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Desde el punto de vista psicológico no existe prevalencia alguna entre lo biológico y lo social.
Pues ambos ocurren simultáneamente en la creación de condiciones que hacen posible la
aparición de lo psíquico.
Las construcciones de la realidad que realizamos los seres humanos son operaciones necesarias
y no contingentes y su finalidad primordial está dirigida a sostener el sentimiento de identidad
personal, requerido para preservar la actividad psicológica. Existe una profunda
correspondencia entre esta necesidad personal y la necesidad de orden en el plano social y
biológico.
Se impone cada vez con más fuerza que orden no es sinónimo de estabilidad, y crecimiento no
equivale a la progresión lineal ni continua y que la organización de las estructuras no se rige por
funciones fijas sino oscilantes y variables.
Para garantizar nuestra existencia los seres humanos necesitamos desarrollar y preservar un
triple orden de realidad: psicológico, biológico y social. Lo que define la realidad humana es la
coexistencia de estos planos en una experiencia integrada.
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Cada construcción se concreta por medio de patrones cuya organización es estructural:
Dotar de sentido a la experiencia equivale a desarrollar un self, una identidad, y ello significa
disponer de una serie de recursos que permitan autoorganizar la experiencia en torno a un eje
de subjetividad, contar con los elementos que faciliten enfrentar nuevas experiencias
procurando integrarlas a las ya vividas y planear el futuro de acuerdo a un guión que nos
represente.
La posibilidad de accionar psicológicamente depende de que los seres humanos posean alguna
forma de conocimiento de la realidad (incluidos ellos mismos como parte de esa realidad). Ese
conocimiento no se reduce a una forma de organización racional.
Decir realidad es hablar del referente que el hombre construye para situar su experiencia.
Las fuentes del conocimiento humano son múltiples (no meramente intelectuales). Existen al
menos tres vías de acceso principales para acceder al conocimiento: los procesos intelectuales,
los procesos emocionales, y los procesos evaluativos. Cada acto humano de conocimiento resulta
de una síntesis de esos tres componentes que actúan necesariamente ligados entre sí: Intelecto,
emoción y juicio.
Cognición: operación de producir conocimiento en sentido general, incluyendo las tres facetas
mencionadas. Incluyendo los procesos inconscientes; los cuales ocupan un lugar primordial,
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primero porque actúan de manera ininterrumpida y en parte debido a que forman la base sobre
la que se apoyan las formas conscientes de conocimiento.
¿De qué están hechas las construcciones? Los elementos que las forman son estructuras de
significado que operan siempre como un conjunto organizado, como un sistema. Nuestro
conocimiento de las cosas depende de la posibilidad de otorgarles algún significado. Conocer
equivale a otorgarle un significado a un sector de la realidad (muy diferente a descubrirlo).
Todo lo que conocemos equivale al conjunto de significados que somos capaces de elaborar, y
nuestro saber, es por tanto relativo al grado de complejidad de esos significados. Por tanto, toda
verdad que pretendemos majear siempre es relativa a esos límites de nuestro saber.
Las Construcciones Funcionales son aquellas que permiten a la persona sentir que está
cumpliendo cabalmente con su guión, con su responsabilidad ante la vida; que no generan
sufrimiento o dolor persistente que carezca de sentido individual o grupal para quien lo padece.
Estas construcciones se traducen por medio de signos visualizados como señales de un proyecto
vital. Están a la base del sentimiento de bienestar y constituyen el soporte de la experiencia de
felicidad. Por lo tanto, la persona interpreta los signos de su actividad y entorno como
representaciones confirmatorias del cumplimiento de su plan de vida. Asimismo, las dificultades
son significadas como una parte necesaria del cumplimiento de ese plan, como parte necesaria
del mismo. Ej: padres que se sacrifican por el bienestar de sus hijos.
Las Construcciones Disfuncionales son las formas de concebir la realidad que poseen aquellas
personas que dicen no sentirse felices; creen que su vida debiera ser de un modo distinto del
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que es, viven el futuro como un tiempo en el que serán infelices. Por consiguiente, no
encuentran sentido a sus sufrimientos, que pasan a constituirse en representaciones negativas
de su realidad y expresión de alguna forma de malestar, trastorno, enfermedad.
