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Vicerrectorado Académico
QUERER APRENDER
Autor (a):
María García
C.I: 17649957
A su vez, la competencia de Aprender a aprender, como todas las demás, por otra
parte, implica desarrollar aspectos tanto cognitivos como emocionales. Desde luego,
supone adquirir determinadas competencias metacognitivas, es decir, capacidades que
permiten al estudiante conocer y regular sus propios procesos de aprendizaje. Pero, de
nada sirve conocerse como aprendiz si lo que “vemos” al analizarnos nos desagrada y
nos lleva por tanto a considerarnos poco capaces.
Por otro lado, para solucionar cualquier problema, a parte de los conocimientos
específicos sobre ese problema, también es necesario que tengamos una serie de
habilidades y disposiciones que nos permitan solucionarlo. Poniendo, como ejemplo, la
persistencia. Si un docente o sus alumnos se enfrentan a un problema y lo abandonan
con facilidad, ese problema quedará sin resolver. El hábito de ser persistente permite
resolver problemas difíciles y es lo que para James Anderson significa comportarse de
“manera inteligente”. “Para resolver problemas que encontramos difíciles, necesitamos
comportarnos de manera inteligente. Para solucionar problemas incrementalmente
difíciles, necesitamos aprender a comportarnos de manera incrementalmente inteligente”
–Jame Anderson.
Cuando se comprende que la inteligencia no es algo fijo, sino algo que se tiene
que desarrollar a lo largo del tiempo, no debemos poner interés sólo en que los alumnos
conozcan los hábitos de la mente, sino también en que los desarrollen. Con los hábitos de
la mente proponemos que nuestros alumnos aprendan a ser más persistentes, mejoramos
su capacidad de manejar la impulsividad, ampliamos sus habilidades de crear, imaginar e
innovar. Comienzan a tener un mayor dominio aplicando conocimientos del pasado a
nuevas situaciones. Aumentan su habilidad de escuchar con comprensión y empatía. Son
más capaces de cuestionarse y plantearse problemas.