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PSICOLÓGICA EN NIÑOS
Técnicas de screening y diagnóstico
Incluye:
EEDI (Entrevista para la Evaluación Diagnóstica Infantil)
SNN UBA (Screening Neuropsicológico para Niños — Universidad de Buenos Aires)
-
y otros-
Test de Matrices Progresivas (Escala Coloreada,
General y Avanzada) J.C. Rayen-
-
LA EVALUACIÓN
PSICOLÓGICA
EN NIÑOS
Técnicas de screening y diagnóstico
PAIDOS
Buenos Aires • Barcelona • México
Castro Solano Alejandro
La evaluación psicológica en niños : Manual / Alejandro Castro Solano
; Mercedes Fernández Liporace. - la. ed. - Ciudad Autónoma de Buenos
Aires : Paidós, 2017.
256 p. ; 27 x 20 cm.
1a edición, 2017
COMPILADORES
COLABORADORES
LOS AUTORES 7
MARIA ALEJANDRA CARRERAS. Licenciada en Psicología por la Universidad Nacional de
Tucumán y doctora en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. Es profesora
asociada de la asignatura Fundamentos Psicométricos y referente del área de inves-
tigación en la Universidad Católica de Santiago del Estero. Es docente estable en las
maestrías de Psicología Educacional y de Gestión Ambiental en la Universidad Nacio-
nal de Tucumán.
AGRADECIMIENTOS 13
PRIMERA PARTE
Aspectos conceptuales y técnicos para la
evaluación psicológica en niños
3 Palabras finales 39
Referencias bibliográficas 39
7. Conclusiones 79
Referencias bibliográficas 80
ÍNDICE 9
SEGUNDA PARTE
Instrumentos de screening y diagnóstico para niños
10 INDICE
3. Evaluación de la prueba 185
4. Evaluación de ítems madurativos 187
5. Evaluación de Indicadores Emocionales 190
6. Evaluación de Indicadores de Disfunción Neurológica 194
7. Antecedentes e investigaciones en los últimos años 1 96
8. Estudios locales. Normas Buenos Aires 1 98
9. Ilustración mediante un caso clínico 200
10. Consideraciones finales y guía para un correcto uso del instrumento 205
Referencias bibliográficas 208
ANEXO TEST BUESTÁLTICO VISOMOTOR DE BENDER 211
Anexo A. Grilla de evaluación de aspectos madurativos 213
Anexo B. Grilla de evaluación de Indicadores Emocionales 216
Anexo C Grilla de Indicadores de Disfunción Neurológica 218
Anexo D. Ejemplos de errores en Ítems Madurativos 219
Anexo E. Baremo y Tabla de medias y desvíos, según edad 225
3. Síntesis final y breve guía para un correcto uso del instrumento 251
Referencias bibliográficas 252
ÍNDICE 11
Agradecimientos
Esta obra ha sido posible gracias al esfuerzo y dedicación sostenidos durante tres
años por nuestros colegas docentes de la Cátedra II de Teoría y Técnicas de Explo-
ración y Diagnóstico, Módulo I, Técnicas Psicométricas de la Universidad de Buenos
Aires.
Nos guiaba una doble meta. Por un lado, la actualización de los materiales de eva-
luación disponibles, incorporar los nuevos hallazgos y consensos de la psicología del
neurodesarrollo y de la psicopatología. Por el otro, el diseño de nuevas herramientas
adecuadas a la población local de niños de 4 a 12 años.
El grupo trabajó incansablemente en la recolección y el análisis de casos, acer-
cando aportes y supervisando a los alumnos que también se involucraron en esta
enorme tarea. Por ello esta obra está dedicada a ese gran equipo compuesto por
excelentes docentes capaces de motivar a nuestros entusiastas y proactivos estu-
diantes.
Los compiladores
AGRADECIMIENTOS 13
Prólogo
Dra. Norma Contini
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMÁN
Es para mí un honor asumir la grata tarea de prologar este libro, excelente pro-
ducto de la confluencia de tres líneas de trabajo fecundo: la cátedra universitaria, la
investigación y la transferencia de resultados.
Los compiladores y autores, Alejandro Castro Solano y Mercedes Fernández Li-
porace, acreditan una sólida trayectoria en docencia en el campo de la Evaluación
Psicológica en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y como investigadores del Con-
sejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Prolíficos, ofrecen
esta vez una obra destinada a la evaluación y el diagnóstico psicológico en la infancia.
Acompañan la producción ocho psicólogos, la mayoría docentes de la cátedra Teoría
y Técnicas de Exploración y Diagnóstico Psicológico I, de la cual es profesora titular la
Dra. Fernández Liporace. Todos ellos con antecedentes en investigación en el área y
algunos, con antecedentes en el campo profesional.
La necesidad de contar con información precisa sobre el desarrollo del niño en
sus dimensiones cognitivas, madurativas y socioemocionales se fue acentuando al
compás de la creciente complejidad de las sociedades actuales, signadas por profun-
dos contrastes en los planos social, económico y cultural; también por el avance ocu-
rrido en otros campos del saber y proveniente de las políticas públicas, tales como la
Ley de Protección de los Derechos del Niños, Niñas y Adolescentes, o la generación
de programas que procuraran asegurar la permanencia de niños de diversos contex-
tos culturales en el sistema educativo. En este contexto existen hoy nuevos interro-
gantes y problemáticas que interpelan a los psicólogos y a los formadores de psicó-
logos. Así, surge esta obra compuesta por siete capítulos, fruto de años de estudios
e investigaciones, y que nos acerca teorías y técnicas de evaluación en la infancia,
algunas clásicas y otras contemporáneas.
En la obra, Alejandro Castro Solano nos ofrece el marco conceptual que ha de
guiar la evaluación psicológica infantil, junto a los diversos ejes temáticos que se con-
siderarán en la obra. Destaco como central la referencia al modelo ecológico y cultural
y la clara diferenciación de la evaluación de niños respecto de la de adultos. La varia-
ble del desarrollo complejiza la identificación de potenciales psicopatologías y, en tal
sentido, la articulación entre evaluación y psicopatología infantil es un eje conceptual
ineludible, tal cual lo refiere Castro Solano. Asimismo destaca las características mul-
timétodo, multicontexto y multinformante, propias del proceso de evaluación de hoy.
PROLOGO 15
Desde un punto de vista metodológico señala que las técnicas deben contar con evi-
dencia de confiabilidad y validez según el contexto de aplicación. Al mismo tiempo,
aclara, con acierto, que tanto o más importante que disponer de baremos adecuados
es tener precisión acerca de qué evalúa la prueba, cuál es el modelo que la respalda
y si tal modelo se sostiene en la cultura en la cual se va a aplicar, del mismo modo
que en la cultura de origen. Alude por otra parte a cómo conducir y cerrar el proceso
psicodiagnóstico y considera también los campos de aplicación de la evaluación de
niños, especialmente el clínico y el educacional. La idea rectora de este capítulo, y la
más potente a mi criterio, es que la evaluación psicológica infantil constituye un modo
de intervención preventiva, en tanto identifica oportuna y tempranamente signos y dis-
funciones antes de que se cristalicen como cuadros psicopatológicos.
Alejandro Castro Solano y Ana D'Anna destinan dos capítulos -por cierto un
aporte novedoso- a las relaciones entre cerebro y comportamiento, con el pro-
pósito de describir trastornos del neurodesarrollo. En un capítulo abordan temas
conceptuales; en otro, aportan una técnica específica de evaluación: la SNN-UBA.
Afirman que es esencial tener en cuenta la neuropsicología infantil cuando se rea-
liza una evaluación psicológica en edades tempranas, a fin de determinar patrones
infrecuentes en funciones psicológicas superiores, ya sea en el plano perceptivo-
motor, en la cognición o en el comportamiento. Esclarecen nociones de disfunción
y de daño neurológico, así como de trastornos del neurodesarrollo. Avanzan con
temas de extrema actualidad en la consulta psicológica infantil, como los trastornos
globales del desarrollo, la disfunción intelectual y los trastornos de la comunicación,
los trastornos del aprendizaje y los trastornos por déficit de atención, estableciendo
enlaces con las categorías del DSM 5.
Sobre esta base teórica destinan un capítulo a la presentación de una prueba de
rastrillaje, especialmente diseñada por el equipo de la Universidad, a la que denomi-
naron Screening Neuropsicológico para Niños (SNN-UBA) y ofrecen normas para la
población de Ciudad de Buenos Aires y Área Metropolitana. Como bien plantean, se
trata de una prueba muy útil en el campo de la Psicología Educacional, puesto que
evalúa diferentes funciones cognitivas en un tiempo breve; proporciona así informa-
ción específica para niños con dificultades de aprendizaje del cálculo y de la lectura.
Al tratarse de una técnica de screening, Castro Solano y D'Anna recomiendan su em-
pleo combinado con el Dibujo de la Figura Humana y el Test de Bender, a los que se
destinan sendos capítulos.
Guadalupe de la Iglesia ofrece un capítulo donde realiza una descripción minu-
ciosa de instrumentos psicométricos con validez y confiabilidad verificadas para
evaluar tanto funciones cognitivas como socioemocionales en niños. En su reco-
rrido están presentes las Escalas Stanford Binet, las Escalas Wechsler, la batería
Woodcock Johnson, las Matrices Coloreadas de Rayen y otras no disponibles en
español, como WIAT III, WJ III, SB5, WPPSI III, WNSA. Menciona también prue-
bas para evaluar funciones específicas en el ámbito escolar, y de las cuales existen
investigaciones con población argentina. Al mismo tiempo hace una reseña rigu-
rosa de instrumentos para evaluar dimensiones socioemocionales del niño, como
ASEBA-CBCL, escalas, entrevistas estructuradas, registros de observación siste-
mática, CAPI, BFQ-C. Comenta también estudios locales sobre funciones emocio-
nales específicas como agresividad, expectativas ante el consumo de alcohol, acti-
tudes alimentarias, habilidades sociales, entre otras.
16 NORMA CONTINI
De particular utilidad para las prácticas en los ámbitos clínico y educacional es
el aporte de una entrevista estructurada que realizan Fabiana Uriel, María Josefina
Scheinsohn, Luciana Becerra y Ana D'Anna. Afirman que, a partir de las contribucio-
nes de la psicología con orientación cognitivo-conductual, se construyeron versiones
estructuradas de entrevista, con el propósito de obtener diagnósticos más fiables y
menos dependientes del juicio clínico del psicólogo. Aportan, así, un instrumento que
denominaron Entrevista para la Evaluación Diagnóstica Infantil (EEDI), diseñado en el
ámbito de la cátedra universitaria. Expresan las autoras que tiene como objetivo iden-
tificar tanto sintomatología asociada a trastornos psicopatológicos —y la posibilidad
de vincularlos con los criterios del DSM 5— como variables del desarrollo, comporta-
mientos saludables, factores de protección y de riesgo. Ponen a disposición del lector
tanto el protocolo de entrevista como el criterio de análisis, que resulta un insumo
muy apreciable para la práctica profesional.
Completan el libro dos capítulos destinados a las pruebas gráficas clásicas, am-
pliamente aceptadas y utilizadas en el campo de la evaluación infantil: el Test de la
Figura Humana y el Test de Bender. Inclusión acertada, por cuanto el dibujo mantiene
absoluta vigencia y constituye una vía regia de expresión del niño, más allá de los pro-
fundos cambios culturales ocurridos en este siglo XXI.
Mercedes Fernández Liporace, Analía Brizzio y Lucila López son autoras de un
capítulo sobre el Dibujo de la Figura Humana. Hacen un recorrido histórico de su sig-
nificación, desplegando diversas teorías acera del objeto de estudio; diversidad que
otorga, de hecho, distintas perspectivas de análisis. Prosiguen con una revisión de
los indicadores madurativos propuestos por Goodenough y Harris y de los indica-
dores emocionales y de daño neurológico de Koppitz; sobre estos dos últimos tipos
de indicadores recomiendan un uso prudente. Ofrecen baremos actualizados para
población de Buenos Aires (Capital y Área Metropolitana) del DFH como prueba de
madurez conceptual, los cuales constituyen un aporte muy significativo y necesario
para los psicólogos que se desempeñan en el campo clínico y educacional. Un valor
agregado de este capítulo es la capacidad didáctica con la que sistematizan los di-
ferentes indicadores madurativos y emocionales, según las edades y su significación
concomitante.
Continuando con las investigaciones con pruebas gráficas, María Alejandra Carre-
ras aborda la maduración viso-motora en niños, función imprescindible de evaluar en
la infancia; ello explicaría por qué el Test Gestáltico Visomotor de Bender se ha man-
tenido a lo largo de décadas como una de las pruebas más empleadas. La autora
desarrolla conceptos teóricos que respaldan la prueba y ofrece baremos actualiza-
dos para la Ciudad de Buenos Aires. Asimismo destina un apartado a los indicadores
emocionales propuestos por Koppitz y, con relación a los denominados indicadores
de disfunción neurológica, advierte que han sido muy cuestionados y que su empleo
sólo permite generar hipótesis a verificar mediante múltiples fuentes. Quizá sea este
el punto más controversial de los fecundos aportes de Koppitz, a medio siglo de sus
formulaciones. Y también puede ser una invitación a continuar investigando con el
propósito de obtener algunas certezas, si fuera ello posible.
En suma, de la lectura de estas páginas infiero un gran esfuerzo colectivo. Los
autores han logrado un entramado de teorías y técnicas con solvencia conceptual
y exquisito oficio en lo metodológico. Sobresalen los aportes desde el campo de la
neuropsicología infantil, la prueba SNN-UBA, la entrevista EDDI, tanto como los diver-
PRÓLOGO 17
sos haremos actualizados de pruebas clásicas, de absoluta vigencia por su utilidad,
en particular en los campos de la evaluación clínica y educacional. Y además, la ge-
nerosa inclusión, para las técnicas clásicas, de un anexo de detalles técnicos para la
puntuación e interpretación de las pruebas, todo lo cual agrega valor a la propuesta.
El fin de esta publicación, afirman los autores, es contribuir al logro de diagnósti-
cos fiables en la infancia, período signado por la movilidad y el cambio, y en el cual
se entrecruzan variables del desarrollo con otras de incipiente corte psicopatológico;
como bien argumentan, se trata de un sujeto que, por su condición necesita de múl-
tiples informantes, estando a su vez inmerso en un contexto ecológico y cultural que
le confiere complejidad y singularidad. Por último, quisiera remarcar un concepto
central vertido en la obra, y es la concepción de la evaluación psicológica en la in-
fancia como una forma de intervención preventiva; ello la posiciona como una noble
tarea a la que bien vale la pena dedicarse, y a la que los autores han hecho una muy
valiosa contribución.
18 NORMA CONTINI
PRIMERA PARTE
ASPECTOS CONCEPTUALES
Y TÉCNICOS PARA LA
EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
EN NIÑOS
Introducción a la Primera Parte
En esta Primera Parte nos referiremos al basamento teórico requerido para llevar a
cabo apropiadamente la evaluación psicológica de un niño.
En el Capítulo 1 destacamos algunos aspectos a considerar en la evaluación psi-
cológica infantil, que atañen a sus diferencias respecto de la evaluación en adultos,
diferencias que todo especialista en el área no debe soslayar de cara a la eficaz y efi-
ciente toma de decisiones. Los recientes aportes teóricos sobre el tema señalan que
esta evaluación debe sostenerse mediante evidencia empírica, lo cual supone que
todo el proceso debe guiarse por la adecuada interpretación de los indicadores en-
contrados en el devenir del proceso en sí, a la luz de la evidencia científica que el eva-
cuador idóneo recabará de fuentes académicas actualizadas. Esto involucra un amplio
conocimiento por parte del psicólogo de los hallazgos científicos recientes sobre psi-
copatología infantil, categorías diagnósticas, instrumentos de evaluación disponibles y
modalidades de intervención específicas a tener en cuenta a la hora de efectuar reco-
mendaciones. En esta línea cobra especial relevancia el empleo de instrumentos de
evaluación psicológica con adecuadas evidencias de confiabilidad y validez, debiendo
descartarse aquellos tests que se emplean por simple tradición, comodidad o senci-
llez, pero sin evidencias de calidad psicométrica.
Además hemos incluido aspectos específicos referidos a los ámbitos de aplicación
de la evaluación psicológica en niños, poniendo de relieve la importancia de las tareas
que los psicólogos realizan en cada uno de ellos. Los ámbitos más pertinentes para
la evaluación infantil son el educacional y el clínico y, en menor medida, el forense. Se
destaca asimismo el campo de la investigación como un ámbito poco transitado que,
en los últimos años, ha cobrado especial relevancia en pos del desarrollo y el análisis
de la calidad de los instrumentos de evaluación (específicamente sus propiedades,
tales como validez, confiabilidad y capacidad para captar las diferencias individuales
entre los examinados). Asimismo, sobre el final del capítulo comentamos los pasos
que le permiten al psicólogo bien formado en el área poner en acto las tareas de eva-
luación psicológica en niños.
En el Capítulo 2 abordamos los aspectos referidos al desarrollo neurológico de
los infantes y describimos los hitos evolutivos más importantes a considerar en el
proceso de evaluación. Hacemos hincapié en los trastornos del neurodesarrollo que
resultan prioritarios en la detección según la moderna nosología internacionalmente
24 A. CASTRO SOLANO
- Los padres como informantes. Los progenitores son informantes esenciales del
proceso de evaluación infantil, aunque resultan menos importantes en la medida en
que el niño va creciendo. A la vez la información aportada por los padres puede estar
afectada por psicopatología específica. Así, por ejemplo, si el padre sufre algún des-
orden depresivo, esto teñirá todo el informe sobre su hijo, ya que existirá una tenden-
cia a percibir de modo negativo el funcionamiento del niño en diferentes áreas vitales
(Richters, 1992). Esta información puede resultar importante para la comprensión del
caso, ya que, al tratarse de un problema interaccional y no individual centrado en el
niño, la patología sufrida por los progenitores podría afectar el comportamiento del
examinado. Este tipo de información resulta muy valiosa para la recomendación de la
intervención adecuada.
- El docente como informante. El contexto escolar resulta clave dado el tiempo
que la escuela insume en la vida infantil. Asimismo tal contexto ofrece algunos desa-
fíos: el niño debe interactuar frecuentemente con pares, seguir reglas, permanecer
atento la mayor parte del tiempo, etc. Por lo tanto, el docente nos provee de una
información de altísimo valor, a la que no tienen acceso los padres ni el propio psi-
cólogo en la consulta. Por otra parte, el maestro tiene a su cargo una gran cantidad
de alumnos, por lo que puede comparar la conducta individual en cuestión con la del
grupo de pares. Así, es capaz de percibir qué comportamientos resultan adecuados
y cuáles no lo son para cada situación en particular. Los autores coinciden en que
los maestros son buenos informantes de los problemas de atención e hiperactividad
pero se vuelven menos confiables cuando se trata de problemas internalizantes (e.g.:
inhibición, timidez, evitación) y de conductas antisociales (e.g.: robo) (Barry, Frick y
Kamphaus, 2013).
- El niño como informante. Ya comentamos que a edades tempranas el rol del
niño como autoinformante de su comportamiento debe ser tomado con cautela. Re-
sulta importante considerar que en la medida en que es más pequeño, más vulne-
rable será ante el cansancio y el mantenimiento de la atención, por lo que puede
presentarse falta de colaboración durante el proceso de evaluación. Esta situación
puede afectar su desempeño en las pruebas psicológicas y en las conclusiones deri-
vadas de las puntuaciones obtenidas (e.g.:¿no respondió a un ítem porque no cono-
cía la respuesta, porque estaba cansado, o porque el material no le resultó atractivo
o familiar?). Según algunos autores, los niños resultan muy buenos informantes sobre
trastornos internalizantes (inhibición, timidez, entre otros), que pueden resultar desco-
nocidos tanto para padres como para maestros (Frick et al., 2010).
- Los pares como informantes. Si bien no es frecuente incluir a los pares en los
procesos evaluativos, es posible y a veces útil tomar en cuenta aquello que ellos pien-
san sobre el examinado en cuestión. Por ejemplo, en niños con problemas de socia-
lización puede emplearse la técnica del sociograma para obtener, de manera gráfica,
un esquema sobre las relaciones con los pares que conforman el grupo. Esta técnica
recoge información que brindan los pares respecto de los otros niños (e.g.: a quién
prefieren a la hora de realizar tal o cual actividad, a quién prefieren menos, etc.). Esta
puede ser una información valiosa para confirmar o descartar algunas hipótesis diag-
nósticas en especial.
26 A. CASTRO SOLANO
- Evidencias de validez y confiabilidad. Todas las técnicas que elijamos emplear
deberán contar con evidencias de validez y confiabilidad según su contexto de aplica-
ción, producidas a partir de investigaciones serias, locales y recientes. De nada sirve
utilizar un baremo de un determinado test con más de 20 o 30 años de antigüedad,
ya que ello puede dar lugar a errores diagnósticos graves, infravalorando el cuadro.
Las variables psicológicas son altamente susceptibles a las influencias micro y ma-
croculturales, por lo que su desarrollo o rendimiento típico a una edad determinada
pueden variar en pocos años en función de cambios culturales. En la misma línea, un
test con evidencias de validez analizadas en adolescentes o para otro rango de edad
distinto del utilizado no cumple con los requisitos mínimos de validez establecidos,
dada la relevancia de factores evolutivos, hecho que todo psicólogo debe conocer
en profundidad. Es frecuente en la práctica clínica violar este principio y utilizar, por
ejemplo, una traducción de un test extranjero sin la consideración de las equivalencias
lingüísticas, métricas y conceptuales. La violación de estos supuestos atenta contra
la validez del proceso de evaluación dando lugar a diagnósticos erróneos con alto
impacto para el sujeto evaluado. Las equivalencias lingüísticas no son una mera tra-
ducción, sino que dan cuenta de sutilezas denotativas y connotativas que afectan
los significados implicados en modismos, usos, terminología e imágenes específicas
empleados por una comunidad, contemplando también las franjas etarias correspon-
dientes, el nivel educativo de los padres, la región y hasta el estrato socioeconómico
en el que cada individuo se desempeña. Las equivalencias conceptuales determinan
si el concepto evaluado por un instrumento posee en la comunidad en la que el sujeto
habita un equivalente en términos de definición conceptual y de comportamientos que
lo representen. Por ejemplo, el constructo rapidez para la resolución de problemas
matemáticos no tendrá el mismo significado ni la misma manifestación conductual en
dos culturas donde el tiempo reviste una valoración diferencial, como son la cultura
urbana y la rural. Finalmente, las equivalencias métricas se vinculan con el estable-
cimiento de evidencias de validez, confiabilidad y otras características psicométricas
de los tests. Ellas incluyen a los baremos, pero estos no son la única propiedad que
debe ser analizada en un instrumento, ni son, por mucho, el aspecto más importante.
La importancia de un baremo se vuelve nula, a pesar de su actualidad y localidad,
si no se ha establecido qué mide el test, según qué modelo teórico, si ese modelo
puede sostenerse en nuestra cultura del mismo modo que en la cultura de origen, así
como si tampoco se ha realizado una traducción que tome en cuenta todos los as-
pectos antes mencionados. Y es indispensable recordar que todo lo anterior no se de-
cide de modo intuitivo o liviano, sino que debe derivarlo un psicólogo evaluador de la
lectura concienzuda y profunda de investigaciones científicas bien desarrolladas, data-
das recientemente y hechas en contextos locales. De otro modo, la actividad de eva-
luación carecerá de sentido y podrá generar resultados erróneos y dañinos para los
interesados, por lo cual está en juego la altísima responsabilidad ética del profesional.
2é A. CASTRO SOLANO
Ámbito clínico. Este es el espacio más común donde ocurren las tareas de eva-
luación psicológica infantil. Los padres suelen solicitar asistencia psicológica o bien
son derivados por un profesional médico o la escuela. En este caso deben identifi-
carse las conductas problemáticas, quiénes son los potenciales pacientes (niños, pa-
dres, ambos), posibles orígenes del o de los cuadros, diagnósticos y tipo de interven-
ción más adecuada, o aún opciones de intervenciones alternativas. Este proceso se
llama comúnmente psicodiagnóstico y consta de una o dos entrevistas a los padres,
las sesiones de administración de tests con el niño, una entrevista de devolución y
la redacción de un informe en el caso de que un tercero haya solicitado la evalua-
ción. El propósito de la evaluación clínica infantil es arribar a un diagnóstico clínico.
Se entiende como diagnóstico la identificación tanto de componentes sanos como
patológicos que el consultante presenta. Diagnóstico no implica imponer un rótulo:
diagnosticar es mucho más que eso, involucra la conceptualización del caso como
una totalidad: ¿Qué cuadro/s presenta el niño? ¿Cómo se originó? ¿Cuáles son los
factores responsables de su mantenimiento o agravamiento? ¿Se presenta de igual
modo en diferentes contextos (familiar, escolar, etc.)? ¿Se trata de algo permanente
o reversible? ¿Se trata de algo leve o impacta en muchas áreas de su vida? ¿Qué
grado de cambio psicológico es esperable en determinado tiempo? ¿Es necesario
realizar alguna interconsulta? ¿Necesita medicación, internación u otro tipo de asis-
tencia más permanente? ¿Qué tipo de intervención resulta más adecuada? ¿El niño
es el paciente identificado pero hay otros componentes —por ejemplo, familiares—, que
sostienen el cuadro? ¿Qué margen de modificación y de conciencia de la sintomato-
logía existe en la familia?
Asimismo resulta necesario que el psicólogo no solamente identifique aquellos as-
pectos patológicos sino que sea capaz de localizar los componentes salugénicos y
fortalezas del examinado, a partir de los que se trabajará en un eventual futuro tra-
tamiento, y ello debe considerar todos los contextos en los que aquel interviene, así
como todas sus áreas de desempeño (cognitiva, comportamental, social, familiar,
médica).
En la tabla siguiente incluimos un listado de las aplicaciones más frecuentes de la
evaluación psicológica infantil en la práctica clínica.
Derivaciones realizadas por otros profesionales a los efectos de identificar componentes psicopatológi-
cos implicados que requieran tratamiento.
Dificultades en la socialización con pares (e.g.: escasas habilidades sociales, agresión, etc.).
Cabe consignar que si bien aquí hemos separado los ámbitos clínico y educacio-
nal, en la práctica concreta ellos se hallan íntimamente relacionados por el impacto de
3O A. CASTRO SOLANO
ambos sobre el comportamiento infantil. Generalmente los problemas son detectados
en el hogar o en la escuela, y esta última es con mucha frecuencia el espacio de deri-
vación al ámbito clínico.
Evaluar el estado psicológico del niño en función de un evento traumático (e.g.: mala praxis, acci-
dente, abuso, negligencia, etc.).
Realizar un diagnóstico del niño en casos de maltrato, abuso o violencia hacia los niños.