2- Desde la relación existente entre las distintas estructuras de significado que conforman
una determinada construcción. La construcción es funcional cuando las estructuras que
la componen son
a- Sintónicas: cuando guardan adecuada correspondencia con las estructuras que han
servido para organizar las experiencias pasada y permiten anticipar las experiencias
futuras. La sintonía es la cualidad fundamental para entender el grado de
funcionalidad de un sistema constructivo.
b- Armónicas: cuando el nivel de información que se procesa es adecuado para los
esquemas de procesamiento disponibles.
c- Coherentes (coherencia de significado): cuando su organización relativa muestra
una adecuada sincronización con las experiencias respectivas. Es uno de los
elementos que ha recibido más atención de los psicoterapeutas. Las contradicciones
de todo tipo pueden verse como la prolongación de los actos fallidos mencionados
Freud. Las contradicciones son una vía para explorar si el paciente reconoce dichas
discrepancias en el momento de proceder a su autoobservación. Solo entonces
decimos que las estructuras del paciente son incoherentes.
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ESTRUCTURAS DE SIGNIFICADO
Cada significado se organiza formalmente en torno a una estructura que articula una serie de
elementos. Los significados se producen en el marco de una cadena de significaciones, que
requieren de su interrelación recíproca para sostener cada uno de ellos. Por lo tanto, no
podemos encontrar significados aislados o desconectados entre sí. “La relación de las palabras
o expresiones con otras palabras o expresiones constituye, junto con la referencia, la esfera del
significado” (Bruner, 1986). La estructura que los sostiene opera como red organizadora dentro
del sistema; determina la existencia de un contexto, haciendo que todo lenguaje se encuentre
permanentemente anclado, siempre tiene lugar en un contexto.
Cada estructura funciona coaligadamente con las restantes, y la persona se desplaza en su
experiencia guiada por construcciones que denotan la acción del conjunto de su estructura de
significados, operando como un sistema organizado. Cada estructura posee movimientos de
organización autónomos y pueden verificarse variaciones sin que esto implique una variación
automática para el resto del sistema.
Las estructuras de significado están sometidas a procesos de cambio permanente, ya que están
determinadas dentro de los límites fijados por la experiencia biológica y sociocultural, ámbitos
que requieren de una actividad constante para asegurar su preservación. Dado que la actividad
humana es una manera peculiar de procesar informaciones siempre renovadas, la experiencia
impulsa a los individuos a modificar continuamente sus estructuras de significado. Estos cambios
son el resultado de una doble exigencia:
a- Exigencias que provienen del intercambio entre lo interno y lo externo. Entre el sujeto
y el entorno existe un intercambio permanente, traducido en que la información del
entorno nunca deja de circular y la actividad informática del sujeto tampoco se detiene
en ningún instante. La realidad externa plantea exigencias y la realidad interna no se
limita a responder, sino que es opera activamente planteando también requerimientos
para sí misma y para el exterior. (Piaget: acomodación y adaptación)
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b- Exigencias asociadas a los fenómenos del desarrollo y la evolución vital: incremento y
transformación de la complejidad del sistema. Existen imposiciones adaptativas
derivadas de la necesidad de cumplir con programas que anteceden y superan la
realidad persona: los planes sociales y los planes genéricos (biológicos) son las dos
fuerzas más poderosas que plantean este tipo de requerimientos.
Los tres aspectos que componen los contenidos no se superponen entre sí. Tienen una
autonomía relativa aunque son interdependientes.
La tarea del psicoterapeuta se dirige a examinar (junto con el paciente) cuáles son los contenidos
específicos empleados en cada construcción. Los cambios que debe propiciar la psicoterapia
exigen un fino análisis de la modalidad que asume ese interjuego en cada paciente
Hemos señalado las estructuras se rigen por principios evolutivos, es decir que a partir de su
forma originaria se desarrollan en forma progresiva tendiendo a su completamiento. Una vez
organizada toda estructura permite la incorporación de nuevos elementos y el desarrollo de
nuevas relaciones entre sus elementos, con lo cual aumenta su complejidad en forma indefinida.
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Cada nueva estructura puede alcanzarse en la medida en que aquellas sobre las que se apoya
han alcanzado un suficiente grado de completamiento (Por ejemplo, una situación de abuso en
la infancia puede contribuir a dificultar la representación de los vínculos afectivos).
