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Introducción crítica
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ABREVIATURAS
DE OBRAS CITADAS DE
NIETZSCHE
A: Aurora
AC: El Anticristo
BM: Más allá del bien y del mal
CS: El caminante y su sombra
EH: Ecce Homo
GC: La gaya ciencia
GM: La genealogía de la moral
HH: Humano, demasiado humano
ID: La inocencia del devenir (Tomo V de Obras completas
de Nietzsche, Ed. Prestigio, B. Aires, 1970).
OI: El ocaso de los ídolos
OT: El origen de la tragedia
VM: Sobre verdad y mentira en sentido extramoral
VP: La voluntad de poder
Z: Así habló Zaratustra
FP: Fragmentos póstumos. Ed. Tecnos, Madrid, 2008.
SPM: Sabiduría para pasado mañana. Antología de frag-
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NOTAS BIOGRÁFICAS
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Desde este año hasta 1888 pasa los veranos en Sils María y los
inviernos en Niza, Génova, Turín y otros lugares de Italia.
1884 Termina su obra Así habló Zaratustra.
1885 Su hermana Elisabeth se casa con Bernhard Förster, que
pertenece a la “Asociación Pangermánica”, de carácter antise-
mita y precursora del nazismo hitleriano.
1886 Publica Más allá del bien y del mal.
1887 Publica La genealogía de la moral.
1888 Publica El ocaso de los ídolos o como se filosofa a mar-
tillazos, Nietzsche contra Wagner, El caso Wagner y El Anti-
cristo.
En los últimos meses -y de manera especial a través de su co-
rrespondencia- comienza a presentar graves síntomas de locura.
1889 El 3 de enero, en Turín, sufre un ataque fulminante, rela-
cionado con la locura de la que había manifestado claros sínto-
mas el año anterior. Su amigo y profesor de Teología de la uni-
versidad de Basilea, F. Overbeck, va a buscarle a Turín, y a los
pocos días su madre lo ingresa en una clínica psiquiátrica de
Jena.
Se publica Ecce homo.
1890 A partir de mayo vive con su madre en Naumburg.
1897 Muere su madre y Nietzsche queda al cuidado de su her-
mana, quien lo lleva a Weimar.
1897-1900 Su hermana Elizabeth manipula la obra póstuma de
Nietzsche, dando una interpretación racista a dicha obra y al
concepto del “superhombre”.
1900 Nietzsche muere el 25 de agosto en Weimar y es enterra-
do en Röcken el 28 de agosto.
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Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
NIETZSCHE
Introducción crítica
a su filosofía
Friedrich W. Nietzsche (1844-1900) fue un pensador de
enorme sensibilidad y de extraordinaria capacidad para asimilar
con suma rapidez las doctrinas fundamentales de la historia de la
Filosofía. Sus estudios universitarios iniciales iban encaminados
hacia la Teología y hacia la Filología Clásica, pero sólo estudió
un primer curso de Teología, mientras que terminó los estudios
de Filología clásica con tal éxito que su profesor W. Ritchl le
avaló para que le concedieran la cátedra correspondiente de la
universidad de Basilea (Suiza), la cual ocupó de hecho desde
1869 hasta 1879, debiendo abandonarla por motivos de salud.
En cualquier caso, una vez conocida la obra de Schopen-
hauer, El mundo como voluntad y como representación, se sintió
profunda y definitivamente atraído por la Filosofía hasta el pun-
to de que muy pronto leyó y asimiló el pensamiento filosófico
desde la antigüedad griega hasta su propio tiempo.
La personalidad y los escritos de Nietzsche han influido de
manera especial en el pensamiento del siglo XX, al margen de
que en diversas ocasiones haya sido mal interpretado, tanto por
la tergiversación de su obra póstuma, que realizó su hermana
Elisabeth, como también por algunos pasajes de su obra, espe-
cialmente de Así habló Zaratustra y de La genealogía de la
moral pero también de su obra póstuma, en las que aparece el
“superhombre”, concepto al que en diversas ocasiones se ha
dado erróneamente una interpretación racista.
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Curiosamente Nietzsche había criticado a Kant por pretender hacer una crí-
tica de la razón mediante esa misma razón cuya capacidad había que analizar.
Y ahora era él quien criticaba el lenguaje, pero sirviéndose del mismo lengua-
je cuyo valor criticaba. No obstante, como luego se verá, muchas de las críti-
cas de Nietzsche a los diversos productos lingüísticos fueron acertadas.
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ID, parág. 2669.
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Carta fechada en Bonn el 11 de junio de 1865.
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A, prefacio, parág. 3.
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5
HH, I, parág. 292.
6
Ibidem.
7
HH, II, 1ª, parág. 20.
8
A, IV, parág. 370.
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A, parág. 429.
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Z, II, De los sabios célebres.
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A, parág. 491.
14
BM, parág. 39.
15
BM, parág. 227.
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HH, parág. 517. En este mismo sentido, escribe más adelante: “Nada se
prueba contra la verdad de una planta demostrando que no puede servir para
la curación de los enfermos. Mas antaño se creía que el hombre era el fin de
la Naturaleza, hasta el punto de admitir sin más averiguación que el conoci-
miento nada podía revelar que no fuera útil y saludable para el hombre [...]
Acaso se deducirá de esto que la verdad como entidad total no existe más que
para las almas fuertes y desinteresadas, alegres y tranquilas (la de Aristóte-
les)” (Aurora, V, parág. 424).
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AC, cap. 50.
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1.2. La crítica de la fe
Por otra parte, al margen de esta suprema valoración de la
bella mentira del arte y siendo consecuente con su tan alta esti-
ma de la veracidad, Nietzsche se enfrenta duramente contra
quienes, renunciando a la búsqueda de la verdad, se refugian
bajo la bandera de las creencias religiosas y defienden la priori-
dad de la fe, de carácter irracional, por encima de la veracidad
crítica. Su ataque se dirige aquí en contra de la tradición del cris-
18
HH, parág. 222.
19
GC, II, parág. 107.
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AC, cap. 47.
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HH, parág. 483.
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HH, parág. 629.
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rior? No, no hay tal ley, no hay tal obligación; debemos ser
traidores, abandonar siempre nuestro ideal”23…
...desde el mismo instante en que tomemos conciencia de que se
trataba de un ideal equivocado24.
Complementariamente, Nietzsche ataca la postura de quie-
nes utilizan como argumento para la defensa de sus creencias la
sangre derramada por los mártires de dichas creencias. Afirma
efectivamente en El Anticristo:
- “Que los mártires demuestran la verdad de una causa es
una creencia tan falsa que me inclino a creer que jamás
mártir alguno ha tenido que ver con la verdad [...] Los mar-
tirios [...] han sido una gran desgracia en la historia, pues
seducían [...] ‘Sin embargo, la sangre es el peor testigo de
la verdad’ [...]”25
- “Y si alguien entra en la hoguera por defender su doctrina,
¿qué prueba eso?”26.
Con estas palabras, Nietzsche, como extraordinario psicó-
logo que fue, se da cuenta de la existencia de una tendencia muy
común a creer en una doctrina porque quienes la defienden sean
capaces de dar la vida por ella en lugar de defenderla o rechazar-
la a partir del valor o de la falta de valor de los argumentos a
partir de los cuales se la debería aceptar o rechazar.
Su punto de vista es plenamente acertado y su crítica es
contraria curiosamente a los posteriores planteamientos de Una-
muno, quien afirmaba erróneamente que eran los mártires quie-
23
HH, parág. 628.
24
Como antítesis a la actitud aquí defendida, en La gaya ciencia escribe:
“Ese hombre se aferra por obstinación a una causa en que ya no cree, pero le
llama a eso ‘lealtad’ ” (La gaya ciencia, III, parag. 229).
25
AC, cap. 53.
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Z, II, “De los sacerdotes”.
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No obstante, esta oposición no es tan radical como parece. Recordemos a
este respecto la gran lucha, la “agonía”, del pensador español, Unamuno,
entre su razón negadora y destructora, que le alejaba de Dios, y el sentimiento
que, por sus ansias de inmortalidad, trataba de acercarle a ese espejismo. Su
lema “veritas prius pace” -la verdad antes que la paz- es también muy signi-
ficativo respecto a esa alta valoración de la veracidad por parte de Unamuno,
a pesar de sus palabras tan desacertadas a las que se ha hecho referencia.
28
AC, cap. 47.
29
AC, cap. 51.
30
AC, cap. 52.
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EH, “Por qué soy un destino”, parág. 7. Los motivos fundamentales de esta
crítica se analizan en el punto 2.2.1.
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HH, parág. 291.
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VP, IV, parág. 464. Obras completas, Ed. Aguilar, Madrid, 1961. Una parte
de las citas correspondientes a esta obra póstuma proceden de esta misma
editorial, otras proceden de las Obras Completas, publicadas por la editorial
Prestigio, B. Aires, 1970, otras proceden de la obra Nietzsche: Fragmentos
póstumos, publicada por Ed. Tecnos en Madrid, en el año 2008, y finalmente
otras proceden del libro Filosofía para pasado mañana, una selección de
textos de la obra póstuma de Nietzsche, publicada en Madrid por la editorial
Tecnos en 2009.
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CS, parág. 84.
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Juan, 3:14-17.
39
Juan, 5:24.
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Romanos, 10:9.
41
Otra frase más escueta pero absolutamente clara que resume muy bien el
punto de vista de Lutero acerca de la razón dice: “la razón es contraria a la
fe” (Disputationes, a cura di Paul Drews, Göttingen, 1895, 42).
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HH, I, 3ª parte, parág. 131.
43
AC, cap. 47.
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HH, parág. 20. Al margen de la fe religiosa, es evidente que en el conjunto
de las actividades vitales la mayor parte de nuestras acciones tiene como su-
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En relación con esta cuestión tiene interés hacer referencia a otros plan-
teamientos, como el de Descartes sobre las causas del error, a las críticas de
Russell a “la voluntad de creer” de W. James, y a un comentario de Sartre
acerca de la creencia:
a) Descartes explicaba la posibilidad del error a partir de la relación
entre la voluntad y el entendimiento, en cuanto la primera se pronunciase sin
que el entendimiento le hubiese proporcionado la suficiente “claridad y dis-
tinción” sobre la cuestión correspondiente, y, en este sentido, afirmaba:
“Si me abstengo de dar mi juicio sobre una cosa cuando no la concibo
con suficiente claridad y distinción, es evidente que hago bien y no me
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45
R. Descartes: Meditaciones Metafísicas, IV.
46
R. Russell: Ensayos filosóficos, p. 117-118, Alianza Editorial, Madrid,
1968.
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J. P. Sartre: El ser y la nada, 1ª parte, c. 2º, 3.
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GC, Prefacio de la segunda edición (otoño de 1886).
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SPM, primavera de 1888, p. 326-327.
52
VP, parág. 509, Prestigio, IV, Barcelona, 1970.
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Pongo las comillas para remarcar que, como sabemos, la belleza no se
encuentra en esos paisajes sino en la sensibilidad de quien los ve.
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Por un motivo similar, aunque no idéntico, Nietzsche había criticado a
Sócrates, porque mediante su interés en fijar conceptualmente determinados
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VP, III, parág. 268.
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O. c., I, parág. 222.
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O. c., I, parág. 222.
60
HH, I, parág. 279.
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A, I, 73.
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A, IV, parág. 243.
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GC, V, parág. 354.
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Es decir, una intuición formal a priori de la sensibilidad, tal como lo había
expresado Kant.
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GC, III, parág. 109.
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GC, III, parág. 109.
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OI, La ‘razón’ de la Filosofía, parág. 2. En efecto, frente e la afirmación de
Parménides “El Ser es y no es no-ser”, Heráclito proclamó “Nada es, todo
cambia” (Oudén ésti, pánta reî). Tanto Parménides como Heráclito conside-
raron que el ser y el cambio eran excluyentes, pero mientras Parménides,
adoptando un punto de vista racionalista, negó el cambio para afirmar el ser,
Heráclito, adoptando un punto de vista empirista, negó el ser (permanente)
para afirmar el cambio.
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VP, parág. 514. Ed. Aguilar. Madrid, 1961.
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VM, parág. 18. La cursiva es mía.
73
VP, parág. 492, Obras Completas, Aguilar, Madrid. 1961.
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74
GC, parág. 110.
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VM, parág. 23. La cursiva es mía.
76
GC, parág. 111.
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77
Ibidem.
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HH, II, parág. 107.
80
OI, ‘Los cuatro grandes errores’, parág. 8.
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83
Ibidem.
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VP, parág. 361, p. 622, Prestigio, IV, B. Aires, 1970.
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VM, parág. 31-32. Prestigio, B.Aires, 1970.
86
J. Habermas: Sobre Nietzsche y otros ensayos, p. 56. Ed. Tecnos, Madrid,
1982.
87
J. Habermas: Ibidem.
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ID, parag. 1524.
89
HH, I, parág. 11.
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ID, parág. 1522 y 1523. Obras Completas, Tomo V.
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OT, parág. 18.
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AC, cap. 10.
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“La hipocresía tan solemne como virtuosa con que el viejo Kant nos atrae a
los tortuosos caminos dialécticos que conducen, más propiamente seducen a
su “imperativo categórico” –este espectáculo nos hace sonreír a los refinados,
que encontramos muy divertido poner al descubierto las sutiles tretas de vie-
jos moralistas y apóstoles de la moral” (Más allá del bien y del mal, I, par. 5).
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BM, I, parág. 11.
95
VP, III, parág. 386; Obras completas, IV, p. 640, Ed Prestigio, Barcelona,
1970.