Diseño de nuevos tests de evaluación psicológica sobre la base de nuevos constructos, necesidades,
teorías, etc.
Redacción de manuales para evaluar y analizar resultados brindados a partir de la aplicación de tests
de evaluación psicológica.
Transferencia permanente mediante clases, cursos, talleres del contenido del ámbito de la investiga-
ción a diferentes tipos de público (alumnos de grado, posgrado, comunidad más amplia, etc.).
32 A. CASTRO SOLANO
en el apartado anterior. En esta instancia el colega debe identificar la fuente de deriva-
ción (e.g.: escuela, médico, otro psicólogo) y, en la medida de lo posible, ponerse en
contacto con ella, ya que tanto quien realiza la evaluación como el derivante necesa-
riamente interactúan a los efectos de tomar la decisión más adecuada para el niño
(Sattler, 2010). El psicólogo tiene que determinar cuál es el propósito de la evaluación
(e.g.: diagnóstico de disfunciones, diagnóstico diferencial, demanda de tratamiento) y
debe decidir responsablemente si la aceptará en función de sus conocimientos o área
de especialización. Puede ocurrir que una vez realizada la derivación esta no sea de
su competencia, debiendo así derivar el caso nuevamente a otro profesional más idó-
neo. Por ejemplo, podría ocurrir que un profesional en el primer contacto sospeche
que el niño sufre alguna disfunción neurológica a causa de un traumatismo reciente; en
ese caso es preferible derivarlo a un neuropsicólogo especialista en este tipo de afec-
ciones antes que realizar una evaluación psicológica de sus capacidades cognitivas.
Asimismo, el primer contacto con el niño o con sus padres puede requerir una inter-
consulta adicional si presenta alguna manifestación física y/o conductual que pudiera
afectar su comportamiento e influir en la evaluación y en el diagnóstico resultante. Por
ejemplo, quejas físicas, mareos, náuseas, vómitos frecuentes, cambios comportamen-
tales repentinos, irritabilidad, hiperactividad excesiva, dificultades cognitivas tales como
dificultades para hablar, escribir o leer, entre otras. En estos casos el psicólogo debe
realizar una interconsulta adicional con otro profesional -médico, neurólogo, psiquiatra,
fonoaudiólogo- que será material a incluir en la evaluación y el diagnóstico.
Si la derivante ha sido la escuela es necesario contar con un informe escrito del
docente que tome en cuenta tanto los aspectos referidos al aprendizaje como a la
conducta en el aula y con los pares, a los efectos de obtener información sobre el
contexto escolar desde el punto de vista de un informante clave y cotidiano. Resulta
además conveniente incluir material escolar adicional tal como trabajos del niño en el
aula, boletín de calificaciones, cuadernos, dibujos, etc., que también serán útiles para
la evaluación. Estos materiales pueden ser requeridos y analizados mientras el psicó-
logo realiza la primera y segunda entrevista con los padres, que tienen como objetivo
identificar el problema y ponerlo en perspectiva a la luz de los contextos implicados y
de la historia del niño. Con los padres se indagará el motivo de consulta, antecedentes
del niño y de la familia en función del problema por el que se consulta. A la vez de-
berán explorarse las soluciones alternativas que los progenitores hubieran intentado
previamente para resolver la problemática, y revisar el papel que han tenido en el man-
tenimiento del mismo. Los padres resultan informantes privilegiados sobre los hitos
del desarrollo del niño (especialmente en el caso de que no se haya cumplido con las
pautas madurativas esperadas) y sobre otros factores perinatales o prenatales que
podrían haber afectado al interesado (e.g.: enfermedades de la madre durante el em-
barazo, prematurez, internación en incubadora al nacimiento, infecciones, vueltas de
cordón, etc.). Debe destacarse la posibilidad de que el psicólogo reciba información
contradictoria, ya que si realizamos una evaluación psicológica con multiinformantes la
probabilidad de que ello suceda es muy elevada. Esto ocurre porque diferentes mate-
riales (escolares, médicos, entrevistas, tests) proveen información derivada de diferen-
tes segmentos de comportamiento que el psicólogo debe ser capaz de jerarquizar a la
hora de conceptualizar el caso y de redactar su recomendación.
Con esta información en mente el colega evaluador debe seleccionar los instru-
mentos a administrar, de modo de cubrir todos los aspectos necesarios a indagar
Procurar que los instrumentos cumplan con los estándares internacionales de confiabilidad y validez.
En el caso de que sean técnicas extranjeras que hayan sido adaptadas, verificar la adecuación con-
ceptual, lingüística y métrica recientes y locales.
Revisar si los baremos (normas) son adecuados para el uso que se le quiere dar.
Seleccionar tests que se refieran a diferentes segmentos de conducta provistos por múltiples infor-
mantes (verbal, gráfico, conductual, autoinforme, heteroinforrne, etc.).
Seleccionar técnicas que respeten el background cultural, étnico y social del menor.
Evitar la redundancia de materiales a los efectos de disminuir la varianza de error y evitar el sesgo
confirmatorio.
34 A. CASTRO SOLANO
cuanto a la administración de técnicas estandarizadas se sugiere no alterar las con-
signas, lapsos de tiempo requeridos y/o niveles de ayuda aconsejados en el manual
de administración del test, ya que esto dará lugar a una mayor varianza de error y
se obtendrá un diagnóstico erróneo. Sin embargo, este apego a las instrucciones no
debe ser obstáculo para que el profesional se muestre receptivo, cálido y amable, sin
olvidar nunca que al trabajar con un niño hay que esforzarse para hacerlo sentir có-
modo y relajado, tal vez abordando temas adyacentes pero que ayuden a "romper el
hielo", tales como preguntar sobre su música o equipos de fútbol preferidos, hobbies,
deportes, actividades, programas de TV que le gustan, películas, etc. Si se realiza un
sondeo adicional (continuar preguntando aun cuando el manual del test indica discon-
tinuar la administración ante el fallo en la respuesta), lo que se conoce como test de
límites en las pruebas cognitivas y proyectivas (escalas WISC o Rorschach), se tratará
de un sondeo que apunte a incluir información cualitativa en el diagnóstico, que no
debe incorporarse a la puntuación del test. Las sesiones dedicadas a la administración
de técnicas no deberían ser más de cuatro para no prolongar innecesariamente el pro-
ceso ni despertar ansiedades en el niño y sus padres con el paso del tiempo.
36 A. CASTRO SOLANO
el psicólogo debe considerar cuál es la información que se halla más respaldada por
evidencia en función del material y cuál necesita evidencia adicional. Como se seña-
lara antes, no es conveniente administrar material redundante para reforzar la hipóte-
sis diagnóstica, ya que esto aumentaría artificialmente la evidencia a favor de aquella,
aportando solamente variancia de error y fatiga para el niño evaluado.
En suma, en esta etapa el psicólogo debe realizar las siguientes tareas (Tabla 6):
Evaluar la información procedente de fuentes cualitativas (e.g.: situación de test, entrevista, informes,
etc.).
Integrar la información.
Diseñar una o más hipótesis diagnósticas adecuadamente validadas según la evidencia aportada por
los datos recabados.
a) La comunicación con los padres. Se debe proveer una síntesis diagnóstica del
caso en lenguaje llano y comprensible, líneas generales de intervención, indi-
car qué tareas pueden realizar en la casa y fuera de ella para ayudar en las
dificultades del niño, cuáles son las conductas o actitudes de los padres que
refuerzan o empeoran el caso, cuáles son los pasos a seguir en relación con el
problema del niño.
b) La comunicación con la escuela. En términos generales la comunicación con
la escuela se realiza a través de un informe escrito, que debe ser redactado
en términos claros y sin tecnicismos. Este informe puede complementarse con
una comunicación oral con los docentes, a posteriori de haber recibido ellos el
informe para clarificar dudas y la problemática del caso en general. Se debe in-
cluir una síntesis diagnóstica y situar el problema del niño en el entorno escolar.
Deben especificarse las condiciones que facilitan o empeoran el aprendizaje,
¿cuál es el tipo de enseñanza, materiales y modalidad de presentación más
adecuados para este niño? De necesitarse algún programa especial (e.g.: ha-
bilidades sociales) o asistencia adicional (e.g.: enseñanza especial), la escuela
¿puede proveerlo? En este informe deben contextualizarse los resultados obte-
nidos a partir de las entrevistas y tests en función del entorno escolar, de modo
que la información allí consignada tenga la mayor validez ecológica posible y
sea útil en el aula y en la totalidad del espacio escolar.
En cuanto al informe, debe producirse sin demora una vez finalizada la evalua-
ción, y su contenido debe ser comunicado a los padres y al niño en términos com-
prensibles y consistentes con la devolución. Cabe mencionar que no existe una única
manera de escribir informes psicológicos y tal vez en ello radique la dificultad de su
confección. Es fundamental tomar en cuenta hacia quién va dirigido, ponderándose
38 A. CASTRO SOLANO
en cada caso la inclusión o exclusión de determinados datos y la modalidad de pre-
sentación. El psicólogo debe estar siempre abierto a discutir el contenido del informe
con sus potenciales usuarios.
En suma, el proceso de evaluación psicológica es el punto de partida de la inter-
vención psicológica, y como tal debe realizarse un seguimiento pos-intervención a fin
de monitorear los avances y la recuperación del niño. La comparación entre ambos
momentos diagnósticos resulta particularmente útil ya que permite establecer el
grado de avance o éxito de determinada intervención y, por ende, evaluar la capaci-
dad de recuperación del niño y de su familia, la eficacia del tratamiento y la pericia de
quien lo lleve a cabo, y el ajuste o no de las hipótesis diagnósticas a las que se arribó
en la evaluación.
PALABRAS FINALES
A lo largo de este capítulo se ha intentado hacer una revisión general sobre los
principales aspectos conceptuales y técnicos a considerar en el proceso de evalua-
ción psicológica de un niño. Debe recordarse que este tipo de evaluación difiere de la
que se lleva a cabo con adultos y no puede homologarse una a la otra. La evaluación
infantil, al igual que la adulta, debe realizarse mediante técnicas que cuenten con am-
plias evidencias de confiabilidad y validez y deben contemplarse los diferentes con-
textos en los que el niño interactúa. Para ello es preciso que sea múltilpe e integrada
tomando en cuenta la perspectiva multiinformante, multicontexto, pluritécnica y mul-
timétodo. Deben atenderse especialmente aquellos factores de variancia irrelevante
que puedan interferir en lo que cada test valora para evitar una evaluación sesgada.
Por lo tanto, la evaluación debe ser culturalmente ajustada atendiendo al contexto
específico en el que se desenvuelve el niño. El proceso toma su especificidad según
el contexto de aplicación, puesto que las demandas son diferentes en cada caso y
ello requerirá competencias específicas del psicólogo en cada oportunidad. Además
implica una fuerte formación en psicología evolutiva, psicopatología infantil, trastornos
del neurodesarrollo, especial atención a las interacciones y configuraciones familiares,
gran capacidad empática con el niño y actualización permanente en cuanto a usos,
modas y modismos empleados por ellos.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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4O A. CASTRO SOLANO
2. Indicadores madurativos del
desarrollo infantil y principales
trastornos del neurodesarrollo
Alejandro Castro Solano y Ana D'Anna
Antecedentes familiares
Trastornos perinatales
Trastornos de conducta
Trastornos de la lateralidad
El nivel del desarrollo del recién nacido se observa en conductas motoras y refle-
jas muy simples, siendo esperable un Apgar de 7 a 10. Esta prueba es un examen
rápido que se realiza en el primero y luego en el quinto minuto a partir del nacimiento
del bebé. La puntuación en el minuto 1 determina qué tan bien toleró el bebé el pro-
ceso de nacimiento. La puntuación obtenida al minuto quinto indica qué tan bien está
evolucionando el recién nacido por fuera del vientre materno. Se basa en cinco indi-
cadores que se puntúan 0, 1 ó 2, dependiendo de si el signo está ausente o presente
(intensidad baja y alta respectivamente). Un bebé normal presenta una actividad mo-
tora espontánea, un color rosado de piel, una tasa cardíaca superior a 100 y un llanto
fuerte. Un Apgar bajo es un indicador de necesidad de atención médica y cuanto más
bajo sea su puntaje mayor dificultad tendrá el recién nacido para adaptarse fuera del
vientre materno. Podría estar indicando hipoxia o depresión respiratoria y puede ser
un factor de riesgo de daño cerebral.
A medida que el niño crece el cerebro continúa con un crecimiento rápido, se mie-
linizan las vías nerviosas y se complejiza la corteza cerebral dando lugar a una mayor
complejidad cognitiva. El proceso de mielinización seguirá durante todo el desarrollo
y terminará alrededor de los 15 años. Asimismo aumenta el número de conexiones
nerviosas. La maduración cerebral comienza en las estructuras subcorticales y fina-
liza en las corticales que son las que se desarrollan posteriormente y, a medida que
cada hemisferio madura va asociándose con funciones más específicas. El hemisferio
No señala objetos para mostrar su interés (e.g.: no señala un avión que está volando) hacia los 10-12
meses.
No juega con situaciones imaginarias ( e.g.: no da de "comer" a la muñeca), hacia los 18 meses.
Reacciona de manera extraña a la forma en que las cosas huelen, se ven, se sienten o suenan.
No balbucea, no hace gestos (señalar, decir adiós con la mano) a los 12 meses.
Es posible identificar los TEA a los 18 meses de edad o antes. Hacia los 2 años,
el diagnóstico que haga un profesional experimentado puede considerarse muy con-
fiable. Sin embargo, muchos niños no reciben un diagnóstico definitivo sino hasta
edades mayores. Si bien no existe una "cura" para este tipo de cuadros, las investi-
gaciones demuestran que la intervención temprana puede mejorar significativamente
su desarrollo. Estas intervenciones específicas ayudan a que dichos niños puedan
aprender destrezas importantes como las habilidades comunicativas e incluso el
habla, que logren hablar, caminar e interactuar con los demás de la forma más ade-
cuada posible.
Si bien no se han descubierto todos los factores intervinientes en los TEA, la psi-
cología ha verificado fehacientemente que no son causados por una inadecuada
crianza como se suponía hasta hace algunos años atrás. La mayoría de los científicos
coinciden en que existe un componente genético importante que opera como factor
de riesgo y hace que una persona sea más vulnerable a padecer un TEA (Fejerman et
al., 1994; Frith, 1989; Wing, 1998).
La segunda etapa comprende entre los 3 y 6 años. El niño en este período tiene
un lenguaje verbal lo suficientemente desarrollado y, en los contextos urbanos, se
trata de niños escolarizados tempranamente. Desde el punto de vista piagetiano nos
situamos en el período preoperatorio. El límite de esta etapa suele ser el aprendizaje
de la lectoescritura y/o el logro de las operaciones concretas y la reversibilidad ope-
ratoria.
El objetivo de la evaluación en este momento de la vida consiste en detectar tem-
pranamente las alteraciones en el desarrollo que interfieran con el aprendizaje escolar
y/o el desarrollo de la comunicación. De esta manera será posible diseñar intervencio-
nes tempranas y/o brindar información a la escuela para que los especialistas (e.g.: el
psicólogo escolar, los psicopedagogos) hagan las adecuaciones curriculares necesa-
rias para la atención de los niños detectados como en riesgo, atendiendo sus nece-
sidades puntuales, por ejemplo incluyendo un maestro integrador o de apoyo. Esta
evaluación tendrá una característica preventiva mediante la temprana identificación de
posibles casos que requieran atención especializada.
El niño en esta etapa tiene algunas características específicas. En primer lugar
puede mantener la atención por períodos muy cortos de tiempo; manifiesta períodos
de gran actividad y de conducta errática, puede interrumpir la sesión de evaluación
varias veces, puede experimentar molestias ante la ejecución de alguna tarea pro-
puesta por el psicólogo, puede recurrir a la madre para mostrarle su producción, etc.
El psicólogo debe ser capaz de construir un buen rapport para administrar los instru-
mentos planeados y debe tener presente que puede incurrir en una subestimación
de las habilidades del niño en función de los factores comentados (Panter y Bracken,
2013). En cuanto a las pruebas a administrar, debe seleccionar técnicas preferente-
mente de screening que permitan una identificación temprana de los niños en riesgo
y que necesiten una evaluación más específica en una segunda etapa. Se trata de
pruebas muy sencillas de administrar, de duración breve y muy sensibles a probables
alteraciones en el desarrollo y/o posibles disfunciones socioemocionales. En nuestro
medio generalmente se examina el material gráfico que produce el niño (test del di-
bujo de la figura humana, test kinético de la familia, dibujo libre, etc.), conjuntamente
con el test de Bender a partir de los 4 años de edad (véanse los Capítulos 5 y 6).
El psicólogo debería examinar en esta etapa las habilidades de lenguaje expresivo y
receptivo, las conductas adaptativas, el desarrollo motor fino y grueso y el funciona-
miento cognitivo, social y emocional del infante. En cuanto a los aspectos emociona-
les y conductuales, cobra especial relevancia al papel de los padres y los maestros
como informantes de la conducta del niño fuera de la situación de test (véase el Capí-
tulo 1). Para ello es necesario hacer una evaluación del contexto en el que se desen-
vuelve el pequeño. Es preciso examinar en este período la relación del niño con sus
padres o cuidadores, el estilo parental y las relaciones con los hermanos (Nickerson,
Duvall y Gagnon, 2007).
Los instrumentos de evaluación psicológica utilizados deberían cumplir con los es-
tándares internacionales (AERA, 2005). Deben tomar en cuenta evidencias de con-
fiabilidad y validez suficiente y ausencia de sesgo que asegure la equidad en la eva-
luación de minorías, étnicas o poblaciones de bajos recursos económicos. Se debe
tener un particular cuidado con la evaluación de poblaciones especiales, tales como
Tabla 4. Hitos del desarrollo entre los 4 y 6 años según Gessell et al.
Salta usando los pies alter- Sabe su nombre y apellido. Copia un cuadrado y un
nativamente. Pregunta el significado de triángulo.
Puede andar en puntas de las palabras. Cuenta 10 objetos seña-
pie. Describe imágenes. lando con su dedo.
5 años Garabatea su nombre.
Se viste y desviste con
ayuda.
Se disfraza con ropa de
adulto.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Autism and Developmental Disorders, 29 (6), 439-484.
Para comenzar a explorar los tests que evalúan la inteligencia debemos primero
comprender qué es lo que pretenden evaluar. Existen debates de larga data centra-
dos en las posibles acepciones que los términos intelectual/cognitivo, por un lado, y
habilidades/aspectos/funcionamiento, por el otro, pueden asumir. Aquí los empleare-
mos indistintamente y recurriremos a una conceptualización amplia sobre aquello que
implican los aspectos intelectuales o la evaluación de la inteligencia.
Hablar de la inteligencia nos lleva ineludiblemente a hacer referencia a lo que
se conoce como factor g o factor general de inteligencia, expresión propuesta por
Spearman en 1904, que refiere a una especie de energía mental que permite que la
actividad inteligente se desarrolle. Debe recordarse que en aquel momento los mo-
delos dinámicos de la física coincidían con el paradigma científico vigente, de modo
tal que otras disciplinas se acercaban a él mediante hipótesis teóricas similares.
De modo sencillo, puede decirse que el factor g es aquello o es algo que tienen en
común todo los comportamientos que se consideran intelectuales, de modo tal que
se lo considera constante intraindividualmente (el sujeto no experimenta variaciones
en esta energía mental a lo largo de su existencia), y variable interindividualmente. Es
decir que los humanos nos diferenciamos unos de otros por el monto de g que po-
seemos. Spearman plantea que, si tomáramos un comportamiento intelectual como
un todo y analizáramos sus partes componentes —es decir, sus constitutivos—, una de
ellas necesariamente será el factor g. En mayor o menor medida, el factor g participa
58 G. DE LA IGLESIA
gencia cristalizada (Gc), propuestos originalmente por Cattell (1963) y luego revisados
junto a su estudiante John L. Horn (Cattell y Horn, 1978). Así es que la inteligencia
fluida se puede equiparar, de algún modo, a la capacidad eductiva y la inteligencia
cristalizada a la capacidad reproductiva (Fernández Liporace, Ongarato, Saavedra y
Casullo, 2004).
En esta teorización sobre la inteligencia, Spearman, además de postular a g como
el factor común y general a todo comportamiento inteligente, también hipotetizó otro
factor para explicar tales conductas, el factor s o specific. Este se refiere a habilidades
específicas requeridas en actividades particulares y que, por ende, se utilizarán dife-
rencialmente según el objetivo de la tarea. Si la parte en común a todas las habilida-
des que explicaba las correlaciones entre ellas era atribuida a g, la otra parte, no ex-
plicada por g, que parecía ser independiente y propia de esa habilidad, correspondía
a lo específico o propio de tal habilidad. Es por ello que, en teoría, formuló un número
potencialmente infinito de factores específicos, variables inter e intraindividualmente,
dado que su desarrollo nos diferencia entre seres humanos pero, a la vez, la configu-
ración particular de factores específicos de cada persona es completamente diversa,
sin que pueda observarse un grado equivalente de desarrollo dentro del propio perfil.
A posteriori de las teorizaciones principales hasta aquí enumeradas, Spearman (1927)
reconoció la existencia de factores de grupo para refierse a factores diversos que se
ponen en juego conjuntamente en alguna actividad, y que influyen en el rendimiento
individual tanto o más que los propios g y s, como por ejemplo la voluntad, el interés
por la actividad, la persistencia, o similares (Flanagan y Harrison, 2005).
Históricamente en la evaluación de los aspectos cognitivos, el diseño de instru-
mentos psicométricos estuvo enfocado en la evaluación de g. Sin embargo, los de-
bates teóricos han llevado a que muchos de los tests más recientes y de uso inter-
nacional le adjudicaran menor importancia (de todas maneras, g es un aspecto que
siempre se mide) y mayor relevancia a sus subaspectos. Esto llevó a Carrol (1993,
1997), por ejemplo, a realizar una serie de investigaciones empíricas en las que utilizó
el análisis factorial como método de estudio para examinar de manera exhaustiva los
tests de inteligencia. Concluyó que la evidencia a favor de un factor general de la in-
teligencia era indudable y que, además, se podía pensar la inteligencia mediante un
modelo de tres niveles, correspondientes a los factores de primer, segundo y tercer
orden hallados en tales estudios factoriales. En el estrato III, que representa la cús-
pide, se ubica el factor g como única dimensión. Luego, en el estrato II, se identifican
distintas habilidades subordinadas: Lenguaje, Razonamiento, Memoria y Aprendizaje,
Percepción Visual, Percepción Auditiva, Producción de Ideas, Rapidez Cognitiva, Co-
nocimiento y Rendimiento, y Misceláneas. El número de habilidades del segundo es-
trato generalmente varía entre 8 y 10, dependiendo del autor. Finalmente, el estrato I
está compuesto por numerosas habilidades o factores específicos. Aquí debe recor-
darse que, según las formulaciones teóricas iniciales de Spearman en 1904, estas
habilidades o factores específicos podían pensarse como potencialmente infinitos.
Teniendo en cuenta este aporte y los de Cattel y Horn sobre inteligencia fluida y cris-
talizada, McGrew y Flanagan (1998) postularon el modelo Cattel-Horn-Carroll (CHC)
en el cual, aunque no se niega la existencia de g, es omitido como una medida de
interés y su cálculo no se halla contemplado. De acuerdo con este modelo, la inteli-
gencia puede evaluarse mediante diez estratos amplios que agrupan más de setenta
estratos acotados -algo equiparable a los estratos II y I de Carroll (1997)-.
En 1905 Alfred Binet junto a Theodore Simon desarrollaron el primer test para
medir la inteligencia: el Binet-Simon Intelligence Test (Binet y Simon, 1905). Esta es-
cala no se basaba en ninguna teoría y su objetivo principal consistía en evaluar ca-
pacidad intelectual en niños para brindar información a escuelas parisinas que nece-
sitaban decidir en qué tipo de grupo aúlico debía cursar cada estudiante según sus
capacidades.
En 1916, Lewis Terman -un psicólogo de la Universidad de Stanford- tomó la ver-
sión original y, basándose en ella diseñó la primera Stanford-Binet Intelligence Scale
(Terman, 1916). Revisiones de la escala derivaron en una segunda (Yerman y Merrill,
1937), una tercera (Yerman y Merrill, 1960, 1973), una cuarta (Thorndike, Hagen y
Sattler, 1986), y la actual quinta versión: la Stanford-Binet Intelligence Sca/e, Fifth Edi-
tion (SB5) (Roid, 2003). Estas escalas Stanford-Binet (SB) se destacan por haber ini-
ciado la medición de la inteligencia, por su reconocida trayectoria y su difundido uso
en todo el planeta.
La conceptualización de inteligencia que fundamentó el diseño de la SB5 (Roid,
2003) fue aquella postulada en el mencionado modelo CHC (McGrew y Flanagan,
1998). La SB5 mide -aunque con otros nombres- cinco factores que pertenecen al
modelo CHC: Razonamiento Fluido, Conocimiento, Razonamiento Cuantitativo, Pro-
cesamiento Visoespacial, Memoria de Trabajo. Cada uno de estos factores es medido
mediante un subtest verbal y uno no verbal -en total, la escala se compone de 10
subtests-. Su administración admite el cálculo de una medida intelectual general, una
verbal y una no verbal.
Las distintas versiones de las escalas SB ejemplifican claramente las diferencias
conceptuales en relación con el término coeficiente intectual propuesto por Stern
60 G. DE LA IGLESIA
(1924) para nominar el resultado obtenido en un test de inteligencia. Las primeras dos
versiones de las escalas SB recurrían al cociente intelectual -ratio IQ en inglés- como
medida general de inteligencia. Este valor deriva del cálculo [(edad mental/edad cro-
nológica)`1 00], que presentaba grandes limitaciones, la principal era que en él subya-
cía la noción de que la inteligencia aumenta en una relación lineal con la edad. Esta
idea es errónea ya que el crecimiento intelectual es remarcable en los primeros años
de vida, con una evolución no tan apreciable en los años previos a la adolescencia y
un salto importante hacia arriba en la adolescencia, momento tras el que no se ob-
servan cambios muy notorios, para decrecer en la tercera edad (Gross, 2010). Es por
ello que el cociente intelectual resultaba una medida inadecuada para la estimación
de la inteligencia, especialmente en los rangos etarios en los que aquella ya no se
incrementa con el correr de los años. Tanto es así que a partir de la tercera versión
de la escala SB, en 1960 se decidió utilizar el coeficiente intelectual por desviación
-deviation IQ en inglés- con el que se compara el rendimiento del evaluado con una
muestra normativa. En el caso del SB5, los puntajes globales (CI general, CI de la
versión abreviada, CI verbal, CI no verbal y los Factores Índice) se interpretan contras-
tando con una media de 100 y una desviación estándar de 15. Los diez subtests se
interpretan con una media de 10 y una desviación estándar de 3.
