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Rayuela y el Situacionismo:
De la deriva al vagabundeo de Horacio
Oliveira
Beatriz Elena Acosta R.
Instituto Tecnológico Metropolitano
Medellín-Colombia
Grupo de investigación Artes y Humanidades
Facultad de Artes y Humanidades
Si comenzamos la lectura de Rayuela tal como propone el
tablero de direcciones, nos encontramos, en medio del capítulo
73, con esta pregunta: “¿Por qué entregarse a la Gran
Costumbre?”1. Si hacemos en cambio una lectura lineal de la
novela, damos con otra pregunta desde la primera frase:
“¿Encontraría a la Maga?”2. Aparentemente estos dos
interrogantes no guardan ninguna conexión, sin embargo,
sabemos que tal lazo sí existe, pues en ambos capítulos leemos
una apuesta de principios respecto a aquello de lo que la Maga
y Oliveira huyen: el aburrimiento que produce la sociedad en
su momento actual (el de los personajes, que sigue siendo,
aunque exacerbado, el nuestro). Ya desde ese primer párrafo
de la novela, que corresponde a la primera página del libro (si
lo leemos de forma lineal), se nos convoca a los lectores a la
deriva de la pareja que, sin citas previas, juega a perderse por
el entramado que tejen las callejuelas de París y por supuesto a
la deriva por múltiples posibilidades de lecturas:
1
Julio Cortázar, Rayuela. Madrid, Cátedra, 1994, pp. 545-546.
2
Idem, p. 119.
1
Rayuela y el Situacionismo
necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde
abajo el tubo de dentífrico.3
3
Idem, p. 120.
2
Beatriz Elena Acosta Ríos
suramericana y las circunstancias de la literatura en medio
de ese marasmo en el que se mezclan indigencia
económica, social, fanatismo religioso, ideológico y por
supuesto, la efectuación política de tal confusión en luchas
de izquierda y dictaduras atroces. En medio de tal
panorama, muchos escritores exiliados (por voluntad o por
obligación), con sus miradas depuradas por la distancia, re-
crearon esa atmósfera de su tiempo. Además, estos
escritores vivieron el ambiente, también convulso de la
Europa que los abrigaba e hicieron parte activa de
movimientos intelectuales del momento, o por lo menos,
sus obras expresan la asimilación de sus propuestas.
Pero, si bien es cierto que en América Latina hubo otros
que abandonaron la literatura representativa para lanzarse
a una en la que la dislocación del relato y el quiebre del
personaje fuesen los puntos de partida para la
desestructuración radical de la idea de realidad (Onetti y
Rulfo por ejemplo…), como afirmó Carlos Fuentes:
“Julio Cortázar y Rayuela colocan a la novela
hispanoamericana en el umbral mismo de la novela
potencial: la novela por venir de un mundo culturalmente
insatisfecho y diverso.”4
Tal vez esa potente influencia en los estilos
literarios de tantos escritores posteriores se deba sobre
todo a que a pesar de tener en común muchos rasgos con
obras creadas durante la misma época (desde la década
de los cincuenta hasta incluso principios de los setenta),
la novela de Cortázar es única y este carácter de unicidad
tiene que ver con la idea de juego que ella desprende: A
pesar de que en ella el juego funge como catalizador de la
vida, mucho más allá de un hecho meramente
circunstancial (es decir, se trata de un juego de carácter
4
Carlos Fuentes, La gran novela latinoamericana. México, D.F.,
Alfaguara, 2011, p. 222.