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CLASIFICACIÓN DE LAS ESTRUCTURAS DE SIGNIFICADO
Los pacientes que intentamos ayudar por medio de la psicoterapia son personas cuya
representación de la realidad se ve afectada por cierta disfuncionalidad constructiva. Nuestra
tarea como terapeutas supondrá siempre, más allá de cualquier técnica un primer momento
destinado a comprender lo que los pacientes nos presentan y un segundo tiempo destinado a
operar sobre esa realidad con el fin de operar los cambios que sirvan a los fines perseguidos
para cada psicoterapia. En los procesos prolongados de terapia estos dos momentos reaparecen
una y otra vez.
Una de las primeras cosas que se debe emprender en este primer momento radica en estimar
la extensión de dicha disfuncionalidad y conocer lo más ajustadamente posible las estructuras
de significado más comprometida con el padecimiento. Para ello debemos examinar el estilo
constructivo del paciente. Estudiar cómo en sus acciones las personas movilizan diferentes
recursos para producir representaciones por medio de un sistema: el lenguaje. Por ej. Lenguaje
de acción de los psicópatas o excesiva expresión de la personalidad histérica. Si una persona
puede cambiar su sistema de representación por otro nutrido de signos verbales podemos
esperar que esa persona haya operado un cambio en favor de algún proceso de mejoría.
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La incongruencia, por su parte, puede obedecer a razones muy diferentes. Puede ser
ejemplo de alta capacidad adaptativa, en situaciones muy adversas se desarrollan
modelos en estos niveles muy alejados entre sí, pero logran preservar lazos internos de
transmisión que permiten la conversión de ambos niveles en un sistema de objetivos
globales coherentes. Pero también se pueden encontrar construcciones altamente
inestables que remiten a pacientes más graves. Cuando esto ocurre remite al papel de
las representaciones conscientes e inconscientes.
d- consciente e inconsciente: cuando los aspectos denotados están muy alejados de los
connotados y la persona no puede operar los pasajes de un nivel a otro hablamos ce
fuertes mecanismos de represión. Los enlaces entre estos dos niveles pueden tener
distintos grados de accesibilidad y ello atestigua sobre la capacidad de un individuo de
promover procesos de cambio.
Planos
Las dimensiones sirven para reflejar los distintos planos de la experiencia, y se complementan
con estos. Las estructuras de significado permiten organizar la experiencia sobre la base de un
sistema que utiliza dos planos principales:
El primer orden se refiere a los significados vinculados al cuerpo y se organizan en dos categorías:
constitución (forma, disposición y contenido) y funcionamiento. Y estos se desenvuelven en el
plano intrínseco y de las características de rol.
Este primer orden se vincula a un segundo orden vinculado a la naturaleza y los objetos
artificiales.
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EVOLUCIÓN DE LAS CONSTRUCCIONES
Al nacer cada persona se inscribe en la realización del guión de sus padres (y sus circunstancias).
Las condiciones que rodean ese nacimiento son factores predisponentes de los límites de la
experiencia. Existen condicionantes biológicos y sociales: nuestra experiencia evoluciona dentro
de los límites de una estructura biológica genética y congénitamente determinada, y un ámbito
micro y macrosocial de pertenencia y de referencia.
Nacemos en el encuentro entre dos seres que en el acto de darnos vida nos imponen la
existencia de un doble mandato. Mandato biológico que se traduce en la existencia de un código
genético que nos obliga a disponer de un cierto nivel intelectual, una estructura física y una serie
de rasgos temperamentales que nos caracterizarán a lo largo de toda la vida.
Existen también condicionantes psicológicos. Cada ser humano al nacer encarna un significado
necesario para sus padres. Responde al deseo de ellos y su existencia es una cierta manera de
cumplimentar ese deseo. El mandato original de todo ser humano en el nacimiento está atado
a ese deseo y toda experiencia personal está vinculada a la confirmación o desconfirmación de
ese mandato. El nivel de satisfacción que cada persona puede alcanzar está íntimamente
vinculado con esa operación.
