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Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 235,

n coyuntura septiembre-octubre de 2011, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.

Argentina, una década después


Del «que se vayan todos» a la exacerbación
de lo nacional-popular

Maristella Svampa

A diez años de los acontecimientos de 2001 –que se conmemorarán


en diciembre próximo–, Argentina parece distante de los días de
crisis generalizada, acciones populares callejeras y nuevos ethos
militantes por fuera del Estado. También parecen lejanos los días de
«corralito» bancario y caos económico. En este marco, el artículo
plantea una lectura de la década procurando superar los esquemas
binarios y ponderando rupturas y continuidades, una discusión acerca
del modelo de desarrollo y un retrato de las ambivalencias propias del
retorno de lo nacional-popular, de la mano del peronismo, consolidado
en el poder y capaz de interpelar a nuevas generaciones de militantes.

■■ Una década, tres momentos cionales, las disputas en términos de


matrices ideológicas y el corrimiento
Explicar cómo fue que los argenti- y la ampliación de las fronteras del
nos realizamos el pasaje del «que se conflicto social. Partimos de la base
vayan todos» a la exacerbación de lo de que si bien los gobiernos de Nés-
nacional-popular no es tarea fácil y tor Kirchner (2003-2007) y Cristina
merece sin duda un largo análisis y Fernández de Kirchner (2007- ) estu-
una multiplicidad de niveles de lec- vieron lejos de apostar a una refun-
tura. No es lo que haremos aquí, ya dación política, como sostienen sus
que nos abocaremos a abordar solo defensores, su gestión tampoco pue-
algunos de sus aspectos, ligados a los de ser interpretada en términos de
cambios en los lenguajes moviliza- continuidad lineal respecto de los

Maristella Svampa: socióloga. Es investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Cientí-


ficas y Técnicas (Conicet) de Argentina, profesora de la Universidad Nacional de La Plata (unlp)
y directora del Programa de Estudios Críticos del Desarrollo (pecs).
Palabras claves: hegemonía, peronismo, kirchnerismo, nacional-popular, conflicto social, mo-
delo de desarrollo, Argentina.
Nota: la autora agradece los comentarios y sugerencias de Carlos Janin, Florencia Puente y Ma-
risa Velasco.
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años 901. En realidad, las ambigüeda- de la nación, el Estado redistributi-


des, la tensión entre continuidades y vo y conciliador, y el liderazgo caris-
rupturas, en fin, los dobles discursos, mático junto con las masas organiza-
constituyen un hilo articulador en un das –el pueblo–. Asimismo, si bien en
escenario en el cual paulatinamente se términos generales la dinámica de lo
iría afirmando como elemento central nacional-popular se instala en la ten-
la actualización de la tradición nacio- sión entre un proyecto nacionalista re-
nal-popular, que posee hondas reso- volucionario, conducido por el pueblo
nancias en la política argentina. junto con su líder, y el proyecto de la
participación controlada, bajo la di-
Como es sabido, la tradición nacional- rección del líder y el tutelaje estatal,
popular remite, para el caso argenti- es esta última la forma histórica que
no, al Movimiento Justicialista, fun- suele adoptar lo nacional-popular en
dado por Juan D. Perón en 1946. Pero
lo «nacional-popular» es una cate- 1. M. Svampa: «Les frontières du gouvernement
goría que reenvía a elaboraciones de de Kirchner» en Revue du Tiers Monde, 6-7/2007.
2. La categoría aparece en los Cuadernos de la cárcel,
Antonio Gramsci2. En nuestros análi- definida como «voluntad colectiva» y asociada a la
sis, retomamos en parte los aportes «reforma intelectual y moral», ambas vistas como
condiciones de posibilidad de un cambio histórico,
de Emilio de Ípola y Juan Carlos Por- a través de un proceso de construcción de hege-
tantiero –publicados originariamente monía. Ver A. Gramsci: La política y el Estado moder-
no, Planeta-Agostini, Buenos Aires, 1971; Emilio
en 1986– respecto de su inflexión en de Ípola y Juan Carlos Portantiero: «Lo nacional-
América Latina, ligada a la alterna- popular y los nacionalismos realmente existentes»
tiva populista3. Para estos autores, el en Carlos Vilas (comp.): La democratización funda-
mental. El populismo en América Latina, Conaculta,
doble proceso que propone el popu- México, df, 1994; J.C. Portantiero: «Gramsci en
lismo (constitución del pueblo y cons- clave latinoamericana» en Nueva Sociedad No 115,
9-10/1991, pp.152-157, disponible en <www.nuso.
trucción de un orden estatal) requiere org/upload/articulos/2041_1.pdf>.
la inclusión de tres niveles de análi- 3. E. de Ípola y J.C. Portantiero: ob. cit.
4. Los autores analizan los últimos dos niveles.
sis: el de las demandas y tradiciones Desde nuestra perspectiva, es necesario incluir
nacional-populares, el del populismo el primer nivel de análisis, el de la tradición
nacional-popular y sus sucesivas configura-
como movimiento de nacionalización ciones. Por ello utilizamos aquí el concepto de
y ciudadanización de las masas, y el «matriz», que definimos como «aquellas líneas
populismo como forma particular del directrices que organizan el modo de pensar la
política y el poder, así como la concepción del
compromiso estatal4. En este marco, cambio social». La matriz nacional-popular es una
nos interesa hacer énfasis en la tradi- de las que recorren el campo de las organizaciones
populares en América Latina. Si bien cada matriz
ción nacional-popular que definimos político-ideológica posee una configuración de-
como una matriz político-ideológica terminada, los diferentes contextos nacionales, así
como las tensiones internas, las van dotando, para
que se inserta en la «memoria media- cada caso, de un dinamismo y una historicidad
na» (las experiencias populistas de los particulares. M. Svampa: «Mouvements sociaux,
matrices socio-politiques et nouveaux contextes
años 30, 40 y 50) y tiende a sostener- en Amérique Latine» en Problèmes d´Amérique La-
se sobre el triple eje de la afirmación tine No 74, otoño de 2009, pp. 113-137.
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Argentina, una década después