Una particularidad que diferenció a la mayoría de las escalas SB fue y es el uso de
ítems evolutivos basados en la edad. Los ítems de cada subtest están agrupados en
distintos niveles de edad ya que fueron diseñados con un criterio evolutivo que indica
lo que se esperaba que alguien de determinada edad puediera responder. Este for-
mato ha tenido muchas críticas (Becker, 2003), especialmente porque originalmente
se utilizaba para determinar la edad mental del evaluado. Al diseñar la cuarta versión
Thorndike et al. (1986) dejaron de lado el formato basado en la edad y pasaron a una
escala sustentada en la dificultad del ítem -como se utiliza en las escalas Wechsler
que se describirán en el apartado subsiguiente-. En ella los ítems se presentan según
un orden determinado por el porcentaje de niños que los respondió exitosamente; los
más fáciles resultan ser aquellos que más niños lograron contestar bien-. Este indi-
cador se conoce como nivel de dificultad, y es fundamental a la hora de administrar
estos tests puesto que presentar ítems difíciles al principio puede generar ansiedad,
frustración y malestar psíquico, lográndose un buen rapport si se aplican primero los
más fáciles y se va aumentando gradualmente la dificultad De este modo se baja la
ansiedad ante la tarea y el sujeto se acostumbra a ella. Finalmente, para la quinta edi-
ción se decidió emplear una estructura híbrida en la que cada subtest presenta dis-
tintos niveles de edad -o functioning levels-, con el objetivo de que cada nivel cuente
con ítems que se diferencian evolutivamente de un nivel a otro; pero dentro de cada
uno de esos niveles se incluyeron breves "minitests" -o tetslets- en los que se agru-
paron ítems ordenados de acuerdo con su grado de dificultad. La evaluación basada
en la edad se da mediante una medida denominada Case Sensitive Score -puntaje
sensible al caso-, en la que el puntaje bruto se transforma en una medida que indica
a qué edad cronológica correspondería el rendimiento obtenido por el evaluado. Esta
medida corresponde a una medida de criterio (y no normativa, como todas las otras).
Los autores señalan que estos puntajes resultan sumamente útiles en los casos de
rendimientos extremos -dificultad/talento-. Igualmente, en la evaluación normativa,
la versión SB5 se destaca, además, por incluir un más amplio espectro de ítems que
posibilitan la evaluación de sujetos en ambos extremos del continuo.
al& VICHM 1
SB5
Stanford-Binet Intelligence Scale, Fifth Edition
Franja etaria que abarca: de 2 años en adelante.
Datos de la publicación:
Roid, G. H. (2003). Stanford-Binet lntelligence Scales, 50 ed., Itaca, IL, Riverside
Publishing.
62 G. DE LA IGLESIA
por una excelente consistencia interna (por encima de .90) y buena estabilidad tempo-
ral establecida mediante test-retest. Un análisis de puntuaciones interjueces también
arrojó resultados satisfactorios. Es importante resaltar que, a medida que se llevaron a
cabo los estudios psicométricos, los autores quitaron ítems que mostraron no tener el
comportamiento esperado y mantuvieron aquellos que sí funcionaron del modo reque-
rido como para garantizar una buena medida. En cuanto a los estudios de validez, se
sometió la escala a análisis de evidencias de validez de contenido (juicio experto, es-
tudios empíricos), y estudios de evidencias de validez de criterio concurrente (con ver-
siones anteriores del test y escalas Wechsler) y predictiva (con medidas de rendimiento
como la de Wechsler y la de Woodcock-Johnson). También se han efectuado análisis
factoriales que concluyeron que un modelo de cinco factores resultaba sumamente
adecuado a los resultados empíricos (Roid y Barram, 2004). Se trata de una escala
muy completa. De hecho, Cohen y Swerdlik (2009), dos referentes en el terreno de la
evaluación psicológica, no informaron ninguna desventaja con respecto a ella.
64 G. DE LA IGLESIA
dividual. Además se pueden calcular siete puntajes de proceso que permiten indagar
el procesamiento de la información que hace el evaluado.
En relación con sus propiedades psicométricas, las últimas versiones de las es-
calas de Wechsler han incorporado un refinamiento psicométrico considerable. La
versión estadounidense contó con una muestra de 2200 niños para llevar a cabo
la estandarización final. Previamente se habían probado versiones preliminares con
estudios piloto y pruebas nacionales. También se estudió el comportamiento de los
ítems con cálculos de la Teoría de Respuesta al Ítem (TRI). En relación con la confiabi-
lidad se analizó la consistencia interna y la estabilidad mediante test-retest y, además,
el acuerdo entre puntuadores. Para estudiar su validez se llevaron a cabo estudios
factoriales y se buscaron evidencias de validez externa con otras pruebas de inteli-
gencia. En el caso de la adaptación local (Taborda et al., 2011), se comenzó con el
ajuste lingüístico de los estímulos mediante la traducción al español. Luego se realizó
un estudio pre-piloto y un estudio piloto en los que se evaluó el funcionamiento del
test para evaluar la claridad de los términos utilizados y el funcionamiento general de
aquel. También se lo sometió a un juicio experto para revisar su validez de contenido.
Además se calcularon los índices de dificultad de los ítems. La muestra de tipifica-
ción estuvo constituida por 1444 casos. Adicionalmente se calcularon coeficientes de
TICHM 2
WISC-IV
Wechsler Intelligence Scale for Children, Fourth Edition
Datos de la publicación:
Wechsler, D. (2003). Wechsler Intelligence Scale for Children, 4a ed., San Anto-
nio, TX, Psychological Corporation.
r) Fuma Tlemllem 2
WPPSI-III
Wechsler Preschool and Primary Scale of Intelligence,
Third Edition
Datos de la publicación:
Wechsler, D. (2002). Wechsler Preschool and Primary Scale of Intelligence, 38
ed.,SanAtoiTXPsychlgaCorptin.
66 G. DE LA IGLESIA
14 subtests derivan en los clásicos puntajes pre-WISC-IV: coeficiente intelectual de
escala completa, coeficiente intelectual de ejecución y coeficiente intelectual verbal.
Aunque como se puede ver en la Ficha 3, pueden calcularse otros valores globales.
En cuanto a las propiedades psicométricas obtenidas en población estadouni-
dense, se puede señalar que al igual que el WISC-IV, se analizaron versiones previas
con estudios pilotos y pruebas nacionales, y luego con una muestra de 1700 niños
se realizó la estandarización final. Willis et al. (2013) indicaron que esta escala resulta
más amigable para niños pequeños y mucho más ajustada al momento evolutivo en
contraste con sus ediciones previas, aunque señalaron como defecto el hecho de
que la administración no tuviera un estilo más lúdico en comparación con otras esca-
las para niños que sí lo tienen. Taborda (2002) realizó una adaptación de la primera
versión del test para su uso en población argentina.
Cabe considerar que en los últimos años se ha desarrollado un instrumento para
evaluar el rendimiento específico en las áreas relacionadas con la lectura, la matemá-
tica, la escritura y el lenguaje oral a los efectos de determinar posibles dificultades en
el aprendizaje de niños, jóvenes y adultos. Estos tests son conocidos como tests de
rendimiento (achievement) y permiten comparar el perfil de las habilidades cognitivas
de cada sujeto con su rendimiento específico en cada área. La Wechsler Individual
Achievement Test, Third Edition (WIAT-III) (Psychological Corporation, 2009) es una
escala diseñada para tal fin.
FUCHA rifICHHCA
WIAT-III
Wechsler Individual Achievement Test, Third Edition
Datos de la publicación:
Psychological Corporation (2009). Wechsler Individual Achievement Test (3rd
4. LA BATERÍA WOODCOCK-JOHNSON
68 G. DE LA IGLESIA
administración permite obtener una gran cantidad de medidas de factores específicos
o acotados -las narrow abillties del estrato I- mediante sus subtests; algunas habili-
dades cognitivas amplias -las broad abilitles del estrato II- mediante la suma de sub-
tests, y un factor general de la inteligencia -el propuesto para el estrato III- mediante
el cálculo de una medida global.
Tanto el WJ III COG como el WJ III ACH cuentan con una versión estándar y una
versión extensa. En el caso del WJ III COG, la versión estándar está compuesta por
10 subtests y la extensa incorpora 10 subtests adicionales; y en el de la WJ III ACH se
incluyen 10 y 12 subtests, respectivamente. Se recomienda utilizar la versión estándar
si los fines de la evaluación son de screening y la extensa cuando el objetivo es reali-
zar diagnósticos. Una particularidad del WJ III es que permite al evaluador seleccionar
subtests de acuerdo con aquellos aspectos que le interese evaluar. En cualquiera de
los casos la selección de los subtests se puede dar por el área curricular de interés o
algún subaspecto determinado.
La puntuación de la WJ III COG es compleja para realizarse manualmente, por lo
que se suele recurrir a softwares para efectuar los cálculos. Una vez transformados,
tanto los puntajes globales como los de los factores o clusters y los de los subtests
se interpretan con puntajes estándar con media en 100 y desviaciones estándar de
15, o con percentiles. Según la cantidad de subtests administrados se puede ob-
tener un puntaje global de Habilidad Intelectual General en sus versiones estándar,
ampliada o breve. Para calcularlo, por ejemplo, sólo se requiere la administración de
tres subtests que insumen aproximadamente 15 minutos. Esta medida rápida de in-
teligencia brinda información acerca de comprensión verbal, formación de conceptos
y mapeo visual.
La interpretación de la WJ III COG se da en cuatro niveles (Schrank y Flanagan,
2003): uno cualitativo, en el que se considera la información sobre el comportamiento
del evaluado, así como información proveniente de informantes significativos como
pueden ser los padres o maestros; un segundo nivel de desarrollo evolutivo, en el
que se detecta con qué edad cronológica o grado (en el caso de los niños) se corres-
ponde el rendimiento del sujeto; un tercer nivel de dominio en el que se realiza una
evaluación de criterio comparándose el rendimiento del examinado con cierto nivel
de dificultad -evaluado, por ejemplo, mediante un puntaje global denominado Índice
de Proficiencia Global-; y un último nivel de comparación con pares en el que se con-
trastan los puntajes con la muestra normativa y se los transforma.
En relación con sus propiedades psicométricas, la estandarización en población
estadounidense incluyó la evaluación de 8818 individuos. Dependiendo de las carac-
terísticas de los ítems, se utilizaron los métodos de división por mitades o análisis de
Rasch (TRI). Además se efectuaron estudios de test-retest. Sus estudios de validez
incluyeron el juicio experto, los análisis factoriales exploratorios y confirmatorios, aná-
lisis desde métodos de la TRI y de validez concurrente con otras medidas (Schrank y
Flanagan, 2003). En el año 2005 se desarrolló la Batería III Woodcock-Muñoz (Batería
III), Muñoz-Sandoval et al., 2005a) que es la versión en español de la WJ III. Para su
adaptación se analizó una muestra de 1413 hispanohablantes estadounidenses.
WJ III
Woodcock-Johnson
Datos de la publicación:
Woodcock, R. W., McGrew, K. S. y Mather, N. (2000). Woodcock-Johnson III,
Itaca, IL, Riverside.
70 G. DE LA IGLESIA
5. OTROS INSTRUMENTOS
72 G. DE LA IGLESIA
Somáticas, Problemas Sociales, Problemas de Pensamiento, Problemas Atencio-
nales, Comportamiento de Ruptura de Reglas, Comportamiento Agresivo y Otros
problemas. Existen medidas en relación con la competencia social, escolar y de ac-
tividades, así como tres medidas globales: Total de Conductas Problemáticas, Con-
ductas Internalizantes y Conductas Externalizantes. Además es posible calcular pun-
tajes basados en diagnósticos de acuerdo con el Manual Diagnóstico y Estadístico de
los Trastornos Mentales, Cuarta Edición (DSM-IV; American Psychiatric Association,
1994): Problemas Afectivos, Problemas de Ansiedad, Problemas Somáticos, Proble-
mas de Déficit de Atención/Hiperactividad, Problemas de Desafiante Oposicionista,
Problemas de Conducta. Estos últimos fueron diseñados mediante juicio experto. Los
puntajes brutos obtenidos se transforman en puntajes T o en percentiles según nor-
MCM vAchu0n, e
ASEBA - CBCL
Achenbach System of Empirically Based Assessment -
Child Behavior Checklist
Datos de la publicación:
Achenbach, T. M. y Rescorla, L. A. (2000). Manual for the ASEBA preschool
forms and profiles, Burlington, University of Vermont.
Achenbach, T. M. y Rescorla, L. A. (2001). Manual for the ASEBA school-age
forms and profiles, Burlington, University of Vermont.
6.2. El BASC
74 G. DE LA IGLESIA
Fg©Mn. VICH[iMA 7
BASC-3
Behavior Assessment System for Children - 3
Datos de la publicación:
Reynolds, C. R. y Kamphaus, R. W. (2015). Behavior Assessment System for
Children, 3d ed., San Antonio, TX, Psychological Corporation.
76 G. DE LA IGLESIA
J
RCHil VICHHCA\
PIC-2
Personality Inventory for Children - 2
Puntuaciones que se obtienen: la PIC-2 cuenta con las escalas Déficit Cogni-
tivo (Habilidades Inadecuadas, Rendimiento Pobre, Retraso en el Desarrollo),
Impulsividad y Distractibilidad (Comportamiento Disruptivo, Intrepidez), Delin-
cuencia (Conductas Antisociales, Descontrol, Desobediencia), Disfunción Fami-
liar (Conflicto entre los Miembros, Desajuste Parental), Distorsión de la realidad
(Desviación en el Desarrollo, Alucinaciones y Delirios), Preocupación somática
(Preocupación Psicosomática, Tensión Muscular y Ansiedad), Malestar Psico-
lógico (Miedo y Preocupación, Depresión, Problemas del Sueño/Preocupación
por la Muerte), Aislamiento Social (Introversión Social, Aislamiento) y Habilidades
Sociales Deficitarias (Estatus entre Pares Limitado, Conflicto con Pares). La PIY
incluye las escalas Déficit Cognitivo (Rendimiento Pobre y Memoria, Habilidades
Inadecuadas, Problemas de Aprendizaje), Impulsividad y Distractibilidad (Impe-
tuosidad, Distractibilidad/Sobreactividad, Impulsividad), Delincuencia (Conduc-
tas Antisociales, Descontrol, Desobediencia), Disfunción Familiar (Conflicto entre
Padre e Hijo, Desajuste Parental, Discordia Marital), Distorsión de la Realidad
(Sentimientos de Alienación, Alucinaciones y Delirios), Preocupación Somática
(Síndrome Psicosomático, Tensión Muscular y Ansiedad, Preocupación por las
Enfermedades), Malestar Psicológico (Miedo y Preocupación, Depresión, Proble-
mas del Sueño), Aislamiento Social (Introversión Social, Aislamiento), Habilidades
Sociales Deficitarias (Estatus entre Pares Limitado, Conflicto con Pares). La SBS
cuenta con las escalas Rendimiento Académico, Hábitos Académicos, Habilida-
des Sociales, Participación de los Padres, Preocupaciones sobre la Salud, Dis-
trés Emocional, Comportamiento Inusual, Problemas Sociales, Agresión Verbal,
Agresión Física, Problemas de Comportamiento, Déficit de Atención/Hiperactivi-
dad, Desafiante Oposicionista y Problemas de Conducta.
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78 G. DE LA IGLESIA
adaptaciones de instrumentos provenientes de otros países. Existen escalas para
medir desarrollo infantil (Rodríguez et al., 2005), comportamiento (Molina, Calero y
Raimundi, 2013; Reyna y Brussino, 2009), agresión física, verbal y relacional (Cuello y
Oros, 2013), expectativas positivas y negativas hacia el alcohol (Pilatti, Godoy y Brus-
sino, 2010), actitudes alimentarias (Elizathe, Murawski, Arana, Diez, Miracco y Rutsz-
tein, 2010; Elizathe, Murawski, Arana, y Rutsztein, 2012), deseabilidad social (Lemos,
2006), razonamiento prosocial (Lemos y Richaud de Minzi, 2010), fortalezas y virtudes
(Grinhauz y Castro Solano, 2014), emociones positivas (Oros, 2014), la percepción
de los niños acerca de la relación con sus padres (Richaud de Minzi, 2007), apoyo
social percibido (Rodríguez Espínola, 2011), vínculos amistosos (Rodríguez, Resett,
Grinóvero y Moreno, 2015), habilidades sociales (Lacunza, Castro Solano y Contini
de González, 2009), pensamiento creativo (Krumm, Arán Filippetti, Lemos, Aranguren
y Vargas Rubilar, 2013; Krumm, Lemos y Arán Filipetti, 2014), personalidad creativa
(Krumm y Lemos, 2011), flow (Mesurado, 2008), autoestima (Korsun y Lemos, 2007),
autopercepción (Molina, Raimundi, López, Cataldi y Bugallo, 2011), afrontamiento
(Ghiglone y Richaud de Minzi, 2009; Richaud de Minzi, 2006; Richaud de Minzi e Igle-
sias, 2013), entre otros.
7. CONCLUSIONES
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En este libro partimos de la idea de que las tareas de evaluación psicológica cons-
tituyen una categoría mucho más amplia que las actividades comúnmente asociadas
con el psicodiagnóstico. En este último se supone que el niño ya ha sido identificado
como caso clínico y se busca dar tanto con los recursos sanos como con los compo-
nentes patológicos a fin de describir y conceptualizar ese caso, con el objetivo último
de recomendar el mejor tratamiento o intervención posible.
Sin embargo, muchos "casos" no son identificados tempranamente y permane-
cen sin acceso a la consulta psicológica. Cuando lo hacen, la problemática ya se
halla instalada y generalmente reviste un grado mayor de severidad que en las fases
más tempranas de comienzo de los síntomas. Esto impacta de forma negativa sobre
el tratamiento o intervenciones recomendables, y en consecuencia afecta su varie-
dad y eficacia según el grado de evolución que la configuración sintomática presente
en cada momento. Por supuesto, también el pronóstico del caso resultará afectado.
Para ello se vuelve necesario instrumentar acciones de rastrillaje (o screening) para
detectar probables casos clínicos en la población general o en poblaciones de riesgo.
Estas tareas por lo general se realizan en ámbitos públicos o privados (escuelas,
hospitales) y tienen como objetivo identificar posibles trastornos psicológicos que no
han acudido a consulta por diversas razones. Las técnicas de evaluación utilizadas en
estas instancias se denominan instrumentos de screening, rastrillaje o cribado pues
permiten, como su nombre lo indica, el "filtrado" de casos en riesgo y/o casos patoló-
gicos en una población más o menos extensa, debiéndose finalizar el diagnóstico en
una fase posterior que consistirá en la profundización y refinamiento de la evaluación.
Concretamente en esta obra intentamos ofrecer al lector algunas herramientas úti-
les a la hora de efectuar un screening o evaluación referida al riesgo de padecer algún
trastorno psicológico capaz de interferir con el aprendizaje o el bienestar emocional
del niño en edad escolar. Si este niño o niña es detectado como "en riesgo", ello no
implica que necesariamente padezca un trastorno, sino que ese indicador de riesgo
debe ser evaluado en la fase ulterior del diagnóstico, que también forma parte de
este libro. Este segundo paso tiene el objetivo de confirmar o descartar el indicador
de riesgo comentado, y arribar a un diagnóstico específico y diferenciado que señale
un pronóstico probable y, si ello es requerido, indicar una intervención o tratamiento,
o una gama de opciones posibles en la mejor de las circunstancias. Aquí es donde
Desde mitad del siglo pasado, a partir de los aportes de novedosos sistemas de
clasificación de las enfermedades mentales, como la CIE-6 (World Health Organiza-
tion, 1948, 2016) y el DSM-I (American Psychiatric Association, 1952, 2016), y de
contribuciones realizadas por clínicos de orientación conductual y cognitivo-conduc-
tual, los esfuerzos se centraron en las ventajas de estructurar el proceso de la entre-
vista. En el intento de garantizar el logro de información fiable y relevante, el desarrollo
de entrevistas altamente estructuradas cobró auge. Aquellas fueron diseñadas con la
rigurosidad metodológica necesaria para acreditar resultados de calidad, con certifi-
caciones obtenidas a través de estudios de confiabilidad y con suficientes evidencias
de validez (Hersen y Thomas, 2007).
Las entrevistas estandarizadas para el diagnóstico clínico, como la SCID-I -Entre-
vista Clínica Estructurada para los Trastornos del Eje I del DSM-IV- (First, Spitzer, Gib-
bon y Williams, 1997), la SADS-LA -Listado para la Evaluación de Trastornos Afecti-
vos y Esquizofrenia- (Fyer, Endicott, Manuzza y Klein, 1985), o las series de las ADIS
-Entrevistas para Listar Trastornos de Ansiedad- (Brown, Di Nardo y Barlow, 1994),
nacieron con ese propósito y aseguraron que el entrevistador llegara a conclusiones
diagnósticas más fiables y válidas y, consecuentemente, formulara ulteriores reco-
mendaciones y estrategias de intervención más precisas y adecuadas.
En los últimos años, y con el fin de incrementar la confiabilidad entre evaluadores,
el uso de entrevistas estructuradas y semiestructuradas ha crecido sustancialmente.
La organización y planificación que las caracterizan permiten al administrador seguir
un formato y una secuencia preestablecidos. Dado el alto grado de sistematización
de datos que logran en comparación con el formato libre, aumentan en forma consi-
derable la posibilidad de contrastación entre estudios de investigación, especialmente
dirigidos al establecimiento de diagnósticos (Segal, Mueller y Coolidge, 2012).
De este modo e independientemente de su orientación teórico-referencial, los en-
trevistadores serán más eficaces si logran utilizar instrumentos de alta calidad, adquirir
sólidos conocimientos teóricos, destacadas destrezas organizativas, adecuada capa-
cidad para establecer rapport y formar y desarrollar las habilidades necesarias para
llevar a cabo entrevistas con rigurosidad técnica y metodológica.
1. Libres o no estructuradas
2. Estructuradas
3. Semiestructuradas
Son aquellas en las que los elementos que las componen se han organizado y
establecido con antelación. Las preguntas se hallan previamente determinadas y se
exponen en un orden estipulado. En muchos casos, y con el objeto de evaluar la na-
turaleza, importancia, evolución y duración de aquello que se pregunta, las respues-
tas se codifican utilizando escalas tipo lJkert, aunque en otras ocasiones se utiliza un
sistema dicotómico (síntoma presente-ausente). Cuentan, además, con una serie de
criterios objetivos que indican cómo proceder para evaluar e interpretar las respues-
tas del entrevistado. En el ámbito de la evaluación clínica los métodos más modernos
para obtener diagnósticos altamente confiables y válidos derivan del desarrollo de en-
trevistas estructuradas estandarizadas según criterios establecidos y consensuados,
como son los de los DSM o la CIE. La tipificación del proceso en su conjunto ha
permitido disminuir la variabilidad, las inconsistencias y discrepancias de los resulta-
dos obtenidos por diferentes evaluadores, minimizando así el llamado sesgo del en-
trevistador. De esta manera los distintos enfoques teóricos y las diversas nosologías
empleadas por los entrevistadores son unificables en una única nomenclatura que
garantice una comunicación eficaz de los resultados en base al uso de un criterio
diagnóstico único, de cara a la elección de las mejores recomendaciones de interven-
ción para cada caso.
Algunos autores las consideran como una versión menos rígida y más flexible de
las estructuradas En este caso las preguntas tienen algún tipo de organización y el
entrevistador se basa en una serie de tópicos generales sobre las diferentes áreas de
interés. No obstante, y con el objetivo de obtener y/o profundizar sobre la informa-
ción ya recolectada, el profesional puede formular los interrogantes adicionales que
considere oportunos para cada área indagada. Se parte de algunas pautas o de una
guía básica de preguntas acerca de los temas centrales que se desea investigar, brin-
dando libertad para realizarlas según el devenir de la interacción. No existe una se-
cuencia establecida para formular los interrogantes y para modelar su configuración;
ello depende en gran medida de las respuestas que vaya proporcionando el entrevis-
tado. El marco de realización debe ser flexible y cordial y para esto el entrevistador
debe intentar plantear una relación de empatía y un adecuado rapport con el entre-
vistado (Martínez Rodríguez, 2011). Otra alternativa, algo más tradicional, consiste en
comenzar con una primera parte libre para luego plantear, en segundo término, las
preguntas ampliatorias que fueren necesarias en base a los temas previstos.
1. Agradecemos al Profesor Marcelo Pérez por sus valiosas sugerencias respecto del formato de la Entre-
vista.
2. La Editorial pone a disposición del profesional la posibilidad de descargar e imprimir los archivos del
Registro de Respuestas y el de Resultados e Historia Clínica. Para ello, siga las siguientes (que figuran
asimismo en el dorso de ambos cuadernillos: Ingrese en el sitio web www.paidosdep.com.ar y selec-
cione en el menú la opción "Tests y servicios informatizados". Allí encontrará un recuadro denominado
"Beneficios al profesional", que contiene una casilla. Para descargar el Registro de Respuestas, ingrese
el código: EEDIRegR. Y para descargar el de Resultados e Historia Clínica, ingrese el siguiente código:
EEDIReHC. Ambos archivos podrán ser descargados en su computadora para su utilización y posterior
impresión.
3. Si el profesional desea descargar el archivo Excel que le permitirá cargar las puntuaciones de la EEDI
y aligerar los cálculos, siga los siguientes pasos: Ingrese en el sitio web www.paidosdep.com.ar y se-
leccione en el menú la opción "Tests y servicios informatizados". Allí encontrará un recuadro denominado
"Beneficios al profesional", que contiene una casilla. Ingrese en la casilla el siguiente código: EEDIExc.
Entonces se desplegará el archivo, el cual podrá ser descargado en su computadora para su utilización y
posterior impresión.
¿El/la bebé lloró inmediatamente al nacer? NO ► ¿Qué sucedió? Si contesta NO, indagar más
¿Pesó menos de 2,500 o más de 3,800 kg. al nacer? ¿Cuánto pesó? Si contesta Sí, indagar más
¿El resultado del test de APGAR fue menor a 7? No indagar, continuar con
(Examen de esfuerzo respiratorio, frecuencia cardíaca, tono muscular, reflejos y color de piel al nacer.) siguiente item
Antecedentes médicos
NS/
NO NC Observaciones
2.47 eesfrios. anlinas. Varicela
2.48
2.49
a) Los reactivos en los que se señala "Todos", deben ser administrados a todos
los padres.
b) Aquellos que dicen "< 6 años" sólo deben preguntarse a los padres de los
niños/as cuyas edades no superen los 6 años.
c) Las preguntas señaladas con "6 ó +" deben ser formuladas a todos los padres
con hijos/as mayores de esa edad.
d) Aquellos que dicen "< 9 años" sólo deben preguntarse a los padres de los
niños/as cuyas edades no superen los 9 años.
e) Las preguntas tituladas "9 ó +" deben ser formuladas a todos los padres con
hijos/as mayores de esa edad.
