PUBLICACIONES
E. E. H. A.
SEVILLA
XCVII
'Estudios Americanos
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rios de Portugal y de España _habían perpetuado las tradi-
ciones de la Cristiandad medio~val y su cosmovisión, al
paso que estas ideas europeas, a partir del iluminismo del
siglo XVIII, venían a introducir el fermento revoluciona-
rio, preparando las mentes para la aceptación de los pos-
tulados de un nuevo orden jurídico.
No basta, evidentemente, considerar las influencias
ideológicas. Los intereses económicos en juego, las trans-
formaciones de la política europea, la actuación decisiva
de los poderes que operan entre los bastidores de la· his-
toria, todo esto se ha de tener en cuenta para compren-
der el sentido cultural y político dominante en el proceso
formativo de las naciones hispanoamericanas.
Al paralelismo aludido viene a juntarse un curioso
antagonismo de aspectos, entre la manera por la cual se
dió la estructuració~ política de los pueblos de América
hispana y lo que ocurrió en el Brasil, al separarse de Por-
tugal. · .·
Quinc~ año_s duraron las guerras de la independencia.
en las colonias americanas de España; en el Brasil, las lu-
chas o escaramuzas que siguieron a la proclamación de
D. Pedro I, no fueron más de· quince meses. Los virreina-
tos sujetos a la soberanía de la Corona de Castílla, se frag-
mentaron en varias repúblicas, mientras la unidad de la
América portuguesa se mantenía incólume. Las nuevas
repúblicas, desprendidas de los vínculos que las ligaban
con la Madre Patria, iniciaban el camino accidentado que
-viene constituyendo todo el drama de su historia, osci-
lando siempre entre el caudillismo y la demagogia; bien
~al contrario de lo sucedido en el Brasil, donde, después de
la etapa de la regencia, turbulenta ínas transitoria por na-
turaleza propia, el orden imperial altivamente dominaría,
asegurando la paz Jnterna y el prestigio en el exterior.
¿Cómo explicar tales antinoinias de la historia?
Buscando hacerlo con aspiración de situar. al Brasil
en el panorama político de aquella época, acompañemos
Volumen IX
'
-269
Esf:itdfos Amcr·icános
272
***
Para un conocimiento exacto de la historia polític;a y
del derecho público en los tiempos modernos, importa
mucho considerar la actuación desarrollada por las socie-
dades secretas en Europa y en América. ·
- En Inglaterra, precisamente, era poderosa la influen-
cia de las logias masónicas, cuando Pitt y Burke buscaban
orientar la opinión pública de aquel país en sentido de co-
locar una barrera a los desmanes de la Revolución que
3 Son int eresantes l.as palab.ras de Pires·: "El alto horno, la máquina de
~apor, el hilado y tejido mecánicos, la navega:ción imarí-tima y después: la locomotora,
tales fueron las grandes m áquinas de la p rimera mita d del siglo XIX, -:¡ cuyO' efecto
luego se verificó sobre la econom ía ·universal " (J. P ires do R ío : O c~m bus,,tivel na
ecá>nomía universal, 3.1ª edición, Librería J osé Olympio, pág. 67). E l carbón . y el
hierro fue ron -las tenaz-ais d el imper ialismo en el siglo pasado. E s fo qu e explica
la prosperidad material de ciertos pueblos ; p,rosperidad cuyo ori.gen no se debe
buscar en pretendida sup1remacía de cultura o de raza.
Estudios -Americanos
274
Estudios Ameritanos
276
fin, se hacía necesario crear «monarquías constitucionales>>-
con soberanos q~e, por pertenecer a la liga o por influen-
cia de intermediarios bien disfrazados, no fuesen más que
instrumentos pasivos de las logias secretas». (5)
Paralelamente se operaba la infiltración en el campo
intelectual. Entre las sociedades secretás de la época, se
fundaban en Alemania la Tugendbund y la Burschenschaft,
penetrando en los medios universitarios. Ligados a la ma-
sonería, trataban de disfrazar sus propósitos para no pro-
vocar una reacción de los espíritus más conservadqres, co-
mo ocurriera en la Gran Bretaña en la época de Burke.
También se presentaban con la intención de promover la
unión religiosa de Alemania sobre bases humanitarias, sir..,
viéndose para ello de la filosofía, la filología y la cien-
cia de la naturaleza. En las cátedras y en los libros, sus
miembros hacían continuas referencias a la moral del cris-
tianismo, dando a los dogmas sin embargo un carácter
simbólico, y anticipándose así al modernismo teológico.
El liberalismo, introducido en España y Portugal por
las sociedades secretas, venía en el siglo XIX a completar
ahí la obra iniciada en el siglo XVIII por el despotismo es-
clarecido, desarraigando aquellos pueblos de su esencia
histórica.
En las Cortes Constituyentes de Lisboa, a ejemplo de
lo que ocurriera en las Cortes de Cádiz, los diputados, re-
pitiendo a Rousseau y Montesquieu, habían perdido la
idea de la organización tradicional de sus pueblos y de las
libertades populares de otrora.
Lo mismo se repetiría en los pueblos hispanoamerica-
nos, poco después de la independencia, entre los bachille-
res e ideólogos encargados de redactar los proyectos de
las constituciones. Y así como la política inhábil y desas-
trosa de las Constituyentes de Lisboa determinó la separa-
ción del. Brasil, así también la revolución de la América
V olumen IX
277
Estudios Americanos
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V ol1tmen IX
279
, dientes de los conquistadores, se rebelaban contra los
·namados gachupines o chapetones afrancesados. (9)
l)les causas, añadidas a la invasión napoleónica,
.--acarreando la prisión de Fernando VII y la presencia de
José Bonaparte en el trono español, explican el movimien-
to general del descontento que se labraba en las po-
··sesiones de España en América y que habría de culmi-
nar con la revolución del año diez. Lo atestiguó C. K.
··w ebster, profesor de Historia Internacional en la Univer-
-sidad de Londres: «la Revolución Francesa, en su expre-
-sión napoleónica, fué la más grande de las fuerzas que
-tornaron inevitable (sic) una revolución en América lati-
·na. Hubo allí, por cierto, movimientos revolucionarios an-
-~tes de 1808, ayudados en gran parte por la Grán Bretaña,
entonces en guerra contra España. Pero fué escaso el
.-efecto producido hasta que el Rey de España cayese pri-
sionero, su país fuese invadido y asumiese el gobierno una
Junta revolucionaria, sustituida posteriormente por las
Cortes democráticas». (lO)
Otros motivos -particulares a los diversos virreina-
--tos- tales como la cuestión religiosa en Méjico o la
cuestión económica en la Argentina, completan el pano-
: rama en el cual se procesa el movimiento secesionista.
Así, pues, como observa Cecil Jane, la lucha no fué
·--trabada por hispanoaméricanos contra europeos, mas por
·hispanoamericanos contra hispanoamericanos: «Ninguno ·
,-Oe los partidos era, en realidad, antiespañol, aunque uno
. deseaba cortar y otro mantener los lazos de la unión po-
-Htica con España. Ni dejaban de ser españoles los sendos
principios sustentados por los partidos. Nada más ajeno
. al pensamiento de los adalides de la independencia que
cualquier idea de crear un nuevo orden de cosas que fue-
9 J. Yica.za Tigerino: Op. cit., págs. 26-27. De lado a la.do había conserva-
dores y revolucionarios. Se encontraban españoles partidarios de la revolución,
mientras muchos criollos la combatían,. (R. Levene: Op. cit., pág. 21).
10 Gran Bretaña y la Independencia de la América Latina, documentos del
., "Foreign Office", Buenos Aires, Editori,aJ G. Kraft, tomo I , ,prefacio, pág. I o.
Estudios Americanos
280
ra francés o inglés en su espíritu: no deseaban ni la subor-
dinación del individuo al Estado, según lo realizó la Re-
volución francesa, tal como fué interpretada por Napo-
león, ni la subordinación del Estado al individuo que era
la característica de Inglaterra». (11 )
No obstante, era lo que iba a acontecer. El nuevo
orden instaurado en las repúblicas de la América hispana
estaría inspirado en moldes anglosajónicos y en las ideas
francesas. Se perdería así el centro de equilibrio manteni-
do por las instituciones tradicionales. El sistema represen-
tativo, por ejemplo, substituyendo a los antiguos cabildos
por los nuevos parlamentos, prontamente degeneraba en
un régimen de sangrientas querellas partidarias sin ningún
contenido de efectiva representación popular. La historia
política de esos pueblos continúa en nuestros días marca-
da por etapas de intensa agitación de partidos, alternadas
por irrupciones dictatoriales.
Las instituciones republicanas no se aclimataban en
«pueblos con una tradición monárquica y una secular or-
ganización feudal y con una doble herencia de anarquía:
el individualismo atávico del conquistador español y la
barbarie ancestral del indio salvaje y belicoso». (12)
No es, pues, de admirarse el lenguaje de las estadís-
ticas: en Méjico, · en treinta y nueve años con veintidós
presidentes; Bolivia, con más de.sesenta revueltas y más de
• treinta presidentes en menos de ochenta años; Ecuador,
sacudido por cerca de cuarenta revoluciones en cien años;
o los veintitrés «Directores Supremos» que, en el trans-
curso de catorce años, se suceden en medio de las con-
vulsiones intestinas de Nicaragua. Sin habl~r de los as~si-
natos de jefes de Estado entre los cuales sobresale la figura
sin par de García Moreno.
•Parecía preveerlo el genio de Bolívar cuando desacon-
V olumen IX
281
***
Entre la sitúación del Brasil y la de los pueblos veci-
nos y hermanos, en lo que cóncierne a la génesis de la se-
paración política y al desenvolvimiento de las ideas cons-
titucionalistas, hubo, por un lado, paridad y por otro, una
diferencia fundamental.
La paridad estuvo en el «espíritu de la época» y en
la ausencia de repercusión popular del liberalismo, limi-
tado a las élites europeizadas.
La nota diferencial fué proporcionada por el régimen
político. La monarquía y la continuidad dinástica nos pre-
servaron del desorden y de la fragmentación en que fue-
ron cayendo las repúblicas de la América hispana.
El «espíritu de la époc·a» -anota Helio Vianna-,
chocaba contra antecedentes absolutistas aún · más próxi-
Estudios Americanos
282
-mos, no habiendo en ·este ambiente facilidad para rápidas
:-adaptaciones». El liberalismo oriundo de fuentes francesas
e inglesas continuaría perturbando la vida nacional, siem-
pre en conflicto con el curso de los acontecimientos y de
.n uestra formación política. <13 ) Según Webster, que coin-
dde en esto con la opinión de nuestro Oliveira Lima,
los filósofos y oradores franceses tuvieron más influencia
'CJUe las teorías republicanas formuladas en los Estados
Unidos. Dieron el impulso intelectual y emocional. Rous-
·seau fué una fuerza más grande que Franklin o Hamil-
ton. (14) Fuera de la influencia francesa, llegada directa-
mente de la Revolµción 1789, hay que registrar la ejercida
más tarde por los doctrinarios, de grande importancia en
fa conceptualización del Poder Moderador, pieza central
,de la monarquía brasileña. (15)
Estudiando las manifestaciones del sentimiento cons-
titucional en el Brasil-Reino, Viveiros de Castro parte de
h verificación que sigue:
«En el Brasil-Reino el sentimiento constitucional no
·se infiltró en las masas populares. Las ideas liberales éran
,cultivadas por un pequeño nucleo florido de intelectua-
1es que las defendían en parte por diletantismo literario y,
,en partt, atraídos por el fruto prohibido, por el deseo de
-probar esa extraña sensación, el frisson de los franceses. El
-liberalismo era discutido solamente en las sociedades se..,
--cretas, cuyos miembros, en Francia, en España, en Portu-
gal, tomaron la denominación de francmasones y en Italia la
<le carbonari. (16)
13 Helio Vianna; F or.m<l{ao Brasileira, Librerín José Olympio Editora, pá-
_,gina 122.
14 C IK. W ebster : Loe. cit.
Véase, a propósito, Oclacilio Alec,r im: / déias e in.sititui,oes no I mpério-
15
_Jnfluencias francesas, edición del Instituto de Estudios ,Políticos, Río de Janeiro, 1953.
16 A.. O. Viveiros de Castro: Manifesta,ao do sentimento constitutional no
.Brasil-Reino, tesis pl'esenta<la en el Primer Congreso de Historia Nacional, en "Re-
vista do Instituto Histórico e Geogr.í.fico ,Bra:sileiro", tomo especial, III, Río de
J.aneiro, Imprenta Nacional, 1916, pág. 8. El mismo autor, en, el trabajo citado, se
-refiere al negociante espíritusantense Domingos José Martins, figura de relieve en
,:V olumen IX
280
El proyecto de_la primera constitución brasileña fué
encontrado en el registro efectuado en la sede de la socie-
-0ad secreta «Apostolado»~ Consta que, en discusiones
preliminares allí entabladas, Martín Francisco defendió
con ardor las ideas .constitucionales de Benjamín Constant,
.acogidas en la carta magna de 1824.
Las escuelas superiores de Recife, Bahía y San Pablo,
las logias mosónicas, las sociedades políticas y literarias,
:los clubs de propaganda política y la prensa, eran, en pa-
labras de Oliveira Vianna, los «centros de polari~ación y
·redistribución» de las ideas políticas del tiempo, fuentes
.del «idealismo utópico», señalado por el mismo autor en
nuestras instituciones. (17)
El parlamentarismo de Inglaterra, el federalismo de
1os Estados Unidos o el self government de ambos, realidades
·vivas en aquellos países, se tornaban inaplicables al ser
·trasladados a pueblos de estructura y mentalidad diferen-
tes. Estas conclusiones de Oliveira Vianna referentes a la
formación brasileña, enuncian, en parte, el problematismo
·político de toda América hispana. Observaciones semejan-
tes fueron realizadas, con la profundidad de siempre, por
·Euclides da Cunha, pero no sabemos explicar cómo nues-
·tro gran sociólogo-historiador, olvidando el ejemplo de
los países vecinos, fué llevado a afirmar: «Somos el único
-caso histórico de una nacionalidad hecha por una teoría
::POiítica». (18)
D. Pedro, en su discurso del trono, dirigido a la
Asamblea Constituyente, prevenía a los diputados allí re-
Estudios Americanos
(2)
284
unidos, contra el peligro de que vmteren a elaborar una.
constitución metafísica e irrealizable, señalando también
para los casos de Francia, de Portugal y de España, como
ejemplos que habría que _evitar. Pero los diputados, en
pleno «lirismo revolucionario», según la expresión de
Euclides da Cunha, quedaron «discurriendo sobre precep-
tos abstractos». Después de disuelta la Constituyente, la
carta otorgada por el Emperador y forjada en las discu-
siones del «Apostolado» reproducía, en gran parte, el
proyecto de la asamblea, pero entre las alteraciones intro-
~ucidas figuraba ésta, que llegaba a abrir una válvula por
la cual pudimos escapar a la anarquía parlamentarista: el
Poder Moderador.
Con la vehemencia del lenguaje que caracteriza
sus escritos, Tobías Barreta, en uno de sus Estudos de Direi-
to, precisamente al enfocar la cuestión del Poder Morador
y del gobierno parlamentario en el Brasil, nos dejó algu-
nas consideraciones dignas de atención.
Sin herir la institución monárquica, no veía sin em-
bargo con buenos ojos la monarquía constitucional en el
Brasil. Fuese porque los pensadores germánicos, sus dilec-
tos maestros, lo apartaban de la trocha franco-anglosajó-
nica, por donde transitaban de preferencia nuestros juris-
tas y hombres públicos,· o porque realmente lo estimulaba
en ciertos momentos el deseo de ver el Brasil restituído ,a
sí mismo, ~1 hecho es que el fogoso profesor de Recife
supo tocar el asunto con toda la objetividad sociológica.
No se conformaba con ver «al Brasil volverse inglés
en asunto del gobierno, continuando a pesar de todo a
ser él mismo en religión, ciencia, industria, comercio y en
los demás puntos y relaciones de la vida social!...» Quería
verlo en condiciones de poder sacar de sí mismo una di-
-rección conveniente, esto es: del seno de su historia. Y
por eso añadía: «Es menester un estudio más profundo de
nuestra génesis, a fin de _dar remedio a los males que nos
afectan. Si nada aprovechan los clamores de ciertos mesia-
·yolúmen IX
285
nismos políticos que cantan las maravillas de la república
.venidera, tampoco merecen crédito las soluciones poco
serias, las viejas frases ambiguas de los áulicos liberales». .
