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Salud Mental:

Video trastornos de la personalidad

https://youtu.be/FmDQlK9_KKk

El síndrome de estar quemado (burnout)


Sobrecarga emocional en el trabajo, con desgaste e insatisfacción.
En los últimos años se ha popularizado la expresión estar quemado, concepto que es menester apresar, ya
que, al utilizarse con gran frecuencia, su significado se ha desdibujado y se emplea de forma imprecisa.
El primer antecedente histórico fue elaborado en 1953 por Schwartz y Hill entre las enfermeras de un
hospital psiquiátrico inglés, haciendo referencia a una baja de moral de las mismas en su trabajo. Una
enfermera lo reflejaba de este modo en unas notas personales: “Comencé a ser cada vez menos efectiva con
mis pacientes. Mi hostilidad hacia ellos era insoportable. Comencé a verlos como personas irritantes que
hacían continuas demandas. Ellos se daban cuenta y tendían a alejarse de mí. Los pacientes agresivos
empezaron a gruñirme. Las notas de la jefa de enfermería sobre mi ineficacia eran cada vez más frecuentes y
mi ira era personal e intensa. Las notas despreciativas de los pacientes me afectaban y yo tendía a
mantenerme alejada de ellos”.
Fue descrito inicialmente por Freudemberg en 1974 de un modo más científico y riguroso: él trabajaba en
una clínica para toxicómanos, observando que al año de trabajar allí la mayoría de los voluntarios sufría una
pérdida de energía, cansancio físico y psicológico, con síntomas de ansiedad y de depresión, a lo que se fue
añadiendo poco a poco desmotivación por llevar a efecto su trabajo y una agresividad gradual con los
pacientes. Poco más tarde la psicóloga Cristina Maslach estudió las respuestas emocionales de los
profesionales de ayuda que tras un período de trabajo presentaban una sobrecarga emocional o síndrome del
burnout: es decir, estar quemado ante las dificultades, los sinsabores y problemas. Esta autora lo
sistematizó así: “Síndrome de agotamiento emocional, despersonalización y baja realización personal” lo
cual significaba lo siguiente:
 Agotamiento emocional: cansancio físico y psicológico con disminución de los recursos
personales y una cierta pérdida de la vitalidad.
 Deshumanización: la cual se acompañaba de despersonalización (una cierta extrañeza de uno
mismo), insensibilidad en el trato, actitudes negativas y un cierto grado de cinismo hacia las
personas que debían recibir sus servicios.
 Falta de realización personal: con tendencias a valorar el propio trabajo de forma negativa,
pérdida gradual del gusto por ese tipo de tarea, con sensaciones de insuficiencia para esa
actividad, que se acompañaban de bajo nivel de autoestima y respuesta negativa hacia uno
mismo.
 Síntomas físicos de estrés: agotamiento, cansancio anterior al esfuerzo, nerviosismo,
taquicardia, opresión precordial y un malestar difuso generalizado.
Poco después Maslach y Jackson (1981) describieron sus síntomas de forma más precisa e incluso diseñaron
una escala de conducta para medirlo (1981, 1986: Maslach Burnout Invectory). Existe lo que podemos
llamar una vulnerabilidad predisponente que está representada por los siguientes factores: la edad, el nivel
de estudios e instrucción, neuroticismo, personas con tendencia a la responsabilidad, dificultades respecto a
acontecimientos exteriores (no a ellos mismos), falta de eficacia, poca resistencia al estrés, así como falta de
apoyo social y pocos recursos psicológicos para afrontar situaciones difíciles tales como tensión en el
trabajo. Todo ello forma una rica constelación de elementos que facilitan que alguien caiga en este
síndrome. Se da con bastante frecuencia en los profesionales de la relación de ayuda, es decir aquellos que
tienen un contacto directo persona a persona. En medicina es muy habitual, sobre todo en las enfermeras,
que además de tener una dimensión técnica, tienen otra muy especial, la humana, que sirve para ayudar al
enfermo y hacerle más llevadera su estadía en el hospital. Por eso cuando éstas tienen una sobrecarga
excesiva de trabajo y actividad y se ven desbordadas y no son comprendidas por los médicos, se van
derrumbando poco a poco. Ellas son víctimas frecuentes del burnout y siendo piezas claves en el sistema
hospitalario, cuando no funcionan bien, esto repercute muy negativamente en el nivel de calidad de un
centro de salud.