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O. c., III, parág. 388. Prestigio, Barcelona, 1970.
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O. c., III, parág. 392; Prestigio, B. Aires, 1970.
98
Kant: Prolegómenos a toda metafísica futura, p. 90. Edit. Aguilar, Buenos
Aires, 1968.
99
Kant: O. c., p. 127.
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VP, parág. 514. Obras Completas, Aguilar, Madrid. 1961.
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VP, parág. 625; Obras Completas, Aguilar, Madrid. 1961.
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VM, parág. 30.
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por ser “en sí” no podría ser conocida, ya que conocerla equi-
valdría a entenderla como “ser en mí”, en mi propia subjetivi-
dad, por lo que dejaría de ser “en sí”.
Además y de manera paradójica respecto al rechazo de la
cosa en sí, conviene tener en cuenta que el concepto nietz-
scheano de voluntad de poder deriva del concepto de Schopen-
hauer de voluntad y que ésta fue afirmada por el filósofo del
pesimismo alemán en El mundo como voluntad y como repre-
sentación, como la forma mediante la cual el ser humano acce-
día al conocimiento de la cosa en sí como trasfondo último de
toda realidad de la que surgirían las diversas representaciones o
fenómenos, propios de la conciencia. Tiene cierto interés reflejar
que, cuando Nietzsche escribió El origen de la tragedia, todavía
utilizó el concepto de voluntad -o de voluntad de existir- en el
sentido que Schopenhauer había dado a este término, y que fue
más adelante cuando calificó a dicha voluntad como voluntad de
poder, convirtiendo en cierto modo la cosa en sí kantiana en el
origen del concepto más importante de su propio pensamiento,
el concepto de voluntad de poder.
Por otra parte, su crítica al concepto de cosa en sí fue algo
equívoca, pues, si la hubiera efectuado a fin de rechazar el con-
cepto de sustancia, entendido en sentido etimológico como
“substantia” -o “hypokéimenon”-, es decir, como sustrato de un
conjunto de cualidades, tal como ya lo había hecho Hume, en tal
caso su crítica hubiera sido correcta, aunque sólo en el marco de
lo que constituye el conocimiento fenoménico, en el cual evi-
dentemente, cuando mediante un proceso de abstracción se eli-
mina el conjunto de cualidades de un objeto, no queda nada al
margen de tales cualidades, pues la sustancia no es en realidad
otra cosa que ese conjunto de cualidades. Es decir, del mismo
modo que no tiene sentido afirmar que el árbol sea una “realidad
X” que tenga raíz, tronco, ramas, hojas y frutos, como si, elimi-
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No obstante, a efectos prácticos se podría ignorar dicha “cosa en sí” en
cuanto la afirmación de su existencia no tendría repercusión de ningún tipo,
ya que la Ciencia, como señala el propio Nietzsche, sólo establece relaciones
y fórmulas numéricas entre los diversos fenómenos, sin traspasar su superfi-
cie para intentar alcanzar su núcleo en una dimensión plena.
Por otra parte, lo que resulta especialmente criticable en la anterior afir-
mación kantiana es la incoherencia de haber utilizado las categorías de plura-
lidad y de existencia refiriéndolas a las “cosas en sí mismas” en lugar de refe-
rirlas a la “realidad en sí misma” y al afirmar la existencia de dichas “cosas
en sí”, en plural, sin aclarar la incongruencia de haber afirmado que los con-
ceptos del entendimiento puro, y entre ellos los conceptos puros de existencia
y de pluralidad, sólo podían ser aplicados al mundo fenoménico y, sin em-
bargo, haberlos aplicado a supuestas “cosas en sí”, que por definición no per-
tenecerían al mundo fenoménico. Por ello mismo, Kant no tenía derecho a
afirmar nada en el sentido de que dicha realidad estuviera formada por una
pluralidad de cosas en sí, ya que el concepto de pluralidad era una categoría
del entendimiento, aplicable sólo a los fenómenos, ni tenía derecho a afirmar
la existencia de la cosa en sí por ese mismo motivo, a no ser que previamente
hubiese explicado adecuadamente la correspondiente necesidad de efectuar
tales excepciones a su norma de aplicación de los conceptos del entendimien-
to puro exclusivamente a los fenómenos.
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Esta crítica, sin embargo, no parece plenamente correcta en cuanto Nietz-
sche malinterpreta la doctrina kantiana acerca de tales juicios, al margen de
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que tal doctrina sea criticable por motivos distintos a los considerados por él.
Si Kant hubiera pretendido que los juicios sintéticos a priori fueran aplica-
bles a la realidad en sí misma, evidentemente habría incurrido en una contra-
dicción, pero su pretensión fue la de señalar que en el conocimiento de la rea-
lidad fenoménica había una materia del conocimiento, las sensaciones, que
no permanecían como “intuiciones ciegas” sino que eran estructuradas por el
“yo trascendental” mediante las intuiciones puras de la sensibilidad y me-
diante los conceptos o categorías del entendimiento, estructuras meramente
formales cuya forma de aplicación a dichas sensaciones venía regulada por el
esquematismo trascendental, expuesto en la Crítica de la Razón Pura. El
error de Kant estuvo relacionado, en primer lugar, con su excesiva confianza
en la Lógica de su tiempo, a la hora de establecer su “deducción metafísica”
de tales conceptos puros del entendimiento, en cuanto consideró que dicha
Lógica tenía un carácter exhaustivo y completo, de manera que así podía con-
siderar que la Física se constituía como conocimiento necesario como conse-
cuencia de la invariabilidad de tales conceptos puros en el entendimiento del
ser humano, en lugar de pensar en la posibilidad de que hubiera otros concep-
tos del entendimiento y, en consecuencia, de que otros tipos de juicios fueran
posibles y pudieran aplicarse a las sensaciones; y, por ello mismo, el error
kantiano consistió en no haber considerado que el uso de tales categorías po-
día tener cierto carácter convencional en cuanto pudiera llegar un momento
en que el desarrollo de la Ciencia pudiera hacer conveniente la aplicación de
otros conceptos o categorías distintas a las “deducidas” por él, como de he-
cho ha sucedido, por ejemplo, al sustituir la categoría de causalidad en la
Física subatómica por la de probabilidad estadística.
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BM, I, parág. 4.
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Hacia la parte final de este trabajo -capítulos 11 y 12- expondré de manera
crítica esta cuestión tan importante en la Cosmología de Nietzsche.
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VM, parág. 20. Escribe además en esta misma obra: “Este tratado de paz
conlleva algo que promete ser el primer paso para la consecución de ese mis-
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terioso impulso hacia la verdad. En este mismo momento se fija lo que a par-
tir de entonces ha de ser ‘verdad’, es decir, se ha inventado una designación
de las cosas uniformemente válida y obligatoria”.
108
VM, parág. 33.
109
CS, parág. 11.
110
GC, parág. 354.
111
HH, II, parág. 107.
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pues…
…“las palabras obstruyen nuestro camino”112…
…para llegar al núcleo de la realidad, en cuanto…
…“toda palabra es un prejuicio”113.
Para Nietzsche, pues, el lenguaje representaba más un obs-
táculo que un puente para enlazar el pensamiento con la reali-
dad. Representaba la herencia de nuestros antepasados y, de
algún modo, la plasmación de sus interpretaciones sobre la rea-
lidad, de manera que, en cuanto éstas hayan sido incorrectas,
constituyen una nueva dificultad a superar, un “prejuicio” que
habrá de eliminarse para purificar el pensamiento y hacerlo
capaz de un conocimiento auténtico:
“Dondequiera que los antiguos, los hombres de las primeras
edades, colocaban una palabra creían haber hecho un descu-
brimiento. ¡Qué equivocados estaban! Habían dado con un
problema, y creyendo haberlo resuelto habían creado un
obstáculo para su solución. Ahora, para alcanzar el conoci-
miento, hay que ir tropezando con palabras que se han vuel-
to duras y eternas como piedras”114.
112
A, I, parág. 47.
113
CS, parág. 55.
114
A, I, parág. 47.
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115
BM, I, parág. 20.
116
A, parág. 115.
117
Wittgenstein, L.: Tractatus logico-philosophicus, 5.6.
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118
VM, 2; pág. 33, Ed. Tecnos, Madrid, 1994.
119
GC, III, parág. 179.
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O. c., IV, parág. 333.
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O. c., IV, parág. 354.
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S. Freud: Historia del movimiento psicoanalítico, capítulo 1.
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los de su carácter confuso para uno mismo, que les impide apa-
recer con claridad ante la conciencia, y, por otra, los de su inco-
municabilidad, como consecuencia de lo anterior.
No obstante, hay que recordar que Freud, a través de la
interpretación de los sueños y a través del método de la “libre
asociación de ideas” pretendió, con cierto éxito, hacer conscien-
tes -aunque con valor dudoso en diversos casos- los contenidos
del psiquismo inconsciente. Pensemos también cómo en diver-
sas ocasiones el éxito de un científico en sus investigaciones y
descubrimientos viene precedido de una etapa de pensamientos
difusos que, sin saber cómo, dan lugar finalmente a la clara
visión de un nuevo descubrimiento. Quizá a esos momentos
anteriores a los del descubrimiento, en los que la mente organiza
de algún modo el material de que dispone, no se los pueda con-
siderar como conocimientos, pero pensemos también que, sin
ellos, el descubrimiento no se habría producido.
Y hay que reconocer igualmente que fue la mente en su
dimensión más amplia la que precedió al lenguaje y no al revés;
lo cual implica la importancia de esa mente, inicialmente in-
consciente, para dar paso a la conciencia y al lenguaje mediante
el cual el hombre dispone de una herramienta esencial, aunque
imperfecta, para expresar sus emociones y sus conocimientos.
Nietzsche señala igualmente que los errores de la Metafísi-
ca y de la psicología tradicional filosófica en gran medida fue-
ron consecuencia de la creencia en el valor de las categorías lin-
güísticas. En este sentido y teniendo en cuenta aquellos supues-
tos planteamientos del racionalismo lingüístico de Parméni-
des123, que le habrían llevado a construir su filosofía del Ser a
123
Digo “supuestos” planteamientos lingüísticos de Parménides porque no
está claro que los tuviera, sino que parece más bien que simplemente realizó
un proceso de abstracción racional a partir de la realidad sensible que le llevó
hasta el concepto de ser, y luego extrajo de dicho concepto las cualidades que
103
Antonio García Ninet
partir del análisis lógico del concepto de “ser” –to on-, -y te-
niendo en cuenta muy posiblemente el argumento ontológico de
Anselmo de Canterbury, quien, siguiendo un planteamiento más
claramente equivocado como consecuencia de la seducción
natural del lenguaje, había pretendido demostrar la existencia de
Dios a partir de la consideración del concepto de dios como el
concepto del ser más perfecto que pudiera pensarse, realizaba la
siguiente observación:
“nada ha tenido un poder de convicción tan ingenuo como
la noción errónea de Ser, tal como la han formulado los elé-
atas; ¡como que parece corroborarla cada palabra, cada fra-
se que pronunciamos! [...] La ‘razón’ en el lenguaje: ¡oh,
qué mujer tan vieja y engañosa! Temo que no nos desha-
gamos de Dios mientras sigamos creyendo en la gramá-
tica”124.
En esta misma línea crítica, y en referencia crítica a la doctrina
del libre arbitrio indicaba:
“Hay, oculta en el ‘lenguaje’, una mitología filosófica, que
a cada instante reaparece, por muchas precauciones que se
tomen. La creencia en el libre arbitrio [...] posee en el len-
guaje un apóstol y un representante perpetuo125.
La misma creencia en el alma es vista como una conse-
cuencia de la creencia en el valor objetivo de las estructuras
gramaticales de sujeto y predicado, y, por ello, escribe:
104
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
105
Antonio García Ninet
127
VM, 1; p. 18. Tecnos, Madrid, 1994.
128
GC, parág. 265.
129
VM, Ed. Tecnos, Madrid, 1994, p. 25.
130
J. Habermas: Sobre Nietzsche y otros ensayos, Ed. Tecnos, Madrid, 1982,
p. 53. Ya Nietzsche había dicho una frase similar a la de Habermas, indican-
do que el hecho de que una tesis sea irrefutable no representa una demostra-
ción de que sea verdadera.
106
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
107
Antonio García Ninet
108
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
135
VP, III, parág. 584. Obras completas, Prestigio, B. Aires, 1970.
136
GC, V, 344.
137
ID, parág. 1271. Obras Completas, V, Prestigio, B. Aires, 1970.
109
Antonio García Ninet
110
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
138
Z, III, El convaleciente, II.
111
Antonio García Ninet
112
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
3. La “muerte de Dios”
113
Antonio García Ninet
114
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
115
Antonio García Ninet
116
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
139
GC, III, parág. 125.
117
Antonio García Ninet
118
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
140
AC, cap. 42.
119
Antonio García Ninet
120
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
142
Al realizar esta crítica sólo me refiero al “Jesús de los evangelios”, ya que,
según parece, no hay un conocimiento histórico del supuesto Jesús, ni siquie-
ra de que haya existido realmente.
121
Antonio García Ninet
143
AC, cap. 38.
144
Ibidem.
122
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
123
Antonio García Ninet
tan ligada a los placeres terrenales y tan alejada de los principios morales que
predicaba.
124
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
125
Antonio García Ninet
146
GM, I, 7. Habría que puntualizar que tal sublevación no se inicia con los
judíos en general ni con el pequeño grupo de los creadores del cristianismo,
sobre todo, con Pablo de Tarso desde la moral de señores en su variante mo-
ral de sacerdotes, sino que el fenómeno de la creación de valores contrarios a
los de los nobles es algo mucho más general y más antiguo, que surge en
cualquier sociedad en la que existan personas inteligentes, astutas y ambicio-
sas, pero físicamente débiles, pues cada uno lucha con las armas de que dis-
pone.
