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Universidad nacional de

Cajamarca
Facultad de ciencias agrarias
Escuela académica en ingeniería en
industrias alimentarias
TEMA:
Resumen de Coca Cola Vs Pepsi

Docente: Ing. Luis Ramos Quesnay.

Curso: Automatización de Procesos.

Alumna:
Goicochea Sánchez, Keren Jackelyn.

Ciclo: X

Cajamarca, 1 de Diciembre del 2015

Coca Cola Vs Pepsi


UNIVERSIDAD NACIONAL DE CAJAMARCA
FACULTAD DE CIENCIAS AGRARIAS

E.A.P. “INGENIERIA DE INDUSTRIAS ALIMENTARIAS”

"Coca-Cola pensó durante mucho tiempo que podría eliminar a Pepsi. Creo que han
aceptado por fin que Pepsi es la competencia y que siempre lo será. Lo de Pepsi fue
una verdadera guerra. Cada día estaba claro que ibas a la guerra contra Pepsi. No
creo que Coca-Cola o Pepsi quieran eliminar la competencia. Creo que la guerra es
buena para ambos y ellos lo reconocen hasta cierto punto. Aunque es emocionante.
Necesitas un enemigo. Ha sido el mejor campo de batalla de la historia de la
humanidad. Es una historia fascinante".

Coca-Cola y Pepsi, dos gigantes que hicieron del mundo un campo de batalla. Pepsi,
el eterno rival, se convirtió en un enorme conglomerado de procesamiento de
alimentos por adquisiciones y diversificación contra Coca-Cola y su mítica bebida,
consumida millones de veces al día. Dos pesos pesados valorados en 20 mil millones
de euros cada uno con más de 100.000 empleados. Han inundado el mundo entero
con su publicidad, aunque siguen sin hablar sobre su batalla centenaria. A pesar de
múltiples faxes, correos electrónicos y llamadas, aunque sea para que se jacten de sus
méritos, Coca-Cola y Pepsi no quieren hablar. Tenemos que contar la historia sin
ellos, una historia que empezó con refriegas en las típicas tiendas norteamericanas
donde se ha saciado la sed durante generaciones.

La guerra de la cola nació de las ruinas de la Guerra Civil. Atlanta, la capital sureña,


no pudo escapar de la evolución norteamericana y la tierra de granjeros se transformó
en una sociedad urbana e industrial. El sur se convirtió en el escenario de un siglo de
conflictos y los personajes se perfilaron desde el principio. Por un lado, el invento
del doctor John Pemberton, en 1886, de una fórmula secreta que aún no se llamaba
Coca Cola. Por el otro, Pepsi, fundada 12 años después en Carolina del Norte por
otro farmacéutico, Caleb Bradham.

Coca Cola y Pepsi, dos parientes sureñas de una era con gusto a tónico
revitalizante servido en surtidores en las tiendas locales. La Coca-Cola no tuvo
un comienzo fácil, pero su reputación pronto fue más allá de la tienda de Jacob,
el primer distribuidor de la bebida con cocaína. 

Pemberton murió dos años después de su idea genial, sin sospechar el increíble


futuro que le esperaba a su fórmula, entonces conocida como 7x. 

Mientras Pepsi luchaba para despegar, Coca-Cola se convirtió rápidamente en


la bebida de moda. Se consolidó por encima de los imitadores por sus campañas
publicitarias. Más del 20% de las ganancias de la compañía se destinaban a
publicidad. Como pionera en técnicas publicitarias modernas, Coca Cola se
apuntó otro tanto al embotellar su bebida, construyendo una red de franquicias
independientes por todo el país que la pondría a disposición de la gente a bajo
precio y supondría la fortuna de Coca-Cola. 
Coca-Cola hizo el agosto simbolizando el renacimiento del sur, y los suburbios
de Atlanta se llenaron de casas de lujo construidas por los accionistas  y
directores de la compañía. 

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En 1923, la compañía se puso a las órdenes de un gestor excepcional, cuyos


empleados llamarían respetuosamente “jefe” durante más de 60 años. Robert
W. Woodruff haría de Coca-Cola más que una bebida: se convertiría en el
símbolo de Norte América y la marca más conocida de la historia de la
economía. 

