Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Los activos fijos de una empresa pierden valor con el uso y el paso del tiempo. El
método por el cual se calcula esta pérdida de valor se conoce como depreciación.
La depreciación de un activo consiste en calcular el coste de pérdida de valor de un
activo fijo determinado.
No todos los activos de una empresa son depreciables. Cuando se habla de activos se
distingue dos grandes tipos:
Los activos fijos o inmovilizados.
Los activos circulantes.
Los activos circulantes, conocidos también como activos corrientes, son aquellos
recursos (bienes y derechos) que están sometidos al ciclo de la actividad de la
empresa (generalmente, de un año).
Los activos fijos, también conocidos como activos no corrientes, son recursos
duraderos que no están pensados para su venta inmediata.
Son estos últimos los que pueden ser depreciables, tanto los de tipo tangile (material
de oficina, equipos informáticos, móviles, automóviles, etc.) como los intangibles (una
patente, derechos de autor, licencias, etc.).
Hay tres razones por las que un activo fijo se deprecia, a saber:
Su uso.
El paso del tiempo.
La obsolescencia tecnológica.
Se trata de los tres factores que, en contabilidad, resultan determinantes para explicar
por qué los activos fijos van perdiendo valor.
De más no está decir que no son criterios excluyentes.
Existen varios métodos para depreciar activos. El más común es el lineal, que es el
que incorpora muchos programas de facturación y contabilidad.
Todo activo fijo tiene una vida útil, esto es, tiene fijado un tiempo en que pueden ser
utilizados por la empresa. Este tiempo se define en número de años.
La Agencia Tributaria fija una vida útil estimada máxima en su tabla de amortizaciones
sobre el Impuesto de Sociedades. No se trata, sin embargo, de una tabla exhaustiva:
determinados activos deberán fijarse, según dicta la ley, por lo "correspondiente a su
vida útil económica, considerando como tal el período de tiempo que el activo sirve
para el desarrollo de la actividad del sujeto contable".
Para depreciar un activo y conocer su cuota anual de depreciación (esto es, el valor
que va perdiendo año a año) hay diferentes métodos.
El más común, conocido como método lineal, consiste en restar al valor del activo (el
importe que se pagó para su adquisición) el valor remanente y dividirlo por la vida útil:
Conviene saber, por último, que la vida útil de un activo se puede extender si se
efectúan reparaciones o mejoras (como es el caso de la maquinaria).
Toda empresa para poder operar, para poder desarrollar su objeto social requiere de
una serie de activos fijos, los cuales como consecuencia de su utilización, se
desgastan hasta el punto de quedar inservibles y se hace necesario reemplazarlos.
Algunos activos, por su naturaleza y destinación, o por el uso que se haga de ellos,
pueden tener mayor vida útil que otros, y esta ha sido definida por el artículo 1.2.1.18.4
del decreto 1625 de 2016.
En el caso de los terrenos, se consideran que su vida útil es indefinida, algo que
dependiendo de su destinación puede o no ser cierto. Es el caso de los terrenos
dedicados a la agricultura, estos después de un tiempo, y si no se hace el mejor uso
de ellos, quedan inservibles, aunque físicamente siguen existiendo, pero pierden su
utilidad para su propósito inicial.
La vida útil es tomada como referencia para la depreciación de los activos fijos, para lo
cual se divide el valor del activo por su vida útil para determinar la alícuota de
depreciación. Esto en el método de la línea recta, pues existen otros.