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cielo
La palabra que Pablo tenía en mente al comenzar a despedirse en su epístola a los
Filipenses es la palabra: Cielo. ¿Por qué digo esto? Porque los ciudadanos del cielo a los
que hace alusión en 3:20 en primer lugar conviven a pesar de las diferencias. Eso lo
vemos en el ejemplo de exhortación dirigido a las dos hermanas que estaban peleadas. Él
les dijo en 4:3 que aprendan a convivir desde ahora a pesar de sus diferencias personales
porque le esperaba una eternidad para convivir juntas puesto que sus nombres estaban
inscritos en el libro de la vida. En segundo lugar el ciudadano del cielo controla su
estado de ánimo. En 4:4 dice: “Regocijaos en el Señor siempre”. Sí, siempre, a pesar de
lo que pase afuera, porque el ánimo del hijo de Dios no se regula desde afuera sino desde
adentro porque es regulado por el Espíritu Santo que mora en él. No andan hoy bien y
mañana mal. Hoy me siento con ganas de ir a la iglesia y mañana no voy porque no tengo
ganas, hoy hago mi devocional mañana no porque esto o aquello me salió mal. ¡No!.
Regocijaos en el Señor siempre repite Pablo. En tercer lugar los ciudadanos del
cielo confían en el control divino, por eso presentan sus peticiones al Padre en toda
oración y ruego, con acción de gracias como dice en 4:6. En cuarto lugar los ciudadanos
del cielo cuidan su salud mental. Los versículos 8 y 9 nos animan a pensar en todo lo
bueno, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, etc. En quinto lugar el verdadero
ciudadano del cielo comparte para las necesidades de los santos. ¿Te das cuenta que
el cielo es la idea preponderante en la mente de Pablo al escribir este último capítulo? Él
tenía la mira puesta en las cosas del cielo y no en las de la tierra, ese era el secreto de un
gozo estable. Y puede y debe ser el tuyo y el mío en este día. Mira arriba. Contempla con
los ojos de la fe tu futuro de gloria, y frente al espejo de la Palabra de Dios mira si están
en ti estas cinco características. ¡Dios te bendiga!
esús y la ley (Mateo 5:17-20)
“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para
cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde
pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno
de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en
el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el
reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y
fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”.
Mateo 5:17-20
Introducción
Aquí nos encontramos con una de las declaraciones más impactantes de nuestro Señor
Jesucristo. Muchos amadores de la doctrina de la gracia han llegado a especular que Jesús nunca
pronuncio esta palabras, sino fueron puestas por los judíos mesiánicos como Mateos que
consideraban importante continuar con la observancia de la ley aun después de convertidos a
Cristo, contrario a las enseñanzas de Pablo a los gentiles donde ya no se estaba obligado a
continuar con esto. Sin embargo, creemos que fue Jesús quien dijo estas palabras, y de hecho está
a punto de mostrarnos la verdadera interpretación de la ley en los siguientes versículos.
Jesús-ley
Jesús y la ley
Para poder comprender mejor lo que Jesús está tratando de enseñar es importante
comprender que significa la ley y los profetas. En primer lugar el canon hebreo contenían 24 libros
y éstos estaban divididos en 3 partes: La Ley (Torá), los profetas (Nebiim) y los Escritos (Ketubim),
y éstos incluían:
2. Los Profetas: Profetas anteriores (Josué, Jueces, Reyes y Samuel) y Profetas posteriores
(Isaías, Jeremías, Ezequiel y el Libro de los doce –es decir, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás,
Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías, Malaquías-).
3. Los Escritos: Salmos, Proverbios, Job, los Megilot –Cantar de los Cantares, Rut,
Lamentaciones, Eclesiastés y Ester-, y finalmente Daniel, Esdras-Nehemías y Crónicas).
En ocasiones a la tercera división simplemente se la llama los Salmos. Fue esta la Biblia
que cito muchas veces nuestro Señor Jesús y hoy por hoy sigue siendo la Biblia Hebrea. Por eso
cuando el gran Maestro habla acerca de la ley o los profetas se refiere al canon hebreo y no solo lo
cito aquí sino en otras ocasiones:
“Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que
se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés (Torá), en los profetas (Nebiim) y
en los salmos (Ketubim)”.
Lucas 24:44
Por tanto, cuando Jesús habla acerca de cumplir la ley y los profetas (y en otras ocasiones
los salmos) se refiere a cumplir todo el Antiguo Testamento que incluyen nuestros primeros 39
libros (24 para los judíos) de la Biblia. No obstante, los judíos de los tiempos de Jesús habían
confundido el verdadero camino que la ley quería mostrar y habían caído en una serie de
interpretaciones que los llevaron a establecer una serie de mandamiento de hombres que
imponían al pueblo desviándose de la verdadera esencia de la palabra de Dios.
“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para
cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde
pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido”.