los diferentes casos latinoamericanos, envergadura, luego de diez años de


y muy especialmente en su versión ar- políticas neoliberales que socavaron
gentina5. y transformaron enormemente las
estructuras sociales. Sin duda, estas
Ahora bien, desde nuestra perspecti-
transformaciones crearon un nuevo
va, en la Argentina de la última década
umbral desde el cual pensar la so-
pueden establecerse tres momentos po-
ciedad. Sentimiento y realidad coin-
líticos, que se abren con acontecimien-
cidían en la desmesura de la crisis,
tos de fuerte impacto social: el primer
visible en el hundimiento del marco
momento, la rebelión de 2001, carac-
económico que hasta ese momento
terizada por una crisis generalizada y
había regido los destinos nacionales.
un nuevo ciclo de movilización social,
Argentina había tocado fondo: los su-
cuyo punto de inflexión es la repre-
cesivos ajustes, el impensable «corra-
sión del Puente Pueyrredón (2002); el
lito» bancario, la ruptura inevitable
segundo momento, la asunción presi-
en la cadena de pago, la multiplica-
dencial de Néstor Kirchner (2003), que
ción de las monedas locales en reem-
generó un nuevo escenario político, in-
plazo de una moneda legal cada vez
terpelando fuertemente a la sociedad
más escasa, tuvieron su respuesta so-
y a las organizaciones sociales movili-
cial en la ola de saqueos, así como en
zadas (la vuelta a la «normalidad», la
la inolvidable noche de los cacerola-
emergencia de un discurso progresis-
zos del 19 de diciembre de 2001. Estas
ta «desde arriba» y el retorno tímido
movilizaciones suscitaron la mayor re-
de lo nacional-popular); y por último,
presión desatada desde el poder des-
el tercer momento, que se abre con el
de la vuelta a la democracia, con más
conflicto entre el gobierno nacional y
de 30 muertos y centenares de heridos.
lo sectores agrarios (2008) y encuentra
La renuncia del presidente Fernando
una doble inflexión con la aprobación
de la Rúa y la sucesión de cuatro pre-
de la Ley de Comunicación Audiovi-
sidentes provisionales en tan solo una
sual (2009) y la muerte repentina del
semana daban cuenta del alcance ins-
ex-presidente Néstor Kirchner (2010).
titucional de la crisis.
Caracterizamos este tercer momento
(2008-2010) como el de la exacerbación En aquel año 2002, «nuestro año ex-
de lo nacional-popular y la tentativa traordinario», parecía abrirse sin em-
de construcción de una hegemonía. bargo una gran oportunidad históri-
  ca: la crisis de hegemonía, visible en la
■■ Del «que se vayan todos» desarticulación de un modelo de domi-
al surgimiento de un nuevo
ethos militante
5. M. Svampa: «La Argentina: movimientos so-
ciales e izquierdas» en Entre voces No 5, 1/2006 y
La crisis de hegemonía que golpeó a «Mouvements sociaux, matrices socio-politiques
Argentina a fines de 2001 fue de gran et nouveaux contextes en Amérique Latine», cit.
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nación, tenía su correlato en grandes vista desde abajo, la profunda crisis


movilizaciones sociales, que ganaron de 2001-2002 resultaría en el reforza-
las calles al grito de «que se vayan to- miento de las organizaciones de des-
dos». En medio de la descomposición ocupados, así como en la emergencia
económica, Argentina se transformaba de una multiplicidad de movilizacio-
en un laboratorio político-social, y esto nes que apelaban a diferentes tradi-
era ilustrado por la multiplicación de ciones político-ideológicas, tales como
focos de rebeldía, que manifestaban su la matriz clasista tradicional, la na-
no resignación, impugnaban las for- cional-popular (desconectada, en ese
mas convencionales de representación momento, del partido peronista) y la
política y buscaban recomponer mo- nueva narrativa autonomista, en esos
lecularmente el vínculo social desde tiempos una matriz en construcción6.
abajo. No eran pocos los que se hacían Muy especialmente esta última fue
la pregunta acerca de quién de todos encontrando su expresión más acaba-
o qué espacio de articulación política da en las asambleas barriales de las
«desde abajo» podía responder al défi- grandes ciudades, así como en las or-
cit de legitimación con una propuesta ganizaciones de desocupados indepen-
de nueva institucionalidad. dientes y los numerosos colectivos
culturales de todo el país.
Recordemos que, en los años 90, las
políticas neoliberales habían produci- Estas tres matrices estuvieron lejos
do una ampliación de las fronteras de de articularse. Para decirlo con una
la exclusión, delineadas principalmen- metáfora político-ideológica: 2002 fue
te por la problemática de la desocu- el año en que el Antonio Negri de la
pación. En un contexto de empobre- «multitud» le ganó a Gramsci e inclu-
cimiento y de descolectivización de so obtuvo una victoria pírrica frente a
las clases populares, habían nacido Lenin. En efecto, por un lado, la pro-
las grandes organizaciones de desocu- puesta gramsciana de construcción
pados (piqueteros), cuyos ejes centra- de un bloque contrahegemónico, pro-
les eran la acción directa (el corte de movida por la Central de Trabajado-
ruta o piquete), el trabajo comunitario res de la Argentina (cta) y parte de
en el barrio, el control de planes so- sus aliados, no supo ni pudo jugar un
ciales otorgados por el gobierno y la rol importante en estos acontecimien-
democracia asamblearia. Estos acto- tos. Su accionar institucional se vio
res tuvieron centralidad en el espacio opacado por las multiplicadas accio-
político-social a partir de 1999 y muy nes directas y la intensa visibilidad
especialmente en 2002, a través de las que cobraron tanto las organizacio-
movilizaciones hacia la ciudad de
Buenos Aires, con fuertes reclamos 6. M. Svampa: «La Argentina: movimientos so-
orientados al Estado. De modo que, ciales e izquierdas», cit.
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nes piqueteras que respondían a una la crisis era total: como por arte de
matriz de izquierda clasista como magia, el nuevo ethos destituía la to-
aquellas que reenviaban a una matriz talidad de poderes causales previos
autonomista. A fines de 2002, la cta (partidos políticos, sindicatos), inclu-
realizó un congreso nacional y esta- yendo aquellos que pudieran invocar
bleció que era la hora de devenir un un saber profesional, una expertise,
movimiento político-social, a la ma- cualquier suplemento de sentido que
nera de la Central Única de los Traba- apuntara a la expropiación de la vo-
jadores (cut) brasileña. Sin embargo, luntad política asamblearia o pudie-
a esa altura su propuesta ya era una ra ser portador de una tentación he-
suerte de vía muerta, que descansaba gemonista. Había lugar para todos, a
al costado de las formaciones princi- condición de que esos lugares signifi-
pales, todavía en movimiento. caran la igualación sin más.