3
Rayuela y el Situacionismo
ontológico o si se quiere ontogénico, pues lo que subyace
en él es un gesto detractor respecto al statu quo del
mundo y del hombre en el tiempo de escritura del texto,
que coincide con las experiencias del Club de la
Serpiente en París5); dicho juego se confunde con el
juego callejero de niños que presenta la obra desde su
título: la rayuela, que como se explica en el Capítulo 36,
“se juega con una piedrita que hay que empujar con la
punta del zapato. Ingredientes: una acera, una piedrita, un
zapato, y un bello dibujo con tiza, preferentemente de
colores.”6. Este es quizá uno de sus mayores aciertos,
pues Cortázar se vale de un juego infantil para desplegar
un concepto que alcanza dimensiones filosóficas muy
elevadas, y al mismo tiempo, esa elección es uno de los
motivos por los cuales se convirtió Rayuela en un libro
tan querido entre el público juvenil. Sin embargo, vale la
pena recordar en este momento las palabras del autor en
una carta que escribiera a Ana María Barrenechea en
octubre de 1963:
5
Escribe Morelli a propósito en una de sus notas: “Extraña
autocreación del autor por su obra. Si de ese magma que es el día, la
sumersión en la existencia, queremos potenciar valores que anuncien
por fin la antropofanía, ¿qué hacer ya con el puro entendimiento, con
la altiva razón razonante? Desde los eleatas hasta la fecha el
pensamiento dialéctico ha tenido tiempo de sobra para darnos sus
frutos. Los estamos comiendo, son deliciosos, hierven de
radiactividad. Y al final del banquete, ¿Por qué estamos tan tristes,
hermanos de mil novecientos cincuenta y pico?” (Rayuela, p. 560)
6
Julio Cortázar, Op.Cit, 366.
4
Beatriz Elena Acosta Ríos
calidades de emético que quise darle, y que es como un
feroz sacudón por las solapas, un grito de alerta, una
llamada al desorden necesario. Pero vos, que por una simple
cuestión de madurez intelectual y de técnica profesional,
has leído el libro un poco como yo lo he escrito, es decir, al
final de una larga ruta, de una inmensa biblioteca leída y
vivida y decantada, (…).7
5
Rayuela y el Situacionismo
anulando las otras, sino que las incluye de forma
potencial, solo precisa del trabajo creativo del lector
activo. Es pertinente aquí traer a colación la obra de un
autor paradigmático en la comprensión del “juego ideal”,
tal como lo expone Deleuze: El jardín de senderos que se
bifurcan de Jorge Luis Borges. En este cuento uno de los
personajes, un sabio sinólogo inglés, dirige las siguientes
palabras a otro de los protagonistas:
8
Jorge Luis Borges, Obras completas.1923-1972. Buenos Aires,
Emecé, 1974, p. 479.
9
Julio Cortázar, Op.Cit, p. 616.
6
Beatriz Elena Acosta Ríos
de Ts'ui Pên, todos los desenlaces ocurren; cada uno es el
punto de partida de otras bifurcaciones.10
11
Julio Cortázar, Op.Cit, p. 314.
12
Idem, pp, 314-315.
8
Beatriz Elena Acosta Ríos
novela clásica exhibe los acontecimientos, él busca y en
su búsqueda se cruza con los hechos, que pueden
resolverse de una forma o de otra, él sigue. Por lo tanto,
el juego en Rayuela no se cierra en las posibilidades de
una escritura que interpele al lector hembra (aunque es
claro que lo hace), puesto que ese juego propuesto en la
novela (que es una de sus posibles efectuaciones) da
cuenta de otro, ése que constituye la vida, que se expresa
en sus ciclos, que rebasa la sucesión cronológica, los
tiempos de los oficinistas y que la tradición racionalista
de Occidente se ha negado a mirar de frente.
La novela que transgrede y va tras la epifanía de lo
humano
Por otro lado, en Rayuela hay transgresiones lingüísticas
constantes: alteraciones ortográficas, violencia sobre las
normas de la coherencia y la cohesión de párrafos,
invenciones de palabras (resultados de hibridaciones en
las que se re-crean las palabras dotándolas de sentido, al
valerse de la fonética, no de las significaciones -glíglico-
), etc13. Cortázar explota, como piden Deleuze-Guattari
13
Pensemos por ejemplo en las alteraciones ortográficas en el
capítulo 84: “Heste Holiveira siempre con sus ejemplos” (Rayuela,
p. 570), en el 9: “Casi prefiero tu yuvia y tu gayina, coño, Cómo
yueve en Buenos Aires.” (Idem, p. 165), en el 90: “Las mujeres
empezaban por adorarlo (realmente lo hadoraban), por admirarlo
(una hadmiración hilimitada)” (Idem, p. 584), en el 21: “Me apasiona
el hoy pero siempre desde el ayer (¿me hapasiona, dije?)” (Idem, p.