126
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
147
GM II 10.
148
GM I 7.
127
Antonio García Ninet
128
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
149
EH, “Por qué soy tan inteligente”, parág. 1.
129
Antonio García Ninet
150
GC V, parág. 357.
151
ID, parág. 2323. Obras Completas, V, Ed. Prestigio, B. Aires, 1970.
152
O. c. parág. 2326.
130
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
en la que dice “yo soy ateo por instinto”, aunque declara abierta-
mente que el hecho de haber sido cristiano le condujo a dejar de
serlo, precisamente para ser consecuente con la veracidad que la
moral cristiana le exigía. Pues, en efecto, el núcleo esencial de
estos pasajes se relaciona con el hecho de que la moral cristiana
-de acuerdo con el octavo mandamiento de Moisés, “no menti-
rás”- habría favorecido el desarrollo de la veracidad, de la since-
ridad llevada a su grado más extremo. Y fue esa veracidad la
que condujo a Nietzsche a tomar conciencia de la falsedad del
cristianismo, la falsedad de la existencia de su Dios y la falsedad
de su moral, en cuanto se suponía impuesta por esa divinidad
inexistente.
Es evidente, por otra parte, que, al margen de que la veraci-
dad fuera el motor que le condujo a la negación de Dios, dicha
veracidad necesitaba ir acompañada de algún argumento sufi-
cientemente sólido como para poder extraer una conclusión
semejante, aunque también es verdad que, en sentido estricto,
deberían haber sido quienes afirmaron semejante doctrina, la de
la existencia de un dios, quienes aportasen argumentos en favor
de su verdad, en lugar de ser quienes la escuchaban quienes
debieran aportar argumentos en su contra.
En relación con la aportación de argumentos en contra de la
existencia de Dios, observamos que efectivamente en diversos
momentos de su obra Nietzsche esbozó tales argumentos y que,
si no se detuvo a exponerlos con excesivo detalle, fue porque se
le presentaban con tal evidencia que pareció considerar una pér-
dida de tiempo dedicarse a su explicación detallada, igual que lo
sería para un profesor universitario dedicar un mes a explicar a
sus alumnos que dos más uno fuera igual a tres. Pero, veamos
qué dijo acerca de esta cuestión:
a) En primer lugar, Nietzsche criticó el hecho de que la idea
de Dios había venido tradicionalmente asociada a la de una des-
131
Antonio García Ninet
153
OI, “Los cuatro grandes errores”, parág. 8.
154
Así, por ejemplo, en los capítulos 89 y 90 del libro III de la Suma contra
los gentiles, Tomás de Aquino defiende la tesis de que Dios no sólo es la
causa de la existencia de la voluntad humana como potencia, sino también la
causa de las elecciones concretas de la voluntad:
“Algunos […] decían que Dios causa en nosotros el querer y el obrar,
en cuanto que causa en nosotros la potencia de querer, pero no en el senti-
do de que nos haga querer esto o aquello. [Pero,] Se dice en Isaías: Todo
cuanto hemos hecho lo has hecho tú, Señor. Luego no sólo recibimos de
Dios la potencia de querer, sino también la operación”154.
132
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
133
Antonio García Ninet
luta perfección.
157
AC, cap. 18.
134
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
158
AC, cap. 5.
159
Z, IV, ‘Del hombre superior’, XVI. Nietzsche alude aquí al evangelio de
Lucas, en el que se dice: “¡Ay de vosotros los que ahora reís, pues lamenta-
réis y lloraréis!”.
160
EH, “El caso Wagner”, parág. 2.
135
Antonio García Ninet
136
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
161
EH, “Por qué soy tan inteligente”, parág. 3.
137
Antonio García Ninet
138
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
165
Ibidem.
139
Antonio García Ninet
166
GC, parág. 289.
167
Ibidem.
140
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
168
GC, V, parág. 343.
169
Pero, si el concepto de Dios hace referencia a un ser absolutamente perfec-
to, no necesitado de nada, en tal caso podría decirse de manera categórica que
Dios y el Universo, como creación de Dios, son incompatibles, puesto que la
teórica perfección divina implicaría que Dios se identificaría con el bien y
con cualquier valor en una dimensión absoluta, por lo que no necesitaría nada
y, en consecuencia, nada desearía, y, por lo mismo, nada crearía. Por otra par-
te, ¿tendría algún sentido la mera existencia de ese ser absolutamente inacti-
vo? Además, la existencia del Universo, independiente de ese supuesto dios,
representa la objeción más clara a la existencia de tal supuesto ser.
141
Antonio García Ninet
170
GM, I, 8.
142
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
171
AC, cap. 33.
143
Antonio García Ninet
144
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
172
Lucas, 22:36. La cursiva es mía.
173
Juan, 17:10.
174
Mateo, 26:52.
145
Antonio García Ninet
175
AC, cap. 33.
176
HH, parág. 475.
177
AC, cap. 39.
146
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
178
AC, cap. 30.
179
AC, cap. 29.
147
Antonio García Ninet
180
Marcos, 15: 33-34.
181
EH, “Por qué soy un destino”, parág. 9.
148
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
149
Antonio García Ninet
184
Mateo, 13, 49 - 50.
185
Mateo, 25, 41- 46.
186
AC, cap. 20.
187
Ibídem.
188
AC, cap. 33.
150
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
189
AC, cap. 39.
151
Antonio García Ninet
190
A, V, parág. 449.
191
AC, cap. 40.
192
AC, cap. 5.
152
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
153
Antonio García Ninet
154
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
193
GM I 14. “Beati in regno coelesti videbunt poenas damnatorum ut beatitu-
do illis magis complaceat”. Nietzsche cita las palabras de Tomás de Aquino
no de manera literal sino sólo reflejando fielmente su sentido. Las palabras de
la Suma Teológica son las siguientes: “Ut beatitudo sanctorum eis magis
complaceat, et de ea uberiores gratias Deo agant, datur eis ut poenam impio-
rum perfecte intueantur” (Tomás de Aquino: Summa Theologica, V, Suppl.,
q. 94, a. 1).
194
Las referencias a estos escritos cristianos se encuentran en La genealogía
de la moral, I, 14.
155
Antonio García Ninet
156
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
197
VP, parag. 250, Prestigio, IV, Barcelona, 1970.
198
O. c., parág. 221.
157
Antonio García Ninet
158
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
159
Antonio García Ninet
160
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
161
Antonio García Ninet
162
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
200
Z, I, “De los de detrás del mundo”.
163
Antonio García Ninet
164
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
4. La negación de la moral y el
nihilismo
165
Antonio García Ninet
202
EH, “Por qué soy un destino”, parág. 3.
203
VP, I, parág. 24. Prestigio, B. Aires, 1970.
166
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
204
O. c., parág. 399. Aguilar, Madrid, 1966.
205
VP, parág. 308. Aguilar, Madrid, 1966.
167
Antonio García Ninet
206
SPM, Primavera - Verano de 1883, p. 182.
168
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
207
SPM, Otoño de 1885-Otoño de 1886, p. 252.
169
Antonio García Ninet
208
SPM, El nihilismo europeo, 10 de junio de 1887. Tecnos, Madrid, 2009.
209
GC, V, parág. 357.
170
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
210
HH, parág. 280. La cursiva es mía.
171
Antonio García Ninet
211
BM, parág. 569.
172
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
212
GM, I, 2.
213
BM, parág. 108. Una observación idéntica aparece en su obra póstuma La
voluntad de poder.
173
Antonio García Ninet
174
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
216
Ibidem. Un complemento muy importante de estas consideraciones acerca
de la moral –del que se hablará más adelante- es la interpretación de Nietz-
sche acerca del origen histórico de la propia moral y de los conceptos relacio-
nados con ella, como los de responsabilidad, conciencia moral, bueno, malo,
mala conciencia, culpa, y su diferenciación entre ‘moral de señores’ y ‘moral
de esclavos’, así como su defensa de la primera y su rechazo de la última.
Nietzsche rechaza la moral del sometimiento, afirmando que “la meta es [...]
que cada cual elabore su propio paradigma y lo realice” (ID, parág. 1705).
217
Citado por Safranski, en Nietzsche, biografía de su pensamiento, p. 196.
Círculo de Lectores, Barcelona, 2001.
175
Antonio García Ninet
218
En cualquier caso, la contraposición entre moral e inmoral posiblemente
resulta más inteligible si tal antítesis se expresa mediante los términos moral
y amoral, pues parece que la calificación de algo como inmoral presupone la
aceptación de una moral a la que se opone aquello que se considera ‘inmo-
ral’, mientras que la afirmación del carácter amoral de las acciones humanas
no implica ningún tipo de subordinación o relatividad de las acciones huma-
nas con respecto a una supuesta moral, sino sólo la consideración de esta
última forma de valoración como un simple error en la interpretación de la
conducta humana, pues, por muy conveniente que nos parezca para nuestra
seguridad personal la existencia de unos principios morales que todos deban
(?) respetar, el determinismo defendido por Nietzsche contradice la posibili-
dad de cualquier deber que pudiera regir la conducta humana por encima de
176
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
la necesidad que preside todos los sucesos del universo, incluidas las accio-
nes humanas.
219
SPM, Primavera-Verano de 1883, p. 179. Tecnos, Madrid, 2009. La cursi-
va es mía. Eso de “sacrificarme a mí mismo” no es muy coherente con la
negación de la moral, a no ser que en tal sacrificio Nietzsche encontrase su
propio bien.
177
Antonio García Ninet
220
Z, I, Prólogo de Zaratustra, 4.
221
GM II 12.
178
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
179
Antonio García Ninet
224
ID, parág. 2597; Obras Completas, V. Prestigio, B. Aires, 1970.
180
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
225
VP, parág. 253. Aguilar, Madrid, 1966.
181
Antonio García Ninet
226
GC, V, parág 343. La cursiva es mía.
227
VP, parág. 129; p. 498. Ed. Prestigio, IV, B. Aires, 1970.
182
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
183
Antonio García Ninet
228
HH, I, parág. 39.
229
O. c., II, parág. 100.
184
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
185
Antonio García Ninet
232
HH, I, parág. 43.
233
O. c., II, parág. 107.
186
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
234
La inclusión del término “libre”, entre corchetes, a continuación del térmi-
no “voluntad”, es mía.
235
OI, ‘Los cuatro grandes errores’, parág. 7.
187
Antonio García Ninet
188
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
238
GM I 13.
189
Antonio García Ninet
239
GM I 13.
240
Ibidem.
190
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
241
GM I 13.
191
Antonio García Ninet
192
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
193
Antonio García Ninet
244
Un claro ejemplo del determinismo que Nietzsche defiende podemos verlo
en el siguiente pasaje de Humano, demasiado humano: “…este mismo [ser
humano] no puede ser responsable, por ser una consecuencia absolutamente
necesaria y determinada por elementos e influencias de objetos presentes y
pasados; por lo tanto, que el hombre no es responsable de nada, ni de su ser,
ni de sus motivos, ni de sus actos, ni de su influencia. De este modo llegamos
a reconocer que la historia de las apreciaciones morales es también la historia
de un error, del error de la responsabilidad; y esto porque reposa en el error
del libre arbitrio” (HH, parág. 280). Otro ejemplo -y éste definitivo- es el de
la consideración de que el eterno retorno sería imposible sin la aceptación del
determinismo -al margen de que el eterno retorno tampoco sea demostrable
por diversos motivos-.
194
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
245
En este sentido escribe Nietzsche: “Contra la formulación de la realidad en
una moral yo me rebelo: por eso aborrezco yo el cristianismo con un odio
mortal, porque el cristianismo creó las palabras y los gestos sublimes para
195
Antonio García Ninet
que una realidad horrorosa estuviese provista con el manto del derecho, de la
virtud, de la divinidad...” (VP, parág. 429, Prestigio, B. Aires, 1970).
196
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
246
En esta consideración unitaria de la realidad es posible que exista una
coincidencia -y tal vez influjo- de Parménides y de Heráclito sobre Nietzsche,
pues su estudio de la filosofía griega parece haber tenido una importancia
decisiva en la formación de la suya propia. Personalmente reconoció en Herá-
clito el pensador griego con quien sentía mayor afinidad, pero quien más
argumentó en favor del carácter unitario de la realidad fue Parménides.
247
HH, II, 2ª parte, parág. 11.
197
Antonio García Ninet
198
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
199
Antonio García Ninet
200
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
201
Antonio García Ninet
202
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
203
Antonio García Ninet
255
A, I, 10.
256
SPM, Otoño de 1885-Otoño de 1886, p. 265. La cursiva es mía. Esta tesis
aparece igualmente en Más allá del bien y del mal. Tecnos, Madrid, 2009.
204
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
257
FP, II, 11 [79]; Tecnos, Madrid, 2008.
258
L. Wittgenstein: Tractatus logico-philosophicus, 6.421.
259
En muchos otros momentos escribe frases similares que expresan su
rechazo a la moral y al deber, entendidos en sentido absoluto.
205
Antonio García Ninet
206
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
5. La genealogía de la moral
207
Antonio García Ninet
208
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
261
GM, I, 7.
209
Antonio García Ninet
210
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
………………………………………………………………………………..
│Moral de guerreros
Moral de señores {
│Moral de sacerdotes → Moral de esclavos
211
Antonio García Ninet
212
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
262
GM I 11.
213
Antonio García Ninet
214
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
215
Antonio García Ninet
216
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
264
GM I 13.
