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Voces: CONSTITUCIONALIDAD ~ CONSUMIDOR ~ DAÑO PUNITIVO ~ DEBER DE INFORMACION ~


DEFENSA DEL CONSUMIDOR ~ DERECHO A LA INFORMACION ~ DERECHOS DEL CONSUMIDOR
~ EMPRESA TELEFONICA ~ INDEMNIZACION DE LAS CONSECUENCIAS NO PATRIMONIALES ~
PLANTEO DE INCONSTITUCIONALIDAD ~ PROCEDENCIA DE LA INDEMNIZACION DE LAS
CONSECUENCIAS NO PATRIMONIALES ~ SERVICIO DE TELEFONIA ~ TRATO DIGNO

Tribunal: Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Azul, sala II(CCivyComAzul)(SalaII)


Fecha: 28/08/2018
Partes: O., M. del R. c. AMX Argentina (Claro) SA s/ daños y perjuicios
Publicado en: RCyS2018-X, 146
Cita: TR LALEY AR/JUR/46959/2018

Hechos:
Una cliente de una empresa de telefonía promovió acción de daños contra esta por incumplimiento
contractual, con fundamento en la Ley de Defensa del Consumidor. Relató que, al intentar dar de baja el
servicio, la demandada había pretendido el cobro de créditos improcedentes, sometiéndolo a un trato humillante.
La sentencia admitió el reclamo. La Cámara elevó el monto otorgado en concepto de daños punitivos a la suma
de $1.200.000.

Sumarios:
1 . Las condiciones impuestas por una empresa de telefonía celular para dar de baja el servicio tipifican una
práctica abusiva que conculcó la obligación de garantizar condiciones de atención y trato digno y equitativo; a la
vez que limitan incausadamente la libertad de contratación del cliente.
2 . El planteo de inconstitucionalidad del art. 52 bis de la Ley de Defensa del Consumidor no puede prosperar,
pues, al haberse producido el inédito supuesto de donación de los montos de condena por daños punitivos a
entidades no gubernamentales vinculadas con la protección del consumidor, se desmantela por completo el
principal argumento de que el destino de la suma por sanción y disuasión al consumidor viola el principio de la
reparación plena y produce el enriquecimiento del consumidor.
3 . La empresa de telefonía demandada debe ser condenada a pagar un monto por daño punitivo —en el caso, de
$1.200.000—, pues actuó con grave menosprecio de los derechos del cliente e incurrió en una ilicitud en contra
del deber de información al, entre otras cosas, no comunicarle anticipadamente cuál era el trámite de
cancelación del servicio y exhibiendo una mecánica u operatoria comercial abusiva, que se aprovecha y se
beneficia con la sumatoria de pequeños daños.
4 . Una empresa de telefonía debe indemnizar el daño moral reclamado por un cliente, pues incurrió en una serie
de incumplimientos que pudieron alterar y modificar disvaliosamente la esfera anímica y espiritual de este; tales
como no darle de baja el servicio, exigirle enviar una carta postal, exigirle pagar un saldo por cancelación
anticipada que resultó sorpresivo y abusivo; reclamar dos veces por carta remitida por dos departamentos
distintos de gestión por cobro, reclamar por carta documento, otorgar el trámite de suspensión del servicio en
lugar de su cese y no asistir a la audiencia conciliatoria fijada en el expediente administrativo.

Texto Completo:
2ª Instancia.- Azul, agosto 28 de 2018.
1ª ¿Es justa la sentencia apelada de fs. 635/654? 2ª ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
1ª cuestión. — El doctor Galdós dijo:
I. M. del R. O. promovió demanda resarcitoria de daños y perjuicios contra AMX Argentina SA (Claro) por
incumplimiento contractual, con fundamento en la Ley del Consumidor 24.240 —en adelante LDC—
reclamando las sumas de $311 por daño material; $35.000 en concepto de daño moral; y por daños punitivos
 

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solicita que se fije la cuantía máxima admitida legalmente ($5.000.000), o la que se determine judicialmente,
procediendo a la donación del 95% del monto total a percibir a distintas entidades y asociaciones civiles, las que
enumera. Por su lado el Dr. L. S., letrado patrocinante de la actora, también donó el 75% de sus honorarios de
los cuales el 80% será destinado a la Asociación Civil de Usuarios y Consumidores de Tandil y el 20% restante a
la Oficina Municipal de Información al Consumidor, también de Tandil. Funda su pretensión en diversos
incumplimientos contractuales de la demandada, que —afirma— en el marco de un contrato de consumo con
cláusulas abusivas pretendió el cobro indebido de créditos improcedentes sometiendo a la actora a un trato
humillante y vergonzante, todo ello cuando solicitó la baja telefónica del servicio con fundamento en su pésima
prestación.
La accionada opuso excepción de prescripción y al contestar la demanda resistió la pretensión.
Sustanciado el proceso, a fs. 635/654 se dictó sentencia que rechazó la excepción de prescripción opuesta
por AMX Argentina SA, desestimó el planteo de inconstitucionalidad del art. 52 bis de la ley 24.240 (daños
punitivos), admitió la demanda y condenó a la accionada a pagar la suma de $1.035.372, con costas a la
perdidosa. Dispuso que la suma de condena devengue intereses a la tasa pasiva que paga el Banco de la
Provincia de Buenos Aires en sus operaciones de depósito mediante el sistema Banca Internet Provincia, desde
la fecha del ilícito (29/03/2010) y hasta la de su efectivo pago.
Para así decidir, y en lo sustancial, el pronunciamiento de grado sostuvo que el contrato de servicio
telefónico de la línea ... celebrado entre las partes constituye un contrato de consumo, con cláusulas
predispuestas por el proveedor, y destaca que la demandada no acompañó dicho instrumento denominado
“Solicitud de Servicio”, pese a haber sido intimada. Tras ello analizó la excepción de prescripción, que
desestimó. Tuvo por acreditado que el 29 de marzo de 2010 la actora solicitó en forma telefónica la cancelación
del servicio, siéndole informado en dicha oportunidad que debía abonar los cargos pendientes hasta cumplir los
dos años de vigencia del contrato. Esa fecha —dice— debe computarse como inicio del plazo prescriptivo
puesto que allí se consumó la primera conducta abusiva. Menciona que el art. 50 de la ley 24.240 señala que el
plazo de prescripción de tres años se refiere a las acciones judiciales basadas en derechos e intereses
reconocidos en el Estatuto del Consumidor, admitiéndose para la acción civil resarcitoria el plazo decenal de
prescripción de diez años del art. 4023 del Cód. Civil porque rigen los plazos más favorables al consumidor
previstos en las leyes generales o especiales que se aplican a cada supuesto de que se trate. A ello añade que la
presentación administrativa promovida por la actora en junio de 2011 tiene efectos interruptivos del curso de la
prescripción de conformidad con lo dispuesto por el art. 50 de la ley citada. En consecuencia, y con esos
fundamentos, desestimó la excepción opuesta. Paso seguido analiza si la demandada incurrió en incumplimiento
contractual, en los términos de la Ley de Defensa del Consumidor, lo que constituye el fundamento de la
pretensión resarcitoria y punitiva. De ese modo y bajo la denominación “incumplimiento del deber de
información” sostuvo que las partes coinciden que en virtud de la solicitud de servicio suscripta por ambas, la
actora era titular de la cuenta n° ... la que estaba asociada a la línea n° ..., activada a partir del 01 de septiembre
de 2009, con un equipo marca Motorola W5 POC WH 2 mega con un abono de $75,89 por mes, más impuestos,
recordando que la accionada omitió acompañar la “solicitud de servicio” que constituye el contrato que vinculó
a las partes y en el que se encuentran detallados los derechos y deberes recíprocos. Señala que dicha omisión
importó sustraer al contrato del control judicial, lo que también conlleva la presunción de que no estaba
redactado en doble ejemplar. El contrato, según lo adujera la demandada, incluía la venta del equipo cuyo precio
había sido bonificado parcialmente mediante el llamado “subsidio remanente” que constituía uno de los ítems
que se encontraba impago por la actora al momento de solicitar la baja del servicio. A ello añade que los
requisitos descriptos por la demandada para dar de baja constituyen una transgresión al deber de información
que establece el art. 4 de la LDC cuya ausencia o deficiencia puede provocar una aceptación viciada de error y
determina la nulidad del acto en los términos de los arts. 926, 927 y 928 del Cód. Civil. Concluye que en el caso
de autos se trataba de un negocio jurídico complejo y que el procedimiento y condiciones para la baja del
servicio no cumplimentaron el señalado deber de información por parte del proveedor, por lo que resulta
evidente que asumió una conducta reprochable. Luego continuó con el acápite que denomina “cláusulas
 

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abusivas” mencionando que la demandada explicó que para acceder a la baja del servicio la actora debía
previamente cumplir con dos requisitos que consistían —en primer lugar— en el envío de una carta postal al
Apartado Especial n° 2 CP X5000ZAA conteniendo los datos personales del titular y otra información y —en
segundo lugar— en el pago de los cargos pendientes incluyendo “cargos de activación” y/o “subsidio
remanente” todo ello con la finalidad, siempre según lo alegado por la demandada, de corroborar la identidad
del titular y su manifestación inequívoca de concluir la relación así como también proteger al usuario de que
ningún tercero usara su línea telefónica. Con relación al pago previo pretendido AMX Argentina SA sostuvo que
ello no implicaba un costo de la baja, sino que, dependiendo de la antigüedad del contrato, se tornaban exigibles
determinados cargos que se iban amortizando con el transcurso del tiempo y que condicionaban la permanencia
del cliente en la compañía por un plazo no menor a veinticuatro meses. Por ello si se producía la resolución o
rescisión del contrato por cualquier causa el cliente debía abonar el 100% del valor del cargo de activación y del
subsidio remanente si la cancelación acaecía durante los 12 primeros meses del plazo y del 50% si ocurría en los
últimos doce meses del período. A continuación, la sentencia de grado considera que el envío de la carta por
parte de la actora constituye una práctica abusiva que carece de fundamento. Además, ello no se compadece con
la cantidad de líneas y equipos telefónicos y planes que la demandada ofrece a través de su plataforma web por
lo que de conformidad con el art. 10 ter de la LDC el proveedor debió haber previsto un sistema similar para la
baja del servicio. El trato equitativo impone que si la actora contrató el servicio en forma personal en un local
comercial bien podría utilizarse el mismo sistema para solicitar la baja. Añade que la exigencia al usuario de
exteriorizar los motivos por los cuales solicita el cese de la prestación constituye una práctica abusiva porque
induce al cliente a creer que la baja solo procede en caso de que la proveedora lo justifique imponiéndole en
caso contrario la obligación de mantener un servicio que no le satisface, que no quiere o que no puede seguir
manteniendo. Igualmente, al no haberse acompañado la copia del contrato ni contar la actora con un ejemplar no
puede concluirse que O. no hubiere dado cumplimiento a los plazos contractuales o que conociera
anticipadamente los requisitos ya que ello le fue informado recién cuando se comunicó telefónicamente con el
centro de atención al cliente, con posterioridad a la suscripción del contrato. Añade que también constituye una
práctica abusiva el pago previo de los conceptos adeudados cuyo objeto no es otro que el de retener
indebidamente al usuario cobrándole rubros que solo adquieren virtualidad cuando se pretende la baja del
servicio. Se configura así una conducta abusiva persistente y Claro no pudo justificar la legitimidad de las
deudas que detalló en la contestación de demanda porque —como lo anticipó— no acompañó copia del contrato
que constituye el fundamento de las facturas reclamadas. Además, esa misma parte aclaró que cedió las deudas
que supuestamente tenía la actora a un fideicomiso cuyo beneficiario gestionó a través de distintos estudios
jurídicos su recupero, por lo que resulta evidente que si el motivo para negar la baja obedecía a la cesión de la
deuda esa conducta resultaba ilícita y abusiva. Por lo demás ante la falta de pago la empresa siempre puede
ocurrir a la vía judicial. Finalmente dice que la facultad del proveedor de informar a las bases de datos
financieros que el cliente es moroso, sin que ello genere responsabilidad a Claro, resulta abusiva y nula porque
contiene una dispensa anticipada de responsabilidad violatoria del art. 37 incs. a y b LDC. Se suma a ello que la
página web señalada a fs. 80 como fuente de la cláusula contractual ha sido retirada u ocultada al acceso público
por lo que tampoco pudo cotejarse su contenido. Luego bajo el título “comportamiento intimidatorio” el
pronunciamiento de grado señala que la pretensión reiterada de realizar gestiones de cobro en forma sucesiva y
simultánea a la negativa a cancelar la línea importa un verdadero acoso intimidatorio transgrediendo el art. 8 bis
de la Ley de Defensa del Consumidor. Acota que no obstante el desacuerdo de la actora con la modalidad de
rescisión impuesta unilateralmente evidenció de modo claro y contundente su decisión de dar de baja al servicio
de forma definitiva pagando $183, según se desprende de fs. 62, 315, 316, 322/325, como lo reconociera la
demandada a fs. 340. Pero, y a pesar de ello, Claro le dio trámite de “suspensión de la línea por pérdida”
dándole de baja en forma provisoria el 11 de Julio de 2011, que es la fecha de notificación de la apertura de la
instancia administrativa en la Oficina de Información al Consumidor de Tandil. Prosigue afirmando que los
sucesivos reclamos de la actora, la reiterada negativa de la demandada, los requerimientos por vía epistolar y por
mail, condujeron a que O. no tuviera más alternativa que pagar todo lo que constituye un obrar antijurídico con
el único objeto de seguir presionando al usuario de obtener cargos indebidos, a los que se les añade las
reiteradas comunicaciones a la Organización Veraz. Tan es así que cuando la actora extravió su teléfono celular
 

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al no obtener respuesta del centro de información al cliente concurrió a un centro de atención personalizada
donde le informaron que había una deuda pendiente de $61 que debía abonar para readquirir su línea y luego
darle de baja. En conclusión, considera reiteradamente menoscabados los derechos al consumidor por violación
de los arts. 4, 8 bis, 10 y 10 ter de la ley 24.240. La sentencia ahora recurrida señala que la accionada también
vulneró los arts. 59, 62 y ccs. de la ley 27.078 “Argentina Digital”. En lo atinente a los daños resarcibles la
condena por el detrimento material alcanza a $311 que es el total que tuvo que desembolsar para dar de baja el
servicio y que comprenden: $183 depositados en la cuenta bancaria; $28 correspondiente a una carta certificada;
$100 en concepto de gastos y movilidad para asistir a las audiencias ante la OMIC; $61 que es la suma
reclamada en la ampliación de demanda cuyo pago es reconocido por la demandada. En lo relativo al daño
moral lo cuantifica en $35.000 atendiendo a los padecimientos que debió soportar O. como consecuencia del
trato humillante, la ausencia de información adecuada, la existencia de cláusulas abusivas, las dificultades para
dar de baja al servicio, el trato intimidatorio, la necesidad de acudir al trámite administrativo por ante la OMIC
de Tandil en el que se condenó a la accionada, las amenazas de inicio de acciones judiciales y la comunicación a
la Organización Veraz. Tras ello la sentencia dispuso que se descontara la suma de $2.000 fijados en concepto de
daño directo en sede administrativa. En lo atinente al daño punitivo se desestimó su declaración de
inconstitucionalidad porque se trata de sanciones civiles que no se encuentran alcanzadas por los principios del
derecho penal resultando suficiente que no sean excesivas y que se respeten las garantías del derecho de defensa
y del debido proceso. Constituye una pena privada impuesta a título preventivo y sancionatorio. Por otro lado, el
derecho argentino reconoce otras penas privadas o el agravamiento de la responsabilidad por dolo entre otros
supuestos que no merecen objeciones constitucionales. En la determinación de la cuantía del daño punitivo y
para justificar la suma fijada de $1.000.000 tuvo en cuenta los incumplimientos contractuales y las conductas
abusivas señaladas precedentemente, a lo que se añade la condena administrativa a pagar $2.000 en concepto de
daño directo más $2.000 de multa que no solo la actora no canceló, sino que aún con posterioridad persistía en
su conducta de pretender percibir distintos rubros. A ello añade que la demandada no acompañó el contrato pese
a que fue intimada, y planteó la nulidad de la notificación, obligando a la actora a cursar una nueva intimación al
domicilio real, a pesar de lo cual luego se negó infundadamente a cumplir con lo ordenado. Más adelante, y para
ejemplificar la conducta dilatoria de AMX Argentina SA, señala que se demoró incausadamente en la
producción de la prueba pericial, la que concluyó omitiendo entregar los libros contables para su peritaje con
fundamento en la confidencialidad de la información relativa a sus clientes. En ese sentido la sentencia detalla
las distintas contingencias suscitadas en la producción de dicha prueba pericial que resultó fallida. A los fines de
cuantificar el monto en concepto de daño punitivo el decisorio hizo consideraciones respecto a que la
desinformación deliberada de la demandada intentaba maximizar su utilidad, por lo que si se multiplica este
proceder por el número de clientes que dice tener su conducta reprochable redunda en el aumento de su
rentabilidad. También se tuvo en cuenta que en sede administrativa local se dedujeron trescientas cincuenta
denuncias en el año dos mil catorce y que entre los años 2012 a 2014 se impusieron sanciones económicas por la
Dirección Provincial de Comercio que oscilaron entre $2.000 y $50.000. Por todo lo expuesto se condenó a
AMX Argentina SA a pagar las sumas mencionadas precedentemente. Finalmente, y en lo relativo a la donación
de la suma de condena de los daños punitivos, y en atención a que el escrito judicial no cumplimenta los
requisitos del art. 1542 del Cód. Civil, se desestimó esa pretensión y la del letrado de donar parte de sus
honorarios, sin perjuicio de lo cual que ello debía tenerse presente en el momento de concretarse el pago.
Contra dicho pronunciamiento ambas partes dedujeron recursos de apelación, los que fueron fundados a fs.
660/672 vta. y fs. 694/715, obrando las contestaciones a fs. 678/687 vta. y fs. 717/737 respectivamente. A fs.
746 se pasan las actuaciones en Vista al Sr. Fiscal General Departamental, glosándose su dictamen a fs. 747/750
vta.
La actora expresó agravios a fs. 662/673. En su pieza impugnativa la recurrente se refiere inicialmente a los
antecedentes del caso y concentra sus críticas en la insuficiencia de la cuantía fijada en concepto de daño
punitivo. Formula una enfática defensa del instituto y cita minuciosamente los antecedentes dogmáticos que
justifican que en este caso se otorgue una suma muy elevada a fines de atender a las particularidades del caso y
de dictar una sentencia ejemplificadora atento a la gravedad de la inconducta de la demandada. Manifiesta, en
 