«No hay duda que esos hombres, habituados a bor-
dar el manto imperial con puntos de admiración, produ:-
cen mayor mal del que tal vez se supone. Hijos de la oca~
sión y del suceso, elevados a una posición, menos
conquistada por sus talentos, que otorgada por la diestra
regia, ellos no se muestran solamente destituídos del ge-
nio creador, iniciador, dirigente; les falta aún una cierta
firmeza de inteligencia. Sirven la realeza por instinto; fin-
gen aceptar la libertad, sin gustar de la misma, ni com.:.
prenderla; y para dar una satisfacción a los tiempos, qué
se van tornando cada vez más exigentes, dicen creer fir-
memente en la posibilidad de volverse la monarquía brasi-
leña un gobierno realmente libre, por los medios que pro-
ponen». (19) ·
Una forma de gobierno «se asienta en gran número
de condiciones locales». Razón por la cual Tobías Barreto
censuraba a Montesquieu, increpándole de contradicto-:-
rio, pues si por un lado afirmaba la subordinación nece ...
saria de los fenómenos sociales a las «condiciones de exis-
tencia propia de cada pueblo», por otro lado se olvidaba
de ese principio, al proclamar como «tipo político uni-
versal, el régimen parlamenta~io de los ingleses». Re-
producían el error de Montesquieu, dándole mayores
proporciones, los filósofos y hombres de Estado del con-
tinente europeo, cuando buscaban «como solución final
de la crisis revolucionaria de las naciones modernas, la
transplantación uniforme de la monarquía representativa».
19 Tobías Barreto: Estudos de Direito, Pa rte III: Direito P úblico, II: A ques-
lao, do Poder Moderador. Lais d t,as siguientes son del mismo lugar. Se tra:tla de
obra publicada póstumamente, con es.critos cosechados por Silvib Romero (Edición
de la Librería ·Progresso Editora, Bahía, 1951). Los estudios comentados por Tobías
Barreto Aeran: Da natureza e dos límites do Poder Moderador, por :Z,a caríias de
Góes e Vasconcellosl.1 Ensáio de Direito1 Administrativo, por el Vizconde del Uru-
gua~ Y O Poder Moderador, del Dr. Bráz florentino. ·
Estudios A mericanos,
286
Tal el caso del constitucionalismo francés, el cual adqui-
ría luego en el viejo y en el nuevo mundos la importan-
cia de una especie de ius gentium (sic).
Y con bastante agudeza de visión histórica, indlcaba
este «punto capital del desorden en las ideas dominantes»:
el régimen inglés tenía por base espiritual el protestan-
tismo organizado, no siendo apropiado a naciones como
la nuestra, «profundamente católicas y educadas al gusto
<le la autoridad».
Entregaba el «hondo y curioso asunto» a la reflexión
<le los pensadores, concluyendo melancólicamente: «Las
instituciones que no son hijas de las costumbres, sino un
producto abstracto de la razón, no aguantan por mucho
tiempo la prueba de la experiencia, y luego van a que-
brarse contra los hechos. Indudablemente nuestro gobier-
no se halla en tal estado».
No obstante los defectos de la modalidad constitu-
donal y parlamentarista con que la revistieron, inadecuada
para el medio ambiente brasileño, fué sin embargo la mo-
narquía lo que aseguró al Brasil la integridad territorial
del antiguo dominio lusitano, en un clima de orden, de
paz y de libertad.
La permanencia de la dinastía, después de la separa-
dón de Portugal, evitaba los choques violentos, las luchas
<lemoradas, a través de las cuales las naciones hispano-
.americanas iban firmando su independencia. Ya la venida
-d e la Familia Real al Brasil y la elevación de la antigua
colonia a Reino, habían sido los primeros elementos para
establecer una sedimentación pacífica de la nueva nacio-
nalidad.
Se evitaba así el desmembramiento, que fué el des-
tino de los virreinatos españoles, divididos y debilitados.
El Brasil unido era obra de los príncipes de la Casa de
Braganza: D. Juan VI, asentando los fundamentos del Im-
perio, y D. Pedro I, posibilitando la incorporación de to-
Volumen IX
287
das las provincias al Imperio, que hace así la función de-
«núcleo de atracción». (20)
D. Pedro II completaría la obra de sus antecesores.
En el ejercicio del Poder Moderador, «llave de toda la
organización política», según los propios -términos de la
Constitución, consolidó la unidad y el orden, para los
cuales tanto habían contribuído, en los años inciertos de
la transición entre los dos reinos, estadistas del porte de
un Bernardo Pereira de Vasconcelos, un Evaristo o un
Feijóo, sin hablar en la espada de Caxias.
El Poder Moderador, en las manos de D. Pedro 11,
dió margen a la famosa «dictadura de la honestidad».
Luego se transformó en poder personal del monarca, ejer-
cido siem,p re con alto espíritu público. La historia ha po-
dido juzgar que ese Poder no merecía las diatribas de Fe-
rreira Vianna, sino la apología de Alfonso Celso. Con tal
atribución, el Emperador gobernaba efectivamente¡ estaba
muy lejos de ser el rey que «reina pero no gobierna» del
puro parlamentarismo, y así nos salvamos de la inestabili-
dad y de las frecuentes crisis que han caracterizado el
régimen parlamentario en los países latinos.
La monarquía nos daba el jefe natural, cuya ausencia,
en las repúblicas vecinas, las precipitaba en las vorágines.
revolucionarias y caudillistas.
Así, el Imperio, entre nosotros, por mucho tiempo y
a pesar de sus desaciertos, fué una fuerza de continuidad
y tradición. La propaganda republicana alardeaba de que
el Brasil no podía ser una excepción en América. Un tro-
no, en este continente democrático, parecía no tener cré-
dito. Y a partir de 1889, dejábamos el orden imperial, que
era la excepción, para entrar en las permanentes crisis re-
publicanas, esto es: en el mismo problematismo de los
pueblos vecinos y hermanos.
J. P. Galvao de Sousa.
20 Tobías Monteiro: História do Jmpé-rio: A E lab ora~ao da I ndependencia,
Río de Janeiro, F. _B riguiet, 1927, .p~g. 854.
Estudios Am.ericáiios
El cuento peruano
***
La introducción del modernismo en el Perú se pro-
dujo con evidente retraso, por lo que deberíamos admitir
que carecemos de escritores propiamente modernistas.
Nuestras letras aportaron su contribución al período-post-
modernista, cuando se atenuaba la beligerancia suscitada
en torno de la obra de Daría, y cuando el movimiento
-que carecía de propósito orgánico y disponía en una
sola línea a escritores de preocupaciones diversas- ya ha-
bía producido sus principales brotes en América. De modo
que, si entre nosotros se habla de modernistas, entendá-
Estudios American-os
294
* * *
El modernismo había concluído ya su etapa positiva
y habituado a la apreciación de ciertos valores estéticos,
técnicos, al cultivo de algunos temas, y a una estimativa
de la composición literaria fundamentalmente artística.
Con él la ·literatura peruana abrió sus puertas, de par en
·par, a fin de conocer las contemporáneas extranjeras. Y
·consiguió este movitnien!o tan grande irradiación, que aún
hoy el gusto dominante en los ambientes no literarios,
está trazado por el patrón modernista. Ya desde la prirp.e-
ra guerra, para escritores y artistas quedaban en pie ur-
gencias culturales nuestras y necesidades expresivas moti-
vadas, al tiempo que por todo el país bullía un clima de
inquietud sociál. El modernismo iba perdiendo sus valores
de necesidad~ y quedaba reducido a un léxico, una temá-
tica y una actitud apartada de apremios que aparecían
impostergables. Conviene subrayar aquí que en el Perú el
«tuércele el cuello al cisne» no fué una reacción contra
el exceso romántico; Jorge Puccinelli considera que esta
actit_u d coincide en nuestro país con el relegamiento de
lo pintoresco y la ruptura de la cadencia formal here-
dada del modernismo. Y este fenómeno, como el mismo
escritor lo ha hecho notar, está representado en la decla-
ración tajante de un verso de César Vallejo: «Me friegan
los cóndores».
· Amauta aprovechó ese estado de malestar, incierto,
de insatü,facción, y supb crearle un cauce. José Carlos
Mariátegui fué el animadot y el ideólogo del movimiento
,que a diferencia del modernismo, no se limitó a la escueta
labor literaria,_ya que: sus alcánces fueron más ambiciosos
y comprendieron a artistas, ensayistas, pensadores y polí-
. ticos. El postulado de 'la nueva corriente puede resumirse
Volumen· · IX- -
, -,
en pocas palabras: crear un arte, una lituratura nacional,
y confundirlos con los problemas y esperanzas del país,
su política, su historia, su futuro. Si la renovación que
planteaba González Prada recogía su vuelo ideológico d_e
la concepción positivista, y la generación modernista se
nutrió del idealismo imperante con el nuevo -siglo, Amauta
y su expresión literaria y artística -el indigenismo-, .te-
nían en la base una explícación materialista dialéctica de la
historia. No extrañará pues que contraste marcadamente
con la falta de sentido real y práctico de _Prada, en cuanto
a las posibilidades de acción; ni que pretenda un «aplebe-
yamiento» de los vizcondes rubios ensalzados pqr el mo:-
dernismo; ni que busque en la sierra la expresión m~s
genuína de lo peruano; casi por espíritu de polaridad entre
lo extranjerizante, encarnado por la costa, y lo aborigen,
preservaclo y mantenido en la zona de los Andes. Contra
una literatura refinada y de gente culta, irrumpe esta otra
que pretende ser de tónica popular.
La revaloración de lo nacional emprendida a grupas
del indigenismo era muy justa, sobre todo, guiada por el
pensamiento de Mariátegui para quien «el desarrollo de
la corriente indigenista no amenaza ni paraliza el de otros
elementos vitales de nuestra literatura. El «Indigenismo»·
no aspira indudablemente a acaparar la escena literaria.
No excluye ni estorba otros impulsos ni otras manif~sta.:.
dones». Sin embargo, pese a distinguir las mentes mejor
avisadas la urgencia de crear y no de limitarse a destruir o
imprecar, el indigenismo poco a poco degeneró en una
actitud agresiva e impositiva, quizás por la antimonia
irreductible, hasta ese entonces, entre la justeza de sus
afirmaciones teóricas y el poco buen éxito logrado en la
creación personal. ·Como fuera, obligó, claro está, a volver
los ojos a lo nacional, o a lo que cada uno entendió co1110
lo representativo de lo peruano; por lo que más acertado
sería decir que obligó a preguntarse por lo nacional, y _a
buscarle un medio de expresión artística. Y esto con un
Estudios Amerfranos_
302
* * *
La generac1on siguiente en su mayor parte prefirió
continuar en la brega a fin de formar una sólida narrativa
peruana. Peruana por la legitimidad de su vínculo con el
país: ligamen alcanzado a través de las inquietudes y sen-
timientos de lo nacional, que de esa manera, y pese a lo
que mucha gente cree, está consiguiendo ganarse un lu-
gar en la narrativa continental, y ya puede hablarse de
ella, aunque a base de muy escasos nombres, en términos
universales. Creció, pues, el interés por ampliar las pers-
pectivas de indagación y creación, por descubrir otros as-
pectos de la vida nuestra que son elementos activos y de-
terminantes en el modo de ser del peruano de hoy. Cabría
hacer disquisiciones de distinto orden, y principalmente de
carácter geográfico y etnológico¡ pero baste la referencia
a obras cuyo meollo está formado por la individualización
de tipos y formas de vida peruanos: el mulato, el zambo, el
«faite», el matón, el muchacho de pueblo vagabundo y
alegre, comprendidos en buena parte de la producción de
José Díez Canseco¡ o el mar y el trabajo marinero, donde
habría que repetir el nombre de Díez Canseco y añadir el
de Fernando Romero, que además tiene captaciones de la
Estudios Amerfranos
304
** *
Las últimas promociones de cuentistas peruanos no
reniegan de las pautas fijadas hasta hoy en este proceso
de elab0ración de una literatura nacional. En él se hallan
inscritos los más, y 3:l tiempo corresponderá calificar el
acierto de su elección y lá calidad de sus medios. Pero lo
que ya puede avizorarse es la existencia de una narrativa
con impulso propio, con intereses que le son afines, con
características que amplían el círculo de sus proyecciones
y propósitos, tan limitado hasta hace apenas unos años~
Se advierte la dispersión de preferencias temáticas que re-
dunda en el abandono de programas agotados; una incli-
nación creciente por los asuntos urbanos, preteridos a
causa del predominio de lo rural; un deseo notor~o de
Volumen IX
307
* * *
Antes de concluir solicito la atención del lector para
ciertas anotaciones que inciden sobre las características de
la narración peruana. A quien está familiarizado con ella
le será fácil convenir en el predominio de la realidad, del
/Volumen IX
309
realismo como factor dominante y permanente de esta
porción literaria peruana. Aclaremos que no siempre son
idénticas las formas en las que se m~nifiesta el propósito
de encerrar la realidad; hay ocasiones, con motivos muy
atendibles, en las que bajo la apariencia de evadir el cen-
tro de interés, se logra precisamente penetrar y tocar la
realidad como de otra manera sería imposible. Pero no
abundaré en este sentido y pienso que la exposición re-
sultará más clara remitiéndome al realismo de Esopo, de
Fedro, en cuyas obras no se pretende otra cosa que inci-
dir sobre las costumbres y vida de los hombres; ese es
por ejemplo un caso, y no se piense que el único de un
realismo transformado.
En la narrativa y en todo el arte prehispánico se dió
vigorosamente el realismo, aunque a diferencia de lo que
sucederá más adelante; junto a él, simultáneamente existía
un marcado ejercicio de lo fantástico, de la imaginación.
No sería infundado suponer que producido el contacto
con lo español y operándose el proceso cultural resultan-
te, ese realismo recibió el incremento que le venía del de
cepa hispana, debiendo producirse un reacomodo a las
exigencias del nuevo modo de ser nacional. Pero en com-
pensación de aquella fuerza imaginativa que explicaba en
su lenguaje maravilloso los misterios de la vida natural, la
evolución se produjo en el sentido de asimilar paralela-
mente a ese tocar las cosas de la tierra, un soplo cons-
tante de idealidad, de fuerza espiritual, que se asoma
como brotado de la vida misma. Tengo la impresión de
que se trata de una fórmula constante perceptible lo mis-
mo en la Leyenda del Pastor ..Acoytrapa que en la tradición
de Palma que pasea· a Jesús por los arenales de Pisco, en
El .Alfiler, cuento de García Calderón, en El Trompo de José
Diez Canseco; en ·Calixto fjarmendia de Ciro Alegría, en
El Cartero de Pareja Paz Soldán, etc. Lo que equivale a
decir que se da con regularidad constante, con intensidad
dispar. Insistimos, pues, en la permanente atracción de la
Estudios Americanos
310
·volumen IX
NOTAS
El pensamiento panameño
Estudios Americanos
316
Revisiones
La dificultad de toda historia del pensamiento para llegar a
fa comprensión de la compleja estructura dinámica de las diver-
.s as corrientes, en sus divergencias e implicaciones, se acrecienta
-cuando se trata de pensadores que no pertenecen estrictamente
.al círculo profesional de los filósofos. Entonces, el volumen enor-
me de datos que es preciso manejar y la necesidad de no olvidar
las circunstancias sociales en que se mueven las ideas, hacen espe-
,cialmente delicada la tarea de llegar a una síntesis histórica capaz
,de poner de relieve el meollo filosófico de una etapa intelectual.
La cuestión aún se complica más con las inexactitudes o defor-
maciones a que puede arrastrar la postura ideológica del historia-
dor, el cual ni puede ni debe prescindir en sus juicios valorativos
.de la verdad de las ideas estudiadas.
Por todo ello, no siempre resulta fácil despejar con nitidez
.los elementos y tradiciones que integran la obra intelectual de un
período, y a veces es difícil alcanzar la comprensión y calibración
total del mismo. No han de extrañarnos, pues, las diferencias y
:aun contradicciones que aparecen entre las distintas interpreta-
•ciones históricas de un determinado pensamiento; ellas son con-
·secuencia de dificultades objetivas y subjetivas que deben su-
perarse.
Para intentar esta superación ha de evitarse cuidadosamente
1a actitud polémica, que malogra o desvirtúa los resultados del
trabajo. El auténtico avance estará en proponer rectificaciones
fundadas radicalmente en nuevos datos y planteamientos. Porque
,en Historia no se polemiza: La Historia se revisa. ·
Renacimiento, modernidad
Y una de las revisiones historiográficas más amplias es la que
>hoy está planteada en el campo de la historia del pensamiento
. universal.
