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Narrativa de Martha Cecilia Ruiz: feminismo, sexo y violencia

Helena Ramos

Además de los cinco sentidos, por así decirlo, tradicionales, Martha Cecilia Ruiz posee,
como mínimo, tres más: del humor, de la palabra y de la equidad de género. Familia de
cuchillos –su debut editorial en libro– lo demuestra con meridiana claridad.
Hasta la fecha, ha incursionado con muy buen suceso en dos géneros literarios: la poesía y
la narrativa breve, y en el marco de esta última, domina con igual destreza el microrrelato,
el relato breve y el cuento.
Y, sea concisa o extensa la narración, resulta eficaz. Como dijo Julio Cortázar, nuestro
bienamado cronopio, “un buen cuento es incisivo, mordiente, sin cuartel desde las primeras
frases”. Así son los de Martha Cecilia. De acuerdo con el autor de Rayuela, “la novela gana
siempre por puntos, mientras que el cuento debe ganar por knock-out”. Precisamente eso
ocurre en Familia de cuchillos.
Para muestra, un botón. “El rito”: “En la biblioteca me confesó el sueño donde él me
besaba los pezones y el ombligo. Allí lo hicimos realidad; luego me hizo repetirlo en el
confesionario, para darme la absolución”. Incisivo. Mordiente. Fulminante. A Ruiz se le
dan muy bien los finales inopinados, con frecuencia cáusticos.
He aquí los breves esquemas que ilustran su uso de algunas categorías gramaticales verbo-
adjetivo-sustantivo en tres microrrelatos: “Crítica literaria”, “Accidente” y “Cuerpos
perdidos”.

Estremecerse Paralelo Universo


Pensar Ortográfico Error
Escribir

Perforar Gástrico Accidente


Querer Otro Hígado
Desarmar Banda
Financiar
Irse

Esperar Siguiente Cama


Encadenar Cliente
Reflejar Noticia
Ahogarse Adolescente
Encontrar Cuerpo

Vemos que el mayor peso de expresividad les corresponde a los verbos mientras los
adjetivos, nunca sobreabundantes, suelen ser imprescindibles o contundentes.
Tal como señaló Marianela Corriols en el prólogo para Familia de cuchillos, en el libro hay
“filo por todos lados. Un filo cotidiano que encontramos en las vidas de todas las mujeres:
las niñas, las adolescentes, las jóvenes, las adultas, las ancianas”. El pluriverso femenino
con sus diversas facetas se expande en todos y cada uno de estos cuentos.
Jorge Eduardo Arellano, en su reseña “Microrrelatos de escritoras nicaragüenses” (La
Prensa, 5 de agosto de 2016) califica a Ruiz de “inquieta narradora” –e inquietante,
añadiría yo– y define “El rito” –citado anteriormente– como una “pieza denunciatoria”. Por
cierto, hay denuncia en muchos de los escritos de la autora y su compromiso con la equidad
de género resulta manifiesto, pero esto no limita el alcance de su ironía. Cuestiona la
violencia machista sin idealizar a las mujeres o verlas únicamente como mártires
políticamente correctas. En la mayoría de los cuentos los personajes femeninos son
multidimensionales: sufren, se equivocan, codician, violentan… Total, viven el anverso y el
reverso de los esquemas de género.
“Sueño y memoria” es hermético, onírico, angustioso, irónico; un tributo original al
celebérrimo “Dinosaurio” de Augusto Monterroso: no tanto por su brevedad como por el
choque de planos sueño/vigilia.
La escritora maneja muy bien el suspenso, notorio en “Desnudos con Leica” y “Memorias
del Club Chino de Bluefields”; además, ambos contienen en sí potenciales guiones de cine
y las respectivas películas. En varios cuentos está presente el elemento fantástico manejado
de manera muy convincente. Y “Pájaro de cenizas” –a mi juicio, más cercano al prosema
que al cuento– revela el filón lírico.
Más que ahondar en caracteres, Martha Cecilia relata situaciones y ambientes: con una
técnica que me recuerda la grisalla o el grabado al agua tinta, cuya riqueza de facturas se
enciende con unos toques escarlata, carmín o bermellón.
En los años 80, La Semana Cómica tenía por lema “Marxismo, sexo y violencia”; la
sentencia integra el sarcasmo y la convicción, pues su insustituible director, el caricaturista
Róger Sánchez Flores (1960-1990), jamás dejaba de chilear, pero su humor –político o
erótico– estaba muy enraizado en el contexto nacional e inspirado por un anhelo libertario.
Lo mismo ocurre con la narrativa de Ruiz, que bien podría tomar por divisa “Feminismo,
sexo y violencia”.
Según mi opinión, Familia de cuchillos, junto con Rama/Microficciones (Managua:
Isonauta Ediciones Artesanales, 2016) de María del Carmen Pérez Cuadra son los libros de
cuentos más novedosos y estéticamente logrados entre toda la bibliografía de autoras
nicaragüenses correspondiente al año en curso.

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