En casos excepcionales, para los niños menores pueden utilizarse los ítems de
evaluación destinados a los mayores, con el fin de ampliar la información cualitativa.
Esta práctica se lleva a cabo cuando los padres han respondido que su hijo alcanza
los logros esperables según las preguntas que corresponden a su edad. Es impor-
tante destacar que esos ítems no deben sumarse al puntaje de la Sección porque
fueron administrados de manera opcional.
A la vez, para los niños mayores pueden utilizarse los ítems de evaluación destina-
dos a los menores cuando los padres han respondido con la opción 1 (uno) (fracaso
en ese logro esperable) a las preguntas que corresponden según edad. Sin embargo,
esos ítems no deben sumarse ya que fueron administrados de modo optativo (véase
el Gráfico 3).
Se recomienda prestar atención a la columna de la izquierda, que indica edades.
Ejemplo:
Tomando en consideración el cuadro anterior:
a. Los ítems básicos son aquellos que deben formularse a todos los padres por
igual.
b. Los ítems de ampliación profundizan la indagación del área problemática en
particular recabando datos sobre más indicadores relacionados.
Esta división se realizó con el objeto de acortar la entrevista en los casos en los
que los padres no expresen presencia de síntomas vinculados a los trastornos. Si en
el área evaluada se registra al menos la presencia de un síntoma en cualquiera de los
ítems básicos, el entrevistador deberá preguntar todos los ítems de ampliación de
dicha área. En cambio, si los padres no informan sobre dificultades, no tiene sentido
continuar indagando y no se formulan los ítems de ampliación. Los ítems de amplia-
ción se encuentran a continuación de cada cuadro, conservan el mismo orden y es-
3.6. Evaluación
•
Idic
né , „, Consideraciones
iterns tidad,h15/Ne PIN, diagnosticas
2.1 al 2.17 Embarazo --... 17
2.18 al 2.27 Nacimiento y post-parto O
....... 10 O ..
2.28 al 2.35 Primeros 12 meses de vida : /
....... 7 0./q
..-...
Ilarl+o
En el ejemplo graficado solo uno de los ítems de la sección fue marcado con
NS/NC (véase celda superior), por lo que puede suponerse que la información brin-
dada ha sido suficiente. Según sus padres, el niño solo presentaría antecedentes de
problemas en el área escolar (manifiestan que no fue al jardín de infantes, que re-
pitió tercer grado y que recibió apoyo escolar en cuarto grado (índice de severidad
mayor a 0,5). Puede observarse que ninguna otra área de la Sección Anamnesis
arroja puntajes superiores a 0,5, es decir, no se han registrado indicadores de otros
antecedentes significativos. La integración de este hallazgo con los datos obtenidos
en el resto de las secciones permitirá evaluar si existen recurrencias en el material
relevado. Por ejemplo, si el apartado Escolaridad de la Sección 3 (Áreas Adaptati-
vas) y el de indicadores de Trastornos de Aprendizaje de la Sección 4 (Indicadores
de Sintomatología) arrojaran también un índice de severidad mayor a 0,5, este niño
estaría presentando problemas y síntomas que convergen en el área escolar, regis-
trando antecedentes de problemas escolares (Sección 2), dificultades actuales en
su integración al ámbito académico (Sección 3), y síntomas asociados a Trastorno
del Aprendizaje (Sección 4).
Sección 2. Personas a cargo del cuidado del niño Sección 4.c. Problemas de relación familiar. Mal-
(en ocasiones su madre le grita y lo sacude). trato físico infantil (en ocasiones su madre le grita
y lo sacude.)
Sección 2. Primeros doce meses de vida (lloraba Sección 4.b. Trastorno de estrés post-traumático
con frecuencia). (durante el primer año de vida su padre se enferma
y fallece. Lloraba con frecuencia.)
Sección 3. Habilidades Sociales. Relaciones (no Sección 4.b. Trastorno de conducta y Trastorno de
tiene amigos). Escuela (dificultades con compañe- apego reactivo.
ros).
Sección 4.a. Comunicación (tiene dificultades para
mantener vínculos sociales y conversaciones).
Sección 3. Habilidades Sociales: Humor (se enoja Sección 4.b. Trastornos del estado del ánimo y
con frecuencia). Trastorno de apego reactivo (irritabilidad).
Sección 3. Escuela (no le gusta ir a la escuela). Sección 4.a. Trastornos del aprendizaje (dificulta-
des en lectura y comprensión).
Sección 3. Ocio. Juego (daña juguetes). Sección 4.b. Trastorno de conducta (daña anima-
les).
Sección 3. Desarrollo emocional (no se comporta Sección 4.b. Trastorno de conducta (no respeta
bien, no obedece reglas, suele decir mentiras). normas, inicia peleas, amenaza a su madre y la
lastima).
Sección 4.b. Trastorno de excoriación (autolesio- Sección 4.b. Trastornos del estado del ánimo (ha
nes). intentado quitarse la vida).
Sección 4.c. Sobrepeso. Sección 4.b. Trastornos del estado del ánimo
(come mucho)
Lugar y fecha de nacimiento: Buenos 4ires. 22 de alos+o de 2006 Edad: 9 años 2 meses
Lugar y tipo de residencia: Gran Buenos Mires. Edificio de depar+amen+os.
Nivel de escolaridad: '11-0. año. Escuela Primaria. Qes-I-ión Privada. Jornada simple
Fecha de la entrevista: 23 de oc-f-ubre de 2015 Entrevistador. F. O.
Entrevistado: Silba Vinculo con el/la niño/a: Madre
Composición familiar
Vínculo Nombre , Edad Nivel educativo Ocupación Convive
Padre: José -- Secundario Empleado Fallecido
Madre: SilOa '13 OniVersi-l-ario 4bo9ada Si
Hno./a: -- __ __ --
Hno./a:
Hno./a:
Otros:
Observaciones:
La en-f-revis+a se realiza en el SeNcio de Pecha-h^ia del l-lospi-f-al Zonal XX donde Juan se encuentra
internado.
Padre Fallecido en 2007 (cardiopatía). Escaso vinculo con la Canilla ex+ensa.
La madre +rabaja en un estudio juririco
Si NO convive con la madre o el padre. formular las siguientes preguntas: 1 5Í NO ' Ampliaciones/Observaciones
. _..,_.._.,. .,
¿Cuándo falleció?
¿Vive el padre/pm:fas"? X NO ► ¿En qué circunstancias?
¿Cómo afectó al niño/a?
si i, ¿Mantiene una buena
Si vive: ¿Ve con regularidad al niño/a? ' "" relación con el padre/madre?
Si no lo ve regularmente: ¿Desde cuándo dejó de tener contacto con el padre/madre? ¿Por qué motivo?
2.71 Rutina habitual Se despier-l-a +emprano por la mañana. Desayuna con su mamó. Va al colegio.
(Indicar consideraciones significativas) Por la +arde en su casa juega a la play s+a+ion y mira TV "Come +odo el dia -
Síntesis sobre la evaluación de la Anamnesis Juan lloraba con frecuencia cluran-i-e el primer año de Vida. En
ese período su padre enlernia y fallece.
Todos 3.38 a 3.45 Habilidades sociales: Relaciones 3 8 0,3 lif,pleier. aPürá ncV742044
Todos 3.46 a 3.47 Habilidades sociales: Humor 2 2 SIAJIIC4TA/0
<9 3.48 a 3.50 - 3 -
Aptitudes funcionales (Ab con+rola Vueltos. no
9o+ 3.51 a 3.58 . ... .. 8 Q.i3 lee reloj. no hace compras
K lile escuela.
Todos 3.59 a 3.69 Escuela / Trabajo 11 et.2 escon compañeros)
Todos 3.70 a 3.75 Ocio: Juego 4 ea liare:a:1:0'as
de juego.
Síntesis sobre la evaluación de Áreas Adaptativas Se hilienr2..a y se vise solo desde los 6 años. Par4-icipa en ac+Mdades
hogareñas. Mues+ra escasa inferacción social. Duerme en el cuarfo de su madre. Mues+ra acf-i+udes de desinhibición social.
En la escuela no +iene buen vinculo con sus compañeros. Habilidades sociales (humor): Se enoja con frecuencia. Desarrollo
emocional: 1..-e cues+a acepar limi+es y cumplir consignas. 4 Veces dice men+iras. Alo hace bromas. Alo in+en+a compor+arse de
acuerdo a lo que se espera de él. Alo recibe cri+icas de modo adecuado. ^lo respe+a 0-1-ros pun+os de Vis+a.
Síntesis sobre la evaluación de trastornos del desarrollo neurológico Los sin-lomas presen+es no llegan a Cor1S+t -har ningún
Trastorno del desarrollo neurológico. Se eVidencia bajo rendimiento académico en las áreas de Lengua y Ciencias Sociales. Se
reitera la diFicultaci para Oncularse socialmente. Se registran autolesiones.
TRASTORNOS DE ANSIEDAD
4.82 d
Trastorno
órno o obsesivo compulsivo
4.82 4.82e (SI) medic sotaancc
04.83c (511 5
'ación médica
afección _
y 4.84c (SI .......
TRASTORNOS RELACIONADOS CON
TRAUMAS Y FACTORES DE ESTRÉS
4.86a y 4.86b (frri-l-absildad• Dificul+ades
04.25, 4.73, Trastorno de apego reactivo
4.85 y 4.86
2 8 0 . 2. para man-l-ener
4.74, 4.77 conversaciones)
4.89a al 4.893
4.89 4.89k al 4.89n Trastorno de estrés agudo 15
04.92a, 3.34 0 0
4.91 y 4.92 4.92a al 4.92c TRASTORNOS DISOCIATIVOS 0 5
TRASTORNOS DE SÍNTOMAS
SOMÁTICOS Y TRASTORNOS
RELACIONADOS
Síntesis sobre la evaluación de otros trastornos 2,eúne cri+erios de Tras+orno de desreTilación disrup+Kra del
es -l- ado de ánimo (presen+a irri+alailiclad y accesos de cólera 9raVes y recurren+es Es+os corhpor+amiee+os le
causan problemas en la Oda diaria). 1-la in+en+ado qui+arse la Oda. "lo corresponde diavósfico de Tras+orno
explosivo in+errnifen4-e. El cuadro se explica mejor por el dianós-Vico de Tras+orno disrup+iVo del es-Fado de
ánimo. (DSM-5). 2..eúne cri+erios de Tras+orno de conduc+a (,Jo respe+a normas, a Veces dice raen-Viras, inicia
peleas. con frecuencia amenaza a su madre. elernen+os para dañarla seriarnen -Ve, ha sido cruel con
animales. es+os compor+arnienos le causan serio reales+ar en su Oda diaria)
PROBLEMAS DE VIVIENDA
Y ECONÓMICOS
4.128a al 4.128d
4128
03.60 y 3.61
Exclusión o rechazo social
..0.....
7 0
. PROBLEMAS RELACIONADOS CON
4.129 4.129a y 4.129b LA DELINCUENCIA O INTERACCIÓN 3
CON EL SISTEMA LEGAL 0 0
PROBLEMAS RELACIONADOS
4.115 CON OTRAS
04.89 y 2.46 3
O AMBIENTALES 0 0
OTRAS CIRCUNSTANCIAS
DE LA HISTORIA PERSONAL
04.71, 4.71a (Se au+olesiona la
---
al 4.71c Hi sstora
toria personal de autoesión
l / 4 0,2 piel con las uñas)
4.105 4.105a y 4.105b
4.106 4.106c al 4.106g
Comportamiento antisocial infantil 7 9 0.7
07 ..S7QIJIFICATVO
Síntesis sobre la evaluación de otros problemas que pueden ser objeto de atención clínica
Presen+a problemas de relación pa+erno Filial (relación conflic+iVa que incluye graves episodios de
Violencia Verbal y física y proVoca problemas en la in+eracción familiar y en la Vida del niño).
"lo corresponde dia5.nós+ico de Compor+amien+o an+isocial porque los sin+onaS es+án Vinculados con el
Tras+orno disrup+iVo del es+ado de ánimo (DSM-5).
Clínica Médica ha diavos+icado sobrepeso y derivación a SerVicio de niu+rición.
12.eis+ra abandono de fra+amien+0.
,Jo se considera dianós+ico de Tras+orno de la 4Iimen+ación porque no se reis+ran concluc+as
res+ric+iVas ni compensa -forjas ni a+racones. Se asocia con Tras+orno del Es+ado del 4nimo.
Oxigenoterapia extensa neonata) Bajo nivel educativo de los padres Consumo de drogas de los padres
Ingesta de teratógenos (alcohol, tabaco, Bajo nivel de interacción niño-padres Trastornos mentales de padre y madre
químicos) durante el embarazo o de estimulación en el hogar (especialmente depresión en la madre)
Prematurez Embarazo adolescente X Violencia doméstica
Retardo en el crecimiento Falta de acceso al sistema de salud Abuso físico y/o sexual
en el primer y segundo año o de educación
Factores protectores:
Patologías crónicas Migraciones
Infecciones congénitas del SNC Vivienda precaria x Nivel socio-económico medio o alto
VIH/SIDA
duran-Fe el primer ciiío Oda. x Conocimiento adecuado de los recursos
de la comunidad
IZO con+ención social escasa. Vínculo positivo con instituciones
Enfermedades neurológicas
u organizaciones contenedoras
Otros factores protectores:
Tumores cerebrales Acceso apropiado de los servicios
educativos y de salud
Secuelas de infecciones del SNC
• Refiere a niños con enfermedades de etiología
conocida o no. que afectan el desarrollo psicomotor
x Buena disposición para recibir asistencia
Describa el estilo de respuesta que brindan los padres. Impulsivo Parcialmente reflexivo Reflexivo X
¿Qué grado de confianza le merece la información Muy poco confiable Parcialmente confiable Muy confiable X
brindada?
Nombre: Juan
Edad: 9 años, 2 meses.
Escolaridad: 4to. año de Escuela Primaria, Gran Buenos Aires.
Destinatario: Servicio de Pediatría. Hospital Zonal.
Instrumento administrado: Entrevista de Evaluación Diagnóstica Infantil (EED-I).
Fecha de evaluación: 23 de octubre de 2015.
Datos sociodemográficos
Juan nació en la provincia de Buenos Aires el 22 de agosto de 2006. Es hijo de Silvia y
José. El padre falleció cuando el niño tenía 1 año. Silvia es abogada, trabaja en un estudio jurí-
dico. Juan cursa cuarto año en una Escuela Primaria privada de jornada simple. Residen en el
conurbano bonaerense. (Ver Sección 1. Datos sociodemográficos. Composición familiar).
Anamnesis
No se registran antecedentes heredo-familiares significativos de psicopatologías. Embarazo,
nacimiento y post-parto cursaron sin particularidades. El niño lloraba con frecuencia durante el
primer año de vida. Su padre enfermó en ese período y falleció debido a una cardiopatía. Los
logros del desarrollo se alcanzaron a las edades esperables. (Ver Sección 2. Anamnesis).
Antecedentes de salud: Registró enfermedades habituales de la infancia y dermatitis ató-
pica a los cinco años. No ha sufrido accidentes. La madre lo describió como un niño normal
hasta los 4 años, aunque relató que siempre mostró un estado de ánimo irascible. No refirió
razones para ese comportamiento. En el jardín de infantes sugirieron interconsulta con Psicolo-
gía porque presentaba marcada irritabilidad, no obedecía las pautas indicadas por los docen-
tes y mostraba dificultades para vincularse con pares. Fue tratado por trastorno por déficit de
atención con hiperactividad. El tratamiento psicoterapéutico se discontinuó hacia fines del año
pasado por decisión de la madre al considerar que su hijo había mejorado su comportamiento.
Registró dos internaciones, ambas en el mismo hospital, vinculadas a cuestiones conduc-
tuales. La primera, a los 7 años por severos problemas de comportamiento (rompía objetos y
los arrojaba dentro y fuera de su casa) y malos tratos hacia su madre (le gritaba y la golpeaba).
Le administraron Risperidona. La segunda internación es la actual. Ha aumentado 4 kg en los
últimos seis meses, pesa 60 Kg; la madre lo asocia a la toma de medicación.
Silvia realiza tratamiento psicoterapéutico desde el año 2012. (Ver Sección 1. Antecedentes
de tratamientos. Antecedentes de enfermedades de la familia).
Comportamiento
Actitudes: Es inquieto y desafiante. Con frecuencia presenta accesos de cólera. Ha exhi-
bido actitudes temerarias. En ocasiones se autolesiona lastimándose la piel con sus uñas. Entre
los 4 y los 6 años golpeaba a sus mascotas. Han citado a su madre desde el colegio por su
comportamiento (no obedece pautas, no completa las tareas, no se vincula con pares). (Ver
Sección 3. Áreas adaptativas y Sección 4.a.: Indicadores de trastornos del desarrollo neuroló-
gico).
Aspectos adaptativos
Autonomía: Juan se higieniza y se viste solo desde los 6 años. Participa en actividades
hogareñas como por ejemplo en la preparación de la mesa para comer. Es cuidadoso con
sus útiles escolares. Necesita ayuda para realizar tareas del colegio (se le debe recordar que
tiene actividades para resolver, requiere que el adulto esté sentado a su lado para completar
los deberes, aunque esto parece ocurrir más por oposicionismo que por falta de habilidades).
Aunque cuenta con una habitación propia, siempre ha dormido en el cuarto de su madre, en
camas diferentes, porque tiene temor de dormir solo. Descansa toda la noche sin dificultad.
(Ver Sección 3: Áreas adaptativas).
Habilidades: Cuenta con habilidades para dibujar y modelar con arcilla. Suele realizar estas
actividades con frecuencia, se concentra en ir alcanzando los objetivos que se propone y dis-
fruta al lograrlos. Presenta moderadas dificultades escolares en las áreas de Lengua y Ciencias
Sociales. Nunca se le ha realizado evaluación neurocognitiva. (Ver Sección 3. Áreas adaptativas
y Sección 4.a.: Indicadores de trastornos del desarrollo neurológico).
Juego: Juega con videojuegos de superhéroes y personajes de TV en la computadora y en
la Playstation. Daña a sus muñecos (les quita partes o los rompe). No suele jugar con juegos
reglados. (Ver Sección 3: Área adaptativas - Juego).
Diagnóstico provisional - DSM 5 (a confirmar luego de evaluar al niño mediante nuevas vías
de información) Ver Sección 4.b.: Indicadores de otros trastornos, 4.c.: Indicadores de otros
problemas que pueden ser objeto de atención clínica, y Sección 6: Valoración cualitativa de las
respuestas de los padres a la entrevista).
De la entrevista a Silvia se desprende que Juan presenta síntomas compatibles con:
Debe destacarse que la información aquí vertida se circunscribe a datos recabados me-
diante la EEDI a los fines ilustrativos sobre su empleo en un caso concreto. Sin embargo, estos
datos deben completarse con otros provenientes de múltiples herramientas de evaluación así
como de evaluaciones sobre la evolución del cuadro.
A SEMI
1) Administrar la EEDI utilizando un lápiz, el Cuadernillo de Administración así como el Registro de
Respuestas y algunas hojas en blanco. Formular las preguntas adicionales que se encuentran a la
derecha de cada ítem o agregar observaciones en los casos que corresponda. Seguir cuidadosa-
mente las instrucciones que se incluyen en el apartado 3.3 de este capítulo, Instrucciones genera-
les de administración.
2) Considerar que en la Sección 3 que evalúa Áreas Adaptativas (véase la p. 6 del Cuadernillo de Ad-
ministración) se especifican los ítems que deben preguntarse de acuerdo con la edad del niño/a.
4) Administrar todos los ítems de la Sección 4 a padres de niños de entre 4 y 12 años, a excepción
de los incluidos en Indicadores de Trastornos del Aprendizaje, que se formulan a padres de niños
mayores de 6 años.
5) Asentar las respuestas del entrevistado en el Registro de Respuestas, consignando 1 para aquellas
que indiquen presencia de sintomatología, O para las que refieran ausencia y una cruz en caso de
que el padre manifieste no saber o no conteste la pregunta (NS/NC). El asterisco (") luego del 1
(uno) señala que el ítem se considera crítico en cuanto a su significación patológica (leer en detalle
en este capítulo desde 3.1. Administración, registro de respuestas y resultados hasta 3.5. Amplia-
ción de indagación inclusive).
6) Utilizar el cuadernillo de Resultados e Historia Clínica para la evaluación (leer el apartado 3.6. Eva-
luación. Volcar los puntajes del Registro de Respuestas y organizar la información recolectada en
las distintas secciones de este cuadernillo. Contabilizar la cantidad de respuestas valoradas con 1
(uno) registradas en cada sección del cuadernillo de Registro de Respuestas.
8) Dividir el valor obtenido de la suma de respuestas con 1(uno) por el total de ítems que figura en
la columna siguiente, obteniéndose así un índice de severidad (véase Gráfico 5 de este capítulo).
Cuando el índice de severidad sea igual o superior a 0,5, el profesional debe tomar en cuenta con
mayor detenimiento y cuidado esa sección, ya que según la información brindada por los padres,
el niño/a presentaría síntomas o problemáticas significativas en dicha área.
10) Contemplar que para cada una de las áreas evaluadas se presentan Referencias Sintomáticas al
final del Cuadernillo de Administración que indican la posible relación entre los ítems y trastornos
relevados por la EEDI. Esta información puede resultar de utilidad al profesional para hacer una
interpretación más refinada de las dificultades identificadas con un índice de severidad significativo.
11) Consignar la presencia de factores protectores y de riesgo hallados en la EEDI según la Sección 5
de Resultados e Historia Clínica
13) Consignar en la Sección 7 de ese cuadernillo los resultados de otros instrumentos administrados.
IMPORTANTE: Esta guía no resulta suficiente para realizar un buen uso de la entrevista, sino
que ha sido confeccionada a modo de resumen didáctico que debe consultarse una vez rea-
lizada una lectura detallada de todo el capítulo así como de todos los cuadernillos, con es-
pecial atención a las consignas que allí figuran.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
3-17.
Villa, M. y Reitman, D. (2007). Overview of interviewing strategies with children, parents and tea-
chers. En: M. Hersen y J. C. Thomas (eds.), Handbook of Clinical lnterviewing with Children,
Thousand Oaks, California, Sage Publications, pp. 2-15.
World Health Organization (1948). Manual of the International Statistical Classification of Disea-
ses, Injuries and Causes of Death (ICD-6). Geneva: Author.
World Health Organization (2016). International Classification of Diseases (ICD) Information
Sheet. Recuperado dehttp://www.who.int/classifications/icd/factsheet/en/
Intentos de representación.
Renacuajo.
5/6 años Etapa Esquemática Simbolismo Descriptivo Cabeza-pies.
o Realismo Intelectual El esquema de la figura es imper- Luego figura humana vista de
fecto, asignando escasa relevan- frente.
cia a la forma y proporción.
7/9 años Se dibuja lo que se conoce antes Realismo Figura humana de frente.
que lo que se ve. Se acentúa la descripción antes
que la representación.
10/11 años Realismo visual Realismo Visual Transición entre figura humana
La técnica mejora y se ensayan vista de frente y de perfil.
representaciones visuales de
Representaciones ajustadas a su modelos naturales.
vida real que se realizan según
Pubertad perspectivas diversas. Represión Figura humana de perfil.
11 a 14 años: dibujos con regre-
siones o deterioros.
Renacimiento Artístico
Pubertad: no todos acceden. De
hacerlo, se alcanza un elevado in-
terés por los elementos estéticos,
técnicos y simbólicos.
Establecer una relación entre la inteligencia' de los niños pequeños y su desarrollo conceptual a partir
del análisis de sus dibujos.
Entender el dibujo como un medio de expresión infantil y, por ello, como un lenguaje.
Destacar que el niño exagera y prioriza en sus dibujos los ítems que, a su entender, resultan más im-
portantes o interesantes.
Observar que las distintas partes del dibujo de la figura humana aparecen en los grafismos según un
orden evolutivo determinado, y esto se sucede con independencia de los antecedentes socioeducati-
vos del dibujante.
Advertir que hasta los 10 años el gráfico de personas es el tema preferido en las producciones infan-
tiles.
1. Es importante aclarar que la terminología utilizada en esta tabla sigue los lineamientos de Goodenough
(1926). La alusión a la noción de inteligencia tal como aquí se especifica no supone que el test propuesto
por la autora la mida en términos generales, sino que sus resultados se vinculan con un aspecto restringido
(madurez conceptual) del concepto inteligencia. El constructo madurez conceptual se definirá más ade-
lante, en el apartado 2 y en particular en el subapartado 2.2.
Una vez introducidos en los aportes y antecedentes teóricos más relevantes, nos
centraremos en las escalas DFH para uso en edad escolar que se hallan vigentes en
la Argentina y países limítrofes a la fecha, con el fin de no extender el capítulo por
fuera de los objetivos planteados en la obra: acercar al profesional que trabaja en el
ámbito de aplicación información sobre los instrumentos que se hallan en condiciones
de ser empleados en virtud de su sustento científico, investigación local y actualiza-
ción de baremos.
Es importante tener presente que, en nuestro contexto, el uso del DFH en niños
entraña tres escalas derivadas de una única administración, que es la que incluye
tres dibujos según la versión Goodenough-Harris-Casullo. De allí surgen, justamente,
tres líneas de información sobre el niño evaluado. Por un lado su nivel de Madurez
Conceptual, que se detalla en los apartados 2.1. a 2.4., especialmente subapartado
2.4.1., así como en los Anexos A, B y E que se hallan al final de este capítulo; por
otro, los indicadores de posible Disfunción Neurológica (relacionados con los madu-
rativos, desarrollados en el apartado 2.7., especialmente en las Tablas 7, 8 y 9) y,
finalmente, los Indicadores Emocionales, tratados en el apartado 2.6. y subapartado
2.6.1., especialmente en la Tabla 6, y Anexos C y D al final de este capítulo. Estos
dos últimos grupos de ítems fueron propuestos y analizados por Elizabeth Koppitz,
quien también trabajó indicadores madurativos que no serán desarrollados en profun-
didad puesto que no han sido localmente adaptados o analizados. De este modo, la
versión local aquí presentada aporta los siguientes datos sobre niños de 5 a 12 años:
El trabajo iniciado por Goodenough fue continuado por Harris (1963) en una revi-
sión que intentaba crear una nueva escala que permitiera extender la evaluación hasta
alcanzar la franja etaria adolescente, recabar nuevas evidencias de validez y confiabi-
lidad a través de la inclusión de nuevos ítems, ampliar la consigna del instrumento, así
como actualizar normas. Además se interesó por sentar algunas bases para posibles
usos proyectivos de la prueba.