Aunque sea ya larga la serie de esfuerzos que eslabonan esta
_revisión, no puede dejar de insistirse en unos criterios y esquemas
que aún no se emplean con unanimidad completa. Me refiero a la
-Y olumen IX
317
,yaloración _de las líneas católicas en la historia intelectual del Oc-
-cidente. En una de las facetas de esa revisión -sup~radón del
.descrédito en que se tenía a la filosofía medieval, giediante una
-vuelta al estudio serio de la misma, que se inicia a mediados
del XIX (Haureau, Stockl, Werner) y se emprende definitivamen-
·te desde 1880, con Baumker y Ehrle- esa unanimidad está abso-
1utamente lograda. No lo está en cambio, ni mucho menos, en
,otro aspecto de la revisión, iniciada hace sólo unos lustros: la sos-
pecha -y en algunos casos la evidencia- más compartida cada
·-vez (Schnürer, Hazard, Ders, Calvo Serer), de que se ha minus-
valorado excesivamente la significación histórica del catolicismo
,en el nacimiento y desarrollo de la modernidad. Es claro que en
-esa revisión han de jugar un papel esencial las conclusiones a que
:-Se llegue en relación con el pensamiento español y sudamericano.
De aquí el interés y la actualidad de las aportaciones en este
-campo.
El concepto histórico de Renacimiento no puede constituirse
_ya h(?Y con valores puramente negativos de la medievalidad. La
,desviación intelectual y vital, comienza hacia l 630. Antes de ese
1 rnomento, el movimiento cultural renacentista se nos presenta,
provocado por las nuevas necesidades sociales, como una renova-
•Ción perfilada en una serie de caracteres totalmente positivos, de
· 1os que participan, en vanguardia, las tendencias católicas de base
tradicional. Entre esos caracteres sustanciales (recuérdense las vie-
jas agudas observaciones de Windelband), no están: ni el antro-
. pocentrismo -el nuevo · espíritu científico natural no niega el
puesto central a Dios sino que sólo concibe una gigantesca natu-
·raleza en la que está engarzado, como una pieza más, el hom-
bre- ni la Reforma, que según Brehier ...:_para seguir con testimo-
nios no católicos- se opone tanto a la teología escolástica como
.al humanismo.
Tampoco el concepto histórico de mo4ernidad puede seguir
-entendiéndose como la referencia exclusiva a la tendencia anti-
-cristiana y antitradicional ( que desde 1630 es sin duda la que
-triunfó por volumen y por vigor), como _si las corrientes católicas
ubieran de dars~ por totalmente liquidadas e_inoperantes. Esta
Estudios Americanó.r
·313
Historiografía panameña
A la vista de este trabajo, y proyectando sus conclusiones
sobre la imagen que hoy tenemos de la historia del pensamiento
hispanoamericano, puede reflexionarse con fruto sobre el proceso
particular de las ideas en Panamá.
La historiografía de estas ideas es reciente. Poco encontra-
mos en la bibliografía histórica general (Arce y Sosa, Cruz He-
rrera, Castillero, Susto y otros). Ninguna obra de conjunto sobre
el pensami_ento panameño (el reciente estudio de Moisés Chong
debe estar inédito). Bastante completo resulta hoy ya, en cambior
el conocimiento de la época virreinal, con los trabajos de Rodri"go
Miró que abrieron el camino desde 1939 -sobre todo su obra:---
«La cultura colonial de Panamá»-, sin olvidar las pequeñas mo.:.
nografías de Susto, Arce y Manzano.
Más complejo y difícil de estudiar por la dispersión de los:
materiales -inéc!_itos o aparecidos en revistas de la época-, el
siglo XIX, sólo se había abordado en algunos esbozos sobre la
figura de Justo Arosemena, hechos por Méndez Pereira y Mos~
cote. Para el estudio de otros pensadores, como Belisario Porras,
Nicolás Victoria y Ponce Aguilera, parece que suministran una
buena base, según Miró, las tesis confeccionadas últimamente en
la Universidad de Panamá.
Si al fin llegamos a nuestro siglo, también en Panamá se ob-
serva en los últimos lustros el hecho -común a toda Hispano-
américa- de un nuevo afán por la Filosofía que ha de repercutir
en la fue:rza y fecundidad de un pensamiento que en las primeras
décadas de esta centuria había ido reduciéndose a lógica y técni ..
ca, desde que con tanto calor se aceptó la coyuntura positivista.
Por todo esto, el interés del libro de Soler es considerable.
Y a su intento creo poder contribuir con unas breves reflexiones
sobre algunos puntos en torno al aspecto filosófico; dejando
aparte las consideraciones que sugieren los aspectos; ya más am~
Estudios A-merica1iosi
320
plios, aunque no menos interesantes, de las caracterizaciones cul-
turales de Hispanoamérica y de Panamá.
El recurso al utilitarismo
Las ideas de Justo Arosemena vienen a corroborar algunos es-
,quemas ya ganados en la visión del pensamiento hisp.a noameri-
,cano decimonónico y a sugerir nuevos matices que enriquecen
:3quellos esquemas.
Ciertamente queda en pie la interpretación de Zea, según la
-c ual, a partir del momento independentista, a una primera fase
romántica en que se trata de mostrar, a través de un análisis de
la historia virreinal, la realidad negativa de Hispanoamérica, (serie
-de trabajos históricos que alrededor de 1840 escriben: José Luis
Mora en Méjico, José Antonio Saco en Cuba, Lastarria en Chile y
Sarmiento en Argentina), sigue 9tra etapa en que se utiliza el po-
sitivismo para construir un nuevo orden intelectual y social, que
-sustituya al de los tiempos españoles. Se ha resaltado además
-cómó desde el punto de vista filosófico, lo interesante es que en
1a primera fase las influencias ideológicas predominantes son el
tradicionalismo francés, el eclecticismo, la escuela escocesa, el
,socialismo de Saint Simon y el utilitarismo, mientras que la se-
gunda etapa está influída por la filosofía positivista, especial-
mente el evolucionismo de Spencer.
Pues bien, el material estudiado por Soler pone de relieve
. -dos cosas en que antes no se había parado mientes: la razón del
-recurso a estas filosofías y la presencia ante los problemas del
momento de una corriente tradicional generalmente olvidada.
Justo Arosemena se presenta a caballo entre las dos fases
:antes señaladas, romántica y positivista, alimentándose en la pri-
mera con las doctrinas utilitaristas de Bentham y derivando luego
-de forma original hacia tesis que pueden calificarse de positivis-
tas, aunque no procedan de ningún sistema positivista europeo.
Este caso particular del Panameño Arosemena, motiva refle-
xiones de interés para otros sectores hispanoamericanos. Porque
aparece claro que no son sólo razones extrínsecas y ocasionales
V.olwnen IX
321
- Estudios Americanos
Las corrientes tradicionales
La filosofía europea presencia en la última mitad del siglo
XIX cómo el espíritu analítico ·vuelve a levantar la cabeza, como
si la fase romántica hubiera sido insuficiente para aplastar todas
sus cabezas. Aquel renacer sin embargo tendría corta vida, por-
que a fines de siglo ·sufriría el golpe definitivo de los historicis-
mos, vitalismos y pragmatismos. Pero en el pensamiento hispano-
americano juega un papel importante -mucho más que en
Europa- una fuerza considerable: las corrientes escolásticas de
base tradicional. El hecho no deja de reconocerse, pero no se in-
siste y se cuenta con él como se debiera.
En el libro que comento se dedica un interesante capítulo a
estudiar toda esta línea, viendo sus antecedentes en el virreinato
-Fray Juan Prudencia Ossorio y Rafael Lasso de la Vega, y el
grupo de los científicos como López Ruiz y Arrollo!,_ y estudian-
do, ya en el XIX, la vida intelectual del Colegio Provincial, unido
y separado luego del Seminario Diocesano. Se analiza finalmente
el valor de los autores escolásticos posteriores a 1850: Porras,
Manuel José Pérez, Cruz Herrera y Nicolás Victoria.
Soler atisba sin duda la significación que toda esa corriente
tiene, pues al comentar unas ideas de la obra de Korn «Influen-
cias filosóficas en la evolución nacional», escribe: «Alejandro
Korn afirma que el romanticismo contra-revolucionario de Euro-
pa determinó en Hispanoamérica, en alianza con el dogmatismo esco-
lástico, la reacción antiliberal que se observó lustros después de la
independencia, cuando es históricamente irrefutable que el énfa-
sis hay que hacerlo en · el dogmatismo escolástico de cepa espa-
ffola, quizás sí, en álianza con el romanticismo contra-revolucionario
europeo» (pág. 33). Sin embargo, creo que el autor panameño no
sac~ todas las consecuencias a su intuición 1 que no emplea luego
~uficientemente a lo largo de los capítulos del libro.
Derivación positivista
Por último, la peculiaridad del positivismo.
Se ha visto repetidamente que el positivismo hispanoameri-
V olumen IX
323 ·.
Estudios Americanos
324
····.-.,;. . .,
Volumen IX
Rita Longa, escultora cubana
E.studios Americanos .
326
do un punto de partida europeo (no puede olvidarse que casi to-
dos los pintores de actualidad han estado en París), más tarde obe-
dece por igual tanto a las solicitudes norteamericanas como a las
de su vecino Estado de Méjico. Pero después, este arte, tan sensi-
ble a las exigencias del medio en cuanto al color, a la luz y a la
propia temática pictórica, sufre la influencia del ambiente, que
lq sella con la impronta característica de su tipismo.
En cuanto a la escultura, ha sido siempre un arte más espiri-
tual, más intelectual y, por tanto, no tan sensible a las condi-
ciones externas. Obedece a reglas y motivos más profundos, más
universales y supera en muchas ocasiones las determinantes de
lugar y tiempo. Con ésto no pretendo negar una cierta influencia
(sería erróneo suponer a cualquier producción humana desligada
de esta necesaria relación ambiental); niego, simplemente, su ca-
rácter de elementos básicos.
Hoy, la escultura cubana está potenciada en el tiempo, por
los exponentes universales que rigen la escultura de actualidad, y
en su relación espacial, los te~as no están, generalmente, sellados- :
por el tipism·o de una temática nacionalista. Parece como si dando
la espalda a América se orientase hacia Europa, ingresando dentro:
.del cauce de las corrientes occidentales. O, como dice el pintor.
cubano Mario Carreña: «.. .la escultura en Cuba es igual desde el
punto de vista formal a la que se produce en todo Occidente».
Es, por tanto, en la corriente europea donde hemos de in-
cluir a Rita Longa.
Nos confiesa que es «mayormente» autodidacta, pero con
1:1n paréntesis del tiempo que estudió con J. J. de Sicre en la Es-
cuela de Bellas Artes de s·an Alejandro.
Sicre viajó por Europa, conoció .París y en París la obra de
Arístides Mayol. A su regreso a Cuba, _aun no existía la escultura
como tal arte. El ha sido, directa o indirectamente, el maestro de
las generaciones actuales. El llevó a su patria la conciencia_de fa
~scultura europea del momento.
- Racionalista en sus comienzos, ha sabido orientar, sin impo:..
ner un estilo a los que ·con él estudiaron. Cuantos le siguieron
han recorrido, al igual que los europeos coetáneos, el camino que
Volumen IX
Fuente de las Virtudes. Hospital del Cáncer. - Santa Clara. - (Cuba). - Piedra. -1951
Grupo familiar . - Parque Zool6gico . - Habana (Cuba). - Bronce. - 1947
327
Estudios A~ricanos
328
la naturaleza, sino en saber sacar de ella, una vez-se ha aprendido
a copiarla, los elementos de una estatua; no existe ninguna regla.·
para lograrlo, es un asunto personal y una cuestión de senti-
miento».
Así lo entiende Rita Longa. Cualquiera que sea la norma rec-
tora, su producción, clásica o abstracta, sobresale por encima de
toda regla- su acento peculiar y la obra es siempre exquisita, vi-
brante de emotividad y de movimiento, fiel a un canon de estili-
zación, de elegancia, que la hacen algo lleno de gracia y armonía.,
Discípula de Sicre, no es extraño que el deseo de orden, ar-
monía y vertebración de Mayol, influyendo en una personalidad.
como la ya apuntada. haya desembocado en un primer momento
en el campo del clasicismo. Pero a partir de su primera exposi-
ción, el año 1934 en el Liceo de La Habana, hasta que modela e}
grupo de «Los Cuatro Elementos» para el Palacio de Bellas Artes:
de la · misma ciudad (inaugurado en 1954)~ ha evolucionado hacia-_
lo puramente abstracto, donde su exquisito sentido de la estiliza-
ción y del ritmo, encuentra una más adecuada expresión.
Dentro de la primera etapa clasicista, hemos de situar SU-
obra «Torso femenino» que obtuvo premio en el I Salón de Pin-
tura y Escultura de La Habana, el año 1935, síntesis de contenido.
y forma, respetando a la manera del racionalismo los valores
plásticos del cuerpo humano patentes en el modelado de la ana-
tomía.
Poco a poco va desentendiéndose de la norma racionalistar
ya en pro de otros valores de signo más expresivo, como el mo-
vimiento, la suavidad y la gracia, -«Trópico» (Exposición en el
Capitolio Nacional de Cuba en 1941)- o bien apunta un sentido:,
de la estilización, atendiendo ante todo al contenido emocional o
moral de la obra, claramente evidenciado en su «Sta. Rita» (mo-
delada en 1943 para la Iglesia de Miramar en La Habana) donde
la forma se adelgaza y recorta -quizá algo duram_e nte- dentro
de su verticalidad, como obedeciendo á un canon que podríamos.
llamar «gotizante», fa~tores estos, determinativos de una evidente
trayectoria antirrealista.
Dentro de ella, pero inmerso aún en la etapa clasicista, he,
Volumen IX
Santa Rita de Casia. -2.00 mts. - Templo de Santa
Rita. -Miramar(Cuha). - Yeso para bronce. -1943
Ballerina. - Cabaret Tropicana Mariaoao
(C uba ). -Piedra artificial.-1950
Estudios Americanos.
330
tro Payret, fos relieves del Banco Continental Cubano, el Monu-
mento a los Mártires, el grupo ya citado del Botánico y sobre
todo su colaboración en la decoración de piscinas, fuentes y
jardines.
Estas obras, creadas para un lugar y una función. determina-
da se prestarían a que hiciésemos más o menos elucubraciones
sobre su posible carácter funcional, lo que implicaría cierta con-
tradición con la libertad formal de la escultura del determinismo
espacial, a que aludíamos al comienzo de esta nota, si Rita Longa
no hiciese ante todo una obra de arte y además hiciese a ésta en
el eje de sus conjuntos decorativos.
Rita Longa, repetimos, se lanza a la conquista del espacio, .
con tal fervor que lo recrea y el conjunto de su obra, universal y
moderna, se convierte, por efecto de su exquisita sensibilidad
para captar la musicalidad del ambiente, en una maravillosa siri-
fonía, en la que la línea melódica está pautada por la forma plás:...
tica y la armonía por las notas acordes del espacio circundante.
Volúmen · IX
COMENTARIOS
COMENTARIOS
Estudios . Americanos
334
,e l escollo. Todas ellas simplifican falsamente la cuestión al empeñarse en
.aplicar por doquiera el criterio de una especifidad americana.
Estos esquemas de la llamada Filosofía de la Historia -que no son
-otra cosa que descripciones y definiciones de entes culturales- tienen im-
portancia fundamental en la elaboración de las ideas-ejes con las que va-
-mos a acercarnos al conocimiento de los problemas americanos. Por eso
-interesados en la discusión de esos esquemas culturales- queremos hoy
,comentar brevemente una idea de Victor Frankl, expuesta en el tomo I de
.su obra «Espíritu y Camino de Hispanoamérica», aparecido hace unos me-
ses. Frankl -que aunque recoge artículos ya publicados ~nteriormente, los
.ordena de manera que llega a estructurar una síntesis nueva- viene a sos-
-tener la siguiente tesis: el pensamiento filosófico y político de Hispano-
.américa tiene rasgos fundamentales de originalidad frente a las concepcio-
--nes filosóficas occidentales europeas. En cambio, la producción artística
.actual del Continente, revela una falta de autenticidad, un carácter postizo,
,.un mimetismo occidentalista.