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síntesis, que la sanción fijada —confrontada con las ganancias obtenidas— no cumplen la función disuasoria ni
desbarata las ganancias de la demandada. Los daños punitivos cumplen una función preventiva y sancionatoria y
que en ciertas ocasiones —como en el caso de autos— la carga de la prueba en cabeza de la actora puede
convertirse en diabólica. Partiendo de los requisitos que para fijar la cuantía de la sanción prevén los arts. 49 y
52 bis LDC considera que la sentencia omitió ponderar los cobros indebidos que percibió la accionada como
ganancias obtenidas ilegalmente y reclamadas en el escrito de demanda. Los daños punitivos procuran evitar o
disminuir la actitud desaprensiva del proveedor de servicios, desbaratar su accionar repulsivo y compensar con
una mínima sanción económica la ganancia económica obtenida en perjuicio del consumidor, teniendo en cuenta
el alcance social, la capacidad patrimonial del dañador y la magnitud del hecho. Por ello entiende que resulta
absurda la valoración de la prueba que condujo a otorgar la suma de $1.000.000, para lo que computa varios
elementos: el beneficio económico percibido por el dañador; la situación patrimonial del infractor y su
participación en el mercado; su accionar doloso y el grado de intencionalidad; los antecedentes por sanciones y
reincidencia, postulando incluso la aplicación de una fórmula matemática para la determinación final del monto
de condena. Con relación al primer punto (beneficio económico obtenido por el ganador) señala que solo de una
de las bocas de recupero la demandada habría percibido ilegítimamente la suma de $5.610.000 entre los años
2010 y 2015, según los movimientos informados por el Banco Nación y correspondientes a la cuenta corriente
en la que la actora, en representación de la demandada, depositó el importe reclamado, por el estudio de
cobranzas denominado “V/N”. En tal sentido se refiere a las probanzas obrantes en el expediente relativas a la
intimación extrajudicial de “V/N” por el cobro de la deuda de Claro y a los depósitos efectuados en la cuenta
corriente, atendiendo al informe del Banco Nación que indica distintos pagos por terceros y conceptos tales
como: “depósito cuenta Claro”; “honorarios Claro”; “pago Claro”; “acuerdo Claro”; “estudio Claro”, etc., en los
términos de las constancias obrantes a fs. 55, fs. 62, fs. 315, fs. 322/323, fs. 496/497, añadiendo que la
accionada no respondió la carta documento en la que se intimó que manifestara si diez de las personas que
realizaron esos depósitos eran clientes de la empresa. Acota que al responder el escrito de demanda la accionada
reconoció que cedió la cartera de cobro a un fideicomiso y, pese al esfuerzo en contrario de “AMX Argentina
SA”, está acreditado que “V/N” y “GSA Collections” efectuaron los cobros por cuenta de Claro Argentina
mediante diferentes medios como “Pago Fácil” o “Sepsa SA” (Servicio Electrónico de Pago Sociedad
Anónima”) (cf. fs. 533, 535, 540). Tras ello, y respondiendo a la pregunta que se formula de qué vínculo existe
entre SEPSA, GSA Collections y AMX, aduce que “Servicio Electrónico de Pago Sociedad Anónima” y “Pago
Fácil” constituyen las bocas de cobro de todo el país del dinero que deposita GSA por orden de AMX. Afirma
que GSA Collections percibió por orden y cuenta de AMX a través de las bocas de cobro de SEPSA la suma de
$94.155.619,28. Posteriormente, y de los comprobantes de pago agregados en el expediente, infiere que “el n°
de cuenta ...” es el mismo utilizado por “V/N” y por “GSA Collections” deduciendo que ese importe consignado
anteriormente corresponde a cobros exclusivos para la cuenta corriente de AMX Argentina. Más adelante
formula otras consideraciones tendientes a recalcar la magnitud de la operatoria y a tener por acreditado que la
mecánica descripta resulta de la correlación entre los números de cuenta en los que la actora abonó cargos y
honorarios y las restantes constancias del expediente. El segundo elemento de ponderación para la
cuantificación del daño punitivo se refiere a la situación patrimonial de la demandada y su participación en el
mercado la que en el año 2010 tenía veinte millones de clientes, según su propia publicidad. La accionada se
negó a presentar balances y a dar cuenta de sus estados contables y en un expediente tramitado en otra
jurisdicción se tuvo por acreditada la descomunal capacidad económica de la empresa demandada, líder en
telefonía móvil en nuestro país, con ganancias netas en el año 2010 de $1.471.125.356, y cuya facturación total
ese mismo año fue de $10.324.987.193. Acota que realizando un cálculo matemático la suma de daños punitivos
pedida de $5.000.000 representa lo facturado por la demandada en cuatro horas. Más adelante se refiere, en el
denominado tercer punto, a lo que califica accionar doloso de la demandada. En tal sentido la empresa no
acompañó el contrato base ni acreditó ninguna diligencia en la atención al consumidor. Tanto es así que AMX
continuó con su ardid tendiente al cobro de acreencias indebidas luego de la intimación de fs. 55 efectuada por
“V/N”, de promovido el expediente ante la OMIC (fs. 208), e incluso de cursar a fs. 56 otra intimación realizada
por “GSA”. Tras ello analiza la cantidad de los requerimientos formulados por la demandada a fines de
compeler coercitivamente en forma dolosa el pago de acreencias indebidas. Afirma que en un período que
 

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identifica remitió 2.489.199 avisos de “carta aviso documentada” como la enviada a la actora, por lo que si
hipotéticamente se computa la suma de $5 como cobro indebido (ni siquiera los $183 que en primer momento
reclamó a la demandante) la suma total por ese concepto alcanza los $12.000.000. Enfatiza que esa suma
ascendería a $774.140.889 si en vez de $5 se computara como cobro indebido el monto de $183 que pagó la Sra.
O. Por otro lado, se detiene en lo que denomina el artilugio del que se vale AMX para coaccionar a los usuarios
a través de informes de riesgo crediticio. Si bien a fs. 284 “Veraz SA” manifestó que no informó negativamente
sobre la actora, a fs. 374 aclaró que efectivamente O. fue incluida en la base de datos por AMX en el año 2012,
luego de que esa empresa reconoció, a fs. 329, que la actora pagó la deuda. De allí, y con base a otras
consideraciones adicionales, pone de relieve cómo la demandada se valió de una actitud descomedida toda vez
que se aprovechó de la dificultad para judicializar un reclamo por $183 (supuesto configurativo de los
denominados micro daños), sino que también dilató la instancia administrativa ante la OMIC y ni siquiera pagó
la multa que se le impuso. Añade, siempre para calificar de dolosa la conducta de Claro, que después de que la
actora cumplió con un requisito improcedente (solicitar la baja del servicio en carta suscripta de puño y letra por
el usuario) se le denegó la cancelación de su número telefónico alegando que no se observaron los requisitos
exigidos, los que omite mencionar, vulnerando así otra vez su deber de información. En el denominado cuarto
punto el apelante hace referencia a los antecedentes por sanciones y reincidencias, y menciona que en el año
2014 se efectuaron ante la OMIC de Tandil 350 denuncias y que en la Dirección Provincial de Comercio registra
numerosas multas (aproximadamente diez) por montos que oscilan entre los $2.000 a los $50.000. Concluye
afirmando que la demandada no cumplió con la carga de la prueba de demostrar que el monto de daño punitivo
solicitado resulta desajustado. Finalmente sostiene que si se aplicara una fórmula matemática para cuantificar
ese daño se arribaría a una suma cercana a $35.000.000 computando como variables: un usuario en un universo
de mil (ni siquiera de uno de entre 2.489.199 usuarios que se encuentran en situación análoga); calculando en el
100% la probabilidad de condena por daño punitivo; estimando en $35.372 la compensación por daños y
perjuicios. De allí infiere que aún el valor máximo que prevé la ley de $5.000.000 deviene marcadamente
insuficiente para cumplir una función disuasoria y sancionatoria por su conducta dolosa.
A fs. 694/715 expresa agravios la demandada. En dicha pieza impugnativa cuestiona en primer lugar el
rechazo del planteo de prescripción criticando que se haya computado como fecha de inicio el 29 de marzo de
2011 en que la actora solicitó en forma telefónica la cancelación del servicio cuando debió tomarse el mes de
marzo de 2010, que es la fecha en la que O. manifestó (incluso al absolver posiciones) que se iniciaron los
inconvenientes que motivaron los ulteriores reclamos. Luego señala que no resulta de aplicación el plazo
decenal del art. 4023 del Cód. Civil, sino que conforme la jurisprudencia debe acudirse al plazo de tres años
previsto en el art. 50 de la ley 24.240. También se disconforma con la alegación de la sentencia de que los
reclamos administrativos hubieran interrumpido el plazo de la prescripción porque sostiene que los efectos
suspensivos —y no interruptivos— radican en nuevas infracciones en otras nuevas relaciones jurídicas distintas
las que constituyen reincidencia. Es decir, en suma, debe tratarse de un reclamo administrativo nuevo. A ello se
añade la independencia de la acción administrativa de la judicial. Por consiguiente, sostiene que desde marzo de
2010 a la fecha de iniciación de la demanda 07 de agosto de 2014 transcurrió holgadamente el plazo de tres años
que prescribe el art. 50 de la ley 24.240. El segundo agravio se denomina “inexistencia de un daño real y
resarcible e inexistencia de incumplimiento del deber de información (art. 4 LDC)”. Afirma que no se probó que
la conducta de esa parte fuera abusiva al requerir el envío de una nota firmada a una casilla postal y el pago de
los conceptos bonificados al contratar el servicio, es decir el cargo de activación y el subsidio de comprar el
equipo a un precio inferior al de mercado con la condición de mantenerse como cliente durante veinticuatro
meses. Aduce que la sentencia se funda solo en presunciones, deja de lado que la actora reconoció la suscripción
de un contrato, el que se presume que leyó, que no puede alegar su propia torpeza, que no puede soslayarse que
el servicio se contrató el 1 de septiembre de 2009 y que solo restaban seis meses para completar la amortización
lo que explica que la suma debida era solo de $30. Sostiene que en el momento de solicitar la baja se informaron
detalladamente los pasos a seguir y que cuando envió la carta postal gratuita lo hizo sin abonar los cargos
adeudados. De allí y a partir de $30 la actora construye un entramado que lo que procura es su enriquecimiento
sin causa. Dice que en la página web se encuentran publicados todos los términos y condiciones de la
 

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contratación del servicio y que, si bien a la fecha se han modificado los procesos informáticos, hace ocho años el
trámite consistía en enviar una mera nota a un apartado postal gratuito y cancelar los importes adeudados como
consecuencia de la rescisión anticipada y aún no amortizados. Rechaza que no se haya cumplimentado con el
art. 10 ter de la ley 24.240 ya que el servicio fue contratado el 01 de agosto de 2009 por escrito, mediante un
formulario de solicitud que preveía estos requisitos, los que estaban en la página web; ello no solo no era
abusivo, sino que estaba autorizado por la Comisión Nacional de Comunicaciones que es la autoridad de
contralor. Acota que la prohibición de previo pago para requerir la baja receptada en el art. 10 quáter de la ley
24.240 está vigente a partir de la ley 27.265 desde el 17 de agosto de 2016. Por consiguiente, no hay conducta
abusiva ya que el marco regulatorio actual no regía en el año 2010, en el contexto de las condiciones acordadas.
La propia actora manifestó que en marzo de 2010 se contactó con el Servicio de Atención al Cliente y que tardó
un año y dos meses en enviar la solicitud de baja el 23 de mayo de 2011, omitiendo cumplir con el pago de los
conceptos adeudados y devengados como consecuencia de la rescisión anticipada del contrato, lo que efectivizó
recién en una tercera oportunidad cuando recibió una intimación emitida por un estudio jurídico que gestionó el
cobro. Destaca que cumplió con el deber de información previsto en el art. 4 de la ley 24.240 ya que cuando
pidió formalmente la baja del servicio el 08 de junio de 2011 se le reiteró por tercera vez los requisitos que debía
cumplimentar y su solicitud no pudo ser procesada por no haber saldado los cargos pendientes. De allí deduce
que la sentencia es arbitraria porque la actora adoptó una conducta injustificada, al no ajustar su comportamiento
a los términos contractuales y abonar solo al ser intimada por un estudio jurídico. En el tercer agravio afirma
que no hay ninguna conducta intimidatoria atribuible a AMX lo que no puede de ningún modo deducirse de la
cesión de parte de la cartera de morosos a un tercero (“GSA Collections SA”). Enfatiza que reclamar el cobro de
lo adeudado no es intimidatorio y que es absolutamente razonable que procure el recupero de la deuda. En el
cuarto agravio cuestiona la aplicabilidad de la ley 27.078 que no estaba vigente al momento de suceder los
hechos. En el quinto agravio controvierte la condena a restituir en concepto de daño material la suma de $311
correspondientes a los gastos pendientes y requeridos para procesar la baja del servicio y de supuestos y no
acreditados gastos de movilidad y envío de carta certificada. No hay ningún fundamento para el reintegro de
dicho monto el que resulta de la deuda omitida pagar por O., quien consintió todo lo actuado al haber efectuado
dicho pago sin protesta ni reserva. Recalca que recién a partir del 2016 está vigente la prohibición de exigir el
pago previo para dar de baja el servicio. En el sexto agravio impugna la procedencia y cuantía fijada por daño
moral toda vez que cumplió con los términos contractuales y fue la actora quien discrecionalmente intentó la
cancelación del servicio de modo arbitrario. Concluye señalando que no resulta indemnizable cualquier
inquietud o perturbación. En el séptimo agravio desglosa en varios subtítulos la procedencia y existencia del
daño punitivo rechazando su cuantificación por resultar desproporcionada, infundada y contraria al derecho.
Parte de la base de que está ausente el presupuesto previo que es el incumplimiento por cuanto —reitera— su
parte se ajustó a los términos del contrato, los que la actora reconoció, y que las exigencias para darle de baja
entonces requeridas eran perfectamente legítimas. También pone el foco en la negligencia de la actora al enviar
la carta documento pidiendo la baja al año de haber formulado las consultas y sin pagar los cargos pendientes.
No existe, por lo tanto, un incumplimiento grave de AMS SA ni dolo directo o eventual. Tras ello señala que
además la suma de condena resulta desproporcionada y falta de razonabilidad incurriendo en un exceso de
punición toda vez que no concurren los requisitos legales para su admisibilidad. Explica que, en síntesis, no
medió incumplimiento toda vez que AMX informó adecuadamente suministrándole a la actora todos los datos
necesarios para dar de baja el servicio; no existe grosera negligencia o dolo eventual de su parte ni ningún grado
de reprochabilidad ya que no vulneró ninguna norma legal o contractual. Pone de relieve la falta de
razonabilidad y correspondencia entre los rubros resarcitorios por daño patrimonial y moral ($35.311) y el daño
punitivo otorgado en $1.000.000. Tras ello analiza con detenimiento un antecedente jurisprudencial de este
Tribunal y efectúa un resumen o síntesis de montos otorgados por este concepto por otros tribunales provinciales
los que oscilan entre $10.000 y $20.000. En el octavo agravio señala que se ha vulnerado el principio non bis in
idem al admitir daños punitivos que tienen la misma naturaleza punitiva o sancionatoria que la actuada en sede
administrativa por ante la OMIC de Tandil. En el noveno agravio señala que los intereses por daños punitivos no
deben correr desde la “fecha del ilícito” como lo calificó la sentencia, sino a partir del momento de que la
sentencia quede firme y resulte exigible porque recién desde entonces podría constituirse en mora. Formula
 

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otras consideraciones y pide se revoque la sentencia apelada haciendo reserva del Caso Federal.
A fs. 750 último párrafo se pasa la cuestión a definitiva y firme el proveído que hizo saber el orden de la
votación (cf. fs. 751) el expediente se encuentra en condiciones de ser resuelto.
II. 1.- En primer lugar, corresponde determinar el derecho aplicable. En efecto y dado que los hechos
acontecieron con anterioridad a la entrada en vigencia del nuevo Cód. Civ. y Com. de la Nación (01/08/2015),
rigen —por regla— las disposiciones del régimen anterior, salvo los efectos no consumidos de las situaciones
jurídicas constituidas anteriormente y las normas más favorables al consumidor en las relaciones de consumo.
Por ello, el caso queda comprendido en el ámbito del Cód. Civ. y Com. de la Nación, sin perjuicio de la
aplicación del Cód. Civ. y Com. de la Nación en lo relativo a las normas imperativas o supletorias del consumo,
lo que constituye una excepción al régimen, y de las nuevas normas como pauta interpretativa del sistema
anterior Con relación a ello “el principio de aplicación diferida, prolongada o de ultraactividad en materia de
contratos y de normas dispositivas significa que se sigue aplicando el Código anterior, salvo dos supuestos: que
las nuevas normas sean imperativas (o sea cuando no son disponibles por los particulares) y que en las
relaciones de consumo se trate de normas más favorables al consumidor” (Galdós, Jorge M., “El art. 7 Código
Civil y Comercial de la Nación y algunas reglas de derecho transitorio en materia de responsabilidad civil” RC
D 5/2016).
Kemelmajer de Carlucci expresa que “las leyes de protección de los consumidores sean supletorias o
imperativas, son de aplicación inmediata. La norma tiene clara raigambre constitucional y está estructurada
sobre la base de una razonable aplicación del principio protectorio propio del Derecho del Consumo, que el Cód.
Civ. y Com. de la Nación recoge no solo en los artículos 1096/1122 sino que extiende a otros ámbitos
específicos, como, por ejemplo, los contratos bancarios (arts. 1384/1389); el cementerio privado (art. 2111) y el
tiempo compartido (art. 2100)” (cfr.aut cit “La aplicación del Código Civil a las relaciones y situaciones
jurídicas preexistentes”, segunda parte, Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe 2016, p. 60/61; Heredia, Pablo “El
derecho transitorio en materia de contractual”, en Revista Cód. Civ. y Com. de la Nación, año 1, N° 1, ps. 3, 14).
Añade la autora citada que “en mi opinión, la norma no dispone la aplicación retroactiva de la nueva ley sino su
aplicación inmediata. Fundo mi posición en las palabras de la ley ...” (conf. aut. y ob. cit., p. 61) y en “la
diferencia entre retroactividad con inmediatez ... cuando la ley disponga expresamente su aplicación retroactiva,
es procedente siempre que no se violen garantías constitucionales. Así —concluye— la incorporación de esta
excepción en el último párrafo del art. 7 del Cód. Civ. y Com. de la Nación pone a la legislación argentina al día
con las tendencias más modernas, pasando a ser las leyes posteriores de efecto inmediato en su aplicación a las
relaciones contractuales, pues estas ya no responden al viejo criterio de las leyes supletorias, sino a las
imperativas que dominan el derecho del consumo y de allí su aplicación inmediata ...” (conf. aut. cit., en Galdós,
Jorge M., con la colaboración de Blanco Gustavo H., “El art. 7 Código Civil y Comercial de la Nación y el
derecho transitorio en la responsabilidad civil (en la primera etapa de implementación del Cód. Civil y
Comercial)” en Moisset de Espanés, Luis, “Derecho transitorio en el nuevo Código Civil y Comercial”, Ed.
Advocatus, Córdoba, 2016 p. 292). Señalan Freytes y Cafferata que “cuando el art. 7 del Cód. Civ. y Com. de la
Nación se refiere a las normas supletorias más favorables al consumidor en la relación de consumo, no solo está
haciendo referencia a las normas específicas de Defensa del Consumidor —que, por vía general, revisten
carácter imperativo—, sino también a las normas de carácter supletorio, contenidas en el título referido a los
contratos en general, como en la regulación específica de cada uno de los tipos particulares del contrato
previstos en el Cód. Civ. y Com. de la Nación, en tanto y en cuanto ese contrato en particular, revista el carácter
de contrato de consumo en los términos del art. 1093 del Cód. Civ. y Com. de la Nación. Coadyuva a esta
interpretación, no solo la amplia hermenéutica del régimen jurídico de los contratos de consumo, sino también el
principio de interpretación más favorable al consumidor, contenido en el art. 1094 del Código Civil y Comercial
de la Nación” (cfr. Freytes, Alejandro Enrique y Cafferata, Juan Manuel “La aplicación de la ley en el tiempo y
los contratos” en “Derecho transitorio en el nuevo Código Civil y Comercial”, Luis Moisset de Espanés (Dir.),
Ed. Advocatus, Córdoba 2016, ps. 356/357).
2.- Corresponde ahora abordar la desestimación de la excepción de prescripción opuesta por AMX Argentina
 

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SA (Claro), la que deberá ser confirmada.


