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DE LA CAUCIÓN CONTRACAUTELA
EN EL PROCESO CIVIL PERUANO
Sumario: I. A modo de introducción: objetivos y orden de la exposición. II. Premisa: aproximación inicial
a la tutela cautelar y las particularidades del Código Procesal Civil peruano. III. Breves anotaciones a la
caución contracautela desde una perspectiva terminológica. A. El significado del término contracautela
en la doctrina italiana. B. Las diferentes formas en que se emplea el término caución o garantía. IV. Breves
anotaciones a la caución contracautela desde una perspectiva dogmática. A. La imprecisa crítica a la na-
turaleza de la contracautela como especie o tipo de “medida cautelar”: de la distinción entre la resolución
cautelar y la medida cautelar al paradigma de la tutela de las situaciones jurídicas. B. La importancia de
la naturaleza jurídica de la contracautela como garantía: la necesidad (y utilidad) de diferenciar entre
garantía y relación de obligación garantizada. C. La caución contracautela como presupuesto de la actua-
ción de la resolución cautelar que declara fundada la solicitud cautelar. D. Las características de la caución
contracautela y de la relación de obligación garantizada. V. Breves apuntes respecto al fundamento de la
caución contracautela. A. El derecho a la igualdad procesal como presunto fundamento de la caución
contracautela. Crítica. B. La tutela resarcitoria como fundamento de la caución contracautela: una apro-
ximación a partir de las funciones de la responsabilidad civil. C. El fundamento de la caución contracau-
tela y su relación con el derecho fundamental de acceso a la justicia. VI. Análisis de problemas concretos
vinculados a la caución contracautela. A. Criterios para la cuantificación de la caución contracautela y
su relación con el alcance del resarcimiento derivado de la actuación de una resolución cautelar. B. La
interrelación entre los presupuestos de concesión (fumus boni iuris y periculum in mora) y de eficacia
(caución contracautela) de la tutela cautelar). C. Algunos supuestos específicos de desnaturalización de la
caución contracautela en la legislación procesal especial. VII. A modo de conclusión.
Sumilla: La contracautela es una garantía, en sentido técnico, del eventual resarcimiento derivado de la
actuación de resoluciones cautelares y al mismo tiempo es un presupuesto de eficacia de las resoluciones
que amparan las solicitudes cautelares. Desde un enfoque basado en la tutela de las situaciones jurídicas
subjetivas se presenta un desarrollo dogmático de la caución contracautela que abarca sus principales
notas características, así como el fundamento de la institución. Se concluye el trabajo con el análisis de
aplicaciones prácticas con incidencia en el trabajo desarrollado por los magistrados en el proceso, como
por el legislador al momento de regular normativamente la contracautela.
1 Abogado. Candidato a magíster en Derecho Civil y Comercial por la Universidad Nacional Mayor de San Mar-
cos. Estudios de Especialización en Contratos y Daños por la Universidad de Salamanca. Profesor de la Facultad
de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas.
Integrante de la delegación peruana del Grupo para la Armonización del Derecho en América Latina (GADAL).
Asociado de Linares Abogados.
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Sobre la tutela cautelar
La tutela cautelar es el mecanismo de protección con el que cuentan los particulares para
hacer frente al peligro de lesión que se genera una situación jurídica material de la cual
se es titular, debido a la duración del proceso cuando este es empleado como medio para
dilucidar dicha situación jurídica sustancial.
Bajo este esquema, el objetivo central del presente estudio consiste en realizar una bre-
ve aproximación dogmática y funcional de la, denominada, contracautela2 que permita
establecer sus principales características, identificar sus fundamentos y apreciar la rele-
vancia práctica de esta figura.
Una precisión adicional debe ser realizada. El presente estudio se sustenta en dos líneas
maestras claramente definidas que reflejan una opción personal (dentro de las muchas
posibles) del estudio de instituciones jurídicas.
2 ARIANO DEHO, Eugenia. “Tutela cautelar y status quo en la reforma procesal (comentarios a una pro-
puesta de modificación que poco pretende modificar)”. En: ARIANO DEHO, Eugenia. “Estudios sobre
la tutela cautelar”. Lima: Gaceta Jurídica. 2014. p. 202, quien señala que “El tema de las cauciones es
en extremo delicado y complicado, porque, por un lado, su necesario establecimiento puede impedir el
acceso a la tutela cautelar a quien realmente la necesita y, por otro, su ausencia, puede conducir a que
los daños que una tutela cautelar injustificada pueda provocar al afectado no puedan ser fácilmente
resarcidos”.
3 MARINONI, Luiz Guiherme. “Introducción al Derecho Procesal Civil”. Traducido por Christian Delgado
Suárez. Lima: Palestra Editores. 2015. pp. 76-82.
4 BEDAQUE, José Roberto dos Santos. “Efetividade do processo e técnica processual”. Sao Paulo: Malheiros.
2007. pp. 73-182.
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cautelar a fin de asentar ciertas premisas del análisis que serán utilizadas a lo largo del
presente trabajo.
Por último, concluiremos con una reflexión final respecto del tema bajo estudio como
cierre de la presente exposición.
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Sobre la tutela cautelar
De forma complementaria con lo indicado en el párrafo anterior, debemos añadir que las
dudas vinculadas a la tutela cautelar no solo se establecen a nivel de su aplicación con-
creta, sino también respecto a su fundamentación y a la identificación de sus elementos
estructurales (tanto a nivel dogmático como funcional). Con la finalidad de tener una vi-
sión panorámica de la problemática nos limitaremos a enunciar algunas de las cuestiones
controvertidas.
En primer lugar, se puede afirmar que de forma mayoritaria se sostiene que el fundamen-
to de la tutela cautelar es de carácter constitucional6, ya que se reconoce la vinculación
entre la tutela cautelar y la efectividad de las resoluciones jurisdiccionales, la cual es una
manifestación concreta del derecho fundamental a la tutela procesal efectiva, adecuada
y tempestiva, lo cual se condice con el paradigma propio de un Estado constitucional de
Derecho7.
Sin embargo, la uniformidad llega solo hasta ahí, ya que cuando se trata de configurar de
forma concreta la tutela cautelar8 se puede apreciar una variedad de criterios a partir del
mismo fundamento constitucional.
5 ARIANO DEHO, Eugenia: “La tutela cautelar entre certezas y dudas. Reflexiones sobre el momento de
producción de sus efectos”. En: ARIANO DEHO, Eugenia. “Estudios sobre la tutela cautelar”. Lima: Gaceta
Jurídica. 2014. p. 227. Se precisa, entre algunas de las certezas de la tutela cautelar, las siguientes: (i) que
es una tutela distinta de la declarativa y la ejecutiva; (ii) que presenta como notas características la de ser
instrumental, provisional y de ser variable en su contenido; y, (iii) que constituye un componente esencial
del sistema de tutela jurisdiccional de los derechos.
6 DE OLIVEIRA, Carlos Alberto. “El derecho a la tutela jurisdiccional efectiva desde la perspectiva de los
derechos fundamentales”. En: AA.VV. “Derecho Procesal. XXI Jornadas Iberoamericanas”. Lima: Fondo
editorial de la Universidad de Lima. 2008. pp. 67-83
7 LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. “La tutela cautelar en el proceso civil”. Lima: Gaceta Jurídica. 2013. pp.
54-57.
8 BORDALÍ SALAMANCA, Andrés. “Diversos significados de la tutela cautelar en el proceso civil”. En:
Revista de Derecho (Valdivia) 12. 2001. pp. 51-66.
9 ARIANO DEHO, Eugenia. “La tutela cautelar en el cuadro de la tutela jurisdiccional de los derechos”. En:
ARIANO DEHO, Eugenia. “Problemas del proceso civil”. Lima: Juristas Editores. 2003. pp. 287 y ss.
10 PRIORI POSADA, Giovanni. “La tutela cautelar: su configuración como derecho fundamental”. Lima:
ARA Editores. 2006. pp. 135-156
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subjetivo, pero que tiene su ámbito de actuación en el plano del derecho material11. Asi-
mismo, existe la posición según la cual la tutela cautelar es una potestad jurisdiccional,
mas no tiene ni la naturaleza ni la estructura de un derecho subjetivo12. Por último, debe-
mos destacar a quien no considera a la tutela cautelar como un auténtico derecho subje-
tivo, sino como un mecanismo de tutela jurídica13.
Bajo esta perspectiva se cuestiona; por un lado, que el fumus bonis iuris implique la reali-
zación de un juicio de verosimilitud de los argumentos formulados en la demanda, toda
vez que lo que correspondería sería realizar un juicio de probabilidad14.
Por otro lado, siempre desde una perspectiva dogmática, se discute que el periculum in
mora siga abarcando la tradicional distinción entre peligro de infructuosidad y peligro
de tardanza, toda vez que este último estaría vinculado antes que a la tutela cautelar, a la
técnica anticipatoria15.
Por último, se señala que, de forma adicional a los elementos tradicionales para el otorga-
miento de la medida cautelar, existiría un “nuevo” presupuesto de concesión16 de la tutela
cautelar que consiste en la adecuación.
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Sobre la tutela cautelar
En tercer lugar, es necesario hacer referencia a la perspectiva que evalúa los presupues-
tos de la tutela cautelar en términos económicos.
Desde este punto de vista se ha indicado que procederá la concesión de una medida cau-
telar siempre que el daño irreparable que podría sufrir el demandante de no concederse
la tutela cautelar (De) y la probabilidad de que el demandante obtenga un resultado fa-
vorable en el proceso (p); sea mayor que, el daño que podría sufrir el demandado en caso
la demanda no sea amparada (Do) y la probabilidad de que el proceso sea favorable al
demandado (1-p).
17 Una lectura crítica del empleo de dicha fórmula en el ordenamiento peruano ha sido realizado por PRIO-
RI POSADA, Giovanni. Op. cit. pp. 100-102. En una posición distinta está ZELA VILLEGAS, Aldo. “La
caución y las medidas cautelares. A propósito de una reciente modificación al Código Procesal Civil”. En:
Actualidad Jurídica 188. 2009. pp. 45-47.
18 Sobre las críticas y precisiones al enfoque tradicional de las medidas cautelares a partir de la metodolo-
gía del Análisis Económico del Derecho, hay abundante fuente de información. Mencionamos algunas:
WOLF, Arthur D. “Preliminary injunctions: the varying standars”. En: Western New England Law Review
7. 1984. pp. 173-237; WOLF, Arthur D. “Preliminary injunction standards in Massachusetts State and Fede-
ral Courts”. En: Western New England Law Review 35. 2013. pp. 1-53; GROSSKOPF, Ofer y Barak MEDINA.