La vida de toda persona está marcada desde el inicio, por la existencia de un guión que lo
precede y condiciona. Este guión parental constituye el proyecto básico de la vida en que el
nuevo ser deberá transitar. En cada caso el guión que acompaña a la gestación también es bien
diferente y por lo tanto serán diferentes las condiciones de partida de cada una de estas vidas.
Como todo guión, el paterno está constituido por un argumento, personajes y una serie de
indicaciones acerca de cómo se espera que se desarrolle la secuencia histórica. El argumento
forma la trama y todas las circunstancias que le rodean.
Este guión nos dirá qué se espera que hagamos, de qué manera se supone que debemos ir
llenando los actos de nuestra vida, con qué personas se espera que interactuemos. Durante los
años de la infancia y la niñez el ser humano cumple su evolución en relación con el despliegue
de este proyecto, que completa parcialmente y del que se aleja en ciertos momentos y
circunstancias. Su forma de construir la realidad y, por ende, de organizar su propia identidad
personal tienen que ver con las expectativas que se han puesto en él. Están dadas de modo
inconsciente en un comienzo, pero recibirán diferentes refuerzos a lo largo de los años de los
intentos confirmatorios; así como castigos de los desvíos muy marcados que hagan peligrar los
cimientos fundamentales de la trama bosquejada.
El guión paterno no es algo aislado, sino que forma parte de una concatenación muy amplia y
diversificada de guiones que se prolongan a través de diferentes ramificaciones, por cada uno
de los brazos familiares hasta los confines visibles del territorio histórico social que enmarca la
situación de los protagonistas. Ello contribuirá al conocimiento de que los guiones parentales
nunca se cumplen de forma absoluta, pero que difícilmente pueden eludirse de forma también
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absoluta. La posibilidad de conservar una identidad firme y poderosa parece depender
fundamentalmente de la posibilidad de ser, en buena medida, lo que se espera de uno, y en
medida equivalente, ser algo distinto, aunque no resulta fácil precisar el alcance de esa
diferencia.
No todos los guiones parentales tienen la misma imperatividad de cumplimiento. Y, del mismo
modo no todos los guiones planifican para los niños una vida sana y feliz.
Al principio de la vida, los hijos sólo pueden cumplir con ese mandato inscrito en el guión
parental que contiene un repertorio de prescripciones. Entre ellas, una fundamental, relativa a
la forma en que será evaluado el modo en que el hijo/a cumpla con ese mandato y, que
estipulará los procedimientos a seguir para que el hijo elabore, a medida que se desarrolle, su
propio guión o guión personal.
La elaboración del guión personal comienza incipientemente desde los momentos tempranos
de la vida. Pero adquirirá real importancia en un momento ulterior, y concretamente a partir de
la pubertad, cuando se espera el desarrollo de las estructuras de autonomía. Allí la persona se
verá lanzada a la tarea de construir su propio guión.
El guión traza la acción esperada para una serie de personajes. La persona que elabora el guión
es lógicamente uno de ellos, pero no necesariamente tiene reservado el papel principal. Sin
embargo, se confía en que cumpla adecuadamente su papel.
Estudiando la manera como los pacientes nos exponen sus guiones personales, aprendemos a
reconocer diversos personajes y analizar los diferentes tipos de vínculos que se han establecido
en el pasado y también incorporar la elaboración de anticipaciones que el individuo pueda
realizar sobre su virtual vida futura.
Cada persona organiza este guión con un grado diferente de elaboración personal, y uno de los
rasgos diferenciales más marcados es el grado de rigidez (o flexibilidad) con que cada persona
fija las expectativas de lo que debe cumplir. Esto tiene gran importancia en relación con el grado
de funcionalidad de las distintas construcciones. No existe ningún guión que pueda contener a
todas y cada una de las alternativas posibles, por lo que el lugar de la improvisación resulta
realmente importante, porque marcará el grado de flexibilidad para las acciones que deberán
emprenderse.
Por otra parte, el plan general del guión personal no excluye zonas oscuras, espacios muchas
veces amplios que no tienen buena definición y regiones de pleno desconocimiento que se
espera llenar a medida que trascurra la vida futura. Y tampoco excluye la posibilidad de que se
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lleven a cabo modificaciones posteriores que cambien el plan, a veces de forma dramática. La
única restricción de la que nadie podrá escapar es que dichas transformaciones deberán estar
potencialmente contenidas en el punto de partida. Si el guión original excluye la posibilidad de
una alternativa que el individuo decide adoptar la persona se expondrá a experiencias cotidianas
que lo conduzcan al sufrimiento.