217
Antonio García Ninet
265
GM I 9.
218
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
266
BM, IX, 259.
219
Antonio García Ninet
220
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
267
VP, parág, 429, p. 567. Prestigio, IV, B. Aires, 1970.
268
VP, parág. 429, p. 657-658, Prestigio, IV, B. Aires, 1970. En realidad
Darwin no defendió la tesis que Nietzsche rechaza sino la de la superviven-
cia de los mejor adaptados al medio natural, pues efectivamente son estas
especies e individuos, que conjuntamente se complementan formando un eco-
221
Antonio García Ninet
sistema, las que prevalecen, y no una especie o unos individuos concretos por
destacar en una cualidad como la fuerza, el tamaño o cualquier otra: ¿De qué
le serviría al león su fuerza y demás cualidades si no hubiera otras especies
“más débiles” a las que pudiera cazar y de las que pudiera alimentarse? Así
pues, gracias a la existencia de la “débil” gacela, el “fuerte” león puede
sobrevivir y no extinguirse. ¿Por qué, pues, considerar al león –o al ave de
rapiña- “superior” a la gacela o al manso cordero?
222
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
223
Antonio García Ninet
224
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
269
OT, Prólogo a Richard Wagner originalmente proyectado en febrero de
1871. La cursiva es mía.
225
Antonio García Ninet
270
C. P. Janz: Friedrich Nietzsche, III. Los diez años del filósofo errante, p.
284, 287, 297-298; Alianza Editorial, Madrid, 1985.
226
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
271
VP, II, parág. 131. La cursiva es mía.
227
Antonio García Ninet
228
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
272
Ibidem.
273
Ibidem.
229
Antonio García Ninet
274
BM, IV, afor. 171.
230
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
275
Spinoza, B.: Ética, IV, Prop. L.
231
Antonio García Ninet
276
Tratado de la naturaleza humana, Tercera parte, Sección tercera, p. 415
de la primera edición en inglés.
277
Spinoza, B.: Ética, IV, Prop. L, Escolio.
278
Ibidem.
232
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
233
Antonio García Ninet
279
SPM, Primavera de 1888, p. 351. Tecnos, Madrid, 2009.
234
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
280
Z, III, “De las viejas y nuevas tablas”, XX.
281
Ibidem.
235
Antonio García Ninet
282
Tratado de la naturaleza humana, tercera parte, sección tercera, p. 415 de
la primera edición en inglés.
283
O.c., tercera parte, sec. III, p. 416 de la primera edición en inglés.
236
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
237
Antonio García Ninet
284
SPM, Primavera de 1888, p. 349. Tecnos, Madrid, 2009.
238
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
239
Antonio García Ninet
240
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
285
GM I 7. La cursiva es mía.
286
GM I 7.
241
Antonio García Ninet
242
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
287
AC, cap. 38. La cursiva es mía. Obsérvese que los calificativos “probi-
dad”, “parásito”, “araña venenosa”, que Nietzsche utiliza en un sentido moral
despectivo, representan otra incoherencia.
243
Antonio García Ninet
244
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
245
Antonio García Ninet
288
VP, parág. 169; Obras completas, Ed. Prestigio, B. Aires, 1970.
246
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
247
Antonio García Ninet
289
Nietzsche se refiere a los judíos de aquel tiempo y no a los de su propia
época, como puede comprobarse leyendo diversos textos en los que habla con
admiración del pueblo judío de su tiempo; por ejemplo, en Más allá del bien
y del mal, VIII, parág. 251.
290
GM I parág. 7.
248
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
291
BM, parág. 195.
292
AC, cap. 60.
249
Antonio García Ninet
293
GM I 9. En coherencia con estas consideraciones y en cuanto la “moral de
sacerdotes” es una modalidad de la “moral de señores”, es posible que Nietz-
sche no se refiriese a los judíos en general sino sólo a su clase sacerdotal diri-
gente -aunque nunca se detiene a aclarar este punto-, pues la plebe o el pue-
blo judío, según la Biblia, obedecía a sus sacerdotes, que le mentían y amena-
zaban continuamente “en nombre de Yahvé”, de manera que el pueblo en
cuanto tal no pudo haber sido el creador de la moral de esclavos sino que fue-
ron sus sacerdotes quienes le adoctrinaron y sometieron para que aceptase los
valores correspondientes a la religión y a la moral creadas por ellos.
250
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
251
Antonio García Ninet
252
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
295
O. c., parág. 200.
253
Antonio García Ninet
296
SPM, Primavera de 1880, pág. 134-135. Tecnos, Madrid, 2009.
254
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
255
Antonio García Ninet
256
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
257
Antonio García Ninet
299
Ibidem.
258
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
259
Antonio García Ninet
260
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
261
Antonio García Ninet
300
HH, II, 2ª, parág. 40.
301
A, 4, I, 19.
302
GC, I, 21.
262
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
303
BM, sección 9ª, cap. 260.
263
Antonio García Ninet
264
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
304
En contraste con lo indicado por Nietzsche, en nuestro país, para insultar a
alguien de poca relevancia social pero que se da excesiva importancia, para
bajarle los humos se le dice en ocasiones: “¡Pero si tú eres un don nadie!”.
265
Antonio García Ninet
266
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
306
BM, sección novena, cap. 260.
267
Antonio García Ninet
268
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
269
Antonio García Ninet
270
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
308
Kirk y Raven: Los filósofos presocráticos. I.- Los pensadores jonios. VI.-
Heráclito de Éfeso. Fragm. 209, pag. 273. Ed. Gredos, Madrid, 1974.
271
Antonio García Ninet
272
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
309
GM I 11.
273
Antonio García Ninet
310
Ibidem.
274
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
311
VP, II, parág. 131. Prestigio, B. Aires, 1970.
275
Antonio García Ninet
312
En relación con la “cultura” en general, o con el supuesto “retroceso” de la
humanidad a que Nietzsche alude, conviene recordar que S. Freud y H. Mar-
cuse, conscientes del problema que representaba la civilización a causa de la
represión de los instintos, consideraron necesaria la represión de aquellos
instintos por los que la nobleza guerrera se había conducido y que habían
sido defendidos por Nietzsche como manifestación espontánea de su propia
naturaleza. Sin dicha represión, por lo menos hasta cierto límite, tanto Freud
como Marcuse consideraron que el desarrollo de la civilización habría resul-
tado imposible. En este sentido, Freud entendió que la represión era un tribu-
to necesario para la consecución y el mantenimiento de la ‘vida civilizada’.
Por su parte, Marcuse, en su obra Eros y civilización, siendo consciente de
este mismo problema, defendió una forma de civilización que fuera compati-
ble con el menor nivel posible de represión, pero, desde luego, no al nivel del
salvajismo de la antigüedad al que Nietzsche se había referido con tan asom-
brosa simpatía.
313
El movimiento hippy de los años sesenta del pasado siglo, movimiento
“contracultural”, parece que trató de llevar a cabo cierto cambio en ese senti-
do, defendiendo el amor libre, aunque también protestando por la guerra del
Vietnam, defendiendo la paz y el libre consumo de drogas. Era coherente la
defensa del amor libre, pero no la crítica de la guerra o la defensa de la paz
276
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
eran utópicas, pues vivimos en una guerra permanente, con armas o sin
armas, y, como ya decía Heráclito y asumía Nietzsche, “la guerra es el padre
y el rey de todas las cosas [“pólemos pánton patér kaì basileús”].
314
VP, II, parág. 131. Obras completas, Prestigio, B. Aires, 1970. La cursiva
es mía.
277
Antonio García Ninet
315
GM I 11.
316
Son muchas las ocasiones en que Nietzsche utiliza los términos “bueno”
–y, en este caso, “mejor”- para referirse a lo que personalmente juzga como
“malo” o “peor”, es decir, para referirse a lo “bueno” o “mejor” desde la
perspectiva propia de la moral de esclavos.
317
GM I 12.
278
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
279
Antonio García Ninet
280
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
318
VP, parág. 420, p. 654, Obras completas, Ed. Prestigio, IV, B. Aires,
1970. En este pasaje lo que es incorrecto es que Nietzsche diga: “— y lo se-
gundo en aun mayor grado que lo primero”, pues todo comportamiento y
toda acción serían expresión en un mismo grado de la voluntad de poder, ya
que no existiría ninguna otra fuerza en el Universo.
319
BM, sección novena, parág. 259.
281
Antonio García Ninet
282
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
320
GM I 14.
283
Antonio García Ninet
321
En principio es cierto que existen “normas de guerra” (Derecho interna-
cional humanitario), pero a la hora de la verdad sólo se cumplen cuando no
se tiene otro remedio. Por ejemplo, cuando se sabe que el enemigo obrará
igual o peor, o sencillamente cuando cualquiera de los contendientes com-
prende que le interesa cumplirlas por las consecuencias que derivarían para él
en caso de no hacerlo.
322
SPM, Otoño 1885-86; p. 252. Tecnos, Madrid, 2009.
323
A la entrada del Infierno de La divina comedia de Dante figuran las pala-
284
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
285
Antonio García Ninet
324
GM I 16.
325
GM I 16.
326
Recordemos cómo, según los evangelios, Jesús llama a los fariseos “sepul-
cros blanqueados”, muy blancos y limpios por fuera, pero llenos de podre-
dumbre por dentro.
286
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
287
Antonio García Ninet
288
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
327
En este sentido, Napoleón, a quien Nietzsche admiraba tanto, sólo había
sabido decir de la música que era el menos molesto de los ruidos, pero moles-
to en cualquier caso. Quizá el arte y demás aspectos de la cultura surgen
como sublimación de instintos reprimidos, pero, en cuanto los nobles no
tenían mucho que reprimir, tampoco tenían mucho que sublimar mediante
creaciones culturales.
289
Antonio García Ninet
290
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
291
Antonio García Ninet
328
A, II, parág. 206.
292
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
329
BM, IX, parág. 58.
330
Es cierto que muchos críticos de la obra de Nietzsche han defendido que
en estos momentos de que hablamos su mente se encontraba perfectamente
lúcida, pero la acumulación de los enormes absurdos que defiende en estos
mismos años es tan llamativa –incluso mezclada con profundos pensamientos
y profunda inspiración y plasmación literaria de estos pensamientos-, que es
comprensible buscar una explicación de las absurdas ideas mencionadas en
una ofuscación creciente de las facultades propias de una mente equilibrada.
Tal vez sería de interés realizar un estudio en este sentido de la obra de Nietz-
sche a partir de Así habló Zaratustra hasta sus escritos de finales de 1888,
cuando ya se percibían evidentes signos de su locura.
293
Antonio García Ninet
294
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
295
Antonio García Ninet
331
A, V, parág. 449.
296
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
332
BM, IX, 259.
297
Antonio García Ninet
298
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
299
Antonio García Ninet
333
Platón: Gorgias, 483b-d.
334
Platón: República, I, 338c.
300
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
335
D. Hume: Tratado de la naturaleza humana, III, 469-470.
301
Antonio García Ninet
302
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
336
BM, IX, cap. 259.
303
Antonio García Ninet
304
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
305
Antonio García Ninet
306
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
7. El nihilismo y su superación
337
VP, parág. 582-A, Ed. Aguilar. B. Aires, 1966.
307
Antonio García Ninet
338
VP, II, parág. 121. Prestigio, Barcelona, 1970.
339
Z, II, ‘De los grandes acontecimientos’.
308
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
340
HH, II, 1ª, parág. 22. Parodia relacionada evidentemente con el comienzo
del evangelio de Juan el Anciano: “In principio erat Verbum, et Verbum erat
apud Deum, et Deus erat Verbum”, donde “Verbum” –la Razón- es sustituido
por “el Absurdo”.
309
Antonio García Ninet
341
VP, I, parág. 75. Prestigio, B. Aires, 1970.
310
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
342
VP, I, parág. 26. Prestigio, B. Aires, 1970.
311
Antonio García Ninet
312
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
313
Antonio García Ninet
343
OT, cap. 5. Más adelante, entre 1885-86 y hasta el final de su vida lúcida,
Nietzsche se siguió expresando con palabras casi idénticas, escribiendo en su
obra póstuma: “Sólo estéticamente hay una justificación del mundo” (SPM,
Otoño de 1885 - Otoño de 1886; pág. 258. Tecnos, Madrid, 2009).
344
OT, Prologo a Richard Wagner, 1871.
314
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
315
Antonio García Ninet
Dionisos
Dionisos → {Dionisos (Zagreo), despedazado por los titanes, repre-
senta el mundo de la individuación apolínea: Tierra, agua, aire, fuego;
dioses y hombres} → Deméter da a luz al nuevo Dionisos, que repre-
senta la unidad restaurada.
………………………………………………………………………….
345
OT, parág. 10.
316
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
346
Ibídem.
317
Antonio García Ninet
318
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
347
OT, I.
319
Antonio García Ninet
348
Posiblemente fuera éste el motivo por el cual Nietzsche llegó a criticar el
aspecto de esta obra según el cual, del mismo modo que en Hegel, lo Absolu-
to alcanzaba su autoconocimiento mediante el hombre y en especial mediante
la Filosofía como última y plena autorrecuperación racional de dicho Absolu-
to, en cuanto “nóesis noéseos” –tal como lo había expresado Aristóteles refi-
riéndose a la supuesta esencia y actividad divina-. Por ello, en Ecce homo,
comentando su obra El origen de la tragedia, llega a decir de ella: “Huele
repugnantemente a Hegel”. No obstante, una diferencia entre ambos pensado-
res consiste en que mientras Hegel habla de la Razón como de una misteriosa
fuerza trascendente que determina todos los cambios de la Naturaleza a todos
los niveles, tomando finalmente posesión de sí misma a través del hombre,
Nietzsche entiende que la autoposesión plena de la realidad se produce cuan-
do esa razón viene unida de manera necesaria al arte dionisíaco por el que el
hombre toma conciencia de ser sólo una manifestación de dicha realidad
absoluta.