“Repairing (the Doctrine of ) irreparable harm”. En: http://ssrn.com/abstract=1091730; BROOKS, Richard
R.W. y Warren F. SCHWARTZ. “Legal uncertainty, economic efficiency, and the preliminary injunction
doctrine”. En: Stanford Law Review 58. 2005. pp. 381-409; LEUBSDORF, John. “Preliminary injunctions:
in defense of the merits”. En: Fordham Law Review 76. 2007. pp. 33-47; BATES, Bethany M. “Reconcilia-
tion after Winter: the standard for preliminary injunctions in Federal Courts”. En: Columbia Law Review
111. 2011. pp. 1522-1556; GRIFFIN, Ryan. “Litigating the Contours of Constitutionality: Harmonizing Equi-
table Principles and Constitutional Values when Considering Preliminary Injunctive Relief”. En: Minne-
sota Law Review 8. 2010.
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Un sector de la doctrina peruana ha indicado que resulta inadecuado el empleo del térmi-
no contracautela por ser técnicamente deficiente al no existir una cautela contra cautela19
o por considerar que la misma no tiene naturaleza cautelar20, a partir de lo cual se prefiere
emplear el término caución o garantía al de contracautela.
19 MONROY GÁLVEZ, Juan. “Exposición de motivos de la propuesta en materia cautelar al Código Procesal
Civil”. 2007. p. 3 (del documento en pdf ). En específico se señala lo siguiente: “Otro cambio menor, pero
pertinente, es la uniformización de la expresión caución, dejándose de lado la denominación vulgar utili-
zada en su lugar (contracautela). La caución es un instituto milenario cuyos alcances rebasan, incluso, los
límites propios del derecho procesal y que ha sido objeto de múltiples y profundas investigaciones en el
último siglo. La contracautela, en cambio, es un mote impuesto a la caución que, técnicamente, deficiente
(pues no existe una ‘cautela contra cautela’) y que solo cobró una importancia relativa hace algunas déca-
das, cuando el estudio de la tutela cautelar aún se encontraba en su fase primitiva”.
20 MONROY PALACIOS, Juan José. Op. cit. pp. 200-201, en donde afirma que “En efecto, mientras las caute-
lares buscan la eficacia del proceso, la caución no tiene ninguna incidencia respecto de la finalidad de este,
sino respecto del justo y equitativo desarrollo de la relación procesal, al proteger los intereses del afectado
por la medida cautelar”. Se reitera esta posición, y se desarrolla la misma en: MONROY PALACIOS, Juan
José. “Una interpretación errónea: ‘a mayor verosimilitud, menos caución’ y viceversa. Apuntes críticos
sobre los presupuestos para el otorgamiento y para la ejecución de la medida cautelar”. En: AA.VV. “De-
recho Procesal Civil. Congreso Internacional”. Lima: Fondo de Desarrollo editorial Universidad de Lima.
2003. p. 271, en donde precisa que “a la caución se le suele denominar ‘contracautela’, sin embargo, la
expresión es del todo equívoca. Visto que la caución y la medida cautelar constituyen dos modalidades
distintas de garantía procesal (con estructura y función propia y diferenciada entre sí), la caución no
puede ser ‘cautela de la cautela’ sino, en todo caso, una ‘garantía de la garantía’: la caución es una garantía
del demandado contra la garantía cautelar obtenida por el demandante. Por ello, descartamos expresio-
nes como la ‘contracautela’, que enredan inútilmente la teoría cautelar y quedémonos únicamente con el
concepto de caución”.
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En realidad, el término contracautela (o para ser fieles con la versión original: con-
tra-cautela) fue acuñado por la doctrina italiana23 para hacer referencia al mandato de
prestar fianza que debe realizar el actor, destinado a garantizar el resarcimiento de daños
a quien se hubiera desprovisto o disminuido del goce de un bien en virtud de una medida
preventiva.
En la misma línea se ha precisado que las cauciones constituyen una medida contracau-
telar, ya que cumplen con la función de proteger el derecho a la indemnización de daños
por responsabilidad agravada a la cual podrá tener derecho el demandado en los casos
de inexistencia del derecho sobre la base del cual se ha emitido y ejecutado la medida
cautelar25.
21 Tanto el Código de Enjuiciamientos Civiles de 1852 como el Código de Procedimientos Civiles de 1912
no empleaban el término contracautela, sino que hacían referencia a la figura de la fianza aunque con
distintas finalidades. En efecto, en el Código de Enjuiciamiento Civiles la fianza era el mecanismo con el
que contaba el afectado con una medida de seguridad para suspender la eficacia de la misma una vez que
se ponía en conocimiento de la parte contra quien se pidió (artículo 562). En el Código de Procedimientos
Civiles la fianza sí tenía como finalidad garantizar las costas, daños y perjuicios y multa que se generen
como consecuencia de decretar un embargo preventivo fuera de juicio (artículo 228).
22 El Código Procesal Civil y Comercial de la Nación argentina regula a partir del artículo 199 el régimen de
la contracautela (exención y mejora), aunque en el contenido de su articulado se hace referencia de forma
mayoritaria al término caución, refiriéndose expresamente a la contracautela en el artículo 225 dentro de
las disposiciones comunes a toda clase de intervención.
23 CHIOVENDA, Giuseppe. “Instituciones de Derecho Procesal Civil”. Volumen I. Traducido por E. Gómez
Orbaneja y Rafael Greco. Buenos Aires: Valleta. 2005. p. 247.
24 CALAMANDREI, Piero. “Introduzione allo studio sistematico dei provvedimenti cautelari”. Padova: CE-
DAM. 1936. pp. 45-46. Sobre la caracterización de las cauciones judiciales como auténticas resoluciones
cautelares desarrollada por el autor nos pronunciaremos en el siguiente apartado.
25 PROTO PISANI, Andrea. “La tutela cautelar (estructura y funciones)”. Traducido por Chiara Marinelli.
En: AA.VV. “La tutela jurisdiccional”. Lima: Palestra. 2014. p. 400.
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Como se puede apreciar de lo expuesto en los párrafos anteriores, el empleo del término
contracautela tiene una clara vocación funcional antes que estructural, ya que se acuñó
el mismo con el objetivo de reflejar cuál es la finalidad de este tipo de garantía vinculada
a la tutela cautelar en el proceso civil.
Desde esta perspectiva, si bien bajo una aproximación conceptual no hay lugar a dudas
de que es preferible aludir al término caución o garantía, no puede negarse que la alusión
al término contracautela no tiene como objetivo brindar un concepto, sino explicitar la
función que cumple dicha caución: garantizar el eventual resarcimiento de los daños
derivados de la actuación de una resolución cautelar.
De este modo, los términos caución y contracautela no se oponen, sino que se comple-
mentan, ya que el primero alude a un perfil conceptual, mientras que el segundo, enten-
dido en su real dimensión, posee un perfil funcional, siendo técnicamente adecuado el
empleo del término caución contracautela.
Bajo este punto de vista, es del todo erróneo, por ejemplo, el empleo del término contra-
cautela que realiza el artículo 405 del Código Procesal Civil26 ya que este dispositivo re-
gula la suspensión del proceso principal cuando se haya interpuesto un recurso de queja
siempre que se preste una contracautela (rectius: garantía), ya que la misma se encuentra
completamente desligada de la tutela cautelar.
Con relación al segundo argumento, debemos precisar que al emplear los términos cau-
ción o garantía, sin ninguna precisión adicional, se obvia el hecho de que dicha termino-
logía es empleada en la normativa procesal peruana de manera divergente27, lo cual pone
de manifiesto la conveniencia de especificar la finalidad o función de la caución en cada
caso concreto.
Para evidenciar tal hecho recurriremos a dos situaciones en particular. Primero, el su-
puesto de la denominada caución sustitutoria en materia cautelar. Segundo, el escenario
de la garantía para la suspensión de la ejecución del laudo en materia arbitral.
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Sobre la tutela cautelar
En lo que concierne al primer supuesto, debemos recordar que al ser la medida cautelar
un mecanismo de garantía procesal del derecho material invocado por el demandante,
se establece la posibilidad de que dicha garantía sea sustituida por otra, siempre que esta
última sea idónea para asegurar el referido derecho material.
Como se puede apreciar, en el presente caso la caución no tiene una finalidad de contra-
cautela, sino la de ser un sustituto de la medida cautelar ya otorgada o, inclusive, de ser
una auténtica medida cautelar, solo que de carácter innominado30, lo cual demuestra que
el carácter técnicamente adecuado de caución requiere, para una mayor precisión, de
una calificación en función de la finalidad que desempeña en el ordenamiento procesal.
28 PASTOR, José Martín. “Apuntes sobre la tutela cautelar en la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento
Civil”, En: Revista Jurídica de la Región de Murcia 29. 2000. p. 27, señala que “La caución sustitutoria trata
de asegurar simplemente la ejecución genérica de una sentencia de condena, garantizando al actor la
cantidad de dinero reclamada o la indemnización que pueda corresponderle en el supuesto de que resulte
imposible el cumplimiento específico de aquélla. Por esta razón considero que la tutela ofrecida por dicha
caución no es ni equiparable no homogénea a la prestada por aquellas medidas cautelares que persiguen
garantizar la ejecución específica o la efectividad de la eventual sentencia estimatoria”.
29 Artículo 628.- Efectos de la interposición del recurso
Cuando la medida cautelar garantiza una pretensión dineraria, el afectado puede depositar el monto fijado
en la medida, con lo que el Juez de plano la sustituirá. La suma depositada se mantendrá en garantía de la
pretensión y devengará el interés legal. Esta decisión es inimpugnable.
También procede la sustitución de la medida cuando el afectado ofrezca garantía suficiente a criterio del
Juez, quien resolverá previo traslado al peticionante por tres días.
30 Es de este parecer MONROY PALACIOS, Juan José. “Una interpretación errónea: ‘a mayor verosimilitud,
menos caución’ y viceversa. Apuntes críticos sobre los presupuestos para el otorgamiento y para la eje-
cución de la medida cautelar”. Op. cit. p. 271, nota al pie 11. Sobre las medidas cautelares innominadas el
mismo autor ha indicado que “en la llamadas medidas cautelares innominadas que es el otro nombre con
el que la doctrina suele denominar a las medidas otorgadas en virtud del poder general de cautela. Esta
aparente sinonimia afecta la coherencia de la clasificación, si observamos que el término ‘innominado’ no
solo abarca a las cautelares no previstas por el ordenamiento, sino también a aquellas a las que se hace re-
ferencia de manera indirecta (no expresamente), en cualquiera de los dispositivos legales que conforman
un sistema jurídico. Por ello, dicha expresión no resulta exacta a pesar de haber sido acogida por gran par-
te de la doctrina, ya que se confunde los atípico con lo innominado, cuando en realidad muchas medidas
‘sin nombre’ son tipificadas por nuestro ordenamiento”. MONROY PALACIOS, Juan José. “Bases para la
formación de una teoría cautelar”. Op. cit. pp. 210-211, se coloca como ejemplo de este tipo de medidas a
la contenida en el artículo 605 del Código Procesal Civil, según la cual en sede de ejecución de sentencia
un tercero que no ha participado en el proceso puede suspender la ejecución a través de una solicitud de
restitución.