Por otro lado, la narrativa autonomis- Pero las dinámicas sociopolíticas siem-
ta se había ido constituyendo en la pre son recursivas, y el devenir autó-
piedra de toque de la emergencia de nomo del asambleísmo urbano, dismi-
una nueva subjetividad militante, so- nuido en términos de participación,
bre todo entre los jóvenes y los críticos desgastado por las interminables dis-
de las formas organizativas de la iz- cusiones políticas y las múltiples esci-
quierda clasista. Aun si, como bien siones, terminó acorralado por las de-
señalara Martín Bergel, estas recla- mandas de normalidad institucional
maban una suerte de autonomismo que provenían de una sociedad ex-
«práctico» antes que teórico7, dicha hausta por la crisis. Asimismo, la re-
narrativa en construcción contaba con presión del Puente Pueyrredón, ocu-
movimientos-faros, entre ellos, el Mo- rrida el 26 de junio de 2002, resultado
vimiento de Trabajadores Desocupa- de una operación conjunta de la Poli-
dos de Solano (presentado por la vía cía Federal, la Gendarmería y la Poli-
del Colectivo Situaciones) y exhibía cía de la provincia de Buenos Aires,
ciertos autores de culto (Negri y John fue un punto de inflexión. Esta asestó
Holloway8). Un nuevo ethos militante,
caracterizado por el rechazo a la de- 7. M. Bergel: «En torno al ‘autonomismo argenti-
mocracia delegativa, fue surgiendo al no’», 2007, en Darío Vive, portal latinoamericano de
calor de aquellos primeros meses en crítica social y pensamiento plebeyo, <www.dariovive.
org/notas/berguel1.html>.
los que se mezclaban sentimientos de 8. La fórmula hollowayana de «cambiar el mun-
temor e incertidumbre frente a la au- do sin tomar el poder» apuntaba a destituir la
posibilidad de pensar en un proyecto de cambio
sencia de referencias institucionales, contrahegemónico desde el Estado, al tiempo
y una alegría instituyente de cara a que ilustraba la consolidación de una subjetivi-
dad militante potente y novedosa, que podía re-
las nuevas experiencias políticas. Las conocerse en el espejo del zapatismo mexicano o
asambleas barriales mostraban que en los movimientos alterglobalización.
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un golpe duro a las organizaciones pi- los ejemplares» para esa nueva juven-
queteras, sobre todo a las autónomas, tud militante.
de donde provenían Darío Santillán y
Maximiliano Kosteki, los dos jóvenes El nuevo ethos militante, anclado en
asesinados. El temor a una gran repre- el activismo asambleario y territorial,
sión, evocando los horrores de la pa- más autocrítico y por ende mucho me-
sada dictadura militar, abrió una gran nos hiperbólicamente autonomista que
herida en las organizaciones movili- en 2002, se difundió en otros espacios
zadas, que encontraría una acelerada organizacionales, entre ellos, en los
confirmación en los sucesivos desalo- numerosos colectivos culturales que
jos y represiones que caracterizaron comenzaron a desplegarse en el cam-
el final del gobierno provisorio de po de la documentación (videoactivis-
Eduardo Duhalde (2002-2003). mo), el periodismo alternativo, la edu-
cación popular, entre otros. Se expresó
Al mismo tiempo, como señala Meli- incluso en el sindicalismo de base, que
na Vásquez, el repudio a la represión comenzó a manifestarse a partir de
del Puente Pueyrredón constituyó un 2003-2004, con el mejoramiento de los
disparador para el ingreso de nuevas índices económicos y en el marco de
camadas de jóvenes militantes de cla- la profundización de la precariedad.
ses medias, que se acercaron a las or- Surgían así nuevas camadas de jóve-
ganizaciones piqueteras autónomas, nes delegados sindicales que, luego de
buscando tejer lazos con los sectores tantos años de aparente inmovilidad
populares excluidos9. Se consolidaba y descreimiento en las organizacio-
así una nueva generación militante, nes sindicales, habían revalorizado la
la de 2001, articulada sobre la terri- acción gremial como herramienta de
torialidad, el activismo asambleario, lucha. Eran en gran parte tributarios
la demanda de autonomía y la hori- de ese ethos libertario, partidario de la
zontalidad de los lazos políticos. Un acción radical, más proclive tanto a las
ritual de viaje los unía en todo el país: alianzas con las izquierdas como al re-
el recorrido territorial que iba del cen- pudio a las estructuras burocráticas y
tro de la ciudad hacia la periferia, en empresariales.
especial, aquellos que iban hacia los Posteriormente, la nueva subjetividad
lugares más pobres del conurbano bo- militante se haría presente también en
naerense. El desafío tenía como coro- las asambleas de vecinos autoconvo-
lario la necesidad de la construcción cados contra la megaminería a cielo
«desde abajo» y la exigencia de la ar-
ticulación entre política y ética. «Maxi 9. «Socialización política y activismo. Carreras
y Darío», quienes en definitiva habían de militancia política de jóvenes referentes de
un movimiento de trabajadores desocupados»,
ofrendado su vida en el peor momen- tesis de doctorado en Ciencias Sociales, Univer-
to de la crisis, aparecían como «mode- sidad de Buenos Aires (uba), 2010.
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abierto. La primera de ellas, en Esquel, ■■ La vuelta a la normalidad


en la provincia patagónica de Chubut, y la emergencia de un discurso
había nacido en 2002, en pleno fer- nacional-popular
vor asambleario. A partir de 2004, las
asambleas ciudadanas se irían multi- El devenir nacional-popular del kirch-
plicando a lo largo de 15 provincias, nerismo fue paulatino. A principios
amenazadas por la expansión ver- de 2003, el declive de las nuevas movi-
tiginosa de la minería transnacional. lizaciones, así como la fragmentación
En este sentido, no es exagerado afir- de las organizaciones de desocupa-
mar que estas asambleas, de carácter dos, fueron diluyendo la expectativa
policlasista, pero con un protagonis- de una recomposición política «desde
mo de las clases medias, son las fieles abajo», para dar paso a una fuerte
herederas del ethos militante forjado demanda de orden y normalidad. En
en 2001. En 2006 surgió la Unión de este sentido, apenas asumió, Kirch-
Asambleas Ciudadanas (uac), espa- ner se hizo eco de este mensaje so-
cio autonomista en el cual convergen cial, como aparecía ilustrado en su
las diferentes asambleas de base, que consigna «Por un país en serio, por
combina nuevos temas y repertorios un país normal».
de acción, con el rechazo, muchas ve-
ces extremo, a la delegación, lo cual Una de las características de ese mo-
suele conspirar contra la posibilidad mento inicial fue la configuración de
de consolidar dicha instancia de se- un discurso progresista «desde arri-
gundo grado, en función de una lógi- ba», facilitada por la emergencia de
ca de acumulación política. un espacio progresista a escala regio-
nal y el retorno –todavía tímido– de
En suma, no hubo reconstitución po- lo nacional-popular, de la mano de la
lítica desde abajo, pero el tejido social revalorización del rol del Estado. Re-
organizativo cambió, lo que se ex- cordemos que los primeros gestos de
presa tanto en la presencia de la ma- Kirchner contribuyeron a reconfigu-
triz clasista como en la expansión de rar el campo político desde la esfera
un ethos militante autonomista, con institucional: los cambios positivos en
fuerte formato territorial y aspira- la Corte Suprema de Justicia, la asun-
ciones de democratización. Más aún, ción de la política de derechos huma-
la emergencia de una nueva genera- nos como política de Estado, la reivin-
ción –la de 2001– abarcó un registro dicación de una cierta autonomía de
amplio de organizaciones, desde los la política respecto de la economía,
desocupados, expresiones organiza- en el marco del default y, por último,
tivas de clase media y nuevos delega- la opción por una política económi-
dos sindicales hasta asambleas con- ca heterodoxa, signaron sus prime-
tra la minería transnacional. ros pasos. Estos gestos interpelaron a
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un conjunto de organizaciones socia- cariedad, marcó el retorno de la con-


