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RESPECTO DE
APEGOS
Y
AQUIETAMIENTO
MENTAL
Walter Lépore
1
La frase “aquietamiento mental” ha sido usada en el siguiente contexto:
El cerebro es un órgano del sistema neuro-hormonal, que tiene una
actividad: la “actividad cerebral”.
En virtud de esta actividad cerebral es que pensamos, deseamos, decidimos, nos
emocionamos, tenemos sentimientos (…).
Al conjunto dinámico de pensamientos, deseos, decisiones, emociones,
sentimientos (…) lo llamamos “mente”.
Así que “actividad mental” es la actividad cerebral en tanto la estamos
considerando en virtud de ese conjunto dinámico.
2
Ha sido sentida e indispensablemente
3
PREFACIO
PRESENTACIÓN
4
Era de noche, me levanté del sillón, estiré la mano hacia los libros de la
biblioteca y tomé uno al azar.
“La paz fundamental”, de Jiddu Krishnamurti, un filósofo-religioso hindú,
educado a la vez en occidente y en oriente.
Yo no lo conocía, y al ir leyendo, “no podía creer” lo que iba encontrando.
K. decía – el libro, como casi todos los de él, es una trascripción de sus charlas y
diálogos en público -, K. decía lo que yo habría dicho, ya a mis diecisiete años, si
hubiera tenido su formación.
Esto fue lo que se llama, en psicología filosófica, un encuentro: Cambió mi
forma de relacionarme con el mundo.
• Es por inspiración de K.
• Fue preparado y redactado, sin tener nunca las obras de K. delante.
• Es imposible saber cuánto hay de K. y cuánto es mío – distinción que no me
parece importante -.
• Todo lo expuesto ha sido vivenciado en mis relacionamientos con el mundo, y
mucho es fruto, directo o indirecto, de una re-elaboración a partir de esas
vivencias.
• Ha habido muchas de esas re-elaboraciones: Se basaron en descubrimientos
que se fueron dando en ese relacionamiento con el mundo – y que se
seguirán dando, creo, infinitamente-.
• Con seguridad, debe de haber expresiones textuales de K., y que sin darme
cuenta, quizá, puedo haberlas hecho mías (detecto ahora, por ejemplo, la
expresión “circo de las emociones”).
• He incluido innumerables casos y ejemplificaciones, todos ellos extraídos,
precisamente, de aquellas vivencias mencionadas.
“COMO NUBES QUE OPACAN...”
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A la vuelta de unas vacaciones de enero con la familia, tuve un tribunal de
exámenes. Luego de saludarnos, uno de los colegas me preguntó cómo había
pasado, y le respondí algo así como esto:
“Imagináte. Un mes de playa, con la esposa y los hijos, qué otra cosa
que pasarla bien...”
Agregué, después de una pausa:
“...todo ello opacado, sin embargo, por saber
cuántos humanos no pueden disfrutar ni de la décima parte de todo
eso...sabés...son “como nubes que opacan...”
Esto de “las nubes que opacan” no pasa sólo con el veraneo. Basta mirar y oír
alrededor nuestro.
Lo que voy a plantear ahora configura la condición humana de la que yo no
soy ajeno.
Que luchen con fervor y lucidez, por ejemplo, por la justicia social y el bien de
los humanos, y engañen a sus parejas, una y otra vez, a veces con desparpajo.
Que se indignen ante la explotación de un trabajador, y sin embargo escamoteen
el salario de quien trabaja para ellos. Y si un día tienen que despedirlo, que no
paguen lo que debieran como indemnización.
Que hablen y hasta accionen, política o sindicalmente, en torno a la solidaridad
entre humanos, y pasen por arriba de otros humanos, en desmedro de legítimos
derechos de esos otros.
Que sesudamente hagan la crítica a “roscas”, y llegada la ocasión, ellos mismos
se sirvan de ellas.
Que proclamen la moral social y la igualdad de derechos en la convivencia
colectiva, y en el ámbito privado manipulen al otro como medio para su
satisfacción personal.
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
Podría seguir, ustedes pueden seguir. Y todo eso, no una vez, ocasionalmente -
¿quién no habrá de equivocarse! –, sino haciendo de ello un “estilo de vida”.
Para el asombro y el dolor...y yo no soy ajeno a esta condición humana.
6
Se ha dicho que, precisamente, es éste el drama humano.
Quizá sea cierto y esté bien dicho.
Pero, está bien dicho, siempre y cuando no constituya una racionalización de
intelectuales para exorcizar culpas.
Está bien dicho, si a ese reconocimiento, sigue el afrontamiento.
Al decir de Mounier, el afrontamiento...en lugar de la evasión, de la búsqueda de
refugios, de la aceptación resignada.
ESCUCHAR
7
¿Cómo podré entenderlos, si en cuanto los oigo, les opongo mis
creencias, opiniones, convicciones y certezas!
“Escuchar” exige que oiga lo que los señalamientos me dicen, más allá
del “fondo” de mis ideas respecto a la cuestión tratada.
Si no, oiré en realidad, a los señalamientos tal como se inscriben en el
tejido ideológico y emocional de mi psique.
Desde otro ángulo, si escuchar es “atender para entender”, no será otra cosa
que desplegar nuestro entendimiento más allá de los “pliegues” de mis ideas y
emociones.
Hemos aclarado esto porque, precisamente, en los diálogos y charlas que hemos
tenido en torno a estos “señalamientos”, siempre han saltado objeciones, no
bien dichos señalamientos han terminado de plantearse... ¿hasta dónde han sido
escuchados?
(Las objeciones suelen ser del tipo: “Esto no es para mí”, “Es imposible de
hacer”, “Son ideales, no realidades”, “Yo no quiero entrar en un mundo así”,
“¡Qué está diciendo este hombre!”)
ACLARACIÓN PERSONAL
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A veces, cae más lejos de la cuneta y camina a tientas, a campo traviesa, entre
los yuyales.
Por esto, este trabajo sólo apunta a la comunicación con el lector, es decir, a
“hacernos uno el lector y yo”.
En ese “hacernos uno”, también el lector hará descubrimientos, en el trayecto de
su camino.
ACLARACIÓN METODOLÓGICA
GUÍA DE LECTURA
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Las PARTES II y III abordan las ideas centrales, en perspectivas distintas.
Si agregamos la lectura de la PARTE IV –“Los frutos”- , hemos accedido al
“cuerpo central” del trabajo.
La PARTE VI enfoca cinco casos, que aportan una “visión integradora” de todo lo
visto, y que introduce un último tema central: “El vaivén”... indispensablemente
complementario.
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PARTE I
APROXIMACIONES
PRIMERA APROXIMACIÓN
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Podemos afrontar el mundo – hechos, acontecimientos, conductas, ideas, es
decir las “cosas”- , desde el ego o desde el ser.
El ego es el papel que juega nuestra mente a partir de ideas, intereses,
modelos, miedos, prejuicios...
Así que afrontar el mundo desde el ego es, por ejemplo, cuando nos
relacionamos con él a partir de programaciones propias -“propias” de mi mente,
de mi yo, de mí mismo-.
En cambio, nos relacionamos desde el ser, desde nuestro ser, cuando ese
relacionamiento no responde al ego.
Por un vicio del pensar, generalizo: Les adjudico esa característica de avaricia a
todos los judíos. Aprendo e integro.
Mi mente “guarda el modelo”: “los judíos son avaros”, yuxtapuesto a otro
modelo: “la avaricia es despreciable”.
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La mente no sólo guarda esos modelos. A manera de una computadora, por la
presión de determinada “tecla”, responde de acuerdo a esos modelos.
Ya está: Ante la presencia de un judío cualquiera (estímulo para la tecla),
responderé mentalmente con “desprecio ante ese judío”.
La historia de mi mente –todo eso que aprendí e integré de los judíos-, ante este
judío desconocido, ha resultado, dinámicamente, en “sentimiento de desprecio”.
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Cuando nos relacionamos desde el ser, con mi mente no condicionada
afectivamente, no reaccionamos sino que accionamos.
1. Los exámenes.
En lugar de ser encarados como pruebas para ser aprobadas, serían encarados
como oportunidades para descubrir cuánto conocemos de un temario y cómo
manejamos la elaboración a partir de dichos conocimientos.
No habría, pues, la doble cuestión de “éxito, si apruebo” y de “fracaso, si no
apruebo”.
Siempre habría descubrimiento, y en el descubrimiento, ya descubra que
conozco suficientemente o no, estaría el valor del examen.
Como el examen no es afrontado desde el ego –interés en aprobarlo, logro de
seguir adelante- , sino desde el ser, entonces, solo importará el descubrimiento,
y descubra lo que descubra, eso es lo importante: Descubrir.