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Al igual que en el caso anterior, nos encontramos ante una auténtica garantía pero que
cumple a nivel procesal una función completamente diferente a la garantía contracau-
tela, por lo que nuevamente vemos como conveniente aludir a la finalidad para comple-
mentar adecuadamente la terminología aplicable para cada situación regulada legislati-
vamente en específico.
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Sobre la tutela cautelar
tual y funcional del instituto, lo cual se sustenta en una lectura mesurada de los orígenes
del término contracautela y del variopinto uso que de los términos caución o garantía
realiza el legislador procesal peruano.
Luego de haber realizado las precisiones pertinentes respecto de los aspectos termino-
lógicos de la caución contracautela es momento de profundizar en su concepto con el
objetivo de advertir cómo una adecuada construcción dogmática es una herramienta útil
de cara a la operatividad concreta de la institución bajo examen.
Para cumplir tal fin se realizará una aproximación tanto desde el punto de vista sustan-
cial como procesal.
Sin lugar a dudas, uno de los estudios más importantes del siglo XX dedicado al estudio
de las medidas cautelares lo constituye la monografía de Piero Calamandrei escrita hacia
1936 titulada Introduzione sistematico allo studio dei provvedimenti cautelari.
Pues bien, en este influyente trabajo se plantea una clasificación de resoluciones cau-
telares establecida sobre la base del criterio de la instrumentalidad existente entre la
resolución cautelar y la resolución principal33 que distingue cuatro clases de resoluciones
cautelares, a saber: (i) las resoluciones instructorias anticipadas (destinadas a asegurar la
eficacia de medios probatorios); (ii) las resoluciones de aseguramiento para futura ejecu-
ción forzada; (iii) las resoluciones que contienen una decisión anticipada y provisoria del
mérito; y, (iv) resoluciones que imponen una caución que constituye una condición para
obtener una ulterior providencia judicial.
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La importancia de la clasificación expuesta, para los fines del presente trabajo, se en-
cuentra en que dentro de la última clase de resoluciones cautelares a las que se acaba de
hacer mención se encuentra, precisamente, las cauciones judiciales.
Sin embargo, consideramos que la crítica esbozada es imprecisa en razón a dos consi-
deraciones: en primer lugar, debido a la delimitación de la clasificación realizada por
Calamandrei; y, en segundo lugar, por el redimensionamiento que hoy brinda un enfoque
basado en la “tutela de los derechos” a nivel sustancial y procesal.
Bajo este punto de vista, vemos que una correcta delimitación de la clasificación bajo
análisis permite apreciar que la misma no pretendía establecer una clasificación de me-
didas cautelares, sino de resoluciones cautelares (en italiano, provvedimenti cautelari).
Ahora bien, a pesar de que en la citada monografía se afirme que la contracautela “se tra-
ta, en sustancia de una medida cautelar (misura cautelare) dirigida a asegurar la ejecución
forzada de un crédito en dinero (derecho al resarcimiento de los daños)”36, lo cual podría
llevar a reafirmar el equívoco de la clasificación propuesta, lo cierto es que en ningún
momento se pierde la perspectiva de considerar a la instrumentalidad de la resolución
cautelar como la base del criterio clasificatorio.
34 En la doctrina peruana, ver: MONROY PALACIOS, Juan José. Op. cit. pp. 199-200.
35 CALAMANDREI, Piero. Op. cit. pp. 3-4, textualmente señalaba lo siguiente: “De estos tres puntos de vis-
ta, prefiero el tercero, pues me parece que toda clasificación de las acciones que se funde en la diversa
naturaleza de la resolución judicial a que tiende la acción, lo mismo que toda clasificación de los procesos
que se funde en los fines que las partes se proponen alcanzar a través de las resoluciones a que el proceso
se dirige, se resuelve en realidad en una clasificación de los varios tipos de resoluciones, respecto de las
cuales los varios tipos de acción o de proceso no son más que un accesorio y una premisa”.
36 CALAMANDREI, Piero. Op. cit. p. 45.
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Sobre la tutela cautelar
instrumentalidad existe también, mediatamente y, por decirlo así, en segundo grado, con
la ulterior resolución principal”37.
Bajo esta perspectiva, toda crítica a la calificación de la contracautela a partir de las reso-
luciones cautelares que se sustente únicamente en el hecho de que la contracautela no es
una medida cautelar deviene en imprecisa, ya que no toma en su exacta dimensión cuál
fue el fundamento del criterio clasificatorio bajo análisis.
37 CALAMANDREI, Piero. Op. cit. p. 46. A lo cual se añade de forma muy gráfica lo siguiente: “Con respecto
a la resolución provisoria a la cual acompaña, la caución tiene carácter instrumental negativo, en cuanto
le impide perjudicar, o sea, para decirlo con mayor precisión, ofrece anticipadamente los medios, casi
diríamos el contraveneno, para remediar eficazmente el perjuicio que pueda derivar de su injusticia: con
respecto a la resolución principal, a la que está reservado el decidir si la resolución provisoria es injusta, la
caución tienen carácter instrumental positivo, en cuanto asegura preventivamente la realización práctica
del derecho al resarcimiento de los daños que encontrará su título en la resolución principal, cuando esta
haya revocado por injusta la resolución provisoria”. Sustancialmente conforme: TRIFONE, Francesco.
“Cauzione. I) Diritto processuale civile”. En: Enciclopedia Giuridica 6. p. 1 (de la separata). Asimismo:
DE PETRIS, Vincenz. “Cauzione (diritto processuale civile)”. En: Enciclopedia del Diritto 6. p. 657, quien
señala que “La resolución caucional es una genérica medida cautelar caracterizada por la eventualidad y
caducidad de la misma impuesta facultativamente por el juez a la parte actora como carga procesal para
obtener ulteriores resultados de orden procesal”.
38 ARIANO DEHO, Eugenia: “La tutela cautelar entre certezas y dudas. Reflexiones sobre el momento de
producción de sus efectos”. Op. cit. p. 105.
39 Una aproximación al proceso desde la perspectiva de la tutela de los derechos determina que el recono-
cimiento de situaciones jurídicas subjetivas a nivel sustancial conlleva el necesario establecimiento de
mecanismos de tutela jurídica sustancial (DI MAJO, Adolfo. “La tutela civile dei diritti”. Cuarta edición.
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De los mecanismos de tutela a los que se acaba de hacer mención, resulta de especial
interés la tutela asegurativa de cara a la identificación de la naturaleza jurídica de la
contracautela.
Repárese en que desde esta perspectiva no se está afirmando que la contracautela tenga
la naturaleza de una medida cautelar (aquella que se otorga luego de una análisis del fu-
mus boni iuris y el periculum in mora). Lo que esta perspectiva permite sostener es que la
caución contracautela es una manifestación concreta de una tutela asegurativa (que bien
puede ser considerada como cautelar solo en un sentido lato del término).
Bajo esta perspectiva dogmática, vemos que resulta plenamente admisible aludir a una
naturaleza cautelar de la contracautela, ya no en los términos empleados por Piero Cala-
mandrei, sino desde un paradigma que atiende a la efectiva, adecuada y tempestiva tutela
de las situaciones jurídicas subjetivas, por lo que en la actualidad pierden fundamento
las objeciones tendientes a considerar a la contracautela como una manifestación de la
tutela cautelar, si se entiende como tutela asegurativa.
Milano: Giuffrè. 2003. pp. 1-8) y que estas serán materializadas en el proceso siempre que el mismo brinde
las técnicas procesal adecuadas para tal fin.
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Sobre la tutela cautelar
Para cumplir con el objetivo enunciado en el párrafo precedente; en primer lugar, abor-
daremos el concepto de garantía desde el derecho privado. En segundo lugar, establece-
remos la relación que existe entre la noción de garantía y la de caución. En tercer lugar,
identificaremos las principales características de la caución contracautela. Finalmente,
señalaremos los efectos prácticos de haber identificado la naturaleza jurídica de la con-
tracautela.
En lo que concierne al primer punto (concepto de garantía desde el derecho privado), de-
bemos indicar que esta se enmarca en el plano de los efectos jurídicos y se caracteriza por
su impronta marcadamente funcional y por su estructural dependencia de una situación
subjetiva diferente, en específico, de un interés que tienda a ser protegido o reforzado
permitiendo asegurar su realización40.
La denominada garantía genérica implica la sujeción potencial del patrimonio del deu-
dor; es decir, de todos sus bienes (presentes y futuros) destinados para la satisfacción del
interés de todos sus acreedores y no de uno solo. A este concepto se le conoce con el nom-
bre, en el Derecho de las Relaciones de Obligación, como responsabilidad patrimonial.
40 PIAZZA, Luciano. “Garanzia. I) Diritto Civile”. En: Enciclopedia Giuridica 14. 1989. p. 1 (de la separata).
41 FRAGALI, Michele. “Garanzia e diritti di garanzia”. En: Enciclopedia del Diritto 18. 1969. pp. 448-449.
Sobre el particular se debe precisar que la noción de garantía, si bien tiene contornos comunes a nivel del
derecho comparado, que ha llevado a que se planteen esfuerzos de uniformización en el Derecho Euro-
peo, posee diferencias sustanciales en función de cada ordenamiento jurídico. Sobre el particular puede
consultarse: TUCCI, Giuseppe. “Garanzia. III) Diritti di garanzia – Dir. comp. e stran.”. En: Enciclopedia
Giuridica 14. 1989. pp. 1-14 (de la separata); LEITÃO, Luís Manuel Teles de Menezes. “Garantias das obri-
gações”. Cuarta edición. Coimbra: Almedina. 1989. pp. 25-51.
42 FRAGALI, Michele. Op. cit. pp. 453-455.
180
Héctor Augusto Campos García
Ahora bien, a pesar de que es posible hablar del concepto de garantía vinculado al goce de
derechos43, para fines del presente trabajo resulta relevante la noción de garantía próxi-
ma a la aseguración o reforzamiento del cumplimiento de una relación de obligación44.