Creemos que Frankl -a pesar de lo ponderado de sus juicios- no
·logra demostrar su tesis. Los casos que cita -ideas políticas del Dr'. Frankl,
·-ta obra de Natalicio González y el pensamiento de Vasconcelos- revela-
·-rán sin duda una cierta tipicidad de problemas, una pecufiaridad de estilo
.
?incluso una actitud creadora, pero no demuestran que Hispanoamérica ten-'
;:ga «una expresión propia y original en el dominio del pensamiento filosó-
fico». También es muy discutible -y esto precisamente en sentido opues-
-;;t o- su interpretación del hecho artístico americano. «Hispanoamérica no
·tiene estilo alguno en su arte; ninguna unidad en la forma, ninguna unidad
0 espiritual que ligue a todos los artistas y acuñe con un, sello inconfundible
.sus creaciones». Estilo y sello propios -decimos nosotros- sí que hay,
-.incluso en el mismo arte virreinal; y hace poco leíamos en este sentido un
~artículo de Islas García, sobre «Arte Mexicano del siglo XVI», en una re-
. vista de dicho país.
El caso de Frankl es sintomático. Su esfuerzo por superar posturas in-
: sostenibles por su extremista y falsa simplicidad -independencia o depen-
dencia de América frente a Europa- se malogra al no decidirse a romper
. definitivamente con ese planteamiento. Si no existe una filosofía americana
~por su contenido, no es porque no se haya logrado aún, ni por incapaci-
.-dad, sino porque ello no tiene sentido. Lo mismo, en el arte. En ambos
<lcasos, en cambio, sí puede· haber, y hay, características americanas de estilo
y actitudes.
No es que vayamos a negar la pecuU-aridad cultural de América -si
~Volumen IX
335
por algo se interesa ESTUDIOS AMERICANOS es por llegar a descubrir
-e se perfil- pero está bien claro que dicha peculiaridad no debe buscarse
~n el contenido universal de la ciencia filosófica y de la creación artís-
tica. -P. P. S.
1 1-
actualmente asolado por una gran amenaza: la delin-
cuencia y la criminalidad. Problemas son éstos que
-1stán latentes en todos los países pero que se acentúan cuando, por la degeneración de
fas costumbres y la no aplicación de las leyes penales vigentes con toda su dureza, el
-clima moral se relaja.
El (jobierno mejicano, para atajar la crisis moral existente en el país, ha pro-
puesto, por mediación de su presidente, unas reformas al código penal, en el sentido de
darle un mayor vigor y una mayor dureza a las penas. La necesidad de estas refor- _
mas -a la vista de las inusitadas e inquietantes proporciones de la delincuencia en
.estos últimos tiempos- se funda en la convicción de que sólo una represión implacable
puede restablecer el orden y volver a consolidar las bases de la seguridad social.
Se ban reformado varios artículos del Código, unos en su totalidad y otros sólo
.en· partes. Pero siempre se ha prvcurado dar fuerza a las penas, en unos casos, elevan-
do la duración de las mismas de 30 a 50 años, y en otros, exigiendo responsabilidad
.a los funcionarios del Estado cuando perciban dinero de los particulares en el cumpli-
miento de misión oficial. Se han introducido también dos nuevos capítulos: el de « Deli-
tos contra el comercio y la industria» y el de « Delitos contra el Consumo y las Rique-
zas J.Jacionales».
'Uno de los problemas más agudos para la aplicación de las penas de privación
ae libertad es la escasez de penitenciarías, donde el delincuente halle un auténtico
centro reeducador y no una escuela de crímenes. Con respecto a este problema, el ar-
ticulo 25, reformado, dice que «la prhión consiste en la privación de libertad corporal
Je tres días a 40 años y se extinguirá en las colonias o penitenciarías, establecimientos
-0 lugares que al efecto señale el órgano ejecutor de las sanciones penales». Este ar-
tículo ha sido, quizas, el más discutido de la reforma, porque, según los penalistas
4dversos a la cadena perpetua, esta larga duración de la prisión la convierte de hecho
ffl perpetua. Pero también por la referencia a las p_enitenciarías, cuya falta casi abso-
luta -sólo hay una, la de la 'J~la 7v!arías- ha sido commtada recordando los
4cuerdos del I Congreso Penitenciario de septiembre de 1952 y actualizados por el
4nuncio del segundo de dichos Congresos, que ha de celebrarse en Toluca y 7v!éjico en
julio del presente año.
Estudios Americanos
<s>
336
Parece decidida la intención del yobierno de comenzar a construir dichas peni-
tenciarías, donde estén debidamente separados los delincuentes políticos de los restantes-
presos _comunes.
La cuestión fundamental es, sin embargo, la eficacia que puede esperarse de estas
reformas -presentadas por el Presidente el 16 de diciembre último, y aprobabas por la
Cámara el 31 del mismo mes-. 'No puede dejar de tenerse en cuenta la actual orienta-
ción del Derecho Penal, en su sistema punitivo, hacia los principios del Derecho Socialr
que sobrepontn los intereses de la mayoría a las actividades egoístas o de inmoderado-
e injusto beneficio personal, En este orden de ideas, la utilidad de la reforma quedará
condicionada por la eficacia con que se actúe sobre las ·causas fundamentales del creci-
cimiento de la delincuencia en . 7vféjico: la miseria, el vicio y la incultura. 'Hacia eF
remedio de esas tres funestas lacras que corroen y debilitan al pueblo, deben enderezar-
se la acción conjunta del Estado y la Sociedad 1 pues la agravación de las penas de-
nada sirve mientras no se combatan en forma efectiva aquellos factores.
Con motivo de estas reformas, se vuelve a hablar de la necesidad de reimplantar
la pena de muerte. En el art. 22 de la Constitución se admite la pena de muerte, pero
en los Códigos penales no, y se arguye que debe acabarse con esta contradicción entre-
los cuerpos legales y llegarse al establecimiento de dicha pena, puesto que es indudable-
la insuficiencia de las restrictivas de libertad, para cortar la desastrosa carrera delic-
tiva.
En todo caso, no ha de _tenerse una excesiva confianza en las modi~caciones apro-
badas. Por lo pronto, como puede fácilmente comprenderse, mientras no se reforme eT
Código de procedimientos penales nada se conseguirá. Pero, sobre todo, lo c(ue no debe-
olvidarse es que el problema es primordialmente una cuestión educativa y de nivel de·
vida.-C. B. C.
Volumen IX
337
Estudios Amerfranos
338
cablos o giros extranjeros representa una pequeña traición al espíritu pecu-
liar de la nacionalidad. Algo que el Estaao viene obligado a defender con
el mayor entusiasmo, con una energía que, siendo reflejo de la popular,
permitirá la rápida aprobación del proyecto presentado por el senador
señor Galván.-G. M.
Volumen IX
339
grave y reciente crisis centroamericana, eran consideradas por el 'Vicepresidente como
una de las principales tareas de su viaje, y en tal misión 7'Jixon ha podido apuntarse
uno de los resultados más constructivos de su gestión . .A pesar del resentimiento del Pre-
sidente nicaragüense contra la OE.A por su intervención en el conflicto, el Sr. Somoza
se mostro dispuesto a avanzar hacia la conciliación hasta la mitad de camino y el Pre-
sidente costarricense tampoco disimuló su buena voluntad.
'Jfosta aquí los resultados tangibles del viaje. Por desgracia todo lo que queda
por relatar entra únicamente en el campo de las fáciles promesas, las bellas recetas y
las amables palabras El Sr 7'Jixon, propuso en 1-faiti, a punto de terminar el recorrido
un sugestivo Bloque del Caribe cuyos ingredientes serían la actual Organización de Es·
tados Centroamericanos, más Panamá, Cuba, Santo Domingo y 1-faiti. De él se espe-
ran resultados mágicos: la formación de un baluarte anticomunista, la eliminación de
las rencillas regionales, la mejoría de la situación económica y hasta -desideratum
máximo- la integración de las distintas economías, apartando así e1 temido fantasma
de la «One-crop mmomy». pesadilla de tirios y troyano5. Buena oportunidad para un
primer paso hacia esta .Arcadia politica, podría ser una unión de Jefes de Estado,
aprovechando la conferencia centroamericana planeada para mayo, en yuate°,na/a.
Claro es que para conseguir esta prodigiosa meta es necesario además de tan bri-
llante diagnóstico una apreciable dosis de bueria voluntad por parte de todos. El señor
JJixon recomendó a los países centroamericanos y del Caribe, que estimulasen la com-
prensión regional, el desarrollo de riquezas naturales complementarias, la elevación del
nivel de vida y la organización de fuerzas obreras libres. Y a sus propios compatrio-
tas, que reduzcan las barreras comerciales (aún a riesgo de establecer competencia en-
tre productos norte y centroamericanos), que permitan una mayor elasticidad de opera-
ción al Eximbank y que propague las posibilidades de inversión del capital norteame-
rtcano en el área visitada.
El problema como se ve no radica en el diagnóstico, que si no completo es bastante
acertado, la dificultad consiste en saber si los Estados centroamericanos estarán dis-
puestos a actuar con la lucidez que se les pide y si los Estados 'Unidos sabrán ser tan
generosos y previsores como se les recomienda. Y como los vientos que soplan en
Washington no prometen lluvias de dólares, sino equilibrios de presupuestos, como las
últimas experiencias centroamericanas no auguran demasiada estabilidad política, es
dt temer que la buena voluntad desplegada por el 'Vicepresidente no1 teamericano se re-
duzca por desgracia a una lamentable repetición de aquel frustrado mensaje de buena
ooluntad que significó el viaje de 7rfilton Eisenhower.-7rf. R. Q.
Estudios Americanos
340
Volumen IX
341
no puede cumplir, no porque el Plan fracase, sino porque no se sabe des--
arrollarlo y porque hace falta el concurso de otra serie de factores, ya que
fa solución se halla en la reforma de este conjunto pedagógico-social.
Si el educando adolece de indifér'entismo cultural y turban su escasa
atención, el conjunto de espectáculos y distracciones fáciles que le brinda
hoy la ciudad, procúrase una · enseñanza que, enfrentándose con este esco-
llo, sepa ser atractiva, esencial y acorde con la psicología actual; suprímase
1a inestabilidad de los Planes con el fin de lograr que uno llegue a dar los
máximos rendimientos; fórmese profesorado competente, que esto es la
mayor indigencia de hoy y lo más fundamental; vigílense las incorrecciones
de los colegios públicos ·y privados y empréndase uná campaña a fondo
<:ontra la visión casi completamente comercial que de la enseñanza se han
forjado los colegios privados, pues al constituir el 80 por 100 de los centros
docentes con que cuenta el país, su relajación es quizás el factor más pe-
ligroso.
Pero aún no se conseguiría, una vez realizado todo esto, enderezar la
Enseñanza Secundaria de forma que cumpla sus fines propios y modalida-
.des específicas, si no se proporcionan los medios para la formación íntegra
de la adolescencia; es decir, atendiendo esencialmente al desarrollo de la
personalidad, carácter y sentimientos, al par que se ejercitan la inteligencia
y las aptitudes. Cuando estos propósitos estén en la mente y en el corazón
.de todos los encargados de dirigir a la juventud, cuando la escuela además
de conseguir individuos cultos, contribuya intensamente a su mejoramiento
individual y por ende, al de la sociedad, la Reforma habrá alcanzado su
objeto. Porque convenzámonos de que no es sólo cuestión de decretos,
sino también de espíritu.-R. G. B.
Estudios A mericanos
342
ron de basar su triunfo, y que, también la perdida del control del aire y de la impu-
nidad de movimientos gracias a la rápida acción panamericana les convenció de su
fracaso.
Las relaciones entre los gobiernos de Costa Rica y 7'licaragua ban sido desde-
bace varios años tan antagónicas, y los motivos políticos y aún personales de discordia
tan abiertamente conocidos y divulgados, que las primeras noticias de la invasión ne>
pudieron constituir una sorpresa, rumores de preparativos contra el régimen :Figueres
babían circulado con insistencia en la prensa americana. Pocos esperaban después de-
la experiencia guatemalteca -de características jurídicas y milirares similares a la
costarricense, aunque variase el color político de las fuerzas en pugna- que la Orga-
nización de Estados Americanos funcionase en.forma rápida y decisiva. Buena falta
bacía que esta eficacia se hiciese patente, pues en los últimos tiempos una desalentadora
atmósfera de pesimismo se babía extendido por todtt '.Hispanoamérica respecto a la ca-
pacidad de actuación del Consejo Panamericano y a la sinceridad de sus propósitos de-
promover la estabilidad política del Continente e impedir el abuso de la fuerza.
Sin que podamos aún dar por ganada la partida -es decir, la viabilidad futura
de la restauración del Derecho (supuesto, claro es, el respeto a valores irrenunciables)
allí donde quiera que pueda ser bollado-sin embargo, no bemos de ocultar nuestra sa-
tisfacción porque el conflicto costarricense baya servido para poner de manifiesto varios.
hechos extremadamente significativos.
El primero de ellos, la necesidad de remozar y adecuar a las circunstancias no,
previstas entonces el sistema panamericano de defensa acordado en la Conferencia de-
.Río de 194 7. Las dos últimas revoluciones centroamericanas se han fraguado y ali-
mentado en el exterior de los países cuyos regímenes eran atacados y sin embargo los:
gobiernos, de cuyos territorios ba partido la agresión, ·no han podido ser acusados ofi-
cialmente. 'Urge pues que la Organización panamericana elabore un sistema eficaz
destinado a evitar en el futuro violaciones de soberanía que llevan camino de ser mucbo
más frecuentes, por lo cómodas, que las agresiones abiertas, demasiado patentes para ser
decorosamente ignoradas.
Otra lección del último conflicto es que, a medios modernos de ataque no cabe-
oponer sino remedios contundentes de defens; 7'lo es tiempo de reuniones de conciliacion,
de formación de comisiones y subcomisiones, de súplicas a los gobiernos interesados,
condenaciones verbales, etc. La invasión costarricense se cortó de raíz porque la Orga-
nización panamericana actuó inmediamente sobre el terreno con medios tan modernos y
más potentes que los utilizados por los agresores. Jmporta destacar que, por primera
vez, la OEA solicitó el rápido ~mpleo dé las fuerzas para repeler la invasión y que-
también, por vez primera, se dirigió a 'U.S.A. en demanda de medios de combate y
fiscalización.
'Una tercera alentadora consecuencia es que esta vez 'U.S.A. no ba adoptado una
Volumen IX
343
postura dogmática o programática ni ba tratado de imponer su criterio. Se limitó a
cooperar desde un segundo plano y atender -con plausible rapidez- a las peticiones
de cooperación y ayuda material requeridas por el Consejo Panamericano .
.JW"uy importante también resulta la solidaridad desplegada por el mundo ameri-
cano en esta ocasión, la unanimidad de una veintena de naciones en condenar una vio-
lación del Derecho, aunque la condena sea de guante blanco, es un ejemplo que no debe
olvidarse y que forzosamente ba de pesar en la mente de quienes en el futuro proyecten
nuevas agresiones.-:M. R . y.
Estudios Americanos
344
terio absoluto «no es preciso _q ue América .del Sur produzca muchas bue-
nas películas para que sus críticos adquieran el derecho a manifestarse»
como ha escrito Alfonso Delboy (uno de los componentes del jurado del
Festival).
Y, verdaderamente, los siete designado5 «cuya integridad moral y
competencia como críticos de cine está por encima de cualquier sospecha»
-son palabras de Ruszkowski, el mismo que luego criticará su fallo- han
ejercido este derecho sin debilidades. Sólo hay un precedente de un Gran
Premio declarado desierto en un Festival Internacional: en Venecia en 1952.
El fallo de Punta del Este ha sido pues una auténtica campanada que ha
tenido gran resonancia y tendrá no pocas consecuencias.
La reacción favorable fué por parte del público, de casi toda la prensa
del continente y de la mayoría de las p·e rsonalidades extranjeras en el Fes-
tival. La re.acción contraria provino de los organizadores del Festival -de-
masiado preocupados del lado económico de la empresa- y de un grupo
de críticos uruguayos. Los organizadores se escandalizaron tanto que ame-
nazaron con invalidar el fallo, cosa que no intimidó al jurado el cual rati-
ficó su declaración. Por parte de los críticos de cine uruguayos se redactó
una lista de 18 menciones -naturalmente honoríficas- que premiaban
todo lo que no estimó el jurado oficial y mucho más.