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En esta nueva perspectiva, la aprobación del examen y el seguir adelante son
sólo efectos, y no objetivos, que son propios de un afrontamiento desde el
ego.
El saber y el elaborar son procesos que realizo mientras estudio, y no con el
examen.
El viejo enfoque de los exámenes se disuelve con este nuevo afrontamiento.
2. Los concursos.
Para que veamos por qué llamamos a este afrontamiento desde el ser, una
pequeña revolución psicológica, intentaré esbozar una lista de posibles
situaciones de afrontamiento, con un doble enfoque: desde el ego (1) y
desde el ser (2).
a) Una mujer me atrae, voy a la cita: (1) para conquistarla, (2) para relacionarme
con ella.
b) Voy a dar una charla:(1) para gustar, para convencer, para disfrutar de que haya
mucha gente, (2) para relacionarnos yo y los presentes en torno a la cuestión.
c) Compra de un artículo: (1) para hacer un buen negocio, para hacer una ganga,
(2) para usarlo según mis necesidades.
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d) Estar en la cama con una mujer: (1) para disfrutarla, para gozar del momento,
(2) para relacionarme sexualmente con esa mujer, sea cual sea el “resultado”,
disfrute o no disfrute (el disfrute sería un efecto de la relación, no el objetivo).
e) Ante una persona que me acaban de presentar: (1) me cae bien, me cae mal,
me la “banco”, no me la “banco”, (2) relacionarme con ella, sin el intermediario
de mis gustos o preferencias (mi ego).
(Es demasiado importante el relacionamiento con otro ser humano, para
permitirnos el “lujo” del gusto o de las
preferencias, al precio de relacionarme mal con él).
h) Ante alguien que me pide un libro u otro bien: (1) atiendo a lo que ese alguien
es para mí afectivamente, (2) cuido las condiciones objetivas que habilitan el dar
el bien.
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Estos cubrimientos o velos son todo aquello que hemos ido acumulando a lo
largo de nuestra experiencia.
Al papel que protagoniza nuestra mente según ese conjunto de cubrimientos o
velos, lo llamamos, también, ego.
II
SEGUNDA APROXIMACIÓN
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1
El séptimo hombre.
¿No podremos andar por el mundo – tanto como podamos y sin afán de
perfección o santidad-, a la manera del séptimo hombre, con una mente
descargada de ideas y emociones programadas?
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¿No será posible acudir sin la idea de agradar, de tener numerosa audiencia, de
tener éxito…?
¿O sin temer el desagrado de los auditores, o de los asientos vacíos, o de que
resulte una mala exposición?
Voy a la charla sin tales objetivos, llamémoslos “objetivos programados” y
“emociones programadas”.
Aclaremos que se distinguen las emociones programadas de las espontáneas:
Mientras que expongo, quizá aparecerá en mí la idea de que estoy hablando
confusamente, y sentiré desagrado, o sentiré alegría por un chiste bien hecho.
En el relato del séptimo hombre, nos referimos a andar por el mundo sin
objetivos y emociones programados (no incluimos los espontáneos).
En el caso de la charla, mi idea previa sólo fue la de encontrarme con profesores
y estudiantes para relacionarnos y compartir dicho encuentro.
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Llamábamos ego al papel de la mente, si estuviera cargada.
Por otro lado, se había planteado el ir por el mundo descorriendo el ego,
develándolo (en tanto aquellas ideas y emociones programadas son a manera de
velos).
20
PARTE II
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Había terminado la conclusión anterior, cuando llegaba el momento de la
vivencia, en que la mente se ha descargado de ideas y emociones programadas.
Adviene, entonces, lo que se llama el recto pensar.
¿Qué es “recto pensar”?
Pienso sin el condicionamiento de la idea y la emoción programadas, es decir sin
el intermediario o velo, por ejemplo, de la bronca respecto a alguien (aquel que
me había agredido y me pidió el libro prestado, en el ejemplo dado más arriba).
Esto queda claro si lo enfocamos de otra manera: Pensar rectamente es pensar
sin el condicionamiento, en tanto el condicionamiento se ha disuelto.
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Se tratará, entonces, sólo de observar a la propia mente en su proceso de
“desear a la mujer ajena”, que es, precisamente, el ser de mi mente en ese
momento.
Observándome...
23
4
¿No será posible observar a la propia mente, sin juzgar lo que pasa en
su fluir?
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Porque si es posible, tendremos una mente serena y quieta que fluye, sin un yo
“pegado a sus espaldas”, sin un yo que mirando a la mente “por arriba”,
diga: “ése es mi deseo, es malo desear”.
¿Y entonces?
II
25
(El circo de las emociones)
Veremos que esa pregunta planteada en negrilla, está conectada con el tema del
aquietamiento de la mente y el fluir de la misma, sin la intervención de un yo
separado.
26
Es la respuesta de acuerdo a lo que nuestra inserción en el mundo nos
convoca, sin los condicionamientos de nuestras preferencias y
elecciones históricas.
III
27
¿Cómo ir a la cita con una mujer, movido por el deseo, y a la vez con una mente
aquietada-no condicionada por objetivo alguno-?
¿Podré ver, es decir, “ver con recto pensar”, que eso es lo real, que ella no
quiere permanecer allí?
Entonces, esta mente aquietada –no tensionada por logro alguno- , quizá pueda
ver rectamente: Que se necesitan dos para seguir adelante y acá hay uno solo.
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¿Quiere decir, todo esto, que estamos planteando un ir por el mundo “perfecto”,
“santo”, “sin manchas”?
De ninguna manera.
Sólo se trata de ser abierto quietamente al mundo.
Pero, en ese “ser abierto quietamente al mundo” –por ejemplo, el “deseo -puro
movimiento hacia” por una mujer- , puede, de pronto, advenir la inquietud.
De manera que puedo “sorprenderme” a mí mismo con deseo-logro de una
mujer, con mi mente “cargada” de emociones programadas, que incluso me
hagan vulgarizar la sexualidad.
Sólo se trata de estar alerta, y “ver” cómo mi mente ha tenido una reacción
condicionada por las programaciones, y a partir de ese “ver en situación de
alerta”, recomenzar el proceso de auto-observación de esa “mente cargada” y su
vaciamiento –ya vimos que esto es partir del ser de la mente, de lo que la mente
es, y no del deber ser-.
“Además, ¿qué tiene de malo una vida con objetivos y programaciones, como
usted dice, con “emociones e ideas programadas”?
Está claro que cada uno protagonizará su modo de vida, con todo lo que ello
implica.
Por otro lado, de la sola observación, “salta para nosotros” cómo es el mundo en
que vivimos...un mundo injusto, con humanos angustiados, muchos de nosotros
“muertos antes de la muerte”... destrucción... aniquilación...
La pregunta es si “este mundo en que yo ando” no ha de ser transformado... y
para ello, si no he de transformar mi andar en el mundo (lo que no significa
que la transformación de mi andar sea lo primero ni que sea suficiente)
(ver parte VIII, “La renguera”).
Lo que planteamos aquí es que, partiendo de lo que la mente es, del “ser de
nuestra mente” y de su auto-observación, por el solo hecho de esa auto-
observación, la mente puede ser vaciada de ideas y emociones programadas,
que operan como “lastre” para un andar libre en el mundo.
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Claro está que alguien, con el sentido común, podrá decir y hasta gritar: “Quiero
vivir el circo de la emociones, quiero seducir a esa mujer, quiero tener y cultivar
deseos-logro (...)”
Algunas aclaraciones
En primer lugar, estar siempre en el tablado nos hace perder aquello de lo que
venimos hablando: la perspectiva del ser, el vaciamiento de la mente, la
experiencia del Amor como descondicionamiento.
Es mucho lo que perdemos.
Nos estamos perdiendo la “vivencia”, lo que no puede explicarse con palabras, y
que sólo puede ser señalada.
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d) Podría objetarse: “¿Y de lo que se pierden, los que no se
suben al tablado?”
Ya dijimos que no se trata de negar el placer. Al contrario, se trata de vivirlo
intensamente, en el contexto del recto pensar – sentir – actuar.
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PARTE III
LAS IDEAS
PRINCIPALES
EN OTRA PERSPECTIVA
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En nuestro contexto, “ama” significa: Relaciónate con el mundo, con una
mente descargándose de ideas y emociones programadas.
“Haz lo que quieras” por su lado significará: Una vez que ames, todo lo
que advenga, estando uno en “situación de Amor”, será del recto
pensar-sentir-actuar.
Veámoslo aplicado.
¿Cómo concebiré la homosexualidad y la heterosexualidad, y cómo me
relacionaré con esos modos de sexualidad?
Así que, siempre, “ama y haz lo que quieras”: Porque si amas, todo lo que hagas
participará precisamente del Amor (es decir, será un relacionamiento sin
programaciones).