Desde este punto de vista, se puede constatar que el presupuesto lógico, y teórico, para
poder constituir una relación de garantía es la existencia de una relación de obligación u
obligatoria garantizable, las cuales son conceptualmente diferentes, pero funcionalmen-
te coligadas.
Por último, se debe hacer énfasis en que una relación de obligación debe cumplir con una
serie de requisitos mínimos para poder ser garantizada45, dentro de los cuales destaca, sin
lugar a duda, la determinabilidad. Una relación de obligación es determinable cuando los
sujetos, la prestación y la utilidad que la conforman están plenamente individualizados o
se cuenta con los criterios para identificarlos.
181
Sobre la tutela cautelar
acabamos de exponer, la caución se enmarca como un caso especial que constituye una
figura genérica que puede tener como contenido otras garantías específicas.
46 DE LUCHI LÓPEZ-TAPIA, Yolanda. Op. cit. pp. 37-47 realiza un breve estudio sobre las diferentes teorías
que se han esbozado para determinar la naturaleza jurídica de la caución. Las tesis que se reseñan son las
siguientes: (i) la caución como derecho de prenda convencional; (ii) la caución como depósito en función
de garantía; (iii) la caución como medida cautelar; y, (iv) la caución como figura jurídica autónoma. Sobre
el particular: MARTORANO, Federico. “Cauzione. a) Diritto Civile”. En: Enciclopedia del Diritto 6. 1960.
p. 653, señala que “La estructura de la caución no es unitaria, pero se identifica con la prenda. Aunque hay
posiciones contrarias. Por un lado se indica que prenda y caución cumplirían funciones diversas: mientras
la prenda viene prestada como garantía de una determinada relación de crédito o en previsión de su surgi-
miento, en el caso de la caución es esencial la eventualidad del crédito consistente en el resarcimiento del
daño derivado de una particular relación existente entre las partes”.
47 LEITÃO, Luís Manuel Teles de Menezes. Op. cit. p. 91.
48 MARTORANO, Federico. Op. cit. p. 653-654. Desde otro punto de vista: BRUNELLI, Giovanni. “Cauzione
(Diritto civile)”. En: AZARA, Antonio y Ernesto EULA (directores). “Novissimo Digesto Italiano” Tomo
III. Torino: Utet. 1959. p. 59, señala que la caución es el medio previsto por las partes o por la ley para
asegurar a quien se encuentra expuesto a sufrir un perjuicio, para asegurar el cumplimiento de una obli-
gación o para garantizar el ejercicio de una determinada función.
49 VILLEGAS, Carlos Gilberto. “Las garantías del crédito”. Tomo I. Segunda edición. Buenos Aires: Rubinzal-
Culzoni Editores. 1998. p. 369.
182
Héctor Augusto Campos García
En efecto, dado que la obligación de resarcir los daños derivados de la actuación de una
resolución cautelar solo surge en tanto se presente una serie de elementos (daño resar-
cible causalmente vinculado a la actuación de una resolución cautelar, siempre que sea
posible establecer un criterio de imputación frente al solicitante de la tutela cautelar),
entonces no hay duda de que dicha relación de obligación es esencialmente eventual, ya
que dichos elementos bien pueden o no configurarse.
En ese sentido, se puede indicar que la caución cumple con la función de garantizar una
eventual obligación de resarcimiento del daño al caucionante que puede derivar de una
183
Sobre la tutela cautelar
particular relación obligatoria existente entre las partes, la cual tiene frecuentemente,
pero no de forma exclusiva, por contenido un facere infungible50.
Llegados a este punto deviene en necesario profundizar respecto de las funciones que
está destinada a cumplir la relación de obligación resarcitoria garantizada, ya que solo
así se podrá establecer de una manera técnica y clara las características de la caución
contracautela.
184
Héctor Augusto Campos García
veremos la estrecha relación que se puede establecer con la teoría de los hechos jurídicos
procesales.
Para determinar tal relación; en primer lugar, es necesario partir de la premisa de que
la caución contracautela constituye un requisito de actuación (de ejecución, en sentido
lato) de la medida cautelar, mas no de su procedencia52, entonces en el fondo se está se-
ñalando que la caución contracautela adquiere el rol de ser un presupuesto de eficacia de
la resolución que concede la medida cautelar.
52 MONROY PALACIOS, Juan José. “Bases para la formación de una teoría cautelar”. Op. cit. p. 203; MON-
ROY PALACIOS, Juan José. “Una interpretación errónea: ‘a mayor verosimilitud, menos caución’ y vi-
ceversa. Apuntes críticos sobre los presupuestos para el otorgamiento y para la ejecución de la medida
cautelar”. Op. cit. p. 281; PRIORI POSADA, Giovanni. Op. cit. p. 95.
53 ARIANO DEHO, Eugenia. “La tutela cautelar entre certezas y dudas. Reflexiones sobre el momento de
producción de sus efectos”. Op. cit. p. 236.
54 El artículo 610 del Código Procesal Civil señala como uno de los requisitos de la solicitud cautelar al “ofre-
cimiento de la contracautela”, lo cual no significa que la caución contracautela sea un presupuesto de
concesión de la tutela cautelar, sino que es un requisito formal de la solicitud que tiene por finalidad que el
demandante informe al magistrado de la estimación de los potenciales daños que pueden generarse como
consecuencia de la tutela cautelar. Es por ello que la caución ofrecida no es vinculante para el magistrado,
quien se encuentra facultado a adecuarla de considerarlo necesario.
55 El artículo 611 del Código Procesal Civil establece que la resolución que concede la medida cautelar “pre-
cisa la forma, naturaleza y alcances de la contracautela” de donde se desprende que la caución que debe
constituir el solicitante para que produzca efectos la resolución cautelar, no es la ofrecida, sino la ordena-
da por el magistrado.
56 MONROY PALACIOS, Juan José. “Una interpretación errónea: ‘a mayor verosimilitud, menos caución’ y
viceversa. Apuntes críticos sobre los presupuestos para el otorgamiento y para la ejecución de la medida
cautelar”. Op. cit. p. 272.
185
Sobre la tutela cautelar
A fin de establecer la relación entre la caución con los hechos jurídicos procesales a la que
aludíamos líneas arriba, debemos recordar, en segundo lugar, que así como en el derecho
material se puede distinguir entre los planos de existencia, validez e ineficacia respecto
de los hechos jurídicos, lo mismo ocurre con los hechos jurídicos procesales.
Bajo este contexto, debemos precisar adicionalmente que coincidimos con quien afirma58
que la efectiva prestación de la caución contracautela puede funcionar como condición
suspensiva de la eficacia de la constitución de la situación cautelante (que será la situa-
ción normal de los supuestos), o también como condición resolutoria de la misma (por
ejemplo, en caso se exija una mejora en la caución contracautela).
En lo que concierne al segundo punto, se tiene que tener en cuenta que la contracautela
es un elemento integrante de la tutela cautelar, por lo que su establecimiento es un requi-
sito de validez de la resolución que la concede.
57 DIDIER JR., Fredie y Pedro Henrique Pedrosa NOGUEIRA. “Teoría de los hechos jurídicos procesales”.
Traducido por Renzo Cavani. Lima: ARA Editores. 2015. p. 166. En la misma línea CONIGLIO, Antonino.
“Il sequestro giudiziario e conservativo”. Milano: Giuffrè. 1942. p. 113.
58 ARIANO DEHO, Eugenia. “La tutela cautelar entre certezas y dudas. Reflexiones sobre el momento de
producción de sus efectos”. Op. cit. p. 238. Asimismo, DE PETRIS, Vincenzo. “Cauzione (diritto proces-
suale civile)”. En: Enciclopedia del Diritto 6. 1960. p. 664; TRIFONE, Francesco. “Cauzione. I) Diritto
processuale civile”. En: Enciclopedia Giuridica 6. p. 6 (de la separata).
186
Héctor Augusto Campos García
establecer en la resolución cautelar, allí donde sea necesaria, la existencia de una caución
contracautela59.
(iii) En tercer lugar, la caución contracautela se enmarca en la teoría de los hechos jurí-
dicos procesales tanto a nivel de la validez, como de la eficacia. De ahí que el estableci-
miento de la caución contracautela será un requisito de validez de la resolución cautelar
que concede la solicitud y; por otro lado, la constitución de la caución contracautela será
un requisito de eficacia de la resolución cautelar.
59 ARIANO DEHO, Eugenia. “La tutela cautelar entre certezas y dudas. Reflexiones sobre el momento de
producción de sus efectos”. Op. cit. p. 237.
187
Sobre la tutela cautelar
El presente apartado tiene como objetivo el poder establecer cuál es el fundamento que
determina la necesidad de establecer una construcción teórico y práctica de la caución
contracautela; es decir, se busca identificar las razones que sustentan o justifican este
especial tipo de caución.
60 Lo indicado es la posición de PODETTI, J. Ramiro. “Derecho Procesal Civil, Comercial y Laboral (Doc-
trina, legislación y jurisprudencia)” Tomo cuatro. Buenos Aires: Ediar. 1956. p. 61. En posición similar
GOZAÍNI, Osvaldo Alfredo. Elementos de Derecho Procesal Civil. Buenos Aires: Ediar. 2005. p. 482, en
donde indica que “El motivo que la inspira reposa también en el equilibrio que las partes deben conservar
en el proceso, frente a la cautela que se decreta sobre la base de una cognitio sumaria y sin contradictorio”;
LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. “Tratamiento de la contracautela en el Código Procesal Civil”. En: AA.
VV. “Las medidas cautelares en el proceso civil”. Lima: Gaceta Jurídica. 2013. p. 43, quien señala que “La
contracautela responde a un principio de equidad, al mantenimiento del equilibrio procesal, pues, busca
coordinar dos tendencias opuestas: por un lado se pretende neutralizar el posible daño que la realización
de la ejecución cautelar pueda acarrear a la parte contraria, y por otro, se evita que, por el deseo de conce-
der una determinada tutela jurídica, se llegue a ‘poner en condiciones de inferioridad a la otra parte’”.
188
Héctor Augusto Campos García
Si bien respetamos a los autores que opinan en el sentido mencionado en el párrafo ante-
rior, nosotros discrepamos respetuosamente de la misma en atención a tres argumentos.
En primer lugar, se debe tener en consideración que la tesis bajo análisis apunta a resta-
blecer un equilibrio entre las partes que se vio afectado por la concesión de una medida
cautelar que no tuvo en consideración los argumentos de ambas partes.
La consecuencia natural de esta línea de análisis sería el considerar que dicha situación
de desequilibrio no se presentaría si la medida cautelar se concede luego de que el ma-
gistrado haya tenido la posibilidad de escuchar a ambas partes, por lo que en este caso ya
no sería necesaria la constitución de una caución contracautela al haber desaparecido el
fundamento de la misma.