Pero Woodruff nunca habría alcanzado tal magnitud sin la emulación de un


rival feroz. Un rival intrépido que se convertiría en el principal competidor de
Coca-Cola, creando una especie de alternativa cultural con su propia historia,
iconos y devotos. Sólo en Norte América se pueden encontrar fans como Bob
Stoddard, un profeta de la gloria de Pepsi, coleccionista compulsivo e
historiador no oficial de la Institución de Carolina del Norte.

Una cosa interesante con Pepsi fue que en 1906 se aprobó la Ley de Alimentos
Puros y Drogas, que básicamente prohibía añadir cualquier narcótico a los
refrescos. Pepsi no tuvo que cambiar su fórmula y se la llamó “la bebida pura”.
Caleb Bradham creía que era tan seguro que la gente la bebiera que lo podían
hacer hasta los niños. Por eso hicieron anuncios con niños. Como en éste de
aquí, con un niño bebiendo Pepsi. 

A pesar de la calidad reconocida de su cola, Pepsi quedó apartada, indefensa


ante el gigante de Atlanta. Los prósperos años ’20 vieron la 18ª Enmienda que
prohibía la producción y venta de alcohol en los Estados Unidos. Mientras los
imperios del crimen se construían sobre los humos de la prohibición, se
destilaba otro reino, el de Coca Cola en la cresta de la ola ante la demanda de
bebidas no alcohólicas. Esos años locos fueron complicados para Pepsi, que casi
desapareció, acercándose dos veces a la bancarrota y ofreciéndose tres veces a
Coca Cola, que rechazó la oferta de comprarla. Una decisión de la que Robert
Woodruff se arrepentiría al llegar los años ’30 y una racha de brillantez
comercial rescataría a Pepsi del olvido. 

Por supuesto lo que impulsó a Pepsi a principios de los 30 fue que introdujeron
la botella de 35 mL por 5 centavos. Entonces sus rivales vendían los 17cl a 5
centavos. Así que Pepsi, para ser algo especial para sus consumidores, ofreció el
doble por el mismo precio. 
  
Coca Cola era tan poderosa y estaba tan segura de sí misma que dijeron: “No
nos importa Pepsi y su bebida, seguiremos vendiendo nuestras botellitas por 5
centavos”. Y entonces la gente pobre compraba Pepsi y, aunque tomó una
imagen de clase baja, empezó a venderse bien durante la depresión y por fin
Coca-Cola se dio cuenta de que tenían un rival formidable. 

Durante la depresión de los años 30, Pepsi ya no fue un refresco más, bajaron
los precios y les pusieron la etiqueta durante un tiempo de “pariente pobre de la
familia cola”. Pepsi, la bebida de los pobres, blancos o negros. Fue una especie
de pesadilla social para Norteamérica, pero supuso un gran empuje para la
marca que, para Coca Cola, se convirtió en el enemigo auténtico. Pero el

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enemigo aún estaba eclipsado con sólo el 10% del mercado, comparado con el
líder, con 5 veces más. Los años ’30 fueron gloriosos para Coca-Cola, que siguió
inventando técnicas de marketing nuevas.

Lejos de las imágenes de pobreza de la depresión, Coca Cola creó campos llenos
de flores. Exaltada por el talento de Hadom Samblonde y Norman Rockwell, la
marca quiso vender algo más que el “solo producto”: una forma de vida. Una
esencia y el símbolo de la América eterna: rural, familiar, blanca e inocente.

Otra idea genial de Atlanta fue la reinvención de Papá Noel, ahora ya


representado como esa figura sonriente, regordeta y afable vestida de rojo y
blanco. Todo iba bien para Coca Cola y ni siquiera el comienzo de la Segunda
Guerra Mundial pudo empañar su edad dorada. Más bien lo contrario.
En cuanto los japoneses bombardearon Pearl Harbor, Robert Woodruf dijo:
“Nos aseguraremos de que todos los soldados puedan beberse una Coca Cola
allá donde estén”. Fue un gesto muy patriótico, pero Woodruf era un hombre
muy inteligente y consiguió que la Coca Cola no estuviera incluida dentro del
racionamiento de azúcar durante la Segunda Guerra Mundial. Y lo crean o no,
fue declarada esencial para subir la moral a las tropas. Se convirtió en un
símbolo norteamericano increíble. Y lo que Estados Unidos significó, y mucha
gente dijo, es que “luchábamos por el derecho a tener una Coca Cola y una
hamburguesa al volver a casa”.
 