Harris utilizó el término Madurez Intelectual o Conceptual en reemplazo del con-
cepto global de inteligencia que empleaba Goodenough para definir el objeto de es-
tudio de la prueba. La definió como la capacidad creciente que, en la edad infantil-es-
colar, muestra un niño para formular conceptos con mayor grado de abstracción, es
decir, como el proceso de formación de conceptos. Esta habilidad implica procesos
tales como la percepción -distinguir similitudes y diferencias entre objetos-, la abs-
tracción -categorizar objetos según rasgos comunes y distintivos-, y la generalización
-clasificar un objeto en la categoría correcta de acuerdo con esos atributos antes
discriminados-.
Creó una prueba de tres dibujos: el de un hombre (como planteara Goodenough),
el de una mujer y el de sí mismo. Diseñó escalas de evaluación para los primeros dos,
dejando el último (sí mismo) para abordarlo proyectivamente. Revisó los ítems con-
signados por Goodenough en la entonces llamada Escala del Hombre, estableciendo
criterios estrictos. En primer lugar cada ítem debía mostrar un aumento regular en
frecuencia de aparición en consonancia con la edad. Además el ítem debía correla-
cionarse con alguna medida general de la inteligencia; en sus estudios empleaba los
CI asentados en los registros escolares. Por último cada reactivo debía poseer valor
discriminativo entre sujetos con puntuaciones elevadas en la escala e individuos con
puntuaciones bajas.
Partiendo de cien ítems iniciales, sumando a los de Goodenough (1926) otros to-
rnados por Hinrichs (1935) más algunos propios, seleccionó finalmente setenta y tres
que cumplían los criterios anteriores. También trabajó en el Dibujo de la Mujer pero
puesto que este no ha sido adaptado a nuestro medio, quedará por fuera para no
abundar en detalles innecesarios.
Puesto que esta versión Goodenough-Harris del dibujo de la figura humana es la
más empleada en nuestro medio, el Anexo B presenta los ítems madurativos de la
Escala del Dibujo del Hombre, siguiendo los indicadores que fueron considerados en
la adaptación argentina realizada por Casullo (1988), en la que incluyó los primeros
62 ítems de los 73 propuestos por Harris en 1963. No se añaden los correspon-
dientes al dibujo femenino en virtud de la ya expuesta carencia de adaptación local.
Los reactivos eliminados en el trabajo de Casullo correspondían a indicadores de
complejidad cualitativa frecuentes en adolescentes o púberes que, por su baja con-
fiabilidad del puntuador, presentaban problemas a la hora de ser valorados por los
profesionales evaluadores.
La figura del examinador ejerce mínima influencia, no relevante, sobre las puntuacionés obtenidas.
Las correlaciones con otras medidas de inteligencia como los Tests de Habilidades Mentales Prima-
rias, el Stanford-Binet o el WISC presentan coeficientes moderados, aunque no elevados.
La correlación entre la versión original Goodenough y la revisión de Harris arrojan coeficientes signifi-
cativos y elevados, superiores a .90 según edad.
Materiales: hoja de papel en blanco lisa, tamaño oficio, apaisada y doblada a la mitad
(como si se formara un cuadernillo de dos tapas), lápiz negro HB número 2 y goma.
Consigna: Te voy a pedir que hagas tres dibujos. En la primera hoja (se señala cara
externa o "tapa" que se forma al armar el cuadernillo) quiero que dibujes un hombre.
Tratá de hacerlo lo mejor que puedas; tomá todo el tiempo que quieras. Dibujá la per-
sona entera, no solamente la cabeza y los hombros.
Una vez concluida la tarea se alienta al niño a través de algunos comentarios elo-
giosos y se le solicita que continúe en el reverso de la hoja en la que dibujó al hom-
Si bien la prueba se administra completa con los tres dibujos propuestos por
Harris, las pautas de evaluación de la escala se refieren exclusivamente a la figura
del hombre y solamente a los fines de evaluar la Madurez Conceptual, dado que las
adaptaciones locales (Carreras et al., 2011; Casullo, 1988) se abocaron únicamente a
tratar este dibujo y no el de la figura de la mujer, ni el de sí mismo.
La puntuación del dibujo del hombre resulta muy sencilla ya que para cada ítem
presente se asigna un punto, y se obtiene luego la sumatoria o conteo de todos los
ítems presentes, que conforma el puntaje crudo total, que luego será transformado
para su posible interpretación mediante el baremo correspondiente. A modo de ejem-
plo, si el niño dibuja la cabeza del hombre, se le asigna un punto; si dibuja el cuello,
obtendrá otro punto. Si omite la nariz, obtendrá cero puntos en ese ítem, y así suce-
sivamente con los 62 ítems propuestos en la última versión reformada por Casullo; es
decir que el puntaje directo puede variar entre O y 62. Para una correcta puntuación,
en el Anexo B se presentan las especificaciones detalladas para acreditar puntos
según presencia o ausencia de cada parte del dibujo (véase también Tabla 4 en este
capítulo). Es importante aclarar que el examinador debe contar con un adecuado en-
trenamiento en evaluación psicológica en general y en esta escala en particular para
realizar un trabajo apropiado. Las instrucciones de puntuación para cada ítem madu-
rativo deben ser cuidadosamente seguidas, a fin de disminuir el margen de error. En
el Anexo A se incluye la grilla para asentar esta puntuación en cada caso evaluado.
Para recordar:
Se acredita 1 punto por ítem presente en el dibujo y O por ítem ausente según el Anexo B.
El conteo de ítems presentes (o suma, puesto que cada ítem presente vale 1) totaliza el puntaje di-
recto que debe convertirse a percentil (P) según el baremo local consignado en el Anexo E.
Tabla 5. Diferencias en las puntuaciones obtenidas en el DFH, año 1988 vs. 2011
2. Advertencia importante para el lector: volviendo al área Madurativo-Conceptual a la que Koppitz tam-
bién prestaba especial atención aunque empleando ítems diferentes de los de la versión Goodenough-
Harris-Casullo presentada en los apartados 2.1. a 2.4. y Anexos A y B, debemos advertir que tal escala
de Madurez Conceptual elaborada por Koppitz no será aquí tratada en detalle puesto que no existe una
versión local reciente debidamente analizada y adaptada. Es por ello que esta Escala Madurativa se tomará
de Goodenough-Harris-Casullo y sí nos extenderemos en los Indicadores Emocionales y Neurológicos de
Koppitz (apartados 2.6. y 2.7., especialmente Tablas 8 y 9 y Anexos C y D), que es la única autora que
los desarrolla y sistematiza. Así, a los fines de la brevedad y la pertinencia, no hemos incluido el listado de
Ítems Evolutivo-Conceptuales de Koppitz -clasificados por ella como esperados, comunes y excepciona-
les- por carecer de utilidad para el profesional de nuestro medio.
los dibujos de los niños evaluados constituía una evidencia distintiva entre ambos gru-
pos. Los resultados mostraron que, de acuerdo con la edad, la presencia de más de
un indicador en los protocolos podría dar lugar a la hipótesis de una posible proble-
mática emocional. De todas maneras, en línea con lo recomendado por Fernández
Liporace (1996), frente a la aparición de un solo o pocos IEs aislados en un DFH, se
sugiere sumar otras pruebas de rastrillaje, como por ejemplo los Ítems Emocionales
del Test Guestáltico Visomotor de Bender, la entrevista a padres, las observaciones
durante la evaluación, entre otros indicadores (véase el capítulo 6), para contemplar la
necesidad de una derivación a una evaluación psicológica más detallada con pruebas
más específicas.
En suma, a partir de los resultados observados en este estudio, buscamos acer-
car evidencias para considerar la utilidad de algunos de los IEs propuestos por Kop-
pitz y proponemos un listado útil y adaptado para su uso prudente en la Ciudad de
Buenos Aires y el Conurbano, en Argentina. A continuación en la Tabla 6 presenta-
mos la lista con los 22 IEs a relevar según el estudio local referido, así como las eda-
des a partir de las que pueden ser considerados como significativos. Las celdas con
líneas punteadas corresponden a indicadores que no cumplieron con ningún criterio
de validación en la muestra local. Por otro parte, en el Anexo C se presenta el Ma-
nual de Tabulación para estos IEs con las caracterizaciones pertinentes que permitan
identificarlos correctamente. El Anexo D incluye sus interpretaciones psicológicas y
comportamentales más clásicas, aunque nunca unívocas, por lo que ese punto debe
abordarse con cautela considerando la evaluación de forma holística tal como fuera
recomendado previamente.
lasmosix~~~§~
Edades en las Edades en las Edades en las
Omisiones
Signos Cualitativos que considerar Detalles Especiales que considerar que considerar
(Koppitz,
(Koppitz, 1968) el IE (Brizzio et (Koppitz, 1968) el lE (Brizzio et el IE (Brizzio et
1968)
aL, 2014) al., 2014) al., 2014)
Transparencias Desde 6 años Manos omitidas Desde 7 años Cuello Desde 8 años
Figura monstruosa o
.., Desde 6 años
grotesca
Dibujo espontáneo de
Desde 6 años
tres figuras o más
‘11
No se encontró ningún Ítem Evolutivo o Emocional que apareciera exclusivamente en los dibujos de
uno u otro grupo.
No se encontró ningún indicador aislado que se diera exclusivamente en uno u otro grupo.
Los varones con disfunción neurológica presentaban más omisiones de ítems evolutivos tales como
Cuerpo, Pupilas, Cuellos, Brazos bidimensionales, Brazos hacia abajo, Brazos unidos correctamente
al hombro, Manos, Número correcto de dedos, Piernas bidimensionales y Menos de 4 prendas de
vestimenta.
En niños y niñas con disfunción neurológica aparecían 8 de 30 Ítems Emocionales de forma más
frecuente que en niños sin tal disfunción: Mala integración de las partes, Grosera asimetría de las
extremidades, Inclinación de la figura en 15 grados o más, Transparencias (de 7 a 12 años), Omisión
del cuerpo (6 años en adelante), Omisión de cuello (10 a 12 años), Figura pequeña y Manos cortadas.
Lezak (1995) ha resumido las características del dibujo de la figura humana en pa-
cientes que registran disfunción neurológica. Los dibujos de estos pacientes según el
autor tendrían las siguientes características (Tabla 8):
En el caso de que tuvieran que describir el dibujo, los pacientes con disfunción neurológica realizan
descripciones simplificadas, pobres y desintegradas.
Signos de disfunción neurológica Edad desde la que Signos de disfunción neurológica Edad desde la que
en los DFH de varones entre 6 y debe tenerse en en los DFH de varones entre 6 y debe tenerse en
12 años (Koppitz, 1968) cuenta 12 años (Koppitz, 1968) cuenta
Omisión de pupilas Desde 7 años Una prenda de ropa o ninguna Desde 7 años
Omisión de cuello Desde 7 años Menos de cuatro prendas de ropa Desde 7 años
Hasta aquí hemos desarrollado los principales aportes de Koppitz al estudio del
DFH, luego de haber descripto también los trabajos de Goodenough, Harris y Casu-
'lo, junto con estudios locales recientes para Indicadores Madurativo-Conceptuales y
emocionales. Pasaremos ahora a comentar brevemente dos casos ilustrativos que,
esperamos, sean de ayuda para el novel profesional.
CASO 1
Nicolás es un niño de 8 años y 7 meses de edad. Asiste a 3er grado de una escuela pública
de la Ciudad de Buenos Aires. Concurre a consulta a un servicio de Salud Mental de un Hos-
pital Público en compañía de su madre. Vive con su madre y tres hermanos varones mayores.
Sus padres se encuentran separados; la madre refiere que el padre era violento, con ella físi-
camente, y con los niños, de manera verbal. Hace tres meses que Nicolás no ve a su padre.
Desde la escuela solicitan que la madre realice una consulta psicológica ya que observan que
Nicolás ha entablado una relación de maltrato hacia sus compañeros, les pega y se burla de
ellos. También presenta problemas de aprendizaje y de comportamiento en clase.
- •
Vive con... (marcar con una X) Nivel educativo de los padres (marcar con una X)
1 Ambos padres Padre Madre
2 Con ambos padres y hermano/s 1 Sin educación formal
3 Solo/a con algunos de los padres 2 Primario incompleto
4 Con alguno de los padres y hermanois X 3 Prim. comp./Sec. incompleto X X
5 Con familia ensamblada 4 Sec. comp/Terciario o Universitario incompleto
6 Con ambos padres, hermanos y abuelos 5 Terciario o Universitario completo
7 Solo con hermanos
8 Otra (especificar):
desde el enfoque lúdico plan+eado por ella. la ac-I-Widad pudo realizarse correc+arnen+e.
Nicolás es un niño de 8 años de edad cuya madurez conceptual, entendida como la capa-
cidad de generar conceptos con grado creciente de abstracción, es entre deficiente e inferior al
término medio comparada con la de niños de su misma edad y nivel socioeducativo.
Si bien ateniéndonos a la información que brinda el Anexo E. Baremo de los Indicadores
Madurativos del DFH —versión Goodenough-Harris (adaptación Casullo, 1988)— de Área Me-
tropolitana (Carreras, Uriel, Pérez, Suárez Hernández, Acebal y Fernández Liporace, 2011), la
madurez conceptual de Nicolás se encuentra entre dos posibilidades diagnósticas (inferior al
término medio y deficitaria), desde una mirada clínica y holística del caso se desprende que es
inferior a la esperable para su edad y nivel socio-educativo y teniendo en cuenta el ambiente
cultural en el que fue socializado.
Respecto de la evaluación de los indicadores emocionales en el protocolo se han obser-
vado tres: brazos largos, manos grandes y omisión de cuello. Los primeros dos indicadores
podrían relacionarse con tendencias agresivas e impulsivas, en el sentido de pasar a la acción
sin la intervención previa de la reflexión, cuestión que, a primera vista, se vincula con el motivo
de consulta promovido por la escuela. Por otro lado la omisión del cuello podría remitir a ciertos
rasgos de impulsividad, así como a inadecuados controles internos, también coincidentes con
las dificultades de comportamiento descriptas.
Teniendo en cuenta lo anterior, según el resto del material evaluado, la problemática emo-
cional que se presenta debiera ser evaluada con mayor profundidad.
En relación con los indicadores de disfunción neurológica, si bien solamente presenta dos,
teniendo en cuenta las características y lo referido por la madre sobre los problemas de apren-
dizaje de su hijo, se recomienda también una evaluación más profunda al respecto. Su acti-
tud durante la evaluación fue algo desafiante; tras algunas intervenciones de la examinadora
para mejorar el rapport, logró trabajar adecuadamente, concentrado y con buena disposición, a
pesar de sus comentarios iniciales de que "lo haría mal a propósito".
Debe tenerse en cuenta que se trata de un informe parcial para ilustrar el uso del
test, y que en todos los casos de consulta debe ampliarse la información mediante
otras fuentes de datos, tales como otros instrumentos, entrevistas y observaciones.
CASO 2
Antonella es una niña de 8 años y 3 meses de edad, cuyos padres consultan porque la
observan cada vez más angustiada cuando debe separarse de ellos (al ir a la escuela, cuando
sus padres van a trabajar, si tiene un cumpleaños, si sus padres salen o si debe quedar al
cuidado de otra persona). Antonella es hija única, concurre a 3er grado de una escuela privada
con doble jornada del Gran Buenos Aires. Los padres relatan que la sintomatología de la niña
comenzó unas semanas después de que a la madre le diagnosticaran una enfermedad oncoló-
gica. Los padres también se encuentran muy angustiados por esta situación.
____ vive con... (marcar con una )9 Nivel eaucativo de los paares (marcar con una A)
1 Ambos padres X Padre Madre
2 Con ambos padres y hermano/5 1 Sin educación formal
3 Solo/a con algunos de los padres 2 Primario incompleto
4 Con alguno de los padres y hermano/s 3 Prim. comp./Sec. incompleto
5 Con familia ensamblada 4 Sec. compíTerciano o Universitario incompleto
6 Con ambos padres, hermanos y abuelos 5 Terciarlo o Universitario completo
7 Solo con hermanos
8 Otra (espedficar):
I. Signos cualitativos
SC1 Integración pobre de las partes de la figura (a partir de los 7 años)
SC2 Sombreado de las manos y/o cuello o
SC3 Pronunciada asimetría de las extremidades (a partir de los 7 años) o
SC4 Inclinación de la figura en 15 grados o más
SC5 Figura pequeña, de 4 cm o menos de altura (a partir de los 8 años) o
SC6 Transparencia o
II. Detalles especiales
DE7 Dientes /
DE8 Brazos largos, que podrían llegar hasta debajo de la línea de las rodillas O
DE9 Manos grandes, del tamaño de la cara O
DE10 Manos omitidas, brazos sin manos ni dedos (a partir de los 7 años) O
DE11 Genitales O
DE12 Figura monstruosa o grotesca O
DE13 Dibujo espontáneo de tres o más figuras O
DE14 Figura interrumpida por el borde de la hoja O
III: Omisiones
015 Omisión de los ojos O
016 Omisión de la nariz (a partir de los 9 años) O
017 Omisión de la boca O
018 Omisión del cuerpo O
019 Omisión de los brazos 0
020 Omisión de las piernas O
021 Omisión de los pies O
022 Omisión del cuello (a partir de los 8 años) O
El DF1-1 Fue adminis+rado en el primer encuen-l-ro con la niña. luego de nan-i-ener una brete
en+relhs+a con ella y a pos-l-eriori de la adminis-fración del Tes+ de Bender. Si bien 14n-l-onella
pudo es+ablecer un buen vínculo con la examinadora, no quiso quedarse sola en el consultorio
con ella. por lo que la madre presen+e cluran+e la +o+alidad de ese primer encuen+ro.
Antonella es una niña de 8 años cuya madurez conceptual, entendida como la capacidad
para generar conceptos con grado creciente de abstracción, es término medio si se la com-
para con niños de su misma edad y nivel socio-educativo. Ello significa que no presentará
dificultades de abstracción según lo esperado por edad desde un punto de vista evolutivo.
Durante la administración del test estuvo callada y se mostró tranquila y trabajó con concen-
tración e interés, aunque resultó necesario que la madre estuviera presente dentro del consul-
torio pues la niña no quiso quedarse a solas con la examinadora, pese a establecer un buen
vínculo con ella.
Respecto de la evaluación de los indicadores emocionales, en el protocolo se han obser-
vado dos: inclinación de la figura en 15° o más y dientes que, en el estudio recientemente
realizado en población local resultan significativos a partir de los 6 años. El primero de los indi-
cadores podría vincularse con una sensación subjetiva de inestabilidad y de falta de equilibrio
en general (carencia de "base firme"). Si se tienen en cuenta las circunstancias que rodearon
la consulta (enfermedad oncológica de la madre, angustia parental), este indicador podría estar
reflejando el estado de ansiedad actual de la niña, como consecuencia de la ansiedad que
están sufriendo sus padres. Por otro lado la presencia de dientes en el dibujo debe conside-
rarse con cautela como indicador de dificultades emocionales en virtud de su mayor pero no
significativa frecuencia de aparición en población clínica, aunque podría representar un signo de
posible agresividad que debe explorarse mediante vías alternativas puesto que en la muestra
local resulta importante desde los 6 años. Quizá su dibujo también refleja la preocupación por
la problemática médica que atraviesa su familia. Esta posibilidad merece ser evaluada en mayor
profundidad en instancias posteriores a fin de considerar posibles intervenciones específicas
que persigan la mejoría de la situación planteada, así como la adecuada canalización de la
ansiedad de la pareja de padres y de la propia Antonella, fortaleciéndolos como grupo familiar
para afrontar la situación médica por la que atraviesan de ser ello necesario.
En cuanto a los indicadores de disfunción neurológica, si bien se presentan tres, y según lo
referido por los padres en la anamnesis sobre desarrollo evolutivo y el muy buen desempeño
escolar de la niña, no resultan alarmantes como para solicitar interconsulta, pueden controlarse
en el término de tres meses en una nueva evaluación, o bien añadiendo más pruebas específi-
cas a fin de abonar o desestimar esta hipótesis en el mediano plazo.
Debe tenerse en cuenta que se trata de un informe parcial para ilustrar el uso del test, y
que en todos los casos de consulta debe ampliarse la información con otras fuentes de
datos, tales como otros instrumentos, entrevistas y observaciones.
En el presente capítulo hemos intentado brindar al lector los aportes más relevan-
tes y adecuados a la población local referidos al análisis de los dibujos infantiles, en
especial centrándonos en el DFH según las versiones de Goodenough-Harris-Casullo
para Indicadores Madurativo-Conceptuales y la de Koppitz para los Emocionales y
Neurológicos.
T .?
1)Administrar el DFH según la consigna propuesta por Harris en su revisión del Test del Hombre de
Goodenough-Harris (véase apartado 2.3.), con los 62 ítems finalmente conservados en la revisión
hecha por Casullo.
2) Puntuar la Escala de Maduración del Dibujo del Hombre, siguiendo las pautas de Goodenough-Ha-
rris, solamente para los 62 ítems de la adaptación de Casullo (1988) (véase apartado 2.4. y Anexos
Ay B).
3) Interpretar la puntuación obtenida (Escala Madurativa) a partir del baremo local Ciudad de Buenos
Aires y Conurbano (Carreras et al., 2011). Véanse apartado 2.4., especialmente 2.4.1., y Anexo E).
4) Relevar si se presentan Indicadores Emocionales (lEs), utilizando el Manual de Tabulación de
IEs adaptados localmente (Brizzio et al., 2014) (véanse apartados 2.6., especialmente 2.6.1, y
Anexo C).
5) Interpretar los Indicadores Emocionales presentes según la propuesta de Koppitz (1968) y el estudio
local de Brizzio et al. (2014) (véanse apartado 2.6., especialmente 2.6.1., y Anexo D).
7) Analizar los resultados de la prueba en comparación y relación con otros instrumentos administra-
dos en la batería elegida (por ejemplo, EED-I, Test Guestáltico Visomotor de Bender, SNN, WISC-IV,
entre otros.). En este sentido recordamos que jamás debería tomarse como concluyente la infor-
mación brindada solamente por un test aislado sino que debe relacionarse con resultados de otros
instrumentos en el marco de un proceso de evaluación psicológica global que incluya a todos los
actores participantes y abarque todos los aspectos de interés en cuanto a la problemática presen-
tada.
Resumiendo, la versión del DFH infantil que aquí presentamos, junto con las ac-
tualizaciones locales correspondientes, implica tres vectores fundamentales de infor-
mación a los que nos hemos dedicado en este capítulo, y que el evaluador debe
considerar a la luz del motivo de consulta e información vinculada: primero, la eva-
luación del nivel de maduración conceptual; segundo, la identificación de presencia/
ausencia de Signos Emocionales y, tercero, la identificación de posibles Indicadores
de Disfunción Neurológica. Todo ello se valorará según el caso individual, la demanda
de consulta, el ámbito de trabajo en el que nos desempeñemos, el resto del mate-
rial recabado en el proceso de evaluación (batería en su totalidad, observaciones de
comportamiento, entrevistas con informantes clave como padres, docentes, otros fa-
miliares, cuidadores, entre otros, y demás hallazgos clínicos), así como contemplando
también las vías de intervención factibles de ser implementadas en un momento pos-
terior.
Esperamos que estos aportes resulten de utilidad para nuestros alumnos de las
Carreras de Psicología así como para profesionales que se inicien en la práctica de la
Evaluación Psicológica con niños.
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Vive con... (marcar con una X) . Nivel educativo de los padres (marcar con una X)
Ambos padres Padre Madre
2 Con ambos padres y hermano/s Sin educación formal
3 Solo/a con algunos de los padres 2 Primario incompleto
4 Con alguno de los padres y hermano/s 3 Prim. comp./Sec. incompleto
5 Con familia ensamblada 4 Sec. comp/Terciario o Universitario incompleto
6 Con ambos padres, hermanos y abuelos Terciario o Universitario completo
7 Solo con hermanos
Otra (especificar):
1111111.111111•11 ■,..1■11~-,
"
Indicadores Madurativos (IM) (GOodeíiough~arri1;19 67717.7
IM Presencia IM Presencia
1. Cabeza 21. Cabello IV
2. Cuello 22. Orejas
3. Cuello dos dimensiones 23. Orejas: proporción y ubicación
4. Ojos 24. Dedos
5. Detalle ojo: cejas o pestañas 25. Dedos: número correcto
6. Detalle ojo: pupila 26. Dedos: detalles correctos
7. Detalle ojo: proporción 27. Pulgar en oposición
8. Detalle ojo: Mirada 28. Manos
9. Nariz 29. Muñeca o tobillo
10. Nariz dos dimensiones 30. Brazos
11. Boca 31. Hombros I
12. Labios dos dimensiones 32. Hombros II
13. Nariz y labios dos dimensiones 33. Brazos de lado o en actividad
14. Frente y mentón 34. Articulación codo
15. Proyección mentón 35. Piernas
16. Línea de mandibular 36. Cadera I
17. Puente de nariz 37. Cadera II
18. Cabello I 38. Articulación rodilla
19. Cabello II 39. Pies I
20. Cabello III 40. Pies II
Indicadores Madurativos (IM) (Goodenough, 1926; Harris, 1963) Adaptación Casullo (1988)
IM Presencia IM Presencia
41. Pies III 52. Proporción brazos II
42. Pies IV 53. Proporción piernas
43. Pies V 54. Proporción miembros dos dimens.
44. Articulación brazos y piernas I 55. Vestimenta I
45. Articulación brazos y piernas II 56. Vestimenta II
46. Tronco 57. Vestimenta III
47. Tronco dos dimensiones 58. Vestimenta IV
48. Proporción cabeza I 59. Vestimenta V
49. Proporción cabeza II 60. Perfil I
50. Proporción cara 61. Perfil II
51. Proporción brazos I 62. Frente
PUNTAJE DIRECTO: PERCENTIL:
.. .
Aclaraciones
gráficas
1. Presencia de Cualquier representación clara de cabeza. Facciones sin contorno de cabeza, no
cabeza se asigna el punto.
2. Presencia de cuello Cualquier indicación clara del cuello como diferenciado de la cabeza y el tronco. A
la mera yuxtaposición de la cabeza y el tronco, no se asigna el punto.
3. Cuello dos Contorno del cuello como continuación de la cabeza, del tronco o de ambos. La
dimensiones línea del cuello debe fluir dentro de la línea de la cabeza o de la línea del tronco. r.5 (5? g „--,
menos que la intención hubiese sido mostrar una definida continuidad entre el
cuello y la cabeza, ya sea mediante la inclusión del cuello, de una prenda de vestir (x)
o curvando las líneas.
4. Presencia de ojos Cualquier representación de uno o ambos ojos.
5. Detalle del ojo: Representación de las cejas o las pestañas, o ambas.
cejas o pestañas
6. Detalle del ojo: Cualquier indicación clara de pupila o iris, diferenciados del contorno general del
pupila ojo. Si se ven los dos ojos, deben figurar ambas pupilas.