II
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Si soy cuerpo, ¡cómo decir que “soy nada”!
Si soy ideas, proyectos, afectividad, gestos, historia personal, ¿soy nada?
Me reconocen con un nombre, como humano, como amigo, como padre, como
profesor: ¿qué es esto de decir “soy nadie”?
III
La “2ª Naturaleza”
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Me relaciono con el mundo instante tras instante, permanentemente.
Llega un momento, si estamos en este camino que venimos señalando, en que la
mente, por ejemplo, se dirige hacia el objeto de deseo, más y más, como “deseo
movimiento hacia”, en lugar de hacerlo como “deseo logro” (ver el capitulo ya
planteado al respecto de ambos deseos).
Más y más, el yo permanece en el fluir de la mente y no se descuelga para
juzgar, erigiéndose en un yo separado de la mente, que observa y juzga.
El que nuestra mente fluya, con las programaciones fluyendo en ella, es
decir que se hayan disuelto los apegos, a eso llamamos 2ª Naturaleza”.
Objeción y réplica
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Alguien podría decir: “Y si usted, por estar alerta se descubre actuando según
las programaciones del “deber ser” y no del “ser”, entonces en este caso no
estaría atendiendo al “ser”.
Responderíamos a tal objeción diciendo que estaría atendiendo al “ser del deber
ser”.
Un estudiante arremete verbalmente al profesor. Lo que hizo fue
transgredir el “deber ser” de su comportamiento en clase.
Entonces, el profesor también arremete al alumno, porque su
mente responde según la programación del deber ser: “soy yo el
dueño de la clase, tal conducta merece castigo”.
Puede pasar que el profesor se descubra a sí mismo actuando
según el deber ser.
En el momento en que se da cuenta de que está atendiendo al
deber ser, en realidad, al darse cuenta, está reconociendo que hay
un deber ser, (que el deber ser es, es el que intervino en este
caso).
Puede así empezar la autocorrección.
IV
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Siento impulso de abofetear a alguien que nada me ha hecho.
Ese impulso “es”, en tanto dijimos que lo sentí (“es sentido”).
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Cuando hemos transitado bastante de este camino que hemos venido
procesando hasta aquí, los afrontamientos cotidianos ya son, quizás, con lo que
hemos llamado “la 2ª Naturaleza”.
Es decir, que si afrontamos con “la 2ª Naturaleza”, ejercemos el “estar alerta”, y
también el “aquietamiento de la mente”.
De manera tal que la mente aquietada, fluye, “como ancho mar”.
No está “angostada en sus programaciones” – éstas, a manera de lastre-.
Las programaciones fluyen con ella. Así que no se configuran en un yo separado
de la mente –digamos, un yo que “balconea” a la mente-.
Al contrario, el yo fluye con sus programaciones, integrado a la mente.
En tanto que esto pasa, no hay juicios de mi parte.
Para que los hubiera, sería necesario, precisamente, que el yo estuviera
configurado separadamente, tomando distancia, y así emitiera juicios de acuerdo
a las programaciones que lo configuran.
Pero, con la 2ª Naturaleza ya adquirida, no pasa eso.
La mente, fluyente toda ella, incluyendo al yo, afronta la realidad, quizás libre y
creadoramente, en un presente siempre nuevo y totalizante.
Siempre a partir del “ser de las cosas”, es decir, de lo que las cosas son, y no a
partir del “deber ser”, con juicios emitidos según las programaciones.
38
¿Por qué no ha habido ataduras? ¿Cómo
es que no ha habido ataduras?
VI
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1
Amor
Estar alerta
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Hace unos días, alguien me dijo algo así como esto:
“Te oí decirle a una persona el otro día que ésta –te estabas
refiriendo a los últimos diez años- , era la mejor etapa de tu vida.
¿A qué te referías?”
Alguien dirá: “Pero, ¿cómo? Si veo cómo funciona el mundo, ¿es que no haré
nada para transformarlo?”
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Aún cuando sigamos construyendo y re-construyendo un mundo de
aflicción y angustia.
El olvido
Toda programación, sea apego o no lo sea, “tira para su lado”, “hace de las
suyas”, y aprovechando eso que se llama olvido, es decir el no estar alerta, nos
condiciona afectiva y pragmáticamente.
Y esto pasa -lo del olvido- , aunque ya hayamos vivenciado el Ser, el Amor, el
Silencio creador (como lo hemos llamado en este trabajo).
Yo sé que el ser mismo de mi programación es, precisamente, “tirar para sí” –en
este caso, para el acto de seducción-, y sé también que el olvido es frecuente.
Tenemos suerte.
Estar alerta es también fruto de una seria elaboración.
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• Estar a solas con uno mismo, auto-observando la propia mente en su ser
condicionado.
43
De la misma manera que si veo el pantalón doblado en el bajo, de inmediato lo
desdoblo y no necesito más, así de totalizante e instantáneo es el ver-y-asumir.
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PARTE IV
LOS FRUTOS
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La mente “ancha como mar”
Damos, entonces, por sentado todo lo que hemos planteado en PARTE I, II y III.
Todo lo del mundo, cualquier cosa del mundo (una mujer que nos atrae, un
paseo que se posterga, un examen, un concurso, la compra de una camisa, el
ser abandonado por una mujer, la pérdida del trabajo, la muerte de un ser
querido), es visto por una mente “ancha como mar”.
Es decir, una mente que fluye sin angostarse en un yo y sus programaciones,
que no se ve afectada por esas programaciones.
Un ejemplo
46
3
Otras aplicaciones
Una mente “angostada en las programaciones” que tienen que ver con…
. . . . . . . . . . . .
Alguien me decía: “Qué suerte que llegó un joven al edificio. Hay tantos viejos.
Es horrible”
II
47
Partiremos de la clasificación, que ya fue tratada, de los “deseos - puro
movimiento hacia” y los “deseos – logro”.
La exigencia, como vimos, la pone el yo, que “hace valer” su programación: “no
quiero postergar el viaje”.
48
III
49
1
IV
50
Habíamos combinado un paseo de seis días al departamento de
Colonia. Íbamos mi esposa y yo, acompañados de una amiga, Ana.
Faltando unos días, y habiendo preparado el viaje meticulosamente,
nos enteramos, por boca de Ana, que ella venia de un paseo de
quince días, y que le sería imposible ir a Colonia por un “imprevisto
ineludible” que se le había presentado.
Ahí estaba el yo, erigiéndose por separado del fluir de la mente toda, mirando (
juzgando), “con el mentón apoyado en la ventana”, mirando -decía-, el proceso
mental desencadenado por el pedido de Ana.
Nuestro yo juzgaba, es decir se erigía por separado de la mente total, según las
siguientes programaciones:
51
• La ofensa del amor propio del yo, según la programación: “A mí no vengan a
joderme”.
Estas cuatro programaciones –y hay más- son los apegos del yo, programaciones
a manera de lastre, sedimentos que obstaculizan el fluir del curso de la mente.
Es fácil imaginar cuántos conflictos, e inclusive “guerras” psicológicas e
interpersonales, podrían suscitarse a partir de estos apegos.
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La brevedad de la expresión del título puede llevar a equívocos, así que
desarrollémosla, y veamos si pueden evitarse:
Además, preguntémonos con sinceridad: “¿Qué puedo hacer yo, más allá de
hacer las cosas bien?”
Esta pregunta no funciona si tenemos la mente programada como “angosto
riachuelo”, porque no bastará con hacer las cosas bien, sino que habrá que hacer
las cosas en aras de los objetivos de las programaciones.
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Pase lo que pase, todo estará bien: Descubriremos quién es el más
apto para llenar el cargo (no importa que sea yo, en tanto sólo
quería descubrir, y no había anticipado objetivo concreto alguno).
VI
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“El bote vacío”
Será lo mismo si sustituimos “mujer” por dinero, empleo, amistad, ropa, platos
de comida, veraneo, viajes, espectáculos, libros (…).
55
Con el “bote vacío” (expresión de Osho), la vida cambia. Ya nada es
como antes.
Una poderosa energía - sentida como impulso vital, entusiasmo,
silencio creador, fuerza renovadora, luz penetrante -, guía nuestra
conducta en el relacionamiento con las cosas del mundo...como hemos
dicho, a manera de una “2ª Naturaleza”.
a) La mente fluye, vaciada de modelos, en dirección, por ejemplo, a las pruebas del
concurso al que me presenté.
d) Si no estoy alerta, seriamente alerta, puede pasar que siga hasta el final (del
concurso) con el yo a cuestas, montado sobre la mente, separado de ella,
deseando ganar el concurso.
El estar alerta hace que la mente “vea” la desviación –el hecho de que el yo se
separe-, y el verlo basta para que se disuelva aquella estructuración
fragmentarista del yo.