320
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
349
O. c., parág. 7.
321
Antonio García Ninet
350
O. c., parág. 8.
351
Ibidem.
352
Ibidem.
353
Ibidem.
322
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
354
OT, parág. 10.
355
El personaje de Edipo es el prototipo de la vida trágica: Edipo, hijo de
Layo, rey de Tebas, y de Yocasta, fue abandonado por su padre, pues un orá-
culo había predicho que su hijo le mataría. Unos pastores lo encontraron y
fue criado por los reyes de Corinto. Más tarde Edipo visitó al Oráculo de Del-
fos, que le auguró que mataría a su padre y luego se casaría con su madre.
Entonces Edipo decidió no regresar a Corinto para escapar a su destino. Em-
prendió un viaje y, en el camino hacia Tebas, se encontró con Layo. El heral-
do de Layo le ordenó que le cediera el paso, pero, ante la demora de Edipo, el
heraldo mató uno de sus caballos. Edipo se encolerizó y mató a Layo sin
saber que era su propio padre. Más tarde resolvió un acertijo de “la Esfinge”,
y fue nombrado salvador de Tebas y, como premio, fue nombrado rey y se
casó con Yocasta, su verdadera madre, teniendo con ella cuatro hijos (Polini-
ces, Eteocles, Ismene y Antígona). Al poco tiempo, una plaga cayó sobre la
ciudad como consecuencia de que el asesino de Layo no había pagado por su
crimen y contaminaba la ciudad con su presencia. Edipo, gracias a Tiresias,
descubrió que en realidad era hijo de Yocasta y Layo, y que era él mismo
quien había matado a Layo, su propio padre. Al saber Yocasta que Edipo era
en realidad su hijo, se dio muerte, ahorcándose en el palacio. Edipo se quitó
los ojos y se exilió de Tebas, acompañado por su hija Antígona para servirle
de guía. Una vez en Colono, fue acogido por Teseo y allí murió.
323
Antonio García Ninet
324
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
357
OT, parág. 7.
325
Antonio García Ninet
7.3. El arte
Ante las constantes afirmaciones de Nietzsche acerca del
valor del arte conviene señalar un aspecto realmente importante:
Si en El origen de la tragedia el arte –concretamente, el género
literario de la tragedia griega- había sido el instrumento me-
diante el cual el hombre alcanzaba el conocimiento de la unidad
absoluta del mundo dionisiaco al que, con la muerte, todos
debíamos reintegrarnos, de manera que el valor del arte, a pesar
de ser extraordinario, estaba subordinado al conocimiento que
se obtenía por su mediación, desde sus nuevos planteamientos
Nietzsche valora las ilusiones del arte por sí mismas, al margen
de que conduzcan a aquella visión extática de la unidad dionisia-
ca de la realidad. Así que desde esta nueva perspectiva el arte no
es un mero instrumento para conducirnos a un conocimiento que
debería llevarnos a la superación del nihilismo, sino que se con-
vierte en el auténtico sentido de la vida, conduciendo por sí mis-
mo a la superación del nihilismo.
Conviene observar igualmente que la doctrina de lo dioni-
siaco en su formulación inicial, que no dejaba a salvo la indivi-
dualidad personal en cuanto después de la muerte ésta se disol-
vía en la unidad dionisiaca, quedó sustituida o al menos corregi-
da en cierto modo por la doctrina del eterno retorno a partir del
verano de 1881 –cuando Nietzsche asumió dicha doctrina-, la
cual implicaba la supervivencia eterna de la individualidad per-
sonal.
Recordemos que Nietzsche había sido educado en el cristia-
nismo, que, a pesar de su carácter nihilista, defendía la existen-
cia de una vida eterna más allá de la vida terrenal, y que el de-
326
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
327
Antonio García Ninet
358
SPM, Noviembre de 1887 - Marzo de 1888, p. 325-326. Tecnos, Madrid,
2009.
328
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
359
HH, I, parág. 154.
360
HH, II, parág. 270.
329
Antonio García Ninet
330
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
331
Antonio García Ninet
361
OT, cap. 5.
332
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
333
Antonio García Ninet
364
GC, IV, parág. 299.
365
VP, parág. 503, II; Obras completas IV, Prestigio, B. Aires, 1970. La
cursiva es mía.
334
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
366
BM, parág. 34. La cursiva es mía.
367
VP, parág. 521, Prestigio, IV, B. Aires, 1970.
368
VP, parág. 821, Ed. Aguilar. Buenos Aires, 1966.
335
Antonio García Ninet
336
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
diversas tareas que llenan nuestra vida sin que perdamos “la ilu-
sión” por seguir viviendo.
Sin embargo, y por lo que se refiere a la relación entre la
veracidad y la visión estética de la realidad, la verdad y la “bella
mentira” del Arte, no parece fácil hacer compatibles ambas acti-
tudes, y, desde luego, es imposible si se pretende conseguir este
objetivo de forma simultánea, pues, efectivamente, la veracidad
conduce hacia una visión lúcida de la realidad en la que ningún
aspecto ilusorio –y, por ello mismo, falso- tendría cabida, mien-
tras que el arte representa la “buena voluntad de la ilusión”.
Parece que la ilusión como tal sólo puede vivirse mediante la
alienación respecto a la contemplación racional y fría de la cru-
da realidad, y, en este sentido, la veracidad y la ilusión sólo
resultan compatibles en cuanto se las viva de modo sucesivo, en
distintos momentos del día o de la vida en general.
En líneas generales y en contradicción con aquella valora-
ción tan alta de la veracidad o de la vida dedicada al conoci-
miento, en la generalidad de sus reflexiones Nietzsche considera
que semejante empeño en buscar la verdad podría ser especial-
mente negativo desde un punto de vista vital, de manera que la
búsqueda de la verdad “podría ocultar afán de muerte”. En este
sentido, escribe en La gaya ciencia:
“[La búsqueda de la verdad” podría compararse [...] a una
especie de quijotismo, a una sinrazón entusiástica, mas
podría ser algo peor todavía: un principio destructor que
hiciera peligrar la vida. El afán de verdad podría ocultar
afán de muerte”369.
Por esto, hablando en su obra póstuma acerca de El origen
de la tragedia y sospechando acerca del valor antivital de la
veracidad, llega a escribir que esta obra…
369
GC, V, 344.
337
Antonio García Ninet
370
ID, parág. 1271; Obras Completas, V, Ed. Prestigio, B. Aires, 1970. Sin
embargo, en otros momentos su pensamiento fue oscilante, pues consideró,
por una parte, que la “voluntad de verdad” es una manifestación de la “vo-
luntad de poder”: “La voluntad de verdad como voluntad de poder” (SPM,
Verano de 1887, p. 288), y, por otra, que “la voluntad de apariencia, de ilu-
sión, de engaño, de devenir y cambiar es más profunda, más “metafísica” que
la voluntad de verdad, de realidad, de ser” (SPM, Primavera de 1888, III, p.
326-327. Tecnos, Madrid, 2009).
371
OI, “Sentencias”, 33.
338
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
372
Z, III, “El convaleciente”, II.
339
Antonio García Ninet
340
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
341
Antonio García Ninet
376
Z, IV, “Del hombre superior”, IX.
342
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
377
GM I 16.
343
Antonio García Ninet
378
La voluntad de Poder, II, 85; Obras Completas, IV, Prestigio, Barcelona,
1970, pag. 472.
344
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
379
SPM, Primavera de 1888, p. 342. Tecnos, Madrid, 2009.
345
Antonio García Ninet
que, a pesar del frío o del calor, sale a pintar un paisaje, pueden
servir para comprender qué quiere decir Nietzsche:
A lo largo de las sucesivas etapas que puede durar la esca-
lada del Everest no parece que los escaladores hagan otra cosa
que esforzarse por ir subiendo la montaña con grandes penalida-
des -e incluso con la muerte en algunos casos-, y en esas largas
etapas no piensan en el placer de que disfrutarán al final de su
aventura sino que su “voluntad de poder” -como diría Nietzsche-
les conduce a asumir el desafío de alcanzar la cima, cueste lo
que cueste. Si finalmente su esfuerzo viene culminado por el
éxito, entonces, como consecuencia, pero no como finalidad de
su actividad, tendrán una vivencia de intenso placer y satisfac-
ción por haber triunfado en el desafío que se habían impuesto.
Igualmente, mientras se juega un deporte de competición -si
no se hace por dinero-, uno se esfuerza de manera muy concen-
trada, intensa y agotadora incluso, y es sólo cuando se ha conse-
guido la victoria cuando surge el sentimiento de placer, que no
se buscaba por él mismo pero que surge como consecuencia de
la victoria conseguida, la cual es una manifestación de aquella
voluntad de poder en cuanto ha culminado con éxito un desafío.
Desde planteamientos como los de los ejemplos anteriores,
el punto de vista de Nietzsche en contra del utilitarismo inglés
tiene sentido, pero sólo en cuanto no represente una condena
moral380 de la búsqueda del placer sino sólo un análisis de cómo
de hecho se produce una parte muy considerable de los actos
humanos, en los que, efectivamente, la finalidad no es el placer,
sino que éste es sólo una consecuencia del fin perseguido y con-
seguido.
380
Como luego se verá, ninguna condena moral tiene sentido en cuanto pre-
viamente se haya defendido que “no existen fenómenos morales”, que es lo
que Nietzsche proclama en muy diversas ocasiones, como en Más allá del
bien y del mal.
346
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
347
Antonio García Ninet
348
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
381
Humano, demasiado humano, I, 5ª parte, parág. 272.
349
Antonio García Ninet
350
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
382
“Wer Wissenschaft und Kunst besitzt,
Hat auch Religion;
Wer jene beiden nicht besitzt,
Der habe Religion”.
351
Antonio García Ninet
383
A. Einstein: Sobre la teoría de la relatividad y otras aportaciones científi-
cas, p. 198-199. Ed. SARPE, Madrid, 1983.
384
B. Russell: Retratos de memoria y otros ensayos, p. 57. Madrid, Al. Ed.,
1976.
352
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
385
HH, parág. 174.
386
HH, parág. 222.
387
HH, parág. 292.
388
A, V, parág. 550.
353
Antonio García Ninet
389
GC, parág. 324.
390
GC, IV, 329. Se trata de la superioridad de la theoría frente a la póyesis.
Esta última sería más bien propia de esclavos, de hombres considerados no
aptos para la actividad intelectual.
354
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
355
Antonio García Ninet
356
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
8. La voluntad de poder
391
Schopenhauer utilizó igualmente el término “voluntad” como parte del
título de su obra Sobre la voluntad en la Naturaleza, y con dicho término se
refería, por ejemplo, a la misma fuerza de la gravedad.
357
Antonio García Ninet
392
OT, cap. 18. La cursiva es mía.
358
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
393
SPM, verano de 1883. Tecnos, Madrid, 2009.
394
Z, II, “De la superación de sí mismo”.
395
Reproduzco aquí el pasaje en que Nietzsche utiliza el término “voluntad”
dándole el sentido que posteriormente había echado en falta y que le dio pie
para introducir su propio término “voluntad de poder”: “en todo tiempo la
ávida voluntad halla la manera de retener a sus criaturas en la vida y de for-
zarlas a seguir viviendo, mediante una ilusión tendida sobre las cosas” (OT,
cap. 18). La cursiva es mía.
359
Antonio García Ninet
360
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
361
Antonio García Ninet
362
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
…………………………………………………………………..
En definitiva, Nietzsche modificó el significado que inicial-
mente había dado al concepto de voluntad de poder especial-
mente porque sólo de ese modo era compatible con la doctrina
del eterno retorno y escribió un pasaje especial y quizá inten-
cionadamente elocuente relacionado con la voluntad de poder
con ese doble significado, pero sin advertir que, en efecto, se
trataba de un nuevo concepto, como si hubiese querido dar a
entender que en todo momento había utilizado el concepto de
voluntad de poder con ese doble significado que, sin embargo,
era nuevo, como se verá a continuación comparando diversos
pasajes en los que la voluntad de poder aparece con un valor
únicamente integrador de fuerzas con otros en los que final-
mente aparece con esa dualidad de valores, integrador y dis-
gregador de fuerzas.
Así, como ejemplos del uso del concepto de voluntad de
poder con un sentido unidireccional, tenemos:
363
Antonio García Ninet
397
SPM, Otoño de 1883, p. 196. Tecnos, Madrid, 2009.
398
SPM, Junio-Julio de 1885, p. 244. Tecnos, Madrid, 2009.
399
Z, II, “De la superación de sí mismo”.
400
BM, sección novena, parág. 259.
401
VP, parág. 366, Ed. Prestigio, B. Aires, 1970.
364
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
402
ID, parág. 2169. Prestigio, B. Aires, 1970.
365
Antonio García Ninet
403
SPM, Mayo - Julio de 1885, p. 245-246. Tecnos, Madrid, 2009.
