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Los inicios:
Renacimiento:
Anatomía tisular:
patología celular.
Patología intracel·lular:
Patología molecular:
Según las creencias egipcias, el ser humano estaba formado por siete
elementos, uno de ellos, el Chat, es decir, el cuerpo material al que, para su
perfecto funcionamiento a su vez lo aproximaron a la doctrina de los cuatro
elementos: aire, agua, fuego y tierra. Los médicos encargados del cuidado del
Chat, fueron considerados los más capaces en el mundo antigüo, aunque
muchas de sus teorías, vistas desde la perspectiva actual, estaban muy alejadas
de la realidad.
En los textos del Papiro de Ebers, que data del año 1500 a.C.,
encontramos un Tratado sobre el corazón, al que consideraban el centro del
cuerpo y del sistema vascular, sede de la inteligencia y de la percepción. Sin
embargo, aseguraban que el corazón aumenta de peso y tamaño hasta los 50
años de edad y a partir de entonces, iba reduciéndose hasta casi desaparecer
causando la muerte natural del individuo.
Hay vasos, en él, que van a todo miembro. En cuanto a aquellos sobre lo
cual todo médico o todo sacerdote o todo mago pone sus dedos, sea sobre la
cabeza o sobre la nuca, o sobre las manos, o sobre el corazón mismo, o sobre
los dos brazos, o sobre las dos piernas, o sobre una parte cualquiera, siente
algo del corazón, pues los vasos de éste van a cada uno de los miembros y a
esto se debe que el "corazón hable", (Indudablemente el texto se refiere a las
pulsaciones).
Hipócrates.
LA ANATOMIA Y LOS ROMANOS
ROMA
En el año 293 a.C. una terrible plaga asoló Roma. Alarmados por su
gravedad e indecisos sobre la solución, los ancianos consultaron los libros
sibilinos; la respuesta fue que buscaran la ayuda del dios griego Asclepios, en
Epidauro. La leyenda dice que se envió un navío especial, que el dios aceptó
la solicitud y viajó a Roma en forma de serpiente, que cuando llegó se instaló
en una isla del Tíber, y que la plaga terminó. Los romanos agradecidos le
construyeron un templo al dios y lo conocieron con el nombre de Esculapio.
El primer médico griego que llegó a Roma en el año 219 a.C. se llamaba
Archágathus y al principio tuvo mucho éxito, pero como se inclinaba a usar el
bisturí y el cauterio con excesiva frecuencia, su popularidad decayó. Casi un
siglo más tarde otro médico griego, Asclepíades de Prusa (124-50 a.C.)
conquistó a la sociedad romana con su oratoria brillante, su parsimonia
terapéutica y su oposición a las sangrías. Asclepíades adoptó la teoría atomista
de Demócrito, que Lucrecio había puesto de moda en esa época con su poema
De re natura, pero no insistía en los aspectos más teóricos de la medicina
griega sino más bien en el manejo práctico de cada paciente; de todos modos,
sus sucesores lo consideraron como el iniciador de una escuela opuesta al
humoralismo hipocrático, que se conoció como el metodismo (vide infra).
Asclepíades manejaba una terapéutica mucho menos agresiva que la de los
otros médicos griegos: sus dietas siempre coincidían con los gustos de los
pacientes, evitaba purgantes y eméticos, recomendaba reposo y masajes,
recetaba vino y música para la fiebre y sus remedios eran tan simples que le
llamaban el "dador de agua fría". Es interesante que Asclepíades no llegó a
Roma como médico sino como profesor de retórica, pero como no tuvo éxito
en esta ocupación decidió probar su suerte con la medicina, o sea que no tenía
ninguna educación como médico antes de empezar a ejercer como tal. Su éxito
revela el carácter eminentemente práctico de la medicina romana, lo que
también explica que otro lego en la profesión, Aulio Cornelio Celso (ca. 30
a.C. 50 d.C.) haya escrito De Medicina, el mejor libro sobre la materia de toda
la antigüedad. Este libro formaba parte de una enciclopedia, De Artibus, que
también trataba de agricultura, jurisprudencia, retórica, filosofía, artes de la
guerra y quizá otras cosas más, pero que se perdieron. Por fortuna, en 1426 (!