VII
56
El deseo en conflicto con el “deber ser”
1. Eso es chocolate.
2. El chocolate me gusta.
3. Deseo el chocolate.
4. Está a mi disposición.
5. Más de un tercio me hace daño.
6. No es razonable comer más de un tercio.
Lo múltiple de la realidad total (items 1 a 6) se ha vuelto uno (fusión de deseo y
realidad: No deseo, entonces, más de un tercio).
57
2
Había juzgado según la programación que más o menos diría así: “los trabajos
intelectuales no debieran ser interrumpidos por cuestiones triviales y prácticas”.
Pero, estaba alerta. Inmediatamente, a manera de lo que he llamado “la 2ª
Naturaleza”, pude aquietar la corriente de la conciencia y ver claramente lo que
sí constituía el ser de esa situación: “el consumo de la UTE es controlado una vez
al mes y ello es necesario para seguir teniendo luz en la casa”.
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Todos conocemos el alcance de esta conflictividad así planteada: los humanos la
hemos estudiado en mil perspectivas.
Me quedaré mentalmente quieto, sereno, calmo, sin un solo paso mental, sin
juzgar, por lo tanto sin erigirme en un yo separado - “separado” en tanto
para juzgar debe separarse de la mente -.
Al quedarme quieto mentalmente y no erigir un yo separado, sólo queda el fluir
de la mente.
Entonces, el yo es vivenciador –no juzgador, en tanto no se separó-, y fluye con
la mente.
No hay, así, un yo separado de la mente, que la balconea, juzgando, un yo que
se atribuya las programaciones, que las requiera como propias (porque el yo
vivenciador, por definición, vivencia, y la vivencia no requiere el reconocimiento
de programaciones).
59
Lo inefable.
Cuando eso pasa, cuando las programaciones con las que andamos por el
mundo se disuelven, lo que pasa no se puede explicar, no hay palabras que
correspondan, es inefable (ya lo hemos dicho, una y otra vez).
Sólo es vivenciable.
Andar por el mundo así provee de una energía nueva, y un nuevo orden nace, el
del Amor (Descondicionamiento).
VIII
60
Dar
IX
61
El circuito cósmico
Podemos aplicar esta doble idea a las cosas en general, y más específicamente a
lo que llamamos “bienes”.
Entonces, la pregunta que subyace a la expresión del titulo será:
¿Consideraremos a las cosas de nuestra propiedad como
“razonablemente disponibles” para otros que no sean sus propietarios?
Cuando le conté este caso del cuadro –y otros del estilo- a otro
amigo, casi sin pausa después de mis palabras me dijo: “¡Ah, no!
Yo quiero saber si es un regalo o un préstamo, si no, no me lo
llevo”.
Le expliqué que no era ni préstamo ni regalo en la actitud
asumida… que considerarlo préstamo o regalo era hacer hincapié
en la propiedad del cuadro… que en cambio lo que queríamos
relevar era la idea de “disponibilidad para su uso y disfrute…”
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Esto del circuito cósmico es un señalamiento para que cada uno de
nosotros, en el aquietamiento mental, descubra lo que descubra al
respecto.
Sólo podemos, en esto de los señalamientos, basarnos en el
pensamiento negativo.
Lo que habrá de descubrirse –pensamiento positivo- no puede
preverse.
“Soy propietario,
y es por eso entonces, que doy”
El sentido sería:
“Soy propietario,
y más allá del sentido de propiedad, doy”
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En situación de Amor
Para conectar con el párrafo anterior, cabría preguntarnos por qué, en situación
de Amor, lo perverso queda excluido.
Otra forma de plantear esto sería que cuando se nos pregunta, por ejemplo,
acerca de la homosexualidad o de los homosexuales, podríamos responder que
primero se trata de conocer el Amor (= el Descondicionamiento). Entonces, a
partir de allí, nuestra respuesta será la “recta respuesta”: La acción descargada
de sus programaciones condicionantes.
Hacemos hincapié ahora en otro aspecto: Con una mente así, en el camino
de liberarse de sus condicionamientos, o sea, con una mente en Amor,
nuestra inserción en el mundo se revoluciona.
La vida se transforma, nuestros relacionamientos cambian de color y de
perfume, todo se vuelve diferente.
Porque nos relacionaremos con el mundo, no desde el ego –la mente y sus
programaciones- , sino desde el ser de una mente liberada.
Para abreviar, decimos “desde el ser”.
Si alguien se levantara a preguntar cómo es nuestra vida en esta “perspectiva
desde el ser”, la respuesta es:
“Hágalo, usted verá cómo es”
2
Esto es posible.
Sólo se trata de decidirse a hacerlo seriamente, cuando hemos vivenciado la
necesidad de un cambio radical.
Pero, alguien podría decir: “Usted tiene razón en cuanto a que hay que cambiar
radicalmente este mundo, pero yo no quiero vivir de esa manera –como usted
dice- “descondicionada”.
Habré de responder que si dice así, es que no ha tomado aquella decisión, y con
todo derecho.
64
PARTE V
ALGUNAS CUESTIONES
COMPLEMENTARIAS
65
El sentido de la vida y de la muerte.
El sentido de la vida
Las flores
La flor, al vivir, hace todas las cosas que corresponden al “vivir de una flor”.
Objeción natural: “Pero, la flor no tiene conciencia reflexiva que le permita o que
le haga preguntarse sobre ella misma, por ejemplo, sobre el sentido de su vivir.
El humano, sí la tiene”.
66
Así como la necesidad de agua desaparece si está saciada la sed, así desaparece
la necesidad de preguntar por el sentido de la vida, si amamos.
El Amor es relacionarnos con el mundo descondicionadamente: No hay
necesidad de preguntar por condición alguna para vivir.
67
El sentido de la muerte.
Hasta la edad de 2-2y ½, el niño no sabe que él existe como algo distinto al
resto del mundo.
Por ejemplo, cuando a los seis meses en la cuna, extiende la mano y toma el
sonajero, él no se da cuenta de que él es un ser independiente del sonajero.
A los 2- 2 años y ½, se da cuenta: Él está “aquí” y el sonajero está “allí”, él no
es el sonajero y el sonajero no es él.
Ha descubierto a su yo, se ha descubierto a si mismo, y al sonajero como “lo
otro”.
A partir de ese momento crucial, necesita afianzar, dar seguridad a ese yo recién
descubierto (edad de la obstinación).
Desde ese momento, nuestro relacionarnos con el mundo intenta ese
afianzamiento del yo: Queremos ser respetados, queridos, reconocidos,
regalados, tenidos en cuenta (…).
II
68
Dios
Pedro y Juan, aunque con palabras distintas, han buscado a Dios como
entidad, convocándola en torno al destino de su madre.
Carolina no se relacionó con entidad alguna, no pidió salvación de la muerte para
su madre.
Ella sólo buscó un clima de silencio y quietud, para poder encontrar la paz, como
ella misma dijo.
69
La mente, por ejemplo, podrá conocer su propio temor, pero para conocer su
propio temor, es decir el ser de su temor, no habrá de intervenir
conflictivamente, por ejemplo, la programación “no hay que temer a nada ni ha
nadie”.
Porque entonces, de esa conflictividad, la mente se perturbará y no podrá ver el
deseo “en su ser”: lo verá “en su conflictividad” con la programación del deber
ser.
Así pasará con los temores de la mente, como con sus deseos, sus inquietudes,
sus ambiciones (…).
Alguien podría decir: “Pero, usted puede comprender algo, y sin embargo, seguir
sintiendo en oposición a esa comprensión. Por ejemplo, usted puede ver que esa
mujer deseada está emparejada monogámicamente, y sin embargo, seguir
sintiendo deseos por ella…”.
70
Hay un parentesco entre la actitud de Carolina y el “camino del ser” que
planteamos en este libro.
Sí me parece que nada tiene que ver esta vivencia del Ser, al que aceptaría que
alguien que quisiera lo llamara Dios, con la actitud de Pedro y de Juan. Ellos
convocaron a Dios como entidad.
71
III
El aplauso
Hace muchos años, en una entrevista a una muy conocida actriz teatral, ella
manifestó algo así como esto:
72
Así que ahora, no era uno, como aquella actriz teatral, sino que eran varios los
que se “alarmaban” por la falta de ese reconocimiento estereotipado llamado
aplauso.
73
El año pasado, en el 2004, fui a ver una obra teatral, un clásico
griego.
Termina la representación, se apagan las luces del escenario (no
había telón).
El público esperó y esperó. En vano.
Nadie salió a saludar.
El público quedó sentado y quieto, desconcertado, como si
pensaran: “si no salen a saludar, ¿qué hacemos?”.
Yo no podía creer lo que veía. Por primera vez, la ausencia del saludo de los
actores correspondía a la omisión de aplauso.