Sin embargo, si lo indicado en el párrafo anterior fuese cierto, ello determinaría que las
medidas cautelares concedidas luego de la contestación de la demanda (en donde la parte
expresa sus argumentos respecto del caso en concreto), o incluso en un momento poste-
rior (antes o después de la realización de las audiencias en el proceso), no requerirían en
ningún caso de un contracautela, lo cual constituye un equívoco.
Una medida cautelar puede ser solicitada antes de la presentación de la demanda, de for-
ma conjunta con la demanda, o en cualquier momento posterior hasta antes que se emita
la sentencia. Si bien no se puede negar que a mayor desarrollo del iter procedimental,
la situación de desequilibrio que genera la concesión de una medida cautelar inaudita
altera parte se va diluyendo, ello no determina que en cualquiera de estos tres momentos
la medida cautelar en concreto pueda generar daños en el afectado, lo cual justificaría el
ofrecimiento y la constitución de una contracautela.
En segundo lugar, debemos indicar que a la luz del derecho comparado es inexacto sos-
tener que la caución contracautela se justifica por el hecho de que las medidas cautelares
se conceden y se ejecuten inaudita altera parte, ya que ello implicaría que no habría razón
alguna para ofrecer y constituir una contracautela cuando haya mediado contradictorio
de forma previa.
189
Sobre la tutela cautelar
En efecto, un estudio de los principales modelos de tutela cautelar refleja que la posición
mayoritaria61 considera que el procedimiento de concesión y actuación de las resolucio-
nes cautelares debe ser con contradictorio previo, atenuado con la posibilidad de optar
por un procedimiento inaudita altera parte solo en los casos en los cuales el peligro en la
demora es de tal magnitud que el permitir el contradictorio haría que se frustre la finali-
dad de la tutela cautelar.
Si la tesis bajo examen fuese correcta, entonces en los ordenamientos jurídicos que re-
gulan el contradictorio previo como regla para la concesión de la medida cautelar, no
admitirían la constitución de una caución contracautela. Sin embargo, ello no es así, ya
que dichos ordenamientos contemplan la posibilidad de que el magistrado, en atención
a los hechos del caso concreto, pueda ordenar el ofrecimiento y la constitución de una
caución contracautela.
En tercer lugar, debemos indicar que, en atención al dato normativo que brinda el propio
ordenamiento peruano, resulta cuestionable considerar que el fundamento de la caución
contracautela se fundamente en el principio de igualdad.
61 ARIANO DEHO, Eugenia. “La sentencia Nro. 0023-2005-PI/TC: cuando las garantías procesales valen
solo para algunos”. En: ARIANO DEHO, Eugenia. “Estudios sobre la tutela cautelar”. Lima: Gaceta Jurídi-
ca. 2014. pp. 180-187, realiza un estudio del procedimiento de concesión/denegación de la tutela cautelar
en las principales legislaciones a nivel comparado. Para ello analiza: (i) el régimen del ZPO alemán, (ii) el
régimen del Codice di procedura civile italiano; (iiii) el régimen de la Ley de Enjuiciamiento Civil española,
poniendo en evidencia que estos ordenamientos reconocen expresamente la garantía del contradictorio
precio para la concesión o denegación de la tutela cautelar.
62 Artículo 47.- Medidas cautelares
1. Una vez constituido, el tribunal arbitral, a petición de cualquiera de las partes, podrá adoptar las medi-
das cautelares que considere necesarias para garantizar la eficacia del laudo, pudiendo exigir las garantías
que estime conveniente para asegurar el resarcimiento de los daños y perjuicios que pueda ocasionar la
ejecución de la medida.
190
Héctor Augusto Campos García
Finalmente, como reflexión conclusiva, consideramos que los argumentos que se acaban
de esgrimir ponen en evidencia que el problema de fondo de la posición que reconoce el
principio de igualdad como fundamento de la caución contracautela no tiene fundamen-
to alguno.
2. Por medida cautelar se entenderá toda medida temporal, contenida en una decisión que tenga o no for-
ma de laudo, por la que, en cualquier momento previo a la emisión del laudo que resuelva definitivamente
la controversia, el tribunal arbitral ordena a una de las partes:
a. Que mantenga o restablezca el statu quo en espera de que se resuelva la controversia;
b. Que adopte medidas para impedir algún daño actual o inminente o el menoscabo del proceso arbitral, o
que se abstenga de llevar a cabo ciertos actos que probablemente ocasionarían dicho daño o menoscabo al
proceso arbitral;
c. Que proporcione algún medio para preservar bienes que permitan ejecutar el laudo subsiguiente; o
d. Que preserve elementos de prueba que pudieran ser relevantes y pertinentes para resolver la controver-
sia.
3. El tribunal arbitral, antes de resolver, pondrá en conocimiento la solicitud a la otra parte. Sin embargo,
podrá dictar una medida cautelar sin necesidad de poner en conocimiento a la otra parte, cuando la parte
solicitante justifique la necesidad de no hacerlo para garantizar que la eficacia de la medida no se frustre.
Ejecutada la medida podrá formularse reconsideración contra la decisión.
191
Sobre la tutela cautelar
Ya hemos visto que la caución contracautela es una garantía en sentido técnico dirigida
a asegurar la obligación resarcitoria derivada de la actuación de una resolución cautelar.
De este modo, la contracautela solo se justifica si previamente el solicitante de la tutela
cautelar es encontrado responsable civil por los daños resarcibles generados en la contra-
parte en el proceso a causa de la medida cautelar63.
En primer lugar, se debe procurar que el solicitante de la medida cautelar tenga la capa-
cidad patrimonial65 (y disposición de cumplimiento) para asumir el costo de la indem-
nización, ya que de lo contrario la imputación de responsabilidad civil que no pueda
63 RAMOS ROMEU, Francisco. “Las medidas cautelares civiles. Análisis jurídico-económico”. Barcelona:
Atelier. 2006. p. 302, destaca la necesidad de abordar el estudio de la caución a partir de la comprensión
del sistema de responsabilidad civil aplicable para este tipo de casos.
64 Ídem. p. 303.
65 Ídem. pp. 303-306, quien señala que la exigencia de caución para la adopción de una medida cautelar es la
respuesta principal elegida por la leyes procesales para enfrentarse al problema de la dilución de incenti-
vos debido a la insolvencia (incapacidad para responder) del solicitante de la tutela cautelar.
192
Héctor Augusto Campos García
ser concretizada en el pago efectivo del resarcimiento a favor de la víctima, por falta de
patrimonio del solicitante, se tornaría en una ilusión.
En segundo lugar, el hecho de que la propia caución genera una serie de costes66 (de
constitución, administrativos para la fijación de su cuantía, etc.), determina que funcione
como un mecanismo de desincentivación de medidas cautelares sin fundamento, ya que
solo si el solicitante estima tener argumentos para que su demanda sea amparada, estará
dispuesto a internalizar el costo de una caución que ha traído a valor presente el coste de
un resarcimiento eventual.
Bajo esta línea de análisis, podemos afirmar que el fundamento de la caución contracau-
tela se encuentra en la tutela resarcitoria a favor del afectado con una medida cautelar,
en específico, en las funciones compensatoria y preventiva de la responsabilidad civil, las
cuales deben ser aseguradas por la caución contracautela.
De este modo, si existe posibilidad de que la medida cautelar genere un daño resarci-
ble en el afectado por la mismo, así la situación jurídica lesionada sea no patrimonial67
(función compensatoria de la responsabilidad civil), o si existe la posibilidad de que el
demandante no pague el resarcimiento eventual que pueda generarse, ya sea porque es
insolvente o porque siendo solvente no tiene disposición para el pago (función preven-
tiva de la responsabilidad civil), entonces el magistrado deberá proceder a solicitar el
ofrecimiento y la posterior constitución de una caución contracautela.
193
Sobre la tutela cautelar
Hacemos la precisión de que no exigir siempre contracautela y exigirla siempre pero ad-
mitiendo que se otorgue una caución juratoria son sustancialmente equivalentes, mas no
idénticos, por el hecho de que la caución juratoria sí tiene aparejada una serie de costos
que deberán ser asumido por el solicitante (coste de oportunidad de legalización de firma
ante juzgado, por ejemplo) a diferencia del sistema que admite casos en los cuales no sea
necesaria la caución contracautela que no conllevan costos de constitución.
Así es. Recordemos, tal como lo precisó el legislador68 del Código Procesal Civil, que para
estos efectos la regulación de la caución juratoria se forjó sobre la base del ordenamiento
procesal argentino. El problema está en que el artículo 199 del Código Procesal Civil y
Comercial de Argentina establece que la caución juratoria no es una garantía de carácter
general, sino que solo será procedente en ciertos casos plenamente determinados (artí-
culos 210 incisos 2 y 369, y 212 incisos 2 y 370) y que se entenderá realizada en el pedido de
la medida cautelar, sin mayor formalidad de por medio.
Por último, debe indicarse que, históricamente, la caución juratoria tuvo una función
completamente diferente a la que cumple hoy en día. Si se presta atención al sistema
caucional de Justiniano se apreciará la disminución del uso de la cautio iudicatum solvi
tanto en las acciones personales como reales71. En su lugar, se exigía al demandado la
68 MONROY GÁLVEZ, Juan F. “Introducción al estudio de la medida cautelar”. En: AA.V. “Temas de proceso
civil”. Lima: Librería Studium. 1987. p. 31.
69 2. El propietario o locatario principal de predios urbanos o rústicos, haya o no contrato de arrendamiento,
respecto de las cosas afectadas a los privilegios que le reconoce la Ley. Deberá acompañar a su petición
el título de propiedad o el contrato de locación, o intimar al locatario para que formule previamente las
manifestaciones necesarias.
3. La persona a quien la ley reconoce privilegios sobre ciertos bienes muebles o inmuebles, siempre que el
crédito se justificare en la forma establecida en el artículo 209, inciso 2.
70 2. Siempre que por confesión expresa o ficta derivada de la incomparecencia del absolvente a la audiencia
de posiciones, o en el caso del artículo 356, inciso 1, resultare verosímil el derecho alegado.