Ciñéndome a lo necesario para resolver, el primer tema de discrepancia consiste en determinar cuál es el
plazo de prescripción: el de tres años del art. 50 LDC o el más favorable al consumidor de diez años previsto en
el art. 4023 CC, ya que en autos no se configuró una cuestión de derecho transitorio (de las reguladas en el art.
2537 Cód. Civ. y Com. de la Nación, que resulta imperativo; art. 7 Cód. Civ. y Com. de la Nación).
Los hechos litigiosos, y determinantes de la responsabilidad de la accionada, radican en el incumplimiento
del deber de información y en la vulneración del trato digno y equitativo de la actora, M. del R. O., cuando
pretendió darle de baja al servicio de telefonía celular contratado con AMX Argentina SA (Claro) (art. 8 bis, 10
ter, 10 quáter, 32, 40, y concs. LDC; arts. 1092 a 1095; 1096 a 1099; 1100 a 1103 Cód. Civ. y Com. de la
Nación).
La sentencia de grado consideró que la acción no estaba prescripta, computando como fecha de inicio del
plazo el día 29 de marzo de 2010 (fecha en la que la actora manifestó que efectuó telefónicamente el primer
reclamo de cancelación del servicio y que aclara que por error de tipeo se consignó 29 de marzo de 2011) y de
aplicación el plazo decenal del art. 4023 CC porque resulta más favorable al consumidor en los términos del art.
50 LDC. En efecto, entiende que este artículo, según el texto vigente al momento de los hechos (años 2010/2011
y ss. texto de la ley 26.361 del año 2008, que modificó la ley 24.240 del año 1993) establece el plazo de
prescripción de tres años, con excepción de la existencia de plazos más favorables al consumidor, por lo que
siendo que la acción resarcitoria de derecho común tenía un plazo de diez años (art. 4023 CC), este era el
régimen aplicable: diez años del CC y no tres años LDC (arts. 50 LDC y 4023 CC). Además, tuvo en cuenta que
en el mes de junio de 2011 la actora promovió acciones administrativas “interruptivas del plazo de
prescripción”.
El tema del plazo de prescripción antes de la reforma del Cód. Civ. y Com. de la Nación había generado
disputas interpretativas, sobre la base de la hermenéutica del art. 50 LDC entonces vigente. El texto anterior, que
regía al momento de los hechos, correspondía al art. 50 en la redacción dada por la ley 26.361 (vigente a partir
del año 2008 y que modificó el texto originario de la ley 24.240 LDC de 1993) y decía que las sanciones
administrativas y las acciones judiciales prescribían a los tres años, “salvo la aplicación de la norma más
favorable al consumidor cuando las leyes generales o especiales fijen plazos distintos”. Agregaba que “la
prescripción se interrumpirá por ... el inicio de actuaciones administrativas o judiciales”. La cuestión había
generado dos opiniones: la que sostenía que siempre rige el plazo especial del art. 50 por constituir ley especial
y que para la acción de daños ese plazo se extendía a 10 años, conforme el art. 4023 CC, criterio que siguió la
sentencia apelada. Sin embargo, en la actualidad, el art. 50 LDC fue modificado por la ley 26.994 que sancionó
el Cód. Civ. y Com. de la Nación y que limitó el plazo de prescripción de tres años del art. 50 a las sanciones,
quedando— en general y por regla— el plazo de las acciones judiciales sometidos al régimen general de tres
años del art. 2561 Cód. Civ. y Com. de la Nación (conf. “La aplicación de la prescripción del art. 50 LDC y el
principio ‘pro consumidor’”, en Stiglitz, Gabriel - Hernández, Carlos A., “Tratado de Derecho del Consumidor”,
Tomo IV, p. 93; Stiglitz, Rubén - Compiani, Fabiana, “La prescripción en el contrato de seguro y La Ley de
Defensa al Consumidor”, LA LEY 26/02/2009).
La redacción de la norma aplicable, art. 50 LDC según ley 26.361 del año 2008, era la siguiente: “Las
acciones judiciales, las administrativas y las sanciones emergentes de la presente ley prescribirán en el término
de tres (3) años. Cuando por otras leyes generales o especiales se fijen plazos de prescripción distintos del
establecido precedentemente se estará al más favorable al consumidor o usuario. La prescripción se interrumpirá
por la comisión de nuevas infracciones o por el inicio de las actuaciones administrativas o judiciales”. Se
advierte con referencia al texto anterior que además de incluirse a las acciones judiciales, se deja a salvo el plazo
más favorable para el consumidor resultante de la ley general o especial.
En este contexto: debe determinarse si se aplicaban los tres años del art. 50 LDC, según texto ley 26.361 o,
interpretando esa norma, el art. 4023 CC ya que la acción resarcitoria reenviaba al plazo de diez años del CC
(art. 4023 citado). Reitero, como argumento adicional, que ahora y a partir del nuevo Cód. Civ. y Com. de la
 

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Nación, el plazo de tres años del art. 50 LDC rige solo para las sanciones y el plazo general de prescripción es el
del art. 2561, también de tres años y coincidente con aquel.
Si se adopta la solución de la sentencia, y se toma como fecha de arranque del plazo el mes marzo de 2010
(aspecto sobre el que no coincido), habiéndose radicado la demanda el 6 de agosto de 2014 (fs. 92 vta.) y aún
sin computar ningún supuesto de suspensión ni de interrupción, la acción resarcitoria y punitiva no está
prescripta (art. 4023 CC al que reenvía en el caso el art. 50 LDC, según ley 24.999 del año 2008).
Empero arribo a parecida solución por otros argumentos. La actora recurrente alega que la fecha de arranque
del plazo prescriptivo, debe ser el día 15 de mayo de 2011, fecha de rechazo de Claro del reclamo iniciado el 29
de marzo de 2010. Conforme los hechos aducidos, la negativa de la actora y el principio iuria novit curia
corresponde considerar, atento los propios dichos de Claro al contestar la demanda, que la línea fue cancelada el
11 de Julio de 2011, habiendo sido previamente suspendida desde el 29 de marzo de 2011 (en realidad, y según
los propios términos de la actora, de marzo de 2010; arts. 34 inc. 4 y 163 inc. 6 C.P.C.). Al tratarse de un
supuesto de daño continuado, en el que la demandada debía dar curso a peticiones y reclamos del usuario, el
plazo no puede supeditarse a la conducta discrecional del proveedor, sino que corresponde considerar la fecha
en el que se cerró (aun parcialmente) el entramado relacional suscitado entre ellos, y que para el caso lo es el 11
de Julio de 2011, conforme la admisión procesal de Claro de fs. 127. Como se desprende de su propio relato no
procedió a cancelar antes el servicio por entender que la Sra. O. no había cumplimentado los requisitos
convenidos. De modo que el vínculo no se había extinguido hasta —al menos— esa fecha en la que recién
quedó expedita la acción resarcitoria. La solución final no variaría si se tomara la fecha de inicio que afirma la
actora, el 15 de mayo de 2011, data en la que la demandada rechazó el reclamo inicial (fs. 719). Y ello porque la
promoción del trámite administrativo por ante la OMIC Tandil en junio de 2011 (conf. fecha del despacho de fs.
17 en la que se convoca a la demandada a una audiencia de conciliación, librándose la cédula el 4 de Julio de
2011) opera con “efectos interruptivos” (art. 50 LDC según texto ley 26.361). Si a ello se añade que recién el 21
de septiembre de 2012 se dictó la resolución administrativa que impuso a Claro una multa de $10.000 y un daño
directo de $2.000, y que, si bien la demanda judicial fue radicada el 19 de agosto de 2014, con fecha 9 de Abril
de 2014 se inició la mediación judicial obligatoria prevista por la ley provincial 13.951, con cierre el 29 de mayo
de ese año (conf. acta fs. 64) no cabe dudas que la acción resarcitoria y punitiva no está prescripta (art. 50 LDC).
Señalo brevemente que mientras exista pendencia de respuestas o resoluciones de una de las partes de la
relación de consumo no puede considerarse que comienza a correr el plazo de prescripción, por lo que no
corresponde computar la fecha del primer reclamo (29/03/2010) sino —cuanto menos— la data que la propia
demandada reconoce como de “cancelación del servicio” (11/07/2011, fs. 127), interrumpida por la promoción
de la instancia administrativa en junio de 2011 hasta la notificación de esa resolución fechada el 21 de
septiembre de 2012. Es que hasta entonces la acción no estaba expedita y dependía de la conducta contractual de
Claro quién, en caso contrario, podría mantener vigente la situación de indefinición hasta hacer vencer el plazo
prescripto (arts. 3947, 3956 y concs. CC).
3. a) Es improcedente el agravio de la demandada, procurando la revocatoria del pronunciamiento que
declaró la responsabilidad civil de Claro, por haber infringido el deber de información y el de trato digno,
equitativo y no discriminatorio (art. 42 CN; arts. 8, 10, 10 bis, 10 ter, 10 quáter, 52 bis y concs. LDC; arts. 1096
a 1099, 96, 964, 984, 1092, 1094, 1095, 1100 y concs. Cód. Civ. y Com. de la Nación). El núcleo argumental
que sustenta mi razonamiento es el siguiente (art. 3 Cód. Civ. y Com. de la Nación):
— Los arts. 1096 a 1098 Cód. Civ. y Com. de la Nación (derivados del art. 42 CN en su correlación con el
art. 8 bis y, para lo que aquí interesa, los arts. 10 y 10 bis LDC, según texto ley 24.999 y doctrina del art. 10
quáter según ley 27.265 del 17/08/2016) consagran una responsabilidad objetiva y de resultado, conforme lo
explica Kemelmajer de Carlucci, que imponen al proveedor la carga de la prueba de la ruptura total o parcial del
nexo causal (Kemelmajer de Carlucci, Aída, “Prácticas abusivas en los contratos de consumo” Sup. Esp. Nuevo
Cód. Civil y Comercial de la Nación. Contratos 2015 (febrero), 25/02/2015, 237, Cita Online:
AR/DOC/392/2015; arts. 1721, 1722, 1723 y concs. Cód. Civ. y Com. de la Nación).
 

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— Claro no demostró que para dar de baja al servicio telefónico actuó de modo razonable, previsible y
regular conforme la pauta de comportamiento que fluye del standard de “buen proveedor profesional”, que debe
asegurar y garantizar condiciones y trato digno a los consumidores y usuarios (arts. 729 y 1097 Cód. Civ. y
Com. de la Nación), en el trípode de la confianza del consumidor en las marcas y productos que elige y
adquiere, buena fe negocial y expectativa de cumplimiento porque el proveedor está en mejores condiciones
fácticas y jurídicas de organizar la prestación eficaz del servicio (arts. 9, 10, 11, 12, 1061, 1062, 1066, 1067,
1094, 1095, 1119, 1120, 1121, 1122; arts. 3, 2do. párr. in fine, 8, 19, 37 incs. a) y b) y 53 LDC). La demandada,
por el contrario, asumió en el proceso una conducta reticente y de falta de colaboración, lo que fortifica que
deba recaer sobre ella la carga de la prueba de la eximente: la legitimidad de todo el trámite que impuso a la
actora para dar de baja el servicio telefónico.
— Este extremo fáctico no solo no se cumplió, sino que con la prueba directa y la presuncional (art. 163 inc.
5 CPC y 53 LDC, que consagra la carga dinámica de la prueba) se acreditó que se tipificó un trato indigno, en
los términos del art. 1097 Cód. Civ. y Com. de la Nación que remite a los Tratados de Derechos Humanos de los
arts. 1 y 2 Cód. Civ. y Com. de la Nación, colocando a la Sra. O. en condiciones vergonzantes e intimidatorias,
cercenando su libertad de contratar (arts. 724 a 729, 1099 y concs. Cód. Civ. y Com. de la Nación). Ello se
corrobora con la aplicación analógica de la conducta ahora prescripta en los arts. 10 ter y 10 quáter LDC,
aplicable como regla de interpretación porque este último corresponde a la ley 27.265 que no estaba vigente en
los años 2010 y 2011 y con lo dispuesto por la Resolución 26/2003 de la Secretaría de Comercio (Anexo arts. e
inc. III, y h).
La autora citada señala que el Cód. Civil y Comercial amplía el art. 52 bis LDC “con base en principios
claros: trato digno, trato equitativo, no discriminatorio, protección de la dignidad de la persona, tutela de la
libertad de contratar, con lo cual se alcanza un espectro de situaciones amplio que la jurisprudencia, la doctrina o
la legislación especial pueden desarrollar" (Kemelmajer de Carlucci, Aída, “Prácticas abusivas en los contratos
de consumo” Sup. Esp. Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación. Contratos 2015 (febrero), 25/02/2015).
3. b) La conducta reprochable y antijurídica de la empresa radica, en esencia, en dos aspectos: en el
procedimiento o trámite para dar de baja al servicio, y en la conducta negocial desplegada, primero, ante los
reclamos de la actora, luego en sede administrativa y finalmente en el proceso para atender y resolver los
requerimientos del consumidor y aceptar la rescisión del servicio pedida por la Sra. O.
Con relación al primer punto, y sintetizándolo, la sentencia de grado consideró que AMX Argentina SA: 1)
vulneró el deber de información al omitir acompañar el contrato que contendría la cláusula que determina
unilateralmente las condiciones de cese del servicio; 2) que los requisitos formales que debía observar la actora
constituye una práctica abusiva: enviar una carta postal con los datos del titular, indicando número de línea a
cancelar, número de cuenta y razones de la baja; y pagar los saldos adeudados y el costo remanente proporcional
del descuento por la contratación del servicio. Es que originariamente al contratar se convino un precio con
descuento que está sujeto a que el usuario permanezca durante dos años como cliente y en el supuesto de que,
por cualquier causa, se cancelara el servicio deber abonar la diferencia proporcional del monto del descuento; 3)
comportamiento intimidatorio reclamando el cobro por vía de reclamos remitidos por estudios jurídicos,
información del estado de deuda al sistema informático Veraz y la conducta unilateral de Claro que dio curso al
trámite como “suspensión de línea por pérdida” (pese a que la actora accedió a pagar $183 para liberarse),
manteniendo la vigencia del contrato y generando nuevos costos adicionales (arts. 19 y 37 LDC).
En este contexto entiendo, en primer lugar, que es correcta la conclusión acerca de la vulneración del deber
de información y que las condiciones impuestas unilateralmente por Claro para dar de baja al servicio tipifican
una práctica abusiva que conculcó la obligación de garantizar condiciones de atención y trato digno y equitativo,
limitando incausadamente la libertad de contratación de O. (arts. 42 CN; 1097, 1098, 1099, 1, 2, 3, 8 bis, 10, 10
bis, 37, 53 y concs. LDC).
Frente a la manifestación de la actora de que desconocía los requisitos para gestionar y obtener el cese de la
prestación del servicio telefónico, los que le fueron informados cuando se comunicó telefónicamente en marzo
 

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de 2010 para pedir la referida cancelación (admisión fs. 67 vta.; reconocimientos de la demandada a tenor de las
posiciones 1°, 3°, 6°, 7°, 8 de fs. 355/356, conforme lo dispone el art. 409 CCP que establece que las posiciones
importan afirmaciones y reconocimiento para el ponente), Claro debió acompañar el contrato suscripto entre
consumidor y usuario, instrumentado en la “Solicitud de Servicio”, para acreditar la razonabilidad del trámite y
poder valorar el contexto bajo el cual se imponía el pago de descuentos en el precio, los que perdían vigencia
porque la usuaria pretendió rescindir el contrato antes de los dos años. Claro no acompañó el instrumento ni en
sede administrativa ni en sede judicial y ni siquiera trajo una “Solicitud” estándar o modelo para inferir de ella e
interpretar en su conjunto el sistema de prestación del servicio (arts. 1061 a 1067 Cód. Civ. y Com. de la
Nación). Esto importa la afectación del deber de información que recae en el proveedor profesional (arts. 42
CN; 1, 2, 3, 8, 10, 10 bis LDC). Rigen las reglas y principios de los arts. 984 a 989 Cód. Civ. y Com. de la
Nación y se advierte el disfavor normativo cuando el proveedor no entrega la documentación aplicable a la
contratación telefónica (art. 985), lo que no deja de ser abusiva al restringir irrazonablemente los derechos de la
actora (art. 988) por estar autorizada administrativamente. Con ello doy respuesta al agravio de la demandada
que sostiene la licitud de los requerimientos (que mencionó, pero no acreditó documentalmente) por estar
aprobada por la autoridad de aplicación (arts. 3, 37, 53 y concs. LDC).
Recuerdo que este Tribunal recientemente se pronunció sobre el deber de información, incumplido en el
caso toda vez que no se probó que se hubiera convenido un precio diferenciado por la cancelación anticipada del
servicio ni acordado los requisitos para su tramitación (el envío de una carta postal indicando, entre otros
recaudos, la razón por la cual se solicita el cese). Se sostuvo que “el deber de información correlacionado con el
efecto vinculante de la publicidad (arts. 4, 5, 7, 8, 8 bis, 19 y cc., ley 24.240), tiene anclaje en el art. 42,
Constitución Nacional, y en el art. 53, Constitución de la Provincia de Buenos Aires. El deber de información
veraz y adecuada del proveedor tiene por finalidad hacer conocer las características y condiciones del producto a
fines de poner al consumidor en situación paritaria para que, conociendo acabada y detalladamente sus
propiedades, decida libremente si lo adquiere. La ley consumerista dispone que el proveedor debe informar
sobre "las condiciones de comercialización" de los bienes y servicios (art. 4, ley 24.240). Esta expresión supone
aludir a "las condiciones contractuales bajo las cuales se ofrece y/o formaliza el negocio, puesto que en esa fase
la información deberá estar referida a todas aquellas circunstancias relativas a la prestación en sí, y a las
condiciones económicas y jurídicas de acceso al producto o servicio, habida cuenta de que en este caso tiene el
propósito de facilitar la emisión de un consentimiento esclarecido, informado y por tanto plenamente eficaz"
(con sus citas y remisiones, CCC, Sala II, Azul - 05/06/2018, “Barcelonna, María P. y otro/a vs. Naldo Lombardi
SA y otro/a s. Daños y perjuicios”).
Pese a que con lo expuesto se abastece la conclusión a la que arribo (art. 3 Cód. Civ. y Com. de la Nación),
dado que la demandada describió los requisitos impuestos a O., y sin ánimo de extenderme, parece conveniente
transcribirlos según lo explicó en sede administrativa en oportunidad de efectuar su descargo. Dijo así: “es
importante mencionar que para realizar la cancelación definitiva de la línea era necesaria una solicitud expresa
por parte de la titular, la cual se hace por medio de envío de una carta documento al apartado postal N° 2 C.P:
X5000ZAA donde se debe expresar los datos personales del titular, el número de celular a cancelar, el número
de cuenta asignado, y los motivos por los cuales se solicita la baja del mismo. Es importante mencionar que en
la SDS (Solicitud de Servicio) firmada por el cliente se establece que la baja de la línea tendría costo o no,
dependiendo de la antigüedad de la misma, la cual establece que se bonifica el cargo de la activación del
servicio, condicionado a la permanencia del cliente en la compañía. Como así también tendrá un costo adicional
correspondiente, este costo al subsidio remanente de equipo, dicho concepto es un beneficio (descuento) que se
le otorgó al cliente con la adquisición de un equipo, este se divide en cuotas que se amortizarán siempre y
cuando la línea se encuentre en las mismas condiciones de compra” (sic. fs. 243). En la expresión de agravios la
demandada admite a fs. 699 vta./700 que “la actora decidió unilateralmente dar de baja el servicio ...” (mediante
el envío de una carta postal con fecha 23/05/2011) y que en esa oportunidad “se negó a abonar los conceptos
adeudados y devengados como consecuencia de la rescisión anticipada del contrato”, y que “recién abonó los
cargos una vez que recibió la intimación emitida por el estudio jurídico que gestionó la cobranza de la cartera de
morosos”.
 