A estos dos actores les bastó su arte, no querían reconocimiento, dejaron al
público solo y en silencio, como diciéndoles:
“Quédense en silencio,
mediten acerca de lo
que ha pasado aquí”.
Estoy seguro de que tampoco, al otro día, fueron a leer las críticas de los
diarios…
Alguien podría decir a manera de objeción: “¿Y qué del público! ¡Acaso no
cuenta! ¡No tiene derecho a expresarse!”
74
Donnizzetti, en el estreno de una de sus óperas, “salió” treinta y
siete veces, “salidas” estas que se cuentan como las aventuras de
Casanova (cuatro mil doscientas mujeres).
75
IV
Mediaciones
…Como si las manos pudiesen estar vacías, siquiera una vez en la vida…
No lo están.
Las manos, como los ojos, como la piel, están “llenos” de vida, de las cosas del
mundo que han tocado y que han visto, de las personas que han acariciado, de
la materia prima que han trabajado.
¿Puede imaginarse que haya regalo que alcance la calidad y la calidez de esas
manos mías!
Está claro, sin embargo de todo esto que dijimos, que las cosas-las que yo
acerco al niño o al adulto, a manera de regalo-, constituyen el mundo en el que
ellos se mueven, con las cuales crecen.
En el mundo de los niños especialmente, las cosas son “estímulo de fantasías” y
“el mundo de lo imaginario”.
76
No son bienvenidas, en cambio, la exigencia y la autoexigencia de
regalar.
La exigencia del “nunca con las manos vacías” sería, siguiendo con el símil, una
desviación del acto de regalar.
Como es una desviación, lo que señala la clave de la anécdota siguiente:
Este relato me lo hizo ese padre, cuando el hijo tenía ya diez y ocho años y me
vino a consultar por problemas en el aprendizaje del muchacho.
Recuerdo que después del relato, me dijo algo como esto: “yo fui el culpable…
siempre le regalé de todo y demasiado”.
Está claro que un exceso de besos, abrazos y caricias, podrán constituir también
un apego.
77
V
¿Prescripciones?
¿Cómo lo hago?
“Veo” al ser de mi mente.
“Ver” significa atender a mi deseo, sin juzgarlo, ni positiva ni
negativamente, ya que “juzgarlo” sería atender a la prescripción, al deber
ser(juzgo según la prescripción, a favor o en contra).
“Veo” cómo funciona el deseo, todas sus vueltas y revueltas, sus efectos, cómo
se gesta el conflicto entre mi deseo y la palabra de monogamia dada por la
mujer a su pareja. Todo ello sin juzgar.
78
VI
Lo que sigue tiene que ver con este tipo de emigrante y no con el que se va para
evitar la pobreza.
“Emigrar” es una conducta evitatoria cuando el emigrante atiende al estatus
mencionado antes, y por ello, evitaría atender a lo esencial: Protagonizar
una vida sencilla en cuanto a satisfacción de necesidades materiales, y
un relacionamiento de Amor con el mundo.
79
Epicuro, filósofo griego del siglo III aC decía: “un poco de agua, un poco de pan,
un poco de paja donde dormir, un poco de amigos”.
80
VII
Existencia y consistencia
81
Mi mente, totalidad y presente, fluye, vivenciando la atracción por
ella.
En ese momento de la atracción, mi mente es atracción.
Mientras voy caminando a la cita, en este existir totalizador, pura
vivencia, no me pregunto qué estoy haciendo.
De pronto, aparece un pensamiento que corresponde a la
programación “búsqueda del éxito”/ “miedo al fracaso”.
La mente fluyente, toda atracción, toda vivencia de esa atracción,
se fragmenta, al preguntarme “¿y si fracaso?” (pensamiento).
En seguida, siento temor por el posible fracaso (emoción).
Entonces, proyecto una táctica para asegurarme la seducción
(pensamiento-proyecto).
82
VIII
83
Sin embargo, asumo el “ser de mi llegada tarde” y no busco refugios (en este
caso, “escurrir el bulto”).
Mi mente afronta la situación, sin el lastre de las “programaciones-apego del yo”:
“no perder puntos delante del director”, “no tener descuentos aunque sean
justificados” y otros.
La mente, no perturbada por esos apegos del yo, fluye afrontando.
Si escucho esto que dijo el colega desde el yo –es decir, con mi yo juzgando,
en este caso a la conducta de Pedro, desde la programación “si alguien se
apropia de lo que le corresponde, es un…”-, entonces entro en un diálogo de
apegos.
Si en cambio escucho realmente lo que ha hecho Pedro, afronto la realidad de
lo sucedido, sin la intromisión del yo y sus programaciones.
Y entonces, la mente fluyendo quizás “verá” que calificar a Pedro con un insulto
es una simplificación que no permite comprender la totalidad personal de Pedro.
Por ejemplo, podríamos “ver” que esa ambición desmedida de Pedro deriva de la
carencia de amor que tuvo en su crianza. Es como si él dijera: “Me han dado tan
poco amor
de niño, que me he vuelto “esponja”, absorbiendo ahora todo lo que se me
pone a mano para compensar mi vacío de amor”.
La mente del colega que insultó a Pedro estaba fragmentada en dos: Una parte,
hacía valer la posesión de las clases que le correspondían a él, y otra parte de la
mente afrontaba la conducta despojadora de Pedro.
Si su mente no se hubiese fragmentado y hubiese fluido como un todo, habría
podido ver la realidad, el ser de la situación planteada: la carencia afectiva de
Pedro, su vacío de amor, y la necesidad de ponerle límites en tanto las clases no
le correspondian:
84
Si el colega hubiera podido ver la realidad contextual del despojo hecho por
Pedro, en una perspectiva personal de desapego, entonces, quizás las frases
iniciales con la que planteó el problema, podrían haber sido éstas:
85
PARTE VI
CINCO CASOS
CON UNA VISIÓN
INTEGRADORA
Y
UN ÚLTIMO TEMA
CENTRAL:
EL VAIVÉN
86
I
¿Qué ha pasado?
Si el hombre juzga, el yo, configurado como yo juzgador, separado del resto de
la mente, se configura en sus programaciones: por ejemplo, para este caso, “la
pareja de uno será fiel”.
87
Opuestamente, sin esa perturbación, la mente se aquieta y deja de sufrir.
Sus aguas corren libremente, no habrá más crisis de celos.
Aunque parezca mágico el decirlo, ya vimos que no lo es, en tanto su explicación
acaba de ser dada más arriba.
Este “liberarse de los celos” sucede así.
Hay otro fruto más allá de la desaparición de los celos: Nuestra mente ve la
realidad de otra manera.
Ha perdido sentido la idea de la fidelidad, porque ha perdido sentido la idea de la
posesión exclusiva.
La “realidad de pareja” se ve ahora, de una manera distinta: No tiene sentido
prometer y exigir fidelidad.
Alguien podría decir: “Así que usted, ahora, está planteando una nueva
programación… la de la pareja promiscua”.
Absolutamente no.
Se tratará de una mente sin programaciones, ni la de la posesión exclusiva ni la
de la promiscuidad.
--Pero, ese camino que usted plantea es imposible… cómo voy a dejar de lado
todas las programaciones que he aprendido… sería acabar con la cultura…
88
conocer lo que son, cómo actúan, qué efectos tienen… sin aceptarlas ni
rechazarlas. Entonces, ya no se vuelven apegos, no afectan nuestra conducta.
--¿Y entonces?
--Todo cambia y el vivir se vuelve libertad… Hágalo, y verá qué es lo que pasa en
usted…
--Y colorín colorado este cuento se ha acabado… y seré feliz para siempre…
--Y cuando las programaciones resurgen, ¿qué hacemos? ¿de qué sirvió todo lo
que hicimos antes…ese proceso de descondicionamiento, como usted lo llama…?
--En cuanto a qué hacer: estar alerta… y todo empieza de nuevo… el inevitable
vaivén… En cuanto a eso de servir, usted verá –así creo-, que en este camino,
llega el momento en que usted, más y más, se relaciona con el mundo con una
mente calma…y más y más se libera… es lo que llamamos “la 2ª Naturaleza”…
--¿Puedo serle franco…? Ese mundo que usted me pinta… me parece muy
aburrido.