Diferencias del burnout con otros padecimientos psiquiátricos.

Hay similitudes y diferencias con otros cuadros clínicos habituales en la práctica de la psiquiatría que
conviene deslindar. Dibujar unas fronteras claras y nítidas entre unos y otros puede resultar difícil en
algunas ocasiones. por eso es importante matizar estos aspectos:
Agotamiento: en el cansancio por un trabajo fuerte, denso, estresante, esa persona está contenta con lo que
hace, le gusta, disfruta de esa tarea y le gustaría que el ritmo vertiginoso de esa actividad fuera más suave,
con espacios de tiempo libre. Aquí se trata de un cansancio posterior al trabajo gustoso que se hace y que
tiene esta consecuencia natural, lógica. En la fatiga por el esfuerzo realizado hay satisfacción y gozo de ver
los logros alcanzados y el merecido descanso es recibido de forma positiva y armónica. En síndrome de estar
quemado hay un sentido del fracaso y un disgusto por la actividad que se lleva adelante.
Insatisfacción por el trabajo: aquí pueden ser muchas las variables. Hacer un trabajo que a uno no le gusta
o no le va o cuando el ambiente no es bueno o tiene un nivel inferior en relación con los estudios alcanzados.
Aquí no se está quemado, hundido, indiferente, sino que uno percibe que debe mejorar su estatus profesional
y que lo que ahora está haciendo es un puente para ir más: el carácter transitorio o pasajero tiene aquí una
enorme fuerza. El burnout es bastante más que eso.
Trabajo impersonal y con escasa autorrealización: aquí estamos hablando de tareas demasiado
mecánicas, en donde el profesional funciona muchas veces como un autómata. Pensemos en un empleado de
correos, un oficinista en una ventanilla de un ministerio dedicado a pedir papeles y documentos a todo el que
llega allí, con permanentes quejas de los usuarios; el que trabaja en una fábrica y está en un servicio de
empaque o cierre de botellas, o poniendo etiquetas en unas cajas, o descargando cajas de bebidas de un
camión en plena vía pública, etc. En el burnout hay un choque con el resto de las personas, tanto con los del
mismo trabajo, como con las personas a las que sirve, con roces continuos, silencios, tensiones, etc