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Esos requerimientos resultan antijurídicos. En sentido concordante con lo dispuesto por la resolución de la
OMIC Tandil sancionatoria de Claro, señalo que la “bonificación” del servicio no es real porque opera solo si el
cliente se mantiene cautivo durante dos años y deviene irrazonable que deba integrar el cargo bonificado si la
rescisión obedece a causas no imputables a él. Y la antijuricidad de tales cláusulas se desprenden claramente
no solo de las ya citadas disposiciones del Cód. Civ. y Com. de la Nación sino también del argumento
interpretativo que provee el art. 10 quáter LDC, vigente a partir del año 2016, que expresamente dispone
“Prohibición de cobro. Prohíbase el cobro de preaviso, mes adelantado y/o cualquier otro concepto, por parte de
los prestadores de servicios, incluidos los servicios públicos domiciliarios, en los casos de solicitud de baja del
mismo realizado por el consumidor ya sea en forma personal, telefónica, electrónica o similar” (sic.). Si bien es
cierto, como lo afirma la demandada, que dicha norma no estaba vigente, su contenido sobreviniente revela su
antijuricidad intrínseca toda vez que motivó que el legislador impusiera esa prohibición. También se alega que la
mecánica de baja obedecía a la tecnología vigente en el año 2010/2011 que no es la actual. Ello tampoco es de
recibo porque no se trata de imponer o pretender que en la época en que sucedieron los hechos se pudiera dar de
baja accediendo a una página web, cómo ahora lo prescribe (de modo harto sencillo) la Resolución 316/2018 de
la Secretaría de Comercio que instauró “la obligatoriedad a los proveedores de servicios que posean formas de
contratación por vía telefónica, electrónica o por cualquier otro medio similar, de constituir una base de datos de
obtener la baja con un simple “clic”.
La demandada recurrente soslaya la prohibición expresa que regía entonces ya que la Resolución 26/2003 de
esa Secretaría disponía que eran entre otras, cláusulas abusivas, las que de “cualquier manera condicionan el
ejercicio de los derechos del consumidor”, “supediten el ejercicio de la facultad de resolución contractual por el
consumidor a la previa cancelación de las sumas adeudadas al proveedor” (arts. a), e) puntos I y II, f), h). Por
consiguiente, la conducta negocial de Claro resultó ilícita (conf. Centanaro, Ivana C., “Baja del servicio en las
relaciones de consumo, modalidad prevista por la Resolución 316/2018 de la Secretaría de Comercio del
Ministerio de Producción de la Nación”, en MJD13610). Así se pronunció la jurisprudencia al expresar que “la
cláusula encierra una restricción al derecho del consumidor pues si bien la empresa no cobra el cargo de
bonificación, si por cualquier causa el contrato se extingue antes del año, el pago del cargo se hace exigible por
medio de porcentajes. Este criterio y sus razones, en particular su relación con el cargo bonificado, no surgen de
modo explícito y, además, esa cláusula no supera el test de razonabilidad que exige el orden jurídico vigente. Así
las cosas, la cláusula y su alcance debe ser interpretado de conformidad con los artículos 3 y 37 inc. b) de la ley
24.240. Cabe recordar que el art. 3 de la citada ley establece que ‘en caso de duda, se estará siempre a la
interpretación más favorable para el consumidor’. Por su parte, el art. 37 inc. b) dispone que se tendrán por no
convenidas ‘Las cláusulas que importen renuncia o restricción de los derechos del consumidor o amplíen los
derechos de la otra parte’ y que ‘La interpretación del contrato se hará en el sentido más favorable para el
consumidor (.). Cuando existan dudas sobre los alcances de su obligación, se estará a la que sea menos gravosa”
(conf. Cám. Apel. Cont. Adm. y Tributario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Sala I, 10/03/2011, “CTI
PCS SA - CTI Móvil c. GCBA s/ otras causas con trámite directo ante la cámara de apelaciones”; Trib. cit.,
“AMX Argentina SA c. DGDYPC s/ recurso directo sobre resoluciones de defensa al consumidor”),
condenatoria de la aquí actora.
Además, y con relación a la tramitación y gestión de la cancelación, se configuraron nuevos
comportamientos antijurídicos al omitir darle de baja al servicio y en cambio cursar el 23 de  mayo de 2011 el
pedido como “suspensión de línea por pérdida”, lo que generaba un costo adicional, aspectos puestos de relieve
por la sentencia. En efecto, en aquella oportunidad la actora pagó $183.- y luego, como quedaba un cargo
pendiente, $122,50.- el 8 de junio de 2011, dando de baja en forma provisoria el 11 de Julio de 2011, fecha de
notificación del reclamo ante la Oficina de Información al Consumidor de Tandil. Todo ello, destacado en la
sentencia y no rebatido en el escrito de agravios, resulta de la copia del recibo glosado a fs. 62, de los informes
del Banco Nación de fs. 315/316, 322/327, del expediente administrativo obrante en fotocopias a partir de fs.
217/218 y 243 vta. (art. 384 CPC). Además, en el informe agregado por la demandada, y en el que responde
parcialmente la reiteración de la intimación a expedirse sobre ciertos puntos, Claro reconoce que según sus
registros “ el día 04/06/2011 se tomó contacto con la titular y se le informó que para la cancelación debía verse
 

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registrado el pago de la deuda de la cuenta” (lo que constituye una práctica abusiva) y la titular informó que el
pago estaba hecho pero no lo probó (imponiendo la carga de la prueba a la actora). Luego “la titular toma
contacto con área de atención al cliente el 30 de Julio 2014 manifestando haber realizado el pago y solicitando
libre deuda ... Según registros el cliente abonó los $122,50 finales el 08/06/2011 y $61 finales el 02/10/2014
dejando la cuenta sin deuda” (sic. informe fs. 340/341). Ello se corresponde con lo que en Primera Instancia se
calificó de comportamiento intimidatorio al ser interpelado el pago por vía extrajudicial el 15 de mayo de 2011
sin identificar el monto adeudado y requiriendo que el cliente se dirija a una dirección o teléfono para
“regularizar su situación”, en misiva suscripta por “Claro. Gestión de Clientes en Mora”, sin exhibir ni firma ni
identidad del empleado o funcionario de la empresa requirente, indicándose solo que pertenecía al “Estudio:
V/N” (fs. 55). Luego el 22 de septiembre de 2011 se repite la intimación, incluso es idéntico el “formulario” o
modelo de intimación, pero esta vez para regularizar había que dirigirse a otro domicilio, en Mar del Plata al
“Estudio: GSA Collections SA” (fs. 56). El requerimiento formal data recién de fecha 17 de noviembre de 2011,
mencionando el cargo del gerente requirente y el monto de $61 adeudados, cuando en junio de 2011 obra copia
de la reiteración de un fax cursado por la actora demostrando el pago de la suma exigida originariamente de
$183.
No obstante, estos avatares la actora figura en el registro Veraz como morosa en el servicio de telefonía
celular desde el “12/2011”, cuando ya había pagado $183, deuda informada telefónicamente porque —como se
dijo— las dos primeras interpelaciones no indicaban el monto, y recién el reclamo de pago de $60,07 de fs. 67
de noviembre de 2011 identifica la deuda liquidada. En palabras de la resolución administrativa de la OMIC
Tandil: “el incumplimiento contractual es manifiesto por cuanto la empresa denunciada no procesó la baja del
servicio pese a haber abonado la denunciante las sumas “supuestamente adeudadas” (sic. fs. 50 vta.)”.
Todo lo expuesto destaca la notoria y grave inconducta negocial de Claro, vulneratoria del deber de
información y del trato digno y equitativo de O., conculcatoria de su libertad de contratar, a quién se sometió,
con notorio perjuicio, a una madeja de condiciones contractuales, trámites de baja del servicio, requerimientos
de pago inusuales (por la falta de identificación del titular y monto de la deuda exigida) en franca contraposición
con la conducta propia de un proveedor serio y responsable (arts. 42 CN, 1, 2, 3, 8, 10, 10 bis, 37, 52 bis, 53
LDC; arts. 984 a 989; 1061 a 1067, 1092 a 1095, 1096 a 1099 y concs. Cód. Civ. y Com. de la Nación;
Resolución 26/2003; doctrina art. 10 quáter LDC).
En un reciente pronunciamiento se explicó claramente la ratio del art. 8 bis LDC, en su conexión con el art.
52 bis: “La exigencia de condiciones de atención y trato digno apunta a la situación subjetiva, al respeto del
consumidor como persona que no puede ser sometida a menosprecio o desconsideraciones, ni mortificaciones
como desarrollo de la exigencia de trato digno del art. 42 de la CN, algunos de cuyos casos son hechos ilícitos
en sentido lato del art. 1066 del CC como en los reclamos extrajudiciales o dolosos como en la discriminación
(ver Kiper, Claudio M. en Picasso-Vázquez Ferreyra, “Ley de Defensa del Consumidor ...”, T. 1, ps. 122 a 148;
Kemelmajer de Carlucci, Aída, “Prácticas abusivas ...” cit. y Tobías, José W, “Persona, derechos personalísimos
y derecho del consumidor” en Picasso-Vázquez Ferreyra, “Ley de Defensa del Consumidor Comentada y
Anotada”, Buenos Aires, LA LEY 2011, T. 1, 91, 114). Se trata de considerar, a la vez, la dignidad del
consumidor como la conducta específicamente desarrollada por el proveedor que se conoce habitualmente como
“mal trato” que permite imponer las sanciones del art. 52 bis originados en el aprovechamiento por la parte más
fuerte que es el proveedor (Junyent Bas, Francisco y otros, “Ley de defensa del consumidor: comentada, anotada
y concordada”, Buenos Aires, Errepar, 2012, p. 107, las comillas son del original; Lorenzetti, Consumidores, 2ª
ed., Santa Fe, Rubinzal-Culzoni, 2009, ps. 149 y 233 e Iturbide, Gabriela A., “Reflexiones sobre el trato
equitativo y digno en la relación de consumo”, pto. 3, elDial-DCB6A del 01/06/2007) o eventualmente a
conductas que son claramente dolosas como se ha entendido ocurre en el caso de la discriminación (ver CNCiv.,
Sala H, c. 35.876/14 “P., D. N. c. General Paz Hotel SA s. daños y perjuicios” del 16/12/2016 con la disidencia
parcial de la Dra. Abreut de Begher quien entendió no debidamente probado el factor agravado en ese caso, Voto
de la mayoría del Dr. Racimo; CNCiv., Sala A, 17/10/2017, “M., M. S. y Otro c. Organización de Servicios
Directos Empresarios s/ Daños y Perjuicios”, Citar: elDial.com - AAA3E0).
 

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Por lo expuesto propicio al acuerdo la confirmación de esta parte del fallo, atendiendo a las cuestiones
esenciales sometidas a consideración, prescindiendo de analizar todos los argumentos invocados que no resultan
necesarios para decidir (v.gr. aplicación de la ley 27.078).
III. Procederé a analizar los agravios relativos a la procedencia y cuantificación de los daños resarcibles
1.- El rubro daño material fue admitido por la suma de $311, el daño moral por $35.000 y el daño punitivo
por $1.000.000, condenándose en total a pagar $1.035.372. Señalo que ese monto total y sin perjuicio de los
agravios para cada rubro, está consentido (el total asciende a $1.035.311 y el daño material resulta ligeramente
inferior a la sumatoria de cada ítem: $183; $28; $100; $61 y correspondientes a las sumas depositadas y a la
estimación del costo de una carta certificada y gastos de movilidad para asistir a las audiencias).
Solo la demandada cuestiona la procedencia y cuantía del daño patrimonial y moral. Y ambos deben ser
desestimados.
En lo atinente al daño material, globalmente considerado, el agravio dice que la sentencia omite fundar
porqué se debe reintegrar el pago, consentido por la actora, y derivado de la cancelación anticipada del servicio.
El fundamento no puede ser receptado ya que, además de haber sido considerada ilegítima la conducta
consistente en efectuar esos cobros, y por consiguiente el crédito que se reclamó, la demandada no probó (ni
siquiera intentó hacerlo): cuál era el costo total del servicio contratado; cuál era el “descuento” o “bonificación”
por acceder al plan de 24 meses, cuál era el saldo adeudado, cómo liquidó el supuesto “prorrateo” de la suma
pendiente por haber “caído” el plan. No explicó, detalló o aclaró la causa ni la legitimidad de los créditos
cobrados ni de sus cuantías, por lo que su agravio debe ser rechazado (arts. 724, 727, 729, 730 in c y concs).
Más aún: demostrada la ilicitud del comportamiento negocial de Claro en la percepción incausada de saldos
omitidos explicar y detallar por provenir de cláusulas abusivas, insertas en el contrato o “Solicitud de Servicio”
omitido acompañar (en sede administrativa y en este proceso) se “tienen por no convenidas” las que
supuestamente conferían el derecho de cobro por cancelación (art. 985 Cód. Civ. y Com. de la Nación),
aplicando el principio protectorio del consumidor (arts. 987, 1094, 1095 y concs. Cód. Civ. y Com. de la
Nación; arts. 3, 10 ter, 37, 53 y concs. LDC).
Tampoco resulta atendible el cuestionamiento del daño moral y del monto de condena.
Los avatares y padecimientos sufridos por la actora no se tratan, como se afirma en el agravio, de las
contingencias propias del mundo de los negocios, sino que no cabe dudas que la afectación anímica y espiritual
de la Sra. O. reviste entidad suficiente en relación causal adecuada con la serie de incumplimientos y
afectaciones irrogados por Claro: no darle de baja al servicio, exigirle enviar una carta postal, exigirle pagar un
saldo por cancelación anticipada que resultó sorpresivo y abusivo; reclamar dos veces por carta remitida por dos
departamentos distintos de gestión por cobro, reclamar por carta documento, otorgar el trámite de suspensión del
servicio en lugar de su cese, no asistir a la audiencia conciliatoria fijada en el expediente administrativo (aunque
luego se efectuaron ofrecimientos de acuerdos extrajudiciales que la actora no aceptó), todo ello constituye un
soporte fáctico suficiente para alterar y modificar disvaliosamente la esfera extrapatrimonial de la demandante
(arts. 522 y 1078 CC; art. 1741 Cód. Civ. y Com. de la Nación; art. 40 LDC).
En el caso y tratándose de una cuestión derivada de una relación de consumo el incumplimiento de la
accionada conlleva "per se" la presunción de molestias, incomodidades, aflicciones padecidas por la actora (arts.
1, 2, 3, 4, 5, 6, 8, 8bis, 10 bis, 13, 17, 18, 37, 38, 40 y concs. L.D.C.; arts. 1066, 1067, 1078, 1083 y concs. Cód.
Civ.; art. 1741 y concs. Cód. Civ. y Com. de la Nación; este Tribunal, causa n° 62.827, 05/06/2018,
“Barcelonna, María P. y otro/a vs. Naldo Lombardi SA y otro/a s. Daños y perjuicios”).
2.- El daño moral tiene carácter resarcitorio, aunque a veces encubiertamente suele contener —erróneamente
a mi juicio— un "plus" como sancionador de la inconducta del dañador (conf. mis trabajos "Daños a las
personas" RRCyS 2005-35; "Nuevos daños a las personas en la sociedad de riesgo" en libro Homenaje al
Profesor Jorge Mosset Iturraspe, Santa Fe, Ediciones UNL 2005, p. 159). Lorenzetti puntualiza que se asiste a
una notable expansión del concepto de daño moral tanto en su contenido como en la titularidad de la acción,
 

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incluyéndoselo en una noción más amplia de daño a la persona como lesión a derechos fundamentales de
raigambre constitucional (Lorenzetti Ricardo, "El daño a la persona", LA LEY 1995-D-1012; aut. cit. "La lesión
física a la persona. El cuerpo y la salud. El daño emergente y el lucro cesante", Rev. de Der. Priv. y Com., N°. 1,
"Daños a las personas", p. 103). El daño moral se concibe considerando el interés jurídico susceptible de ser
reparado toda vez que el derecho no protege los bienes en sí mismos o en abstracto sino en cuanto idóneos para
satisfacer necesidades (intereses) patrimoniales o extrapatrimoniales que resultan frustrados a raíz del hecho
dañoso (conf. "El daño moral colectivo. Su problemática actual" en "Derecho Ambiental y Daño" —Director
Ricardo L. Lorenzetti— p. 253; Bueres, Alberto J., "El daño moral y su conexión con las lesiones a la estética, a
la sique, a la vida de relación y a la persona en general", Revista de Derecho Privado y Comunitario, p. 237;
Boragina, Juan, "El Daño" en "Derecho Privado" (Homenaje a Alberto Bueres), p. 1138; Calvo Costa, Carlos,
"Derecho de las obligaciones" T. 2 p. 239). El daño moral es el que conculca intereses extrapatrimoniales dignos
o merecedores de tutela jurídica, que lo convierten en injusto o inmerecido para la víctima (cf. Morello, Augusto
M., "Indemnización del daño contractual", p. 180; esta Sala, causa n° 57.218, "Rossi...", cit.).
De su clásico y más reducido ámbito, restringido inicialmente al "precio del dolor", ahora se difunde la
noción del "precio del consuelo" —receptado por el art. 1741 Cód. Civ. y Com. de la Nación— esto es al
resarcimiento que "procura la mitigación o remedio del dolor de la víctima a través de bienes deleitables (por
ejemplo, escuchar música) que conjugan la tristeza, desazón, penurias" (Iribarne, Héctor P., "De los daños a la
persona" ps. 147, 577, 599 p. 401; aut. cit. "Ética, derecho y reparación del daño moral" en anotación a fallo en
ED, 112-280; aut. cit. "La cuantificación del daño moral" Revista de Derecho de Daños N°. 6 "Daño Moral" p.
197). La jurisprudencia viene receptando esa interpretación señalando que "se atiende no solo al dolor sino a
todas las aflicciones, preocupaciones y pesares a los que el dinero puede compensar en cierta medida,
reemplazando en el patrimonio moral el valor que del mismo ha desaparecido" como medio de "obtener
contentamientos, goces y distracciones para reestablecer el equilibrio de los bienes extrapatrimoniales" (Cám.
Nac. Civ., Sala F, 12/03/2004, "García, Ramón Alfredo c. Campana, Aníbal s/ daños y perjuicios", voto Dra.
Elena Highton de Nolasco elDial AA1F9C; Cám. Nac. Civ., Sala F, 03/08/2004, "T., V. O. y ots. c. M. C. B. A.
s/ daños y perjuicios", RRCyS 2004-1238, entre otros).
El daño moral consiste "no solo en el dolor, padecimiento o sufrimiento espiritual del individuo", sino
también en la "privación momentos de satisfacción y felicidad en la vida del damnificado —víctima o
reclamante— y que en definitiva influyen negativamente en la calidad de vida de las personas" (Highton, Elena
I. - Gregorio, Carlos G. - Álvarez, Gladys S., "Cuantificación de Daños Personales. Publicidad de los
precedentes y posibilidad de generar un baremo flexible a los fines de facilitar decisiones homogéneas y
equilibradas", Revista de Derecho Privado y Comunitario 21, Derecho y Economía, p. 127; conf. mis trabajos
"Afección al Espíritu de la Persona. Legitimados para reclamar el daño moral" en "Estudios de Derecho Privado
Moderno. Homenaje al Dr. Julio César Rivera", Ed. LA LEY, Bs. As. 2012 p. 145; "Los daños a las personas en
la jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires", Revista de Derecho de
Daños 2009-3-245; "Cuánto" y "quién" por daño moral" en "Homenaje a los Congresos Nacionales de Derecho
Civil (1927-1937-161-1969). Academia de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba Ed. Advocatus, Córdoba
2009-T. III p. 1659; esta Sala, causa n° 57.218, 13/06/2013, "Rossi...", “Barcelona” cit. anteriormente).
La doctrina analizada, siguiendo la jurisprudencia de la Corte Nacional (C.S. 12/04/2011 "Baeza Silvia c.
Buenos Aires, Pcia. de"; conf. "El daño moral (como "precio del consuelo") y la Corte Nacional" RCyS 2011-
VIII, 176) ha sido reiteradamente aplicada por este Tribunal (esta Sala causas N° 54530, 23/08/2011 "Torres
Elsa c. Bustingorry, Alejandro"; N° 55314, 20/10/2011 "Orradre Oscar c. Reble Luis"; N° 55146, 04/10/11
"Dumerauf Hugo c. Diario El Popular").
Por lo expuesto y teniendo en cuenta que la suma conferida a la actora (apelada por alta) le permitirá acceder
razonablemente a bienes deleitables (v.gr. hacer un viaje, adquirir un electrodoméstico de confort) me pronuncio
por la confirmación de la sentencia (arts. 522 y 1078 CC; art. 1741 Cód. Civ. y Com. de la Nación).
3.- Dos acotaciones finales. La sentencia autorizó a descontar la suma de $2.000 fijada en la resolución
 

