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An On Dublin

Street

Halloween
by Samantha Young
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Fire, Edimburgo.

Con calor y picazón bajo la peluca corta negra que llevaba puesta,
no me sentía del todo atractiva, a pesar del corto traje de Blancanieves
que también llevaba. Con una mano agarrando una manzana falsa, me
balanceé en torno a una vampira mujerzuela que casi me hace caer de
mis plataformas negras.
La música retumbaba a mi alrededor y ya no podía ver mis pies entre
la “niebla” en el suelo creada por las máquinas de humo que Braden
había contratado para Halloween en el club nocturno Fire.
—¡Blancanieves! —Un Frankenstein torpe tropezó conmigo,
mirándome de reojo continuó—: ¿Quieres echar un polvo?

—En realidad no me van los experimentos —contesté. Se me quedó


mirando sin comprender mientras reía de mi propia broma. Suspirando, lo
rodeé—. Qué desperdicio de un buen chiste —murmuré.
Mis ojos recorrieron el salón, en busca de mi novio. No sabía que iba
a venir esta noche usando mi corto traje de Blancanieves llevando ropa
interior blanca sensual para coincidir con las medias altas de seda que
llevaba. Mi esperanza era distraerlo un poco en su oficina, en su agradable
y gran escritorio. Me estremecí en anticipación recordando la última vez
que lo había distraído en su agradable y gran escritorio.
Con la peluca, un poco de polvo en la cara, las gruesas pestañas
negras y el lápiz labial de color rojo brillante, el portero de Braden no me
había reconocido. Me preguntaba, ¿cómo le iría a Braden?
Pasando a Barbie y Hércules cuando casi llegaban a la pista de
baile, me acerqué más a la barra. Braden no era de disfraces así que
había elegido llevar un esmoquin. Me había dicho que si alguien le
preguntaba quién era, iría con “James Bond”.
¿Dónde estás James Bond? Fruncí el ceño, girando lentamente sobre
mis talones.

—Oh… —Tropecé para evitar chocar con Braden que había


aparecido de repente detrás de mí como de la nada.
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Se veía ardiente en su esmoquin negro.


Delicioso.

—¿Blancanieves? —Sus labios temblaron de risa—. ¿En serio?


Mi mano voló a mis caderas.
—¿Me reconociste?

Braden rió.
—Cariño.

—Podría ser Blancanieves —insistí, sosteniendo la manzana en alto—.


Hago una muy buena Blancanieves. Si fuera tú no sería tan estúpido como
para morder la manzana.

—No soy el que está siendo tentador esta noche. —Sus ojos vagaron
por mi cuerpo, tornándose más oscuros con gran intensidad en los ojos a
medida que veía mis medias de seda blanca—. Maldición, eres toda una
sexy Blancanieves.
—Deberías ver lo que hay debajo de esto.

Extendió su gran, suave y cálida mano envolviéndola en mi cintura


para acercarme más.
—Se supone que debo estar trabajando. Tengo un músico muy
importante preparado para esta noche.
Toqué su pajarita, presionando mi cuerpo inferior aún más contra el
suyo.
—Eres el dueño. Técnicamente, no tienes que estar aquí en absoluto.
Te sugiero que te tomes un descanso por un rato.

—¿Un descanso? —murmuró, su mano deslizándose hacia abajo


sobre mi culo.

Ladeando la cabeza hacia un lado, sonreí hacia él.


—¿En ese bonito y grande escritorio en tu oficina, tal vez?
La mano de Braden se tensó en mi culo. Después de un simple
segundo de contemplación sacó una tarjeta de plástico del bolsillo y me la
entregó.

—La llave de mi oficina. Nos encontramos allí en cinco minutos.


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—Entendido. —Sonreí, liberándome con suavidad de su agarre.


Sólo caminé unos pasos, sintiendo sus ojos en la piel revelada por la
mini versión azul y amarillo del vestido de Blancanieves que llevaba. Me
volví hacia él.
—Ah, y señor Bond… —Levanté una ceja—. Espero ser sacudida, no
revuelta.
Braden echó la cabeza hacia atrás y rió, atrayendo la atención de
los bailarines cercanos, pero él ni se dio cuenta.
—No te preocupes, nena. Voy a sacudirte y al escritorio en el que te
encuentres —prometió, dándome una sonrisa arrogante antes de regresar
a las multitudes hacia el otro lado del club.
Sintiéndome satisfecha conmigo, me pavoneé por las escaleras
hasta la oficina de Braden. Cerré la puerta detrás de mí, mis ojos
iluminándose a la vista del escritorio.
—Aquellos buenos tiempos. —Suspiré con alegría, sabiendo que esta
noche añadiríamos unos cuantos recuerdos más a esta oficina.
Buscando detrás de mí, agarré la cremallera de mi vestido y lo
deslicé hacia abajo. El traje de tafetán cayó fácilmente y me estremecí
bajo el aire frío de la oficina, estando de pie allí en nada más que un
sujetador, bragas, medias hasta el muslo y tacones. Eso también me era
familiar.
Arrojando el vestido en la silla de Braden, rodeé el escritorio y
comencé a apartar lo poco que estaba en él. Satisfecha, me subí sobre él
y crucé las piernas. De frente a la puerta, esperando.
Y esperé.

Y esperé.
Justo estaba deslizándome fuera del escritorio, dispuesta a encontrar
a mi novio y matarlo, cuando la puerta de la oficina se abrió y él entró.

Inmediatamente me eché a reír.