les, entre las que se destacaron diver- flictividad sindical, de la mano de la
sos organismos de derechos humanos, tradicional Confederación General
que habían sido golpeados duramente del Trabajo (cgt), luego de una déca-
por las sucesivas leyes de impunidad da de desmovilización y de una re-
(dictadas por Raúl Alfonsín y Carlos orientación hacia un sindicalismo de
Menem), y varias organizaciones de tipo empresarial.
desocupados, ancladas en la tradición
nacional-popular, pero desvinculadas Sin embargo, pese a que en el perio-
–hasta ese momento– del Partido Jus- do de posconvertibilidad la reactiva-
ticialista (pj). ción industrial fue notable, en térmi-
nos comparativos esta ha sido más
Hacia fines de 2004, con la rápida bien acotada. Ciertamente, el desem-
consolidación del gobierno de Nés- peño del sector industrial, con rela-
tor Kirchner, el escenario político ción a la creación de puestos de tra-
ya había sufrido grandes reconfi- bajo, fue positivo: en el año 2007 la
guraciones: sea a través de la inte- industria llegó a ocupar a 36% de los
gración, sea a través del reflujo y el trabajadores, 7% más que en 2002.
disciplinamiento, las organizaciones Pero este proceso de reindustrializa-
de desocupados ligadas a las orga- ción fue favorecido por el esquema
nizaciones de la izquierda clasista, macroeconómico de «tipo de cambio
así como aquellas pertenecientes a alto y competitivo» –sostenido por
la izquierda independiente y autóno- intervenciones del Banco Central–.
ma, fueron resignando la centralidad Más allá de esto, las políticas activas
que tuvieron en la cartografía de las hacia la industria fueron escasas y no
resistencias. se formuló una estrategia de indus-
trialización inclusiva y sustentable.
Hubo también cambios importantes en Por ende, la reactivación económica
las condiciones económicas internas, y manufacturera que tuvo lugar a
luego de la devaluación de la moneda partir de 2003 no logró revertir los
argentina y la salida de la convertibi- alcances de los años de desindustria-
lidad, ya visibles desde mediados de
2003. La Argentina de la posconver- 10. Con relación a los datos de empleo, se nota
tibilidad comenzaba a ser asociada un descenso significativo de la tasa de desocu-
pación en el actual milenio (consignado para el
con la reactivación económica e in- tercer trimestre en cada año): en el tercer trimes-
dustrial10. Se operó entonces un pri- tre de 2003 se registraba 16,3%; 13,2% en igual
periodo de 2004; 11,1% en 2005; 10,2% en 2006,
mer corrimiento de las fronteras del y en igual periodo de 2007, 8,1%; 9,1% en 2009 y
conflicto social. El contexto de creci- 7,5% en 2010. Taller de Estudios Laborales (tel):
(2011), Informe trimestral de estadísticas laborales y
miento económico, sin redistribución económicas, Buenos Aires, diciembre de 2006 y
y con un fuerte aumento de la pre- enero de 2011, <www.tel.org.ar>.
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lización neoliberal11. Por otro lado, reservado a América Latina el rol de


la dinámica salarial de los últimos exportador de naturaleza, sin consi-
años se centró en la recuperación de derar sus impactos desestructuran-
la participación en las ganancias que tes sobre la economía (la reprima-
los trabajadores habían perdido en rización y las nuevas formas de la
2001, y no ha superado este techo; dependencia), ni sobre la población y
lo cual explica que, pese a que el índi- los territorios (nuevas formas de do-
ce de desocupación es bajo, existe una minación bajo la lógica de la despo-
proporción importante de la población sesión).
asalariada que se encuentra bajo la lí-
nea de la pobreza12. Volviendo a la dinámica política ar-
gentina, durante el gobierno de Nés-
Por último, la supuesta «vía indus- tor Kirchner, los movimientos tácticos
trial» debe ser relativizada, en la me- en busca de una identidad progresis-
dida en que el crecimiento de la eco- ta se articularon sobre dos ejes mayo-
nomía aparece ligado a la exportación res: la reivindicación de los derechos
de commodities (principalmente, la soja humanos como política de Estado y
y sus derivados), favorecida por los al- el latinoamericanismo. Sin embargo,
tos precios internacionales. Al igual también hubo un intento de construc-
que en otros países latinoamericanos, ción de una fuerza transversal progre-
en los últimos diez años Argentina sista. Esta última tentativa, más bien
transitó del Consenso de Washing- errática y prontamente descartada,
ton al «consenso de los commodities». otorgaba un lugar a las organizacio-
Estos cambios en la división global nes piqueteras deudoras de la matriz
del trabajo han ido configurando en nacional-popular, que se integraron
la región latinoamericana un estilo al gobierno bajo el nombre política-
neodesarrollista, de corte extractivis- mente correcto de «organizaciones
ta, basado en la apropiación y sobre- sociales» (Barrios de Pie, Movimien-
explotación irresponsable de los re- to Evita y Federación de Tierra, Vi-
cursos naturales no renovables, por vienda y Hábitat). No obstante, en
encima de las evidentes diferencias términos de figuras militantes, estas
políticas o los signos ideológicos es-
pecíficos de cada gobierno. En otros 11. Daniel Azpiazu y Martín Schorr: Hecho en
Argentina. Industria y economía, 1976-2007, Siglo
términos, más allá de la retórica in-
xxi Editores, Buenos Aires, 2010.
dustrialista en boga, en nombre del 12. En la Argentina actual, la pobreza se ubica
nuevo «consenso de los commodities» aún en 25% de los hogares y, como señala Ga-
briel Kessler, «en la última medición nacional
y de sus «ventajas comparativas», los confiable, la de 2006, el Gini era de 0,48, igual
diferentes gobiernos tienden a acep- al de 1997». G. Kessler: «Claroscuros de la es-
tructura social. Tendencias contrapuestas en la
tar como «destino» el orden geopolí- Argentina del siglo xxi» en Problèmes d´Amérique
tico mundial, que históricamente ha Latine, 10-12/2011, en prensa.
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fuerzas no fueron capaces de generar En 2004, la cgt se unificó bajo el lide-