Normas para afrontar el síndrome de burnout


1) Observación inicial de los hechos. Que consiste en la evaluación de lo que está sucediendo como
estrés laboral o de otro tipo, siendo capaz esa persona de hacer un análisis detallado de lo que
sucede.
2) Valoración de los recursos y habilidades personales. Ser consiente de los elementos con los que
uno cuenta para encarar correctamente la situación conflictiva, tanto de uno mismo como del
entorno más cercano.
3) Respuesta de afrontamiento. Tienen el objetivo de elaborar una conducta adecuada, que se centra
en el problema en cuestión y trata de dominarlo o encauzarlo de alguna manera.
4) Controlar los síntomas del estrés. Es decir que las manifestaciones físicas y psicológicas pueden ir
disminuyendo: taquicardia, pellizco gástrico, dificultad respiratoria, opresión precordial, temblores,
hipersudoración, inquietud, desasosiego, temor a perder el control…hasta llegar a una posible crisis
de pánico si la situación conflictiva alcanzase varas muy altas.
Psicosis: Concepto: Las psicosis son trastornos profundos de la personalidad que se caracterizan por una
pérdida de la conciencia de si mismo, desintegración de las conductas sociales, pérdida definitiva o temporal
de las funciones intelectuales (memoria, atención, juicio, etc.) y trastorno de la identidad.
Entre ellas están las psicosis esquizofrénicas, maníaco depresivo, epiléptico, puerperal, sifilítico y alcohólica
entre otras.
El concepto antiguo de psicosis como aquellas alteraciones del aparato psíquico que involucra un severo
trastorno del juicio de la realidad. La psicosis se dividía en dos:
1) Psicosis exógena: (somática, o no hereditaria) se clasificaba en aguda o crónica dependiendo de que
tan rápido actúa el desencadenante orgánico, por ejemplo: el abuso de sustancias o la degeneración
neuronal, como en la enfermedad del Alzheimer. En el DSM-IV se describen como trastornos
orgánicos.
2) Psicosis endógena: (hereditaria) se clasificaba en cuadros de naturaleza esquizofrénica y de
naturaleza afectiva o psicosis maníaco-depresiva.
Síntomas:
Estos son los síntomas que sugieren la presencia de un trastorno de tipo psicóticos.
1) Replegarse sobre si mismo sin hablar con nadie.
2) Cree sin motivos que la gente lo observa, habla de él o trama algo contra él.
3) Habla solo creyendo que tiene interlocutor (soliloquio), oye voces, tiene visiones (alucinaciones
visuales y auditivas) sin que exista estímulos.
4) Tiene períodos de confusión o pérdida de memoria.
5) Tiene ideas de grandeza.
6) Experimentan sentimientos de culpabilidad, fracaso, depresión.

Psicosis Esquizofrénica: La podemos definir como “un proceso de disgregación mental” que se caracteriza
por una transformación profunda y progresiva de la persona, quién cesa de construir su mundo en
comunicación con los demás, para perderse en un pensamiento autístico, es decir, en un caos imaginario.
(Henri Ey).
Es un conjunto de trastornos en los que predominan la discordancia, la incoherencia ideo-verbal, la
ambivalencia, el autismo, las ideas delirantes, las alucinaciones mal sistematizadas y perturbaciones
afectivas profundas en el sentido del despego y de la extrañeza de sentimientos; trastornos que tienden a
evolucionar hacia un déficit y hacia una disociación de la personalidad. (Henri Ey. “El Esquizofrénico”).
Habla sin preocuparse de que lo atiendan, además el hilo del discurso está interrumpido por injurias,
blasfemias y obscenidades. Presenta alteraciones de la fonética y la semántica con neologismo.
En general las alucinaciones son preferentemente auditivas, oyen cánticos religiosos, voces, gritos y dicen
escuchar su propio pensamiento.
El desapego que es una de las principales características de esta forma de psicosis, es la vuelta centrípeta de
la conciencia y de la persona, que junto con la invasión de lo subjetivo. A esto se le puede agregar la pérdida
del esquema corporal, alteraciones de la psicomotricidad y las impulsiones que llevan al esquizofrénico a
cometer actos imprevisibles (crímenes sin motivos).
Se conocen cuatro formas clínicas de esquizofrenia: hebefrénica, catatónica, paranoide y simple.
Esquizofrenia: Alteración de las funciones psiquiátricas.

1) Alteraciones del curso del pensamiento.