3 Si quien lo solicita hubiese obtenido sentencia favorable, aunque estuviere recurrida.
71 “Los antiguos habían adoptado un sistema de afianzamiento: los modernos han adoptado otro. Antigua-
mente, en la acción in rem el poseedor debió dar caución al demandante, a fin de que, si era vencido y no
volvía la cosa o no pagaba la estimación del litigio, el demandante pudiese proceder contra él o sus fiado-
res; caución que se llamaba Judicatum Solvi: siendo fácil explicar ésta denominación, porque si el deman-
dante estipulaba que se le pagase lo juzgado, con más razón el que era perseguido en reivindicación debía
dar esta caución si era demandado en nombre de otro. En cuanto al demandante, en las reivindicaciones,
si obraba en su nombre, no debía dar caución; pero si este demandante en reivindicación era procurador,
debía dar caución de que el dueño ratificaría la demanda; porque era de temer que este último intentase
en seguida una acción para el mismo objeto”. Inst. 4. 11. pr.
194
Héctor Augusto Campos García
denominada cautio iudicio sisti para garantizar al actor la permanencia en juicio del de-
mandado hasta el fin del proceso, lo cual podía realizarse a través de un juramento (cautio
iuratoria) o fideiussori o la nuda repromissio. El incumplimiento del juramento facultaba a
que el demandado sea llevado a juicio manu militari72.
Sin embargo, esta situación no toma en consideración que no solo se debe tomar en con-
sideración la solvencia del solicitante de la medida cautelar (del Estado peruano en el
presente caso), sino que debe atenderse a la efectiva disposición para realizar los pagos
de los eventuales resarcimientos.
Bajo esta línea argumentativa, y tomando en consideración que es un dato objetivo con-
trastable en la realidad empírica que el Estado peruano es un mal pagador de sus obliga-
ciones indemnizatorias (no tiene disposición para el pago), consideramos cuestionable el
régimen de excepción absoluta establecido por el legislador peruano para la prestación
de contracautela que poseen las entidades estatales.
72 CONIGLIO, Antonino. “Il sequestro giudiziario e conservativo”. Torino: Bocca. 1926. pp. 11-12
195
Sobre la tutela cautelar
Como se puede apreciar, el hecho de que se exija al solicitante de una medida cautelar la
constitución de una garantía patrimonial específica (caución contracautela) como requi-
sito para que pueda tener eficacia la resolución que concedió la medida cautelar, conlleva
necesariamente a cuestionarse si estamos o no ante una limitación injustificada al dere-
cho de acceso a la justicia.
La Corte Constitucional italiana señaló que el dispositivo en cuestión contenía una nor-
ma que violaba las garantías constitucionales del derecho de acción y el principio de
igualdad ligada a las condiciones personales y económicas del actor, que son del todo
independientes de la subsistencia de requisitos objetivos.
(ii) Al igual que las otras cargas, también las cauciones procesales, están destinadas a
garantizar el regular desarrollo del proceso y la actuación en concreto de la voluntad de
la ley.
73 También se debe destacar que la Corte Constitucional, mediante sentencia del 04 de mayo de 1984 núme-
ro 137, declaró la ilegitimidad del segundo párrafo del artículo 648 del Código Procesal Civil en el extremo
que se indicaba que el juez debía en todo caso conceder la ejecución provisoria del decreto ingiuntivo
opuesto, sin posibilidad alguna de valorar la subsistencia del fumus boni iuris del acreedor.
196
Héctor Augusto Campos García
Respecto a las motivaciones que tuvo el legislador del Código de Procedimientos Civiles
de 1912 para excluir como requisito general de eficacia de los embargos a la garantía, en
la Exposición de Motivos se señalaba que, el sistema de la fianza previa, como condición
sine qua non de todo embargo preventivo era, sin duda, el más perfecto porque es el más
seguro. Sin embargo, no ha sido adoptado; en primer lugar, por lo difícil que es para los no
acaudalados, encontrar fiadores; y, en segundo lugar, porque un derecho que se acredita,
lleva en sí, en el mayor número de casos, una garantía contra el abuso76.
197
Sobre la tutela cautelar
En segundo lugar, frente al hecho de que uno de los factores para determinar la contra-
cautela sea la solvencia del demandante, debemos indicar que ello es objetivo y justifi-
cado en tanto que lo que se busca es que el solicitante de la medida cautelar tenga los
medios para hacer frente a la eventual obligación de indemnizar los perjuicios causados.
Finalmente, concluimos recordando lo dicho por el legislador del Código Procesal Civil
respecto al tema en cuestión: “La contracautela va a permitir que solo pida medida cau-
telar, la parte que se encuentra persuadida que su derecho va a tener un reconocimiento
judicial favorable. Por cierto si tal hecho ocurre, la contracautela otorgada no será utili-
zada”77.
En primer lugar, analicemos la forma en que se debe proceder para cuantificar la caución
contracautela. En segundo lugar, fijaremos la relación entre la caución contracautela y el
alcance del resarcimiento en la actuación de resoluciones cautelares.
En lo que concierne al primer punto, una primera aproximación nos llevaría a pensar en
que, dado que la caución contracautela busca garantizar el resarcimiento derivado de la
actuación de una resolución cautelar, entonces la cuantía óptima de la caución debe ser
equivalente al resarcimiento que cubra el daño sufrido.
198
Héctor Augusto Campos García
Sin embargo, dicha aproximación es a todas luces equívoca por dos órdenes de razones.
Segundo, porque al ser la obligación garantizada (aún cuando sea determinada y no even-
tual) y la caución dos figuras jurídicas conceptual y funcionalmente diferentes, no res-
ponden a un mismo criterio de cuantificación ya que los intereses que se encuentra de
por medio son diferentes.
Del mismo modo, los criterios para valorar la obligación resarcitoria garantizada y la
caución contracautela también son diferentes.
Para determinar la cuantía del resarcimiento se presta atención a las tradicionales voces
de daños, tales como los siguientes: (i) daño emergente, (ii) el lucro cesante y (iii) daño
moral. Sin embargo, el análisis para cada caso concreto no es tan simple ya que depende-
rá de la efectiva acreditación del daño sufrido por el afectado en función de cada medida
cautelar.
Así, por ejemplo, desde una anotación de demanda (que determina que se castigue el
valor del bien afectado por la medida cautelar) hasta una intervención en forma de ad-
ministración (que compromete financiera y económicamente a una empresa), pasando
por un embargo en forma de retención (que priva la disposición inmediata de fondos), los
daños que se pueden generar son del todo variados, pero siempre acreditados y valorados
de forma ex post.
En cuanto a los criterios específicos para fijar la cuantía de la caución, nuestra doctrina
más representativa ha indicado; por un lado, los siguientes: (i) el derecho sustantivo que
se quiere tutelar; (ii) la condición social y económica de quien peticiona la medida; (iii) el
mayor grado de verosimilitud del proceso78; por otro lado, también se ha indicado que el
199
Sobre la tutela cautelar
juez debe efectuar: a) una calificación aproximativa sobre la magnitud de los perjuicios
patrimoniales que la medida cautelar, en la eventualidad en que devenga innecesaria,
puede causar; y, b) un examen sobre la capacidad económica y la disponibilidad de los
activos por parte del sujeto que solicita la medida79.
Desde nuestro punto de vista, para la cuantía de la caución contracautela óptima se de-
berá recurrir a realizar una evaluación que tome en cuenta tres elementos: (i) la probabi-
lidad de que el daño global se produzca; (ii) la estimación de los daños que deriven de la
actuación de la resolución cautelar; y, (iii) la solvencia económica y la disponibilidad de
pago del solicitante.
Para realizar esta estimación se debe tomar en consideración, a su vez, dos parámetros.
La probabilidad de daño que se puede generar en la esfera jurídica del demandado y la
probabilidad de daño en la esfera jurídica de terceros, como consecuencia de la adopción
de la medida cautelar.
Por último, no puede obviarse que el daño que puede producir la medida cautelar se li-
mite al patrimonio del demandado, ya que perfectamente los efectos de la tutela cautelar
pueden recaer en terceros. Piénsese, por ejemplo, en un embargo en forma de retención
sobre cuentas que están destinadas al pago de planillas de trabajadores. En este caso, el
afectado no solo es la empresa afectada por la medida cautelar, sino también, temporal-
mente, los terceros trabajadores.
79 MONROY PALACIOS, Juan José. “Una interpretación errónea: ‘a mayor verosimilitud, menos caución’ y
viceversa. Apuntes críticos sobre los presupuestos para el otorgamiento y para la ejecución de la medida
cautelar”. Op. cit. p. 274
200
Héctor Augusto Campos García
que: “se deberá ponderar la proporcionalidad entre la eventual afectación que causaría el
interés público, en especial al medio ambiente, o a terceros”.
Las aproximaciones que suelen realizarse, inclusive desde la perspectiva tradicional del
análisis económico del Derecho, obvian como un parámetro a considerar el daño que se
genere a terceros, centrándose exclusivamente en el daño que se genere al demandado,
lo cual representa un análisis parcial, y por ende incompleto.
Repárese, además, en que esta estimación se realiza ex ante a la comisión del daño por
parte del magistrado que será quien evaluará las particularidades de cada caso en concre-
to para determinar la estimación de los daños correspondientes. Desde esta perspectiva,
resulta cuestionable que el legislador determine el monto de la contracautela para ciertos
escenarios, sin tomar en consideración los factores de cada caso en concreto.
Las preguntas son claras: ¿bajo qué parámetro se determina que la caución sea el 25% del
justiprecio?, ¿por qué no más?, ¿por qué no menos? Lamentablemente, así como es ne-
gativa la falta de motivación de las resoluciones judiciales, igual de lamentable es contar
con normativa, sin conocer su razón de ser.
201
Sobre la tutela cautelar
Si se recuerda que la caución no solo tiene un rol compensatorio respecto de los daños
sufridos por el afectado, sino que además debe procurar ser un instrumento para preve-
nir el número y la calidad de accidentes (función preventiva), entonces fijar la cuantía de
la caución en función de la solvencia económica del solicitante se manifiesta como una
necesidad que permite que este internalice los costos de la medida cautelar solicitada, y
por ende, se desincentive el pedido de medidas cautelares sin fundamento.
Repárese, además, en que la solvencia del solicitante de la medida cautelar tiene un im-
pacto directo en la cuantificación de la caución contracautela, ya que el hecho de que se
tome en cuenta la capacidad económica del solicitante para afrontar la realización de la
caución, lo cual lleva implícito el tener la capacidad económica para afrontar los gastos
de constitución de la misma, permite afirmar que la cuantía de la caución contracautela
deba ser ajustada hacia abajo respecto de la probabilidad de daño generado al demanda-
do y a terceros.
En efecto, en tanto la caución solo sirve como un refuerzo para compensar el resarci-
miento y para prevenir los accidentes, entonces no puede pretenderse que la responsa-
bilidad del solicitante de la medida cautelar se restrinja al monto establecido en la con-
tracautela que estableció el magistrado, con mayor razón, si la forma y momento de la
cuantificación de cada uno de ellos es diferente.