--¿Le parece aburrido, por ejemplo, disfrutar del orgasmo con su pareja, sin
programaciones que afecten su mente? Por ejemplo, se acuesta con una mujer y
su mente aquietada no tiene el objetivo de tener placer…
--Usted va a la cama con ella porque está atraído sexualmente por ella… y
genitalmente… entonces, va a la cama y no al cine. Así que ustedes dos se
relacionarán genitalmente en la cama… pero pase lo que pase, todo estará
bien… ¿No hay erección o no sube el deseo? Nada ha pasado. Usted no es un
medio para que ella tenga placer, y ella no es un medio para usted. Se han
relacionado sin objetivos de placer, en el sentido de exigencia, de expectativa…
89
Después de todo, de esto resulta la conflictividad que constituye las guerras
psicológicas, el usar al otro como medio…
--“Es igual” en cuanto a cómo afecta a los protagonistas… van a acostarse sólo
para descubrir al otro y descubrirse a si mismo en las relaciones sexuales y
genitales… “descubrir” precisamente implica “no anticipación”… si anticipo, logro,
no descubro…
--Beso y abrazo, a esa mujer… No dejo de hacer nada de lo que usted llama
“divertido”… sólo que si la excitación no sube, por ejemplo, y no llegamos al
orgasmo, eso es lo que hemos descubierto… y nada ha pasado… No lo veo
aburrido, lo veo “gozoso sin conflictividad”…
90
II
Ante el insulto
Muy pocas palabras para este segundo caso, en tanto, el planteo es el mismo.
Cuando captamos la agresión del otro, puede pasar que yo la juzgue según la
programación “agresión vs. agresión”.
Si el yo se ha confiurado como separado de la mente, su programación requiere
una respuesta según ella misma, tiene que hacerse valer: es entonces que la
programación se vuelve apego.
91
III
El vaivén
92
2
Pero, puede pasar –si no sé amar a la distancia-, que pase lo que canta Cafrune:
el “atormentar de las penas”, el “nacimiento de la angustia”, la “nostalgia que
atormenta”, la “pena que hace llorar”, el “inolvidable desengaño” con la “muerte
de las ilusiones”, los “abismos donde hundirse”.
No se trata aquí del “buen dolor”, de lo que podríamos llamar el “duelo normal”.
Se trata de la aniquilación de la vida presente, y todos conocemos la secuela que
suele generarse (después de lo dicho por Cafrune y Discepolín, no hay por qué
abundar en esto).
Esto del “dolor bueno” o del “dolor malo” (conflictividad destructiva), es una de
las caras que presenta esta situación del amor perdido.
93
4
Veámoslo.
En medio de ese fluir placentero del regodeo, una programación aparece “tirando
para sí” y clamando:
“lo que viví con esa mujer debe continuar, mañana la llamaré para
que, de cualquier manera, volvamos a estar juntos”.
¿Qué ha pasado?
Ya se instauró la conflictividad.
94
6
Otra posibilidad es que, una vez detectada la configuración del yo por mi estar
alerta, en lugar de emitir juicios de negación, no hiciera un solo movimiento
mental.
Ello constituiría inmediatamente el aquietamiento de la mente, otra vez.
En cambio, en la primera posibilidad, la emisión de juicios fortalece al yo
configurado, y por lo tanto, en lugar de aquietamiento, tenemos a la mente
fragmentada otra vez.
No olvidemos que lo que caracteriza al yo configurado es, precisamente, “hacer
movimientos mentales”: emitir juicios, decidir, proyectar. Ésa es su esencia.
Si en cambio, “nada hacemos mentalmente”, el yo vuelve al fluir aquietado, en
tanto se disuelve precisamente al no haber “movimientos mentales”.
Mi estar alerta detecta qué está pasando: las programaciones en torno al “amor
posesivo y a perdurar” están perturbándome.
Recomienza, entonces, el proceso de auto-corrección:
95
La perfección no está en “quedarnos” siempre en uno de los polos: el del
aquietamiento.
La perfección –en el sentido etimológico: “perfecto” quiere decir “lo que es”-,
está precisamente en que el vaivén es, el vaivén es el ser de nuestra mente.
96
IV
La respuesta, otra vez, reside en que se trata del vaivén, que se ha vuelto
ya nuestra “2ª Naturaleza” (ver ese Apartado).
“Expansión del yo” y “disolución del yo” son los momentos (polos) del
vaivén, con que se mueve nuestra 2ª Naturaleza.
97
V
Separación de pareja
Estos “clamores del yo” correspondían al momento del vaivén en que las
programaciones “saltan” de la corriente de la actividad mental, “tirando para sí”.
Recordándole que él tenía una historia, un cúmulo de experiencias, un acervo de
aprendizaje hecho programaciones.
Le recordaban que él era lo que era – su yo era lo que era-, en virtud de esa
historia… nada menos que “la historia constituyente de su yo”.
Le recordaban que ahora los “pilares” de su yo, los que le daban soporte y
afianzamiento, estaban peligrando: seguridad, identificación, calor y caricias al
yo, compañía, vivir en pareja, consuelo, atención, cuidado en los momentos de
enfermedad, certeza de satisfacción sexual (…)
98
2
¿Qué hacer?
Nada, absolutamente nada.
Todo movimiento mental que nuestro hombre fuera a hacer, en tanto que
voluntario e involucrador del yo, reforzaría al yo, y por consiguiente, a su
necesidad intrínseca de afianzamiento y de expansión – aquellos “clamores” de
que hablábamos-.
Así que al no hacer nada mentalmente, y dejar que la actividad mental
transcurriera sin esfuerzo, las programaciones – aquellos pilares-, perderían su
consolidación. Ya que para consolidarse necesitarían de la intervención voluntaria
e intencional de la mente.
Volverían entonces a la corriente de la mente, disolviéndose en ella –
programaciones que dejaron de ser apegos-.
Así, quizá en el momento del recto pensar, nuestra mente podría ver la situación
total, es decir asumirla… el otro momento del vaivén.
Quedarse solo
99
Así le decía un hombre a su amigo recién separado.
Aparte de la cuestión de una presunta actitud sádica, con toda seguridad
inconsciente, la descripción –aunque algo caricaturesca- pintaba una escena más
o menos verosímil.
Precisamente, porque es una pintura bastante aproximada, es que otro amigo le
dijo a nuestro hombre separado:
“Cuando yo me separé, no dejé que pasara una sola noche sin tener a una mujer
a mi lado… como fuera”.
100
Y lo que pasa a mi alrededor son exterioridades, es lo primero que me pasa, y a
ellas van dirigidas mis tendencias, mis impulsos, mis instintividades, mi intelecto.
Son “las cosas” – llámense materiales o valores, sean una comida, un viaje, un
libro, un amigo, Dios-.
La que fue pareja puede ser deseada (puede haber enamoramiento aún, o no
haberlo).
Está distante, la necesitamos –a su cuerpo, a su presencia-, y le hablamos por
teléfono.
101
Ella evade el vernos. Nuestro deseo-logro se ha frustrado: decepción –
frustración – desacomodo - sentimiento de abandono – angustia - (…).
Dependiendo del carácter, incluso puede haber una reacción desesperada:
volvemos a llamarla, discutimos, insultamos, vamos a buscarla, o bien, nos
quedamos quietos, el mundo echado sobre nosotros, un abismo de soledad,
previsión fatal respecto del futuro (…).
También puede pasar que en lugar de evadirse, ella acepte vernos: Hablamos,
tomamos algo juntos, el logro respecto de ella nos da vueltas, lo planteamos.
Ella dice que no.
Vuelve a repetirse, entonces, el proceso de frustración descrito más arriba, y la
gama de sucesos desencadenados puede llegar a ser indefinida.
En esta gama, es posible, según el carácter básico de nuestro hombre, que éste
pueda entrar a imaginar que ella se ve con otro…
102
7
Efectos potenciadores
“Mi hijo/mi esposa/mi trabajo, es todo para mi… si él me falta, mi vida no tiene
sentido…”
103
En tanto que sufrimiento de existente, y propio del aquietamiento mental, ese
sufrimiento correrá sin trabas con el fluir de la mente y se disolverá.
El sufrimiento por la muerte del hijo adquiere las características planteadas en
aquella primera expresión, cuando es “sufrimiento del yo”, ese yo que no conoce
la existencia y se constituye a partir de los aconteceres del relacionamiento con
el mundo.
104
PARTE VII
MUCHO DE LO QUE
IMPORTA
DICHO
EN FORMA DE
DIÁLOGO
105
Escena 1
Cristina- Parece muy tonta la cuestión que quiero conversar con usted, pero para
mí es importante.
--Es una amiga que tiene problemas con su pareja, quise ayudarla y cuando fui a
su casa, me “cortó” la conversación… se puso agresiva.
--¿Eso es todo?
--Después hablé por teléfono, a los dos días, y otra vez lo mismo… ya me ha
pasado otras veces.
--…O no…
--Si, eso es cierto, pero tengo rabia, y al mismo tiempo, quiero interesarme por
ella… ayudarla.
--¿Y entonces?
106
--Si usted mentalmente se queda así, quieta, su mente se serena, no está
atribulada por ideas o recuerdos… usted está “vaciando” su mente.
--¡”Sujeto”?