13 siglos después!) se encontraron dos copias completas de De Medicina, que
fue el primer libro médico que se imprimió con el invento de Gutenberg, en
1478, y el único texto completo de medicina que nos llegó de la antigüedad,
porque (según Majno) el papiro de Smith se detiene en la cintura y el Corpus
Hipocráticum es una mezcla caótica de textos de muy distinto valor.
CELSO
La tercera parte del arte de la medicina es la que cura con las manos [...]
no omite medicamentos y dietas reguladas, pero hace la mayor parte con las
manos [...] El cirujano debe ser joven o más o menos, con una mano fuerte y
firme que no tiemble, listo para usar la izquierda igual que la derecha, con
visión aguda y clara, y con espíritu impávido. Lleno de piedad y de deseos de
curar a su paciente, pero sin conmoverse por sus quejas o sus exigencias de
que vaya más aprisa o corte menos de lo necesario; debe hacer todo como
silos gritos de dolor no le importaran.
LA MEDICINA ROMANA
GALENO
Al cabo de tres años, Galeno viajó a Roma donde (con una breve
ausencia de un par de años) permaneció el resto de su vida. Allí tuvo un gran
éxito, al principio como anatomista y experimentador, y posteriormente como
médico y polemista. Pero en lo que no tiene paralelo en la historia es como
autor: sus escritos son los más voluminosos de toda la antigüedad. Ocupan 22
gruesos volúmenes en la única edición que existe, con 2.5 millones de
palabras, pero sólo reúnen dos terceras partes de la obra, pues el resto se ha
perdido. En su obra existen 9 libros de anatomía, 17 de fisiología, 6 de
patología, 14 de terapéutica, 30 de farmacia, 16 sobre el pulso, etc. Galeno
abarca absolutamente toda la medicina, que conoce mejor que nadie; todos los
que no están de acuerdo con él son ignorantes, estúpidos o las dos cosas, y lo
dice con absoluta claridad. Su ídolo es Hipócrates, cuyos escritos conoce
mejor que nadie y además los interpreta con la mayor fidelidad. En la
discusión de cualquier tema, Galeno adopta con frecuencia la misma
estrategia: primero identifica a su contrincante y resume la opinión que va a
demoler, sin dejar pasar la oportunidad de calificarlo de absurdo, débil mental
o algo peor; después invoca a Hipócrates y señala dónde su víctima se aparta o
hasta contradice al sabio de Cos, y finalmente procede a detallar en forma
sistemática y contundente la verdad acerca del tema en cuestión, citando
copiosamente a Hipócrates y también con frecuencia intercalando sus propias
interpretaciones, que, en su opinión, son fielmente hipocráticas y totalmente
correctas. Los textos de Galeno representan una síntesis del conocimiento
médico antiguo y algo más; contienen no uno sino varios esquemas generales
que posteriormente fueron copiados, interpretados, comentados y elaborados
por un ejército de traductores y comentaristas a lo largo de toda la Edad Media
y hasta el Renacimiento. En un ambiente en donde el dogma era la autoridad y
los libros clásicos eran el dogma, la palabra de Galeno se transformó en la
última corte de apelación de todas las discusiones en medicina hasta la época
de Vesalio (1543).
Buenas venas
Dos días más tarde, Denis lo sometió a una nueva transfusión, aún
mayor que la primera. Apenas la sangre empezó a entrar en sus venas, Mauroy
volvió a quejarse de que una sensación de calor le subía por el brazo. El pulso
se le aceleró, disminuyó, luego volvió a acelerarse. “Observamos que sudaba
abundantemente”, escribió Denis. “Se quejaba de fuertes dolores en los
riñones y de malestares estomacales, y decía que si no lo liberaban iba a
vomitar.” Alarmado por las reacciones fortuitas de Mauroy, Denis y su
asistente le quitaron el tubo. “Mientras cerrábamos la herida, (Mauroy) vomitó
la ración de panceta y grasa que había comido media hora antes”, escribió
Denis. El paciente orinó un fluido negro, “como mezclado con hollín”. Lo
pusieron a dormir, para descubrir a la mañana siguiente, cuando despertó, que
“lucía una calma sorprendente, y una gran presencia de ánimo... y una lasitud
general en todos sus miembros”.