Las alteraciones del curso del pensamiento conducen a la disgregación de éste, fenómeno pesquisable en el
examen mental. La disgregación es propia de la esquizofrenia en ausencia de alteración de conciencia, para
permitir la diferenciación del pensamiento incoherente (cuando ocurre un fenómeno similar, pero con
alteración de conciencia presente). Un grado menor de disgregación del pensamiento es el pensamiento laxo
que puede manifestarse como un lenguaje indicativo, donde la persona habla sin ningún problema pero el
terapeuta se queda con la sensación de que no se capta bien el “sentido” de la conversación con el paciente,
por ejemplo: el motivo de consulta. Por su parte, el grado máximo de disgregación lleva a lo que se conoce
como “ensalada de palabras” donde el paciente utiliza múltiples símbolos lingüísticos reales o falsos en un
gigantesco desorden y sin ningún sentido.
Las alteraciones del curso del pensamiento se deben a diferentes mecanismos como:
a) Alteración de la asociación de las ideas. En el curso del pensamiento normal, se produce
una asociación de las ideas con otras de acuerdo a una idea directiva o meta del pensamiento
y cualquiera de las ideas colaterales van quedando de lado. En la esquizofrenia existe una
alteración de la asociación de ideas, por lo que el pensamiento va perdiendo la meta del
objetivo final, con proliferación de ideas colaterales y modificación progresiva y cada vez
más alejada de la idea original. Al inicio el pensamiento es más vago y nebuloso, cuesta
entender dónde va el pensamiento que aparece indefinido y quedando con la sensación de que
no se sabe lo que ha hablado el sujeto.
b) Condensación. Ocurre cuando dos o más palabras se juntan y se unen formando una sola,
constituyéndose la fusión de dos conceptos distintos en uno solo. Esto puede ocurrir en
asociaciones en juegos de palabras propias de chistes, pero en este caso se mantiene el
contexto de la situación, mientras que el esquizofrénico tiene una pérdida del juicio de
realidad.
c) Desplazamiento. Un concepto se desplaza en otro y, por lo tanto, lo que valía para uno, está
valiendo para otro, muchas veces con cierta relación. Igualmente, que la condensación la
anormalidad está en falta de relación con el contexto.
d) Asociación por sonidos de palabras o por consonancia.
e) Neologismos. Palabras nuevas que el sujeto hace y, por lo tanto, palabras que existían en el
idioma, las cuales adquieren un significado especial. También se puede considerar las
palabras verdaderas a las cuales se les da un significado especial y extraño.
f) Estereotipias verbales. Repetición permanente de diversas palabras sin ningún significado.
g) Bloqueos del pensamiento. Fenómeno en que el sujeto está pensando y bruscamente se corta
el pensamiento y luego sigue hablando perdiendo la secuencia que llevaba.
h) Robo del pensamiento. El sujeto experimenta que algo o alguien le saca el pensamiento de
la cabeza.
i) Imposición del pensamiento. Alguien le coloca una idea o este siente debe seguir hablando
de ello.
j) Presión del pensamiento. El sujeto experimenta bruscamente que varios pensamientos
simultáneos luchan o presionan entre sí y la hacen perder el hilo de ideas llevando a la
disgregación.
Interpretación literal de la metáfora. El sujeto habla y realiza actos que siguen estricta y
literalmente las ideas metafóricas.

1. Difusión del pensamiento. En este caso los pensamientos se van del paciente en forma brusca e
incontrolable.
2. Alteración en el área de afectividad y de las emociones.

Esta alteración puede ser muchas veces lo primero en aparecer o lo más predominante.
El paciente no vibra con el medio ambiente, aparece como con indiferencia frente a la realidad emocional
que lo rodea y cae en un embotamiento afectivo. En algunos casos hay aplanamiento afectivo en forma de
un solo afecto mantenido y rígido que no se modifica, pudiendo llevar a una incongruencia ideo-afectiva.
Ocasionalmente el paciente puede debutar con un afecto, como, por ejemplo: agresividad. Que parece de
manera explosiva, imprevisible e incontrolable, como grandes rabias exteriorizadas que culminan en suicidio
(causa de aproximadamente un 10% de las muertes en los esquizofrénicos) o en automutilaciones e incluso
en daños a terceros.

En la entrevista la alteración afectiva se manifiesta como una falta de empatía del terapeuta con el paciente,
que se encuentra afectivamente distante en la conversación, constantemente expresan ambivalencias
afectivas (sentimientos opuestos simultáneamente) e incongruencias ideo-afectivas.