--Lo acaba de decir… usted dijo “yo temo llamarla”… es su yo el sujeto de ese
temer… Lo que quiero decirle es que si su mente se serena, su yo no se vuelve
sujeto de ninguna de esas cosas… su yo no se “levanta” como sujeto de ninguno
de esos temores, de esas aprensiones, de esa rabia, que usted manifestó.
--Bueno, si ha pasado eso, hay solamente una mente serena que fluye, sin que
usted haga esfuerzo alguno y sin un yo que se haya vuelto sujeto de todo eso…
--No se preocupe con “no saber”. Ahora mismo, ese “preocuparse” tiene un
sujeto… ¿verdad?... Usted, su yo. Porque es usted, su yo, el que se está
preocupando. Y si usted se preocupa, su yo se refuerza otra vez...así que no
haga esfuerzo mental alguno y su preocupación desaparecerá.
107
preguntándose, preocupándose… si su mente fluye, encontrará la solución… son
esos “viejos” temores y recuerdos, los que no dejan ver…
--¿Usted cree que ese temor suyo, respecto a su amiga, es recién nacido? ¿No
nació acaso de otras experiencias que tuvo con ella? Y yendo más atrás, ¿no
tuvo usted nunca antes otras experiencias de destrato!
--Me puede dar un ejemplo de las programaciones con las que reaccioné ante la
agresividad de mi amiga…
--Bueno, si pasara eso, quizás su mente fluyente, serena, podrá ver qué hacer…
si llamarla, cuándo, de qué manera…
--Hágalo y vea… Quizás, le proveerá a usted de una energía nueva, que le hará
ver el mundo de otra manera… ¿Sabe cómo se llama la vivencia de una situación
así… vivida con una mente descondicionada de las programaciones cuando se
han vuelto apegos?... se llama “Amor”…
108
--¿”Amor”?
--Sí… “Amor” es el modo de relacionarse con la gente, con las cosas, con los
problemas –como este que usted tiene con su amiga-, sin los condicionamientos
del yo…
--Perdone, pero me pierdo, ¿cómo es que haría para relacionarme así… con
“Amor”?
--Que sea su mente la que afronte el problema, dejándola fluir, y sin hacer nada
de su parte mentalmente… no intervenga mentalmente, por ejemplo juzgando…
usted siente rabia y juzga: “no debo sentir rabia”, o “es malo sentir rabia”, o el
juicio que fuere… no lo haga… que su yo no intervenga, y entonces el fluir de la
mente afrontará el problema…
--Si usted se ve atraída por un hombre, puede pasar igual que en el caso de su
amiga… sin un yo que se levante y diga: “quiero que me dé pelota, quiero
agradarle”… y otras cosas más…
--A usted él la atrajo y usted se acerca… ¿No podrá ir a la cita sin el deseo de
lograr algo? ¿Tiene que ir pensando forzosamente en que le agradará, lo
seducirá, se darán un beso…? ¿No podrá ir a la cita sólo para descubrir qué
pasará con él?
--Ahí está su yo, diciendo: “yo quiero lograr cosas”… Le pregunto, Cristina:
¿cuáles cosas? Las que sus programaciones le dictan: “si un muchacho me gusta,
lo besaré en seguida”… y otra mujer podría decir: “si un muchacho me gusta, no
lo besaré en la primera cita”. Usted va a la cita anticipando logros – son las
ilusiones, ¿verdad?-.
--No digo que tenga nada de malo. Digo que esa forma de relacionarse, con un
yo que hace valer sus programaciones para lograr algo, no nos hace
relacionarnos “según las cosas”, sino “según lo que nuestro yo quiere que
sean”… Si mi programación me lleva a anticipar que me acostaré en la primera
cita, iré a la cita actuando según esa programación… ¿se da cuenta, Cristina, que
es esto lo que origina la conflictividad, y en todas las áreas…?
109
--No respetar el ser de las cosas, no asumirlo, origina conflictos… ya sabemos los
resultados… mire a su alrededor… todos vamos por el mundo, sintiendo cosas y
programando según ese sentir... anticipando logros… vea a su alrededor…
frustración, resignación, guerras, psicológica y de las otras…
--Si salen como queremos, entonces, viene “el 2º tiempo del partido”… deseo
perpetuarlo… y otra vez la conflictividad… O su contracara, el temor a perderlo,
es decir, el apego a él, la dependencia… el yo es siempre el sujeto de esas
frustraciones y todo lo demás.
(Se interrumpe el diálogo por la entrada del hijo de Cristina, Roberto, un joven
de 18 años)
Escena 2
110
--Si te pasara eso, Roberto, eso que tú llamás “perder el examen”, no me parece
que sería mala suerte.
--Ésa es una manera muy rara de ver las cosas… todos queremos salir
adelante…
--Lo que te estoy planteando es que “salir adelante” sea un efecto… efecto de
hacer las cosas bien… El tribunal de exámenes te informa si estás preparado
realmente…
--A ver si entendí… usted me quiere decir que no aprobar un examen puede ser
bueno…
111
--Si voy a la cama con una mujer, puedo ir a obtener placer, a pasarla bien, a
gratificarme… con todos esos “logros” en la cabeza… y ya sabemos lo que pasa…
si el logro no se da, entonces la frustración, el enojo, la vergüenza, frases como
“ese tipo o esa tipa no me sirve”, o “espero una vez más y después veo”… te das
cuenta, como si un ser humano fuera una botella de gaseosa y si ésta no tiene
efervescencia, me doy la oportunidad para que la siguiente la tenga…
--Pero… está claro que voy a la cama para obtener placer… es un derecho, es
bueno…
--¿Me estás diciendo que estás usando a la mujer como medio para pasarla
bien…!
--Suponete que vas con ella sólo para descubrir del relacionamiento con esa
mujer… descubrir cómo es ella en su relacionamiento contigo, descubrirte a ti
mismo en tu relación con ella… descubrir lo que sea… ella puede ser frígida o
apasionada… si es apasionada, los besos y lo abrazos fluirán placenteramente…
si es frígida, se trancarán… en cualquiera de los dos casos, se trata de cómo se
relacionan dos seres humanos… lo que te digo es que esto último es lo que
importa…
--¡Ah, no! Yo quiero ser feliz… supongo que ella también… ¿Qué hay de malo en
eso?
112
porque yo no tuve una buena erección, y como me relaciono con ella como
“humanos”… “fines” y no “medios”… nos ayudaremos, si cabe ayudarnos… No
hay resignación en esto… hay un relacionamiento amoroso…
--A qué lleva “lo otro”, Roberto… ¿No lo ves? Él no tiene erección y entonces,
pide perdón, dice “te fallé”, se esfuerza por servir… Ella, si es una “buena
mujer”, lo consuela, quizás lo llame una vez más… no hay recetas… Pero, en
general, ¿llamás a esto un buen relacionamiento?
--Los objetivos son necesarios… ¿Cómo tomo mate, sin el objetivo previo de
calentar el agua? ¿Cómo vuelvo a casa, sin el objetivo de tomar el ómnibus?
Incluso, en el asunto de los exámenes de que hablábamos, aunque el examen
sea considerado un medio de descubrir, ¿no tengo primero el objetivo de
estudiar el programa de examen?
--Sí, sonrío, porque yo no quería ganar el concurso, sólo quería descubrir quién
es el más apto de los que se presentan para ocupar el cargo… sea quien sea…
ésa es mi felicidad… asumir, y hago lo necesario, en el caso del concurso, para
prepararme adecuadamente.
--(A la vez, irónico pero amigable)… Y toma champagne como festejo de que el
concurso lo ganó otro…
--Sí, festejo que el puesto haya sido ocupado por el más apto… por qué no con
champagne… (sonriendo).
Escena 3
113
--Usted terminó hablando con Roberto del “yo”… me doy cuenta… es el mismo
yo del que hablábamos antes ¿no?
--Si, claro, es el mismo yo… Afronto el dictamen del concurso todo, con una
mente total no fragmentada… las programaciones no se separan configurando al
yo, corren con la mente… entonces, Cristina, no hay propiamente un yo que “tire
para sí”, por ejemplo, queriendo ganar el concurso… el yo está “disuelto” en la
mente toda, y con él, la programación “los concursos son para ser ganados”.
--Sí, entiendo…
--A ver...
--En ese “tirar para sí”, el fluir sereno de la mente se perturba, y la mente –cada
uno de nosotros ¿verdad?- , no puede ver la realidad sino a través de esa
programación...
--Está bien… está bien… pero hay otras cosas… tan tremendas… usted sabrá,
Juan, que perdí un hijo no hace mucho tiempo… tres años mayor que Roberto…,
fue horrible, y es horrible aún hoy.
--(Después de una pausa) Es realmente muy triste, un ser humano tan joven…
comprendo su dolor enteramente.