202
Héctor Augusto Campos García
Imagínese, por ejemplo, el impacto a la imagen de una empresa dentro del sector banca-
rio y financiero que puede generar un embargo en forma de retención en cuentas ban-
carias.
Adviértase que nos estamos refiriendo a la tutela contra el daño y no a la tutela contra el
acto generador de responsabilidad. Realizamos esta precisión porque no compartimos,
siempre respetuosamente, la perspectiva de quien81 ha indicado que el levantamiento de
la medida cautelar, es decir, la caducidad o ineficacia de la misma, constituya un supuesto
de resarcimiento en forma específica, ya que en este caso estamos ante un mecanismo
de tutela de remoción del acto generador de responsabilidad (reintegratoria) y no resar-
citoria.
Precisamos que esta problemática es del todo diferente de aquella que consiste en deter-
minar la (inter)relación entre los presupuestos de concesión de la medida cautelar. Sobre
el particular, el tema resulta ser más uniforme, ya que si no se encuentra presente la
verosimilitud o el peligro en la demora, entonces no procederá la concesión de la medida
cautelar82.
203
Sobre la tutela cautelar
De este modo, se ha precisado84 que no puede ser consistente una teoría de las medidas
cautelares que pretenda equiparar en un mismo nivel aplicativo presupuestos previos y
necesarios para la toma de una decisión (si se otorga la cautelar o no) con los factores a
utilizarse luego de operada dicha decisión (otorgada la medida cautelar, al juzgador le
corresponde decidir sobre el tipo y alcance de la caución).
[M]uchas veces se ha dicho y resuelto señalando que a menor verosimilitud, mayor cau-
ción; o, por el contrario, a mayor verosimilitud, menor caución. Ello no sólo es incorrecto
porque el presupuesto de la verosimilitud no depende de cuál es la caución ofrecida, ni una
elevada caución exonera de que se presente la verosimilitud, sino porque el presupuesto de
la verosimilitud de fundabilidad de la pretensión y la caución están en momentos de aná-
lisis totalmente diferentes. (…) Si el análisis se realiza en dos planos distintos del procedi-
miento cautelar no hay forma de que uno pueda compensar al otro.85 [El énfasis es nuestro].
Desde nuestro punto de vista, si bien comprendemos los argumentos expuestos por nues-
tra doctrina, respetuosamente no compartimos los mismos en atención a los argumentos
que se explican a continuación.
En primer lugar, desde una perspectiva histórica86, tenemos que resaltar que sí existe una
interrelación entre el fumus boni iuris y el periculum in mora.
son elementos que puedan ser sopesados por el Juzgador a fin de que el exceso de uno supla la deficiencia
de otro”. Asimismo, MONROY PALACIOS, Juan José. “Las relaciones entre fumus boni iuris y periculum
in mora ¿interdependencia o subordinación?” En: Revista peruana de Derecho Procesal 13. 2011. p. 170.
83 MONROY PALACIOS, Juan José. “Una interpretación errónea: ‘a mayor verosimilitud, menos caución’ y
viceversa. Apuntes críticos sobre los presupuestos para el otorgamiento y para la ejecución de la medida
cautelar”. Op. cit. pp. 275-277.
84 Ídem. pp. 280-281.
85 PRIORI POSADA, Giovanni. Op. cit. p. 100
86 Se ha indicado que frente a las dificultades inherentes al estudio del proceso civil en el Derecho Com-
parado (la primera es la inexistencia de un Derecho Procesal Civil de la Europa Continental que pueda
contraponerse, como un todo unitario, al common law procedure y la segunda es la profunda diferencia que
tiene lugar entre los sistemas jurídicos, sustanciales y procesales, de los países de civil law, por un lado, y de
los países del common law por otro) resulta determinante someter los principios y los institutos procesales
a una investigación histórica, ver: CAPPELLETTI, Mauro. “El proceso civil en el Derecho Comparado.
Las grandes tendencias evolutivas”. Traducido por Santiago Sentís Melendo. Lima: ARA Editores. 2006.
pp. 19-30.
204
Héctor Augusto Campos García
Muestra de lo apenas indicado es la regulación del arrest87 (antecedente del embargo pre-
ventivo) en los estatutos de Génova y de Bologna de la época pre moderna, a partir de
los cuales se ha indicado que “la caución ofrece un medio para la actuación rápida de
la solicitud de la medida cautelar, y no es exagerado admitir que la caución servía para
sustituir aquel juicio de verosimilitud sobre la base del cual el juez concede el secuestro
o por lo menos no refuerza”88.
En efecto, era ante la dificultad de acreditar la deuda que el acreedor reclamaba que po-
día solicitar el arrest previo pago de una caución que equivalía a la cuarta parte de aquello
que demandara. De lo apenas indicado, se puede deducir y sostener que históricamente
ha sido natural el considerar que la verosimilitud ha estado vinculada a la caución, dato
que no puede ser obviado al momento de tomar posición en la problemática bajo estudio.
87 ROSENBERG, Leo. “Tratado de Derecho Procesal Civil”. Tomo II. Traducido por Ángela Romera Vera.
Lima: ARA Editores. 2007. pp. 807-908, en donde se indica que “El origen histórico de ese embargo pre-
ventivo (‘arrest’) se encuentra en el derecho alemán; esto es, en el procedimiento contra el delincuente
capturado in fraganti, en particular el ladrón. Como ladrón se considera también al deudor incapaz de
pago y fugitivo que, si era hallado, podía ser también aprehendido por el acreedor, aún cuando ya hubiere
fugado (llamado arresto del fugitivo). Desde fines del siglo XIII podía también ser aprehendido el deudor
cuya fuga se sospechaba; y en el siglo XIV se trató como sospechoso de fuga al deudor incapaz de pago o
inseguro. Además, estaban sujetos al arresto los extranjeros (huéspedes), cuando a pesar del requerimien-
to no estaban dispuestos al pago (llamado arresto a extranjeros). Si la comunidad del deudor negaba el
derecho, podía aprehenderse también a sus miembros (llamado arresto de represalia). Como última clase
se encuentra el llamado embargo de la sucesión, que en caso de muerte era originalmente admisible como
arresto personal del cadáver; pero más tarde, por influencia de la Iglesia, sólo lo fue como embargo de la
herencia. De este procedimiento originalmente de autodefensa se formó en las ciudades, ya antes de la
recepción, un procedimiento judicial dirigido con preferencia al embargo patrimonial, muy semejante al
derecho recibido de las ciudades de la Alta Italia, que surgía de las mismas raíces y servía a la misma nece-
sidad, pero técnicamente era superior el derecho alemán. Así, el derecho extranjero aportó innovaciones
más en la forma que en el fondo”.
88 CONIGLIO, Antonino. Op. cit. pp. 97-98.
205
Sobre la tutela cautelar
El parágrafo 92189 del ZPO dispone de forma clara que la prestación de una caución pue-
de, ni más ni menos, reemplazar la acreditación de la “pretensión” (pretensión jurídico
material90), y del “motivo de la pretensión” (fundamento del embargo preventivo que no
es otro que el peligro en la demora de la prestación jurisdiccional91); con lo cual la con-
tracautela, en ciertos casos, termina funcionando como un sustituto del fumus boni iuris
o del periculum in mora”92.
Bajo este escenario, vemos cómo es que la distinción entre los presupuestos de conce-
sión y actuación de una resolución cautelar no se encuentra plenamente recogida por
la legislación alemana, ya que es posible que se conceda y actúe la resolución cautelar
siempre que medie el requisito de la contracautela, a pesar de que no se haya acreditado
el periculum in mora o el fumus boni iuris.
De este modo, la contracautela, que sigue fungiendo como una garantía por los daños que
pueda causar la indebida actuación de una medida cautelar, ve ampliada su vocación ga-
rantizadora, pues de cubrir una eventualidad delimitada por parámetros de verosimilitud
y peligrosidad, pasa a resguardar una potencialidad de daño93.
En tercer lugar, dado que previamente hemos determinado que no es aconsejable reali-
zar afirmaciones de carácter general que no respondan a las características de un orde-
namiento en particular, creemos conveniente abordar la problemática bajo estudio desde
una perspectiva centrada en la normativa vigente del Código Procesal Civil, la cual brin-
da indicios claros respecto de la interrelación entre verosimilitud de la fundabilidad de la
pretensión y la caución contracautela.
89 § 921. Sobre la solicitud de embargo se puede resolver sin previo debate oral
El tribunal podrá ordenar el embargo aunque no se haya acreditado la acción ni el motivo, si se presta
caución por los daños que se puedan derivar de él para la parte contraria. También se podrá hacer de-
pender la concesión del decreto de embargo de la prestación de caución, aunque se hayan acreditado la
acción y el motivo. [El énfasis es nuestro].
90 LEIBLE, Stefan. “Proceso Civil Alemán”. Segunda edición. Medellín: Biblioteca jurídica Dike. 1998. pp.
529-530.
91 Ídem. pp. 530-532
92 PÉREZ RAGONE, Álvaro J. y Juan Carlos ORTIZ PRADILLO. “Código Procesal Civil Alemán (ZPO)”.
Montevideo: Honrad-Adenauer-Stiftung. 2006. p. 143.
93 GOLDSCHMIDT, James. “Derecho Procesal Civil”. Traducido por Leonardo Pietro Castro. Buenos Aires:
Labor. 1936. pp. 750-751, en donde se señala que “La acción de embargo, como derecho judicial material,
y entendida en el sentido de éste, está condicionada por la existencia de sus requisitos previos. Pero la
ley abre la posibilidad de conseguir el embargo por la simple acreditación de sus requisitos, y aun sin él,
simplemente a cambio de prestación de caución”.
206
Héctor Augusto Campos García
Para evidenciar lo que se acaba de indicar prestemos atención al artículo 61594 del Código
Procesal Civil en el cual se señala que es “procedente el pedido de medida cautelar de
quien ha obtenido sentencia favorable, aunque fuera impugnada”, caso en el cual no es
necesario “ofrecer contracautela”.
En este caso, la norma no exige que el solicitante de la medida cautelar ofrezca una con-
tracautela, lo cual pone en evidencia la interrelación entre verosimilitud y caución, ya
que una mayor verosimilitud habilita una menor contracautela. Sin embargo, debemos
indicar que nada impide, si el juez lo considera pertinente, que exija la constitución de
una caución contracautela, ya que tal como se ha indicado, el ofrecimiento y la constitu-
ción de la contracautela son dos momentos claramente diferenciados.
También debemos reparar en el artículo 63095 del Código Procesal Civil, el cual determi-
na que si la sentencia en primera instancia declara infundada la demanda es posible man-
tener la vigencia de la medida cautelar siempre que ofrezca contracautela de naturaleza
real o fianza solidaria.