La experiencia de sufrimiento deriva de la sensación que las personas tienen de no poder cumplir
cabalmente el propio guión. La psicoterapia, en sentido amplio, es un procedimiento destinado
a colaborar con las personas, para lograr superar este obstáculo del cual deriva su padecer.
Muchas veces asistimos a situaciones en las que nuestros pacientes concluyen exitosamente su
tarea, sólo en la medida en que logran la transformación de su guión y la confección de uno
nuevo, con un argumento diferente o con modificaciones sustanciales.
El desarrollo personal está vinculado a la forma en que cada uno desarrolla su propio guión. Esta
tarea se cumple a través de dos etapas:
a-Durante los primeros años de vida lo “personal” se relaciona con la forma de elaborar el guión
parental. El propio guión surge inicialmente como la forma específica de asumir el cumplimiento
del mandato original
b-En un segundo tiempo el desarrollo del guión personal propiamente dicho. Se inicia en la
adolescencia.
Los adolescentes son personas confrontadas con la necesidad de hacer una construcción
autónoma de la realidad, es decir que necesitan organizar su experiencia centrándose como
sujetos activos de ella. Al iniciar este proceso poseen estructuras de significación débiles y, por
lo tanto requerirán a formas de organización previas para lograr este propósito. Los desfasajes
y oscilaciones son característicos de todas las etapas de transición. Desarrollar una nueva
construcción es una tarea difícil, y los momentos de transición entre construcciones son las fases
más críticas de la vida (Fernández Mouján, 1989). Cuando una construcción es reciente sus
estructuras de significados son aún débiles. Es necesario fortalecerla incrementando el
conocimiento, lo que está implicado a la vivencia de nuevas experiencias.
Cada nueva construcción debe apoyarse en las anteriores, al tiempo que las integra. Si las
estructuras no han alcanzado un grado mínimo de desarrollo, el individuo no podrá organizar
una nueva manera de construir la realidad y, cuando las exigencias de la realidad sobrepasen
cierto límite ese modo constructivo resultará inferior al requerido y se lo verá como una persona
inmadura.
La necesidad de desarrollar nuevas construcciones está impuesta por las exigencias evolutivas y
de intercambio. Ello hace que el individuo pueda procesar determinadas informaciones con
relativa prescindencia del grado de organización alcanzado. Es evidente que todo progreso
supone un riesgo, y cada una de las incertidumbres que debemos enfrentar es más difícil a
medida que avanzamos. Se habla de “salto” ya que cada nueva construcción requiere un cambio
cualitativo de la organización del a realidad.
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ESQUEMA DE RESISTENCIA PROTECTOR
Las resistencias son estructuras dinámicas, esto significa que el grado de impermeabilidad que
presentan, es en última instancia, algo relativo. Esto significa que, si bien sirven para proteger
las representaciones, admiten la posibilidad de ser atravesadas por fuentes de información
susceptibles de generar una transformación intraestructural. La acción de la psicoterapia debe
regirse por una serie de principios entre los cuales se destaca la necesidad de operar de modo
gradual, con el fin de propiciar los cambios en forma progresiva, siguiendo la jerarquía
constructiva.
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JERARQUÍA DE LAS ESTRUCTURAS DE SIGNIFICADO
La arquitectura del self se organiza en base a una sucesión espiralada de construcciones que
progresan desde el nacimiento hasta la muerte. Nueve construcciones, jerárquicamente
ordenadas, configuran el desarrollo potencial de la identidad a lo largo de la vida.
La primera función se elabora desde el nacimiento mismo. Hasta ese momento el nuevo
organismo ha formado parte del cuerpo materno; esta primera construcción define la realidad
por medio de una doble acción de discriminación: en primer lugar, entre el conjunto que forman
el recién nacido y su madre respecto del resto y, en segundo lugar, entre su propio ser y el de su
madre. Si la evolución personal ha sido suficientemente satisfactoria, alrededor de los dos a tres
meses de vida el niño habrá podido constituir un sistema sólido relacionado con esta función de
discriminación básica.