231). Recordemos también el capítulo 34, en el que Oliveira está
leyendo un fragmento de una de las novelas que lee La Maga y va
pensando al mismo tiempo, en la construcción del capítulo Cortázar
intercaló líneas de la novela de Benito Pérez Galdós con líneas de los
pensamientos de Oliveira, sin previo aviso a los lectores. De la
misma manera, es paradigmático el capítulo 68, en el que el autor
narra una escena erótica conservando la estructura gramatical del
español, pero usando términos inéditos, inventados por los
9
Rayuela y el Situacionismo
en Kafka, por una literatura menor, los elementos
intensivos de la lengua, para sacar de ella mucho más de
lo que las funciones concertadas le permiten. En otro
diálogo del Club de la serpiente uno de sus integrantes
dice:
15
Idem, p. 524.
16
Dicen Deleuze-Guattari: “El escritor retuerce el lenguaje, lo hace
vibrar, lo abraza, lo hiende, para arrancar el percepto de las
percepciones, el afecto de las afecciones, la sensación de la opinión,
con vistas, eso esperamos a ese pueblo que todavía falta.”
Gilles Deleuze, Félix Guattari, ¿Qué es la filosofía? Barcelona,
Anagrama, 2005, p. 178.
12
Beatriz Elena Acosta Ríos
17
Julio Cortázar, Op.Cit, p. 347.
13
Rayuela y el Situacionismo
¿Para qué sirve un escritor si no para destruir la literatura?
Y nosotros, que no queremos ser lectores-hembra, ¿para qué
servimos si no para ayudar en lo posible a esa
destrucción?18
18
Idem, p. 614.
19
Liber Andreotti, Xavier Costa, Comp, Teoría de la deriva y otros
textos situacionistas sobre la ciudad. Barcelona, Museo de Arte
Contemporáneo de Barcelona, ACTAR, 1996, p. 70.
14
Beatriz Elena Acosta Ríos
20
Idem, p. 69.
15
Rayuela y el Situacionismo
exacerbada que las separa de la vida. Definen entonces el
urbanismo unitario como:
21
Idem, p. 70.
22
Idem, p. 70.
23
Idem, p. 68.
16
Beatriz Elena Acosta Ríos
24
Julio Cortázar, Cuentos completos, I, Madrid, Alfaguara, 1995, p.
407.
25
Idem, 408.
17
Rayuela y el Situacionismo
LUGAR ALTAMENTE LÚGUBRE. NO CREO
APRUEBEN TELEGRAMA. PROBABLEMENTE
CAERÉ ENFERMO. TE DIJE QUE DEBÍA TRAER
BOLSA AGUA CALIENTE. MUY DEPRIMIDO
SIÉNTOME ESCALÓN ESPERAR TREN VUELTA.
ARTURO. 26
26
Idem, 499.
18
Beatriz Elena Acosta Ríos
EL SUEÑO ES REALIDAD27
29
Julio Cortázar, Rayuela, Madrid, Cátedra, 1994, p. 355.
20
Beatriz Elena Acosta Ríos
colocando los personajes en la situación, sino la que
instala la situación en los personajes.” 30 Los personajes
son en último término aquellas corrientes intensivas por
las que pasan los acontecimientos, que bien pueden
ocurrirnos a cualquiera de nosotros, de ahí que Morelli y
Cortázar busquen un lector-cómplice, dispuesto a
perderse por los laberintos de la deriva literaria que ellos
proponen.
Bibliografía
30
Idem, p. 657.
21
Rayuela y el Situacionismo
Julio Cortázar, 62 Modelo para armar. Barcelona,
Bruguera, 1980.
Julio Cortázar, Cartas 1937-1963 Bogotá, Alfaguara,
2004.
Julio Cortázar, Cuentos completos. I y II. Madrid,
Alfaguara, 1995.
Julio Cortázar, Último round. México, D.F., Siglo XXI,
1996.
Julio Cortázar, Rayuela. Madrid, Cátedra, 1994.
Liber Andreotti, Xavier Costa, Comp, Teoría de la deriva
y otros textos situacionistas sobre la ciudad. Barcelona,
Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, ACTAR,
1996.
22