Como conclusión preliminar de lo expuesto respecto de este punto debemos señalar que
es admisible, en atención a la normativa del Código Procesal Civil, fijar una relación en-
tre el grado de verosimilitud y la cuantía de la caución.
207
Sobre la tutela cautelar
Cuando se afirma que a menor verosimilitud, entonces corresponde una mayor caución,
ello no quiere implicar que la caución está en capacidad de reemplazar la ausencia de
verosimilitud, por lo menos en el modelo procesal cautelar del Código Procesal Civil.
El Código Procesal Civil, a diferencia del modelo procesal cautelar alemán o español96, no
admite en ningún caso que la constitución de una caución contracautela pueda sustituir
los elementos de concesión de la medida cautelar.
De este modo, si no hay verosimilitud o si no hay peligro en la demora, por más caución
contracautela que se constituya, la medida cautelar no debería otorgarse97. Admitir que
la ausencia de verosimilitud pueda ser reemplazada con una contracautela elevada sería
tanto como permitir que la tutela cautelar (en tanto derecho fundamental) pueda ser
comprada, lo cual es rechazado por nuestro ordenamiento.
96 MONROY PALACIOS, Juan José. “Bases para la formación de una teoría cautelar”. Op. cit. p. 205, quien
señala que “En regímenes como el español, la importancia que se le otorga a la caución llega a tal punto
que algunos juristas consideran que su debida prestación puede llevar a obviar los otros requisitos de
procedencia. Esta posición podría resultar discriminatoria si se tiene en cuenta que sólo podrían obtener
una medida cautelar aquellas personas que económicamente estén en disposición de soportar la entrega
de una caución ‘suficiente’”.
97 SERRA DOMINGUEZ, Manuel. “Teoría general de las medidas cautelares”. En: AA.VV. “Las medidas cau-
telares en el proceso civil”. Barcelona: Industrias Gráfica Pareja. 1973. p. 42, quien de forma crítica asevera
que “La fianza pueda servir para ampliar el arbitrio judicial y reducir la exigencia de la prueba ‘prima
facie’, pero nunca para sustituirla”.
208
Héctor Augusto Campos García
Sobre la base de los argumentos expuestos debemos ser enfáticos en afirmar lo siguiente:
(i) una mayor verosimilitud del derecho incide en una caución contracautela menor, no
porque los daños efectivos sean menores, sino porque la probabilidad de que los mismos
se presenten, sí son menores; (ii) una menor verosimilitud del derecho incide en una
caución contracautela mayor; y, (iii) la ausencia de verosimilitud del derecho no puede
ser reemplazada, en atención al dato concreto de la normativa del Código Procesal Civil,
por una caución contracautela, por más alta que esta sea.
Por último, queremos mencionar dos supuestos concretos en donde el legislador procesal
ha desnaturalizado el empleo de la caución contracautela, precisamente, por no tener en
consideración su fundamento y estructura dogmática.
Tómese en consideración, además, que los casos que se mencionarán a continuación per-
tenecen, cosa curiosa, al ámbito de la tutela cautelar en el marco del proceso contencioso
administrativo98, lo cual debe llevarnos a reflexionar respecto del rol del legislador y juz-
gador en un proceso, que al estar adscrito a un modelo de plena jurisdicción, debe velar
por la efectiva tutela de los intereses de los administrados.
El primer supuesto que debe ser mencionado, no solo por su incidencia en la práctica
sino por el análisis que ha merecido, es el relativo al Decreto Legislativo 1121 que mo-
difica el artículo 159 (Medidas cautelares en procesos judiciales) del Código Tributario
peruano y que disponía lo siguiente:
2. Si se ofrece contracautela de naturaleza personal, ésta deberá consistir en una carta fian-
za bancaria o financiera, con una vigencia de doce (12) meses prorrogables, cuyo importe
sea igual al monto por el cual se concede la medida cautelar actualizado a la fecha de no-
98 Sobre el particular, AMPUERO GODO, Saúl, “Las medidas cautelares en el proceso contencioso-adminis-
trativo. La problemática de su (in)ejecución por la Administración”. En: AA.VV. “Las medidas cautelares en
el proceso civil”. Lima: Gaceta Jurídica. 2013. pp. 155-179.
209
Sobre la tutela cautelar
tificación con la solicitud cautelar. La carta fianza deberá ser renovada antes de los diez
(10) días hábiles precedentes a su vencimiento, considerándose para tal efecto el monto
actualizado hasta la fecha de la renovación.
En caso no se renueve la carta fianza en el plazo antes indicado el Juez procederá a la eje-
cución inmediata, bajo responsabilidad.
3. Si se ofrece contracautela real, ésta deberá ser de primer rango y cubrir el íntegro del
monto por el cual se concede la deuda.
(…)
Posteriormente, a través de la Ley 30230 (Ley que establece medidas tributarias, simpli-
ficación de procedimientos y permisos para la promoción y dinamización de la inversión
en el país) se modifica el artículo 159 (Medidas cautelares en procesos judiciales) en los
siguientes términos:
2. Si se ofrece contracautela de naturaleza personal, esta deberá consistir en una carta fian-
za bancaria o financiera, con una vigencia de doce (12) meses prorrogables, cuyo importe
sea el sesenta por ciento (60%) del monto por el cual se concede la medida cautelar actuali-
zado a la fecha de notificación con la solicitud cautelar. La carta fianza deberá ser renovada
antes de los diez (10) días hábiles precedentes a su vencimiento, considerándose para tal
efecto el monto actualizado hasta la fecha de la renovación.
En caso de que no se renueve la carta fianza en el plazo antes indicado el Juez procederá a
su ejecución inmediata, bajo responsabilidad.
3. Si se ofrece contracautela real, esta deberá ser de primer rango y cubrir el sesenta por
ciento (60%) del monto por el cual se concede la medida cautelar actualizado a la fecha de
notificación con la solicitud cautelar.
(…)
210
Héctor Augusto Campos García
Si bien respecto de la norma en cuestión podrían formularse varias críticas desde una
perspectiva constitucional y procesal99, con la finalidad de no incurrir en el equívoco de
pronunciarnos respecto de una materia que conlleva un grado elevado de especializa-
ción, solo nos detendremos en poner en evidencia la forma cómo la caución contracaute-
la ha sido desnaturalizada en el presente caso.
Así, si lo que el Estado quería era que no se retrase el cobro de tributos, como se com-
prueba de la Exposición de Motivos de la norma en cuestión100, para ello no debió re-
currirse a la caución contracautela que tiene un fundamento y finalidad claramente es-
tablecidos, sino a la constitución de otros tipos de garantías101. Una garantía de pago de
una deuda (que es lo que buscaba la Administración Tributaria), no es equivalente a la
99 CAVANI, Renzo, “Caución y tutela cautelar contra la Administración Tributaria. Apuntes críticos sobre el
nuevo artículo 159 del Código tributario”. En: AA.VV. “Las medidas cautelares en el proceso civil”. Lima:
Gaceta Jurídica. 2013. pp. 181-200.
100 En la descripción de la problemática que justifica el cambio normativo en el artículo 159 del Código Tribu-
tario se aprecia lo siguiente: “Al respecto, debe considerarse que al 31 de diciembre de 2011, según informa-
ción proporcionada por al Procuraduría Pública de la SUNAT, se encuentran vigentes medidas cautelares
otorgadas por los diversos órganos del Poder Judicial que impiden la cobranza de S/. 784’626,607.00 las
cuales fueron concedidas bajo el ofrecimiento de caución juratoria como contracautela por parte de los
contribuyentes, situación que no garantiza la cobranza de dicha deuda al final del proceso judicial”. Luego
añade que “Precisamente, la falta de exigencia de una contracautela efectiva, pone en serio riesgo la posi-
bilidad de que el fisco, a pesar de resultar la parte vencedora en el litigio, realice la cobranza de las deudas
impagas, teniendo en cuenta que la duración de los procesos judiciales suele ser extensa hasta su resolu-
ción definitiva, hecho que puede suponer que, en la práctica, la deuda no pueda ser cobrada al cambiar la
situación patrimonial de los contribuyentes o porque estos aprovechen el tiempo transcurrido para eludir
el pago de sus obligaciones”.
101 GONZÁLES LACA, Carlos Miguel y Carmen, VILLANUEVA FAUSTOR, “Análisis del artículo 159° del
Código Tributario: un apunte sobre la desnaturalización de la contracautela”, En: Derecho & Sociedad 43.
2014. pp. 268-278.
211
Sobre la tutela cautelar
garantía del resarcimiento por el retraso en el pago de una deuda (que es lo que busca la
contracautela).
El segundo supuesto, y que adolece de los mismos vicios de la norma apenas comentada,
es el contenido en la Ley 30011 (Ley que modifica la Ley 29325, Ley del Sistema Nacional
de Evaluación y Fiscalización Ambiental) que incorpora el artículo 20-A (Ejecutoriedad
de las resoluciones de la OEFA) y dispone que la suspensión de las resoluciones que emita
la OEFA solo se realizará previo dictado de una medida cautelar en la cual se debe pre-
sentar “una contracautela de naturaleza personal o real”, sin que se admisible la contra-
cautela de caución juratoria.
Además:
Si se ofrece contracautela de naturaleza personal, esta debe consistir en una carta fianza
bancaria o financiera a nombre del OEFA, de carácter irrevocable, incondicional, de eje-
cución inmediata y sin beneficio de excusión, otorgada por una entidad de primer orden
supervisada por la Superintendencia de Banca, Seguros y Administradoras Privadas de Fon-
dos de Pensiones”, con una “vigencia de doce meses renovables y ser emitida por el importe
de la deuda derivada del acto administrativo cuyos efectos se pretende suspender o dejar
sin efecto, actualizada a la fecha de solicitud de la medida cautelar.
Se indica que:
La carta fianza debe ser renovada y actualizada, en tanto se mantenga vigente la medida
cautelar, dentro de los veinte días hábiles previos a su vencimiento, de acuerdo al monto
de la deuda acumulada a la fecha de su renovación. En caso de que no se renueve la carta
fianza o no se actualice su importe en el plazo antes indicado, el juez procede a su ejecución
inmediata.
Por último, “Si se ofrece contracautela real, esta debe ser de primer rango y cubrir el ín-
tegro del importe de la deuda derivada del acto administrativo cuyos efectos se pretende
suspender o dejar sin efecto, actualizada a la fecha de solicitud de la medida cautelar”.
La caución contracautela es una institución que merece ser estudiada ya que se instituye
como el parámetro a partir del cual se despliega la eficacia de la tutela cautelar.
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