una épica alternativa a la que presen- razgo de Hugo Moyano, jefe del sindi-
taba la generación de 2001, nutrida cato de los camioneros, quien duran-
en el ethos autonomista y la matriz te los años 90 encabezó el Movimiento
clasista. Ciertamente algunas de las de Trabajadores Argentinos (mta), nu-
(ex)-organizaciones piqueteras obtu- cleamiento sindical peronista donde
vieron puestos menores dentro del conviven las apelaciones a la tradición
Estado, sobre todo en el área social, nacional-popular con un sindicalismo
pero como lo demuestra la excelente de corte empresarial. El fuerte creci-
investigación periodística de Chris- miento que experimentaron los servi-
tian Boyanovsky, el vínculo que cios, la cuasidesaparición del sector fe-
Néstor Kirchner entabló con ellas rroviario como transporte de pasajeros
fue más bien mezquino, plagado de –luego de la privatización y el cierre
idas y vueltas, que parecían hablar de ramales–, el desarrollo del comer-
de un no reconocimiento pleno por cio regional, los subsidios del gobierno
parte del gobierno del rol de aquellas nacional y, por último, el transporte de
en el nuevo proceso13. Desde nues- soja y otras semillas hasta los puertos
tra perspectiva, mucho tuvo que ver para el mercado externo, catapultaron
el rechazo y estigma que medios he- a los sectores transportistas a la cima
gemónicos, clases medias y el propio del poder sindical14.
gobierno habían contribuido a insta-
lar durante la fuerte puja que se llevó Tal como hemos anticipado, una de
a cabo en el espacio público entre 2003 las contracaras de este fenómeno li-
y 2004 con las organizaciones pique- gado a las cúpulas sindicales fue el
teras opositoras. Pero lo cierto es que aumento molecular de las luchas pro-
ni la reivindicación de las luchas anti- tagonizadas por comisiones internas,
neoliberales de la década de 1990 ni la que lograron poner de manifiesto
evocación de un ethos setentista alcan- una pugna intrasindical entre secto-
zaron para dotar de legitimidad a un
actor social que, en definitiva, conti- 13. El aluvión. Del piquete al gobierno. Los movi-
nuaba siendo visto por una gran par- mientos sociales y el kirchnerismo, Sudamericana,
Buenos Aires, 2010.
te de la sociedad como «clase peligro- 14. Como señala Martín Armelino, «al igual que
sa», «lumpenproletariado residual» los ferroviarios en las primeras décadas del siglo
xx bajo la economía agroexportadora o los me-
o, simplemente, como una expresión
talúrgicos en los tiempos de la industrialización
del clientelismo de izquierda, ampa- sustitutiva de importaciones, la posición estra-
rado por el nuevo gobierno. tégica de los camioneros en la actual economía
del intercambio de commodities los ha converti-
do en líderes de la acción sindical». V. M. Ar-
En realidad, ya en su primera etapa, melino: «El que se va porque lo echan, vuelve
porque lo llaman… Sindicatos y política du-
el kirchnerismo optó por apoyarse en rante los gobiernos kirchneristas» en Problèmes
los sectores sindicales tradicionales. d`Amérique Latine, 2011, en prensa.
27 Coyuntura
Argentina, una década después

res burocráticos y la nueva genera- agrarias ocurridas en la última déca-


ción de delegados, muchos de ellos da y el lugar del modelo sojero en la
hijos de las revueltas de 2001 y liga- actual estructura económica argen-
dos a organizaciones y partidos de tina. Arrojó a la arena política a los
izquierda. Entre estas luchas, se des- diferentes actores del nuevo mode-
tacan aquellas del sector de servicios lo agrario, develando su entramado
y transporte (empresas de call-center, complejo y sus rasgos mayores (ma-
transporte subterráneo de Buenos Ai- nifiestos en la tendencia al monocul-
res, empleados del Casino de Buenos tivo de soja). Otorgó visibilidad a al-
Aires, entre otros), golpeados por el gunos de los socios «menores» (los
aumento de las condiciones de preca- pequeños productores, que sostenían
riedad laboral. los cortes de ruta), al tiempo que ilu-
minó parcialmente la situación de
■■ Discursos binarios y exacerbación los excluidos del modelo, esto es, las
de lo nacional-popular comunidades campesinas e indíge-
nas, que sufren el desplazamiento y
El conflicto que el gobierno de Cris- despojo de sus tierras a causa de los
tina Fernández de Kirchner tuvo con desmontes y plantaciones de cultivos
los productores agrarios apenas asu- transgénicos, en especial en el Norte
mió, en 2008, fue la piedra de toque argentino.
para actualizar de manera plena el
legado nacional-popular. Recordemos La dinámica virulenta que adquirió
que el enfrentamiento se originó a raíz el conflicto económico hizo que este
de un aumento de las retenciones a adoptara claras dimensiones políti-
las exportaciones agrarias, que pasa- cas: tanto la respuesta inflexible del
ron de 35% a 44%. De manera inédi- gobierno (llamándolos «piquetes de
ta, el frente agrario agrupó tanto a las la abundancia») como la rápida reac-
grandes organizaciones (entre ellas, la ción de sectores de la clase media por-
tradicional Sociedad Rural Argentina, teña, que salieron a la calle a apoyar a
que nuclea a los grandes propietarios), los sectores agrarios, cuestionando el
como a aquellos representantes de los estilo político autoritario del gobier-
pequeños y medianos productores no, sirvieron para reactualizar vie-
(Federación Agraria Argentina), quie- jos esquemas de carácter binario, que
nes llevaron a cabo una serie de blo- atraviesan la historia argentina y han
queos de rutas (paros agrarios y lock- anclado fuertemente en la tradición
outs), que dejaron al país al borde del nacional-popular: civilización o bar-
desabastecimiento durante 100 días. barie; peronismo o antiperonismo;
pueblo y antipueblo. No importa ya si
Este conflicto puso de manifiesto la el gobierno mostró escasa flexibilidad
importancia de las transformaciones para negociar con las diferentes par-
Nueva Sociedad 235 28
Maristella Svampa