La compañía ya se vendía por el mundo antes de la Segunda Guerra Mundial,
pero la explosión fue entre los ’40 y los ’50 y tuvo muchísimo éxito en los años
siguientes, así que se convirtió en el producto más distribuido a nivel mundial.El
conflicto global se acabó y la guerra de la cola, que acababa de empezar, ya
parecía terminada. Pepsi siguió confinada en su papel de pretendiente y la
dominación de Coca-Cola parecía irreversible. La bebida fue un icono que
supuso enormes fortunas para dinastías de embotelladores como los Schmidt de
Kentucky. Pioneros que llevaban ondeando la bandera blanca y roja desde 1901.
Jan y Phil Schmidt han abierto un museo con, sin duda, la mejor colección de
artefactos de Coca-Cola: un verdadero santuario de la cultura popular
norteamericana. 

La gente creció con la Coca Cola en Estados Unidos y eso como embotelladores
es algo por lo que sentirse orgulloso. Trabajamos muy duro para ver a tanta
gente creciendo con nuestros productos. Los que trabajaban con nosotros
estaban muy orgullosos. Un banquero nos dijo que si alguno de nuestros
empleados iba al banco a pedir un préstamo y coincidía que llevaba el uniforme
de Coca-Cola les decía: “Sé que estará bien, porque es usted una buena
persona”. Es verdad.
También se asociaba con buenos tiempos, familia, con buena vida, ¡limpia! Creo
que la razón de que la gente venga al museo es porque tienen recuerdos muy
felices de la Coca-Cola. Esta herencia también forma parte de la vida de Mark
Pendergrast, criado en Atlanta, aunque cuando era niño tenía que beber Coca-
Cola a escondidas porque su madre dudaba del valor nutricional de los

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refrescos. Quizá esa experiencia traumática fue la responsable de que escriba la


biografía de Coca-Cola. 

Nos mudamos a West Pace’s Ferry Road cuando tenía 5 años. Mis padres
compraron la casa, aún viven allí y me encanta ir de visita. West Pace’s
Ferry era un lugar muy popular para gente rica. Muchos trabajaban para
Coca-Cola o invertían en Coca-Cola.

Mark nació en la Norteamérica conservadora y moral de los ’50 encarnada en


su presidente  Dwight D. Eisenhower. Woodruf tenía contactos en la Casa
Blanca y Eisenhower fue un embajador eficaz y voluntarioso para Coca-Cola.
Aun así Pepsi nunca se dio por vencida. “La eterna segunda” se afilaba las uñas
para un combate que les llevaría a una nueva dimensión.

Durante los años ’50, Al Steele, ex ejecutivo de Coca-Cola, se hizo cargo de


Pepsi, traicionando a Coca-Cola. Dijo: “Miren, tenemos que sacar a Pepsi de la
cocina y meterla en los comedores”. Lo que quería decir era que la gente
compraba Pepsi porque era más barata, la echaban en botellas de Coca-Cola en
la cocina y las sacaban al comedor esperando que nadie se diera cuenta del
sabor distinto y fingiendo que era Coca-Cola porque Pepsi tenía muy mala
imagen.

En los ’50 el presidente de Pepsi se casó con Joan Crawford, una de las actrices
más famosas de los ’50, y se convirtió en portavoz de Pepsi. Viajó con Al
Steele por todo el mundo, promocionando la Pepsi. Era una mujer muy
aristocrática y le dio a la compañía una apariencia muy muy elegante. 

John Bergin forma parte de la leyenda de la publicidad norteamericana.


Durante los cuarenta años de su carrera primero ofreció su talento a Pepsi y
luego se marchó a Coca-Cola en los años ’70. 