366
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
367
Antonio García Ninet
368
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
369
Antonio García Ninet
que las galaxias se hayan alejado tanto que hayan dejado de ver-
se desde la Tierra, pues no parece que deban estar alejándose de
manera indefinida sino que debe de haber un momento en el que
la expansión, provocada por no sabemos qué fenómenos ante-
riores -tal vez el big bang-, dé paso a la compresión por la ley de
la gravedad actuando sobre la masa total del Universo. Y, en
este sentido, los posibles movimientos de integración y disgre-
gación del Universo serían explicables al igual que el movi-
miento de una piedra, que, cuando es lanzada hacia arriba, des-
pués de algunos segundos deja de ascender y comienza a des-
cender, de manera que su movimiento resulta comprensible a
partir de la combinación de la masa de la piedra, de la fuerza
imprimida, del principio de inercia y de la ley de la gravitación.
Tal vez un motivo similar al de esta dualidad de movimientos
antagónicos fue el que condujo a Empédocles a recurrir a dos fuerzas
contrarias para explicar los diversos fenómenos del Universo, el amor
y el odio; por el amor la realidad tendía a unirse hasta alcanzar el má-
ximo nivel de concentración en el que los diversos elementos perdían
sus cualidades y todo se convertía en una unidad homogénea a la que
Empédocles denominó “Sphairos” -esfera-; y, por el odio, a partir de
esta realidad los elementos fueron separándose hasta llegar a una
situación de máximo desorden, por lo que a este estado, tan opuesto al
del “Sphairos”, lo llamó “Acosmia”, es decir, “Desorden”. Y la fuerza
por la que estas situaciones opuestas se repetían incesantemente la lla-
mó “anánke” -necesidad-, condición que también permaneció en el
pensamiento de Nietzsche como absolutamente imprescindible para
que el eterno retorno pudiera producirse.
Pero, en definitiva, aunque los conceptos de amor y de odio, apli-
cados al Universo, sean antropomórficos, muestran cómo, desde la
perspectiva de Empédocles, los movimientos opuestos de la realidad
requerían no sólo de una fuerza sino de al menos dos, mientras que, en
el caso de Nietzsche, que había recurrido a una sola fuerza, tuvo que
dar finalmente a ésta las funciones opuestas que Empédocles había
atribuido a dos. Como es natural, los planteamientos de Empédocles
se producían en medio de una cultura mítica en la que el lógos comen-
zaba a buscar su lugar, pero la fantasía seguía teniendo el suyo. No
370
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
371
Antonio García Ninet
404
E. Fink: La filosofía de Nietzsche, p. 248-250, Alianza. Ed., Madrid, 1966.
372
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
405
J. Habermas: Sobre Nietzsche y otros ensayos, p. 35; Madrid, Tecnos,
1982.
373
Antonio García Ninet
406
Así, por ejemplo, en SPM, Otoño de 1885-Otoño de 1886, p. 267 (Tecnos,
Madrid, 2009). En cualquier caso -y pese a Nietzsche- sería un argumento
insuficiente.
374
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
407
W. Kaufmann: Nietzsche, philosopher, psycologist, antichrist, Princeton
Univ. Press, 1968, p. 178: “La diferencia fundamental entre las teorías ante-
rior y posterior de Nietzsche es que su filosofía última se basa en la acepta-
ción de un único principio básico [...] Cuando Nietzsche introdujo la voluntad
de poder en su pensamiento, todas las tendencias dualistas que había acepta-
do anteriormente pudieron reducirse a meras manifestaciones de este impulso
básico”.
375
Antonio García Ninet
408
SPM, Mayo-Julio de 1885, p. 245-246. Tecnos, Madrid, 2009.
376
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
409
Stephen W. Hawking: Historia del tiempo, p. 156; Planeta-Agostini, Bar-
celona, 1992. Es decir que la polémica científica entre los partidarios de la
teoría del big bang y los partidarios de la teoría del universo oscilante parece
que habría quedado resuelta por ese papa, de manera que, siempre que los
científicos se encuentren en apuros, no tienen más que telefonearle y asunto
resuelto. Quizá habría que exigir a las autoridades políticas del mundo cató-
lico y no católico que en los libros de texto de universidades y colegios, pú-
blicos y privados, constase esa revelación tan trascendental según la cual el
big bang había sido el momento de la creación del Universo por parte del
dios judeo-cristiano.
377
Antonio García Ninet
410
VP, parág. 366, Prestigio, B. Aires, 1970. La cursiva es mía.
378
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
dor de esa fuerza y que, por ello mismo, podría llamarse tam-
bién voluntad ‘de integración’, pero que no parece que sea el
más adecuado para hacer referencia a la fase “disgregadora” de
dicha voluntad de poder.
No obstante, cuando en el pasaje antes citado de La volun-
tad de poder escribe
“éste es mi mundo dionisíaco del eterno crearse-a-sí-mis-
mo, del eterno destruirse-a-sí-mismo [...] Este mundo es la
voluntad de poder —¡y nada más!”,
esta contraposición entre el crearse-a-sí-mismo y el destruirse-
a-sí-mismo podría haber sido asumible si el propio Nietzsche no
hubiera utilizado en tantas ocasiones el concepto de voluntad de
poder en el sentido unidireccional de integración de fuerzas a
que había hecho referencia en tantas ocasiones, o si, en el caso
de modificar ese concepto, al menos hubiera advertido en sus
escritos de manera explícita del cambio realizado y de la justifi-
cación de dicho cambio.
Sin embargo, en ningún momento presentó una advertencia
ni una explicación de este cambio de significado tan importante
que daba al concepto de voluntad de poder ni del motivo de tal
cambio, y, además, resulta sintomático que los pasajes incluidos,
en los que defiende ese doble valor de la voluntad de poder, per-
tenezcan ambos a la obra póstuma de Nietzsche. Parece evidente
que el motivo de que no diera una explicación de este cambio
conceptual se relacionaba con la vehemencia con que anterior-
mente había defendido el carácter exclusivamente integrador de
la voluntad de poder hasta el punto de renegar del simple térmi-
no “voluntad” que Schopenhauer había dado a dicha fuerza,
pero que luego, al comprender la incompatibilidad de tal sentido
de la voluntad de poder con el eterno retorno, lo modificó para
que fuera compatible con esta nueva teoría. Al parecer, tuvo un
fuerte reparo en reconocer su error anterior, que le había llevado
379
Antonio García Ninet
411
ID, Obras completas, V, parág. 1600. La cursiva es mía. Prestigio, B.
Aires, 1970.
380
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
381
Antonio García Ninet
382
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
ble y, por ello, la doctrina del eterno retorno sólo podría tener
ese mismo carácter de simple hipótesis.
En segundo lugar y como consecuencia de no haber podido
demostrar la necesidad que debería presidir los cambios del Uni-
verso, Nietzsche no tiene otro remedio que dejar igualmente sin
explicar qué es lo que determinaría que la voluntad de poder,
una vez culminada su labor integradora, comenzara de manera
caprichosa su opuesta labor disgregadora, que actuaría en senti-
do contrario al de la integración de fuerzas. Sin embargo, la
causa de tal cambio en la manera de actuar de la voluntad de
poder debería haber sido deducida racionalmente al menos o
conocida mediante la experiencia para poder ser asumida, pero
Nietzsche afirma como verdad establecida lo que sólo podía
adoptarse como simple postulado.
Por ello y como ya he dicho antes, su punto de vista en
favor del eterno retorno habría sido más coherente y menos
improbable si, junto a la afirmación de la voluntad de poder,
hubiese podido demostrar de manera inequívoca la existencia de
una necesidad en la sucesión de las diversas formaciones del
Universo y no sólo el carácter limitado de las configuraciones
posibles del Universo y la constancia de la energía -primer pos-
tulado de la Termodinámica-.
La consecuencia que de ello se sigue es que en ningún caso
puede demostrarse la existencia de una conexión necesaria entre
los diversos sucesos de la Naturaleza, y ello representa una refu-
tación de la tesis favorable al eterno retorno, por lo menos en
cuanto deja claro que la verdad de esta doctrina no ha quedado
demostrada412.
En el capítulo siguiente analizo la doctrina del eterno retor-
no, presentando otras objeciones.
412
Curiosamente el propio Nietzsche había escrito ya que el no poder refutar
una doctrina no constituía una demostración de su verdad.
383
Antonio García Ninet
384
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
9. El Eterno Retorno
385
Antonio García Ninet
413
Biblia: Génesis, 1: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”.
414
Biblia: Eclesiastés, 3:15.
386
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
387
Antonio García Ninet
388
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
416
A. Schopenhauer: O. C., II, c. 41.
417
Escribe Nietzsche: “La doctrina del ‘eterno retorno’, es decir, del ciclo
incondicional, infinitamente repetido, de todas las cosas: esta doctrina de
Zaratustra podría, en definitiva, haber sido enseñada también por Heráclito.
Al menos la Estoa, que ha heredado de Heráclito casi todas sus ideas funda-
mentales, conserva huellas de la misma” (Nietzsche: Ecce Homo, ‘El naci-
miento de la tragedia’, cap. 3).
389
Antonio García Ninet
390
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
418
Nietzsche tuvo que modificar su concepción acerca del “tiempo” en cuan-
to en la época en que escribió El origen de la tragedia todavía lo entendía
como una realidad subjetiva al estilo de Kant y de Schopenhauer: como for-
ma a priori de la sensibilidad, según dice en la obra citada:
“Kant puso en evidencia que el espacio, el tiempo y la causalidad sólo sir-
ven en definitiva para elevar la simple apariencia […] a la categoría de
única y suprema realidad…”,
mientras que, para que el Eterno Retorno pudiera producirse, el tiempo tenía
que entenderse no como una simple condición formal de la sensibilidad
humana sino como una realidad objetiva, y así lo entendió posteriormente
Nietzsche cuando escribió:
“El espacio es, como la materia, una forma subjetiva. No el tiempo”.
391
Antonio García Ninet
392
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
393
Antonio García Ninet
394
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
419
FP, II, 11 [202], Primavera-Otoño de 1881. Ed. Tecnos, Madrid, 2008.
420
ID, parág. 2644. Prestigio, B. Aires, 1970.
395
Antonio García Ninet
Y también:
“Un devenir infinitamente nuevo es una contradicción, pre-
supondría una fuerza que creciera infinitamente. Pero ¡de
dónde iba a salir!¡De qué se iba a alimentar, con qué exce-
dente!”421
Es decir, del mismo modo que las posiciones de las piezas
del ajedrez en las casillas del tablero, por muy numerosas que
sean, son limitadas, por lo mismo la posible distribución de las
“partículas” de fuerza del Universo -sean éstas del tipo que
sean-, debe ser limitada en cuanto el mismo Universo es limita-
do, por impensable que resulte su magnitud, y en cuanto la
“fuerza” con la que actúa, identificada con el propio ser del Uni-
verso, permanece siempre constante, pues nada hay fuera del
Universo por donde dicha fuerza pudiera escapar o perderse.
Asumiendo además que el tiempo es infinito y que los cambios
del Universo están presididos por la necesidad que, según Nietz-
sche defiende, rige en dichos cambios, a partir de ahí –al igual
que antes en Schopenhauer- dedujo que cualquier disposición
del Universo en todas y en cada una de sus partes ya se había
producido infinitas veces en el pasado y seguirá repitiéndose
infinitas veces en el futuro, y siempre en el mismo orden.
Por otra parte, a lo largo de estas reflexiones Nietzsche con-
sidera acertadamente que sólo desde la hipótesis falsa de la exis-
tencia de un espacio infinito, podría pensarse, como alternativa a
la doctrina del eterno retorno, algo así como la disolución pro-
gresiva de la fuerza del Universo en medio de esa infinitud
como consecuencia de su dispersión o rarefacción en dicho
espacio supuestamente ilimitado:
421
FP, II, 11 [213], Primavera-Otoño de 1881. Ed. Tecnos, Madrid, 2008.
396
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
422
SPM, Julio-Agosto de 1882, 1 [27]. Tecnos, Madrid, 2009.
397
Antonio García Ninet
398
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
427
VP, parág. 685, Obras Completas, IV, Ed. Prestigio, Barcelona, 1970.
428
VP, II, 324. Aguilar, B. Aires, 1966.
429
VP, II, 330. Aguilar, B. Aires, 1966.
399
Antonio García Ninet
400
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
401
Antonio García Ninet
puede hacerse consiste en que así como antes Nietzsche comprendía el Uni-
verso como un todo al que pertenecíamos, considerando que lo único eterno
era ese Todo al que finalmente nos reintegrábamos y disolvíamos, ahora, al
disponer de la doctrina del eterno retorno, podía confiar esperanzado en que
el conjunto de las manifestaciones del Todo –y entre ellas la de la propia
identidad personal, al margen de su carácter aparente- se repetiría innúmera-
bles veces, por lo que dicha identidad personal, eternamente renacida, perma-
necería para siempre y no se perdería fusionada en la unidad indiferenciada
del Todo.
432
Z, 3ª parte, “El convaleciente”.
433
Z, 4ª parte, “La canción ebria”.
402
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
434
G. Deleuze: “…debe ser comparado a una rueda; pero el movimiento de la
rueda está dotado de un poder centrífugo que rechaza todo lo negativo”
(Nietzsche, P.U.F., París, 1965, p. 32-36).
435
Z, III, “El segundo canto de la danza”, III.
436
ID, parág. 2636; Obras Completas, V, Ed. Prestigio, B. Aires, 1970. Esta
consideración de Nietzsche es muy similar a la de Dostoievski cuando en El
idiota se refiere a las reflexiones de un epiléptico momento antes de sufrir un
ataque. Se trata de momentos de tan intensa felicidad que, según el autor
–que era epiléptico-, compensaría el sufrimiento de toda una vida.
403
Antonio García Ninet
437
Obras completas, III, El eterno retorno, p. 20-21, Ed. Aguilar. Buenos
Aires, 1966.
404
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
405
Antonio García Ninet
438
VP, II, parág. 131. Ed. Prestigio, B. Aires, 1970.