7. Detalle del ojo: La dimensión horizontal del ojo debe ser mayor que la vertical. Si ambos ojos
proporción
ntifirw velapiL
están representados, los dos deben cumplir este requisito. En dibujos de perfil de
un grado superior, el ojo se reproduce en perspectiva. En estos casos, cualquier <X> >" CZI"
forma triangular aproximada a estos ejemplos, se acredita.
8. Detalle del ojo: Frente: La mirada de ambos ojos debe ser evidente. No puede haber convergencia
mirada o divergencia de ambas pupilas. Yousrs. PERO L.
Perfil: Ojos como en el punto anterior, o si se ha mantenido la forma almendrada, <IID
la pupila debe estar hacia el frente del ojo y no en el centro. Puntaje estricto.
9. Presencia de nariz Cualquier representación clara de nariz.
10. Nariz dos Frente: Cualquier representación de la nariz en dos dimensiones, cuando el lítenE"
dimensiones puente sea más largo que el ancho de la base o de la punta.
Perfil: Cualquier intento de representación, siempre que la punta o la base hayan YLS J a y (v)
sido representadas de alguna forma. El dibujo de un simple "botón" se considera ....., . o ,, .. (X)
negativo.
PERFIL
h( L < (V)
C.
c (X)
,
?eafi 1 v)
1
13. Nariz y labios dos Este punto adicional se acredita sólo si los ítems 10 y 12 son positivos.
dimensiones
17. Puente de la nariz Frente: Nariz correctamente ubicada y modelada. La base de la nariz debe apare- ..TE
C° J.:.
%.‘ (>0
18.Cabello I Cualquier representación de cabello.
19.Cabello II El cabello excede la circunferencia del cráneo y es más complejo que un garabato.
No debe haber transparencias, una mera línea de cabello a través del cráneo, sin
e (y)
intentos de sombreado para seguir el cabello se computa negativo.
PERFIL--
3 n
A i ti
24. Presencia de Cualquier representación de los dedos separados de la mano y el brazo. En grá-
dedos ficos de niños mayores, con tendencia al bosquejo, se acredita si existe alguna
insinuación de dedos.
30. Presencia de Cualquier indicación clara de brazos. Los dedos solos no resultan suficientes, pero
brazos el punto se acredita si se ha dejado espacio entre la base de los dedos y la parte
del cuerpo al que están unidos. El número de brazos debe ser correcto, salvo en
dibujos de perfil.
31. Hombros I Frente: Cambio en la dirección del contorno de la parte superior del tronco, con
aspecto de concavidad antes que de convexidad. La forma elíptica ordinaria nunca
se acredita y el puntaje es negativo a no ser que haya evidencia de reconoci-
-, 1' rij r.
miento del abrupto ensanchamiento del tronco, debajo del cuello, producido por
las clavículas. Ángulo recto o tronco cuadrado no se acreditan, sí se acredita si la (V)
esquina aparece redondeada.
Perfil: Puntuación más elástica que en las figuras de frente. El dibujo de perfil es
a T? 1-"-r (.x)
aquel que en el que tronco y cabeza se ven de perfil. Si las líneas que forman el
contorno de la parte superior del tronco divergen en la base del cuello, de modo
que muestran la expansión del tórax, el punto se acredita.
32. Hombros II Frente: La puntuación es más estricta que en el ítem anterior. Los hombros deben
tener continuidad con el cuello y brazos, angularse y no caer. Si el brazo está S
(4
4 i 41 l'`() O
sujeto al cuerpo debe aparecer la axila.
Perfil: Juntura del hombro en posición aproximadamente correcta. El brazo debe -,- --<4 a5 r- ' ,OZO (>0
35. Presencia de Cualquier indicación de piernas en su cantidad correctas (dos de frente, una o dos
piernas de perfil). Se debe usar más el sentido común que un criterio de evaluación. Una
sola pierna con dos pies, positivo. Las piernas pueden estar adosadas a cualquier
porción de la figura.
36. Cadera I Frente: entrepierna indicada. Se muestra más frecuentemente a través de las
(entrepierna o líneas internas de las piernas que se encuentran en el punto de unión con el .•.« 'Maria-
bifurcación) cuerpo. Los niños pequeños generalmente ubican las piernas tan separadas como A Iiii. i/l ‘jt 21
c
les resulte posible, esto nunca se computa.
Perfil: En el caso de una sola pierna visible, se requiere el modelamiento de la nalga.
37. Cadera II El ítem anterior debe ser ampliamente computado positivo. El dibujo debe repro-
ducir la cadera de una manera más clara que lo exigido en el precedente.
38. Articulación Debe existir una flexión brusca, no curva, aproximadamente en la mitad, o, corno
rodilla en los dibujos de mucha calidad, un estrechamiento de la pierna a esta altura. Los
pantalones hasta la rodilla no son suficientes. Los pliegues o el sombreado para
indicar rodilla sí se computan.
39. Pies I Cualquier indicación de pies. Los niños pequeños pueden indicar pies unidos a los iz
talones al final de la pierna, y esto se computa positivo. g1 1 J D L)
40. Pies II proporción Pies y piernas representados en dos dimensiones. Los pies no deben tener forma
de palo de golf. La longitud del pie debe ser mayor que la altura desde la planta [2 lio j (v)
hasta el empeine. El pie no debe ser más largo que un tercio o menor que un (2:(
décimo del largo total de la pierna. También se acredita en los dibujos de frente, si
se ve el pie en perspectiva, más largo que ancho, separado de alguna manera del Cv)
resto de la pierna, no meramente indicado con una línea a lo ancho de la pierna.
41. Pies III tobillo Cualquier indicación de talón o tobillo. En dibujos de frente, el ítem se acredita
arbitrariamente cuando el pie aparece como en la ilustración habiendo alguna de-
marcación entre el pie y la pierna. En los perfiles debe aparecer el empeine.
Y
42. Pies IV Tentativa de escorzo o estrechamiento frontal en por lo menos un pie.
perspectiva (4
(„)
43. Pies V detalles Cualquier detalle como un acordonado, lazo, tiras, suela de zapato y/o hebilla.
44. Articulación Ambos brazos y ambas piernas unidos al tronco en cualquier punto, o brazos ar-
brazos y piernas I ticulados al cuello o la unión de cabeza y tronco si se ha omitido el cuello. Si el
tronco es omitido, no se acredita. Si aparecen ambas piernas y ambos brazos,
los miembros de cada par deben unirse de manera aproximadamente simétrica.
Si se ve sólo un brazo o una pierna, sea en dibujos de frente o perfil, se puede
considerar positivo en base al miembro que se ve. Brazos unidos a piernas se
computa negativo.
Ítem Aclaraciones
_ ___.._..
Mad u rativo . 1-- gráficas
45.Articulación Piernas y brazos unidos al tronco en el punto correcto. No se acredita si la arti-
brazos y piernas II culación del brazo ocupa una mitad o más del área del tórax (cuello a cintura).
Cuando no hay cuello, los brazos deben estar claramente unidos a la parte supe-
rior del tronco.
Frente: si el ítem 31 fue positivo, la articulación debe ubicarse en los hombros.
Si el 31 fue negativo, la articulación debe hallarse en el lugar que los hombros
debieran ocupar. El cómputo debe ser estricto.
Perfil: Es negativo si las líneas del brazo se extienden a partir del contorno de la
espalda o si el punto de contacto alcanza la base del cuello, o cae debajo de la
parte más ancha de la línea del tórax.
46. Presencia de Cualquier representación clara de tronco, en una o dos dimensiones. Si no hay
tronco diferenciación clara entre cabeza y tronco, pero las facciones aparecen en el ex-
tremo superior de una figura simple, el ítem se concede si las facciones no ocu-
pan más de la mitad de la longitud de la figura; si no, el puntaje es negativo, a
no ser que se haya dibujado una línea atravesada para indicar la terminación de
la cabeza. Una simple figura ubicada entre la cabeza y las piernas se considera
siempre tronco, aunque su tamaño y diseño sugieran más cuello que un tronco.
Una línea de botones que se extienda entre las piernas, es negativo como tronco
pero positivo como vestimenta.
47.Tronco en Tronco más largo que ancho. Si las medidas son iguales o la diferencia es mí-
proporción dos nima, el puntaje es negativo.
dimensiones
48. Proporción Área de la cabeza no mayor que la mitad ni menor que un décimo del tronco.
cabezal Cómputo no estricto. o O O 0
Do 00
49. Proporción Cabeza casi igual a un cuarto del área del tronco. Cómputo estricto. Cuando la
cabeza II bifurcación no es visible, como en algunos perfiles, se considera el cinturón o la
cintura como los dos tercios de la longitud total del tronco.
--- --
50. Proporción cara Frente: Longitud de la cabeza mayor que su ancho. Debe exhibir forma general-
mente ovalada.
Perfil: Cabeza alargada de manera definida. Cara más larga que la cúpula del
cráneo.
51. Proporción Brazos al menos tan largos como el tronco. La punta de la mano debe llegar hasta
brazos 1 la mitad de la cadera pero no hasta la rodilla. Las manos no deben extenderse
necesariamente hasta o por debajo de la bifurcación, especialmente si las piernas
son cortas. En dibujos de frente, las dos manos deben extenderse igual. Se acre-
dita por longitudes relativas, no por posición de los brazos.
52. Proporción Brazos con forma piramidal: antebrazo más angosto que la porción superior. Cual-
brazos II quier tentativa de estrechar el antebrazo en la muñeca se acredita. Si los dos
brazos son visibles, el achicamiento debe estar en los dos.
53. Proporción Largo de las piernas no inferior a la medida vertical del tronco, ni mayor que el
piernas doble de la misma. Ancho de cada pierna menor que el del tronco.
54. Proporción Miembros en dos dimensiones. Si ambos pares figuran de esta manera, el punto
miembros dos se acredita aunque las manos o los pies sean lineales.
dimensiones
Signos cualitativos
1. Integración pobre de las partes (a partir de los 7 años): una o más partes no están uni-
das al resto de la figura, una de las partes sólo está unida por un punto, raya, o apenas
se toca con el resto.
2. Sombreado de las manos y/o cuello.
3. Asimetría grosera de las extremidades (a partir de 7 años): un brazo o pierna difiere mar-
cadamente de la otra en la forma. Sólo se computa si la diferencia es morfológica, y no
de tamaño.
4. Inclinación de la figura en 15° o más: el eje vertical de la figura tiene una inclinación de
15° o más con respecto a la perpendicular.
5. Figura pequeña (a partir de los 8 años): la figura tiene 4 cm o menos de altura (si se trata
de dibujos en hoja oficio apaisada (consigna Goodenough-Harris); 5 cm o menos si se
trata de dibujo en hoja carta vertical).
6. Transparencias: se computan las transparencias que comprenden las porciones mayo-
res del cuerpo o las extremidades. No se computan las rayas o cuando las líneas de los
brazos atraviesan el cuerpo.
Detalles especiales
* Estudio realizado por Brizzio, López, Luchetti y Stover (2014), sobre los 30 ítems emocionales originales propuestos
por Koppitz (1968), en Ciudad de Buenos Aires y conurbano bonaerense.
15. Omisión de los ojos: ausencia total de ojos, ojos cerrados o vacíos no se computan.
16. Omisión de la nariz (a partir de los 9 años).
17. Omisión de la boca.
18. Omisión del cuerpo.
19. Omisión de los brazos.
20. Omisión de las piernas.
21. Omisión de los pies.
22. Omisión del cuello (a partir de los 8 años).
Integración pobre 7 años ...niños pequeños e inmaduros; en peden- ...inestabilidad, personalidad de pobre in-
de las partes de la tes clínicos, niños agresivos, malos alumnos tegración, impulsividad, inmadurez, retraso
figura de primer grado, alumnos de grados espe- evolutivo, deterioro neurológico o regresión
cíales y niños lesionados cerebrales. por perturbación emocional.
Sombreado de las Todas las edades ...niños tímidos y niños agresivos; en pa- ...ansiedad por alguna actividad real o fan-
manos y/o cuello cientes clínicos y en niños con antecedentes taseada en la que intervienen las manos.
de robo.
Pronunciada 7 años ...niños agresivos, pacientes clínicos, ...mala coordinación, torpeza física o confu-
asimetría de las alumnos de grados especiales y niños sión en el predominio lateral.
extremidades con disfunciones neurológicas (o con
sentimiento de minusvalía debido a la
disfunción).
Inclinación de la Todas las edades ...niños con disfunción neurológica, alum- ...inestabilidad y falta de equilibrio en gene-
figura en 15 grados nos de clases especiales, malos alumnos, ral (carencia de "base firme").
o más niños tímidos, niños con enfermedades
psicosomáticas, niños agresivos y pacientes
clínicos.
Figura pequeña, de 8 años ...pacientes clínicos, alumnos de clases ...inseguridad extrema, retraimiento y
4 cm o menos de especiales y niños tímidos. depresión, sentimientos de inadecuación,
altura inhibición yoica y preocupación por las rela-
ciones con el ambiente.
Transparencia Todas las edades ...pacientes clínicos y con disfunción neuro- ...impulsividad, inmadurez y conductas ac-
lógica; en niños con antecedentes de robo y tuadoras. Si la transparencia es en una zona
con agresividad manifiesta. particular, puede indicar ansiedad, miedo o
conflicto referidos a la parte transparentada.
Dientes Todas las edades ...grupos de niños adaptados y no adapta- ...no se lo puede considerar como signo de
dos. No se observaron dientes en el grupo psicopatología por no significatividad. Podría
de niños tímidos. ser un signo de agresividad y no solo oral.
De todos modos, no necesariamente es una
manifestación perjudicial.
Brazos largos, que Todas las edades ...más frecuente en el grupo clínico. Tam- ...reflejo de una inclusión agresiva en el
podrían llegar hasta bién en niños agresivos. ambiente, necesidades agresivas dirigidas
debajo de la línea hacia afuera.
de las rodillas
Manos grandes, del Todas las edades ...pacientes clínicos, alumnos de clases ...conductas agresivas y actuadoras, con
tamaño de la cara especiales y sujetos con antecedentes de involucración o no de manos.
robo o agresivos.
Manos omitidas, 7 años ...pacientes clínicos, con disfunción neu- ...sentimientos de inadecuación o de culpa,
brazos sin manos ni rológica, y alumnos de clases especiales. así como ansiedad o preocupación.
dedos También en niños que robaban y pacientes
psicosomáticos.
Genitales Todas las edades ...muy baja frecuencia de ocurrencia en ...tensión, posible intento de controlar im-
general. Con presencia en pacientes clíni- pulsos sexuales o temor de sufrir un ataque
cos con severa perturbación y manifiesta sexual.
agresividad.
Figura monstruosa Todas las edades ...pacientes clínicos, alumnos de clases ...sentimientos de inadecuación y autoes-
o grotesca especiales y malos alumnos. tima excesivamente baja. Puede evidenciar
reflejo de desprecio y hostilidad hacia sí
mismo.
Dibujo espontáneo Todas las edades ...más frecuente en malos alumnos y alum- ...bajo rendimiento escolar. Puede relacio-
de tres o más nos de clases especiales. En sujetos con narse con carencias afectivas durante su
figuras disfunción neurológica o con limitada aptitud crianza.
intelectual o deprivación cultural.
Figura interrumpida Todas las edades ...arroja evidencias contradictorias. Koppitz ...impulsividad vinculada con pobre ca-
por el borde de la pone en duda su interpretación. pacidad para planificar hasta sentimiento
hoja de carencia de apoyo y de base en la que
sostenerse.
Omisión de los ojos Todas las edades ...de ocurrencia inusual pero debe ser aten- ...aislamiento social, tendencia a la nega-
dida como signo de relevancia clínica. Se ción de los problemas, rechazo por el en-
encontró en pacientes clínicos no agresivos. frentamiento con el mundo y escape hacia
la vida de fantasía.
Omisión de la nariz 9 años ...niños tímidos, con enfermedades psico- ...conducta tímida y retraída, así como con
somáticas, alumnos de clases especiales y falta de agresividad manifiesta. Expresa
pacientes clínicos. sentimientos de indefensión, incapacidad de
progreso y, ocasionalmente, angustia por el
cuerpo y culpa por la masturbación.
Omisión de boca Todas las edades ...pacientes clínicos y psicosomáticos, ...inseguridad, retraimiento, angustia, resis-
malos alumnos y alumnos de clases espe- tencia pasiva e incapacidad o rechazo hacia
ciales. Es clínicamente significativa. la comunicación interpersonal.
Omisión del cuerpo Todas las edades ...pacientes clínicos, niños con anteceden- ...discapacidad intelectual, lesión cerebral,
tes de robo, niños con disfunción neuroló- inmadurez grave por retraso evolutivo o per-
gica y alumnos de clases especiales. turbación emocional aguda vinculada a gran
ansiedad por el cuerpo.
Omisión de los Todas las edades ...pacientes clínicos, alumnos mediocres ...ansiedad y culpa por conductas social-
brazos y de clases especiales. También en niños mente inaceptables que implican el uso de
agresivos o con historias de robos. manos y brazos.
Omisión de las Todas las edades ...pacientes clínicos y alumnos mediocres ...intensa angustia e inseguridad.
piernas pero de aparición inusual.
Omisión de los pies Todas las edades ...pacientes clínicos y sujetos tímidos. ...sentimiento de inseguridad y desvali-
miento.
Omisión del cuello 8 años ...pacientes clínicos, niños con disfunción ...inmadurez, impulsividad e inadecuados
neurológica y sujetos con antecedentes de controles internos.
robo.
Muestra
5 6 7 8 9 10 11 12
AÑOS AÑOS AÑOS AÑOS AÑOS AÑOS AÑOS p Interpretación
p AÑOS
diagnóstica
PB PB PB PB PB pg PB PB
99 > 30 > 42 z 52 49 > 56 57 z 56 > 60 99
Superior
95 29 34 39 42 49 53 53 58 95
90 25 30 34 38 44 49 50 54 90
85 23 32 36 42 46 49 53 85 Superior al
28
80 21 31 35 40 43 47 51 80 término medio
75 19 26 30 34 39 42 46 48 75
70 18 28 33 38 40 45 46 70
24
65 17 27 32 37 39 44 45 65
60 17 23 26 31 36 38 43 43 60
55 16 30 35 36 42 41 55
24 25
50 15 29 34 34 40 40 50 Término medio
45 15 24 28 33 33 39 39 45
20
40 14 27 32 32 37 37 40
23
35 13 19 26 31 31 36 34 35
30 13 17 25 28 30 35 32 30
21
25 13 24 27 28 34 31 25
20 12 16 20 23 26 26 33 30 20 Inferior al
15 10 21 24 25 30 28 15 término medio
19
10 10 13 20 23 24 27 26 10
5 9 11 16 18 20 21 22 23 5
Deficiente
1 s 6 s8 s12 s 13 s15 <_18 s15 <_ 21 1
* Estudio realizado por Carreras, Uriel, Pérez, Suárez Hernández, Acebal y Fernández Liporace, 2011, sobre la adapta-
ción Casullo (1988) de la versión de Goodenough, 1926; Harris, 1963.
1 82 M. A. CARRERAS
1. LA PRUEBA
Se trata de una prueba gráfica, no verbal, que tiene como objetivo la copia lo más
fidedigna posible de figuras geométricas con formas perfectas, sin errores aparen-
tes. Es una escala que requiere de una administración individual y no tiene límite de
tiempo para su ejecución.
Es también un test de integración viso-motriz. El concepto de integración refiere
a un proceso complejo que articula la percepción visual con la coordinación motriz.
Este mecanismo está determinado por principios biológicos que varían en función del
nivel de desarrollo y de la maduración, así como del estado patológico o funcional de
cada persona.
La percepción visual -entendida como la interpretación de lo que se ve- depende
tanto de la maduración como de las experiencias del niño, y por ello, la posibilidad
de percibir no significa necesariamente que poseerá la capacidad para copiar. Para
ejecutar esta acción tiene que lograr traducir lo que percibe en una actividad motriz,
traspasándolo al papel. Por consiguiente, las dificultades en la copia de las figuras
pueden ser debidas a inmadurez o a un deficitario funcionamiento de la percepción
visual, de la coordinación motriz o de la integración entre ambas.
Esta prueba puede ser utilizada en niños entre los 5 y los 12 años de edad con
el fin de evaluar la madurez visomotriz. Una vez que esta habilidad ha sido adquirida
y desarrollada hasta cierto tope individual, sustentada en una base orgánica funcio-
nal, deja de tener fundamento utilizarla con el objeto de ponderar esa capacidad en
particular. En los grupos de edades más avanzadas -adolescentes y adultos- el test
tiene como finalidad evaluar aspectos psicopatológicos de la personalidad, cuadros
de organicidad y condiciones particulares tales como las vinculadas a adicciones, epi-
lepsias y algunas dificultades de tipo neurológico. Su utilidad en estos grupos también
reside en recabar indicadores proyectivos y/o emocionales.
1 84 M. A. CARRERAS
"Te voy a mostrar una serie de tarjetas, una por vez. Cada tarjeta tiene un di-
bujo. Por favor copiá el dibujo en el papel tan bien como puedas, lo más pare-
cido posible. Copialos tranquilo/a, usando todo el tiempo que necesites."
[
Una vez dada la instrucción, debe colocarse la primera tarjeta frente al niño sobre
la mesa de trabajo; a medida que el niño termine la copia de cada tarjeta se le pre-
sentará la siguiente -siempre de manera consecutiva desde la A hasta la 8, una por
una a medida que el niño muestre actitud de haber concluido-.
Como examinador debe evitarse realizar comentarios sobre la producción gráfica
que el niño está realizando, también alentar o impedir el uso de la goma de borrar o
insistir en realizar varios intentos cuando se está ejecutando uno de los diseños. Tam-
bién será tarea del evaluador proporcionar todas las hojas que el examinado necesite
sin efectuar acotaciones al respecto.
Si efectúa preguntas en relación con la tarea, tales como la cantidad de puntos o
el tamaño de las figuras, deben brindarse respuestas lo más neutrales posibles recor-
dando que se le pidió hacer las copias lo más parecidas posible al modelo original.
A modo de síntesis se consignan los aspectos más importantes de esta prueba:
- Prueba gráfica.
- Administración individual.
- Sin límite de tiempo para la ejecución.
- Destinada a niños entre los 5 y los 12 años de edad.
- Materiales: nueve tarjetas, hojas blancas (tamaños oficio o carta), un lápiz negro,
goma de borrar y un cronómetro o reloj.
- Importancia de registrar la conducta del niño durante la prueba.
- Contabilizar el tiempo desde que se le entrega la primera tarjeta hasta que el
niño devuelve la última dando clara señal de haber concluido con la tarea.
3. EVALUACIÓN DE LA PRUEBA
1 86 M. A. CARRERAS
Estas dificultades -distorsión de la forma, rotación, integración y perseveración-
en la resolución de la consigna del test se equiparan a determinadas situaciones es-
colares, revelándose en la aparición de escritura en espejo, la caligrafía apreciable-
mente inclinada, la confusión de letras, de enlaces y/o separaciones entre palabras o
caracteres que impiden identificar lo escrito, así como imposibilidad para comprender
el comienzo y el final de una palabra en una página.
Una vez más, con la finalidad de destacar las ideas centrales vertidas en este
apartado, se presenta el siguiente cuadro:
- El test propone una puntuación cuantitativa respondiendo a su vertiente psicométrica y una cuali-
tativa, enmarcándose en las reglas de las técnicas proyectivas gráficas -arista que permite incluir la
evaluación de adolescentes y adultos (no en la versión empleada por Bender)-.
- Koppitz propone un sistema evolutivo de clasificación consistente en el reconocimiento de 30 po-
sibles errores en la reproducción de los modelos originales, que responden a la evaluación de la
maduración visomotora. Véase Anexo A.
- Los posibles errores en la reproducción pueden clasificarse en cuatro categorías: rotación, distor-
sión de la forma, perseveración y/o integración.
- Sumatoria de todos los puntos para la obtención de un puntaje bruto, crudo o directo.
- Los errores en las copias son debidos a inmadurez o mal funcionamiento en la percepción visual,
en la coordinación motriz o en la integración entre ambas.
- Los errores en las copias deberían tender a desaparecer con el aumento de la edad cronológica.
Figura Error
FIGURA A 1-Distorsión de la forma:
a) El cuadrado, el círculo o ambos están excesivamente achatados
o deformados.
b) Desproporción entre el tamaño del cuadrado y el del circulo (uno
es el doble de grande comparado con el otro).
2- Rotación:
e. de la figura o parte de la misma en más de 45°; rotación de la tar-
jeta, aunque luego se copie correctamente en la posición rotada.
3- Integración:
Falla en el intento de unir el círculo y el cuadrado; el círculo y el vér-
tice adyacente del cuadrado se encuentran separados o superpues-
tos en más de 3 mm.
FIGURA 1 4- Distorsión de la forma:
Cinco o más puntos convertidos en círculos; puntos agrandados o
círculos parcialmente llenos (rellenos con el lápiz) no se consideran
como círculos.
....
5- Rotación:
La rotación de la figura o parte de la misma en 45° o más.
6- Perseveración:
Más de 15 puntos en una hilera
FIGURA 2 7- Rotación:
Rotación de la figura o parte de la misma en 45° o más; rotación de
la tarjeta, aunque luego se copie correctamente en la posición rotada.
o••• _ Integración:
oo 00 00 00 00 00 00 00 00 00
14- Integración:
Separación de 3 mm entre la curva y el ángulo adyacente.
1 88 M. A. CARRERAS
‘,;
( ;. ,
19- Integración:
Las dos líneas no se cruzan o se cruzan en el extremo de una o de
ambas líneas; dos líneas onduladas entrelazadas.
20- Perseveración:
Seis o más curvas sinusoidales completas en cualquiera de las dos
direcciones.
FIGURA 7 21- Distorsión de la forma:
a) Desproporción entre el tamaño de los dos hexágonos: uno debe
'i
ser, al menos, el doble de grande que el otro.
b) Los hexágonos están excesivamente deformados; adición u omi-
sión de ángulos.
22-Rotación:
Rotación de la figura o parte de la misma en 45° o más.
23-Integración:
Los hexágonos no se superponen o lo hacen excesivamente.
FIGURA 8 24- Distorsión de la forma:
El hexágono o el rombo excesivamente deformados; ángulos agre-
gados u omitidos.
< o > 25- Rotación:
Rotación de la figura o parte de la misma en 45° o más
TOTAL
* Si bien se ha modificado la presentación de los datos en una tabla con fines didácticos, el comentario
es cita textual: Koppitz, E. (1999). El Test Guestáltico Visomotor para niños. Buenos Aires: Guadalupe,
pp. 39-55.