Sus ojos se apoderaron de mí mientras cerraba la puerta y verme en
mi ropa interior hizo que su ceño fruncido se profundizara.
Eso sólo me hizo reír más fuerte.
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Goteando por su rostro, acumulándose a lo largo de sus amplios
hombros y cayendo en repulsivos grumos por su esmoquin había una
sustancia pegajosa verde. La expresión de su rostro no tenía precio.
—Deja de reír —me advirtió.

Por supuesto, como siempre, no presté atención a la advertencia.


Finalmente me calmé lo suficiente para murmurar:

—¿Qué pasó?
—Mis porteros dejaron que los Cazafantasmas entraran al club.
Trajeron ectoplasma.

Dejé escapar otra carcajada.


—Oh, hombre. —Luché para respirar—. Voy a hacerme pis encima.

El estrechamiento de sus ojos fue la única advertencia que tuve


antes de que él se moviera desde el otro lado de la habitación más rápido
de lo que pensé era posible. Se envolvió a mi alrededor, apretándome en
un fuerte abrazo mientras frotaba su cara cubierta de la cosa pegajosa
sobre la mía. Grité, tratando de alejarme de él, pero Braden reía,
recogiendo “ectoplasma” de su esmoquin a medida que me quitaba la
peluca y frotaba la suciedad en mi cabello. Empezamos a luchar, salvo
que el objetivo era cubrir al otro tanto como sea posible de la
asquerosidad verdosa.
Me resbalé sobre dicha asquerosidad, mis piernas saliendo volando.
Cuando Braden intentó sujetarme, sus propios pies resbalaron.

—¡Whoa! —Envolvió sus brazos alrededor de mi cintura a medida


que caíamos de modo que aterrizamos en el suelo, mi cuerpo sobre el
suyo.
Unos segundos después del impacto y el gruñido de dolor de Braden,
me alcé sobre él para mirarlo a la cara. Tan pronto como nuestros ojos se
encontraron nos echamos a reír de nuevo.
Nos reímos tan duro que me dolía el estómago.

Limpiando mis ojos, me bajé de él para que así pudiera recostarme


en el suelo a su lado.
—Esto en cuanto a sexy tiempo en el escritorio.
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Braden resopló.
—¿Qué no es sexy sobre el ectoplasma y James Bond?

Me reí divertida.
—Bueno, esa es una frase que jamás pensé escuchar. —Me empujé
sobre mis codos para mirar hacia mi cuerpo en mi ropa interior ahora en
ruinas—. Esta era ropa interior cara.
—Bueno, este era un esmoquin de alquiler.

Le eché un vistazo, sonriendo.


—Uuups. Ahí va tu depósito.
—Nota mental: Prohibir entrar a cualquiera vestido de los
Cazafantasmas el próximo año.
—Sí —concordé—. ¿Y ahora qué?

Su mirada vagó sobre mí.


—Ahora te llevo a casa para poder quitarte el ectoplasma de
encima.

—Oooh… ¿vas a reemplazar el ectoplasma con un orgasmo? —


Sonreí—. ¿Viste lo que hice con esa frase?
Braden asintió solemnemente.

—Mi chica es sexy e inteligente.


—Fui a la universidad, ya sabes. —Traté de ponerme de pie con
elegancia, pero resbalando una vez más con la sustancia viscosa destruyó
mis esfuerzos. Por suerte me las arreglé para mantener el equilibrio en esta
ocasión. Con cuidado, caminé hasta el escritorio y busqué mi vestido. Le
eché al escritorio una mirada triste—. Tal vez la próxima vez.
—Sin duda la próxima vez —prometió Braden, deteniéndose detrás
de mí. Le dio un beso a mi hombro desnudo—. Una vez que te metas en la
ducha, te olvidarás de todo sobre el escritorio.
Muy ilusionada con eso, me vestí rápidamente, tomé la mano
extendida de Braden, y lo seguí fuera de la oficina. Nos dirigíamos a través
de la multitud cuando el brillo de algo blanco me llamó la atención. Volví
la cabeza, viendo los cuatro chicos Cazafantasmas en la esquina. Mi
mirada pasó por encima de ellos, aterrizando en la pistola de agua que
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había sido modificada para contener la sustancia pegajosa y tiré de la


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mano de Braden. Él se detuvo, mirándome por encima del hombro de
forma interrogativa.
Levanté un dedo.
—Un segundo.

Con eso me abrí paso entre la multitud y arranqué la pistola de agua


del agarre de Cazafantasmas número uno.

—¡Oye! —gritó, su rostro arrugándose en petulancia.


Apunté la pistola de agua cuando los cuatro vinieron hacia mí. Abrí
fuego, balanceándome de un lado a otro hasta que estuvo vacía.

Los Cazafantasmas me miraron en estado de shock a través de


capas viscosas de sustancia verde lima.

Devolviéndole la pistola de agua a número uno aún aturdido, me


encogí de hombros.
—Eso es por arruinar un sexy tiempo en el escritorio.

Regresando hasta Braden lo miré a los ojos. Él me devolvió la mirada


con calma y tendió su mano.
—¿Te sientes mejor?

—Voy a estarlo una vez que tengamos nuestro sexy tiempo en la


ducha.

Él asintió y me llevó a su lado mientras avanzábamos por las


escaleras hacia la salida.
—Sale un sexy tiempo en la ducha.

—¡Feliz Halloween! —Nos gritaron dos chicas borrachas vestidas de


hadas cuando salíamos del club.

Toqué mi cabello, haciendo una mueca ante el pegote verdoso que


Braden había embarrado en él. Miré hacia Braden, viendo el pegote en su
propio cabello. Al menos estábamos pegajosos juntos.

—Feliz Halloween. —Besé su mejilla y envolví mi brazo alrededor de su


cintura dejando que me lleve a casa.
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Traducido, corregido, revisado y

diseñado en

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