tes, cimentando de este modo el ca- completo las compuertas a lo nacio-


rácter monolítico del bloque opositor, nal-popular en su clásica versión es-
o si las clases medias volvieron a ma- tatalista. La conmoción que produ-
nifestar inveterados prejuicios racis- jo la pérdida del político que marcó
tas y clasistas en relación con las bases la escena argentina de la última dé-
populares peronistas. El conflicto fue cada, así como el temor, por parte de
un parteaguas: en ese marco, el go- ciertos sectores sociales, de ver des-
bierno logró la adhesión activa de un vanecidas las conquistas llevadas a
grupo amplio de intelectuales y aca- cabo por el gobierno, constituyeron
démicos de corte progresista, llamado un punto de inflexión15. Este fenóme-
Carta Abierta, que salió en defensa de no conllevó dos consecuencias mayo-
la institucionalidad y realizó una lec- res: por un lado, consolidó el discurso
tura de las movilizaciones agrarias en binario como «gran relato» refunda-
términos de «conflicto destituyente». dor del kirchnerismo, sintetizado en
la oposición entre un bloque popular
Meses después, el gobierno recobró y sectores de poder concentrados (mo-
iniciativa y el esquema binario de lec- nopolios, corporaciones, «gorilas», an-
tura se reforzó notoriamente con el tiperonistas). Como en otras épocas
conflicto generado por la Ley de Me- de la historia argentina, los esquemas
dios Audiovisuales, que esta vez lo dicotómicos, que comenzaron sien-
enfrentó de forma directa con el mul- do principios reductores de la com-
timedios Clarín (que hasta antes de la plejidad en un momento de conflicto,
disputa con los sectores agrarios había terminaron por funcionar como una
sido beneficiado por las políticas del estructura de inteligibilidad de la rea-
kirchnerismo). Los debates en torno de lidad política. Por otro lado, se amplió
la nueva ley, en 2009, suscitaron tam- el arco de alianzas, a partir de la incor-
bién la adhesión entusiasta de nume- poración explícita de la juventud –que
rosos periodistas, artistas y sectores tuvo notoria presencia en las exequias
educativos, que hasta ese momento de Kirchner–. Agrupaciones peque-
habían mantenido más bien una rela- ñas como «La Cámpora» (fundada por
ción de apoyo tácito o de consenso pa- Máximo Kirchner, hijo del matrimo-
sivo en relación con el kirchnerismo. nio presidencial) tuvieron un enorme
Como consecuencia de ello, Argentina crecimiento, y otras similares comen-
comenzó a transitar un escenario de
polarización político-social, compara- 15. Los festejos masivos del Bicentenario de la
ble al de otros países latinoamericanos independencia también promovieron una mi-
rada positiva hacia el gobierno y contribuyeron
(como es el caso de Venezuela). al pasaje del consenso pasivo al consenso activo.
Para un análisis crítico, v. Norma Giarracca: «El
Bicentenario. Miradas desde la Argentina» en N.
Finalmente, la muerte repentina de Giarraca (comp.): Bicentenarios (otros), transiciones
Néstor Kirchner terminó de abrir por y resistencias, Una Ventana, Buenos Aires, 2011.
29 Coyuntura
Argentina, una década después

zaron a multiplicarse por todo el país, un desplazamiento de sindicalistas y


al compás de una doble militancia: de representantes de organizaciones
tanto desde altos puestos del aparato sociales), ha contribuido a resaltar su
del Estado como desde las bases, mar- importancia. No es casual que ellos
cadas por un activismo virtual antes mismos se piensen como «soldados»
que territorial, desde blogs, Twitter y de Cristina y a la vez como «cuadros
otras redes sociales. técnicos» del gobierno, cuya función
es custodiar y asegurar la continui-
El fenómeno no deja de ser llamati- dad del proyecto17.
vo si lo miramos comparativamente,
pues no son menores las diferencias ■■ La ampliación de las fronteras
que separan este ethos militante del de de los conflictos sociales
la generación de 2001. Aunque ambas
se reivindiquen herederas de la gene- El gobierno de Cristina Fernández de
ración del 70, la militancia kirchneris- Kirchner perdió la pulseada política
ta apunta a la revaloración del rol del con los sectores agrarios en el Parla-
Estado y combina una buena dosis de mento, en julio de 2008, y atravesó un
pragmatismo político con las clásicas periodo de zozobra, visible en la de-
apelaciones a lo nacional-popular (en rrota en las elecciones parlamenta-
las que se incluye la defensa del líder rias de 2009. Sin embargo, la recom-
como expresión y condensación del
proyecto político); mientras que la ge-
16. Bergel sostiene que este es un «trasvasa-
neración de 2001 reivindica el carácter miento generacional invertido»: «La idea
más genuino del trabajo basista y te- es sencilla: mientras la generación del 70 se
rritorial, y en los casos de la narrati- apropió de la interpelación que desde el exi-
lio hacía Perón para duplicar su apuesta polí-
va autonomista, continúa mantenien- tica, las más caracterizadas expresiones de la
do una relación conflictiva (aunque militancia juvenil kirchnerista toman la posta
con modestia y, sobre todo, sin la inventiva
no exenta de debates) con la visión de de sus progenitores políticos. Si en los 70 las
una construcción política desde el Es- juventudes eran un polo activo, hoy parecen
ser apenas una continuación pasiva de lo ge-
tado. Tampoco podemos asegurar que nerado por sus mayores. He allí la inversión
esta juventud politizada se convierta de roles. Mientras la ‘JotaPé’ de los 70 inscribió
la retórica del trasvasamiento generacional del
en una «nueva generación política», viejo general en un movimiento que inauguró
dado su carácter incipiente y el im- la posibilidad efectiva de asociación entre pe-
pulso que encuentra desde la cima del ronismo y socialismo, de las nuevas camadas
de jóvenes dirigentes k se escucha poco más
Estado. El rol que la propia presidenta que un llamado abstracto y poco seductor a
tiende a otorgarle, tanto en términos ‘defender el modelo’». M. Bergel: «Generación
e invención de la política», 2011, mimeo.
discursivos (en nombre de un «tras- 17. Agradezco a M. Vásquez haberme propor-
vasamiento generacional»16), como cionado entrevistas a militantes y cuadros de or-
ganizaciones juveniles kichneristas, entre ellas la
prácticos (puestos importantes en las agrupación «La Cámpora», donde se observan
listas de legisladores, que implicaron estos rasgos.
Nueva Sociedad 235 30
Maristella Svampa