Una vez que se han asignado la puntuación de 0 o 1 para cada ítem posible de
evaluación, se sumarán todos estos valores alcanzando un Puntaje Bruto o Directo,
es decir, se obtendrá un valor o número que representará la cuantificación de la ma-
durez visomotriz. Sin embargo, este valor final no expresará la magnitud de la medida
ni permitirá la comparación precisa de un sujeto en relación con su grupo de referen-
cia; es por eso que el siguiente paso será transformar esa puntuación (sumatoria de
los aciertos y errores) a otro sistema de referencia externo que habilite la obtención de
parámetros para posicionar la madurez visomotriz de un niño en particular en relación
con otros de su mismo sexo, edad, nivel de educación y condición socio-económica
5 o menos Deficiente
Por último, otra posible interpretación de suma utilidad para el ámbito clínico con-
siste en identificar en la tabla construida sobre la base de las puntuaciones promedio
para cada grupo de edad (baremos) el puntaje que obtuvo el niño y reconocer a qué
edad cronológica corresponde ese valor dentro de su grupo de pertenencia (véase
Anexo E).
1 90 M. A. CARRERAS
mayor frecuencia en el conjunto de niños con conflictos emocionales. Y justamente,
estos indicadores, no coincidían con los cuatro identificados para la evaluación de la
dimensión madurativa. Es decir, aparecían peculiaridades en los dibujos que no se
correspondían con los errores madurativos identificados en el test.
En sus primeros estudios identificó y propuso 10 indicadores emocionales basán-
dose en la comparación entre los grupos antes mencionados. Sin embargo, en la revi-
sión que realizó en 1995 se sumaron dos nuevos ítems con significación en esta área
-marcos alrededor de las figuras y elaboración espontánea o adición a las figuras-.
Estos indicadores son tenidos en cuenta porque su aparición suele asociarse con
la presencia de cierto desajuste emocional que puede tener la característica de ser
permanente o transitorio, aunque no sea necesariamente una patología. Para su con-
sideración no es necesario contar con una puntuación, sino que se valora de una ma-
nera holística dentro de la misma prueba (observaciones sobre la conducta durante
la ejecución, valoración de la producción general del niño, entre otras) así como entre
los indicadores emergentes en los diferentes instrumentos utilizados en el proceso de
evaluación.
Ninguno de estos indicadores, ni la presencia de todos ellos en el dibujo de un
niño es suficiente para realizar un diagnóstico. Sí, cada uno de manera independiente
o en conjunto, puede contribuir a lo largo de un proceso de evaluación aportando evi-
dencia que facilite, a través de recurrencias y convergencias, el arribo a un diagnós-
tico, a una posterior toma de decisión y a una posible recomendación.
Examinemos los indicadores emocionales descriptos por Koppitz. 1
1 - Orden confuso
Las figuras están desordenadas de un modo intencional en el papel. No puede
reconocerse ninguna secuencia ni orden lógico en la tarea concluida. Tomando
como parámetro la manera en la que los niños escriben tradicionalmente en el
sistema escolar en la cultura occidental se espera que puedan distribuir los grá-
ficos desde la parte superior de la página hacia abajo, de izquierda a derecha, o
de derecha a izquierda -dependiendo de la mano dominante-. Si no contara con
más espacio hacia abajo, lo ideal sería que ubicara el resto de los modelos nue-
vamente hacia arriba.
Este indicador suele estar relacionado con una falla en el planeamiento, en la ca-
pacidad de previsión y en la organización del material. Es destacable recordar que
durante la consigna se le anticipó -de una manera visual, mostrando las tarjetas al
niño- que serían varios patrones para reproducir, de tal manera que fuera posible
anticipar y ordenar el espacio disponible.
Es común que este indicador aparezca en niños de entre 5 a 7 años entendiendo
que se encuentran en los inicios del trayecto académico y, a la vez, que estas
habilidades se verán beneficiadas en el marco de las actividades escolares y, por
supuesto, de la madurez biológica que se alcanzará paulatinamente.
1. Se ha citado textualmente la propuesta realizada por Koppitz en cuanto a la enumeración de los indica-
dores y a la descripción general de cada uno pero se han efectuado elaboraciones propias en relación con
la interpretación cualitativa de los mismos. Koppitz, E. (1999). El Test Guestáltico Visomotor para niños,
Buenos Aires: Guadalupe, pp. 183-186.
5 - Gran tamaño
Uno o más de los dibujos es un tercio más grande que el de la tarjeta estímulo.
Cuando el dibujo consta de dos partes, ambas deben estar agrandadas para que
se compute esta categoría. Este reactivo se acredita una sola vez, independiente-
mente de la cantidad de figuras agrandadas.
Este indicador ha sido tradicionalmente relacionado en los niños con conducta
de acting out. Este término, acting out, es utilizado desde la perspectiva psicoa-
nalítica entendiendo acciones de carácter impulsivo y muchas veces asociado a
conductas auto y/o hetero agresivas. Es importante aclarar que, si bien la apa-
rición de esta peculiaridad en el dibujo se asocia con conducta impulsiva, en el
contexto del desarrollo e interpretación de este indicador debe valorarse como
una dificultad que puede resultar menor y que puede vincularse a cierta dificultad
para controlar el movimiento durante la tarea gráfica particularmente en niños más
pequeños y en quienes la madurez es aún inicial.
6 - Tamaño pequeño
Uno o más de los dibujos reproducidos por el niño son la mitad más pequeños
que el modelo. Cuando un dibujo consta de dos partes, ambas tienen que haber
sido reducidas en su tamaño para que se compute esta categoría. Este reactivo
se acredita una sola vez, independientemente de la cantidad de figuras que hayan
sido reducidas en su tamaño.
192 M. A. CARRERAS
El tamaño pequeño o micrografismo en los dibujos suele ser asociado en los
niños a conducta retraída, constricción y timidez.
9 Segunda tentativa
El niño abandona espontáneamente un dibujo o parte de él antes de haberlo ter-
minado y empieza a hacerlo nuevamente.
Este reactivo se computa sólo cuando se efectúan dos dibujos distintos de una
misma figura, en dos lugares diferentes de la hoja. No se computa cuando se
borra el primero y se lo vuelve a dibujar en el mismo lugar del primero. Sí se pun-
túa cuando, después de borrarlo, se lo dibuja en un lugar diferente de la hoja.
Se ha asociado la segunda tentativa con indicadores clínicos de impulsividad
y de ansiedad. El niño con características impulsivas puede ser capaz de re-
conocer el error en la copia pero no intenta borrar y corregir sino que prefiere
abandonar el intento fallido y recomenzar para no enfrentar la dificultad que se
le presenta.
10 Expansión
-
Este indicador debe ser considerado cuando el niño emplea dos o más hojas de
papel para terminar las nueve figuras del Bender.
La expansión está comúnmente asociada en los niños pequeños con conductas
impulsivas y de acting out.
Es común en niños más pequeños con lo cual no debería resultar significativo a
nivel del diagnóstico clínico y cobra significación clínica en las edades más avan-
zadas.
Este indicador emocional debe considerarse como tal cuando el niño ha añadido
elementos gráficos a una o más de las figuras que no son parte del modelo ori-
ginal. Este agregado es espontáneo y genera cambios y transformaciones gro-
1 94 M. A. CARRERAS
nivel de maduración en el que ese error ya no debería aparecer por simple obser-
vación estadística, tal como sucede con hitos madurativos como la capacidad para
erguir la cabeza alrededor del tercer mes de vida, su presencia adquiere significación
diagnóstica. Con el ejemplo anterior la lógica es inversa. Un bebé que, pasados los
tres meses, no sostiene su cabeza comienza a preocuparnos tal como nos preocupa
que ciertos errores del Bender no desaparezcan a la edad en la que suelen hacerlo
en la mayoría de los niños.
El aspecto neurológico del instrumento ha sido duramente cuestionado (Herbert,
1964; Kessler, 1966) y no posee valor diagnóstico. Sin embargo, puede aportar la
sospecha de presencia de algún tipo de disfunción neurológica -solo de aquella que
pueda interferir con la discriminación visual y coordinación visomotora del ojo con la
mano para la reproducción gráfica de modelos guestálticos que deben ser copia-
dos-. La presencia de los Indicadores de Disfunción Neurológica en esta prueba en
particular permitirá al evaluador generar una hipótesis que deberá verificar o rechazar
por medio de muchas otras fuentes tales como datos de la historia clínica recabados
en la entrevista y/o anamnesis, las convergencias y recurrencias inter e intratests y
la derivación pertinente a otros especialistas que colaboren en el proceso de diag-
nóstico posterior (médico pediatra, neuropadiatra, entre otros), que puedan aportar
desde su especialidad elementos para arribar a un diagnóstico diferencial lo más
certero posible.
Koppitz (1964) arribó a la conclusión de que los niños que padecen disfunciones
neurológicas siguen el mismo patrón de crecimiento y evolución que aquellos que no
las presentan, pero ambos grupos se diferencian en la forma de trabajo -los niños
con disfunción neurológica trabajan a un ritmo más lento y disparejo y ven dificultada
su capacidad de integrar la conducta y/o su mecanismo de control-. Es importante
considerar que, de acuerdo con el área cerebral o función que se encuentre afectada
se observarán síntomas y signos característicos.
Los ítems que aparecían más significativamente en los protocolos de consultan-
tes con diagnóstico de disfunción neurológica y que pueden advertir al psicólogo
evaluador acerca de estos aspectos cuando se presentan en los protocolos de los
niños en consulta se detallan a continuación. Es importante aclarar que cuando se
especifica que un indicador es significativo (*) implica que ha aparecido con una
frecuencia mayor en niños con disfunción neurológica pero no exclusivamente, y
cuando es altamente significativo ("") implica que se encontró solamente en el con-
junto de los diagnosticados o con una frecuencia significativamente mayor dentro de
ese grupo. En el Anexo C se incluyen los Indicadores de posible disfunción neuro-
lógica y sus grados de significatividad. Se reproduce a continuación para facilitar la
claridad expositiva.
Desproporción
Figura A Significativo (*) a partir de los 6 años.
de las partes Figura 7 Significativo (*) a partir de los 7 años.
* Si bien se ha modificado la siguiente presentación de los datos en una tabla con finas didácticos, se trata de una
cita textual: Koppitz, E. (1999). El Test Guestáltico Visomotor para niños, Buenos Aires, Guadalupe, pp. 121-123.
1 96 M. A. CARRERAS
La generación de disímiles sistemas de calificación ha motivado que muchos in-
vestigadores realizaran estudios sobre su calidad psicométrica (Brannigan y Bruner,
1996; Cousino y Wilder, 1978; Cummings, Hoida, Machek y Nelson, 2003; Merino
Soto, 2010). Por otro lado, la utilidad intercultural del TGV ha promovido esfuerzos
para revisar las normas propuestas por Koppitz (1963, 1999) adecuándolas a un con-
texto particular de referencia (Chang, 1990; Ghassemzadeh, 1988; Yousefi, 1992;
Ma77eschi y Lis, 1999; Merino Soto, 2010).
En la literatura científica de los últimos cinco años se aportan evidencias de validez
discriminante en la identificación de niños con problemas de escritura, verificándose
una elevada asociación (r=.87) entre el puntaje obtenido en el test y los problemas
identificados en la copia manual en un grupo de escolares (Chang, 2001).
En Brasil se han reportado evidencias de validez de constructo e informado índices
de confiabilidad de la prueba en esa población. Noroña, Dos Santos y Sisto (2007) se-
ñalaron que, a medida que aumenta la edad, disminuye la cantidad de errores en la eje-
cución del test en una muestra de estudiantes de 6 a 10 años. Marín Rueda, BoulhoQa
Suehiro y Alves da Silva (2008) hallaron elevados índices de acuerdo (.92) entre evalua-
dores al corregir la prueba, así como buenos índices de estabilidad temporal (.73) en un
intervalo de un mes en niños entre 6 y 11 años. Asimismo se identificaron los errores
cometidos con más frecuencia en un grupo de niños de entre 5 y 12 años y se verificó
su relación con la edad y el sexo de los examinados (Silva, Feil y Nunes, 2009).
Se advirtieron dificultades en la madurez visomotriz de varones de bajos recur-
sos socioeconómicos residentes en México que se relacionaban con problemas de
aprendizaje (Zambrano, Sánchez, Martínez, Wbaldo y Poblano, 2010). Se publicaron,
además, las actualizaciones de las normas estadísticas para población infantil pe-
ruana (Merino, 2010).
Considerando la relación entre la coordinación visomotriz y la inteligencia, Bartho-
lomeu y Fernándes Sisto (2008) encontraron asociaciones negativas y significativas
(r=-.610; p<.00) entre las puntuaciones obtenidas en el TGV y la escala de desarrollo
cognitivo de Solange Wechsler (1996).
Continuando su tradición como una breve prueba de integración motora y visual
se publicó una revisión de la versión original (Brannigan y Decker, 2003) con el objeto
de proporcionar información útil sobre el nivel de desarrollo y maduración en un in-
tervalo más amplio de edad. Esta nueva edición agregó tarjetas estímulo, optimizó el
sistema de puntuación original y trabajó con una base normativa superior a cualquiera
de las muestras previas (N=4000 sujetos entre 4 y 85 años). Existe una sola publica-
ción en el ámbito latinoamericano que reportó evidencias de validez de constructo en
una muestra de niños de 5 y 6 años de Lima, informando una correlación moderada
entre el desempeño en la prueba de Bender y habilidades pre-académicas. Excepto
este estudio, aún no se han dado a conocer investigaciones que reporten análisis de
sus propiedades psicométricas en sujetos de habla hispana (Merino Soto, 2012).
En una encuesta realizada en 2001 en los países de la Comunidad Europea el
TGV fue destacado como uno de los instrumentos más utilizados en evaluación
psicológica de niños junto con la Escala de Inteligencia para Niños y Adolescen-
tes -WISC y WIPPSII-, las Matrices Progresivas de Rayen y el Rorschach (Muñiz,
Bartram, Evers, Boben, Matesic, Glabeke, Fernández-Hermida y Zaal, 2001). En La-
tinoamérica y, específicamente en Argentina, no se han publicado datos sobre la fre-
cuencia de uso de los tests pero gracias al contacto permanente con quienes realizan
198 M. A. CARRERAS
Para llevar adelante el nuevo estudio de tipificación se evaluó a 785 estudiantes
de escuela primaria de Buenos Aires (ciudad y conurbano) —el 41,7% eran varones y
el 58,3% mujeres—. Las edades se distribuyeron entre los 5 y los 12 años (M=8.85;
DE=1.76). La mayoría asistía a 3° y 4° grado (19,2% para cada uno), seguidos por
los de 5° (15,4%), 2° (13,9%) y 6° (13,2%). En menores porcentajes se ubicaron los
alumnos que concurrían al 1° (11,4%) y al 7° curso (7,3%).
Se administró individualmente una encuesta sociodemográfica y la minibatería de
Koppitz (Test Guestáltico Visomotor de Bender, el Test Gráfico del Dibujo de la Fi-
gura Humana y el Test de Memoria Auditiva y Visual de Dígitos) en el marco de las
actividades de la Cátedra Teoría y Técnica de Exploración y Diagnóstico Psicológico
de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. La participación
fue voluntaria y anónima, recolectándose los datos con previa autorización escrita
de los padres. Se explicitaron los objetivos de la investigación, aclarando que los
datos serían analizados sin identificación individual, y que su tratamiento sería grupal
y confidencial. Se eliminaron todos los casos que ofrecían dudas sobre una correcta
administración.
Se confeccionaron normas particulares a partir del cálculo de las medidas de ten-
dencia central y de dispersión características de la muestra analizada, como así tam-
bién los valores percentilares correspondientes para cada puntuación obtenida. Se
calculó, además, una prueba de diferencias significativas según las variables socio-
demográficas registradas: sexo, edad y zona de residencia con el propósito de apor-
tar baremos particulares para cada subgrupo en caso de ser necesarios.
Los resultados arrojados verificaron diferencias estadísticamente significativas
(p<.01) según la edad de los participantes del estudio, a favor de quienes poseían
más años en términos de edad cronológica. Cuando se introdujeron como variables
independientes el sexo y la zona de residencia no se verificaron diferencias (p<.05)
con significación estadística. Sobre la base de estos resultados se decidió construir
baremos diferenciados para cada uno de los grupos de edad y comunes según el
resto de las variables de segmentación contempladas en la presente investigación,
es decir, según sexo y zona de residencia.
Tal como era de esperar, a medida que la edad aumenta, disminuye el puntaje
de error. A través de este análisis puede inferirse que, a medida que se adquiere la
madurez visomotora, es posible percibir el modelo y reproducirlo sin fallas, tal como
lo postula el modelo original. Este resultado pone en evidencia que las reproduccio-
nes deberían ser cada vez más proporcionadas, precisas y exactas conforme los
niños van creciendo y, de este modo, aparecen con menos frecuencia los errores.
En el Anexo E se presentan las tablas con los valores percentilares correspon-
dientes al puntaje bruto obtenido en la prueba y a la edad de los niños, así como la
categoría diagnóstica adecuada para esos valores.
Los resultados de esta investigación constituyen un aporte sustancial para aque-
llos profesionales que administran el Test de Bender, pues supone una actualización
de sus estándares para la población infantil de la zona de Buenos Aires (Argentina).
C o
00 0
00
CDC
0 0
0 00
• •••
'lb
Vive con... (marcar con una X) Nivel educativo de los padres (marcar con una X)
1 Ambos padres Padre Madre
2 Con ambos padres y hermano/s 1 Sin educación formal
3 Solo/a con algunos de los padres 2 Primario incompleto
4 Con alguno de los padres y hermano/s 3 Prim. comp./Sec. incompleto X
5 Con familia ensamblada 4 Sec. comp/Terciario o Universitario incompleto X
6 Con ambos padres, hermanos y abuelos X 5 Terciario o Universitario completo
7 Solo con hermanos
8 Otra (especificar):
2OO M. A. CARRERAS
iii,
Figura Error RAM*.
FIGURA A 1-Distorsión de la forma:
a) El cuadrado, el circulo o ambos están excesivamente achatados /
O debrmados.
b) Despropordón entre el tamaño del cuadrado y el del cfoulo (uno
es el ckble de grande comparado con el otro). O
2- Rotación:
00 de la figura o parte de la misma en más de 45 .; rotación de la ter- O
jeta, aunque luego se copie correctamente en la posición rotada.
3- Integración:
Falla en el Intento de unir el circulo y el cuadrado; el círculo y el vér - /
dice adyacente del cuadrado se encuentran separados o superpues-
tos en mas de 3 mm.
FIGURA 1 4- Distorsión de la forma
Cinco o más puntos convertidos en cIrculos. puntos agrandados o o
CIPCU108 parcialmente llenos (rellenos con el lápiz) no se consideren
cano drcubs.
........
5- Rotación:
La retaoón de la figura o parte de la misma en 45° o más.
O
6- Perseveración:
Más de 15 puntos en una hilera O .
FIGURA 2 7- Rotación:
Rotación de la figura o parte de la misma en 45° o más, rotación de O
la tarjeta, aunque luego se copie correctamente en la posición rotada.
r i
1111.111
1111111m 8- Integración:
00 iris,: i o • Omisión de una o más hileras de dirdoe. O
9- Perseveración:
Más de 14 columnas de círculos en una hilera O
FIGURA 3 10- Distorsión de la forma:
Cinco o mas puntos convertidos en drailusi puntos agrandados o o
circulo* parcialmente rellenos no se consaeran circulas pera este
• ftem.
11 - Rotación:
O
• " ' Rotación de la figura o parte de la misma en 45° o más.
' :• 12- Integración:
a) Desintegración del diseño: aumento de cada hilera sucesiva de /
puntos no lograda; 'cabeza de lecha' irrecanocide o invertida;
conglomeración de puntos.
16- Rotación:
• Rotación de la *gura o parte de la misma en 45° o más; rotación de O
•• ' • • •. la extensión (apunta hacia la derecha o la izquierda).
• 17- Integración:
- • a) Desintegración del diseño; conglomeración de puntos; linea recta O
o circulo de puntos en lugar de arco.
A
ser, al menos, el doble de grande que el otro.
b) Los hexágonos están excesivamente deformados, adición u ami- /
sión de ángulos.
22 - Rotación:
Rotación de la figura o parte de la misma en 45° o más. O
23-Integración:
O
Los hexágonos no se superponen o lo hacen excesivamente.
FIGURA 8 24- Distorsión de la forma:
8 hexágono o el rombo excesivamente deformados: árgulos agre- /
galos u omitidos.
25- Rotación:
Rotación de la figura o parle de la misma en 45 . o más
O
TOTAL /O
6 1 7 8 9 10 11 12
p AÑOS AÑOS AÑOS AÑOS AÑOS AÑOS AÑOS Interpretación
P
-- — diagnóstica
PB PB PB PB PB PB PB
30 7 30
11
25 4 2 25
® 8 P - 6 '
20 12 6 20
Inferior al
término medio
15 9 7 5 4 3 15
13
8 6 4 10
5 15 11 10 7 6 5 4 5
Deficiente
1 18 >14 >12 11 10 9 ?5 1
• La próxima tarea es buscar la interpretación diagnóstica para este valor percentilar, recono-
ciendo que corresponde a la categoría Inferior al término medio. Si bien en el cuadro ante-
rior se puede visualizar con claridad, también puede reconocerse en la Tabla 2 (pág. 190)
incluida en el presente capítulo, observándose en ambos casos que María Sol se ubica en
el límite inferior de la categoría Inferior al término medio.
• Si avanzamos en la lectura del desempeño, podemos consultar las medias y los desvíos
para cada grupo de edad (tabla Anexo E) para reconocer a qué edad cronológica corres-
ponde típicamente el desempeño de María Sol. En este caso, el valor más cercano al pun-
taje error obtenido por la niña (PB=10) es el de los niños de 6 años (8.59). La madurez vi-
somotora del caso analizado -María Sol- es aún menor que la de este grupo, es decir, que
corresponde al rendimiento propio de niños de entre 5 y 6 años.
202 M. A. CARRERAS
• A continuación debe revisarse cuántos y cuáles indicadores emocionales y de disfunción
neurológica se observan. Estos ítems no reciben una asignación de puntaje pero sí una
mención y una posible interpretación.
• El siguiente paso será evaluar de una manera holística la producción final de María Sol. En
este análisis señalaremos aquellos indicadores, descriptos en la grilla que se detalla a conti-
nuación, presentes en la copia.
El siguiente paso para avanzar en el análisis del material que proporciona la prueba será
identificar indicadores de disfunción neurológica en el dibujo de María Sol. Es sumamente im-
portante recordar que no se hará un diagnóstico en base a lo producido gráficamente pero que
sí nos permitirá advertir una posible dificultad en la funcionalidad en alguna de las áreas cere-
brales vinculadas con la discriminación visual y/o la coordinación visomotora, lo que nos exige
la derivación a un profesional idóneo en el tema que confirme o rechace esta hipótesis inicial.
• En base a los errores madurativos cometidos por María Sol, identificaremos aquellos que
son más frecuentes en niños que han sido diagnosticados con algún tipo de disfunción
neurológica. Partiendo de la descripción de cada tipo de error y de la figura en la cual se ha
cometido, marcaremos aquellos que se encuentran presentes. Es importante aclarar que
los asteriscos en la tabla y en el señalamiento de la presencia de ese indicador marcan la
significatividad clínica de su aparición —un asterisco (*) representa significatividad y dos aste-
riscos ("*) alta significatividad—.
Significativo (')
más a menudo en los niños
Figura A con disfunción neurológica en todas las
edades.
Adición u omisión
Significativo (1 en los niños con disfunción
de ángulos Figura 7 11
neurológica en todas las edades.
Omisión u adición de
Figura 2
Altamente significativo r)
en los niños con
hilera de círculos cfistunción neurológica a partir de los 6 años.
Pérdida de la Guestalt Figura 3 Significativo n a partir de los 5 años. *
204 M. A. CARRERAS
• Una vez realizado este análisis de presencia de los indicadores y de su significatividad, ten-
dremos en cuenta la cantidad que ha aparecido. En el caso de María Sol, reconocimos
ocho indicadores significativos y uno altamente significativo.
Síntesis diagnóstica
El material que aporta la prueba brinda información en tres sentidos: madurativo, emocional
y de posible disfunción neurológica.
La madurez visomotriz de María Sol corresponde a una categoría inferior al término medio,
es decir, que manifiesta un déficit o inmadurez en el funcionamiento de la percepción visual, de
la coordinación motriz o de la integración entre ambas cuando la comparamos con niños de su
grupo de referencia.
En cuanto a los aspectos emocionales, el único indicador que aparece en la producción
de María Sol está ligado a la impulsividad, al pobre control de las acciones voluntarias. Sin em-
bargo, al tener en cuenta el pobre desempeño madurativo podemos interpretar la aparición del
repaso o el refuerzo del trazo como una posible dificultad en el manejo del lápiz y no como una
limitación en el plano emocional. Esta línea de pensamiento necesariamente será confrontada
con indicadores presentes en otras pruebas administradas a María Sol que permitirán fortalecer
una de estas dos líneas de interpretación.
Por último, al analizar los indicadores de disfunción neurológica podemos advertir la ne-
cesidad de hipotetizar una dificultad en cuanto a disfunciones vinculadas a la percepción
visual, a la ejecución motora o a la función de integración entre ambas. Desde la psicología
en general y desde el ámbito de la evaluación psicológica en particular, no contamos con la
capacidad de arribar a un diagnóstico claro de disfunción cerebral con lo cual nuestra com-
petencia profesional nos exigirá derivar a María Sol a un profesional competente que, a través
de distintas herramientas, pueda rechazar o confirmar nuestra advertencia sobre este posible
diagnóstico.
Es importante destacar que esta descripción se refiere a uno solo de los tests tratados en la
obra, el test de Bender, por lo que debe contemplarse siempre según el resto de los resultados
arrojados por los otros recursos utilizados en el proceso de evaluación de María Sol. Ello permi-
tirá describir exhaustivamente sus aspectos adaptativos y deficitarios, arribar a un diagnóstico
y, en base a ello, recomendar una acción terapéutica ulterior.
206 M. A. CARRERAS
Tabla 5. Guía práctica para un correcto uso del Test de Bender para niños
BRIMISIERROBIAM.
2) Observar la conducta del niño durante el desempeño de la tarea y consignar aquellos aspectos que
pueden ser de utilidad para la interpretación clínica posterior.
3) Registrar el tiempo que transcurre entre la entrega de la primera tarjeta estímulo (A) por parte del
evaluador y la devolución de la tarjeta 8 por parte del evaluado.
4) Evaluar la producción del niño en relación con los aspectos madurativos, analizando individualmente
las figuras y sus partes constitutivas, otorgando un punto a cada error presente en la reproducción del
modelo. Para conceder la ponderación numérica debe consultarse la Tabla 1. Listado de errores posi-
bles por figura propuesto por Koppitz. En el Anexo A también puede encontrarse esta información.