Mateo 5:17-18
Nos queda claro que aquí Jesús se está refiriendo a cumplir la verdadera ley de Dios; sin
embargo, para esta época los escribas y fariseos tenían un concepto muy diferente de lo que esto
significaba ya que habían incluido entre los mandamientos del Señor una serie de interpretaciones
que ellos le daban a los mandamientos y los habían convertido en parte de la ley. Cuando Dios le
entrego los Diez Mandamientos a Moisés en el Monte Sinaí, también le dio una serie de leyes
sacerdotales, civiles y morales que en total sumaban alrededor de 613 leyes. Estas leyes formaron
parte de los principios y normas que regían la vida de los judíos, sin embargo, esto no significa que
los cristianos estamos obligados a someternos a todas ellas. En el caso de las leyes sacerdotales
estaban orientadas a legislar la adoración a Dios, los sacrificios y demás ceremonias en las que el
pueblo participaba a través de la ministración de los sacerdotes. En la actualidad estas leyes ya no
se aplican ya que es a través del sacrificio de Cristo que tenemos entrada al lugar santísimo. Con
respecto a las leyes civiles, si bien es cierto nos dejan una gran enseñanza, difícilmente la mayoría
de ellas podría aplicarse a nuestras vidas ya que fueron dadas a un pueblo que vivió hace muchos
años en el desierto y que tenía un gobierno teocrático. Ahora bien, cuando hablamos de las leyes
morales esto es cosa diferente. Las leyes morales aún está vigentes, no solo para los judíos, sino
también para todos los cristianos. En estas se legislan los aspectos relacionados con la conducta
hacia el prójimo, Dios y nosotros mismos y la prohibición al pecado. Es a esta ley a la cual se refería
Jesús cuando decía: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas…” Esta ley es
eterna y permanece inalterable a los largo de todos los tiempos, a tal punto que ni siquiera la más
pequeña de las letras del alfabeto hebreo, la yod que equivale a nuestra jota española, puede ser
alterada. Ni siquiera la parte más pequeña de una letra se omitirá o como la Reina Valera 60 lo
dice: ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido, asegurándonos no solo su
eterna inalterabilidad, sino también su seguro cumplimiento.
“Porque: Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba
se seca, y la flor se cae; más la palabra del Señor permanece para siempre”.
1 Pedro 1:24-25
“De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así
enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los
haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos”.
Mateo 5:19
Si bien es cierto la vida cristiana se vive por medio de la fe en Jesús, esta fe tiene que verse
reflejada a través de las buenas obras que caracterizan a un verdadero hijo de Dios. Pablo, el
defensor de la fe que salva sin obras, lo aclara de la siguiente manera: “Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie
se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”, (Efesios 2:8-10), y Santiago expresa el
mismo principio de la siguiente manera: “Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras.
Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras”, (Santiago 2:18). Por tanto, la
verdadera grandeza de la vida cristiana consiste en glorificar al Dios que nos salva por la fe a través
de las buenas obras, y estas buenas obras se reflejan en la observancia de su palabra. La palabra
de Dios nos muestra el verdadero carácter moral y espiritual que debemos tener en este mundo
de pecado y como cristianos debemos girar nuestra vida alrededor de estos principios divinos. Por
eso los grandes en el reino de los cielos serán aquellos que por la fe vivieron de acuerdo a su
bendita palabra y aún más, se dedicaron a enseñarla a los demás.
Mateo 5:20
Estas palabras tuvieron que haber causado gran impacto en los oídos de la multitud, ya
que los escribas y fariseos eran considerados como las personas cuyo nivel espiritual estaba por
encima de las personas comunes y sin duda alguna eran los primeros en entrar en el reino de los
cielos. Sin embargo Jesús dice que no era así. La vida de estos líderes religiosos estaba basada en
puras apariencias e hipocresía religiosas y habían olvidado el amor, la justicia y la misericordia;
estaban más preocupados en obedecer sus preceptos y conceptos religiosos que en vivir la
verdadera ley. Por eso Jesús les dice que para poder entrar en el reino de los cielos su justicia tiene
que ser mayor que la de los escribas y fariseos. Para ello Nuestro Señor proveyó un camino
perfecto a través de su muerte y resurrección para que todos los que por la fe creyéramos en Él
fuésemos justificados gratuitamente y así heredar la vida eterna.
“Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma
manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida”.
Conclusión
En resumen, creo que “la Ley o los Profetas” en 5:17 y “la Ley” en 5:18 se refieren al Antiguo
Testamento como un todo. Yo no diría que este entendimiento está probado más allá de toda duda o
que personas razonables no puede estar en desacuerdo. Pero creo que esta comprensión es más
probable que no, incluso viable. Ciertamente creo que es razonable y digno de consideración. Por
otro lado, creo que el punto de vista de la Ley mosaica es más difícil de probar. También sería
cauteloso de cualquier sistema o punto de vista teológico que base el peso de su validez en un
entendimiento más estrecho de la “Ley” en Mateo 5:18.
En mi próximo artículo veremos el significado de “abolir” y “cumplir” en Mateo 5:17-18 y cómo
estos términos se relacionan con “la Ley o los Profetas.”