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administrativa como daño directo (art. 40 bis LDC) del monto final de daño moral y material y ordenó adicionar
intereses a la tasa Pasiva-Digital del Banco de la Provincia de Buenos Aires para las operaciones de depósito a
treinta días, desde la fecha del ilícito (fijado el 29/03/2001) y hasta el efectivo pago.
IV. Ahora me ocuparé de los daños punitivos.
1.- La sentencia de grado desestimó el planteo de inconstitucionalidad del art. 52 bis LDC y atendiendo a la
gravedad de los incumplimientos determinó en $1.000.000 el daño punitivo, rechazando el pedido de su
donación y el de los honorarios del letrado de la actora, destinados a distintas entidades vinculadas con la
defensa del consumidor, sin perjuicio del destino que ambos, actora y su letrado, puedan asignarle al momento
de su percepción.
La demandada cuestiona la procedencia de la multa civil, señala que no se configuraron los presupuestos de
admisibilidad, y luego embate contra el monto, el que considera exorbitante, carente de proporcionalidad y
razonabilidad y que incurre en exceso de punición, afectando el principio non bis in idem, solicitando que los
intereses se devenguen desde la fecha de mora en el pago que se determine en la sentencia y no desde la
producción del hecho porque recién es exigible con la sentencia definitiva. Cita jurisprudencia que refiere a los
montos fijados en otros casos y por otros tribunales.
La actora, desplegando un importante esfuerzo argumental, y a partir de diversas consideraciones sobre la
forma de cálculo y la base computable, atendiendo a que puede inferirse del expediente la suma millonaria que
Claro ganó como consecuencia de estas prácticas abusivas, solicita se eleve la condena al máximo de
$5.000.000 que prevé la ley 24.240. También cita jurisprudencia aplicable, conforme precedentes de otros
tribunales.
2.- Analizaré, en primer lugar, la evidente y notoria procedencia de la sanción pecuniaria disuasiva, a partir
de su configuración y de los presupuestos subjetivos y objetivos necesarios, y luego su cuantía, acudiendo
también a lo decidido anteriormente por el Tribunal y a consideraciones teóricas formuladas desde otro lugar
(CCiv. y Com. Azul, Sala II, 11/06/2013, "Rossi, Laura V. c. Whirlpool Argentina SA” RCyS 2013-IX, 99;
CCiv. y Com. Azul, Sala II, 05/04/2017, “Dabos, Marcos Alberto c. BBVA Banco Francés SA s/ Daños y Perj.
Del./Cuas. (Exc. Uso Aut. y Estado)”; CCC, Sala II, Azul - 05/06/2018, “Barcelonna, María P. y otro/a vs. Naldo
Lombardi SA y otro/a s. Daños y perjuicios”; Galdós, Jorge M., (con la colaboración de Gustavo Blanco y
Maria Eugenia Venier), “Los daños punitivos en la Ley de Defensa del Consumidor”, en Stiglitz, Gabriel y
Hernández, Carlos, “Tratado de Derecho del Consumidor”, Ed. LA LEY Bs. As., 2015, Tomo III, p. 259; y “Otra
vez sobre los daños punitivos”, SJA 2016/06/08-1; JA, 2016-II; “Los daños punitivos. Su recepción en el Cód.
Civil de 1998. Primeras aproximaciones”, RCyS, 1999-23; “Daño moral colectivo. Daños punitivos y
legitimación procesal activa”, RDD Nro. 6-Daño Moral, p. 133; “La sanción pecuniaria disuasiva ambiental”,
Revista de Derecho Ambiental julio/septiembre 2012 n° 31 p 86; Llamas Pombo, Eugenio - Mayo, Jorge A.
- Galdós, Jorge M., “Daños punitivos. Diálogos de Doctrina”, LA LEY 2011-E, 1155).
Las objeciones y cuestionamientos de Claro en contra de la sanción pecuniaria disuasiva (como la
denominaban los arts. 1714 y 1715 del Anteproyecto de Cód. Civ. y Com. de la Nación) o daño punitivo o multa
civil como lo designa el art. 52 bis LDC, así como los restantes reproches constitucionales, no son de recibo,
conforme lo resuelto por la mayoría de la doctrina y jurisprudencia e incluso la doctrina legal de la Suprema
Corte (confirmando el leading case de CCiv. y Com. de Mar del Plata, Sala II, 27/05/2009, “Machinandiarena
Hernández c. Telefónica de Argentina”, LA LEY 2009-C-647; SCBA 06/11/2012 LA LEY BA 2012,1175).
3.- Sostuve antes que los daños punitivos consisten en adicionar al dañador un "plus" de condenación
pecuniaria sancionando su grave inconducta, lo que repercutirá con efectos ejemplificadores con relación a
terceros. Se trata de una condenación adicional a la estrictamente resarcitoria, que se impone al dañador con
carácter esencialmente sancionatorio y disuasivo, autónoma de la indemnización, cuya cuantificación y destino
debe resultar de la ley, respetando los principios de razonabilidad y legalidad, y que rige en caso de daños graves
causados con culpa grave o dolo (conf. trabajos citados supra).
 

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Se sostiene, en opinión que comparto, que "las penalidades deben respetar las garantías constitucionales del
debido proceso y el derecho de defensa. Además, no han de ser excesivas. La multa resultará excesiva cuando,
en el singular proceso en el que se la aplica, exorbita o rebasa el quantum que la finalidad de la sanción aconseja
a fin de disuadir de conductas futuras" (cf. Hernández, Carlos y Sozzo, Gonzalo, “La constitución judicial de los
daños punitivos. Antecedentes y funciones de la figura en Argentina", RDD, "Daño punitivo", 2011-2-368).
López Herrera afirma que los daños punitivos participan de la naturaleza de una pena privada, representan
una expresión clara de la función preventiva y sancionatoria de la responsabilidad civil y se caracterizan porque
si bien no son una indemnización, constituyen una reparación (reparar significa “desagraviar, satisfacer al
ofendido” y “remediar o precaver un daño”); agrega que son accesorios de la indemnización, de carácter
excepcional y tienen un elemento objetivo agravado (cf. López Herrera, Edgardo, “Daños punitivos en el
Derecho argentino. Art. 52 bis, Ley de Defensa del Consumidor”, JA, 2008-II-1198, p. 1202). Para Colombres
constituyen “una herramienta tendiente a disuadir las prácticas de conductas desaprensivas por parte de los
actores económicos, castigando las mismas, al enviar a pagar a quien resulte afectado por las consecuencias de
dichas prácticas, una suma en concepto de multa civil, la cual se adicionará a la fijada en concepto de
resarcimiento del daño” Colombres, Fernando M., “Los daños punitivos en la ley de defensa del consumidor”,
LA LEY 2008-E-1159). Mosset Iturraspe afirma que “la multa civil es una especie de sanción represiva,
aflictiva, en cuanto impone una privación patrimonial” (arts. 21 Cód. Penal y 1004 Cód. Civ.) que no atiende al
daño causado, lo que es propio de la responsabilidad civil, organizada en interés de los particulares, víctimas de
un daño (cf. Mosset Iturraspe Jorge, “Responsabilidad por daños” Parte general T°. I Ed. Rubinzal-Culzoni,
Santa Fe, 1998, ps. 359, 362 y 404). Los daños punitivos —dice Wajntraub— tal como son legislados en el
régimen de defensa de los consumidores “consisten en un adicional que puede concederse al perjudicado por
encima de la indemnización de los daños y perjuicios que pudiera corresponder. De esta forma se aprecia su
propósito meramente sancionatorio” (cf. Mosset Iturraspe, Jorge y Wajntraub, Javier H., “Ley de defensa del
consumidor”, Rubinzal-Culzoni Editores, Santa Fe 2008, p. 279).
Es decir, el daño punitivo importa una condena “extra” que se impone ante una conducta que se aparta
gravemente de aquellos niveles de precaución deseables socialmente (cf. Irigoyen Testa, Matías, “¿Cuándo el
juez puede y cuándo debe condenar por daños punitivos?”, RCyS 2009-X, 16; Vázquez Ferreyra, Roberto, “La
naturaleza jurídica de los daños punitivos”, RDD, Daño punitivo, 2011-2, Rubinzal Culzoni Editores, p. 11). En
este sistema —opinan Rinessi y Rey— se entiende por daños punitivos el mecanismo por el cual se condena a
pagar una indemnización que busca reparar la violación a los derechos constitucionales de los ciudadanos,
ocasionada ya sea por funcionarios del gobierno o por los particulares. Son las sumas de dinero que los
tribunales exigen pagar con el fin no de indemnización compensatoria, sino como una sanción con fines
ejemplarizantes (cf. Rinessi, Antonio J. Y Rey de Rinessi, Rosa, “Naturaleza jurídica del daño punitivo”. RDD,
2011-2 “Daño punitivo”, p. 117). Kemelmajer de Carlucci sostiene que “los punitive damages” se conceden para
sancionar al demandado (el sujeto dañador) por haber cometido un hecho particularmente grave y reprobable
con el fin de disuadir o desanimar acciones del mismo tipo” (cf. Kemelmajer de Carlucci, Aída, “¿Conviene la
introducción de los llamados 'daños punitivos' en el derecho argentino?” en Separata de la Academia Nacional
de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires. Anticipo de Anales-Año XXXVIII Segunda época - N°. 3).
Para Centenaro “consisten en una multa civil que el consumidor puede obtener y cuyo importe no guarda
relación con el daño que ha sufrido” (cf. Centanaro, Esteban, “Contrato y relación de consumo: actualidad en
torno a las últimas modificaciones legislativas”, p. 391 en Conte Grand, Julio y De Reina Partiére Gabriel,
“Estudios de derecho civil con motivo del Bicentenario” ED, Buenos Aires, 2011).
Las notas tipificantes según el art. 52 bis LDC son las siguientes: se trata de una condenación que es distinta
y diferente del resarcimiento del daño; por eso se la vincula con las funciones de prevención y punición de la
responsabilidad civil; su finalidad esencial es prevenir y punir graves inconductas del dañador; son de origen
legal, por lo que se requiere de norma expresa que los regule; la determinación del destino es un aspecto librado
esencialmente al arbitrio legislativo; son de carácter excepcional por lo que requiere que sus presupuestos
subjetivos y objetivos estén tipificados: dolo o culpa grave, “grave menosprecio hacia los derechos ajenos” en la
 

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terminología de los proyectos de reforma, y una conducta antijurídica del dañador que revista entidad y
significación (CCiv. y Com. Azul, Sala II, 11/06/2013, "Rossi, Laura V. c. Whirlpool Argentina SA” RCyS
2013-IX, 99; CCiv. y Com. Azul, Sala II, 05/04/2017, “Dabos, Marcos Alberto c. BBVA Banco Francés SA s/
Daños y Perj. Del./Cuas. (Exc. uso aut. y Estado; CCC, Sala II, Azul - 05/06/2018, “Barcelonna, María P. y
otro/a vs. Naldo Lombardi SA y otro/a s. Daños y perjuicios”; trabajos cit. supra).
En la doctrina se postulan tres criterios: el que sostiene la inconstitucionalidad de la norma, sea en general o,
en particular, con específica relación al destino conferido al consumidor; la tesis intermedia que se refiere a su
procedencia restrictiva solo en caso de ilícitos lucrativos; y, finalmente, la que se pronuncia por su
constitucionalidad y procedencia (la que desarrollaré atendiendo a los agravios), que es la prevaleciente (postura
de la mayoría de la doctrina de Zavala de González, Pizarro, Moisá, Rubén Stiglitz y Gabriel López Herrera,
Chamatropulos, Alvarez Larrondo, Sozzo, Hernández, Irigoyen Testa, Rinessi, Vázquez Ferreyra, entre otros —
conf. obs. cits. supra—). Ello a partir de una “lectura correctora” del texto legal, ya que existe coincidencia
acerca de los defectos de técnica legislativa que exhibe el citado art. 52 bis. De este modo se pronunciaron los
más importantes congresos jurídicos nacionales (entre otros más XII Jornadas Bonaerenses de Derecho Civil,
Comercial, Procesal y Laboral de Junín en 2009, en Homenaje a la memoria del Dr. Augusto Mario Morello, en
www.cadjj.org.ar/documentos/ Jornadas XXIII Jornadas Nacionales de Derecho Civil celebradas en Tucumán en
2011; Conclusiones de las XXIV Jornadas Nacionales de Derecho Civil. UBA 2013 —Comisión 8 Derecho del
Consumidor—).
La postura favorable, que es la recogida expresamente por el fallo apelado y que la demandada impugna, y
con cuyos fundamentos daré respuesta a sus agravios, parte del presupuesto de que la responsabilidad civil
cumple tres funciones: prevenir, reparar, sancionar. Esta tesis, ya admitida y desarrollada por el Tribunal,
sostiene que la pena es pública o privada según atienda al interés social o al particular y lo sea a favor de la
víctima, de la sociedad o de terceros; de ellas la multa es la pena pecuniaria por excelencia que afecta al
patrimonio del infractor. Se trata, en síntesis, de una sanción económica para prevenir y reprimir infracciones o
delitos que afecten al orden social (cf. Galdós, Jorge M., “La responsabilidad civil (parte general) en el
Anteproyecto”, LA LEY, 2012-C-1254). El objeto de castigo es la conducta del infractor (cf. Zavala de
González, Matilde, “Función preventiva de daños”, LA LEY 2011-E-1116; y “Relevancia Cuantitativa del daño”
RCyS, 2012-II-95). Por eso, y más allá de la conveniencia de que el destino del daño punitivo sea mixto, el art.
52 bis no vulnera el principio de la reparación plena del daño ni produce un enriquecimiento sin causa de la
víctima porque se trata de una pena civil. Se acota que en la pena media identidad ontológica (en el precepto y
en la sanción) y en la estructura de la norma civil y de la penal y que la distinción entre sanción civil y sanción
penal obedece a circunstancias dogmático-contingentes establecidas por el legislador, quien determina su
naturaleza (cf. Moisá Benjamín, “Los llamados "daños punitivos" en la reforma a la ley.24.240”, RCyS, 2008-
871; López Herrera, Edgardo, “Daños punitivos en el Derecho argentino”, art. 52 bis, Ley de Defensa del
Consumidor, JA, 2008-II-1198 y “Los daños punitivos: naturaleza. Tipos. Jurisprudencia comparada. Análisis
económico. Aplicación al derecho del consumidor”, Bs. As., Ed. Abeledo Perrot, 2008, p. 304). Por lo demás la
multa civil “está desprovista de los principios, normas y garantías del derecho penal. Las penas pecuniarias que
se mandan a pagar en concepto de daños punitivos no constituyen sanciones penales sino civiles y quedan, por
lo tanto, al margen de esas garantías” (cf. XVII Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Santa Fe 1999;
Kemelmajer de Carlucci, Aída “¿Conviene la introducción de los llamados 'daños punitivos' en el derecho
argentino?”, cit.). En las citadas XXIII Jornadas Nacionales de Derecho Civil se concluyó que “las instituciones
que determinan condenas pecuniarias implican una función de prevención general que se adiciona a la función
de prevención especial”. En definitiva: la sanción pecuniaria disuasiva es una pena, de naturaleza civil,
totalmente aplicable al derecho argentino y “una interpretación razonable de la norma (art. 52 bis LDC) exige su
adecuación a los principios informadores del Derecho Privado y el resguardo de los derechos constitucionales”
(cf. XXII Jornadas Nacionales de Derecho Civil— V Congreso Nacional de Derecho Civil. Córdoba, 2009, XII
Jornadas Bonaerenses de Derecho Civil, Comercial, Procesal y Laboral en Homenaje a la memoria del Dr.
Augusto Mario Morello. Comisión número 1-Derecho Civil-"Prevención y reparación del daño al consumidor",
Posición 15 A, de la mayoría, en www.cadjj.org.ar/documentos/ Jornadas).
 

