consiste en seleccionar
algunas frases procurando que contengan las letras ya revisadas. Puede presentarse en este
aspecto el inconveniente de que las frases elegidas por el personal docente pueden no despertar el
interés y si las elige el alumnado, pueden no ser acordes al avance del grupo en el alfabeto
(Jiménez y Ortíz, 2001).
Ofrecer una autonomía amplia para formular metas y tomar decisiones para favorecer el
nivel de implicación en el aprendizaje a partir del interés.
Proponer grupos de trabajo colaborativo para mejorar la autopercepción de la eficacia.
Fomentar el desarrollo de estrategias de autorregulación.
Diseñar una enseñanza adaptable a las capacidades diferentes, evitando comparaciones y
competencias entre quienes integran las clases.
Evitar el desarrollo de un autoconcepto negativo y atender a la concepción del alumnado
acerca de la propia competencia más que a sus competencias reales, porque la primera es
mejor predictora de la motivación (Salvador Mata, 2008).
Enseñanza de la escritura
Los modelos pueden agruparse en torno a dos categorías:
1. Enfoque de producto.
Se intenta que el alumnado aprenda a escribir a través de ejemplos y explica a la
escritura como un ejercicio asociado a la habilidad. Los programas de enseñanza en
este caso se cimentan en el desarrollo de habilidades específicas e independientes y en
el uso de reglas en base a modelos. Se utilizan gratificaciones y castigos como
reforzadores y supresores de conductas.
2. Enfoque de proceso. Usando la teoría vygotskiana, se construyó un modelo
sociocultural de la enseñanza de la escritura titulado “Cognitive Strategy Instruction in
Writing”; a partir de él se diseñaron estrategias para promover habilidades de escritura
de aplicación en aulas inclusivas y de apoyo. La enseñanza de estrategias cognitivas
tiene como cometido modificar la conducta cognitiva a través de la autoregulación, la
enseñanza guiada, el modelado cognitivo y el seguimiento secuencial de la estrategia.
Los principios principales de esta perspectiva son:
Esta ayuda se asocia a los métodos para enseñar estrategias de escritura y los procedimientos
de autorregulación: explicación, ejemplificación, repetición y apoyo. La ayuda poco a poco va
desapareciendo en tanto el alumnado puede usar las estrategias y los procedimientos de forma
autónoma. La temporalización de la ayuda se describe en una secuencia didáctica:
1. Activar los conocimientos previos: Consiste en ayudar a activar las habilidades previas,
entre ellas el conocimiento de los criterios para explicitar una adecuada escritura.
2. Dialogar en relación a los propósitos y el sentido de la estrategia.
3. Ejemplificar la estrategia, es decir, realizar una demostración del uso de ella, verbalizando las
auto instrucciones.
4. Memorizar la estrategia. Aprender de memoria los pasos y los recursos mnemónicos para
acceder a ellos.
5. Practicar conjuntamente. Aplicación conjunta de la estrategia resaltando el papel de las auto
instrucciones.
6. Practicar independientemente. Cuando las auto instrucciones se han automatizado pueden
obviarse.
En relación a la adquisición secuencial de las habilidades, el modelo definió cuatro niveles que
resumen los pasos anteriores: nivel de observación, de imitación, de autocontrol y de
autorregulación (Zimmerman y Kitsantas, 2002).
3. Individualización y autonomía
Enfatizar la motivación intrínseca en las actividades de escritura.
Permitir que sea el alumnado quien elija el tema.
Transferir el control de la escritura a quien escribe, incidiendo positivamente en el
sentido de propiedad.
Activar el pensamiento estratégico y reflexivo considerando a la audiencia.
Promover la técnica de “escritura libre” para fortalecer la autopercepción positiva sobre
la escritura.
Fomentar la escritura habitual para expresar sentimientos, planes, preguntas o
pensamientos sobre la vida cotidiana mediante diarios o bloques de notas.
4. Vincular la escritura y la lectura. Consiste en consolidar una relación entre estas dos
habilidades resaltando las diferencias y semejanzas entre ellas (Salvador Mata, 2008).
Para ello, es de utilidad: Reflexionar sobre lo aprendido durante la jornada escolar.
Escribir sobre aspectos diversos en torno a una lectura (cambiar el orden de los
acontecimientos, imaginar un final o inicio distintos, invertir o modificar los papeles de
los personajes, etc.)
ARTICULO DE INVESTIGACION
https://eprints.ucm.es/id/eprint/40508/1/T38141.pdf
file:///C:/Users/Best%20Service/Downloads/Dialnet-
LaEnsenanzaDeLaLecturaYLaEscrituraEnfoqueTeoricome-5705114%20(3).pdf
https://www.bbvaopenmind.com/humanidades/sociologia/un-nuevo-enfoque-de-la-ensenanza-y-el-
aprendizaje/