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La cajita de los miedos

A manera de introducción…
Nuestra salud se puede dañar si no expresamos en el momento oportuno nuestras
emociones o si tratamos de negarlas.

Las enfermedades emocionales en la mayoría de los casos son padecimientos


originados por los conflictos ocurridos durante la convivencia en la familia, en el
trabajo, y a las presiones del entorno, que luego derivan en problemas orgánicos.

MATERIALES:
• Una cajita pequeña o de fósforos, donde quepan cosas pequeñas.
• Hojas blancas, bolígrafo, tijeras.
• Un globo y un alfiler.
• Texto en una cajita de fósforos.
INDICACIONES:
1. Hacer una pequeña introducción comentando que todas las personas sentimos
miedos, que hay diversas emociones y que algunas, si no se externan, se
dialogan o comentan pueden hacer daño a nuestro organismo.

2. Leer el texto de María Elena Walsh, titulado: En una cajita de fósforos.

3. Al terminar de leer, generar un ambiente cálido, de confianza y seguridad, para


que verbalicen su miedo a través de la escritura y en las hojas blancas escriban
lo que han estado sintiendo en estos días de confinamiento.

4. Después de dos o tres minutos, se solicita que corten sus miedos, los doblen o
enrollen y los metan a la cajita, de ellos elegirán uno para meterlo dentro del
globo.

5. Se les pedirá que hagan tres o cuatro respiraciones profundas, inhalando y


exhalando antes de inflar el globo.

6. Una vez inflado el globo pedir que lo amarren y tomen el alfiler, para finalizar se
pide que cierren sus ojos y repitan lo siguiente.
- Yo soy más grande que mis miedos.
- Yo puedo más que mis miedos.
- Mi mente tiene más poder que mis miedos.
- Y al decir Yo soy más poderoso y grande que mis miedos, pinchar el globo.
7. Para terminar la actividad, todos extienden los brazos y se envían abrazos
virtuales.
EN UNA CAJITA DE FÓSFOROS
María Elena Walsh

En una cajita de fósforos


se pueden guardar muchas cosas.

Un rayo de sol, por ejemplo.


(Pero hay que encerrarlo muy rápido,
si no, se lo come la sombra).
Un poco de copo de nieve,
quizá una moneda de luna,
botones del traje del viento,
y mucho, muchísimo más.

Les voy a contar un secreto:


En una cajita de fósforos
yo tengo guardada una lágrima,
y nadie, por suerte la ve.
Es claro que ya no me sirve.
Es cierto que está muy gastada.

Lo sé, pero qué voy a hacer,


tirarla me da mucha lástima.
Tal vez las personas mayores
no entiendan jamás de tesoros.
«Basura», dirán, «cachivaches,
no sé por qué juntan todo esto».
No importa, que ustedes y yo
igual seguiremos guardando
palitos, pelusas, botones,
tachuelas, virutas de lápiz,
carozos, tapitas, papeles,
piolín, carreteles, trapitos,
hilachas, cascotes y bichos.

En una cajita de fósforos


se pueden guardar muchas cosas.
Las cosas no tienen mamá.

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