406
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
439
OT, Prologo a Richard Wagner, año1871.
440
O. c., cap. 10.
407
Antonio García Ninet
408
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
409
Antonio García Ninet
444
O. c., Noviembre de 1887 - Marzo de 1888, p. 325-326.
445
O. c., Primavera de 1888, p. 327.
446
O. c., Noviembre de 1887 - Marzo de 1888, pág. 325-326.
410
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
447
GC, parág. 341.
411
Antonio García Ninet
412
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
448
Z, III, El segundo canto de la danza (I-II).
413
Antonio García Ninet
414
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
450
A. Camus: El mito de Sísifo.
415
Antonio García Ninet
416
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
452
SPM, Otoño de 1885-Otoño de 1886. La cursiva de “exige” es mía.
Tecnos, Madrid, 2009.
417
Antonio García Ninet
ciones con las que manifestó sus propias dudas acerca de la ver-
dad de su doctrina, y en este sentido en su obra póstuma escri-
bió:
“¿No es ya una prueba suficiente EN CONTRA DE la
forma circular homogénea de todo lo existente el hecho de
que haya en el mundo que nos rodea cierta diversidad y no
una circularidad plena? ¿De dónde sale la diversidad que
hay dentro del círculo? […] ¿No es todo ello demasiado
variado para provenir de algo uno? […] Suponiendo que
hubiera una “energía de contracción” homogénea en todos
los centros de fuerza del universo, se pregunta entonces ¿de
dónde podría provenir siquiera la más mínima diversidad?
[…] ¿Será acaso que la aparición de cualidades no sigue ley
alguna?”453
Esta serie de interrogantes cosmológicos sin respuesta re-
presenta por sí misma una prueba de la capacidad de autocrítica
de Nietzsche, al tomar conciencia de la enorme complejidad del
Universo, la cual representa un obstáculo tal vez absoluto que, a
pesar de la supuesta invariabilidad de la fuerza y del carácter
eterno del tiempo en que esta fuerza se ejerce, impide encontrar
una fórmula mediante la cual se pueda concluir en una doctrina
tan imposible de contrastar como la del eterno retorno.
En relación con esta cuestión y como explicación de la de-
fensa que Nietzsche hace de esta doctrina hay que decir que tal
vez pudo ocurrir que se precipitara en las conclusiones en su
favor por la necesidad que sentía de superar el nihilismo de ma-
nera definitiva, en cuanto las soluciones anteriores no habían
acabado de satisfacerle. Teniendo en cuenta que su nihilismo
provenía especialmente de la toma de conciencia de la “muerte
de Dios”, es decir, de su ateísmo, tan contrario a las creencias
cristianas en que había sido educado, este hecho pudo influir de
453
FP, II, 11 [311], Prim.- Otono, 1881. Tecnos, Madrid, 2008.
418
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
454
ID, parág. 2663. Prestigio, B. Aires, 1970.
419
Antonio García Ninet
420
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
421
Antonio García Ninet
422
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
456
El concepto de falsación de Popper hace referencia a un procedimiento
mediante el cual, en el caso de que una teoría sea falsa debe existir la posibi-
lidad de una prueba para demostrar que lo es. Si no la hay, esa teoría no pue-
423
Antonio García Ninet
de considerarse científica.
457
EH, “Así habló Zaratustra”, parág. 1.
458
Además, como ya indicó Hume, las teorías que tratan de “cuestiones de
hecho” –realidades empíricas- sólo tienen carácter probable y nunca nece-
sario.
424
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
459
Entre los pensadores modernos que habrían defendido esta teoría se
encuentran H. Poincaré, E. Zermelo y A. Rey.
425
Antonio García Ninet
426
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
10. El superhombre
460
EH, “Por qué escribo tan buenos libros”, 1.
427
Antonio García Ninet
461
En GM II 25, realizando una parodia del evangelio cristiano, Nietzsche
considera que para presentar su ‘buena nueva’ deberá ser Zaratustra quien
asuma el papel de nuevo y auténtico mesías a fin de anunciar la verdadera
redención: La reconciliación del hombre con la vida y con el eterno retorno
de todas las cosas a través del superhombre, con su triunfo sobre el nihilismo
y la recuperación de su inocencia, “más allá del bien y del mal”.
428
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
462
“…no es mi problema qué reemplazará al ser humano: sino qué tipo de
humano se debe elegir, se debe querer, se debe criar como tipo más valioso”
(Nietzsche: SPM, Noviembre de 1887 - Marzo de 1888, p. 324. Tecnos,
Madrid, 2009). La cursiva en la expresión repetida “se debe” es mía. En rela-
ción con este y con otros pasajes similares resulta contradictorio que Nietz-
sche se plantee como un “deber” el obrar de determinada manera re-pecto al
superhombre en cuanto, a la vez, ya había llegado a la conclusión de que “no
hay fenómenos morales” y de que, por lo tanto, no existía deber alguno.
463
GM, II, 12.
429
Antonio García Ninet
464
Z, I, Prólogo de Zaratustra, 3.
430
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
465
La cursiva es mía. Llama la atención que en este texto Nietzsche incluya
entre los grandes individuos a los “santos”, pues resulta difícil saber en qué
contexto los santos podrían ser personas de auténtico valor para Nietzsche,
especialmente si se tiene en cuenta que en esos momentos el pensamiento del
autor estaba especialmente alejado del cristianismo, de la creencia en algún
dios, y de cualquier otra idea religiosa. Tal vez con esa expresión Nietzsche
431
Antonio García Ninet
432
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
433
Antonio García Ninet
434
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
468
Z, I, Prólogo de Zaratustra, 4.
469
SPM, Primavera-Verano de 1883, p. 179. Tecnos, Madrid, 2009.
435
Antonio García Ninet
470
Z, I, “De la virtud dadivosa”, 3.
436
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
471
Z, I, Prólogo de Zaratustra, 4.
472
Z, I, Prólogo de Zaratustra, 4.
437
Antonio García Ninet
473
Homero: Odisea, XV, 341.
474
BM, IX, 258.
438
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
475
Las citas que siguen a continuación pertenecen a Política, I, 3-7 de Aristó-
teles: “Cuando es uno inferior a sus semejantes, tanto como lo son el cuerpo
respecto del alma y el bruto respecto del hombre, y tal es la condición de to-
dos aquellos en quienes el empleo de las fuerzas corporales es el mejor y úni-
co partido que puede sacarse de su ser, se es esclavo por naturaleza” y “los
elementos de la economía doméstica son precisamente los de la familia mis-
ma, que, para ser completa, debe comprender esclavos y hombres libres […]
siendo las partes primitivas y simples de la familia el señor y el esclavo”.
477
“El esclavo una propiedad viva”.
478
“…porque es esclavo por naturaleza el que puede entregarse a otro; y lo
que precisamente le obliga a hacerse de otro, es el no poder llegar a compren-
der la razón, sino cuando otro se la muestra, pero sin poseerla en sí mismo”.
479
“…siempre que es útil al uno el servir como esclavo y al otro el reinar
como señor; se puede sostener, en fin, que es justa, y que cada uno debe,
según las exigencias de la naturaleza, ejercer el poder o someterse a él. Por
consiguiente, la autoridad del señor sobre el esclavo es a la par justa y útil; lo
cual no impide que el abuso de esta autoridad pueda ser funesto a ambos […]
El esclavo es una parte del señor, es como una parte viva de su cuerpo, aun-
que separada. Y así, entre el dueño y el esclavo, cuando es la naturaleza la
que los ha hecho tales, existe un interés común, una recíproca benevolencia.
439
Antonio García Ninet
480
“Saber emplear a los esclavos constituye la ciencia del señor […] Esta
ciencia […]consiste tan sólo en saber mandar lo que los esclavos deben saber
hacer. Y así, tan pronto como puede el señor ahorrarse este trabajo, cede su
puesto a un mayordomo para consagrarse él a la vida política o a la filosofía”.
440
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
481
También es verdad que a lo largo de la historia ha habido una serie de for-
mas de esclavitud denigrante desde el punto de vista de quienes sienten cierto
grado de empatía hacia los demás, de manera que, aunque en teoría la escla-
vitud haya sido abolida, parece que lo único abolido haya sido el uso de ese
nombre, pero no el trato degradante o el simple olvido que esa parte numero-
sa de la humanidad sigue recibiendo. Y así, aunque en la actualidad la escla-
vitud está hipócritamente condenada, en realidad sólo lo está en el lenguaje:
“Nadie debe ser esclavo”. Pero en la práctica una gran parte de los trabajado-
res está viviendo una esclavitud igual o peor que la de los antiguos esclavos,
tanto por sus condiciones laborales como por las leyes que permiten que el
empresario deje sin trabajo a cientos o a miles de trabajadores porque su pre-
visión de ganancias le lleve a trasladar sus (?) empresas a lugares donde pue-
da obtener mayores beneficios, pagando salarios inferiores y dejando en el
paro a quienes con su trabajo le permitieron crear o incrementar “su” (?)
capital.
441
Antonio García Ninet
482
Pablo: Efesios, 6:5-6. Pablo se expresa en términos muy parecidos a los de
este párrafo en otros lugares como en I Corintios, 7:21-24, en Colosenses,
3:22; y en I Timoteo, 6:1-2.
483
Pablo: I Timoteo, 6:1-2.
442
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
443
Antonio García Ninet
444
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
445
Antonio García Ninet
446
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
447
Antonio García Ninet
488
GM, II, 12.
489
ID, parág. 2110. Prestigio, B. Aires, 1970.
490
ID, parág. 2111. Prestigio, B. Aires, 1970.
448
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
449
Antonio García Ninet
491
VP, II, parág. 131. Ed. Prestigio, B. Aires, 1970. La cursiva es mía.
492
BM, IX, 258.
493
Z, II, Del vencimiento de sí mismo.
450
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
451
Antonio García Ninet
452
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
453
Antonio García Ninet
494
FP, II, 11 [179], Primav.- Otoño de 1881. Tecnos, Madrid, 2008.
495
[Cuenta Resa von Schirnhofer:] “Entre los libros que Nietzsche me dio
para que hojeara, uno de los primeros fue la obra, recientemente aparecida
entonces, de Francis Galton, el fundador de la eugenesia: ‘Inquiries into
Human Faculty and Development’. Mientras yo hojeaba el libro… Nietzsche
me explicaba […] los problemas tratados en él, y los resultados conseguidos
en el campo de la trasmisión hereditaria, y la evolución, siguiendo a Darwin y
refutando en parte sus teorías. Tras este subyugante privatissimum sobre la
obra de este investigador inglés, a quien él tanto admiraba, volvió a cogerme
el libro” (C. P. Janz: Friedrich Nietzsche, III, p. 218-219; Al. Edit., Madrid,
1985). En la nota 1 de la pág. 219 se dice: “En Inquiries into human faculty
and its development, 1883, trata la cuestión especial de la reproducción de los
bien dotados. “Sus investigaciones [las de Francis Galton] se dirigen a la
cuestión práctica de si es posible promover y modificar de tal modo el proce-
so de selección natural, que pueda conseguirse una forma más perfecta de
humanidad”. (Nietzsche encontró aquí, confirmada por un científico, su idea
del cultivo del superhombre) (C. P. Janz: F. Nietzsche, III, p. 219; Alianza
Editorial, Madrid, 1985.).
454
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
496
Z, I, Prólogo de Zaratustra, 4.
455
Antonio García Ninet
497
Curt Paul Janz: Friedrich Nietzsche, III, p. 204; Al. Edit., Madrid, 1985.
456
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
498
ID, parág. 2669. Prestigio, B, Aires, 1970.
457
Antonio García Ninet
499
BM, IX, 265.
458
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
500
C.P. Janz: Friedrich Nietzsche, III, 231-233. C.P. Janz cita una carta de F.
Overbeck a Erwin Rhode, del 27 de julio de 1884, en la que Overbeck comu-
459
Antonio García Ninet
nica al amigo común que el mes anterior Nietzsche había ido a la universidad
de Basilea y que se encontraba “en aquel momento, en una situación de des-
amparo absoluto debido a su aislamiento, que poco a poco se torna horrible,
pero que a él, como se demostró aquí, sólo le resulta tan horrible cuando no
se encuentra en soledad y en un clima agradable para él”.
460
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
501
ID, parág. 2601. Prestigio, B. Aires, 1970. La cursiva es mía.
502
BM, IX, 265. La cursiva es mía. Es evidente que aquí la expresión “tiene
que” es equivalente a “deben”, de carácter moral.
503
SPM, Noviembre de 1887-Marzo de 1888, p. 324. Tecnos, Madrid, 2009.
La cursiva es mía.
504
GM, II, 12.
461
Antonio García Ninet
462
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
463
Antonio García Ninet
464
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
465
Antonio García Ninet
512
Boecio definía la felicidad como un “estado perfecto derivado de la suma
de todos los bienes” (“status bonorum omnium agregatione perfectus”). Asu-
miendo esa definición de la felicidad como un “estado perfecto”, en tal caso
la crítica de Nietzsche al utilitarismo deja de tener sentido, pues, por simple
definición, no puede haber ninguna actividad que sea preferible a un “estado
perfecto”. Además, como dice Aristóteles al comienzo de su Ética Nicomá-
quea, “el bien es aquello a lo que todo tiende” (I, 1094ª 3), de manera que, si
la felicidad y el bien se identifican, lo que hay que averiguar es en qué puede
consistir la felicidad para el hombre, y no tiene sentido poner por delante de
la felicidad ninguna otra finalidad.
513
SPM, Primavera de 1888, 15 [120], p. 351. Tecnos, Madrid, 2009.