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4.- En su momento y desde otro lugar me pronuncié por la constitucionalidad de la multa civil que cumpla
con los requisitos de legalidad (es decir existencia de norma expresa que la regule, y que en el caso resulta del
art. 52 bis LDC), razonabilidad y proporcionalidad y que se asegure el derecho de defensa y del debido proceso,
porque —reitero— la condenación pecuniaria “no infringe preceptos constitucionales porque no resulta
comprendida por las garantías propias del Derecho Penal ...”. En las XVII Jornadas Nacionales se decidió por
unanimidad que: “las penas privadas no están alcanzadas por las garantías constitucionales propias del proceso
penal (v.gr. non bis in idem, prohibición de autoincriminación, personalidad de la pena, etc.). Es preciso, en
cambio, que ellas no sean excesivas y que resulten respetadas las garantías constitucionales del debido proceso y
del derecho de defensa”. Ello así porque las mencionadas penas privadas “abastecen los principios de legalidad
y del debido proceso; afianzan el rol preventivo y sancionador de la responsabilidad civil, confiando en la
prudencia y razonabilidad judicial. Además, el exceso en la punición está contrarrestado por el ‘activismo
judicial’ y por el principio de razonabilidad, que serán árbitros idóneos para impedir “la desnaturalización de los
efectos de la multa civil” (cf. Galdós Jorge M., “Los daños punitivos. Su recepción en el Cód. Civil de 1998.
Primeras aproximaciones”, RCyS, 1999-23). Se argumenta que “nuestra propia Corte Suprema de Justicia de la
Nación, intérprete último de la Constitución recurrentemente viene sosteniendo que con relación a las sanciones
no penales (...) no rigen estrictamente las garantías del proceso penal receptadas por los tratados internacionales
y nuestra Constitución Nacional” (cf. Moisá, Benjamín, “Los llamados “daños punitivos” en la reforma a la ley
24.240”, RC y S 2008-271). De modo parecido se afirma que la sanción pecuniaria disuasiva es una pena pero
que no hay obstáculo para su aplicación en el derecho argentino toda vez que la pena no es solo propia del
derecho penal ya que existen otros institutos de esa naturaleza en el derecho civil (cf. Nallar, Florencia, “Los
daños punitivos en el Proyecto de Código Civil y Comercial de la Nación”, RDPC 2012-3-471, Proyecto de
Cód. Civil y Comercial —II— p. 471). Mosset Iturraspe afirma que “la multa civil es una especie de sanción
represiva, aflictiva, en cuanto impone una privación patrimonial” (arts. 21 Cód. Penal y 1004 Cód. Civ.) que no
atiende al daño causado, lo que es propio de la responsabilidad civil, organizada en interés de los particulares,
víctimas de un daño (cf. Mosset Iturraspe, Jorge, “Responsabilidad por daños” Parte general, T°. I Ed. Rubinzal-
Culzoni Editores, Santa Fe, 1998, p. 359, 362 y 404).
Por lo demás, recuerda Trigo Represas la existencia en nuestro derecho de “supuestos emparentados con los
daños punitivos”: las “astreintes” (art. 666 bis Cód. Civil), la cláusula penal (art. 656 Cód. Civil), los intereses
punitorios o sancionatorios (arts. 622 Cód. Civ. y 565 Cód. Com.) y la temeridad procesal (arts. 45 CPC Bs. As.
y CPC Nac.; cf. Trigo Represas Félix A. en Cazeaux Pedro N. - Trigo Represas Félix A. “Derecho de las
Obligaciones”, 3ª. Ed. aumentada y actualizada, Ed. Platense, La Plata, 1996, T°. V p. 930; aut. cit. “Daños
punitivos” en “La responsabilidad-Homenaje al profesor Dr. Isidoro Goldenberg”, dir. Atilio A. Alterini y López
Cabana Roberto M., Ed. Abeledo-Perrot, 1995, p. 283).
Se acota que se presenta un “revival de la pena privada” y el derecho civil “no debe temer la introducción de
la noción de pena cuando esta sirve a los otros fines del derecho de daños, fundamentalmente, a su finalidad
preventiva” (cf. Kemelmajer de Carlucci, Aída, “¿Conviene la introducción de los llamados daños punitivos en
el derecho argentino?”, cit. p. 13, N°. 4 y p. 59 N°. 3). Incluso quienes participan del criterio de que la multa
civil representa una sanción penal admiten su procedencia si se respetan las garantías del debido proceso y si se
individualizan y describen claramente sus requisitos (cf. Sánchez Costa, Pablo, “Los Daños punitivos y su
inclusión en la Ley de Defensa del Consumidor”, LA LEY 2009-D-1113). Álvarez Larrondo emplaza la pena
privada del art. 52 bis LDC en la “compleja y particular problemática del derecho del consumo que crea un
sistema reparador propio de una rama del derecho específica, que se aparta del régimen civil y que crea sus
propios institutos acorde a la realidad negocial, social y económica de ese sector” (cf. Alvarez Larrondo,
Federico M., “La consistencia de los daños punitivos”, LA LEY 2009-B-1156).
Resulta también ilustrativo recordar la clásica clasificación de sanciones civiles resarcitorias y represivas
formuladas por Arauz Castex (cf. Arauz Castex, Manuel, “Derecho Civil-Parte General”, Bs. As., 1968, T°. II, p.
382 y ss.), con relación al Cód. Civil, que la doctrina recogió (cf. Mosset Iturraspe, Jorge, “Responsabilidad por
daños” Parte General, T°. I cit. p. 359, nota 6), e incluso mantiene y actualiza (cf. Trigo Represas Félix en
 

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Cazeaux Néstor y Trigo Represas Félix, “Derechos de las obligaciones”, Ed. Platense, 1994, T°. IV, p. 462, N°.
2399). En la sanción civil represiva la conducta es consecuencia de la infracción de un deber jurídico consiste en
un hecho diferente a la conducta debida, mientras que en las resarcitorias es igual o equivalente a ese deber
inobservado. Agrega que en “el derecho civil la mayor parte de las sanciones son resarcitorias; pero las hay
también represivas, tanto en materia patrimonial como de familia. Es erróneo pensar que las sanciones
represivas son exclusivamente propias del derecho penal. En derecho civil también las hay, y nada tienen de
anómalo ni de inconciliable con los caracteres generales de la materia”. De allí concluye sistematizando las
sanciones represivas extrapatrimoniales —v.gr. pérdida de la patria potestad (art. 307 Cód. Civ.), corrección del
hijo por el padre (art. 278) —entre otras— y de las patrimoniales (v.gr. pérdida de la vocación hereditaria por
indignidad (art. 3291/96), revocación de la donación por ingratitud (art. 1858), nemo auditur... (v.gr. pago - art.
795; dolo recíproco —art. 1047—; juego prohibido —art. 2063—; entre otras)” (cf. Arauz Castex, Manuel,
“Derecho Civil-Parte General” cit., T°. II p. 384 N°. 1683; Trigo Represas, “Derechos de las Obligaciones”, T°.
IV, p. 462 cit.).
En conclusión, y con palabras del Congreso Nacional de Derecho Civil del año 2009: “La sanción o
punición de ciertos ilícitos contractuales o extracontractuales mediante la imposición de penas privadas no es
ajena a nuestro derecho vigente, y se manifiesta en institutos como la cláusula penal, los intereses punitorios,
sancionatorios, astreintes, entre otros” (cf. XVII Jornadas Nacionales de Derecho Civil: conclusiones. Santa Fe,
23 a 25 de setiembre de 1999. Comisión n. 10: Derecho privado comparado. Las penas privadas, JA, 2000-I-
1035).
5.- La multa civil, daño punitivo o sanción pecuniaria disuasiva del art. 52 bis LDC constituye— en síntesis
— una suerte de pena privada, afín a otros institutos, a los que no se le aplican los principios del derecho penal.
Requiere —eso sí— de norma expresa que la regule y le confiera el marco legal de procedencia que asegure los
derechos de defensa y del debido proceso, procurando la razonabilidad de la sanción para no caer en exceso de
punición. Por lo demás, los actuales arts. 1714 y 1715 Cód. Civ. y Com. de la Nación constituyen valiosas
herramientas normativas para evitar el exceso de punición, morigerando o reduciendo la acumulación
exorbitante de sanciones (supuesto que no se verifica en autos). El exceso de punición que se procura evitar lo
podrá constituir un supuesto —no necesariamente muy frecuente— en el que respecto del mismo hecho se
activen reacciones jurídicas de distinta naturaleza. Por ejemplo, un hecho ilícito da origen a una causa penal (y
en ella se dispone el pago de una multa), y a otra administrativa o de otra índole. En tal caso, el juez que tiene
que evaluar la sanción disuasiva debe tener en cuenta el resultado derivado de esa superposición de
condenaciones pecuniarias, debiendo computar la incidencia final de la sanción civil. Para ello puede seguir dos
caminos: reducir la sanción o, como alternativa última, dejarla sin efecto en forma total (arts. 1714 y 1715 Cód.
Civ. y Com. de la Nación). El caso de excesiva punición más frecuente podrá constituirlo la acumulación de una
multa administrativa fijada por la autoridad de aplicación del consumo, la que deberá contemplarse a fines de la
cuantificación del monto final, supuesto que no se verifica en autos atendiendo a la escasa incidencia del monto
otorgado por la resolución de la OMIC Tandil (fs. 48/53, $20.000). Por lo demás la carga de la prueba del
exceso de punición incumbe al legitimado pasivo porque es quién está en mejores condiciones de informar u
acreditar las restantes condenaciones impuestas.
En general la jurisprudencia se pronunció por la constitucionalidad del instituto, afirmándose que la punición
del derecho del consumo no tiene la misma estructura que la sanción penal (TS Córdoba, 10/05/2016,
“Defilippo Daría c. Parra Automotores”, RCyS 2016 (septiembre), p. 83. ver también: CCiv. y Com., Sala I,
Mercedes, 28/06/2016, “Lespade, Carlos Matías vs. Telecom Personal SA s. Daños y perjuicios por
incumplimiento contractual”, voto Dr. Ibarlucía; CCiv. y Com. Azul, Sala II, 11/06/2013, "Rossi, Laura V. c.
Whirlpool Argentina SA” RCyS 2013-IX, 99; CCiv. y Com. Azul, Sala II, 5/4/ 2017, “Dabos, Marcos Alberto c.
BBVA Banco Francés SA s/ Daños y Perj. Del./Cuas (exc. uso aut. y Estado)”.
6.- Antes de ocuparme de los elementos subjetivos y los objetivos, y a propósito de la constitucionalidad, no
pueden dejar de mencionarse dos precedentes recientes y relevantes. En efecto, la Cámara Nacional Civil, Sala
A (integrada) admitió por mayoría la constitucionalidad del art. 52 bis y condenó a una empresa de medicina
 

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prepaga por haber negado reiteradamente las prestaciones para la rehabilitación de un niño con discapacidad,
asumiendo “un obrar grosero y rayano con el dolo contractual”. En minoría el Dr. Li Rossi sostuvo que no se
configuraban los presupuestos (la empresa no demostró un desinterés de entidad para que se imponga la multa
civil) y en disidencia parcial el Dr. Picasso, con adhesión del Dr. Zannoni, declaró la inconstitucionalidad del
art. 52 bis, porque los graves defectos constitucionales no son superables por una interpretación correctora del
texto legal (cf. CNCIV, Sala A, 17/10/2017, “M., M. S. y Otro c. Organización de Servicios Directos
Empresarios s/ daños y perjuicios”, elDial.com - AAA3E0 (voto Dres. Molteni, Li Rosi (en disidencia parcial),
Sebastián Picasso (en disidencia parcial), Zannoni (en disidencia parcial), Fernando Racimo, Calatayud e
Iturbide. Se otorgaron $250.000 para cada coactor). El voto de Zannoni hizo hincapié en la improcedencia de
que todo el monto se destine a la víctima. Los distintos y fundados votos de la mayoría (de los Dres. Molteni,
Racimo e Iturbide), correlacionaron el art. 52 bis con el art. 8 bis LDC, que tutela la dignidad del consumidor y
cuya infracción determina una responsabilidad objetiva, mediante una interpretación correctora apoyada en el
art. 42 CN, diferenciando los tipos penales de la multa civil. Se concluyó (en lo sustancial) que el “art. 52 bis
vinculado tanto con el resto de la ley 24.240 como con la relevante introducción de la protección al consumidor
exigida al legislador por el art. 42 de la CN no tiene obstáculos constitucionales cuando se considera que la
multa civil solo resulta aplicable en aquellos supuestos de conductas de gravedad desplegadas en el
incumplimiento legal o contractual en una relación de consumo”. Adhiero a esta postura.
Otro importante antecedente se registra en la jurisprudencia tucumana en el que por mayoría se admitió la
pretensión por la presencia de una pila alcalina en una botella cerrada, cuantificando la sanción pecuniaria
disuasiva en $500.000. La minoría (voto del Dr. Moisá) se pronunció en contra del destino privado de la multa,
entendiendo que solo puede ser público, y declaró de oficio la inconstitucionalidad del art. 52 bis y dispuso que
la mayor parte se destine a una entidad benéfica ($1.000.000) y a la víctima ($100.000) como incentivo de
conducta (cf. CCiv. y Com. de San Miguel de Tucumán, (Provincia de Tucumán), Sala II, 27/07/2017, “Esteban,
Noelia Estefanía c. Cervecería y Maltería Quilmes SAICA.G. s/ daños y perjuicios”, (Expte. N° 917/12)" -
Citar: elDial.com - AAA123 (voto de la mayoría de las Dras. Amenábar y Leone Cervera con disidencia del Dr.
Moisá).
Mencioné ambos precedentes para remarcar que salvo la opinión —calificada por cierto— del Dr. Picasso,
los restantes y únicos casos en los que se decretó la inconstitucionalidad obedecían a un supuesto que en autos,
por sus singularidades, no se presenta: el destino del daño punitivo al consumidor (voto Dres. Zannoni y Moisá)
ya que aquí se configuró el peculiar caso de donación por parte de la beneficiaria a distintas entidades
relacionadas con la defensa del consumo e incluso, el letrado de la actora Dr. L. D. S., también donó
parcialmente sus honorarios a similares entidades. Se configura un singularísimo caso que describe un autor:
“los demandantes y sus abogados, ambos en su rol ciudadano y, por lo tanto, como agentes o motores del
cambio social, tienen a disposición la alternativa de la oferta de donación de un porcentaje para garantizar el
destino mixto de la condena por daños punitivos que obtengan. Lo ideal sería que la liberalidad referida se
destine a entidades benéficas o hacia fines sociales o comunitarios (cf. Chamatropulos, Demetrio A.,
“Soluciones posibles para la escasa aplicación de los daños punitivos en Argentina”, LA LEY 06/08/2013, 1; LA
LEY 2013-D, 1079 - Cita Online: AR/DOC/2780/2013).
7.- Queda explicado entonces que, en autos, al haberse producido el inédito supuesto de donación de los
montos de condena por daños punitivos a entidades no gubernamentales vinculadas con la protección del
consumidor, se desmantela por completo el principal argumento de la tesis opuesta (que ya reiteré que no
comparto) de que el destino de la suma por sanción y disuasión al consumidor viola el principio de la reparación
plena y produce el enriquecimiento del consumidor (art. 52 bis LDC). Ello —y obiter dicta— sin perjuicio de la
conveniencia de lege ferenda de un destino mixto o colectivo o el que el juez fije fundadamente.
En consecuencia, corresponde tener presente, para el momento de pago, la donación efectuada por la actora
y su letrado, la que aun cuando no reviste las formalidades legales, tiene entidad suficiente para evidenciar
claramente que la Sra. O. no percibirá la totalidad del daño (art. 52 bis LDC). Por eso, y en el momento del
pago, deberá previamente realizar dicha donación y distribuirse la suma de condena del modo siguiente: un 45%
 

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a la “Asociación Civil de Usuarios y Consumidores de Tandil”; un 25% a la “Oficina Municipal de Información


al Consumidor de la Ciudad de Tandil”; un 15% a “Proconsumer”; un 5% a la “ACUBA”; un 5% a la
“A.D.D.U.C.” y un 5% a la “Fundación Energizar”.
Igualmente corresponderá atender a la manifestación de voluntad del letrado Dr. S. quien se pronunció por la
donación de sus honorarios de la siguiente forma: 80% a la “Asociación Civil de Usuarios y Consumidores de
Tandil” y 20% a la “Oficina Municipal de Información al Consumidor” de la ciudad de Tandil.
8.- Contrariamente a lo aducido por la demandada, en autos no concurre exceso de punición o punición
irrazonable porque el monto de condena está comprendido en la escala legal ($5.000.000), no se sancionó dos
veces por un mismo hecho (vulneración alegada del principio non bis in idem) la cuantía de la multa
administrativa ($10.000, que Claro no pagó) fue tenida en cuenta para adicionar al daño punitivo de $1.000.000,
por lo que en la práctica el monto global llegaría a $1.010.000 y porque el daño directo fijado en sede
administrativa ($2.000) se autorizó a descontar de los daños moral y patrimonial, aspecto que quedó firme (arts.
260 y 261 CPC).
En estos autos Claro, en conducta que no resulta aislada como se desprende de otros antecedentes judiciales
(cf. Cám. Apel. Cont. Adm. y Tributario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Sala I, “AMX Argentina SA
c. DGDYPC s/ recurso directo sobre resoluciones de defensa al consumidor”, Exp. 49990/2015-0, cit. supra),
actuó con grave menosprecio de los derechos de O. porque: incurrió en una ilicitud en contra del deber de
información al no comunicar anticipadamente al usuario cuál era el trámite de cancelación del servicio; requirió
que el consumidor comunique por carta postal indicando el número y las razones de baja de la línea; no dio
curso al trámite porque no estaba cancelado un saldo remanente por cancelación del precio más bajo cobrado o
bonificado solo si permanecía durante 24 meses; interpeló a la actora de modo improcedente, dos veces,
intimando la regularización del pago, por medio de dos estudios jurídicos distintos, omitiéndose indicar el
monto (el usuario debía comunicarse con la empresa) y sin individualizar quién era el reclamante, salvo
“Gestión por mora de Claro”; luego se intimó un monto por carta documento, identificándose el requirente; pese
a la reiteración por fax del pago del monto informado por teléfono a la actora ($183) no se canceló el servicio y
se gestionó como “suspensión de línea”; informó a Veraz la condición de deudora de O.; no acompañó el
contrato o “Solicitud de Servicio” ni un modelo o ejemplar típico para valorar la razonabilidad de las cláusulas;
fue sancionada en sede administrativa no habiendo acreditado que pagó ni el daño directo ni la multa por
infracción a los arts. 3 y 37 LDC; adoptó en el proceso una conducta de falta de colaboración ya que, primero,
respondió de modo incompleto el requerimiento judicial en el que se le pidió que se pronuncie sobre diversos
puntos sin informar los datos esenciales (cantidad de usuarios, de líneas, de montos cobrados, de gestión en
mora, etc., etc.) que hubieran suministrado elementos de ponderación muy importantes para la determinación y
cuantificación del daño punitivo. En ese sentido el responde del oficio de fs. 320, el nuevo requerimiento de fs.
321, ordenado a fs. 328 y la respuesta de fs. 340/341, resultan elocuentes y todo ello constituye una presunción
fuerte y grave en contra del proveedor, de naturaleza procesal (art. 163 inc. 5 CPC), consumerista (arts. 3° 2da
parte in fine, 8 bis, 37, 53 y doctrina del art. 10 quáter; Resolución 26/2003 de la Secretaría de Comercio
(Anexo arts. e inc. III, y h) y de derecho privado constitucionalizado (arts. 1097 a 1099, 1 y 2, 1094 y 1095, 985,
987 y concs. Cód. Civ. y Com. de la Nación).
Lo expuesto pone de relieve la entidad y gravedad de la inconducta de Claro ya que exhibe una mecánica u
operatoria comercial abusiva, que se aprovecha y se beneficia con la sumatoria de pequeños daños, ya que la
probabilidad —como en el caso— de demandar por daño material por la suma de $311 es ínfima. Y ahí radica el
núcleo de la práctica censurable que debe ser sancionada de modo disuasivo teniendo también en cuenta: en el
año 2014 se registraron en la Omic Tandil 350 denuncias contra AMX (fs. 288), el doble de la segunda empresa
más denunciada; que en el período 2012/junio 2015 la Dirección Provincial de Comercial aplicó al menos 10
sanciones administrativas por distintas infracciones, por $20.000; $5.000 (por reclamo telefónico de deuda no
informada, que se pagó y no pudo determinarse el destino); $2.000; $20.000; $40.000 (por cobro de línea que
funcionaba defectuosamente); $10.000; $10.000; $50.000; $15.000; $10.000; $35.000 (ver oficio fs. 425/462 de
la citada Dirección Provincial).
 