Esta construcción da lugar a la constitución inicial del individuo como un sistema de estructuras
de significación que definen la existencia de lo mismo versus lo otro, lo propio versus lo ajeno.
Esta operación sirve para sentar las bases de la arquitectura del self, la columna vertebral de la
identidad personal.
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Los procesos de detección precoz del desarrollo o de regresiones profundas, pueden observarse
en el caso de ciertas desestructuraciones psicóticas, donde se da un estado de indiferenciación
básica muy elemental.
Filiación y parentesco
Los significados que se organizan en esta segunda construcción están vinculados a la necesidad
de estructurar la diferencia de las generaciones y, correlativamente la semejanza de la
pertenencia endogrupal. En este estadio se procede a la diferenciación dentro del amplio mundo
que forma lo otro, lo que implica un notable crecimiento en la complejidad del sentido de sí
mismo.
En el conjunto de “lo otro” se pasan a destacar algunos sectores como proximales y otros como
distales. Esta manera de significar las distancias se recorta en el eje vertical como principio de
sucesión paterno-filial y en el plano horizontal como principio de continuidad de los caracteres.
En este proceso el individuo reconoce un sector de la realidad como parte constitutiva de sí
mismo. Este conjunto de significados constituye el basamento de la identidad como factor de
pertenencia a un grupo social.
Entre los diferentes significados que componen esta construcción se destacan los referidos a las
ligaduras de rasgos físicos y actitudinales. El más importante se asocia a la creencia que la
persona elaborará en relación con el amor de sus padres hacia él/ella.
Alrededor de los 6 meses el niño habrá alcanzado el sentido de identidad que le permita contar
con una organización básica necesaria para iniciar una exploración abierta. Bowlby (1988)
analizó agudamente el valor que tiene la existencia de una base segura a la cual pueda remitirse
el niño desde sus tempranas experiencias.
Dominación
En el grupo primario el niño aprende los rudimentos de un código (o serie de códigos), las raíces
de un sistema de ordenación del poder, por el cual ciertos actos se relacionan con premios y
otros con castigos. El descubrimiento de estas regularidades se produce simultáneamente en
sentido pasivo, como modo de operar las reglas desde el exterior, y activo, como modo de
verificar la capacidad de generar ciertas acciones en los demás. El individuo descubre que es al
mismo tiempo, receptor de normas y constructor de ellas. La fuerza física es ensayada en
diferentes condiciones como recurso primordial en este sentido. Otras maneras incluyen el
poder de la seducción, la fuerza de la persistencia, pero nunca dejan de estar relacionadas con
la fuerza física y son reelaboraciones de ésta.
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traducirá el modo específico en que cada ser humano cree que participa del esquema de
distribución de ese poder en el mundo que le toca vivir.
Diferenciación Sexual
La experiencia exige al individuo interpretar en esta fase los signos relativos a la radical
diferencia de los sexos. La distinción del género plantea la necesidad de dotar de significado al
principio de la distinción de los cuerpos y la tensión que ello genera. Pues siendo dos los sexos
que organizan la especie, cada uno de ellos es incompleto y ambos se requieren mutuamente.
Cada uno de los sexos reconoce en el otro una diferencia que prueba su incompletud, al mismo
tiempo que su capacidad. La superioridad relativa de uno sobre otro probablemente dependa
de interpretaciones culturales. Pero lo que es inevitable para todos los individuos es dar algún
significado a esa diferencia. Y con ello, al deseo de completamiento inherente a la constatación
de la falta.
Aquí son explicativos los principios freudianos sobre la evolución psicosexual sobre todo si se
tiene en cuenta el carácter social de la experiencia. Se entiende al complejo de Edipo como una
manera de describir la interacción entre padres e hijos en un momento histórico y cultural
determinado, más que el resultado de un proceso intrapsíquico. En el momento decisivo la
interdicción del incesto ocupa un lugar crucial en la resolución del problema. Y supone la
existencia de un campo de legalidad y normatividad, dados por el principio de dominio, que
otorgan fuerza a dicha interdicción.