466
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
514
Aristóteles: La felicidad … “es una actividad del alma de acuerdo con la
virtud” (Ética nicomáquea, I, 1099b, 26-27).
515
O. c., parág. 2616.
467
Antonio García Ninet
468
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
516
BM, IX, 258.
469
Antonio García Ninet
517
SPM, Noviembre de 1887-Marzo de 1888, pág. 324. Tecnos, Madrid,
2009. La cursiva es mía.
470
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
471
Antonio García Ninet
472
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
518
Z, IV, Del hombre superior, I.
473
Antonio García Ninet
519
ID, parag, 1695; Obras Completas, Prestigio, V, B. Aires, 1970.
520
VP, parag. 557, Obras completas, Prestigio, IV, B. Aires, 1970.
474
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
521
SPM, Mayo-Junio de 1883; Tecnos, Madrid, 2009.
522
Z, II, De las tarántulas.
523
VP, IV, 545; Obras completas, Prestigio, B. Aires, 1970.
475
Antonio García Ninet
524
SPM, Verano de 1883; Tecnos, Madrid, 2009.
525
ID, 426, VII, p. 173; Obras completas, V, Prestigio, B. Aires, 1970.
526
VP, 622; Obras completas, IV, Prestigio, B. Aires, 1970.
476
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
527
SPM, Otoño de 1881, p. 166. Tecnos, Madrid, 2009.
477
Antonio García Ninet
478
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
528
VP, IV, 545; Prestigio, B. Aires, 1970.
479
Antonio García Ninet
529
Z, I, “De las moscas del mercado”.
480
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
530
Z, III, El retorno a casa.
531
BM, IX, 284.
481
Antonio García Ninet
532
R. Safranski: Nietzsche. Biografía de su pensamiento, p. 397; Ed. Círculo
de lectores, Barcelona, 2001.
482
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
483
Antonio García Ninet
533
SPM, Principios de 1884, pág. 209. Tecnos, Madrid, 2009. Con esa letra
y, en especial, con las palabras «Deutschland, Deutschland über alles» se
pretendía fortalecer el sentimiento de unidad de Alemania, que por entonces
(1841) todavía no era fuerte. Por cierto, se trata de una consigna muy pareci-
da a la consigna electoral utilizada por D. Trump “¡America first!” (“¡Amé-
rica primero!”).
534
SPM, Finales de 1880, pág. 149. Tecnos, Madrid, 2009.
535
El ocaso de los ídolos, “Lo que falta a los alemanes”, 2.
484
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
536
FP, II, 21 [2]; verano de 1882; Tecnos, Madrid, 2008
537
SPM, Verano de 1887, p. 300. Tecnos, Madrid, 2009.
485
Antonio García Ninet
486
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
487
Antonio García Ninet
488
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
542
SPM, Otoño de 1885-Otoño de 1886, p. 251. Tecnos, Madrid, 2009.
543
SPM, Otoño de 1878, p. 126. Tecnos, Madrid, 2009.
489
Antonio García Ninet
544
SPM, Verano de 1883. Tecnos, Madrid, 2009.
545
SPM, Julio-agosto de 1879, p. 127. Tecnos, Madrid, 2009.
546
SPM, Otoño de 1885-Otoño de 1886, p. 251. Tecnos, Madrid, 2009.
490
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
547
ID, parág 2514. Prestigio, B. Aires, 1970.
491
Antonio García Ninet
548
GM I párrafo 7.
549
O. c., parág. 251. La cursiva es mía.
492
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
550
SPM, pág. 121-122; Otoño de 1877. Tecnos, Madrid, 2009.
493
Antonio García Ninet
494
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
551
SPM, Noviembre de 1887-Marzo de 1888, p. 310. Tecnos, Madrid, 2009.
552
Safranski, R.: Nietzsche, biografía de su pensamiento, p. 158. Círculo de
Lectores, Barcelona, 2001.
495
Antonio García Ninet
496
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
497
Antonio García Ninet
498
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
553
BM, I, 19. En GM, II 1 escribió en este mismo sentido: La acción es “la
auténtica descarga de la voluntad”.
499
Antonio García Ninet
554
Schopenhauer, A.: El mundo como voluntad y como representación, I, 18.
La cursiva es mía.
555
L. Wittgenstein: Diario filosófico, 4.11.16. En este mismo escrito dice de
manera más concisa y contundente pero igualmente clara: “No es posible
querer sin hacer”
556
Hay diversos filósofos más actuales que opinan de manera muy similar a
Nietzsche y a los pensadores citados. Así, G.E.M. Anscombe afirma: “el sig-
no primitivo de querer es tratar de obtener” (Intención, Paidós, Barcelona,
1971), mientras que R.M. Hare indica: “...no podemos asentir sinceramente a
un mandato [...] y ‘al mismo tiempo’ no realizar lo ordenado cuando llega la
ocasión de hacerlo y el hacerlo está dentro de nuestras posibilidades (físicas y
psicológicas)” (El lenguaje de la moral, U.N.A.M., México, 1975). Por su
parte, Nowell-Smith indica: “nuestras opciones son una evidencia de nuestras
preferencias mucho mejor que nuestras palabras” (Ética, p. 121, Verbo divi-
no, Estella (Navarra), 1977), y P. Ricoeur dice en este mismo sentido: “el tes-
500
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
501
Antonio García Ninet
559
Posteriormente tanto Freud como Marcuse señalaron igualmente que la
civilización era una realidad cuya existencia habría venido condicionada por
la represión de los instintos. En Eros y civilización Marcuse se planteó de
manera especial el problema de cómo conseguir una sociedad en la que la
represión de los instintos fuera sólo la estrictamente necesaria para mantener
la civilización.
502
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
503
Antonio García Ninet
560
GM II 3.
504
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
561
GM II 5.
562
“…de “hacer el mal por el placer de hacerlo”.
563
Ibidem. Recordemos cómo, en El mercader de Venecia, Shakespeare pre-
senta un ejemplo de este derecho primitivo del que habla Nietzsche: Un judío
había hecho un préstamo mediante un contrato; en una de sus cláusulas se
decía que, en caso de no serle devuelto el préstamo en la fecha indicada, el
judío tenía derecho a cortarle al deudor “una libra de su carne”; llegada esa
fecha y no pudiendo hacer efectivo el pago, el judío exige que se cumpla el
contrato; el juez reconoce que está en su derecho, pero le advierte que, como
en el contrato sólo se hablaba de “una libra de carne”, no debe tocar una sola
gota de la sangre del deudor.
564
En la oración del Padre Nuestro no se habla de culpas sino de deudas y
deudores: “…dimite nobis debita nostra sicut et nos dimitimus debitoribus
nostris…”.
505
Antonio García Ninet
506
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
565
GM II 6.
507
Antonio García Ninet
566
C. P. Janz: Friedrich Nietzsche, III, Alianza Universidad, Madrid, 1985.
508
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
567
A, parág. 202.
509
Antonio García Ninet
568
OI, ‘Los cuatro grandes errores’, parág. 7.
510
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
569
GM II 7.
511
Antonio García Ninet
512
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
572
Ibidem. Y también como festivales para los poetas. La Ilíada se encuentra
llena de descripciones meticulosas acerca de cómo la lanza penetraba en el
vientre de un guerrero y de cómo los intestinos le salían fuera del vientre,
provocando su agonía y su muerte. La misma descripción del episodio en el
que Aquiles arrastra con su caballo el cadáver de Héctor ante los ojos de su
padre, Príamo, es otro ejemplo de este “gusto especial” por la crueldad. Sin
embargo, el cristianismo tiene el inconveniente de que su dios omnipotente
habría programado todos los sucesos del Universo a lo largo de la Historia,
por lo que no sólo los conocería antes de que sucedieran, sino que él mismo
habría sido su auténtico autor.
513
Antonio García Ninet
573
Ibidem. Sin embargo, Nietzsche olvida en estos momentos que el cristia-
nismo –por medio de Pablo de Tarso, Agustín de Tagaste, Tomás de Aquino,
Lutero, Calvino...- tuvo que pasar por alto ese “aburrimiento” en el caso del
dios cristiano para dejar a salvo su omnipotencia y su omnisciencia –por las
que Dios habría predeterminado y, por ello mismo, debía conocer las accio-
nes que realizaría cualquier hombre a lo largo de su vida-, aunque, a la vez,
tenía que rechazar –o al menos pasar por alto tales cualidades divinas- para
poder ‘responsabilizar’, ‘juzgar’, ‘salvar’ o ‘condenar’ al hombre. No obs-
tante, el cristianismo asumió tal contradicción en cuanto le interesaba man-
tener en sus doctrinas tanto la omnisciencia y la omnipotencia divinas como
la libertad y la responsabilidad humana, consecuencia de su absurdo “libre
albedrío”. Al fin y al cabo, la masa de su redil se despreocupaba de estas
cuestiones teológicas confiando en que sus “pastores”, iluminados por su
dios, no tendrían dificultad alguna en resolverlas.
514
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
515
Antonio García Ninet
516
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
517
Antonio García Ninet
518
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
577
GM II 14.
578
Ibidem.
519
Antonio García Ninet
579
GM II 15.
580
Ibidem.
520
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
521
Antonio García Ninet
522
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
581
GM I 11.
523
Antonio García Ninet
582
GM II 11.
524
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
583
GM II 11.
525
Antonio García Ninet
584
VP, parág. 73; Obras completas, Ed. Prestigio, B. Aires, 1970.
585
GM, II 11.
526
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
527
Antonio García Ninet
528
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
529
Antonio García Ninet
587
GM II 16.
588
Ibidem.
530
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
589
Nietzsche utilizó en Así habló Zaratustra los términos “Ich” [Yo] y
“Selbst” [Sí-mismo] para referirse a los componentes del psiquismo humano.
Así queda reflejado en el siguiente pasaje de Así habló Zaratustra:
“Hermano mío, detrás de tus ideas y sentimientos se oculta un poderoso
señor, un sabio desconocido. Se llama Sí-mismo [Selbst]. Reside en tu
cuerpo, es tu cuerpo.
Más razón hay en tu cuerpo que en tus pensamientos más sabios.
[……………………]
Tu Sí-mismo [Selbst] se mofa de tu yo [Ich] y de sus vanidosas pirue-
tas. “¿Qué son para mí esos saltos y esos vuelos del pensar?”, llega a pre-
guntarse. “No son sino rodeos hacia algún fin. Pues yo soy las andaderas
del “yo” [Ich], y el apuntador de su pensar” (Así habló Zaratustra, I, De
los despreciadores del cuerpo).
Pocos años después Freud utilizaría los términos “Ich” [Yo] y “Es” [Ello],
para referirse con el término “Ich” a la parte consciente del psiquismo, mien-
tras que con el término “Es” se refirió a la parte instintiva inconsciente, con
un enorme poder sobre la pobreza del “Ich”, tal como ya Nietzsche había
indicado.
590
Ibidem.
531
Antonio García Ninet
591
Ibidem.
592
GM II 16.
532
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
593
HH, II, 2ª parte, parág. 323.
594
GM II 17.
595
Ibidem.
596
No necesariamente “rubios”: Nietzsche se refiere en diversas ocasiones al
pueblo romano -que no era precisamente rubio- como el más grande de la his-
toria; y hace referencia igualmente a otros pueblos nobles y guerreros que
tampoco serían rubios, de manera que este calificativo no tiene ningún otro
valor que el de estar asociado posiblemente con uno de esos pueblos “no-
bles”, como el de los arios -que Nietzsche no identifica con los alemanes de
su época-.
533
Antonio García Ninet
534
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
535
Antonio García Ninet
597
Recordemos: “Buenos” en el sentido que darían los esclavos a ese térmi-
no, referido a ellos mismos. Y “malos” en el sentido que darían los señores a
esos “buenos”.
598
GM II 24.
536
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
599
GM II 24.
537
Antonio García Ninet
538
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
601
Ibidem.
539
Antonio García Ninet
602
A. García Ninet: Contradicciones de la secta conocida como “Iglesia
Católica”, I, p. 56.
603
Éxodo, 6:7. Pero aquí lo que hubo no fue propiamente una alianza entre
Yahvé y el pueblo de Israel sino una simple imposición, ideada por los diri-
gentes de Israel para tener así mejor controlado al pueblo. Por dicha “alianza”
el dios Yahvé propone –o impone- a Abraham que el pueblo de Israel le
acepte como “su dios” y le guarde fidelidad. A cambio Yahvé le protegerá
contra sus enemigos, le ayudará a salir de la esclavitud a la que el faraón
egipcio todavía habrá de someterle, y le concederá un lugar en el que estable-
cerse para siempre, la llamada “tierra prometida”. Resulta sorprendente que
en la Biblia aparezca en pasado la expresión “el que os libró de la opresión
egipcia”, a pesar de que en el momento del pacto con Abraham dicha opre-
sión todavía no se había producido. Mejor hubiera sido que hubiese librado a
su pueblo de tener que pasar por tal esclavitud. Por otra parte, es evidente
que, aunque el autor de este escrito parece haber sido testigo directo del pacto
entre Yahvé y Abraham, en realidad fue muy posterior, ya que conocía lo
relacionado con la esclavitud de Israel en Egipto.
540
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
604
GM II 20.
541
Antonio García Ninet
542
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
543
Antonio García Ninet
606
GM II 22.
544
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
545
Antonio García Ninet
607
GM II 23.
546
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
ÍNDICE GENERAL
547
Antonio García Ninet
548
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
549
Antonio García Ninet
550
Nietzsche: Introducción crítica a su filosofía
551
Antonio García Ninet
552