--(Otra pausa) Creo, Cristina, que hay que distinguir dos aspectos: lo
concerniente al joven, y lo que tiene que ver con aquellos que lo han querido
tanto…
114
--(Casi interrumpiendo, en una mezcla de asombro y también de indignación)
¿Qué me quiere decir…?
--Un viejo, querido filósofo, Epicuro… vivió antes de Cristo… él decía que cuando
la muerte le ha sobrevenido a alguien, ese alguien ya no vive… y que cuando él
está, la muerte, por eso mismo, no está, no ha sobrevenido… No sé si usted
entendió lo que…
--Exactamente… quien está vivo aún, podrá sufrir el temor a la muerte pero no la
muerte en sí… y si ha muerto, no puede sufrir ni el temor ni la muerte misma…
Lo que quiero decirle, señora, es que con respecto a su querido hijo, podemos
serenamente estar tranquilos… él está libre de todo sufrimiento.
--Ah, me parece algo tan frío lo que usted dice… sigo sufriendo tanto después de
dos años…
--Estoy de acuerdo con usted en que ya mi hijo no sufre… no soy de los que
creen en el infierno… pero nosotros… ¡qué dolor! (llora serenamente)
--(La mujer lo mira a los ojos desorientada, sesga su mirada hacia el suelo, como
esperando)
115
--Lo entiendo… no es poca cosa, créame…
Escena 4
--Si, yo había oído eso de la diferencia… por qué sufrimos tanto la llegada de la
muerte.
--No hay una sola respuesta, le puedo dar mi enfoque, si usted quiere.
--¿Se acuerda cuando hablamos de cómo era su yo el que temía ser agredido por
su amiga? ¿O cómo era el yo de Roberto el que sufría por la pérdida del
examen? (Espera, y ella asiente) Bueno, es el yo nuestro el que no admite
pérdidas… (enfatizando) porque el ser mismo del yo es siempre afianzarse, estar
seguro, tener placer, crecer, ganar… Fíjese que nuestro propio vivir es eso… un
afianzarse siempre… incluso respecto de cosas que no sean materiales… ganar el
afecto de los demás, obtener el bien espiritual, la paz…
116
--Cristina, si usted está al borde de un lago, completamente quieto, sereno,
como decimos… “un plato”…, ¿qué hace usted para que se mantenga así? ¿Va a
golpetear el agua con una rama? ¿Meterá la mano para moverla?
--Y usted quiere que el agua siga quieta y serena… ¿Hace algo de eso que yo
dije?
--No… no…
--Por ejemplo, no juzgue “es espantoso que mi hijo haya muerto”. ¿Lo entiende
ahora? (Después de una pausa) Veamos, si usted no juzga, ¿qué pasará? ¿Usted
cree que el cerebro se paralizará, que no seguirá funcionando?
--No… creo que no… déjeme pensarlo… ¿no pasa eso con los sueños? (Él
asiente) ¿o cuando resolvemos un problema sin proponérnoslo?
Escena 5
117
--Prometo que no lo molestaré más (sonríe)… Pero, mire la pregunta que se me
ocurrió: ¿nunca es buena la intervención del yo?
--Usted verá. Cuando se inscribe, le dan plazos, fechas, el programa que él debe
conocer… Aunque él se presente sin un yo que haga valer la programación “los
concursos son para ser ganados”, aún así, él tiene que respetar los plazos, las
fechas y tiene que prepararse con el programa… así que su yo dirigirá todas
estas acciones necesarias para presentarse… pero éste es el “yo operativo”, un
yo que necesitamos… creo haber respondido a su pregunta.
--Podría decirse así, pero lo importante no es cómo se dice, sino el ver – que
usted vea- que el conflicto se genera, en este caso, no por el objetivo práctico de
respetar una fecha, sino cuando este prepararse se hace en aras de cumplir con
las programaciones no operativas… sólo una mente aquietada puede ver esto…
--(Sonriendo) ¡Aquí lo agarré! ¿Y qué pasa si uno de los objetivos prácticos –por
ejemplo, inscribirse a tiempo-, no se cumple?
118
PARTE VIII
LOS QUE
NO PUEDEN ESPERAR
119
La renguera
Aquel primer concurrente era de “los que pueden esperar”. Quizás tenía
automóvil esperándolo, o tenía calor en su casa, o mandaba a sus hijos a un
colegio privado, o proyectaba vacaciones en la playa...vestía buena ropa.
El segundo concurrente de marras era de “los que pueden esperar”, también.
Hablaba de “verdadera revolución” –quiso decir, también, “la única verdadera” -,
mientras su estómago estaba lleno, tenía suficiente calor en su casa y ropa con
la que abrigarse.
Luego que ellos hablaron, alguien – asombrado e indignado a la vez – les dijo
esto que sigue:
“Les voy a pedir a ustedes, entonces, que por un año –no más de
un año-, dejen su automóvil, no prendan su calefacción, coman
insuficientemente, manden a sus hijos a la escuela o liceo públicos,
y pasen un poco de frío. Veremos, entonces, si a la revolución
espiritual la llaman “la única y verdadera”.
120
Las grandes mayorías, por lo menos simultáneamente –debiéramos decir,
previamente -, deben encontrar suficiente comida, calor, ropa que abrigue y
atención sanitaria.
No más palabras para esto, salvo lo del título: Este trabajo es rengo.
Y además, entre los que tienen acceso intelectual, están los que se excluyen a sí
mismos “porque no quieren” (aunque quizás recordando a Sócrates, diremos que
los que no quieren, muchas veces no pueden).
Por supuesto, no estamos incluyendo acá a los que, razonablemente, impugnan
el espíritu de este trabajo, o partes de él, o todo él.
“La renguera” de este trabajo tiene que ver con que además, su irradiación es
muy lenta en llegar a las grandes mayorías necesitadas.
Paralelamente, nuestra tristeza de saber que la pobreza material – y entonces la
injusticia y la explotación - campean. Nuestra tristeza de saber que muchísimos
habrán de morir sin dejar de padecerlas, y unos pocos habrán de morir sin haber
dejado de producirlas, por tener el poder económico –y por lo tanto político– en
sus manos.
Un dramaturgo y psicoanalista argentino, cuando se le pidió que redondeara con
una sola frase la entrevista que se le había hecho, tomó aliento y dijo:
121
TEMARIO ANALÍTICO
PREFACÍO
PRESENTACIÓN (5)
“COMO NUBES QUE OPACAN” (6 a 7)
ESCUCHAR (8)
ACLARACIÓN PERSONAL Y METODOLÓGICA (9)
GUÍA DE LECTURA (10)
PARTE I
APROXIMACIONES
I - PRIMERA APROXIMACIÓN
II – SEGUNDA APROXIMACIÓN
PARTE II
122
III – El “deseo-logro” y el “deseo-puro movimiento hacia”. Anticipación
del logro y condicionamiento. El recto pensar (28) – “Pensar rectamente es
sentir rectamente”. Una mente no fraccionada (28) – Ser abierto quietamente
al mundo. ¿Ir por el mundo sin manchas o en santidad? (29) – Objeciones del
sentido común. El “subirnos al tablado”. ¿Ha de transformarse nuestro andar
por el mundo? Aclaraciones (29 a 31)
PARTE III
VI – “Estar alerta” en relación con “amar”. Qué no es Amor, qué lo es. Amor y
la 2ª Naturaleza (40 a 41) – Necesidad de una voluntad seria y por qué
suele no haberla (41) – El olvido (de estar alerta). Señalamientos hacia qué
hacer para una elaboración seria (42 a 43) – Un caso integrador (43 a 44)
PARTE IV
LOS FRUTOS
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III – La mente angosta como riachuelo. Una “falla” en la 2ª Naturaleza. La
auto-corrección: estar alerta y “ver”. La mente otra vez se ensancha como
mar (50)
V – “Sólo cabe esperar”. Descubrir y asumir. “Hacer las cosas bien” (53 a
54)
PARTE V
ALGUNAS CUESTIONES
COMPLEMENTARIAS: LAS IDEAS
CENTRALES EN OTRA PERSPECTIVA
II – Dios: como entidad, como ser. El fluir de la mente y Dios. La vivencia (69
a 71)
124
IV – Mediaciones. Las “manos vacías”. Regalar y la exigencia de regalar.
Comunicación personal y la mediatización del regalo (76 a 77)
PARTE VI
III – Ante el amor perdido. El vaivén. El buen dolor ante la pérdida. “Amar
a la distancia” (92 a 93) – El dolor malo y su conflictividad destructiva (93) –
Placer y exigencia del placer: el apego (94) - ¿Negación de la conflictividad?
La auto-corrección y el vaivén. La perfección de la mente (95 a 96)
125
PARTE VII
PARTE VIII
126