Aparte de ésto, la Oficina Internacional de Cine Católico (0. C. l. C.)
reunió un jurado (seis críticos y un actor: Antonio Vitar) para «elegir la
película que por su inspiración y su calidad contribuyera más al progreso
espiritual y al desarrollo de los valores humanos», otorgando un premio a
la película brasileña «Sinha Moca».
Como vemos, se dieron muchos premios extraoficiales y muy pocos
oficiales. El Jurado Oficial del Festival sólo concedió cinco Premios Espe•
ciales a otras tantas películas de Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Méji-
co ( «Robinson Crusoe» de Luis Buñuel) y Suecia. También este fallo hubo
de ser criticado por algunos como excesivamente severo.
Balance final: según nuestras informaciones el Festival ha disfrutado
momentos de completa desorganización. Otros, mejores. El jurado, casi
perfecto, es difícil que vuelva a ser llamado para otro festival. Los organi-
zadores, muy preocupados por el balneario y sus posibilidades turísticas,
olvidaron muchas veces que el cine no es sólo un negocio. Las delegaciones
extranjeras (la española fué de las mejores) fueron en general mediocres.
El ambiente de todo el Festival, un modelo de frivolidad, salvo honrosas
excepciones. ¿Será éste un Festival «gout americain» como escribió Potenze
en «Criterio»?
Volumen IX
345
Sin embargo nosotros tenemos fe en el futuro del Festival y acordán-
donos tan sólo del fallo del jurado estamos dispuestos a sostener esta afir-
mación final, consoladora: El III Festival de Cine de Punta del Este ha sido
el caso insólito de un Festival que se premió a sí mismo.-M. P. S.
Estudios Americanos
346
des afectas al régimen, ahora se insiste en que las 'Universidades siguen siendo focos de
la «reacción», y por tanto deben ser reformadas. Se pide la centralización estatal de
todas ellas, una coordinación nacional en sus estudios, orientarlas bacía la enseñanza
técnica y así ponerlas al servicio de la «Revolución». Y para conseguirlo, como primer
paso, hay que abolir la autonomía consagrada desde hace veinticinco años, en el ar-
tículo 15 9 de la Constitución.
Los Jefes sindicales piden reformarla desde Juera, o sea la intervención estatal, y
los dirigentes universitarios -reunidos en la Conferencia :Nacional 'Universitaria, en
la Semana Pro-Autonomía y en la reunión de Rectores- sostienen la necesidad de la
reforma, pero dentro del régimen de autonomía. Estos no se han mostrado impermeables
a las demandas reformistas de los sindicatos. Desde hace unos meses han puesto en fun-
cionamiento la 'Universinad Popular «'.Túpac Xatari» dedicada exclusivamente a los
trabajadores. Han propiciado la creación de organismos para la educación técnica y
extensión cultural y aprobado la convocatoria del Segundo Congreso :Nacional de 'Uni-
versidades para ir a una re-estructuración completa de la institución de acuerdo con e1
ritmo social que vive la nación. Esto es evidentemente lo más sensato que se puede hacer
hoy, pues las cuestiones técnicas y académicas que implica la reforma de una
'Universidad, no se puede dejar en otras manos que no sean los organismos estrictamente
dedicados a esos asuntos. Sin embargo, los dirigentes sindicales (entre ellos Juan Le-
chín) insisten en la intervención estatal, y algunos han atacado violentamente toda acti-
tud que preconice el «apoliticismo» dentro de los claustros tras la cual -según dicen-
se escudan los comunistas .
.A pesar de esto, existiendo otros medios para una eficaz actividad anticomunista
dentro de la 'Universidad, no cabe duda de que la beligerancia partidista política es
sumamente perniciosa, porque desintegra a la institución y esteriliza los estudios. Y, en
consecuencia, sería absurdo sacrifiéar el principio de autonomía ante una maniobra
política.
Esta defensa de la autonomía no implica solidaridad con el actual estado de cosas
ni con las oportunistas actividades de sectores izquierdistas, que igua-1-mente la apoyan.
Por encima de todo ello se ba impuesto la afirmación del principio más preciado y ce-
losamente conservado de la tradición universitaria hispanoamericana. -Jvf. Jvf. E.
Volumen IX
44-7
En las prolijas y difíciles gestiones para la firma del nuevo tratado, la
delegación panameña ha conseguido para su país más beneficios que los
disfrutados en el acuerdo anterior, que data del año 1936. Dichas negocia-
.d ones comenzaron a raíz de la subida al poder del anterior presidente,
.Coronel _Remón.
Desde un principio, Panamá presentó 21 proposiciones, la primera de
las cuales era el aumento de la anualidad pagada por los Estados Unidos a
Panamá por el uso-de la zona del canal a 1.936.000 balboas. Cuando co-
menzó en 1903 el derecho de ocupación de dicha zona por los Estados
Unidos, la anualidád era de 250.000 balboas, aumentándose después, gra-
cias a las gestiones llevadas a cabo por el Dr. Harmoldo Arias, Presidente
.de la República Panameña de 1932 a 1936, a 430.000 balboas. Esta cantidad
.era la que venía p·a gándose actualmente y se consideraba como totalmente
-insuficiente, ya que el reajuste de la postguerra ha repercutido en la eco-
-nomía del país que se ha visto seriamente afectada.
Pero no sólo ésto pedía Panamá. Quería también una igualdad de
.oportunidades para el trabajo de los panameños en la zona del Canal (don-
oe actualmente hay 26.000 obreros norteamericanos frente a 17.000 pana-
·m eños) y la desaparición de las diferencias de salarios (en ocasiones los
.empleados norteamericanos ganaban cuatro veces más que los panameños).
Se pretendía en fin, que los comisariados militares norteamericanos exis:
tentes en dicha zona no presentasen, con sus precios más bajos, una com-
petencia injusta con la industria y comercio indígena, ya que hasta los
.mismos criollos iban a proveerse de sus subsistencias a dichos comisaria-
.dos. No hay que olvidar que el Canal es la principal fuente de ingreso de
Panamá y por eso se aspiraba a vender en la Zona las mercancías naturales
-del país, lo cual estaba prohibido en el anterior tratado, que sólo autori-
-zaba a comerciar en dicha zona a los comisariados militares norteame-
_ricanos.
De acuerdo con el nuevo tratado, el gobierno _n orteamericano pedirá
.al Congreso de Washington se apruebe una ley estableciendo una sola
.escala de salarios para todos los empleados norteamericanos y panameños
del gobierno de los Estados Unidos en la Zona del Canal, aplicándose
·también la ley norteamericana de retiros a los ciudadanos de Panamá em-
1>leados por el gobierno norteamericano. Con respecto a la libertad de co-
·merciar en la mencionada zona, a partir del 31 de diciembre de 1956, deja-
•rán de funcionar las empresas que se dedican al suministro de mercancías,
.excepto la de petróleos y lubrificantes, de los buques que pertenecen a
_gobiernos de otros países. Se pondrá fin también, bajo ciertas condiciones,
E ; tudios Americanos
348
a la fabricación y elaboración en la zona del Canal de mercancías destina-
das a la venta o al consumo individual.
A la vista del nuevo tratado se puede decir que los Estados Unidos
han accedido, si no a todas las pretensiones panameñas, sí a las más impor-
tantes, aunque 1a frase del Presidente de la República, Dr. Ricardo Arias
Espinosa, «el nuevo Tratado no satisface todas las pretensiones de nuestro
país», significa que las reivindicaciones no han terminado. De todas formas,
el nuevo acuerdo constituye un éxito ya que sirve, no sólo para satisfacer
algunas de las pretensiones panameñas, sino también para eliminar uno de
los puntos que dificultaban las relaciones entre los Estados Unidos e His-
panoamérica, puesto que las enérgicas peticiones panameñas habían encon-
trado amplias simpatías en todos los países hispanoamericanos.-C. B. C.
Volumen ·1x
349
E.a Asociación '.Nacional de Autores, por su parte, declaró que apoyaría todo
cuanto tendiese a favorecer Pl teatro mejicano y en general, como medida protectora
frente a los traductores, decidió cobrar por derechos de administración el 30 0 /° sobre
lo que percibe el traductor y sólo el 10 0 /º sobre derechos de autor en las obras mejica-
nas. Además, el autor mejicano pagará a la A.'.N.A. sólo cinco pesos por el registro
de una obra original, mientras que el traductor habrá de ingresar cincuenta pesos por
la obra traducida. Es lamentable haber dado motivos para que se tomen estas medidas,
especialmente si pensamos que el movimiento teatral en 7rféjico cuenta con valiosos re-
cursos. E.a calidad de la producción nacional, cuya tradición está avalada por los
nombres de Usigli, yorostiza y 7rfonterde, ha adquirido en la actualidad un gran in-
cremento con figuras como A/garra, Solana, y. Basurto-y otros.
E.os :Festivales Dramáticos Regionales y el Concurso '.Nacional de J'eatro. otor-
gando importantes premios a la mejor obra, actor y director, ofrece una magnífica
oportunidad a todos los que aspiren a triunfar en la escena. Y. recientemente, el Re-
glamento de Teatro, antes mencionado, regulando las subvenciones y exigiendo que todo
nuevo local baga su estreno con una obra mejicana, incrementará, sin duda, la produc-
ción. E.os autores, estimulados con la posible representación de sus obras, se esforzarán
por mejorar la cantidad y calidad.-7rf.ª D. 'V. A.
Estudios Americanos
INFOR.MACION CULTURAL
,
'·
Situación actual de la historia argentina
I .
Estudios Americanos
(6)
355
adversario, las posiciones se consolidaron en sí sin que s•e- llegase
a un encuentro definitivo.
Por eso el articulista afirmaba: "no se ha librado aún la ba-
talla que decida la suerte final" de esta contienda en la hisforio-
grafía argentina.
Y , con d objie-t'.o de ver en qué situación se encontraban am-
bas tendencias, qué problemas las afectaban, los progresos hecho~
en la labor histórica por lqs hombres que cultivan esa rama del sa-
ber y la consideración que como adversarios ambos grupos se mere-
cen, se realizó la polémica. O, mejor dicho;, intentó hacerse esto,
porque -y ya ver-e mos la causa- polémica estricta no ha habido.
Est1ufios Americanos
356
Cuestionario y objeción fundamental
~
A todas aquellas personas se sometió el sigui·e nte cuestionario:
I) ¿ Cree usted que la polémica sobre temas históricos es
conveniente y -contribuye a exaltar el espíritu patriótico?
I:I) ¿ Existe una historia argentina completa que· permita co-
nocer el verdadero desarrollo político, social y econó-
mico de nuestro país? Si existe, ¿ cuál es? ; y si no, ¿ por
qué no se escribe?
Iill) . ¿ Los manuales destinados a la -ens-e ñanza llenan la :fina-
lidad de proporcionar a los estudiantes una buena for-
mación histórica?
IV) ¿ En qué libro puede informarse un argentino sobre lo
que ocurrió ,e ntre 1853 y 1900?
V) ¿ Qué opina usted sobre la llamada tradición liberal ar-
gentina?
VI) ¿ -Qué opina usted sobre el revisionismo?
VII) ¿ En qué puntos cree. usted que se _finca fundamental-
ment'e Ja divergencia entre la corriente liberal y la revi-
sionista de la historia argent'ina?
VUI) ¿ Cree usted que el pueblo argent'ino posee los elemen-
tos para adquirir una formación histórica de- sentido ver-
daderamente nacional?
Ahora bien, está claro para nosot'ros que con este -c uestiona-
rio difí.cilmente se podría obtener más de lo que se obtuvo, o, lo
que es lo mismo decir, que se realizó una encuesta pero que no se
llegó a la polémica. ¿ Por qué? ·
Porque, evidentemente_1 las preguntas que se hicieron a cada
uno de los consultados no llevaban impiícita una necesaria y pre-
via definición ( usamos esta palabra en su riguroso sentido lógico)
de los términos ; y más aún. Para algunos de estos historiadores,
además de lo anterior, se hacía pr-edso aclarar el desarrollo de los
puntos en cuestión, o su momenfo o significación espacio-temporal
concreta.
Todo esto sea dicho , a la v:erdad, contando con que, en gene-
ral, en cua,lquier encuesta sobre la historia argentina nadie se llama
a engaño y las cosas tienen un sentido bastante preciso.
Pero aquí, por tratarse de respuestas ,es-critas, para llegar a 1a
polémica debió procurarse que los advie-rsarios manejaran, por lo
menos, un "idioma común". Ya que en el caso de que· éstos_ no
partieran de conc•e ptos aceptados como supuestos básicos para lue-
Volumen IX
357
a) Posición clásico-liberal.
Estudios Americanos
358
tar- con gente ".acoplada a ban<lerías que cubren con el marbete
de la historia un partidismo político o una ideología extraña a
las formas argentinas" (Cánter). Aquí se prueba que e·s tos hom-
bres siguen en sus trece y que hoy ~orno siempre están dispues-
tos a tachar de reaccionarios a sus contrincantes, aunque se equi-
voquen en lo general, ya que el ser defensor de un gobierno · como
el de Rosas o el manifestarse· descreído respecto a las venfajas
de nuestro liberalismo político no presupone, necesariamente, ra·
obligatoria afiliación a µna ideología determinada. -
En r•e sumen, ellos ,creen ,e n una polémica de tipo académico,
hecha por gente dedicada a nuestra _h istoria, y que no llegue, en
su i-conoclastia, a negar a quienes ellos consideren próceres fun-
dadores de nuestra nacionalidad.
11
Discr-e pancias más s·e rias entr,e estos mismos hombres nos
muestran sus respuestas a la segunda cuestión.
De lo dicho por Levene se desprende, sin du~da,_ que para él
la Historia de la Nación Argentina publicada por la Academia Na:
cional de la Historia y bajo su dirección es., como lo expriesó An-
dré Fugier, "un monumento de ciencia histórica", que se realizó
"-conforme a un plan concebido con pensamiento histórico y füOisofico
,a,la v,ez, que abar-ca el proceso genético de nuestra sociedad desde la
época más a:nügua y las ,manifestaciones políti-cas, econé'mi-cais, cultura,..
les, militares, religiosas, así de la Naición como de las provin.cias y el
signifi-cado del f.a-c tor heroi-co en nuestra historia".
Volumen IX
359
Ahora bien; ·e n el otro extremo hay ·ctos historiadores. Uno de
ellos, Erro, prácticamente no se acuerda de la existencia de esa
Bistoria de la Nación Argentina. El, más que todos, afirma que
la fuent'e y el punto de · refer,e ncia principal es Mitre. Este hace,
según Erro, "la historia de· la patria". Y "lo que. se ha escrito
después -salvo lo de López que representa otro linaje de histo-
ria- no puede comparársele". Esto, más que un juicio ( en el que,
naturalmente, d primer incluído es qµien lo·. emit'e)., parece una
receta. Tómese a Mitre, léase a Mitre·, mézdensr los conceptos de
Mitre en la Historia de Belgrano co11¡ los .conceptos de Mifre en
la historia de San Martín y se tendrá una historia argentina y
11n historiador arge_ntino... mi tris tas.
Y, por su parte, Gandía., con la insuperable visión historiográ-
fica que lo caracteriza, aplicándos~ aq1J,ello de que· la caridad bien
~ntendida empieza por casa, cree _humildemente que él ha apor-
tado su ínfimo irano de arena, al decir:
"El ensayo más completo, en un solo tomo, es el que yo escribí, con
más de mil páginas, titulado " Historia de la República Ar.gentina en
el siglo 'XIX", y editó la casa Estradá. Lleva dos ediciones y se pre-
para la tercera. La Editorial Sopena ha hecho una reedirción de la vie-
ja historia de Vicente Fidel López, ampliada por Emilio Vera y Gon-
zález y p'o r m í-: Y o la he aumentado con dos tomos que amplían los
puntos débiles o no desarrollados de (sic) Vicente Fidcl López".
11 I
También aquí, ·e n la ,c uestión referente a los manuales, hay dis-
crepancias. Si Piccirilli expresa que existen algunos buenos textos
Estudios Americanos
360
pá.ra la e·nseña,nza de la. historia arg~ntina en nuest'ros _institutos
secundarios, Canter precisa que hay algunos buenos, otros regu-
!ares, no pocos tendenciosos y much~s intolerables", y _Busaniche
afirma que "los manuales de historia (son)! malos, por lo general; ,
confusos, difusos (y) exageradamente· tendenciosos".
Al no haber acuerdo sobre la calidad de los t'extos, se han ci-
tado varios, •e ntre ellos, el de Julio Lafont, el d~ Héctor Ramos
Mejía_y el de Julio Aramburu. .