Denis no podía saberlo, pero su paciente acababa de sufrir un shock casi
fatal. La sangre animal contiene proteínas completamente extrañas para la
sangre humana. Enfrentado con esas sustancias, el cuerpo humano reacciona
rápida y dramáticamente, movilizando anticuerpos para destruir las células
invasoras. La reacción provoca una violenta hemólisis (destrucción física de
los glóbulos rojos que entran), inflamación, fiebre y dolor en los riñones, dado
que éstos trabajan filtrando la hemoglobina tóxica y los fragmentos de células.
Los glóbulos rojos mueren de a millones, y la hemoglobina oxidada ennegrece
la orina.
Si Mauroy sobrevivió fue sólo por casualidad. A lo largo de los dos días
que pasó con Denis, durmió, rezó, sangró por la nariz y siguió orinando negro
como el carbón. Sin su manía tenía poco que decir. El viernes le extrajeron
dos porrones de sangre. El sábado, dos días y medio después del
procedimiento, Mauroy se sentía lo suficientemente fuerte para ir a confesarse.
“Ese mismo día —escribió Denis—, su orina se aclaró.”
Entretanto, Madame Perrine Mauroy, que había estado buscando a su marido
de pueblo en pueblo, lo encontró por fin en manos del doctor Denis. Se acercó
a Antoine un poco turbada, temerosa de su pasado brutal. Para su sorpresa, su
marido la recibió con ternura, contándole “con gran presencia de ánimo todo
cuanto le había sucedido mientras corría por las calles, cómo la policía lo
había capturado una noche y cómo le habían transfundido sangre de ternero en
las venas”. Denis apenas podía creer lo que veía: el hombre que “solía no
hacer otra cosa que maldecir y golpear a su mujer” estaba dramáticamente —
casi mágicamente— curado.
Del otro lado del Canal Inglés, los rivales de Denis leyeron sus informes
consternados. No ponían en duda la verdad de sus experimentos; lo que los
escandalizaba era la velocidad de sus progresos. Según los ingleses, ellos
habían sido pioneros en la técnica de la transfusión, los primeros en
transfundir sangre entre animales de la misma especie y de una especie a otra,
y los primeros en proponer transfusiones humanas. Podían trazar una línea
directa entre sus experimentos y el trabajo de Harvey, que, cuarenta años
atrás, había sido el primero en probar que la sangre circulaba a través de
arterias y venas.
La obra de Vesalio
LA ANATOMIA MODERNA
ANATOMIA DESCRIPTIVA
Iniciamos con este tema, tras haber visto cómo fue el proceso de
vigencia y difusión de la medicina clásica griega, y contextualizar el marco en
el que se ha desarrollado -a partir de aquella- la medicina científica moderna,
el estudio sistemático de la constitución de los saberes y las prácticas de esta
última.
ANATOMIA COMPARADA
ANATOMÍA TOPOGRÁFICA
Cabeza.
Tronco.
Extremidades.
La cabeza está situada en la parte superior del cuerpo y está formada por
un armazón esferoidal de huesos planos donde se encierran órganos muy
delicados, como el centro de control, registro y proceso de datos denominado
encéfalo.
Cráneo
Ojos
Nariz
Tronco
Extremidades
Son masas carnosas alargadas y articuladas que salen del tronco. En los
humanos, las extremidades tienen funciones concretas:
Entre los distintos aparatos (A) y sistemas (S) que componen el cuerpo
humano tenemos:
Reparto topográfico
Cabeza
Bóveda craneal o cráneo: Encéfalo (sistema nervioso central).
Macizo facial o cara: Sentidos (sistema nervioso sensitivo).
Tronco
Tórax: Respiratorio.Circulatorio.
Abdomen: Digestivo.Urinario.Reproductor.Endocrino
LA ANATOMIA PATOLOGICA
GRIEGOS
EDAD MEDIA
RENACIMIENTO
CONCLUSIÓN