Los cambios en la vida emocional del paciente pueden conducir al autismo, en el que el sujeto llega a estar
afectivamente distante de los otros y de si mismo. A veces sus propias producciones afectivamente no tienen
mucho efecto en si mismos, así por ejemplo en un delirio de persecución el sujeto no lo vive intensamente,
no trata de buscar a los posibles perseguidores o no tiene conductas concordantes con los fenómenos
extraños que le ocurren (como las alucinaciones auditivas).
3. Alteración de la volición y del vivenciar del yo.
Frecuentemente son los primeros síntomas, consistiendo en una lenta disminución de la voluntad de
la persona que le impide tomar decisiones, abandonar trabajos o estudios y no hacer nada en su vida habitual
(“volverse vago”) lo que se denomina, pérdida de propositividad vital.

Esta falta de voluntad no debe corresponder sólo a una crisis transitoria como una crisis vocacional propia
de los adolescentes, sino que ésta pérdida del propósito vital debe influir en todos los aspectos de la vida de
la persona sin que el mismo sujeto pueda explicarse muy bien porqué a los demás su actitud e incluso a si
mismo. Es por lo tanto un proceso muy grave no comprensible. La pérdida de propositividad vital en estos
pacientes, es como un quiebre brusco en la línea de vida del sujeto, sin que ellos puedan hacer nada para
volver al cierto sentido de la vida que llevaba.
Las alteraciones del vivenciar del yo son importantes en estos pacientes. En etapas iniciales o en cuadros ya
tardíos de la enfermedad, la persona siente que su YO cambia, experimentando en forma distinta su propio
YO. En la vida normal el sujeto tiene la capacidad de discriminar la diferencia entre el YO y el no YO. (lo
interno de lo externo) tiene identidad del YO en el tiempo y en diversas circunstancias, posee una unidad del
YO donde el sujeto sabe que su YO es uno sólo y además el YO normal presenta sensación de su propia
existencia y conciencia de pertenencia del YO. En el esquizofrénico se pierden estas facultades del YO.
Aparece una dificultad en el sujeto para diferenciar el mundo externo del mundo interno. Hay
despersonalización que refleja la pérdida de la identidad del YO donde el paciente siente extrañeza de sí
mismo.
La pérdida de sensación de unidad del YO se refleja en la misma contabilidad o doble orientación del YO
propio, donde el paciente siente que ya no es una sola persona, sino una y varias más y muchas veces el
paciente siente todo lo contrario, o sea, pierde la sensación de existencia de su propio YO y pierde también
la sensación de estar vivo.
La alteración de la pertenencia del YO, o “mieidad” se caracteriza por la pérdida de la sensación del YO de
sentirse suyo, produciéndose el fenómeno de “lo hecho” que se refiere a los actos realizados por el YO ya no
son realizados por él, sino que son sólo sucesos acaecidos en forma independiente al YO del sujeto, además
es posible que le introduzcan la voluntad de esos actos(voluntad ajena o impuesta) y que los sentimientos no
sean los suyos propios sino sentimientos que personas extrañas le han impuesto. En el caso de los
adolescentes, “lo hecho” debe comprobarse explícitamente que es ajeno al YO y no como si fuera impuesto
o ajeno. Muchas veces esto se corrobora por lo bizarro que resulta, ya que la voluntad y los sentimientos son
impuestos por aparatos desconocidos, máquinas en su cerebro, satélites, marcianos, etc.
4. Alteración del contenido del pensamiento.

Son fundamentales en una gran proporción de los pacientes esquizofrénicos. Es uno de los aspectos
que resulta más evidente y que más fácilmente resalta a los ojos del examinador.
Al conjunto manifestaciones de alteración del contenido del pensamiento se le denomina “delirio” y se
caracteriza por juicios falsos (casi siempre) sobre la realidad con la convicción intrínseca
extraordinariamente fuerte de que el delirio es verdad. Las personas sienten que es realidad aunque puede
parecer que confronten sus ideas con otros, pero sin que los argumentos de los demás tengan un valor real
que posibilite que ellos modifiquen sus propias creencias apodícticas.