En los ’60 hicieron algo fascinante. Se les ocurrió una campaña dirigida a la
generación del baby boom. Los que habían nacido en los ’40 y a principios de
los ’50. Para atraer a la juventud decían: “Pepsi es la bebida de la generación
Pepsi.” y “¡Vive!, perteneces a la generación Pepsi”. Eran anuncios geniales.
Llamaban la atención de la gente joven y Coca-Cola estuvo lenta respondiendo
al reto.

Veinte años después de la Segunda Guerra Mundial, que vio triunfar a Coca
Cola, Pepsi contraatacaba en 1963 manteniéndose junto a una generación que
no quería oír hablar de guerra. La batalla por la marca ahora era feroz. Un
tanto para John Bergin y una estrategia de éxito del extraño que ahora
mordería ese número uno del mercado durante los siguientes 20 años. 
La idea de “La Generación Pepsi” y la antigua “A aquellos con mentes jóvenes”
mediante “La Generación Pepsi” hasta “Tienes mucho que vivir”… Todas esas
campañas tuvieron lugar en 6 u 8 años. Todos decían que si te gustaba la gente

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del anuncio, si sentías que eran como tú, entonces estabas destinado a beber
Pepsi. Es la idea de vender el usuario contra el vender simplemente la bebida. 
 
Mientras Pepsi hacía lo de la Generación Pepsi, Coca Cola tenía “Las cosas son
mejores con Coca-Cola”. Eso funcionó bien porque se suponía que realmente las
cosas eran mejores con Coca-Cola, pero entonces en Estados Unidos nada
parecía ir mejor. Asesinaron a Martin Luther King, al presidente Kennedy y a
Robert Kennedy. En 1968 la Guerra de Vietnam estaba teniendo un efecto
terrible en la sociedad norteamericana, estaba destrozando a la sociedad y Coca
Cola no supo cómo responder a eso.
 
Hubo una exposición de bienes norteamericanos y rusos en Moscú. Coca-Cola se
negó a participar. Richard Nixon era amigo de Don Kendall, ejecutivo de Pepsi,
y Don dijo: “Tengo un problema. Tengo que ponerle a Cucheff una Pepsi en la
mano”. Así que Cucheff se convirtió en la publicidad de Pepsi y, más tarde en
los ’70, cuando Nixon era presidente, ayudó a arreglar un trato en que Pepsi
obtuvo los derechos exclusivos de venta en la Unión Soviética durante veinte
años. Fue un golpe de Pepsi y Coca-Cola estaba furiosa. 

Pepsi apareció en cada evento, anotándose puntos, pero a pesar de sus esfuerzos,
pronto se tuvo que retirar ante los ataques de los orgullosos batallones de Coca-
Cola. Uno de los generales retirados del ejército rojo y blanco vive en San
Francisco. Ian Wilson fue uno de los arquitectos del imperio donde no se pone el
sol. 

La guerra era total y sin restricciones. En Brasil, por ejemplo, el mercado más
grande del mundo tras EEUU y México, desde diciembre de 2000 el Ministerio
de Justicia ha estado investigando unas alegaciones de que Coca-Cola mantiene
espionaje industrial contra Pepsi. En medio de todo este asunto público
está César Azambuja, ex-ejecutivo de Coca-Cola. Actualmente metido en juicios
con Recofarma Amazonas, nombre oficial de Coca-Cola Brasil. Nos da su visión
sobre el combate encubierto entre los dos titanes. 

Lo que verdaderamente enfadó a Coca-Cola fue lo que pasó a finales de los ’70
cuando Pepsi hizo algo llamado “El reto Pepsi”. Lo hicieron por desesperación,
porque en Texas Dr. Pepper y Coca-Cola estaban masacrando a Pepsi y no
tenían casi mercado. 