posición política fue rápida, gracias encontró escollos insalvables en la


a una conjunción de políticas activas creciente división interna entre sec-
llevadas a cabo desde el Estado, entre tores oficialistas y aquellos oposito-
ellas, la nueva Ley de Comunicación res al gobierno.
Audiovisual, la Ley de Matrimonio
Igualitario (que incluye a personas Por otro lado, aunque las estadísticas
del mismo sexo), la nacionalización de la protesta suelen subrayar que, a
del sistema previsional y, sobre todo, diferencia de los años 90, en los ocho
la Asignación Universal por Hijo, años que lleva en el poder el kirch-
una medida promovida desde hacía nerismo disminuyeron las impugna-
muchos años por partidos y organi- ciones al modelo económico y volvie-
zaciones sociales progresistas oposi- ron a emerger los pedidos típicos de
toras, que la presidenta sancionó por la movilización obrera por salarios y
decreto. mejoras en las condiciones de traba-
jo, esta lectura es parcial. Se ha visto
En segundo lugar, las acciones del interpelada por la explosión de con-
nuevo sindicalismo de base –ligado flictos territoriales vinculados a la
a la matriz clasista– encontraron un disputa por la tierra y la vivienda, así
punto de inflexión dramático. En oc- como por las luchas en defensa del
tubre de 2010, la puja intersindical territorio. Estos conflictos reenvían
se cobró una víctima fatal: Mariano tanto a una demanda acumulada de
Ferreyra, un militante de izquierda viviendas, como al creciente despla-
perteneciente a un partido trotskis- zamiento que sufren masas rurales y
ta (Partido Obrero) fue asesinado en urbanas, pueblos originarios y cam-
el marco de una protesta que exigía la pesinos, a raíz de la implementación
incorporación con plenos derechos de de modelos productivos ligados al
sectores tercerizados de los servicios agronegocio, megaemprendimientos
ferroviarios. Este crimen, que llevó turísticos y minería a cielo abierto,
al encarcelamiento del secretario ge- entre otros, que exigen el acapara-
neral de la Unión Ferroviaria, uno de miento de tierras. Estas problemáti-
los más poderosos gremialistas de cas adoptan dimensiones más dra-
la cgt, puso al descubierto la oscura máticas si hacemos referencia a las
trama existente entre precarización, organizaciones y pueblos indígenas
lógica empresarial, patotas sindica- (como la comunidad Qom, en la pro-
les y apoyos del gobierno nacional y vincia de Formosa), que han protago-
abrió fuertes interrogantes sobre la nizado en años recientes una soste-
calidad y la extensión del modelo la- nida resistencia a los desalojos y han
boral promovido por el gobierno. A sufrido diferentes formas de crimi-
ello se sumó la ruptura de la cta: el nalización y represión, incluyendo el
pluralismo ideológico de la central asesinato.
31 Coyuntura
Argentina, una década después

Asimismo, ligada a estos procesos se debió tanto a la tentación hegemo-


recientes, ya hemos mencionado la nista de la izquierda clasista como a
emergencia de asambleas de vecinos la escasa aspiración de construir una
autoconvocados en contra de la mega- nueva institucionalidad estatal que
minería transnacional. Al igual que en expresaba el ethos autonomista.
otros países latinoamericanos, como
Perú, Ecuador y Guatemala, este tipo Aun así, en medio de la crisis, pocos
de movilizaciones socioambientales auguraban una rápida recomposi-
se localizan en pequeñas y medianas ción política desde arriba. Aunque
localidades de la zona cordillerana y el sistema político partidario no ha-
precordillerana. Pese a las asimetrías bía estallado, frente a la aguda cri-
existentes, entre 2003 y 2008 estos sis de representación se apuntaba a
movimientos han logrado la sanción un cierto recambio de las elites po-
de leyes de prohibición de la minería líticas. Esto no sucedió finalmente,
a cielo abierto (con algún tipo de sus- pero tanto el colapso de la coalición
tancia contaminante) en siete provin- gobernante en 2001 (la alianza entre
cias argentinas18. En este campo, uno la tradicional Unión Cívica Radical y
de los avances más importantes fue sectores progresistas) como la reso-
la sanción de una Ley de Protección lución posterior de la crisis fortale-
de Glaciares, en septiembre de 2010, cieron la hipótesis de que el peronis-
luego de que fuera vetada por la pre- mo es el único partido político que
sidenta en 2008, lo cual puso de ma- puede asegurar gobernabilidad, en
nifiesto la influencia de los grandes
intereses mineros (entre ellos, de la
compañía canadiense Barrick Gold, 18. M. Svampa y Mirta Antonelli: Minería trans-
nacional, narrativas del desarrollo y resistencias so-
cuya actividad se vería comprometi- ciales, Biblos, Buenos Aires, 2009.
da por la aplicación de la ley)19. 19. La ley prohíbe cualquier actividad extractiva
en 1% del territorio nacional (zona de glaciares
y periglaciares) y su sanción fue el producto de
■■ El peronismo como hegemonía una laboriosa acción transversal realizada por
organizaciones ambientalistas, asambleas ciu-
dadanas, sectores políticos de centroizquierda
Varias hipótesis recorrían el escena- e intelectuales ligados a las luchas ambientales,
en medio de un intenso lobby minero. Sin em-
rio político en los primeros años del bargo, la ley fue prontamente judicializada y
siglo xxi argentino. Para algunos, era su reciente reglamentación confirma la escasa
previsible que las formas políticas voluntad del gobierno nacional y las diferentes
instituciones del Estado para hacerla efectiva, lo
que se multiplicaron a partir de di- que permite el continuo avance de los proyec-
ciembre de 2001 no podrían sostener tos mineros. Asimismo, todo parece indicar que
luego de la reelección de Cristina Fernández de
un eterno estado de efervescencia y Kirchner (octubre de 2011) y la consolidación
fracasarían en su intento de recom- de varios gobernadores de provincias mineras,
habría un avance de los proyectos en varias pro-
posición política desde abajo. Como vincias argentinas que hoy cuentan con leyes de
hemos señalado, parte de ese fracaso prohibición de la minería a cielo abierto.
Nueva Sociedad 235 32
Maristella Svampa

medio de una sociedad atravesada lar –desde 2003, con Néstor Kirchner
por múltiples conflictos. Sin embar- como presidente– y exacerbadamen-
go, en los primeros años del nuevo te nacional-popular desde 2008 –bajo
siglo, bien podía pensarse que mu- la presidencia de Cristina Fernández
cha agua había corrido bajo el puen- de Kirchner–. Como afirma Juan Car-
te peronista y que el neoliberalismo los Torre, en realidad el peronismo es
había dejado marcas indelebles en un sistema político en sí mismo, pues
la memoria militante de los argenti- reúne a la vez gobierno y oposición20.
nos. Más simple: parecía inconcebi- Un ejemplo reciente ilustra lo dicho:
ble que luego del notable giro neoli- en las primeras elecciones genera-
beral del peronismo en los años 90, les primarias, realizadas en agosto
que se tradujo en una profunda cri- de 2011, las corrientes que se reivin-
sis de la militancia política y en un dican dentro del campo peronista
gran desdibujamiento en términos reunieron en total 70% de los votos
de contracultura política, este pudie- válidos emitidos. 50,4% votó por la
ra reactualizar y potenciar los com- actual presidenta, anticipando su re-
ponentes nacional-populares, visi- elección. Este fenómeno tiene su con-
bles en la revaloración del Estado, tracara también en la creciente divi-
la centralidad del líder y el rearma- sión de la oposición, tanto dentro del
do de un aparato militante (sindi- peronismo más conservador, de los
cal, social, político y cultural). sectores de derecha, como en la vola-
tilidad de los proyectos alternativos
En contraste con Eduardo Duhalde y de centroizquierda. En 2011, el único
su fórmula «default más represión», triunfo que la oposición puede mos-
Néstor Kirchner, el presidente ines- trar como incontestable es la reelec-
perado, propuso una fórmula via- ción del jefe de gobierno de la Ciudad
ble y atractiva que combinaba el re- Autónoma de Buenos Aires, Mauricio
ciente progresismo latinoamericano Macri, quien se perfila como el candi-
con apelaciones tradicionales (prag- dato de los sectores de derecha para
matismo político, concentración de las elecciones de 2015.
poder, subordinación de los actores
al líder, entre otros), en un contexto Por primera vez en la historia ar-
económico favorable. Cabe observar gentina, el partido peronista (en su
en retrospectiva que, desde el retorno a versión kirchnerista) gobernará por
la institucionalidad democrática, en 12 años consecutivos, algo que ni el
1983, el peronismo gobernó 20 sobre mismísimo Juan D. Perón logró, ya
28 años, y que ha sido sucesivamente
neoliberal –en los 90, bajo las dos ges- 20. «Los desafíos de la oposición en un gobierno
peronista» en J.C. Torre et al.: Entre el abismo y
tiones de Carlos Menem–, progresis- la ilusión. Peronismo, democracia y mercado, Grupo
ta y tendencialmente nacional-popu- Editorial Norma, Buenos Aires, 1999.
33 Coyuntura
Argentina, una década después