Alrededor de un período que oscila entre los 4 y 5 años el individuo habrá completado estas
construcciones básicas. Durante un tiempo la identidad buscará consolidar las construcciones
alcanzadas hasta este momento. Su organización mental se preparará para el lento y difícil
proceso de la inserción macrosocial como integrante, ya no solo del grupo natural sino de grupos
artificiales, que son parte de un sistema social mayor.
Reconocimiento
Las estructuras de significado que forman el sistema de esta nueva construcción se organizan
sobre la base de la necesidad de interpretar las diferentes exigencias del proceso de socialización
que incluyen en el cumplimiento un desarrollo de actitudes, manejo de emociones, integración
a un sistema de reglas extendido, participación en grupos de pares que implican desplegar un
repertorio de conductas del cual dependerá la posibilidad de ser reconocido en distintos ámbitos
sociales.
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Construir el reconocimiento de la realidad consiste precisamente en una forma de reelaboración
del conocimiento previo. Durante esa fase lo que se pone a prueba es la capacidad de lograr
reproducir los mismos procesos (desde la discriminación hasta la diferenciación sexual) en el
marco de las relaciones secundarias.
Autonomía
Si comparamos las exigencias con las estructuras disponibles para alcanzarlas veremos que el
adolescente es un ser sumamente frágil, por lo cual no es de extrañar que en este período
tengan lugar las formaciones patológicas más dramáticas.
El cuerpo del adolescente asiste a una espectacular diferenciación física y ello va acompañado
de un brutal impulso de desarrollo aumentando la potencialidad de la fuerza y capacidades. Esto
implica una serie de operaciones de ajuste permanente en los procesos de significación.
En el plano social el adolescente es significado por los demás de una nueva manera, mediante
el otorgamiento de habilitaciones progresivas, que al final de este período se concretan con la
concesión del status de ciudadanía, lo que implica un cambio de derechos y obligaciones. No es
raro observar confusión ya que en muchas ocasiones debe operar con estructuras que están en
plena transformación.
Transitividad
Transitivo es aquello que tiene la capacidad de proyectarse en otro sin perder su identidad, que
puede continuarse en la unión con otro sin que ello suponga que debe fusionarse. La
transitividad supone le existencia de individuos autónomos pues sólo quien haya logrado esto
es capaz de articular su experiencia en la continuidad de una ligazón que supone alguna forma
de transcendencia. Supone además que los individuos tienen registro de un estado de necesidad
de completamiento que requiere de la presencia de otro.
Las estructuras de significados inherentes a esta etapa se asocian con el desarrollo de relaciones
de amistad, camaradería y pareja. Las relaciones vinculadas a las estructuras de transitividad
suponen nuevas formas de interacción que implican la puesta en marcha de nuevos proyectos,
para ello es necesario concebir la experiencia como una necesidad proyectada hacia el futuro.
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profundamente arraigadas se asocian a dificultades para establecer una relación de pareja
estable, ya que cualquier elección obliga a dejar afuera la mitad de sus intereses. El trabajo con
estos pacientes puede dirigirse a efectuar correcciones en las estructuras de transitividad.
Productividad y perdurabilidad
En la etapa de la adultez las estructuras biológicas que hasta ese momento se han encontrado
en crecimiento se estabilizan y producen signos de disminución funcional en varios planos, al
tiempo que la demanda social alcanza un nivel de exigencia muy alto. El futuro se hace presente
y el individuo debe ser capaz de organizar significados de perdurabilidad en torno a su
experiencia.
Existe un momento de nuestro desarrollo en que nos damos cuenta que estamos dentro de la
muerte, y nuestra manera de concebir la realidad responde a una manera peculiar de responder
a esa constatación.
Las personas que consultan en esta etapa son las que suelen denominarse con una “crisis de la
edad media”. Las personas que logran transitar productivamente esta etapa son aquellas que
son capaces de construir un mundo en el que pueden asumir el convite de algo que debe morir
para que otra cosa nazca.