 El reto Pepsi fue una prueba a ciegas que se llevó a cabo en miles de
supermercados y cayó como una bomba en la guerra de la cola. A principios de
los ’80, Pepsi alcanzó un 20% de cuota de mercado y las dos multinacionales
gastaron miles de millones en publicidad. 
Cuando Coca-Cola hizo esta prueba a ciegas en sus oficinas, vieron que algo
más de la mitad de la gente prefería el sabor de Pepsi. Hasta la gente de Coca
Cola. Se quedaron horrorizados. Dijeron “Dios mío, no puede ser”. Así que se
pusieron manos a la obra para intentar obtener una nueva fórmula que

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desbancara a Pepsi. Pasaron años haciendo eso y, con el tiempo, sacaron una
nueva fórmula para Coca Cola en 1985 que fue un desastre. La gente mandó
cartas a la compañía que estaba asombrada diciendo: “No estaría tan enfadado
si me dijeran que Dios no existe. No estaría tan enfadado si quemaran la
bandera estadounidense delante de mi casa”. La gente se puso así de seria. Fue
increíble que en Estados Unidos la gente tuviera un ataque de nervios colectivo
en el verano de 1985. Todo el mundo se volvió loco. Estaba en todos los
telediarios. 

Los consumidores estaban escandalizados, incluso ofendidos. La nueva fórmula


fue tan mal recibida que, tras tres meses, Coca-Cola reintrodujo la fórmula
antigua bautizándola como “clásica”.

Irónicamente, la misma bebida que había perdido cuota de mercado ante Pepsi
durante veinte años, antes de que pasara, ahora empezó a ganar otra vez. Le
recordó a la gente el lugar que Coca-Cola ocupaba en sus corazones y lo que
significaba para ellos. La gente pensó que lo habían hecho a propósito, algunos
pensaron que la compañía había montado todo aquello como truco de mercado.
Pero no fue nada de eso, sino el error más estúpido que Coca Cola ha cometido.

Coca Cola sin embargo renace de sus cenizas y en 1986 la empresa de Atlanta
celebra su centenario. Coca-Cola se centra en el negocio de refrescos, pero Pepsi
se diversifica continuamente convirtiéndose en grupo de procesamiento de
alimentos haciendo aperitivos y llevando cadenas de comida rápida, pero esos
acercamientos distintos no frenaron las hostilidades en casa y el nuevo campo de
batalla de los dos gigantes fueron las escuelas. Un ejemplo, la ciudad de Findlay
en Ohio, donde las dos compañías emprendieron una batalla por la
exclusividad. 

Inicialmente una de las compañías, Coca-Cola, fue la que contactó con nosotros.
Hubo todo un movimiento en el país para intentar que las ciudades, los distritos
escolares, las universidades consolidaran los puestos de venta y hubiera sólo un
vendedor. Pepsi nos ofreció el mejor trato, pero ambas son compañías grandes y
de éxito y hacen muy bien lo que hacen. Es todo lo que puedo decir. 

Coca Cola y Pepsi siguen persiguiendo el sueño de la exclusividad. La


dominación del mundo es más importante que nunca ahora que el mercado
norteamericano se está saturando. La lucha se mueve a nuevos territorios:
bebidas energéticas donde Pepsi domina con Gatorade o agua mineral. El agua:
el nuevo objetivo de la guerra comercial a escala mundial. 

Los jóvenes consumidores tienen la respuesta y el dinero no es freno. La batalla


de la imagen sigue y las dos marcas gastan fortunas en nuevos héroes. Pepsi
apuesta por las estrellas como Michael Jackson y Cindy Crawford enviando un
mensaje joven y urbano al mundo. Coca-Cola responde colonizando los
deportes, usando a leyendas populares de gran alcance como Pelé en Brasil.

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Estas estrategias de propaganda masiva sólo tienen un objetivo: sea lo que sea
que beba el planeta, ya sea refrescos, zumos o agua, que sea un producto de
Coca-Cola o Pepsi. 

Aún es inexplicable, ya que todo esto ha ocurrido en poco más de un siglo. Este
producto ha pasado a significar mucho. Para mí es todo un misterio, es raro. 

Una lucha por una posición. Máquinas con propaganda. Operaciones secretas.
Globalización implacable. Coca-Cola contra Pepsi. Es una lucha entre dos
marcas que durante más de cien años han llegado a representar el espíritu
americano. Símbolos que controlan nuestro estilo de vida, cómo y qué
consumimos. Una historia de éxito perturbadora e increíble que combina
cinismo, heroicidad y misterio. Desde los campos de batalla de la Guerra Civil
hasta un lugar en la historia americana.

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