Pero en· fin, todos coinciden en que si los manuales deben sus
deficiencias en muchos casos a la circunstancia de tener que ajus-
tarse a malos planes y programas .~le estudio, .debe entonces ser
muy importante el papel que· desempeñen los profesores de la asig-
na tura a fin de llenar esas lagunas.
Apresurémonos a decir, antes de que la memoria nos juegue
una mala pasada, que, pa_ra beneficio de todos, el historiador En-
rique de· Gandía dice que él es también aufor de un huen manual
de Historia Argentina.
IV
En general, puede decirse que la opinión de la mayoría de los
historiadores de esta corriente. se ha expresado decididamente so-
bre la cuestión. Carecemos los argentinos de una obra hist'órica
sufióentemente orgánica sobre es=e- período.
Si bien son atendibles algunas explicaciones referentes al"
por qué de ese vacío ·e n nuestro conocimiento -dispersión de- ma-
teriales, proximidad en el t'iempo, ·etc.-, lo cierto es que estos
hombres, en su mayoría, no. han querido comprometer su juicio y
su posición tocando ciertos temas canden.tes del momento y de
los hombres que actúan en la época llamada de la "organización
constit'ucional". ·
. Lugar . apart~. por lo sugest'ivo, merecen algunos párrafos de
dos de las personas que han respondi90 a esta cuestión. Primero
Erro, quien, nos imaginamos, de alguna mane-ra se considerará
historiador, dice ·10 siguiente: "Invitemo~ a los hist'oriadores a que
realicen esa faena inaplazable" (la de es,cribir la historia del 1853
al 1900). ¿ Qué significa esto? El, que ha reconocido que no existe
ningún libro sobre ese período, ¿ invita a los demás historiadores
a hacerlo? ¿ O es que no se considera historiador? ¿ Y no será,
en cambio, que espera que- le enfreguen una colección. narrativa
de hechos para que él pueda ?,plicar sobre ellos las luces de su
Volumen !X
361
inteligencia tal cual hici_e ron con la realidad argentina sus amados
y equivocados prócer·es de la generación del 37?
La otra respuesta es algo más que sugestiva. Es algo así como
decirles a todos que se han olvidado de reconocer sus méritos.
Porque él, aunque en colaboración, . también ha trabajado sobre
esta época. ¿ Por qué no lo iba a hacer? ¿ Qué o quién se lo itnpe-
diría? ¿No somos liberales y como tales dueños de ha,c er y decir
lo que se nos antoje?
Pues bien; ¿ dónde se puede informar un argentino sobre lo
ocurrido entre 1853 y 1~? "En un tomo bien olvidado: el que
Emilio V era y González dedicó ,como ampliación a la historia de
Vicente Fidel López". Pero dicha ampliación no la hizo aquel señor
solo. El t'ambién cumplió esa faena. El es, Enrique de Gandía.
V'
Estudios Americano.r
362
"Liberales fueron Moreno, Castelli y los hombres que los
acompañaron a (sic) sus luchas por el autogobierno",, dice Gandía.
Y en seguida hace esta tajante afirmación: "Luego fueron liberales
todos los grandes hombres de nuestra hist'oria". Afirmación que
corroborará ampliamente Erro al decir que merced a esa tradición
liberal
"los argentinos ban hecho todas lais grandes cosas, desde dar la vida
a la paitria, hasta encabezar una revolución continental y libertar na-
ciones. Belgr.ano, San Martín, Las Heras, Güemes, Brown, nuestros
-e jércitos de la independencia y las naves de nuestra marina, nuestros
-héroes y nuestros mártires, realiz•a ron una obra imperecedera, ilumi-
nados p'o r ese pensamiento. San Martín proclamó la hermandad de
los hombres liberales, cualquiera fuera su origen o nacionalidad".
dice Erro, el autor que trata de convencernos, cada día con más
ahinco y más dialéctica, de que ese grupo de- argentinos estuvo
acertado -e n sus planteos políticos.
Lo que más asombra en la confestación de este autor es el
verlo •colocado a él personalmente, y a las figuras históricas por,
él interpretadas como antecesores de un sistema políÜco actual,
como colectivistas "avant le lettre". Véase si no este párrafo:
"Echeverría, en el Dogma Socialista, eleva doctrinariam·ente a Tas
masa·s al primer plano de la justicia social; en el capítulo que se
titula Emancipación del Espíritu Americano, aboga por la libera-
ción plena del pueblo argent'ino, y en la ·1ectura inconclusa que se
conoce con el nombre de Plan E-conómico, le da como fundamento
·1a implantación de industrias genuinas transformadoras de nuestras
materias primas, la subdivisión de la tierra y -el crédito asegurador
para los agrarios. Alberdi dice en el Fragmento Pre-liminar al Es-
t'udio del Derecho, que tener independencia política pero carecer
de libertad artística, cultural, it].dustrial, equivale a tener libres
los brazos y la cabeza encadenada".
Pero preguntamos, ¿ y después? Ah, después viene el gran
salto histórico. Pasando por encima de veint'e años de historia
Volumen IX
:163
nacional, estos hombres encuentran que "aquella generac10n ro-
mántica ( del 37), que recibió el legado liberal de Mayo lo impuso
en la Co11stitución de 1853,, con su ideal inmanente de progreso"
(Cánter). De este modo, "se opera la unidad definitiva del país
y éste pasa a ocupar una posición cada vez más espe-c table en el
concierto mundial" (Palcos).
Finalmente, nos dicen est'as respuestas1,, al país lo han hecho
los liberales. " A los hombres de la t'radición liberal argenfina le
~ebemos la organización del país y su desenvolvimiento durante
un siglo dentro de un orden estable, superando así., casi treinta
años de anarquía y tiranía. Ellos fueron los que organizaron nues-
tro sistema represenfativo, el sufragio universal, la administración
de justicia ... la educación del pueblo; (ellos) instituyeron la liber-
tad de expresión... (ellos) abolieron los fueros personales, asegu-
raron la tolerancia de cultos que hoy disfrutamos. la igualdad de
derechos civiles enfre ciudadanos y extranjeros, la inviolabilidad
del domicilio,, el habeas corpus y otras garantías de la libertad
·individual. Dictaron los códigos... organizaron el Correo y el
Registro Civil. Crearon el, sistema rentístico fis,cal e impositivo ...
const'ruyeron o hicieron construir los ferrocarriles, los canales
hidráulicos, todos los puertos y casi todos los caminos de la ~e-
pública. Ordenaron la higiene pública, la beneficencia... Crearon
mercados y depósitos par-a la producción ... comenzaron a hacer
de la Argentina un país ind11strial y, gobe·r nahdo prudentemente
las finanzas , mantuvieron un régimen de moneda sólida, con buen
respaldo y contención de los gastos públicos ... Iniciaron la legisla-
ción social con diversas leyes obreras ... " (Erro).
¿ Se puede pedir más? Imposible·; la posición liberal aparece
como perfectamente perfilada y definida. Sólo que ... hay algunas
griet'as. Y d interés de su existénc·i a reside no tanto en que· hayan
sido abiertas por los golpes del contrario cu.ant'o que parten del
interior mismo del reducto liberal. Esto ha ocurrido únicamente.
por obra de la inteligencia bastante desprejuiciada y rica en nofi-
cias del doctor Busaniche. -
El, que se declara valientemente "demócrata liberal en materia
de política", afirma: "no sienfo ninguna simpatía por la llamada
tradición liberal argentina". Para aclarar conceptos, es-cribe, a
renglón s·e guido, que la revolución de independencia se había jus-
tificado con la doctrina de_ la soberánía del pueblo y del liberalismo
político, términos que "en una democracia liberal son teóricament'e
· ins;e parables ".
Pero, y aquí empieza la justificada crítica,
Estudios Americanos
364
"la participación del pueblo en el gobierno -imprescindible en una
democracia liberal- fué impedida por los primeros hombres que tw-
viP:ron el poder en, la revolución del Río de la Plafa. Descubrieron
algo tarde que el pueblo "no estaba preparado para el gobierno" y
acaiso fuera así, pero surge en seguida el interrogante: ·y entonces,
¿ por qué el moYi'miento de independencia? ... "
Volumen IX
365
Esta larga franscripción , que hemos preferido exponer sin
comentarios, nos exime de mayor trabajo interpretativo. Es el
proceso hecho a todo un régimen por un hombre que, evidente-
m·e nte, lamenfa en lo hondo el que las cosas se hayan desarro-
llado así.
Y como autor sincern y advertido, Busaniche sale al paso de
1a cuestión que fácilmente ·le suscitarían los defensores del sistema.
Acerca de los códigos y los derechos civiles deja ver cómo, estando
todo el aparato político montado en ·c ontra del pueblo, el jurídico
<le ningún modo podía interesarle ni prestarle ayuda. · ~
Acer,c a del progreso, los ferrocarrile·s, los bancos, concluye
lo mismo, ya que -el engaño y el fraude eran la base dél sistema.
Que acabaría, por fin, "con la ley electoral de 1912 ¡ a los · ciento
do-s años de la Revolución de Mayo!".
· Con estas palabras termina Busaniche su sent'ida <:rítica: "¿ Go-
biernos de hecho los de Sarmiento, Avellaneda, Pellegrini, Roca? .. :
¿ Gobiernos de fraude y mentira? ... ¿ Y ~1 bronce de las estatuas? ...
Maravillosa tradici6n liberal argentina: Que otros canten loas
-a tus prohombres ... ".
ILa enorme fisura abierta por la crítica de uno_de los autores
representativos de esfa corriente en el sistema ideológico .Y político
oel. liberalismo histórico argentino nos da idea de la interna crisis
que lo afecta. Pese a las defensas cerradas del mismo hechas por
otros historiadores, parece cada día más tambaleant'e el armazón
del edificio cuyas bases, socavadas por la historiagrafía revisionista
y por algunos liberales también, e~tán a punto de ceder. ¿ No será,
de acuerdo a esto, que esfamos asistiendo a la superación efe la
tradidón liberal argentina?
Estudios Americanos
366
difícilmente podrían llamarse a engaño. Pero así ha ocurrido.
Y se ha producido la confusión.
"He sido el creador del moderno revisionismo integral de la
historia argentina" , exclama Gandía dejando _perplejos a todos.
Y cuando Levene afirma :
Volumen IX
367
llama Rosas. Y como el revisionismo hist'órico ha hecho en ·el
personaje y su época sus mejores incursiones analíticas y con-
ceptuales, los historiadores liberales, evidentemente preocupados,
tratan ellos también de entrar en el asunfo. Pero sin ponerse de
acuerdo. ¿ Por qué? Nos aventuraríamos a afirmar qÜe porqu~- e1
revisionismo histórico ha comenzado a hacer impacto en algunos
de ellos mismos. Véase si no la graduación de estas tres opiniones.
Cánter:
Estudios · Americanos
368
VII
Muy poco es lo que se ha precisado en este punfo. Sin duda,
hay confusión, en algunos casos tremenda. De la misma confusión,
para abstenerse de contestar, se han hecho e,co historiadores como
Busaniche y Cánter. Las diferencias sustanciales entre revisio-
nistas y liberales estos hombres no ' las han expresado. Ignoramos
la causa. Y no nos satisface, por incompleta, la respuesta de Picci-
rilli, que al indicar que serían solamente cuatro los puntos en que
estribaría esa divergencia, a saber: "la conquista y colonización
del nuevo mundo por España; la actuación de Bernardino Riva-
davia, la generación de 183'.7 y el gobierno de don Juan Manuel
<le Rosas" , escamo fea otros muchos entre los que hay hechos y
conceptos que hacen a la esencia del país tan fundamentalmente
como los ,c uatro por él señalados. (Algunos de éstos se los recor-
darán los revisionistas haciendo ver que las diferencias son más
·h ondas de lo que creen).
Pero si por lo menos Piccirilli apuntaba algo, que también
algo dejaba ent'ender, con Gandía tendríamos qtle empezar de
nuevo. Porque para él (y comienza nuestro asombro) "no hay
-divergencia entre estas dos corrientes, y las dos son una ·sola",
dice. Y agrega :
"Diría, más bien, que hay una profunda diferencia entre las corrientes
liberal y revisionista, por una parte, y fa corriente antirrevisionista y,
a la vez, antiliberal. El historiador liberal es, por esencia, revisionista,
y el antiliberal es, •también por esencia, antirrevisionista".
VI 11
Volumen IX
369
Pasamos por alto el considerar la, para nosot'ros, un pocó
-excesiva confianza de Levene en la capacidad histórica del pueblo
-argentino. Justamente por eso, creemos desmesurada la afirmición
-de Piccirilli quien dice que "el pueblo argentino no solamente· posee
historia, sino que advierte las caract'erística.s de estar llamado para
cumplir un quehacer histórico".
A este respecto- nos parecen· más atinadas las opiniones del ·
otro grupo, porque,, por lo menos, circunscriben el problema.
En el otro extremo de la posición clásico-liberal se encont'rará
]o dicho por Cánter, quien, aunque desciende a la mención de cir-
cunstancias menudas, no por eso deja de acertar en parte al afir-
mar que "los especialistas poseen dichos_elementos (para adquírir
una formación histórica nacional) pero que· los mi·s mos no se en-
,-cuenfran al alcance del pueblo".
Entre ambas posiciones opuestas lo respondido por Palcos se
1
b) El grupo· revisionista
Estudios Americano.1
{7)
370
,que ,se quiera, menos historia. Ese tipo de falsa historiografía abre ca-
. min-0 a equivocadas expresiones dé pátrioti,smo, y quién no advierta que
ese es un mal de la hora no comprende has1Ja dónde constituye una
gravísima enfermedad de la cultura argentina que tarda en encontrar
sus propias fórmulas porque no ha encontrado en su historia la au-
tenticidad del ser nacional. ¿ Y có'mo habría de encontrarla? Mala la
que se enseña, mala y fundamentalmente incompleta. Mala. la que
difunde el periodismo; peor la que. ~e oye en la radio; deses,p erante
la que suele tocarse en el cine" (Sierra).
11
_Yo[unien_ IX
371
Con todo, como dice este mismo autor, está claro que "los estudios
históricos en el país han llegado a ser imporfantes ".
¿ Y ,c uál es la causa por la cual no se ha escrito una historia
argentina completa? "No es fácil escribir un libro de síntesis his-
tórica", nos dice Rosa. Y del Mazo añade:
" Un.a obra de gran conden.siación exige no sólo profunda y firme in-
formación sobre el pasado , s ino amplia cul tura; ca.pací.dad d e v uelo
para la comprensión integral de los factores; profundo s entido de los
valores de la nacionalidad. Pero so bre todo, valentía intelectual para
decir las verdades fecundas, cualesquiera ,-,eai: las consecuen cias;".
Est1~dios Amerfranos
372
don.alistas, que de remotos orígenes retomaron la rev1s1on histórica
hace dos décadas, no ,supieron combinarla con una revolución pol tica .
Y al ser, en su mayoría, arrastrados por un movimiento revolucionario
d-e un matiz intelectual muy diverso del que habían concebido inicial -
mente, carecieron de los motivos políticos que hacen experiment ar la
urgencia de una historia revisada".
11 I
Volumen IX
373
como una fórmula escolástica. En general -entonces- esa his-
toria no les interesa".
Se advierte así , que la crítica de los revisionistas, en este
punto, es basta,nte completa y que ella deja entrever un ataque,
no sólo a los libros de texto, smo también a la orgq.nización de la
enseñanza de la historia.
IV
Estudios Americanos
374
sona civilizaá.a puede repudiar), sino porque equivocaron tanto el ca-
mino, que no lograron su propósito y, en cambio, transmitieron a sus
<:ontinuadores el h.ábito opuesto, d,e la reverencia por el argumento
d_e autoridad y la superstición de la cosa juzgada" (lrazusta). ·
'Volitmen IX
,375
ricano de Mitre al exterminár a casi todos ltos paraguayos para ense-
ñar a los :sobrevivientes las ventajas del libre cambio y del sistema
constitucional de equilibrio de poderes".
·•'Por eso los liberales del siglo XX han tenido que recurrir al
escamoteo de la verdad" atribuyéndoles a "los próceres de ayer un
tip'o ,de patrioti,s mo que no tuvieron. Pará ello ocultaron sistemática-
_mente lo que fué la razón primordia,l de su poHHca. Ese fraude es
lo que se llama tradición liberal argentina" -(Rosa).
He aquí las razones po.r las que Irazusfa había afirmado que
la tradición liberal argentina se fundó sobre bases deleznables.
Este autor t½rmina su contestaci_ón al punto presente abriendo
varios inerrogant'es sugestivos. Dice:
"¿ Qué pensar de ·una tradición llamada liberal que llegó a proyectar
el castigo de la bl,asfen1ia contra los próceres (contra los que lo fueron
aunque ellá :no los considera-s e tales), después de fiaber derog¡ido el
delito de blaisfemia c'onitra Dios, y que sigue escarbando en · la cocina
política de Rm,a:s los tachos que en fos •s ubsuelos de cualquier régimen
están Henos de basur,a? ¿ Que hace del complot d'el -s ilencio su p,rinc1-
pal argumento contra la ,tesis de sus impugnadores? ¿ Que -clama por
la libertad de prensa -cuando está en la par.té angosta del -e mbudo y la
niega a .5us adversarios ,c uando est,á en la parite ancha del mismo?".
Vl
Las opiniones de los autores revisionistas sobre su propia
Estudios Americaños
376
posición ante la histor~a argentina nos acer,c arán al concept'o de-
finitorio del mismo. El revisionismo argentino es, dice Ibarguren,
Volumen IX
::377
Rosás, adelantó. osados conceptos _q ue nuestra generadón elaboraría
pocos iaños más itarde. La revisión de la historia argentina, a partir
de 1930 (y a favor de la;s vicisitudes políticas que, desde entonces, no
cesaron de envolver al pafr) como un hilillo de agua {que) nacido
entre altas breñas recoge, al bajar al llano, las aguias afluentes y 1lu-
viás, se transformó en el torrente caudalOl'So que hoy se 11ama . revi-
sionismo".
Estudios Americanos
378
del de Gálvez -con lo que ,e stos dos autor,e s querían probar el
triunfo del mismo- porque afirma que "en la conquista del gran
público para los fines que debemos perseguir, hemos adelantado
mucho menos de lo que ambicionamos".
QÜeda así delimitada, por boca de ellos mismos, la posición
de los autores revisionistas en la historia argentina, cuyas últimas
aclaraciones se verán en las respuestas al siguiente punto.
VII
"un enfoque tan distinto tiene que producir necesariamente una diver-
gencia ab, oluta en la apreciadón del ,p asado. Bs f.ácil comprenderlo:
muciios hombres que estaban IIl¡Uy bien, considerados deS<l.e el libera-
lismo, están, en cambio, muy mal si los vemos con, criterio iargentino, ·
por ejemplo, lo,s unitarios aliados a Francia pará traer Ja civilización
en 1839. Otros, que d0sde un punto ce vista liberal eran muy ob}e-
ta:bles, estudiados con un criterio nacional resultaron grandes figuras:
como Rosas, que gobernó con 'la suma del poder pero defendió admi-
,r ablemente la soberan:a".
Vol1tmen IX
379
fía) con lo que, evidentemen,te,· los fundadores del liberalismo argen-
tino no fundaron un .régimen de libre discusión, ni legaron una tradi-
.ción de libertad".
·VI-11
Estudios Americanos
380
e) Los marxistas
Volumen IX
381
Y la polémica (y la historia) serv1ran mientras giren en pro-
-cura de esos objetivos. La lástima será que, de conseguirlos, pre-
·v emos que caeríamos otra vez en la historia oficial, aunque, claro
est~, esta vez será más libre y argentina: la historia oficial
comunista, escrita por la nueva Academia que presidirían Ramos y
Puiggrós ...
11
También estos auto¡-;es niegan que haya una historia argentina
..complefa, o sea, todavía no se ha -e scrito una obra -con ese carácter.
Ello ocurriría, según Puiggrós, porque aún la producción histórica
.argentina no ha descubierto "las leyes objetivas" a las que obede-
ce "el desarrollo político, social y económico de un país". Y según
"Ramos0 porque la que existe es parcial, ya que fué escrita "por los
-usufructuarios porteños de Caseros, -e n primer lugar por Mifre,
·repres,e-ntante de la burguesía comercial de Buenos Aires".
Pero no desesperemos. Ya tendremos los argentinos una bis~
~toria bien completa, una historia como para enorgullecernos. Es
-que no debemos olvidar que "las nuevas fuerzas sociale-s actuantes
en la Argentina, la clase obrera en primer lugar, han abierto ~1
camino para reescribir y r-e interpretar los hechos del pasado de
-acuerdo ~con un punto de vista genuinamente nacional" (Ramos).
¿ Significará esto que también en hisforia, la salvación vendrá por
·Jos obreros?
Y,. atención, esa será la única historia científica. Porque, según
·Puiggrós, no hay otra manera de hacer historia ya que "el punto
•de vista científico en la historia es dado por los historiadores que -
- s e ubican en la posición de la clase obrera, vale decir, que aplicán
,el materialismo dialéctico a la historia".
Con lo cual, todo está solucionado. ¿ Dificultades y problemas
:de todo orden -personales, bibliográficos, patrióticos, de criterio,
de edición, económicos- como exponían los revisionistas y los
-liberales? N ad~, señores, he aquí la panacea: · ubicarse, mirar y
juzgar todo, absolutament'e todo, desde el punto de vista de 1-a
-clase obrera. Así se escribe la hstoria. Y nada más.
11 I
A esta cuestión ha contestado solamente Puiggrós. Pero es
~ ufi.ciente. Porque insist'e en que "la bondad y eficacia de los ma-
Estudios Americanos
382
nuales ... depende del grado de adelanto alcanzado en la investiga-
ción e interpretación científica de la historia". Y ya sabemos cuál
es la única interpretación científica posible, la de la clase obrera.
Pero agrega algo más, con lo cual , y con perm1so del Partido,
no estamos de acuerdo. El cree ·
"que en los últimos añoc; se registran progresos importantes en este
sentido ya que los manuales que se emplean en la enseñanza suelen
reflejaT, en la mayoTía de los casos, las cbnquista,s .de nuestro pueblo
en el terreno de la independencia económica, la soberanía política y la
justicia ,social, en contraste con un pasaido de dependencia e inferioridad".
VI
Volumen IX
383
a esá atrevida tentativa provinciana" ... "La medida nacionalizadora
de U rquiza al tocár la intangibilidad de las rentas aduaneras:, que per-
tenecían en .realidad a la nación entera, levantó en armas a :los porteños ;
Mitre fué su poeta y su profeta. ¿ Mitre organizador de la Nación?
En 1854, icen el apoyo del capital europeo, el traductor del Dante sepa-
raba a J3uen'os Aires . de la Confed~ración Argentinra y creaba un Estado
independiente y soberano" cuya base económica "era un despojo: la
Aduana y sus r,e ntas". Pára no entregar al pueblo argentino los ingresos
ad!uaneros Mirt:re, · junto con :los hacendados y comerciantes de Buenos
Aires, prefería de:strui,r la unidad nacional".
,Volumen IX
385
que estaba también Alem comprometido con los int'ereses de los
"hé!,cendados y ,comerciantes de Buenos ✓ Aires"?
Y en cuan fo a que "Roca y los intereses nacionales" hayan
impuesto la "federalización de Buenos Aires" ; esto sí que es im-
. posible áceptarl0¡, por falso. Porque la -c onsolidación de la oligar-
quía y de la entrega de la e,conomía nacional se realiza justamente
. durante el gobierno del sucesor· de Avellaneda. Y es precisamente
entonces cuando los intereses de los grandes estancieros, apoyán-
dos•e •e n •el gobierno, se aúnan con. los de los ingleses que contro-
larán toda la exportación y que mediante los empréstitos, los ferro-
carriles y la venta de tierras se conviert'en en verdaderos dueños
de nuestra ·e conomía. ¿ Roca con. los intereses nacionales? ¡No !
Estudios Americano-$·
-{8)
386
Pero vuelve a insistir en lo que ya n9s ha dicho más arriba:
el mitrismo es la entrega y Roca, con quien se reinicia "la genuina
tradición liberal argent'ina ... salva .lo. que puede- salvar" .
Es de sentir, verdaderamente; que~ en ningún caso nos dé
Ramos las pruebas por las cuales Roca habría sido un medio
: salvador· de la Argentina ·y s'u. gobierno, el que organizara el país.
Creemos ·que le va a ser difícif hacerlo porque todos los hechos.
están en contra de esa hipótesis. ·
VI
VII
·Volumen IX
387
unitario, llegó a ser el jefo indiscutido del partido federal sin
cambiar de dase. ¿ Y Alvear, García, Sarratea¡, flor y nata del par-
tido direcforial ( antecedente del unitario) cambiaron de clase cuan-
do sirvieron en las filas del Restaurador?
Lo que ocurre, entonces, es que nuestro proceso histórico no
se desarrolla a través de contradicciones y me_n os si éstas son las
que presenta Puiggrós.
El cree que "es un anacronismo repetir hoy la polémica entre
unitarios y federales" porque "tan reaccionarios son los que· rei-
vindican a Rivadavia para atacar a Rqsas, como los qu~ reivindican
a Rosas para atacar a Rivadavia" .
.Pero de esto no s·e trata. Como vimos al analizar las respuestas
de los dos grupos anteriores, no son simples -figµras las que est'án
en juego, son política -e- ideas,, organización y planes de defensa
y crecimiento del país; son, en definitiva, los conceptos fundam en-
tales básicos que hacen a la esencia de una nación.
VIII
I
Este autor afirma, contra todos:
Estitdios Arner-icano$
388
"No creo en la conveniencia de poiemizar. Toda polémica divide y
exacerba las pasiones, sin contribuir por sí misma a un conocimiento
más profondo. La diEcusión no es clima propicio para investigar ... La
historia polémica provoca enconos a veces i,r reparables y se convierte
a la fuerza en un alegato ... ".
Volumen IX
389
VI
Estudios Amer·icano.s
390
"causas fundamentalmetllf:e políticas han originado esa tendenci:i recti-
fi<:adora". "Pero tanto los defensores como los enemigos de la dictadu.ra
han sido, por lo general, hombres de ;partido que convirtieron a la
historia en vehkulo de sus pasiones·, para sostenerlas y difundidas.
La política _se sobrepuso ia la investigación exacta del ¡pasado, de tal
manera que, en el fondo, el debate gira en to.rno a distintas concepciones
políticas".
VII
Volumen IX
391
VIII
Posiciones irreconciliables
Estudios Am.'!rican.os
392
ble.mas que afectan hoy a la historiografía argentina. Como tio la
líay tampoco respecto a la posición definida que caracteriza a los
grupos más importantes. .
D~jando de lado;, por escasamente ilustrativa de .esa situación
y por no representar más · que su .aislado y a la vez dem~siado
"compr-e nsivo" pensarh lo contestado po·r Zorraquín Becú, nos que-
~an los tres grupos .anteriores.
Los marxistas, por una parte, tratan de aplicar su método
dialéctico materialista y su criterio científico dado por la posidón
de la clase obrera a nuestra historia. La validez de su int'erpreta-
ción ·e stá dada por las flagrantes contradicciones en que caen al
aplicarla a la comprensión de nuestro pasado y por las pin; etas
int'e·l ~ctuales que tienen que hacer, obligadamentei, si quieren su..:
per.ar los mismos baches que el empJeo- de aquellos métodos y cri-
terios les crean.
Por lo cual, su interesada intervención en la historia argentina
no es más que su afán de ver si pu;den cohonestar la posición
política actual de ,ellos y de su partido con el pasado nacional,
para así tener el soporte básico para seguir en su lucha. Y por
eso mismo, ellos. que en rigor no han he,c ho ni harán nunca una.
historia y una política arg,ent_ina, se .sirven, mientras le vengan
bien, de las -c ondusiones y los juicios de los de~ás historiadores.
Y, como éstos, están en río revuelto¡, ellos , hábiles pescadores ,.
pueden sacar ganancia.
En ·resumet1i, entonces, digamos que sin negar que alguno~
marxistas puedan confribuir -más que lo que muestran las res-
puestas de Puiggrós y Ramos,..._. con estudios par-ciales interesan-
tes , hechos sobre todo acerca de cuestiones económicas, su int'.erés·
y su posición política fo.s someten a usar la historia argentina para:.
los fines y los propósitos de su partido.
Los revisionistas, a su vez, es innegable que han hecho apor-
tes valiosos a la historiografía nacional. Su deseo de _super.ar las
condusiones y los juicios de los historiadores liberales los han
llevado a •e stablecer -cayendo a :veces en exageraciones y parcia-
lismos- un criterio nacional para enfocar los hechos mediante
cuya utilización han producido notables trabajos históricos en los
que la verdad ha sido restaurada.
No han conseguido, salvo excepciones, completar con aquel
criterio una visión g_eneral de nuestro pasado. Y muchos de ellos-
no han· proseguido en una labor seria de invest'igación que hubies e
dado solidez a trabajos ·q ue apuntaban como brillantes. Por otra
Volumen IX
393
par.te, 1á esc1s10n entre revisionistas formalistas y ' revisionistas
realistas, como apuntaba Irazusta¡, es un hecho.
· Pero, con todo, -el revisionismo se ha ganado su lugar en la.
historiografía argentina. Y si aun no ha dado su batalla definitiva
es de creer, y de desear, que apµntalando posiciones mediante una.
caaa vez más urgente labor seria de estudio e investigación, pue-
da contribuir desde el plano histórico a la tarea de recuperación
na-cional que el país necesita.
Los ·historiadores liberales, que se han visto combatidos espe-
cialmente por los revisionistas¡1 permanecen encerrados en su posi•-
ción. Defienden lo que consideran verdad con la misma pasión con
que sus rivales lo atacé.!-n. Su criterio y su tabla de valores para
enjuiciar el pasado no e-s tán en crisis, totalmente, desde el momen-
to en que no han aceptado de plano las conclusiones de los revisio-
nistas. Y si bien muchas de éstas han hecho impacto, ellos han
esquivado la discusión sobre las mismas pasando a mostrar, para
seguir con adeptos fácilmente impresionables, los trapos sucios de
rojo de los gobiernos que no les gustan.
Por otra parte, tampoco han avanzado en la investigación~
Y se han conformado con la situación ,e spectable a que han llega--
do, justificand~ desde ella a todos sus predecesores políticos de
su misma ideologíc1¡. sin ahondar en la acción política de éstos.
Que, de haberlo hecho, por sí mismos podrían haber llegado a po-
ner en cuarentena todos sus dogmas, desde el del progr-e so indefi-
nido y la civilización a la_inglesa, hasta el de -Mayo y la revolución
liberal. Como nada de esto han efectuado, están en lo de siempre,.
que es decir, lo de antes. Pero con una nota importante. Que
mientras no cambien su historia habrá11 perdido para siempre la
posibilidad de decir la última palabra sobre nuestro pasaclÓ nacio-
nal. Porque cada día interesa menor oir el monocorde acento de
sus alabanzas y sus vituperios.
Conclusiones importantes
Estudios Americanos
394
ríos; 4 )1 que no hay ningún libro complet'o que relate lo ocurrido
entre 1853 y 1900; 5) que, pese a lo afirmado por alguna excepción
notable, la verdadera tradición argentina es la liberal y los libe-
rales han construído nuestro país ; 6) que es necesario re-chazar
el revisionismo por lo reaccio_nario de su posición y por ser par-
cial en sus conclusiones (pese a que algo acepten de lo escrito por
los revisionistas acer,ca de Rosas) ; 7) que aunque muy poco digan
los liberales acerca de las divergencias que los separan de los re-
visionisfas,, hay puntos concretos en que se levanta un abismo
entre ambas posiciones ; y 8) que, aceptando una re spuesta inter-
1
Volumen IX
395
gentino hoy sí posee los elemento-s para adquirir una verdadera
formación hist'órica.
Confesamos que no queremos pecar de arriesgados st de.
acuerdo a las respuestas apuntadas anteriormente, nos permitímos
sacar las siguientes conclusiones generales en las que se puede
apreciar, primero, el acuerdo en aiguuas cuestiones, y se·g undo, las
diferencias fundamentales.
La •c oncordancia consiste en lo siguient'e; dicho esto, insisti-
mos, en forma general; 1) tanto liberales como revisionistas y
marxistas aceptan y creen útil la polémica; 2) todos e•s timan -ló-
gicament't;, cada grupo desde su posición- que no hay una historia
argentina completa y satisfactoria; _3) que los manuales y textos
son deficientes; 4) que no hay un · libro que relate bien todo lo
ocurrido entre 1853' y 1900; y 5) que el pueblo argentino puede
alcanzar una formación histórica de sentido nacional. ·
A -su vez, las diferencias que separan, definitivamente, a revi-
sionistas, liberales y marxistas, son las siguientes : 1) que mientras
los primeros niegan lo beneficiosa que haya sido para el país -la
acción política de los liberales, los hist'oriadores de este color polí-
tico la aceptan y la ensalzal'l¡, mientras los comunistas la creen
progresista y aceptable con reservas ; 8)1 que los liberaíes niegan
la necesidad de revisar el pasado con criterio nacional que propo-
nen los revisionistas1, en fanto que los marxistas creen · que esa
tarea es sólo útil -respecto de cualquier época histórica- si sirve
para cohonestarla con la revolución ; y 3) que mientras para los
revisionistas es fundamental la divergencia, ya que no puede ha-
ber acuerdo posible, los liberales parecen entender, o dicen, por
lo menos, poco de esto y los comunistas tratan de superar la dis-
cusión por considerarla inútil.
Impresión final
Estudios AmeríctJnd.i
396
Por otra parte, s-e ve con claridad que la estricta discusión
sobr~ el pasado argentino sigue en pie y que los mejores antece-
dentes para pod~r concurrir a ella siguen estando entre clásico&
y revisionistas, ya que a los marxistas les falta mucho para colo-
cars-e en la perspectiva histórica de los verdaderos problemas de
nuestra pa fria.
Queda, por fin, hecha una constatación más de las diferentes.
posiciones, ideas,. conceptos, que hacen a la historia política, sociai
y económic"a de la Argentina, las qtie, si interesantes siempre, más
eficaces serán a medida que los mismos consultados, ahondando
en el estudio de la historia nacional, entiendan que su labor incum-
be a la esencia· misma del país.
Volumen IX
CRONICA
,
NOTI-CIAS
1
~~ 'Jnstituto 7'Jacional de Bellas Artes, los llamados Pestivales
· ·~ Dramáticos Regionales, que se realizarán por todo el te-
. ~ ~ rritorio mejicano y finalizarán en la capital en un Con-
. ~~r/2 r) ~ curso 7'Jacional de Teatro, concediéndose importantes pre-
'~ ~ mios a compañías, autores, directores y actores de Teatro.
***
f.a Universidad 'Hispanoamericana de Santa .?W"aría de f.a Rábida
ba anunciado su XIII Curso que tendrá lugar entre el 8 de Agosto y el 19
de Septiembre próximos. En dicho curso se proyectan, además de un temario
.de lecciones sobre historia de América, una serie de seminarios y uarios colo-
.quios sobre diversos problemas de actualidad hispanoamericana.
***
Entre 1937 y 1945 la población total de 'Hispanoamérica ha aumentado
más de 50 millones (de 119.169.000, a 169.95 2.000 habitantes), según infor-
mes de la Oficina de Estadísticas de las 7'Jaciones 'Unidas. _En cambio, en el
mismo período de tiempo, la de Estados 'Unidos solamente ha aumentado 33
millones (de 128.126.000, a 162.000.000). f.os mayores aumentos nacionales
iban sido: Brasil, 18 millones, :JWéjico, 101 Argentina, 5 1 Colombia, 3,5 1
·1/enezuela y Perú, más de 2 millones de habitantes.
Estudios Americanos
401
***
.Ante la reorganización masónica de yuatemala y los ataques contra la
Jglesia, el .Arzobispo JW"ons. yarda Rosell ha declarado que «La Jglesia no
busca privilegios, sólo reclama libertad para cumplir su obra religiosa, moral
y social» y señala el espíritu antirreligioso de los masones en toda la historia
guatemalteca.
* **
El 31 de Enero, en la J=acultad .de Letras de la 11niversidad [aval
(Canadá), se ha inau51urado una Biblioteca J-lispanoamericana constituída
principalmente por volúmenes que han donado los gobiernos de España, Por-
tugal, Brasil y otros países de América.
***
Dos europeos y un venezolano -Jorge yori, Eduardo :Francis y Seka
Severin- resultaron galardonados con los premios nacionales de pintura,
escultura y artes aplicadas de 1íenezuela, respectivamente, entre los doscientos
artistas de diversas nacionalidades que concurrieron al decimosexto salón
anual de arte, inaugurado a finales de :Febrero.
* * *
Según recientes datos publicados por la prensa, el :Ministerio de Educa-
ción venezolano se propone establecer una red de escuelas técnicas por todo el
país. El proyecto comprende un Jnstituto experimental en Caracas, que tendrá
a su cargo la enseñanza de profesiones ligadas al comercio. Se incluyen tam-
bién escuelas de artesanía en diversos lugares del territorio y una de minas en
Ciudad Bolívar, esperándose que el proyecto sea realidad en 1956.
* * *
Bajo los auspicios del Ministerio de .Asuntos Campesinos de Bolivia y
el Servicio Cooperativo 'Jnternacional de Educación se ha organizado el Semi-
nario de Educación :Fundamental, cuyas labores tienen excepcional importan-
cia en la educación del indígena boliviano.
* * *
Como parte del :Festival de .Arles Contemporáneas de la 11niversidad de
'Jllinois se está celebrando una exhibición de pintura y escultura americana
Estudios American~
402
,actual, que es 1a séptima de las celebradas. Estas exhibiciones son ahora bie-
nales, y se han convertido en una de las más importantes ocasiones de admi-
rar el arte americano fuera de la zona oriental del país.
***
.A partir de Marzo, la 'Universidad Central de 'Venezuela inaugurará _
-un ciclo de conferencias semanales que tendrán de duración el tiempo del año
académico. El Rector ha declarado que el nuevo programa de extension cul-
-;tural está destinado a exponer los orígenes de la cultura venezolana y estará
.a cargo de profesores de la 'Universidad.
* **
La 'Yederación de Estudiantes 'Universitarios de J\luevo León ha cele-
_brado su Primer Congresu en Monterrey (Méjico). El temario de dicha reu-
-nión abarca numerosos aspectos relacionados con la vida universitaria de
.,dicho estado . Especialmente se ha preocupado por definir el nuevo tipo de
"estudiante que requiere el desarrollo social y cultural de Méjico.
***
Bajo los auspicios de la Casa .Americana de )t(adrid y el )t(useo Ca-
-nario se ha desarrollado en Las Palmas de yran Canaria la Semana de
Cultura J\lorteamericana, en la cual distinguidos "intelectuales han dado a
.conocer los aspectos más destacados de ese país: arte, literatura, música, eco-
-nomía, etc. Entre los participantes figuran el hispanista norteamericano Doc-
-tor Lewis 'Hanke y nuestro colaborador el Dr. 'Yernando de .Armas Medina,
4uien se ocupó de los primeros colonizadores españoles.
J7olumen IX
Grupo Peruanista
Estudios Americanc,,j
404
venutfo Murrieta (Costumbres virreinales en la República),, Gus-
tavo Pons Muzzo (sucesos peruanos entre el segundo gobierno
de Castilla y la guerra del Pacífi co , ; S) "Filología y Geografía":
Teodoro Meneses (Autos Sacramentales Quechuas del s.i glo
XVIII)! y Javier Pulgar Vidal (Geografía del Perú); 6) "Pro-
blemas teóricos de la Historia": C. D. Val-cárcel. Por mot'ivos di-
versos, dejaron la institución los doctores Zevallos Quiñones y De
la Puent'e Candamo. Como nuevos "Miembros de Número" fueron
después nominados los Drs. Alberto Tauro (Historia republicana
y Bibliografía), Ricardo Arbulú Vargas (Bibliografía y Biblio-
te,c onomía), Luis Jaime Cisneros (Historia de la lengua en el
P ,e rú y crítica interna de textos• hist'óricos coloniales),, Bolívar
Ulloa (Historia limítrofe del Perú) 1• Juan Vicente Ugarte del Pino
(Dere-c ho virreinal), Alejandro Hernández Robledo (Ensayos sobre
aspectos histórico-pedagógicos), Juan B. Lastres (Hisforia de la
Medicina en el Perú), Raúl Riv'=ra Serna (Historia inicial de la
República y Paleografía), y José V élez Picas so (Historia del
periodismo nacional e Historia local de lea )l. La bibliografía de
cada uno ·de los citados Miembros de N Úniero de la S.. P. H., insér-
tase en la parte final de la revista "Documenta" --órgano de· la
Sociedad--=-, con añadidos complemenfarios en cada nuevo volumen.
La "iSocieidad Peruana de Historia" tiene "Miembros corres-
pondientes" en el Cusco, Puno, lea y Arequipa, que contribuyen
con noticias de historia lo-cal muy importantes. y-asimismo en los
siguientes países: España, Alemania, Francia, Italia, Argentina,
Estados Unidos de Norteamérica, México , Chile, Ecuadorb El Sal-
v~dor y Honduras.
Su actual Directiva es la siguiente: "Dire-c tor", Dr. C. D. Val-
cárcel; "Secretario General", Dr. C. Radicati di Primeglio; ªSe-
crefario de Actas", Prof. R. Arbulú Vargas ; "Secretario de la·
Revista" _. Dr. A. Tauro; "Archivero-:B ibliotecario", Dr. R. Rivera
Serna; y "Tesorero''¡. Prof. A. Hernández Robledo.
1Son a-ctividades principales de la S. P. H. : a) "Sesiones Aca-
démicas", donde -<::ada Miembro de Número o Miembro Correspon~
diente diserta sobre un tema, que pasa después a ser discutirlo poí
todos los Miembros asist'entes; . b) "Publicaciones'\ constituídas
por .la "Bibliot,e ca", con sus Series de "Monografías" y de "Re-
gistro Hftstórico" (la primera, ha publicado cuatro libros: l. "Us-ca
Paucar, traducción y estudi~ filológico de un auto sacrament'al
religioso en quechua del siglo XVIIIi, por T. Meneses; 2. "Cró-
nicas Perdidas, Presuntas y Olvidadas sobre la Conquita del Perú",-
Vofamen IX
405
breve estudio crítico por Raúl Porras Barrenechea; J. "Introduc-
ción al est'udio de los Quipus", el más importante ensayo escrito
en América sobre el Quipu, su sentido histórico y la perspectiva
actual de los problemas que su estudio plantea; y 4. "Ignacio de
Castro1, humanista tacneño y gran cusqueñista (1732-1792) ", es-
tudio biográfico y crítico de un teólogo, hisforiador y pedagogo
peruano del siglo XVIU, por ,Daniel Valcárcel; mientras la segun-
da, ha impreso un volumen denominado: "Libro de Oposiciones
de la Universidad de San Anfonio del Cusco ( siglo XVIJI)I", públi-
cado con introducdón y notas de Daniel Valcárcel, básico para
el conocimiento de la historia universitaria cusqueña durante el
período virreinal borbónico ) 1, y la "Hemeroteca" (hasta el presente,
constit'uída por tr_es tomos de la revista "Documenta", de 1948
a 1953, con una extensión que· varía entre 600 y 1.000 páginas) ; 12
e) "Comunicados" públicos de orientación histórica o arqueológica
~n sus diferen~es variantes; d) "Correlación" ,c on entidades •si-
milares, peruanas o exfranjeras, y planeami_e ntos de certámenes,
como el del Primer Congreso Internacional de Peruanistas (Lima,
1951)1, iniciativa de la S. P. H. que tomó y realizó -el Instituto de
Historia de la Faculfad de· Letras de la Universidad Nacional Ma-
yor de San Marcos ; y e )1 recepciones a sus Miembros Correspon-
dientes y a Historiadores, con el propósito de lograr Ull' inter:-
cambio ac-e rca de temas que -profesionalmente interesan a la So-
ciedad y debafir los modernos planteamientos frente a la rutina
tradicional.
,De esta manera, la "Sociedad Peruana de Historia" -for-
mada por el grupo pe·ruanista - antes citado- persigue un incre-
ment'o del auténtico conocimiento histórico -no el de- la opinión
audaz u ofuscada-, el cultivo de un bien entendido "peruanismo",
allende lamenfables extremismos extranjerizant,es o indigen.i stas,
actit'udes ambas que vician 'en el Perú la posibilidad de un objetivo
estudio de -nuestros problemas, históricos y sociales, y pre-coniza
una justa comprensió11¡, un balance _e spiritual equitativo y sereno
enfre lo nacional y lo continental y universal, como seguro camino
para la .interpretación, de los problemas historiagráficos del Perú
antiguo y moderno. A la etapa pre-crítica de los estudíos peruanis-
tas, debe seguir una etapa crítica; a la opinión inconsistente, la
enunciación epistemológicamente· fundamentada.
2 El núm. 4 ,se encuentra en preparación.
Daniel V-alcárcel
Estudios Americanos
Ideas ajenas ·
iB
campo argentino en la época siguiente al período roquista.
Este es el punto de partida de un trabajo sobre el novelista
=~
'{f. argentino publicado por David 'Viñas en el número XL VI
~ de CuLTURA UNIVERSITARIA, de Caracas, con el título de
.Benito f.yncb y la Pampa cercana». Correlativamente a
- las nuevas condiciones surgidas en el panorama argentino
de principios del siglo XX, el gaucho empieza a perder su carácter nómada
para transformarse en elemento sedentario no heróic9. .Así, en la obra de
Lynch no están presentes de manera permanente el desierto y la soledad -ele-
mentos épicos que convierten al gaucho en símbolo-, pero aparece en cambio
el juego dramático en el que el gaucho intenta casi siempre sin éxito, integrarse
en la comunidad. Por eso la problemática de Lynch gira en torno a la ade-
cuabilidad de la pampa ante lo social. En este sentido analiza 'Yiñas los- lf-
bros más significativos del argentino, desde «Los caranchos de la :Florida» y
«.Raqueta», a «Las mal calladas» y «El inglés de los güesos», para terminar
en «El romance de un gaucho» extensa obra que resume todas las constantes
ael novelista pampero: ámbito social de la estancia, fracaso amoroso del hom-
bre del campo, pérdida del elemento épico y presencia de la ciudad y los va-
lores urbanos.
* * *
'Un protestante norteamericano, .7vtorrison, ha escrito últimamente que
«la tendencia a la división, característica de todo el protestantismo, es verda-
Estudios· :American.o-¡
408
deramente excesiva en los Estados Unidos». Con esta frase, inicia J. .A. 1-Tar-
don S. ']. un trabajo titulado « Desunión en el protestantismo americano» que
aparece en LA CivILTA CATTOLICA de 1. de enero último.
0
Volumen IX
409
* * *
El número 53 de D1NAMICA Soc1AL (Argentina) inserta el trt:1bajo de
Carlos E. 'Yon :Merck titulado «El grito de los desconocidos ». Estos descono-
cidos representan a los países hispanoamericanos frente a la actitud de los
E. U. La política yanki no ha hecho nunca nada positivo por elevar el nivel
de vida de sus vecinos continentales mientras que riadas de dólares se destinan
a Europa y Asia. Examina el autor distintos puntos de vista acerca del por
qué de tal negligencia, que atribuye sencillamente a una voluntaria posición
de desconocimiento estimada conveniente por los artífices de la política. La
opinión pública, creada por la propaganda bien dirigida, sería necesaria para
lograr el conocimiento directo de la . verdad y los problemas hispanoame-
ricanos.
· Pero es hora ya de que se comprendá en los círculos dirigentes, que los:
vecinos continentales constituyen «un buen socio » con suficientes recursos ma-
teriales, cfue pueden reclamar el primer puesto de atención para una política·
decisiva continental. El momento es crucial, pues J-Uspanoamérica, con ingen-
tes reservas y posibilidades, es un poder en gestación y su actividad en el
futuro depende en gran parte del trato cfue se le otorgue hoy. .?Wás aún: el'
aspecto social de la mayoría de estas naciones constituye una ventana abierta·
al comunismo. io_s Estados Unidos no deben ignorar esta situación alarmante
.de un comunismo que ya muerde el Continente, aunque la Conferencia de Río"
pone de manifiesto que persiste tal actitud. •. -
* * "*
El MERCURIO PERUANO n.º 332 de Lima, publica un artículo de César·
Pacheco 'Vélez sobre «La Emancipación del Perú y la Revolución Burguesa ·
del Siglo XVIII». 7'Ji la circunstancia económica, ni la . ideología, que son
los dos. primeros elementos para tipificar· la existencia de un grupo social,.
aparecen lo suficientemente claros y homogéneos en los prohombres de la
emancipación del Perú, como para hablar de un grupo burgués propiamente-
dicho. En cambio, un rasgo más saliente es la peculiaridad afectiva, que se
E studios A mericano-s.·
410
Volumen IX
.
Ejemplar: 17 ptas.
Suscripción anual: 150 ptas.