Recogimiento
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EVOLUCIÓN DE LOS PROCESOS DISFUNCIONALES
La consulta es el intento por generar un proceso de cambio. Los cambios pueden ser:
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LA PISCOTERAPIA EN ACCIÓN
I) Variables teórico-clínicas
a-Tipo de Trastorno
b-Profundidad de las construcciones personales
c-Nivel de procesamiento de la información
II) Variables situacionales
d-Expectativas de cambio: medios y fines
e-cantidad y modalidad de los recursos disponibles
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b- Profundidad de las construcciones personales
Se debe examinar la construcción del paciente que sustenta el malestar en dos planos
simultáneos:
En el caso de los niños la psicoterapia se comprende sólo en el marco del contexto familiar. En
ese período el individuo se encuentra cumpliendo el guión parental.
B- En segundo lugar, se trata de recortar las estructuras de significación sobre las que se
ha de trabajar.
De los contenidos mentales podrá deducirse el tipo de organización que caracteriza al paciente
y los estilos predominantes que utiliza en sus representaciones. Esto será uno de los elementos
principales para elegir las técnicas para el diseño de tratamiento. De ello depende decisiones
como a qué personas se aplicará la terapia (individuo, pareja, familia o alguna variante).
Aunque los planos sean interdependientes y nunca funcionen de forma aislada, se tenderá a
preferir un abordaje individual cuando haya necesidad de concentrarse en las características
intrínsecas. Mientras que las otras modalidades se aplicarán cuando sea necesario trabajar el
papel de los roles.
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Como parte de la primera ola de la revolución cognitiva, se consideraba que la actividad de los
organismos puede ser descrita en función del modo en que procesan la información. Este
enfoque se ajusta a los siguientes enunciados:
Este paradigma abrió las puertas a un sistema descriptivo y explicativo de las conductas
humanas. Permitió contar un esquema común para abordar los trastornos psicológicos,
admitiendo al mismo tiempo un examen diferencial. Toda situación conducente a un
malestar puede describirse como el resultado de ciertos modos específicos de procesar, en
cada uno de los tres momentos principales que conforman el sistema:
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1. Refocalización y/o redireccionalización de la atención (primer momento)
Las expectativas de cambio que tiene el paciente constituye la otra cara de la atribución
realizada en torno al origen del malestar. Cuando el paciente expresa su motivo de consulta nos
confía una situación para la que busca alivio. Sobre ello tratamos de elaborar la estrategia de
intervención más adecuada. Para eso necesitamos otros datos. Uno de primordial importancia
es el objetivo que el paciente se propone alcanzar con el tratamiento. A veces los pacientes no
tienen una idea clara de esto; otras son absolutamente específicos. En ambos casos es necesario
que la mirada del terapeuta pueda establecerse en una construcción compartida con la del
paciente.
El terapeuta deberá preguntarse ¿Cuánto es razonable esperar que una estructura de significado
se modifique? Esto dependerá de varios factores:
1. El momento evolutivo: hay mayor capacidad de cambio en etapas más tempranas del
desarrollo.
2. La presencia de factores fortuitos. Circunstancias que acontecen en la vida del paciente.
3. El grado de colaboración del paciente. El logro de algunos objetivos puede llevar de
mayor esfuerzo que otros. Y la relación entre el grado de colaboración y el nivel de
esfuerzos necesarios puede variar.
4. La velocidad de los cambios será directamente proporcional al nivel de profundidad de
las modificaciones que deban emprenderse.
Para cada paciente, para cada situación, para cada momento y en cada contexto es posible
formular el resultado de una ecuación que, teniendo en cuenta todos estos elementos,
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dictamine qué es lo más adecuado para cada persona. Ello se expresa en términos concretos
como:
El terapeuta deberá calibrar estos factores en el nivel de detalle que se pueda, para decidir el
tipo de estrategia que se podrá cumplir efectivamente.
Por otra parte, se deben considerar los recursos con que cuenta el terapeuta para ejercer su rol.
Entre ellos se cuenta el alcance del trabajo en equipo y las posibilidades de relevo del mismo.
El paciente es en gran medida quien define los objetivos de un tratamiento, sin embargo, el
terapeuta es quien está en condiciones de decidir sobre la viabilidad de un tratamiento. Ante un
trastorno caben distintos abordajes posibles, y ello se debe determinar evaluando los cambios
deseados y el esfuerzo que se está dispuesto a realizar.
Toda psicoterapia es una función de un vínculo interpersonal único y tan irrepetible como
cualquier relación humana comprometida. El curso final que adopta una terapia tiene como
factor decisivo la calidad de esa relación.
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