que gobernó entre 1946 y 1955, año que tanto ha sobrevolado como mal-
en que fue derrocado por un golpe dición sobre anteriores experiencias
militar. Mucho menos podía espe- nacional-populares.
rarse tal continuidad en los años 70,
cuando la inestabilidad institucional En el orden de los «populismos real-
y la violencia política eran parte del mente existentes», la actualización de
clima de época. lo nacional-popular, realizada a tra-
vés de la profundización de los anta-
Nuevamente, y mucho más que otros gonismos y la activación de estruc-
populismos latinoamericanos, el pe- turas de inteligibilidad binarias, se
ronismo probó ser capaz de contener halla más cerca de las clásicas versio-
las más diversas corrientes político- nes organicistas de la hegemonía que
ideológicas en su seno, así como vol- de una visión pluralista. No obstante,
vió a dar pruebas de una gran pro- aunque la matriz nacional-popular
ductividad política. No es extraño puede reclamar hegemonía (asentada
entonces que, debido a una combi- sobre todo en una construcción cultu-
nación de lógica política y estrategia ral-mediática), se muestra incapaz de
adaptativa, propia de la amplitud y aglutinar y contener todos los fren-
la plasticidad de su marco ideológi- tes de conflicto y todas las formas de
co, las mismas personas que fueron expresión de lo popular21. La explo-
fervorosamente neoliberales en una sión de una conflictividad ligada a
etapa pudieran devenir nacional-po- las políticas de mercantilización de
pulares en la siguiente. Con los años, las tierras, en la que se mezclan fe-
el éxito económico del gobierno y la nómenos como la urbanización for-
posterior ampliación de un sistema zada con la concentración de la tie-
de alianzas en clave nacional-popu- rra, la expansión del agronegocio y
lar (no solo desde el sindicalismo tra- la minería transnacional, revelan
dicional, sino también desde el ám- algo más que el costado «débil» del
bito de la cultura y la educación, y gobierno: en realidad, estas polí-
la nueva militancia política juvenil), ticas forman parte del sistema de
con la consiguiente reducción y sim- dominación; son sostenidas y pro-
plificación del espacio político, ter- movidas desde el aparato estatal y
minaron por ensanchar las espaldas
del proyecto político gubernamental,
21. La permanencia de la matriz autonomista (en
con ingentes bases provenientes de organizaciones sociales) e incluso la clasista, liga-
las clases medias urbanas. Asimis- da a los partidos de izquierda, es algo más que
la expresión de formas organizacionales y parti-
mo, por primera vez en su historia, darias residuales o recesivas: es parte constituti-
desde el poder, el peronismo parece- va del tejido organizativo popular y no es casual
que aparezca asociada a aquellos conflictos o
ría superar la oposición entre pueblo «modelos» que el discurso oficial intenta borrar
y cultura, entre masas e intelectuales, o denegar.
Nueva Sociedad 235 34
Maristella Svampa

marcan la profundización de una ló- ción por demás frágil y peligrosa. Cabe
gica de desposesión, en una pertur- destacar que en el último año hubo 15
badora continuidad con lo sucedido muertos por represión, en gran parte
en los años 90. ligados a conflictos por la tierra y la vi-
vienda. En este sentido, si bien los go-
Una particularidad que afianza la biernos de los Kirchner no utilizaron
construcción hegemónica es que, en la represión como «política de Esta-
el campo de las luchas, la coexistencia do», no es menos cierto que esta apare-
actual entre modelos de desarrollo di- ce hoy ampliamente federalizada. Más
ferentes (industrial/servicios; agrone- claro: son los gobiernos provinciales
gocio/minero) se expresa a través de –muchos de ellos alineados con el ofi-
una gran desconexión: así, existen po- cialismo– los que apelan a la represión
cos puentes entre las actuales luchas a través de grupos especiales, policía
sindicales y las disputas por la tierra y provincial, patotas sindicales e inclu-
el territorio. Entre otros, uno de los fac- so guardias privadas, contra aquellos
tores que agrava la desconexión es la que cuestionan una política de acapa-
acentuación de una retórica nacional- ramiento de tierras, y por ende, directa
popular, en clave desarrollista, que o indirectamente recusan la expansión
potencia los rasgos corporativos de los de modelos productivos avalados y
sindicatos y acentúa la incomprensión promovidos de manera activa por po-
hacia aquellos sectores que cuestio- líticas nacionales. Existe, como tal, una
nan los modelos minero y de agrone- clara responsabilidad del gobierno na-
gocio. En este marco, no es casual que cional, cuyo sistema de mediaciones y
los sectores intelectuales kirchneristas entramados de poder aparece por lo
y la nueva juventud política militante general desdibujado y que los hechos
tiendan a mantener «blindado» el dis- de represión tienden a iluminar de
curso frente al carácter nodal de estas manera cada vez más dramática.
problemáticas, negando la responsa-
bilidad gubernamental respecto de la Está por verse qué pasos seguirá la nue-
lógica de desposesión que caracteriza va juventud militante frente a la dimen-
determinadas políticas de Estado, y a sión conflictiva que cobre el avance de
subrayar, en contraste, el peso de las la dinámica de desposesión y qué capa-
políticas sociales y la revitalización de cidad de absorción y neutralización de
institutos laborales, como la negocia- las disputas (sociales, políticas y econó-
ción colectiva, entre otros. micas) mostrará un gobierno cuya pre-
sidenta, luego de 2011, ya no tiene posi-
Todo indica que, en los próximos años, bilidades de ser reelegida. Un escenario
la coexistencia entre dinámica nacio- atravesado por conflictos y la sucesión
nal-popular y acentuación de la lógica futura dentro del peronismo abren así
de desposesión tenderá a agravarse, lo nuevos interrogantes sobre el devenir
cual coloca a Argentina en una situa- de lo nacional-popular en Argentina.

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