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El elemento objetivo del daño punitivo consiste en una conducta que produzca un daño grave, que supere un
piso o umbral mínimo y que le confiera, por su trascendencia social, repercusión institucional o por su gravedad,
una apoyatura de ejemplaridad. En anterior oportunidad adherimos a que esa conducta debía erigirse en
“repugnante”, “indignante”, “antisocial” (cf. XVII Jornadas Nacionales de Derecho Civil-Santa Fe 1999. Ver
López Herrera, Edgardo, “Los daños punitivos: naturaleza. Tipos. Jurisprudencia comparada. Análisis
económico. Aplicación al derecho del consumidor”, Bs. As., Ed. Abeledo Perrot, 2008, p. 304 y Moissat,
Benjamín, “Los llamados “daños punitivos” en la reforma de la Ley 24.240”, RC y S, 2008-271). Ello para
cumplir con las dos finalidades primordiales del instituto: disuadir (prevenir) y sancionar (castigar).
9.- La praxis judicial revela que la culpa es irrelevante como factor subjetivo de adjudicación de
responsabilidad (cf. CCiv. y Com., Salta, sala I, 13/04/2011, "P., D.H. c. Telecom Personal SA”, con nota
aprobatoria de Ondarcuhu, José I., "Los daños punitivos vienen marchando en la jurisprudencia nacional", LA
LEY 2011-C, 123; CCiv. Com. y Minería, General Roca, 26/03/2010, "Ríos, Juan C. c. Lemano SRL Altas
Cumbres", RCyS, 2010-225; CCiv. y Com. Mar del Plata, sala 2, 27/05/2009, "Machinandiarena Hernández,
Nicolás c. Telefónica de Argentina", LA LEY, 2009-C, 647). Un interesante precedente que se expidió en este
sentido de exigir el elemento subjetivo agravado (cf. CCiv. y Com. de 3a Nominación de Córdoba, 17/04/2012,
“Teijeiro (o) Teigeiro, Luis M. c. Cervecería Y Maltería Quilmes SAICA. y G. s/ abreviados-otros” (por la
presencia de un envase de gel íntimo en una bebida), RyS 2012-V, 160, elDial.com - AA75AF; con notas de
Chamatropulos, Demetrio Alejandro, “Daños punitivos sí, daños punitivos no”, LA LEY 03/05/2012, 3; LA
LEY 2012-C, 63, Cita Online: AR/DOC/2047/2012; Nallar, Florencia, “Procedencia y cuantificación de los
daños punitivos”, LA LEY 31/05/2012, 6; LA LEY 2012-C, 432, Cita Online: AR/DOC/2839/2011; Picasso,
Sebastián, “Objeto extraño en una gaseosa y los "daños punitivos", LA LEY 25/06/2014, 5; LA LEY 2014-D,
24, Cita Online: AR/DOC/2140/2014), mencionó varios pronunciamientos concordantes que aplicaron la
sanción pecuniaria teniendo en cuenta la culpa agravada. Por ejemplo: se decidió que el instituto es procedente
si existió “un abuso de posición de poder del proveedor que evidencia un “menosprecio grave de derechos
individuales y de incidencia colectiva” (cf. CCiv. y Com. de Mar del Plata, Sala II, 27/05/2009,
“Machinandiarena Hernández c. Telefónica de Argentina”, LA LEY 2009-C-647); “graves inconductas de los
proveedores de bienes y servicios” (cf. CCiv. y Com. Rosario, Sala II, 29/07/2010, “Rueda, Daniela c. Claro
Amx Argentina SA”, LA LEY 2010-f-397); “una conducta particularmente grave” (cf. CCom., 26/04/2011,
“Fasan, Alejandro c. Volkswagen SA de Ahorro para fines determinados”); un “daño causado con malicia, mala
fe, grosera negligencia” (cf. CCiv. de 1ª Nominación de Córdoba, 27/10/2011, “Navarro, Mauricio c. Gilpin
Nash David Iván”); "culpa grave o dolo, negligencia grosera, temeraria, actuación cercana a la malicia" (cf.
CCiv. y Com. Azul, Sala II, 11/06/2013, "Rossi, Laura V. c. Whirlpool Argentina SA” RCyS 2013-IX, 99; CCiv.
y Com. Azul, Sala II, 05/04/2017, “Dabos, Marcos A. c. BBVA Banco Francés SA s/ Daños y Perj. Del./Cuas.
(exc. uso aut. y estado)”. En un importante precedente judicial, ya citado, (cf. voto de la mayoría del Dr.
Racimo, en el que se describen numerosos antecedentes, CNCiv., Sala A, 17/10/2017, “M., M. S. y Otro c.
Organización de Servicios Directos Empresarios s/ Daños y Perjuicios”, Citar: elDial.com - AAA3E0); se
sintetizaron varios antecedentes sosteniéndose que se exige ”conducta grave o grosera negligencia” (cf.
CNCivil, Sala B, 14013/14, “A., J. M. c. Banco Itaú Argentina SA y otros. Habeas Data” del 19/06/2014); dolo
o culpa grave (cf. CNCiv., Sala B, 07/02/2014, “C. B., M. S. y otro c. S., N. J. s. daños y perjuicios”);
menoscabo al derecho del consumidor por no proporcionarle un trato digno (cf. CNCiv., Sala C, C. 300.325,
10/07/2012, “G., R. A. c. Plusmar SA s. daños y perjuicios”); conducta grave o grosera negligencia (cf. CNCiv.,
Sala C, C. 28.805/12, 04/12/2014, “I. M., R. c. C. S., J. y otros s. daños y perjuicios”); graves inconductas (cf.
CNCiv., Sala D, C. 39.750/13, 08/06/2015, “S., C. c. Valmed Organización Médica del Instituto Panamericano
de Salud SA s. daños y perjuicios”); supuestos de particular gravedad (cf. CNCiv., Sala E, 15/11/2012, “P., H. D.
y otro c. Coviares SA s/ daños y perjuicios”); graves inconductas (cf. CNCiv., Sala G, 18/11/2009, “C. P., M. c.
Bank Boston NA s. daños y perjuicios”); menosprecio grave (cf. CNCiv., Sala G, C. 99.192/11, 27/04/2015, “G.,
L. B. c. C.A.S.L.A. s. daños y perjuicios”); culpa grave (cf. CNCiv., Sala H, C. 606.945, 10/12/2012, “S. M., M.
L. c. Telecentro SA s. daños y perjuicios”, CNCiv., Sala K, C. 3.264/10, 08/10/2015, “A., J. J. c. Empresa
General Urquiza SRL s. daños y perjuicios”); hechos graves configurativos de dolo (cf. CNCiv., Sala H, C.
 

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35.876/14, 16/12/2016, “P., D. N. c. General Paz Hotel SA s. daños y perjuicios”); circunstancias de gravedad
(cf. CNCiv. Sala I, c. 90.611/10, 11/03/2014, “Colonia SA c. Banco Comafi SA s. daños y perjuicios”);
supuestos de particular gravedad (cf. CNCiv., Sala J, 26/08/2011, “C. J. O. c. Banca Nazionale del Lavoro y
otros”); grave incumplimiento (cf. CNCiv., Sala K, C. 13.926-09, 04/05/2017, “P., O. R. c. Cienfuegos SA y otro
s. daños y perjuicios”); conducta grave (cf. CNCiv., Sala K, C. 2.484/12, 25/11/2016, “D. C., J. M. y otros c.
Galeno Argentina SA s. daños y perjuicios”); graves inconductas (cf. CNCiv., Sala L, c. 15/11/2012, “S., K. P. c.
Confira SA s/ daños y perjuicios”, La Ley Online AR/JUR/69382/2012); conducta desaprensiva e irresponsable
(cf. CNCiv., Sala L, c. 15/11/2012, “S., K. P. c. Confira SA s/ daños y perjuicios”, La Ley Online
AR/JUR/69382/2012); una conducta “extra” que se aparte gravemente de aquellos niveles de precaución
deseables socialmente (cf. CNCiv., Sala F, c. 526.897); una conducta disvaliosa con un propósito deliberado de
obtener un rédito con total desprecio de la integridad o dignidad del consumidor (cf. CNCom., Sala B,
18/05/2016, “G. I., T. c. Swiss Medical SA s/ ordinario”, RCyS 2016-XI, 89).
En palabras de las Jornadas Nacionales de Derecho Civil de 2009: “los daños punitivos proceden
únicamente en casos de particular gravedad, que trasunten menosprecio por derechos individuales o de
incidencia colectiva, abuso de posición dominante y también en los supuestos de ilícitos lucrativos, con la
finalidad de desmantelar plenamente sus efectos”. Se retomaron aquí las opiniones ya anunciadas en el año 1999
cuando se afirmó, por mayoría, que “conviene limitar la aplicación de penas privadas a casos de particular
gravedad, caracterizados principalmente por el menosprecio a los derechos del damnificado o a intereses de
incidencia colectiva y a los supuestos de ilícitos lucrativos”. Se añadió que “es necesario que medie reproche
subjetivo en la conducta del sancionado” (cf. Jornadas Nacionales de Derecho Civil: conclusiones. Santa Fe, 23
a 25 de setiembre de 1999.Comisión n. 10: Derecho privado comparado. Las penas privadas, JA, 2000-I-1035;
también “Terceras Jornadas Marplatenses de Responsabilidad Civil y Seguros” celebradas en Mar del Plata en
octubre de 2012).
10.- La suma de condena de $1.000.000 no es alta, y accediendo parcialmente al agravio de la actora debe
ser elevada a $1.200.000 en total (comprensivo de la multa administrativa no pagada) considerando los
parámetros valorativos previstos por los arts. 8 bis y 52 bis “gravedad del hecho y demás circunstancias del
caso” (art. 52 bis LDC), (interaccionados con la pauta interpretativa que resulta de los arts. 1714 y 1715 del
Cód. Civ. y Com. de la Nación). También puede acudirse, como lo afirma la actora, a la aplicación analógica de
los criterios que el art. 49 LDC prevé para las sanciones administrativas: perjuicio resultante de la infracción,
posición del proveedor en el mercado, cuantía del beneficio obtenido, intencionalidad, reincidencia, gravedad de
los riesgos o de los perjuicios sociales producidos por la infracción. Y porque la conducta obstruccionista de
Claro impidió la determinación pericial y técnica de la cuantía del daño.
Para explicar esto, primero me referiré al agravio de la actora y después fundaré el incremento del monto,
con sustento en la postura omisiva de la demandada para evitar la determinación precisa de los daños.
El actor sobre este punto efectúa un desarrollo argumental muy esforzado tendiente a elevar el monto a
$5.000.000 y procurando la aplicación de una fórmula matemática. Ante la ausencia de prueba pericial en
contrario o de cálculos actuariales practicados por especialistas, considera varios datos e información
incorporada al proceso y la analiza de manera de llegar a inferir que correspondería condenar por una suma
millonaria, superior a los $5.000.000 del tope legal. De ese modo arriba a cuantías muy elevadas, computando
en lo sustancial y en síntesis: el número de usuarios adheridos al sistema, los montos informados por el Banco
Nación a partir del año 2010 sobre las sumas presuntamente recuperadas ilegítimamente de una de las bocas de
cobro o recupero, las actividades cumplidas por las empresas V/N y GSA Collections cobrando mediante
SEPTA o Servicios Electrónicos de Pagos SA la gestión en mora, entre otros muchos elementos de ponderación
que detalla en el escrito de agravios, junto con la referencia a antecedentes jurisprudenciales (agravios fs.
717/737).
Reitero, sin dejar de reconocer el ingente esfuerzo de la actora, que no corresponde ingresar al examen de la
cuantía del monto a partir del criterio que propone porque no se sustenta en conclusiones técnicas certeras,
 

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avaladas por peritos o especialistas sobre la base de cálculos fundados, lo que en autos no puede ser suplido por
conclusiones que no están corroboradas por procedimientos científicos. Esa razón, es decir la ausencia de
elementos específicos, también torna inconveniente utilizar una fórmula matemática, aún con valor indicativo u
orientativo.
Así la actora cuestiona el monto receptado por la a quo en concepto de daño punitivo, atribuyéndole no
haber merituado, valorado y considerado la prueba producida, afirmando que el monto de la sanción fijado en
contraposición con las ganancias obtenidas no va a desbaratar el negocio en que se encuentra incursa la
demandada (fs. 641vta. y fs. 643 primer párrafo). Entiendo que esta crítica de la apelante no es de recibo puesto
que en autos no ha sido posible producir prueba de peritos o especialistas que, sobre la base de fundamentos
científicos, permita esclarecer —aun aproximadamente— las ganancias obtenidas por la empresa demandada a
través de las prácticas abusivas que reseñé precedentemente. Si bien es cierto que, como lo señalaré luego, dicha
imposibilidad obedece a la falta de colaboración de la demandada, al no haber aportado diligentemente la
documentación e información que resultaba necesaria para la dilucidación de la cuestión litigiosa (art. 34 inciso
5, c) y d) del Cód. Procesal; art. 163 inciso 5, segundo párrafo, del CPCN, aplicable analógicamente).
Pero esta carencia probatoria no permite convalidar los cálculos realizados por la actora en su escrito
recursivo, los cuales son meramente conjeturales y sin sustento técnico en las constancias de la causa, puesto
que las bases sobre las que los mismos se asientan no están referidas, en forma concreta, a los beneficios
económicos percibidos por la demandada mediante la ya analizada operatoria comercial abusiva. Así puede
observarse que el primero de los cálculos efectuados consiste en el detalle de los importes percibidos por el
estudio de cobranzas V/N, a través del Banco Nación, durante los años 2010 a 2015 (fs. 644/644 vta.). Pero lo
cierto es que de dichas constancias no surge que las informadas percepciones de dinero hubieran obedecido —
en su totalidad— a la ilegítima práctica negocial que motivó la demanda de autos, ya que bien pudieron haber
tenido su causa en otras cobranzas legítimas y ajenas a la operatoria que nos ocupa (arts. 163 inciso 5, 375, 384
y ccs. del Cód. Proc.).
Lo mismo cabe decir con respecto a los importes percibidos por la demandada a través de la firma GSA
Collections, mediante las bocas de cobros comúnmente denominadas Pago Fácil, cuya titularidad es de la
empresa SEPSA o Servicio Electrónico de Pagos SA Y así afirmó la actora que, a través de este mecanismo, la
demandada percibió la abultada suma de $94.155.619,28 (fs. 644vta./645), aseverando más adelante: “No
dudamos tampoco que dichos importes fueron percibidos de manera ilegítima, por deudas inexistentes, por
montos indebidos (v.gr. Cargo por baja anticipada; cargo por bonificaciones) o incluyendo conceptos y gastos
que le son trasladados al consumidor (v.gr. Gestión de cobranza)” (fs. 645vta., último párrafo). Pero esta
aserción es, precisamente, la que no se encuentra probada, pues al igual que en el caso analizado en el párrafo
anterior, no es posible determinar si el abultado monto indicado por la apelante obedece a la ilegítima práctica
que generó la condena de autos, o si, por el contrario, tiene su causa en la operatoria regular y legítima derivada
de la prestación del servicio de telefonía móvil. También son inaudibles las referencias a las ganancias netas
obtenidas por la demandada mediante su facturación (fs. 646vta.), por cuanto se trata de una cuestión
completamente ajena a la aquí debatida (arts. 163 inciso 5, 375, 384 y ccs. del Cód. Proc.).
Corresponde igualmente desestimar otro cálculo traído en la expresión de agravios sobre la base de las cartas
de aviso documentada que envió la demandada a través de la firma Urbano Express (fs. 651/652). En este punto
se efectúa un cálculo de probabilidades sobre bases hipotéticas, suponiendo que solo una pequeña cantidad de
usuarios podría haber obtenido una condena resarcitoria de daños y perjuicios que se estima en un monto sin
sustento en los datos de autos. Más no repara en que lo verdaderamente relevante y decisivo es que en la causa
no existe ningún elemento que permita dejar entrever, aunque sea aproximadamente, las sumas de dinero
efectivamente percibidas por la demandada a través de la práctica abusiva sometida a juzgamiento (citados arts.
163 inciso 5, 375, 384 y ccs. del Cód. Proc.).
Sin embargo, no puede soslayarse que el cálculo pericial no se pudo concretar por causas que no son
imputables a la diligente conducta procesal de la actora, sino que provienen del déficit e insuficiencia del
 

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informe pericial del contador R. H. F. (que no permite llegar a una conclusión sólida y contundente) y
fundamentalmente de la conducta omisiva de Claro. En el escrito de demanda se efectuó un ofrecimiento
probatorio detallado solicitándose numerosos pedidos de informes: a entidades bancarias para que se denuncien
los depósitos efectuados en cuentas de la accionada, a empresas de cobro de servicios, a empresas de envíos de
correspondencia, a la propia demandada para que informe la cantidad de abonos, de abonos en mora y los
remitidos al área de gestión por cobro en mora, el detalle de la cartera de morosos en todo el país, la sumas
percibidas por cobro de deudas en mora y cantidad de líneas en estado de suspensión por robo o pérdida. Luego,
se pidió prueba pericial para determinar los datos mencionados, es decir —en lo sustancial— la cantidad de
abonos, cantidad de abonos en mora, sumas percibidas por esos conceptos en el área de gestión de cobro,
procurando determinar el monto percibido por Claro por rescate de líneas en mora (fs. 67/91).
Esa prueba fue consentida por la accionada quién al contestar la demanda guardó silencio y ofreció otra
prueba pericial (fs. 123/146).
El primer perito designado, que fue removido por no presentar su informe en tiempo, hizo saber que la
demandada no le permitía acceder a la documentación alegando que estaba impedida de hacerlo por estar
comprendida en la “ley de confidencialidad” (509 y 550), el mismo argumento que utilizó para no acompañar en
este expediente el mismo informe requerido por vía de oficio (fs. 340/341), lo que no resulta atendible por no ser
aplicable la ley de Protección de Datos Personales 25.326 (son los mismos datos que Claro informó al Veraz).
Luego la pericia practicada por el contador R. F., pese a que en alguna manera cumple con ciertos requisitos
formales, adolece de falta de claridad y precisión como para extraer datos convincentes acerca de la cantidad y
montos de la deuda en mora por los conceptos requeridos y sobre el monto anual percibido por el “Área de
Cobranzas” en concepto de rescate de deudas/ pasivos y morosos (fs. 576) lo que no fue informado al perito (fs.
570, intimación fs. 573/574, informe fs. 575/576, explicaciones fs. 596/599, requerimiento de la actora de
explicaciones de fs. 604/606 y responde de fs. 610). Se advierte que la pericia mencionada, a fs. 575/576, se
apoyó en el “informe de gestión” que le proveyó la empresa, se refirió a algunos puntos, pero (reitero) no indicó
el monto del área de cobranzas por no ser suministrado por la demandada y, salvo lo relativo a la línea de O. que
sí detalló a fs. 596/599, a fs. 610 no dio explicaciones satisfactorias a los requerimientos de la actora de fs.
604/606. En suma: no aportó nada que esclarezca el volumen de los créditos en mora. Por eso su pericia no
cumple con rigor científico con la finalidad técnica que la determinó, no pudiendo inferirse de ella con solidez
argumental conclusiones acerca del beneficio (o no) económico de la empresa como resultado de la operatoria
descripta (arts. 384 y 474 C.P.C.), por lo que no cabe asignarle valor convictivo debiendo —en este aspecto—
ser dejada de lado. Expresa Camps que “la valoración de la eficacia probatoria de la prueba de peritos debe
hacerse aplicando las pautas objetivas que brinda el art. 474 del ritual: competencia, principios científicos en los
que se funda, concordancia con las reglas de la sana crítica y su correlación con las demás probanzas que la
causa ofrezca; es un elemento de convicción para poder decidir, y para apartarse del mismo deben mediar
razones serias y fundadas, argumentos científicos de mayor peso” (Camps, Carlos Enrique “Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación de la Provincia de Buenos Aires”, Tomo II, Ed. Lexis Nexis, 2004, p. 185). Por
su parte, Quadri señala que “lo esencial en el dictamen es su fundamentación...no puede quedar in pectore del
experto sin posibilidad de que las partes y el juez conozcan los fundamentos de su dictaminar, es que, en
ausencia de fundamentación, el juez no podrá valorar la prueba, ni efectuar un examen crítico del resultado al
que se arriba” ... “se colige que el dictamen no puede limitarse a explicitar interpretaciones subjetivas del
actuante, o sus opiniones personales, prescindentes del necesario sustento científico” (cfr. Quadri, Gabriel H.
“La prueba en el proceso Civil y Comercial”, Tomo II, Ed. Abeledo-Perrot (2011), ps. 1323/1324). La casación
provincial expresó que “así como no es imperativo, ni obligatorio, pues ello convertiría al perito —auxiliar del
juez— en autoridad decisoria dentro del proceso, la obligatoriedad de dar razones suficientes para evitar que el
apartamiento represente el ejercicio de su sola voluntad constituye para el juzgador el límite de su ejercicio de
ponderación de la prueba” (S.C.B.A., Ac. 53.849, sent. del 16/11/1993 “Nelson Roca de Eiras...”; Ac. 54.702,
sent. del 29/08/1995, “Bucich...”, ED, 166-503; J.A 1996-II, 693; Ac. 68.468, sent. del 26/10/1999 “López
Montero...”; Ac. 71.624, sent. del 15/03/2000 “Anríquez...”; Ac. 74.696, sent. del 19/02/2002; Ac. 77.700, sent.
del 30/4//03 "Banco Credicoop...”; Ac. 93078, sent. del 6/9/06 “C. R...”; esta Sala causa 46.266, sent. del
 