6) Calcular el valor percentilar correspondiente al puntaje bruto según la edad del niño evaluado á
partir del baremo local de la Ciudad de Buenos Aires y Conurbano (Carreras et al., 2014). Esta infor-
mación debe ser consultada en el Anexo E.
7) Otorgar la categoría diagnóstica de madurez visomotriz correspondiente al valor percentilar. Para
poder concretar este paso debe consultarse en la Tabla 2. Categorías diagnósticas correspondien-
tes al valor percentilar.
8) Ubicar el valor del puntaje bruto o directo obtenido por el niño evaluado, reconociendo a qué edad
cronológica corresponde ese valor —o el más cercano— dentro de su grupo de pertenencia. Debe
consultarse el Anexo E, el último cuadro titulado Valores de Media y Desvío por grupo de Edad.
9) Identificar e interpretar la presencia de Indicadores Emocionales listados por Koppitz (1968) consul-
tando el Anexo 8. Grulla de evaluación de indicadores emocionales, asignando especial importancia
a los marcados allí con asterisco (*), puesto que ellos fueron encontrados como significativos desde
el punto de vista estadístico para diferenciar niños de una muestra clínica y de una muestra de
población general en Ciudad de Buenos Aires y conurbano según el estudio de Luchetti, López
y Brizzio (2016). Es decir que si el niño reside en esa región y muestra varios de esos indicadores
marcados con asterisco (*), ello puede ser indicador de importancia clínica, y debe valorarse a la luz
del resto del material recabado con el fin de fortalecer o descartar hipótesis de riesgo o diagnósticas
según el caso. La interpretación probable de esos indicadores se puede consultar en el apartado 5,
Evaluación de Indicadores Emocionales, p. 190.
10) Discriminar los indicadores neurológicos descriptos en la Tabla 3. Indicadores de posible disfunción
neurológica y en el Anexo C, con el fin de establecer su ausencia o presencia y, de haberla, deter-
minar cuántos aparecen y si son significativos según la edad del evaluado.
11) Analizar e interpretar los resultados al interior de la prueba, reconociendo aspectos recurrentes,
convergentes y divergentes (calidad de la producción, tiempo empleado, conducta durante la
prueba, aparición de indicadores emocionales y/o de disfunción neurológica) que fundamenten las
conclusiones a las que se ha llegado. Del mismo modo, cotejar los datos obtenidos por este medio
con los arrojados por otros instrumentos en el proceso de evaluación permitirá completar el pro-
ceso de screening y, si se llega a un resultado que indica riesgo o posible problemática psicopato-
lógica, debe indicarse completar el proceso con un diagnóstico en profundidad, añadiendo fuentes
de información tales como la administración de la EEDI, otros instrumentos proyectivos o psicomé-
tricos, entrevistas con informantes clave como maestros, abuelos, hermanos, cuidadores, pares, o
bien derivaciones a otros profesionales como pediatras, fonoaudiólogos, psicopedagogos u otros.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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21 0 M. A. CARRERAS
ANEXO
Vive con... (marcar con una X Nivel educativo de los padres (marcar con una X)
1 Ambos padres Padre Madre
2 Con ambos padres y hermano/s 1 Sin educación formal
3 Solo/a con algunos de los padres 2 Primario incompleto
4 Con alguno de los padres y hermano/s 3 Prim. comp./Sec. incompleto
5 Con familia ensamblada 4 Sec. comp/Terciario o Universitario incompleto
6 Con ambos padres, hermanos y abuelos 5 Terciario o Universitario completo
7 Solo con hermanos
8 Otra (especificar):
Tiempo empleado:
" Si bien se ha modificado la presentación de los datos en una tabla con fines didácticos, el comentario es cita tex-
tual: Koppitz, E. (1999). El Test Guestáltico Visomotor para niños. Buenos Aires: Guadalupe, pp. 39-55.
1
14- Integración:
Separación de 3 mm entre la curva y el ángulo adyacente.
'.--------)
19- Integración:
Las dos líneas no se cruzan o se cruzan en el extremo de una o de
ambas líneas; dos líneas onduladas entrelazadas.
20- Perseveración:
Seis o más curvas sinusoidales completas en cualquiera de las dos
direcciones.
21 4 M. A. CARRERAS
Figura Error Puntaje
FIGURA 7 21- Distorsión de la forma:
a) Desproporción entre el tamaño de los dos hexágonos: uno debe
ser, al menos, el doble de grande que el otro.
b) Los hexágonos están excesivamente deformados; adición u omi-
sión de ángulos.
22-Rotación:
Rotación de la figura o parte de la misma en 45° o más.
23-Integración:
Los hexágonos no se superponen o lo hacen excesivamente.
FIGURA 8 24- Distorsión de la forma:
El hexágono o el rombo excesivamente deformados; ángulos agre-
gados u omitidos.
25- Rotación:
Rotación de la figura o parte de la misma en 45° o más.
TOTAL
- Presencia
,...,:s.: .
1 . Orden confuso:
Las figuras están desordenadas de un modo intencional en el papel. No puede reco-
nocerse ninguna secuencia ni orden lógico en la tarea concluida. Es frecuente en niños
entre 5 y 7 años. (*)
2. Línea ondulada:
Presente cuando el niño dibuja dos o más cambios abruptos en la dirección de la línea de
puntos o de círculos en las figuras 1 y 2, respectivamente. El cambio de dirección debe
abarcar por lo menos dos puntos o círculos consecutivos. Este reactivo debe acreditarse
una sola vez, independientemente de que se dé en una o en ambas figuras. (*)
9. Segunda tentativa:
El niño abandona espontáneamente un dibujo o parte de él antes de haberlo terminado y
empieza a hacerlo nuevamente. Este reactivo se computa sólo cuando se efectúan dos
dibujos distintos de una misma figura, en dos lugares diferentes de la hoja. No se com-
puta cuando se borra el primero y se lo vuelve a dibujar en el mismo lugar del primero.
Sí se puntúa cuando, después de borrarlo, se lo dibuja en un lugar diferente de la hoja.
Los indicadores señalados con asterisco (*) corresponden a los hallados como válidos y significativos según el estudio
local reciente que comparó población de Buenos Aires (CABA y Conurbano) clínica y general (Luchetti. López y Brizzio
2016), mencionados en el apartado 5. Evaluación de Indicadores Emocionales.
21 6 M. A. CARRERAS
Indicador Emocional Presencia
10. Expansión:
Este indicador debe ser considerado cuando el niño emplea dos o más hojas de papel
para terminar las nueve figuras del Bender. Este indicador es más frecuente en niños más
pequeños y cobra significación diagnóstica en aquellos de más edad.
' Si bien se ha modificado la siguiente presentación de los datos en una tabla con fines didácticos, se trata de una cita
textual: Koppitz, E. (1999). El Test Guestáltico Visomotor para niños, Buenos Aires, Guadalupe, pp. 121-123.
21 8 M. A. CARRERAS
Anexo D. Ejemplos de errores en Ítems Madurativos
Figura A
1. Distorsión de la forma
a. b.
2. Rotación 3. Integración
o Rtria.c„.6y,
To‘ástrxx.
OA
Figura 1
4. Distorsión de la forma 5. Rotación
000 001
0 •
* Los ejemplos de errores proporcionados en este anexo corresponden a casos reales -consultantes y no consultan-
tes-. Los agregados o adiciones visibles en los gráficos pertenecen a los protocolos originales.
. •
•
Figura 2
7. Rotación 8. Integración
11
• 1-Cf (2 000 vCv
Q evo ()+
9. Perseveración
Figura 3
10. Distorsión de la forma 11. Rotación
220 M. A. CARRERAS
12. Integración
a. y b.
Figura 4
13. Rotación 14. Integración
Figura 5
15. Distorsión de la forma 16. Rotación
0
0
o o
Goa O60
á z
Figura 6
18. Integración
222 M. A. CARRERAS
19. Perseveración
Figura 7
20. Distorsión de la forma
a. b.
224 M. A. CARRERAS
Anexo E. Baremo y Tabla de medias y desvíos, según edad*
.
5 6 7 8 9 10 11 12
p AÑOS AÑOS AÑOS AÑOS AÑOS AÑOS AÑOS AÑOS p Interpretación
diagnóstica
PB PB PB PB PB PB PB PB
99 2 2 99
O O Superior
95 6 3 95
O
90 7 90
4 2 1
85 8 85
— Superior al
O
término medio
80 9 80
5
2
o
75 75
10 6 70
65 11 65
— 7 4
6 3 60
2
55 12 8 5 55
1
50 50 Término medio
45 13 9 4 2 45
40 3 1 40
10 6
35 14 35
30 7 5 3 2 30
11
25 15 4 2 25
— 8
20 12 6 20 Inferior al
15 17 9 7 5 4 3 15 término medio
13 3
10 18 10 8 6 4 10
5 19 15 11 10 7 6 5 4 5
Deficiente
1 >20 18 >14 12 11 z10 >9 5 1
* Estudio de Carreras, Uriel, Pérez, Suárez Hernández, Acebal y Fernández Liporace (2011).
226 M. A. CARRERAS
7. El Screening Neuropsicológico
para Niños (SNN-UBA)
Alejandro Castro Solano y Ana D' Anna
NIÑOS ADULTOS
- -- --
Cerebro en desarrollo. En proceso de adquisición de ciertas Cerebro ya desarrollado y, por ende, más estable.
habilidades básicas
Mayor plasticidad cerebral en disfunciones neurológicas ad- Menor plasticidad cerebral. Menor recuperación funcional
quiridas. que en niños.
Menor estabilidad de los perfiles neuropsicológicos obtenidos Mayor estabilidad de los perfiles neuropsicológicos obtenidos
en la evaluación. en la evaluación.
Importancia del diagnóstico de los trastornos del desarrollo (de No corresponde referirnos a trastornos del desarrollo por tra-
aprendizaje de lectura, de escritura, de matemática, etc.). tarse de individuos ya maduros.
Pronóstico: Disociación entre edad de detección de la disfun- Pronóstico: En muchos casos puede estimarse inmediata-
ción y aparición del síntoma. mente después de producida (hablamos de lesión porque se
trata de adultos.
El síntoma puede pasar desapercibido años antes o después El síntoma suele ser más claro y evidente, de modo mucho
de detectada la disfunción. más común.
DATOS
PRUEBA EVALÚA... EDADES
NORMATIVOS
Escala Wechsler de Inteligen- Se obtiene un CI total y entre 3 Administración individual Niños preescolares y de
cia para Niños Preescolares y 5 puntuaciones índice (com- para niños de 2 años educación primaria, pobla-
-WPPSI IV— (Wechsler, 2012) prensión verbal, visoespacial, 6 meses a 7 años y 7 ción española.
Adaptación Española, 2014 memoria de trabajo, razona- meses.
miento fluido y velocidad de
procesamiento), e índices se-
cundarios.
Cuestionario de madurez neu- Se obtiene un Índice de desarro- Administración individual Niños escolarizados, po-
ropsicológica escolar —CUMA- 110 neuropsicológico a través de para niños de 7 a 11 años. blación española.
NES— (Portellano et aL, 2012). 12 subescalas, agrupadas en 6
áreas: lenguaje, visopercepción,
funcionamiento ejecutivo, me-
moria, ritmo y lateralidad.
Escala Wechsler de Inteligencia Se obtiene un CI total y 4 pun- Administración individual Niños escolarizados de la
para Niños —WISC-IV— (Wechs- tuaciones índice (comprensión para niños de 6 años a 16 Ciudad de Buenos Aires y
ler, 2003) Adaptación argen- verbal, razonamiento visual, años y 11 meses. el Conurbano.
tina, 2011. velocidad de procesamiento y
memoria de trabajo)
Evaluación Neuropsicológica 13 dominios neuropsicológicos 5 años a 16 años y 11 Niños monolingües de Mé-
Infantil —ENI 2— (Matute et al., distribuidos en tres secciones. meses xico y Colombia.
2007).
Test de Lectura y Escritura en Procesos implicados en la lec- Administración individual a Niños escolarizados de la
Español —LEE — (Defior Citoler tura y en la escritura. Detecta niños de primaria de 1° a ciudad de Buenos Aires y
et al., 2006). tipos de errores observados, a 4° grado. el Gran Buenos Aires entre
fin de precisar el diagnóstico y 6 y 10 años.
de programar la intervención.
PRO CALCULO - Test para la Evalúa el procesamiento del nú- Administración individual a Niños escolarizados de la
evaluación del procesamiento mero y del cálculo mediante la niños de 6 a 9 años. ciudad de Buenos Aires y
del número y del cálculo (Feld et ponderación de funciones cog- el gran Buenos Aires.
al., 2006). nitivas relacionadas.
Cuestionario de madurez neu- Se exploran 4 funciones menta- Administración individual a Niños en edad preescolar,
ropsicológica infantil —CUMA- les básicas: lenguaje, memoria, niños de 3 a 6 años. población española.
NIN— (Portellano et al., 2000). motricidad y sensorialidad, a
través de 13 escalas.
a. Objetivos de la prueba
b. Descripción de la prueba
,. , ..
.... : n "
• ,
.,.., .. .
Tarea 10. Conteo de Números. Esta tarea consiste en recordar información au-
ditiva y repetirla en la secuencia indicada. Evalúa la capacidad de secuenciación, la
c. Administración
1. La Editorial pone a disposición del profesional la posibilidad de descargar e imprimir el archivo del Cuader-
nillo de Administración y Registro de Respuestas. Para ello, siga las siguientes instrucciones (que figuran asi-
mismo en el dorso de dicho Cuadernillo: Ingrese en el sitio web www.paidosdep.com.ar y seleccione en el
menú la opción "Tests y servicios informatizados". Allí encontrará un recuadro denominado "Beneficios al pro-
fesional", que contiene una casilla. Para descargar el Registro de Respuestas, ingrese el código: SNNUBA.
Dicho archivo podrá ser descargado en su computadora para su utilización y posterior impresión.
c. Tiempo: No se registra.
d. Administración:
- La consigna es: "Te voy a hacer algunas preguntas". Y se suceden 5 ítems:
¿Cómo te Ilamás? ¿Cuántos años tenés? ¿Dónde vivís? ¿Cómo se llama tu
papá? ¿Cómo se llama tu mamá?
- En el Cuadernillo se brindan aclaraciones de qué es lo que se considera correcto
o esperable para cada ítem.
- Si el niño brinda una respuesta que el evaluador considera confusa o incompleta,
se le debe pedir que sea más específico. Por ejemplo, si un niño de 5 años res-
ponde a la pregunta "¿Cuántos años tenés?" diciendo "Dos", o utiliza dos dedos,
se le puede preguntar: "¿Estás seguro de que tenés dos años?".
- Si se le pregunta "¿Dónde vivís?", y responde "En mi casa" o "En un edificio" o
"en Argentina", se le puede decir: "Sí, eso está bien, pero ¿en qué barrio vivís?
- Frente a las preguntas por el nombre del padre y de la madre, se espera que
contesten con el nombre y apellido, pero el nombre de pila es aceptable.
e. Puntuación
• Conceda 1 punto por cada respuesta correcta.
• Conceda O punto por cada respuesta incorrecta o ausente.
> Puntuación máxima: 5 puntos.
c. Tiempo: No se registra.
d. Administración:
- La consigna es: "Te voy a decir tres palabras. Repetilas después de que las
hayas escuchado. Tratá de recordarlas porque te las voy a volver a preguntar:
SOL, GATO, PELOTA".
- Se puede repetir la consigna si se advierte que el niño no la entendió.
- Se debe registrar el orden en que el niño reproduce las palabras, en el lugar des-
tinado para ello en el Cuadernillo.
e. Puntuación: Esta tarea no se puntúa.
TAREA 3. CANCELACIÓN
a. Descripción de la tarea: El niño debe recorrer visualmente una hoja en la que hay
distintos animales y debe tachar los patos iguales al modelo.
En la parte superior posee un renglón extra que se debe utilizar para realizar una
práctica con el niño con el objetivo de asegurarse que comprendió lo que debe
hacer. Una vez logrado esto, se utiliza el cronómetro para tomar el tiempo, siendo
1 minuto el tiempo máximo que se le brinda al niño para finalizar la tarea. Si en este
tiempo el evaluado no logra tachar todos los elementos que se encuentran en la
página, se debe suspender la tarea.
b. Materiales:
- Hoja con tarea de Cancelación (página 11 del Cuadernillo de Administración y
Registro de Respuestas).
- Lápiz para el niño.
- Cronómetro.
c. Tiempo: Se le otorgan 60 segundos de tiempo límite para que realice la tarea, con-
cluido ese lapso, se interrumpe. Si todavía no ha culminado el tiempo y el niño deja
de tachar los patos, se le informa que posee tiempo para finalizar.
b. Administración:
- Se le muestra al niño la hoja con la Tarea y se le lee la siguiente consigna: "Te voy
a mostrar un dibujo. Tenés que marcar la mayor cantidad de dibujos iguales a
éste (señalar el patito que se halla en el recuadro superior). Pero primero vamos a
hacer una hilera de prueba (se le muestra al niño la hilera de práctica y se espera
a que el niño la complete. Si comprendió la tarea se comienza). Bien, veo que
comprendiste. Empezá ahora."
Si el niño comprendió lo que debe hacer, se inicia la toma y se procede a con-
trolar el tiempo. Si el niño aún muestra dificultades para comprender lo que debe
hacer, se repite la explicación.
e. Puntuación
• Otorgue 1 punto por cada pato tachado correctamente.
No se puntúa ni se penalizan los errores que haya cometido, es decir, si el niño
a. Descripción de la tarea: Se le pide al niño que repita las tres palabras brindadas en
la Tarea 2: Repetición de palabras.
b. Materiales: Cuadernillo de Administración y Registro de Respuestas.
c. Tiempo: No se registra.
d. Administración:
- La consigna es: "¿Te acordás de las tres palabras que te dije hace un rato? (refi-
riéndose a la Tarea 2, SOL, GATO, PELOTA). Ahora decímelas".
- Se le puede brindar ayuda si el niño no recuerda (Ej.: para "Sol", se puede decir
"algo que sale por la mañana").
e. Puntuación
• Conceda 2 puntos por cada respuesta correcta.
• Conceda 1 punto por cada respuesta brindada luego de una ayuda del evaluador.
• Conceda O punto por cada respuesta incorrecta o ausencia de ella.
> Puntuación máxima: 6 puntos.
a. Descripción de la tarea: Se le pide al niño que diga los nombres de los objetos que
se le van señalando. Para los ítems a, b, y c se utilizan objetos que se encuentran
fácilmente en el consultorio u otros sitios: lápiz o lapicera, silla o sillón y mesa o
escritorio. Para los ítems d, e y f se utilizan las Tarjetas 1, 2 y 3, respectivamente.
Cuando se trata de partes del cuerpo, el evaluador las señala en sí mismo.
b. Materiales: Cuadernillo de Administración y Registro de Respuestas.
Tarjetas 1, 2 y 3.
c. Tiempo: No se registra.
d. Administración:
La consigna es: "Ahora te voy a mostrar una cosa y me tenés que decir qué es (se-
ñalar un lápiz). ¿Qué es esto?".
- Para los ítems a, b y c, se aceptan las respuestas consignadas en el Cuadernillo
o adaptadas al objeto que se le muestra al niño (lapicera, sillón, etc.).
- Para el ítem d, se considera correcto si el niño dice bebé o nene.
- Si al señalar la rodilla, el hombro o la frente, el niño dice pierna, brazo o cara, se
le dice que es correcto pero que debe decir el nombre exacto de la parte del
cuerpo que se le está señalando.
a. Descripción de la tarea: En esta tarea el niño debe producir durante 1 minuto nom-
bres de animales de cuatro patas (Fluencia Semántica), y posteriormente, en la misma
cantidad de tiempo, palabras que comiencen con la letra m (Fluencia Fonológica).
b. Materiales: Cuadernillo de Administración y Registro de Respuestas.
Cronómetro.
c. Tiempo: 1 minuto para cada Forma (a. Semántica y b. Fonológica).
d. Administración:
- La consigna es: "Ahora te voy a pedir que nombres la mayor cantidad de anima-
les de 4 patas que conozcas. Empezá ahora."
- El evaluador le puede dar un ejemplo al niño del tipo de respuestas que se es-
pera de él en cada Forma.
- Si el niño deja de decir animales antes de que termine el tiempo estipulado, se lo
debe animar a que continúe, diciéndole: "Aún tenés tiempo".
- Se anotan todas las respuestas brindadas por el niño, ya sean correctas o inco-
rrectas.
- Pasados los 60 segundos, se debe interrumpir la actividad.
- Luego se continúa con la siguiente consigna: "Ahora te voy a pedir que nombres la
mayor cantidad de palabras que empiecen con m que conozcas. Empezá ahora."
e. Puntuación
• Conceda 1 punto por cada respuesta correcta.
• Conceda O punto por cada respuesta incorrecta o si es una repetición de un
ejemplar que ya fue mencionado.
Estas tareas se puntúan por separado, siendo 7 el valor máximo a obtener en cada
una (Fluencia Semántica y Fluencia Fonológica). Si en una de las tareas, el niño
enumera más de 7 elementos correctos, su puntaje será 7. Si enumera menos de
7 elementos para cada tarea, su puntaje será la cantidad de respuestas correctas.
Para la puntuación total en Fluencia se suman ambos resultados (Semántica y Fo-
nológica).
> Puntuación máxima: 14 (7 puntos para Fluencia Semántica y 7 para Fluencia Fono-
lógica).
d. Puntuación e interpretación
Para la evaluación del SNN-UBA se asignan puntos por cada tarea ejecutada de
forma correcta, es decir, sólo se puntúan aciertos y no se penalizan o descuentan los
errores. La puntuación debe realizarse al mismo tiempo que se evalúa al niño. Cada
Tarea posee un sistema de puntuación diferente (consignado en el apartado anterior
y en el Cuadernillo de Administración y Registro de Respuestas) y brinda un subtotal
o puntuación parcial, relativa a esa Tarea. Recuérdese que la Tarea 2 no recibe pun-
tuación. Y que algunas Tareas se componen de dos partes, cuyos puntajes deben
ser sumados para obtener el total para la Tarea completa (Fluencia que resulta de la
suma de Fluencia Semántica + Fluencia Fonológica, y Analogías, que surge de la su-
matoria de Analogía Visual + Analogía Verbal).
Luego de obtener cada una de las puntuaciones parciales, se deben sumar todos
los valores con el objetivo de obtener la puntuación total. En el cuadro Resumen de
Puntuaciones (pág. 9 del Cuadernillo) se consignará el total, así como también en la
pág. 3 ("Puntuación total"). La puntuación máxima para toda la prueba es de 84 pun-
tos, en el caso de que el niño complete todas las Tareas en forma acertada.
Para determinar su rango de maduración neuropsicológica, ha de consultarse la
Tabla de Maduración Neuropsicológica según Screening que se halla en la página 3,
atendiendo a su edad. Para arribar a un diagnóstico de madurez neuropsicológica
normal (esperable), el niño debe completar correctamente la mayoría de las tareas de
acuerdo con su edad cronológica. Las puntuaciones de corte varían en un rango de
41 a 75 puntos, dependiendo de la edad del niño. Una puntuación inferior al puntaje
e. Propiedades psicométricas
SEXO
EDAD Varones Mujeres TOTAL
(n=161) (n=157)
5 años 28 27 55
6 años 46 49 95
7 años 54 53 107
8 años 17 18 35
9 años 16 10 26
h
Media del SNN Media del SNN
para niños para niños Diferencia
1Criterio Externo
SIN indicadores CON indicadores de de Medias
de trastorno trastornos
Edad r = .76"*
MB,
Nota. Entre paréntesis: desvíos estándar. Subrayado: tamaño del efecto moderado .30) a amplio .50).
**p< .01, *p< .05
g. Casuística
Azul es una niña de 7 años que concurre a evaluación psicológica derivada por su obra so-
cial, por pedido de la escuela a la que asiste, en la que se encuentra cursando el primer grado.
El motivo de consulta es su falta de organización y su dispersión durante las clases, junto
con su escasa motivación para el aprendizaje. Se agregan dificultades para el acceso al có-
digo lecto-escrito, no encontrándose aún alfabetizada, pese a hallarse finalizando primer grado
(aún no reconoce todas las letras y no logra escribir palabras de manera espontánea o al dic-
tado). Se maneja con hipótesis pre-silábica (diferencia letras de números, pero realiza grafismos
que no se corresponden con letras, agrega u omite letras y su grafismo es muy grande) y, en
/
Tarjeta 6: Copia de Diseño.
tl"%calq92,911It (4'01
OD
Mateo vive en CABA, junto a sus padres Andrea (38) y José (39), y su hermano Enzo (10). La
mamá es ama de casa y el papá, empleado de un banco. Su nivel socio-económico es medio.
Conclusiones
Los resultados del screening son positivos. Se encuentran recurrencias en las tres pruebas
administradas que señalan una maduración más lenta quizás debida a una disfunción neuroló-
gica. Asimismo, de los tests administrados se observan indicadores emocionales que, unidos
a los datos de la historia evolutiva, indican la posible presencia de dificultades en esta área
(e.g. impulsividad, ansiedad, retraimiento, etc.). Dado que estos resultados fueron obtenidos a
partir de una batería de screening, en una evaluación psicológica en profundidad que incluya
aspectos intelectuales en general, debe especificarse si estos indicadores son secundarios a
otra problemática.
Test de Bender
.
Asepauwon
1) Completar datos sociodemográficos y administrar la SNN-UBA según la consigna general y las pro-
puestas para cada Tarea (véase apartado c.Administración en este capítulo y el Cuadernillo de Ad-
ministración y Registro de Respuestas).
2) Puntuar cada una de las Tareas y sumarlas para obtener la puntuación total.
3) Interpretar la puntuación obtenida (Madurez Neuropsicológica Presuntiva) a partir de los rangos ubi-
cados en la Tabla 7 del capítulo y que se reproduce en la pág. 3 del Cuadernillo de Administración y
Registro de Respuestas.
4) Si se han administrado otras técnicas, analizar los resultados de la prueba en comparación y re-
lación con otros instrumentos administrados en la batería elegida (por ejemplo, Test Guestáltico
Visomotor de Bender y Test del Dibujo de la Figura Humana si se trabaja en una fase de screening,
y EEDI y WISC-IV entre otros si ya se hubiera pasado a la etapa de diagnóstico en caso de haberse
detectado riesgo por bajo desempeño en el SNN-UBA).
En este sentido recordamos que jamás debería tomarse como concluyente la información brindada
solamente por un test aislado sino que es imprescindible relacionarla con resultados de otros instru-
mentos e informantes clave en el marco de un proceso de evaluación psicológica global que incluya
a todos los actores participantes y abarque la totalidad de los aspectos de interés en cuanto a la
problemática presentada.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS