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ETICA Y RESPONSABILIDAD EN LA GESTIÓN PÚBLICA

Parra, Román*

Resumen

El presente artículo pone de manifiesto la relación entre la ética y la responsabilidad motivo


por el cual, en un primer momento, explica qué se entiende por ética y ética pública para,
seguidamente, ocuparse de analizar el comportamiento del servidor público, entendido
como aquel individuo que pone en práctica la ética pública, activando y actualizando los
lineamientos éticos a través de su actitud de servicio. A continuación, se define el concepto
de responsabilidad en el marco de la gestión pública, se toma en cuenta el aspecto la
rendición de cuentas. El sustento teórico está basado principalmente en Bautista (2009),
Álvarez (2007), Bautista (2010), Larez Martínez (2010), Gómez (2009), Scheldler (2005)
Huges (2003) entre otros. El artículo se realizó bajo un diseño documental cuyas
conclusiones arrojaron que el estado debe ser garante de la formación ética de sus
funcionarios lo cual representa un alto porcentaje para obtener una gestión pública efectiva
y de calidad ya que le permitirá a estos cumplir a carta cabal sus responsabilidades.
Palabras Clave: ética pública, responsabilidad, gestión pública, servidor público

RESPONSIBILITY AND ETHICS IN PUBLIC ADMINISTRATION


Parra, Román*

Abstrac

Philosophy is the basis for the development of the sciences and allows the
necessary reasoning at the time of posing research problems that lead to their
solution, allowing the use of methods that facilitate the verification of the results
obtained and the search for new knowledge. The Administrative and Management
Sciences, since their configuration, have been incorporating different paradigmatic
positions for their performance; however, when asked about their object and
method, they are frequently framed within a pragmatic and functionalist vision with
the implications that this entails (Hernández: 2008). On the other hand, as Martinez
(2000) has stated, the end of a conventional science has initiated movements of
theoreticians to reflect on the foundations of the different disciplines. This article
seeks to analyze the theoretical, epistemological and technical problems in the
approach to research in administrative and managerial sciences and the problems
of axiological neutrality in the theoretical and methodological paradigm in the
administrative and managerial sciences.

Keywords: Science, Philosophy, Administration, Management, Epistemology.


*Magister en Gerencia Empresarial, Ingeniero Electricista. romanparrac@hotmail.com

Introducción.

La promoción de la responsabilidad en el servicio público está estrechamente


vinculada con la ética, la cual actúa como elemento revelador del buen funcionamiento del
Estado, promoviendo el comportamiento responsable de los servidores públicos. En este
sentido, la ética pública adquiere dimensiones relevantes al construir una cultura de servicio
público, haciendo de la misma una herramienta esencial en dicho proceso. No es posible
hoy hablar de un gobierno responsable sin requerir una rendición de cuentas clara y precisa
por parte de quienes laboran en la gestión pública.

Tomando en consideración que la gestión pública es la aplicación de todos


los procesos e instrumentos que posee la administración pública para lograr los
objetivos de desarrollo o de bienestar de la población enmarcada en una carga de
ética y moralidad; entendiendo que la ética es la ciencia que se refiere a todos
los aspectos de la moralidad en la forma de actuar de las personas. La Ética
pública es una ciencia práctica debido a que incluye principios generales y
universales sobre la moralidad de los actos humanos realizados por el
funcionario público o del servidor público.

De acuerdo a lo anteriormente planteado, se presenta en este artículo


la gestión pública desde el punto de vista ético atribuyendo al funcionario
público la capacidad decidir adoptar actitudes en el cumplimiento de sus
labores con ética en el cumplimiento de sus responsabilidades y poniendo
de manifiesto que esto se ha de reflejar en el proceso de rendición de
cuentas que éste debe cumplir de acuerdo con lo establecido en las normas
y estatutos legales de la administración pública.

Ética y Ética Pública.


En la administración pública, la ética tiene hoy en día una importancia
capital pues en sí misma la acción pública es una actividad eminentemente ética.
Esto se debe a que la administración pública sirve con objetividad a los intereses
generales y, por ello todo el quehacer público sobre todo de los que dirigen y
están al frente deben estar imbuidos de esta lógica de servicio. De servicio al
pueblo, a toda la sociedad de manera objetiva y racional de manera que es
enemiga del subjetivismo y de la expresión más soberana de la ausencia de la
razón y de la arbitrariedad. Apoyando lo referido anteriormente, Rodríguez (2013),
menciona que ese servicio objetivo debe realizarse para la mejora de las
condiciones de vida del hombre y posibilitar así el libre y solidario desarrollo de las
personas; al servicio del interés general, que es el interés de todos y cada uno de
los miembros de la comunidad.

La palabra ética proviene del griego ethos, que significa costumbre, hábito.
En latín, la palabra costumbre se designa con el término mos, moris, que también
se traduce como moral. Con base en estas etimologías, es común llamar moral a
la ética. El carácter moral expresa el modo de ser del hombre por medio del cual
éste conoce, juzga y actúa justa o injustamente. La costumbre acompaña a la
condición humana y va forjando la conducta humana. Moral y ética hacen
referencia por tanto al modo de ser de las personas .

La ética lleva consigo elementos que los ciudadanos comparten, sea cual
sea su creencia religiosa, su relación familiar, su profesión, su oficio; elementos
comunes que ayudan a la sociedad a vivir en armonía conforme a principios de
justicia, libertad, igualdad y solidaridad a fin de hacer más satisfactoria la
convivencia humana.

Cuando la ética se aplica y se pone en práctica en el servicio público se


denomina Ética Pública, también llamada ética para la política y la administración
pública. De acuerdo a lo planteado por Bautista (2009), la ética pública señala
principios y valores deseables para ser aplicados en la conducta del hombre que
desempeña una función pública. Esta disciplina ofrece al servidor público un
conocimiento que lo lleva a actuar de una determinada manera en cada situación,
ofreciendo auxilio con respecto a la elección de las diversas situaciones que son
convenientes o no para la colectividad.

De igual forma la ética pública, establece los criterios que debe tener en
cuenta todo servidor público para llevar a cabo sus funciones con el fin de lograr
un bien para la comunidad. La ética pública puede comprenderse como un hacer
colectivo, como un proceso en el que tanto la colectividad como los individuos
generan pautas de conducta que posibilitan un mejor desarrollo de la convivencia,
de la autonomía y de la libertad del hombre.

Según Adela Cortina (1997), existen diversos problemas morales con los que
tienen que enfrentarse los funcionarios públicos en su quehacer cotidiano tales
como: la dificultad de tener que atender al mismo tiempo los requerimientos del
gobierno y de los ciudadanos; distinguir entre lo discrecional y lo arbitrario; la
tentación de utilizar el cargo en función de los beneficios propios; la asimetría
entre la administración y el ciudadano; el exceso de burocratización y la falta de
transparencia, entre otros. De ahí la necesidad de crear un clima donde haya una
mayor conciencia de los asuntos éticos prestando una atención continuada al
fomento de un comportamiento humano justo, ya que la ética pública es una
actividad continua, no un estado ideal que hay que alcanzar.

Como se ha mencionado, la ética pública está estrechamente vinculada al


servidor público porque es él quien la adopta y la pone en práctica. Es muy grande
su importancia para una correcta implantación de los principios éticos, por lo que
es necesario detenerse en su figura para ampliarse sobre sus capacidades y
destrezas.

La ética pública y su relación con el servidor público en la gestión pública:

La ética pública es la disciplina que estudia y analiza el perfil, la formación y


el comportamiento responsable y comprometido de las personas que se ocupan
de los asuntos públicos, generando un cambio de actitud en ella al inculcarles
valores de servicio público.
Los valores en la gestión pública son fundamentales porque forman parte
de la cultura organizativa, la cual es necesaria para la conducta del personal al
ayudarle a crecer y a desarrollarse en armonía.

Los valores éticos están presentes en cada actuación laboral y orientan el


comportamiento. La gestión pública es responsable de los servicios que brinda:
salud, educación, vivienda, transporte, alumbrado público, alcantarillado,
asistencia social, mercados, espectáculos públicos, seguridad pública, protección
civil, parques y jardines, turismo, acciones culturales, recolección de basura, etc.
para lo cual debe tener en cuenta los siguientes principios: continuidad,
suficiencia, rapidez, seguridad, economía, calidad, innovación, eficiencia, con el
objeto de hacer de los servicios públicos instrumentos satisfactores de la
sociedad. Un buen desempeño en la prestación del servicio público, con calidad y
eficiencia, ayudará a recuperar la credibilidad y el reconocimiento perdidos por
parte de la ciudadanía. Cada servicio público es llevado a cabo a través del
servidor público, elemento humano fundamental para el buen manejo y
funcionamiento de las instituciones. El personal que labora en ellas facilita el
normal desempeño de la institución al integrarse y desarrollarse en ella, en
beneficio de la administración gubernamental.

Podemos decir que el servidor público es aquella persona que presta sus
servicios al Estado o a la administración pública. Desempeña una función de
servicio por lo que es necesario exigirle el estricto cumplimiento de sus
obligaciones así como el respeto a los derechos e intereses de los gobernados.

El artículo 139,140 y 141 de la Constitución bolivariana de Venezuela reza


con respecto a la administración pública y al servidor público que:

Artículo 139 El ejercicio del Poder Público acarrea responsabilidad


individual por abuso o desviación de poder o por violación de esta Constitución o
de la ley.
Artículo 140 El Estado responderá patrimonialmente por los daños que
sufran los o las particulares en cualquiera de sus bienes y derechos, siempre que
la lesión sea imputable al funcionamiento de la administración pública. Sección
segunda: De la Administración Pública

Artículo 141 La Administración Pública está al servicio de los ciudadanos y


ciudadanas y se fundamenta en los principios de honestidad, participación,
celeridad, eficacia, eficiencia, transparencia, rendición de cuentas y
responsabilidad en el ejercicio de la función pública, con sometimiento pleno a la
ley y al derecho

Según Álvarez (2007), no es un servidor público quien es contratado de


manera puntual y temporal para que preste un servicio público, por el contrario, se
considera servidor público a toda persona física que ha formalizado su relación
laboral con el Estado a través de un nombramiento expedido previamente por el
órgano administrativo competente, que lo faculte legalmente para desempeñar un
empleo, cargo o comisión dentro del gobierno. Los servidores públicos deben
apegar su actuación al marco constitucional y legal, cumpliendo ciertos requisitos
para acceder a un cargo.

Están sujetos a un régimen de inhabilidades e incompatibilidades propias


del cargo que desempeñan para evitar que hagan un ejercicio abusivo de sus
funciones. Cualquier gobernado puede reclamar o denunciar la conducta indebida
por parte del servidor público el cual deberá atenerse a la sanción correspondiente
que determine la Constitución o las respectivas leyes. Los servidores públicos, en
el ejercicio de sus funciones, pueden ejercer responsabilidad política,
responsabilidad civil, responsabilidad administrativa y responsabilidad penal.

Por ello, es importante que el servidor público cuente con personalidad


autónoma y principios sólidos que le impidan realizar actos indebidos o ceder a
propuestas reprobables. Así mismo Bautista (2001) afirma que todo servidor
público que cuente con valores éticos deberá ser una persona capaz de rescatar
el sentir de la comunidad, así como de tomar en cuenta las reacciones de la
opinión pública, los prejuicios, las tradiciones, las idiosincrasias, los regionalismos,
etcétera, de los gobernados

En la actualidad existe una gran pérdida de valores que se ve reflejada en


la administración pública, en el desprestigio de los servidores públicos y en las
prácticas corruptas que en ella se producen, lo cual trae consigo una falta de
credibilidad en el gobierno y una sensación de traición hacia la comunidad. En lo
que respecta al ámbito público, cada gobierno actúa de acuerdo con unos
principios determinados, los cuales se establecen según sea la naturaleza de cada
pueblo, su historia, cultura y tradiciones.

Hay principios que mueven a obrar realizando el bien y otros el mal. La


inclusión de la ética en los programas de formación y estudio de los funcionarios
es una muestra de sensibilidad social que pone el acento en un vivo espíritu
solidario y en el valor de la dignidad humana. Al mismo tiempo, impide la
desnaturalización del servicio público, motiva a la función pública y sostiene la
idea de que el trabajo administrativo siempre ha de ser realizado teniendo
presente los intereses colectivos.

Al observar las actitudes de los servidores públicos hay que recordarles


según Aguilar (2008) que están para servir y no para servirse de la comunidad.
Por lo tanto, la ética es un factor clave para elevar la calidad de la administración
pública mediante la conducta honesta, eficiente, objetiva e íntegra de los
funcionarios en la gestión de los asuntos públicos.

Responsabilidad en los servidores públicos:

Se entiende como responsabilidad a las consecuencias de las acciones u


omisiones que debe asumir un funcionario público en el ejercicio de sus
funciones. Los empleados públicos son responsables civil, penal o
administrativamente por el incumplimiento de las normas legales y administrativas
en el ejercicio del servicio público. La acción u omisión de un funcionario o
servidor público puede determinar la existencia de responsabilidad civil, penal o
administrativa.

Así mismo, según Bastidas y Pisconte (2009), el empleado o servidor público, es


aquel ciudadano que presta sus servicios al Estado a cambio de una
remuneración. El servidor público debe prestar sus servicios con idoneidad,
honradez, eficacia, responsabilidad y compromiso.

Nociones fundamentales sobre la responsabilidad civil

La noción de la responsabilidad irrumpe en el mundo del Derecho desde la


esfera de las relaciones entre particulares, bajo las normas primigenias del
Derecho Civil y con base en una antigua concepción de derecho natural
consistente en que nadie debe causar un daño injustamente a otra persona, y en
caso de causarlo, dicho daño deber ser reparado.

En términos ideales, tal y como lo expresa Asprino y Mata (2009), en el


seno de la sociedad no debería producirse daño a ninguna persona, debiendo
mantenerse incólume la esfera de derechos de cada uno de sus integrantes, no
obstante, sabemos que la realidad es diferente, pues aún sin responder al deseo
preciso de alguno, ni al obrar imprudente de otro, en el actual esquema de
convivencia humana, la producción de daños es cosa común, debido a que la
mayoría de las acciones y actividades conllevan riesgos que la sociedad decide
soportar, una vez sopesados y ponderados los beneficios que de ellas derivan. De
allí la importancia de la existencia de un régimen indemnizatorio que permita
reparar los daños que las personas puedan sufrir en sus derechos, bienes o
intereses.

La responsabilidad civil es una situación jurídica que constituye el efecto


fundamental del incumplimiento de las obligaciones, o como bien lo expresa
Rodríguez, es la sujeción a una sanción debida al incumplimiento. Dentro del
régimen de la responsabilidad civil, el daño a reparar es un daño injusto y
antijurídico, por cuanto deriva de una acción o actividad contraria a derecho, por lo
tanto, es un daño que el sujeto no está obligado a soportar, pues se origina en un
acto o en un hecho ilícito.

De acuerdo con Rodríguez (2009) no basta para que se configure la


responsabilidad civil, es necesario además que concurran los siguientes
elementos:

1. Un acto ilícito realizado de manera voluntaria y culposa por parte del agente,
que le sea imputable.

2. Que se haya producido un incumplimiento de una conducta preexistente que se


presume en todo sujeto de derecho (culpa lato sensu); y que dicho incumplimiento
culposo sea ilícito (no tolerado ni consentido por la ley).

3. La efectiva producción de un daño, esto es, una lesión en una esfera jurídica
subjetiva, ya sea en un derecho o en un interés legítimo de una persona.

4. La existencia de una relación directa de causalidad entre el acto o hecho del


agente y el daño sufrido por la víctima.

La responsabilidad así configurada no surge solamente para las personas


naturales, esto es, para los individuos de la especie humana, sino también para
los sujetos colectivos, quienes deben responder por los actos ilícitos de sus
órganos, como actividad propiamente suya.

Finalmente, conviene señalar lo que plantean Ortiz y Álvarez (2006)


refiriéndose a que en el ámbito doctrinario, se habla de diversos tipos de
responsabilidad civil, siendo ya tradicional la distinción entre la responsabilidad
civil contractual (régimen de indemnización de los daños y perjuicios derivados del
incumplimiento culposo de una obligación contractual) y la responsabilidad civil
extracontractual (régimen de indemnización de los daños y perjuicios derivados
del incumplimiento culposo de una obligación no contractual).

De gran importancia es también la distinción entre responsabilidad civil


subjetiva o por culpa, en referencia a aquélla que se origina en hechos ilícitos
debidos a culpa del agente; y responsabilidad civil objetiva o por riesgo, en alusión
a la que deriva de hechos igualmente ilícitos, sin que sea relevante si el agente
actuó con culpa o sin ella. Esta última ha venido adquiriendo cada vez mayor
relevancia en los ordenamientos positivos modernos, fundamentalmente en
materia de daños generados por actividades tecnológicas. En Venezuela, la
responsabilidad civil se haya consagrada en los artículos 1.185 a 1.196 del Código
Civil.

Fundamento de la responsabilidad del Estado

La idea de un Estado responsable, que responda por los daños que


ocasione a los particulares, ha venido cambiando dentro de la propia evolución del
Derecho Administrativo. Cabe señalar lo que refiere Rodríguez (2009) donde hace
referencia a que en Francia, a mediados del siglo XIX, regía el principio de la
irresponsabilidad de la potencia pública, considerándose que el Estado sólo era
responsable cuando actuaba como persona privada, y que los daños resultantes
del funcionamiento de los servicios públicos son los riesgos naturales que corren
los administrados, a cambio de las ventajas que estos servicios les proporcionan.
Es con la célebre decisión Blanco, cuando por vez primera se admite en Francia la
responsabilidad del Estado, aunque se hace en forma restrictiva, al declarar que la
responsabilidad que puede incumbir al Estado no es ni general ni absoluta.

A partir de ese momento continua relatando el autor mencionado, el


Consejo de Estado francés comenzó a desarrollar la teoría de la responsabilidad
del Estado (acogida actualmente por la mayoría de los países latinoamericanos),
por la cual se considera que la sociedad en general debe soportar los riesgos de la
actividad estatal en virtud que todos los ciudadanos se benefician de la marcha de
los servicios públicos, pero que, en caso de inferírsele algún daño a uno de ellos,
tal daño sufrido por el particular debe ser reparado por el Estado.

En el caso venezolano la evolución de la idea de responsabilidad estatal ha


sido un tanto singular, pues en momentos históricos en los cuales otros países
estaban cerrados a la posibilidad de declarar mediante el derecho positivo la
responsabilidad del Estado por daños (tales como Inglaterra y los Estados Unidos
de América), la Constitución sancionada en 1901 la previó por primera vez para la
República y los Estados por las actividades desarrolladas en el desempeño de la
función pública por sus autoridades legítimas, al declarar expresamente que: “en
ningún caso podrán pretender, tanto los nacionales como los extranjeros, que la
Nación ni los Estados indemnicen daños, perjuicios o expropiaciones que no se
hayan ejecutado por autoridades legítimas obrando en su carácter público.”

De manera que Venezuela puede considerarse pionera en esta materia.


Hoy por hoy, la responsabilidad del Estado por sus hechos ilícitos es un principio
de aceptación general, no sólo en Venezuela, sino en la mayoría de los países.
Brewer Carías (2000) asevera que El Estado siempre es responsable, lo que
difiere es la naturaleza del derecho aplicable: cuando actúa como particular, en el
ámbito del derecho privado, su responsabilidad se rige por las mismas normas del
Derecho Civil aplicables a las personas privadas; cuando actúa en el ámbito del
Derecho Público, su responsabilidad se rige, sustancialmente, por las normas y
principios de Derecho Público.

En uno y otro caso, el fundamento de la responsabilidad varía: cuando


produce un daño actuando como un particular, está sujeto a las mismas normas
que establecen la responsabilidad civil como norma general; en cambio, cuando
actúa como persona pública, la responsabilidad es una consecuencia lógica del
conjunto de principios propios del “Estado de Derecho”, donde no es concebible
un Estado irresponsable.

En Venezuela, la responsabilidad del Estado ha adquirido especial


significación, dada la caracterización del Estado venezolano hecha por el
Constituyente en el art. 1º de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, según el cual, Venezuela es un estado democrático y social de
Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento
jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad,
la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los
derechos humanos, la ética y el pluralismo político. Precisamente, estos fines
superiores del Estado, en los que se otorga preeminencia a los derechos
humanos, proporcionan un fundamento novedoso al sistema de responsabilidad
patrimonial del Estado venezolano.

Consustancial al Estado de Derecho y de Justicia proclamado en nuestra


Constitución, es el derecho que asiste a todos los venezolanos de acudir ante las
instancias correspondientes para hacer valer sus derechos en caso de haberse
visto afectados por una actuación estatal.

La rendición de cuentas como reto del administrador público

Según Gómez (2009), El reto fundamental que enfrentan los gobiernos


respecto a la rendición de cuentas consiste en cómo establecer y mantener un
control sobre aquellos que actúan como sus agentes, es decir, el propio
ciudadano. La retórica de los políticos electos frecuentemente se relaciona con la
cuestión de que si existe suficiente rendición de cuentas del administrador
gubernamental. La preocupación de los administradores públicos es cómo operar
en el contexto de complejas, variadas y a menudo conflictivas expectativas y
armonizar éstas con vistas a un adecuado desempeño.

De acuerdo con Longo (2004), Para la mayoría de los empleados públicos,


el reto de la rendición de cuentas se traduce en cómo ser responsable de su
desempeño a la luz de diversas expectativas en competencia (conflictos de
valores) y de diferentes y legítimos jefes a quienes deben responder. Para operar
en este ámbito, los administradores públicos deben resolver las preguntas de: ¿a
quién servir?, ¿qué hacer?, ¿cómo hacerlo?, y ¿qué tanta discrecionalidad tienen
para responder a estas preguntas?

La múltiple, diversa, contradictoria, y cambiante naturaleza de las


expectativas a las que se enfrenta, dentro de su trabajo, es un hecho central en la
vida de los administradores públicos. Un ejemplo lo ilustra la construcción de
carreteras, el público usuario y los políticos esperan que éstas sean seguras y
eficientemente construidas siempre y cuando respeten los derechos de las
comunidades por las que atraviesan, así como de los propietarios de los predios
adyacentes. Seguridad, eficiencia y procedimientos adecuados (legales) son
diversas y en ocasiones contradictorias expectativas originadas en parte al menos,
por la naturaleza de las organizaciones políticas. Y las numerosas expectativas
que confronta el Administrador público plantean mayores retos en la medida en
que estas expectativas se utilizan y manejan para medir su desempeño.

La rendición de cuentas aparenta ser un concepto simple de interpretar


pero que muestra dificultades cuando se analiza con detalle. Aún más, en la
práctica según Huges (2003) presenta varias “capas” o “estratos” fragmentados
que han evolucionado considerablemente a lo largo de la historia. De esta manera,
los gerentes públicos enfrentan constantemente una multiplicidad de exigencias de
rendición de cuentas.

Al entramado de actores, relaciones, mecanismos e instituciones que


exigen cuentas, López-Ayllón y Merino (2009) lo llaman un “sistema de rendición
de cuentas”, lo que podría malinterpretarse al suponer que se trata de una
estructura diseñada con una lógica consistente entre sus diferentes elementos. En
realidad, lo que experimentan los gerentes y funcionarios públicos puede
describirse mejor como un “jaloneo” permanente entre las diferentes demandas,
racionalidades y formas de accountability a las que son sometidos, y que con
facilidad se traslapan, duplican, contradicen o bloquean entre sí.

Cabe destacar entonces que en la rendición de cuentas la ética y la


responsabilidad se ponen de manifiesto y juegan un papel fundamental y esta
debe verse como una medida de control que minimice en gran medida los
problemas devenidos por la ineficacia en el cumplimiento de la función pública.
También son la ética y la responsabilidad brazos ejecutores de la transparencia de
las prácticas públicas en todos sus niveles.

En este mismo orden de ideas, según Schedler (2005) La rendición de


cuentas abarca de manera genérica tres maneras diferentes para prevenir y
corregir abusos de poder y actos de corrupción en la gestión pública: obliga al
poder a abrirse a la inspección pública; lo fuerza a explicar y justificar sus actos, y
lo supedita a la amenaza de sanciones. Por lo tanto, la rendición de cuentas
involucra el derecho a recibir información y la obligación correspondiente de
divulgar todos los datos necesarios, pero también implica el derecho a recibir una
explicación y el deber correspondiente de justificar el ejercicio de poder.

Resulta definitivo entonces comprender que la gestión pública conforma un


reto fundamental para cada país en tanto que representa un sistema vulnerable a
la corrupción debido al resquebrajamiento de las sociedades en general, la falta de
valores éticos y morales a alcanzado los rincones más recónditos de la sociedad y
este hecho es capaz de tergiversar el buen funcionamiento de todos los sistemas
de un país. Dentro de la gestión pública son los funcionarios o servidores públicos
quienes tienen en sus manos la posibilidad de decidir manejar sus prácticas por
medio de la ética y ser enteramente responsables de sus actos de manera que
estén en la capacidad de rendir cuentas claras y satisfactorias del cumplimiento de
sus labores en el ámbito público del país.

Consideraciones Finales

Las administraciones públicas deben procurar el acrecentamiento de los


valores éticos del servidor público, fomentando conductas o comportamientos en
los funcionarios que se encaminen a realizar su trabajo con la mejor voluntad de
servicio, a usar racional y económicamente los recursos del Estado, a buscar la
mayor eficiencia y calidad en su trabajo, a mejorar su propia competencia
profesional, a practicar la buena fe en su relación con los ciudadanos y a ayudar a
crear un buen clima laboral.

Es necesario fomentar una educación de la ética pública que promueva los


valores del servicio público, la legislación pertinente, normas, códigos y
mecanismos de exigibilidad, programas continuos que creen sensibilidad hacia las
cuestiones éticas y técnicas para aplicar juicios éticos, porque un servidor público
satisfecho, competente y debidamente formado es más seguro a la hora de resistir
la corrupción, la conducta indebida y los arreglos.
Se debe insistir en la creación de un entorno ético. En su conjunto, los
elementos enunciados establecen y promueven una tradición de vida pública
basada en la transparencia, la eficiencia y la honestidad. Así mismo se debe
generar mayor participación de la sociedad civil. Una de las razones
fundamentales por las cuales las estrategias anticorrupción no han tenido
resultados positivos se debe, en buena parte, a la falta de un elemento
fundamental en la vida del país: la participación activa de la sociedad civil.

La aceptación de la corrupción por parte de la sociedad como un hecho


común y el desaliento generalizado debe ser lo primero que se debe enfrentar.
Muchos de los integrantes de una sociedad civil tienen un interés especial en
lograr un sistema de integridad efectivo. Sobre todo, el ciudadano común que
sufre las consecuencias diarias de la corrupción. No cabe duda de que la sociedad
civil constituye un elemento fundamental en toda estrategia exitosa contra la
corrupción.

Ahora bien, las diferentes demandas sociales requieren promover un


cambio de actitud por parte de los servidores públicos que implique nuevas
estrategias en las políticas públicas que tengan que ver con las necesidades y
exigencias de la sociedad en general. No hay una ley que obligue al servidor
público a actuar de un modo éticamente correcto. El principio reconocido
universalmente de que hay que hacer el bien y evitar el mal, nos enfrenta a una
obligación la cual es incondicional. Todo Estado debe preocuparse por orientar y
vigilar el comportamiento de los miembros que lo integran, es decir, gobernantes y
gobernados, educando a la ciudadanía, ordenándola, organizándola, conservando
su cultura, su identidad y su libertad.

Las personas que trabajan en el servicio público, al actuar de un modo


éticamente correcto, van a ser más eficaces y eficientes en sus tareas, lo que se
verá reflejado en la confianza y credibilidad de la ciudadanía a la que sirven.
Mediante la ética pública se busca lograr un cambio de actitud en los servidores
públicos a fin de forjar en ellos una conducta integral, con sentido de
responsabilidad, lealtad a la institución para la que trabajan y compromiso con los
objetivos de la misma.

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