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30/12/2003 “Anido...”, causa N° 56041 sent. del 08/05/2012 "Bugna..."; causa N° 61.359, del 11/04/2017
“Puñet...”, entre otras).
En consecuencia, no puede operar en contra del consumidor la falta de prueba certera derivada de la
conducta de la demandada que no colaboró en el proceso y del perito cuyo trabajo resultó insuficiente (arts. 384
y 474 C.P.C.). La demandada por encontrarse en mejores condiciones técnicas, fácticas y jurídicas (arts. 3 y 53
LDC) debió, como lo manda la ley, colaborar en el esclarecimiento de los hechos, aportando diligentemente la
documentación e información, especialmente la de descargo, por lo que no es atendible la postura esgrimida en
el escrito de contestación de agravios cuando sostiene que “no existe prueba alguna que dé cuenta que los
importes percibidos por mora fueran ilegítimos, inexistentes o indebidos” (sic., fs. 679; arts. 3, 17, 53 LDC;
1094, 1095, 985 y concs. Cód. Civ. y Com. de la Nación). En este sentido, acreditada la percepción indebida de
cargos por parte del proveedor (configuratoria de daño punitivo) le corresponde probar que con dicha conducta
no obtuvo un lucro indebido de los consumidores, cosa que no hizo, e impidió (con la información suministrada)
que el perito lo haga (arts. 375, 384 Cód. Proc. Civ. y Com. de la Nación; arts. 3 y 53 LDC).
La información a la que me refiero no es la correspondiente a los cargos indebidos cobrados sobre la línea de
la actora N° ..., que se encuentran detallados en las explicaciones que el perito brindó a fs. 596/599, sino al
conjunto de clientes de la demandada, que permitirían determinar cuantitativamente los efectos económicos de
la irregular actuación del proveedor a los fines de fijar un monto del daño punitivo, que cumpla con su función
disuasoria (art. 52 bis LDC). Por ello, no habiendo la demandada aportado a este proceso elementos probatorios
que permitan determinar la cuantía del lucro obtenido por AMX Argentina (Claro) SA, propicio al acuerdo
aumentar el monto de condena a $1.200.000, en las mismas condiciones que la fijadas en la instancia de grado
(art. 52 bis LDC).
Tengo para ello particularmente en cuenta que el Ministerio Público Fiscal no se disconformó con el monto
(fs. 747/750 vta.), que la conducta dilatoria de Claro no puede beneficiarla y, finalmente, que en caso de que en
el futuro (por encontrarse en trámite o se sustancie otro proceso) se reitere el juzgamiento del mismo hecho
deberá computarse la cuantía aquí fijada. Así lo mandan los arts. 1714 y 1715 Cód. Civ. y Com. de la Nación,
aplicables al art. 52 bis LDC, que prescriben la punición excesiva o irrazonable.
11.- La demandada enumera antecedentes, incluso de este Tribunal, en los que se condenaron a pagar sumas
inferiores. Empero, y sin perjuicio de la singularidad de este caso, acoto que los montos más recientes fueron
más elevados: v.gr. se fijó en $200.000 por violación del deber de información y por publicidad engañosa acerca
de las calorías consumidas en los seis aparatos de aire vendidos (CCC, Sala II, Azul - 05/06/2018, “Barcelonna,
María P. y otro/a vs. Naldo Lombardi SA y otro/a s. Daños y perjuicios”); $80.000 por la demora en la
restitución del capital indebidamente cobrado (cf. esta Cámara, Sala I, causa n° 62.808, 22/05/2018, “Tolosa
Díaz ...”); $50.000 por frustrar la expectativa de contar con un automóvil 0 km. (cf. esta Cámara, Sala I, causa
n° 63.156, 05/06/2018, “Paulo ...”); $100.000 a un laboratorio por continuar comercializando en el mercado un
fármaco sin advertir al público sus contraindicaciones (cf. CNCiv., sala G, 25/09/2012, “Lund, Norma c.
Laboratorio Phoenix SAICF.”, LA LEY 2012-F, 177; RCyS, 2012-XI, 55); $1.000.000 al banco que abrió una
cuenta corriente no operativa sin consentimiento del cliente, efectuó débitos, inició reclamos y lo informó como
deudor de alto riesgo (cf. Cám. Apel. C. y C. Sala II, Bahía Blanca, 28/08/2014, “C., M. C. vs. Banco de Galicia
y Buenos Aires SA s. Nulidad de acto jurídico”, Rubinzal Online, Cita: RC J 6793/14); $90.000 a una empresa
de telefonía celular que suspendió el servicio a un usuario que se encontraba en el exterior, facturó rubros
relacionados a internet fuera del país, e incumplió el deber de información del servicio de roaming (cf. Cám.
Apel. C. y C. Mar del Plata, sala III, 04/08/2014, “G. L., A. A. c. Amx Argentina SA”, LLBA, 2014,
09/09/2014); $280.000 a una empresa de telefonía celular por cobro indebido del cargo de gestión de cobranza
(cf. Cám. 6ª Apel. C. y C. Córdoba, 26/03/2015, “Raspanti, Sebastián c. AMX Argentina SA s/ ordinario —otros
— recurso de apelación, Cita online: AR/JUR/3759/2015); $150.000 a una compañía de seguros por reparación
no satisfactoria del automóvil (cf. Cám. Apel. C. y C. Mar del Plata, sala III, 09/12/2015, “Vignolles, María de
los Á. c. San Cristóbal Seguros Generales”); $270.000 a una entidad bancaria por la acreditación parcial de
depósitos efectuada en cajero automático y trato descomedido al cliente (cf. Cám. 1ª Apel. C. y C. Bahía Blanca,
 

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Sala 1, 06/10/2016, “Castaña, María A. c. Banco Credicoop Cooperativo Ltdo. s/ Daños y Perjuicios”);
$127.725,78 a una compañía aseguradora por negar injustificadamente el siniestro y la indemnización con
ánimo de beneficiarse (conf. Cám. C. y C. Necochea, 20/10/2016, “M. Elena c. Nación Seguros”); $150.000 por
información errónea de saldo deudor de tarjeta de crédito que impidió al actor obtener un crédito personal (cf.
Cám. Apel. C. y C. Bahía Blanca, Sala 1ª, 20/04/2017, "Peri, Daniel Alberto c. Banco Supervielle SA y otro s/
daños y perjuicios" RCYS2017 - VIII, 159 Cita Online: AR/JUR/9748/2017); $101.666,09 a una empresa de
transporte público que después del accidente en el que resultó lesionada una pasajera mostró una actitud
dilatoria y especulativa frente a su reclamo y quebrantó el deber de trato digno al consumidor (cf. Cam. Apel. C.
Y C. Mar del Plata, Sala II - “Curry, Paula Vanesa c. Transportes Automotores Plusmar SA y otros s/ daños y
perjuicios”, 27/04/2017, Cita Online: AR/JUR/24667/2017); $500.000 para la empresa telefónica que cambió
sin el consentimiento del cliente el plan que este contratara (cf. Cámara 6ª. de Apelaciones en lo Civil y
Comercial de Córdoba, 09/03/2017, “Gallardo Quevedo, Jesica Paola c. Movistar de Telefónica Móviles
Argentina SA s/ ordinario - cobro de pesos - recurso de apelación” - LA LEY 18/09/2017, 4, con nota de Carlos
E. Tambussi, RDCO 285, 975 y RDCO 285-975, Cita Online: AR/JUR/11228/2017); $280.000 por cobro
indebido del cargo de gestión de cobranza (cf. Cám. 6ª Apel. C. y C. Córdoba, 26/03/2015, “Raspanti, Sebastián
c. AMX Argentina SA s/ ordinario - otros - recurso de apelación”, Cita online: AR/JUR/3759/2015); $500.000 al
cliente que compró tres cajas de sorrentinos que estaban en mal estado según los análisis bromatológicos y que
exhibía dos fechas de vencimientos diferentes y superpuestas (cf. Cám. Nac. Apel. Com. Sala B, 10/03/2016,
“B., J. R. c. Coto SA”, Cita Online: RC J 2039/16, Rubinzal Culzoni); $100.000 (por mayoría) por la conducta
discriminatoria de no permitir ingresar a un hotel alojamiento a una pareja del mismo sexo (cf. Cám. Nac. Apel.
Civil, Sala H, causa n° 35876/2014, 12/12/2016, “P., D. N. c. General Paz Hotel SA 419 s. Daños y perjuicios”,
Cita online: RC J 760/17, Rubinzal Online); $250.000 (por mayoría) para cada uno de los dos actores por la
negativa de la empresa de medicina prepaga a cumplir con las prestaciones del niño con discapacidad (cf. C. N.
Civ., Sala A, 17/10/2017, “M., M. S. y Otro c. Organización de Servicios Directos Empresarios s/ daños y
perjuicios”, elDial.com - AAA3E0 cit.); $500.000 por la presencia de una pila en una botella cerrada (cf. Cód.
Civil y Com. De San Miguel de Tucumán, (Provincia de Tucumán), Sala II, 27/07/2017, “Esteban, Noelia E. c.
Cervecería y Maltería Quilmes SAICA.G. s/ daños y perjuicios", —Expte. N° 917/12— Citar: elDial.com -
AAA123); $100.000 por supuesto parecido —preservativo en una gaseosa— (cf. Cód. Civil y Com. 8ª Nom.,
Córdoba, 08/03/2018, “Atay, Manuel J. c. Embotelladora del Atlántico SA s/ ordinario - otros”, Cita on line:
AR/JUR/2336/2018, en RCyS 2018-VI-96).
Digo, de paso, que el monto más alto que registra la jurisprudencia corresponde a la Cámara de Junín que
acudió al máximo legal en un supuesto de contaminación ambiental (cf. CCiv. y Com., Junín, 09/11/2015,
“Décima, Julia G. y otros c. Productos de Maíz SA (Ingredion Argentina SA), LA LEY 2016-A, 136), se
cuantificó en $5.000.000, reduciendo la condena de grado de $7.200.000, admitiéndose el pago fraccionado en
cuotas.
En conclusión: la suma de $1.200.000 tiene entidad para cumplir su doble función sancionatoria y
preventiva, en los términos de los arts. 8 bis y 52 bis LDC, atendiendo a la magnitud y gravedad de la maniobra
de la demandada y a que su falta de colaboración en el proceso no puede redundar en perjuicio del consumidor.
V. La demandada solicita que los intereses por daños punitivos se liquiden a partir de la fecha de mora que
se fije en la sentencia y no desde la fecha del hecho. Si bien es cierto que una postura pregona que por la falta de
iliquidez los intereses corren a partir de la fecha del vencimiento del plazo fijado por la sentencia, la mayoría
sostiene que la “falta de liquidez no impide la configuración de la situación jurídica de mora del deudor porque
no es exigible normativamente la liquidez para la constitución en mora, y también la deuda ilíquida es apta para
generar la mora del deudor, pues solo se requiere respecto de ella que llegue a liquidarse ulteriormente. Además,
se evita que el deudor pueda enriquecerse indebidamente a expensas del acreedor, invocando la mentada
iliquidez” (Molina Sandoval, Carlos A. - Pizarro, Ramón D. “Los daños punitivos en el derecho argentino”
DCCyE 2010 (septiembre), 01/09/2010, 65, Cita Online: AR/DOC/5372/2010). Estos autores propician que se
compute como fecha de arranque la de la demanda en la que el actor hace valer sus derechos. En parecido
 

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sentido una postura se inclina por la fecha del primer requerimiento (en el caso por carta documento: Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Comercial, Sala F, 23/02/2017, “Palazzo Mauro y otros c. Peugeot Citröen
Argentina SA y otros s/ ordinario”, en MJJ108773).
Otra, adhiere al criterio de la demandada de la firmeza de la sentencia (Cámara de Apelaciones en lo Civil y
Comercial de Mar del Plata, Sala Segunda, 03/09/2015, “Desiderio Daniel D. c. MAPFRE Argentina de Seguros
SA s/ daños y perjuicios”, en MJJ94417; Cámara de Apelaciones de Comodoro Rivadavia, Sala A, 15/09/2017,
“Paz, Jorge A. c. Volkswagen de Argentina SA s/ sumarísimo”, Cita Online: AR/JUR/62506/2017).
Sin embargo este Tribunal anteriormente acudió al criterio general, aplicable al resarcimiento de daños, de
que los intereses se devengan a partir de la fecha de ocurrencia del hecho, que es a partir de la cual se
produjeron los efectos nocivos del acontecimiento que origina la condenación pecuniaria disuasiva (cf. este
Tribunal, causa n° 57.494, 11/06/2013, "Rossi, Laura V. c. Whirlpool Argentina SA”, RCyS 2013-IX, 99 y causa
del 05/06/2018, “Barcelonna, María P. y otro/a vs. Naldo Lombardi SA y otro/a s. Daños y perjuicios” CNCIV. y
Com. Federal, Sala I - “Mondelli, Juan I. y otro c. Aerolíneas Argentinas SA s/ incumplimiento de contrato” —
01/10/2015— Cita Online: AR/JUR/64482/2015).
Con relación al pedido del Fiscal General de que se considera la conveniencia de un registro de juicios, y sin
perjuicio de compartir esa inquietud, su solución es de fuente normativa y excede las facultades del Tribunal.
Las costas de la Alzada deben ser impuestas a la demandada vencida (art. 68 CPC).
Así lo voto.
Los doctores Longobardi y Peralta Reyes votaron en igual sentido, por los mismos fundamentos.
2ª cuestión. — El doctor Galdós dijo:
Atento a lo acordado al tratar la cuestión anterior, demás fundamentos del Acuerdo, citas legales, doctrina y
jurisprudencia referenciada y lo dispuesto por los arts. 266, 267 y concs. del Cód. Proc. Civ. y Com. de la
Nación, se resuelve: 1) Confirmar en lo sustancial la sentencia recurrida en lo que ha sido objeto de recurso y
agravio, aumentando el monto de condena de daños punitivos que se eleva a $1.200.0000 y debiéndose tener
presente, para el momento de pago, la donación efectuada por la actora y su letrado, la que aun cuando no
reviste las formalidades legales, tiene entidad suficiente para evidenciar claramente que la Sra. O. no percibirá la
totalidad del daño (art. 52 bis LDC). Por eso, y en el momento del pago, deberá previamente realizar dicha
donación y distribuirse la suma de condena del modo siguiente: un 45% a la “Asociación Civil de Usuarios y
Consumidores de Tandil”; un 25% a la “Oficina Municipal de Información al Consumidor de la Ciudad de
Tandil”; un 15% a “Proconsumer”; un 5% a la “ACUBA”; un 5% a la “A.D.D.U.C.” y un 5% a la “Fundación
Energizar”. Igualmente corresponderá atender a la manifestación de voluntad del letrado Dr. S. quien se
pronunció por la donación de sus honorarios de la siguiente forma: 80% a la “Asociación Civil de Usuarios y
Consumidores de Tandil” y 20% a la “Oficina Municipal de Información al Consumidor” de la ciudad de Tandil.
2) Imponer las costas a la demandada perdidosa (arts. 68 y 69 del Cód. Proc. Civ. y Com. de la Nación). 3)
Diferir la regulación de honorarios para la oportunidad del art. 31 de la Ley 14.967 (SCBA, I-73016 del
08/11/2017, “Morcillo...”).
Así lo voto.
Los doctores Longobardi y Peralta Reyes votaron en igual sentido, por los mismos fundamentos.
Por todo lo expuesto, atento lo acordado al tratar las cuestiones anteriores, demás fundamentos del Acuerdo,
citas legales, doctrina y jurisprudencia referenciada, y lo dispuesto por los arts. 266, 267 y concs. del Cód. Proc.
Civ. y Com. de la Nación, se resuelve: 1) Confirmar en lo sustancial la sentencia recurrida en lo que ha sido
objeto de recurso y agravio, aumentando el monto de condena de daños punitivos que se eleva a $1.200.0000 y
debiéndose tener presente, para el momento de pago, la donación efectuada por la actora y su letrado. Por eso, y
en el momento del pago, deberá previamente realizar dicha donación y distribuirse la suma de condena del
modo siguiente: un 45% a la “Asociación Civil de Usuarios y Consumidores de Tandil”; un 25% a la “Oficina
 

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Municipal de Información al Consumidor de la Ciudad de Tandil”; un 15% a “Proconsumer”; un 5% a la


“ACUBA”; un 5% a la “A.D.D.U.C.” y un 5% a la “Fundación Energizar”. Igualmente corresponderá atender a
la manifestación de voluntad del letrado Dr. S. quien se pronunció por la donación de sus honorarios de la
siguiente forma: 80% a la “Asociación Civil de Usuarios y Consumidores de Tandil” y 20% a la “Oficina
Municipal de Información al Consumidor” de la ciudad de Tandil. 2) Imponer las costas a la demandada
perdidosa (arts. 68 y 69 del Cód. Proc. Civ. y Com. de la Nación). 3) Diferir la regulación de honorarios para la
oportunidad del art. 31 de la ley 14.967 (SCBA, I-73016 del 08/11/2017, “Morcillo...”). Regístrese. Notifíquese
por Secretaría y devuélvase. — Jorge M. Galdós. — María I. Longobardi. — Víctor M. Peralta Reyes.

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