El delirio está compuesto por múltiples ideas delirantes que constituyen en su contexto un sistema delirante.
El humor delirante se refiere a un estado afectivo extraño, insólito o nuevo, que puede o no estar asociado
temporalmente a una idea delirante que el paciente está relatando. El paciente siente que hay una
“atmósfera” algo extraña y absolutamente distinto en las situaciones o el ambiente, la cual no puede explicar
o decir que es realmente como si todo hubiera cambiado a su alrededor aunque no pueda expresarlo
detalladamente y aunque los fenómenos perceptivos sean los mismos que unos momentos antes de sentir
esta atmósfera distinta (físicamente todo está igual) se le ha comprobado con la sensación previa a salir a un
escenario en el cual el paciente no sabe a lo que va, como una condición afectiva delirante ante lo
desconocido.

Alteración de la sensopercepción.

Unas de las manifestaciones sintomáticas más cacterísticas de los pacientes esquizofrénicos son las
pseudoalusinaciones auditivas, las llamadas “voces”, estas se caracterizan por no estar dentro del espacio
objetivo externo, sino en el espacio subjetivo interno del sujeto, o sea, vienen desde adentro de la cabeza,
tienen un bajo contenido sensorial (son sólo unos murmullos), no hay alteración de conciencia y no se
actúan en forma concordante a la situación (el paciente no hace nada en contra de esas voces, no trata de
evitarlas o de liberarse de ellas ). Es típica la sonorización del pensamiento, donde el paciente siente que ya
no piensa sino que escucha dentro de su cabeza, aunque veces son voces dialogadas y en otras ocasiones son
comentarios de los actos que la persona realiza a cada momento (por ejemplo; al comer el paciente puede
escuchar, “ahora estoy tomando la cuchara, ahora estoy masticando, ahora estoy tragando….”). Una
característica propia de la esquizofrenia, es que el paciente no se acostumbra nunca a ellas y siempre parecen
nuevas y siempre está atento a su aparición.

En otros casos pueden aparecer alucinaciones viscerales, en donde la persona siente que le pasa algo en su
interior. Son bastantes bizarras, como pérdida de los intestinos, aparatos en el corazón, micrófonos en el
abdomen, etc. En las mujeres es frecuente la relación con la sexualidad, sintiendo que abusan de ella
personas lejanas, marcianos, etc.

Otras alucinaciones pueden ser táctiles y más raras las olfatorias o cualquier sensación o influencia corporal
que sea experimentada como hecha desde afuera.
Las alucinaciones que deben hacer plantear al médico que el cuadro no corresponde a una esquizofrenia son
las alucinaciones visuales, que hacen sospechar con más fuerza un cuadro orgánico.

Alteraciones de la psicomotricidad

Las alteraciones de la psicomotricidad en conjunto, dan origen al síndrome catatónico, caracterizado por
estupor catatónico, catalepsia, obediencia automática y conductas en eco, como ecolalia y ecopraxia.
Esquizofrenia Subtipos clínicos.
Esquizofrenia Hebefrénica: se caracteriza por lo temprano que aparece en la vida (en la adolescencia), de
ahí el nombre con que se la conocía hasta unos años: “demencia precoz”.
Se inicia con trastornos escolares, pérdida del rendimiento, fatiga, quejas hipocondríacas; se sumerge en un
estado de ensoñación o se lanza a crear sistemas cien tíficos sociales, políticos, religiosos, etc. A veces se
caracteriza por un comportamiento pueril o caprichoso.

Esquizofrenia catatónica: se caracteriza por los trastornos psicomotores, con aumento o disminución del
tono muscular. Se la ha asemejado a un sueño hipnótico que contiene una experiencia onírica; es decir que
todos los trastornos psicomotores manifiestan una experiencia fantástica o imaginaria.
Lo más característico es la inercia, la pérdida de la iniciativa motora; además se presentan estereotipias,
impulsiones súbitas, crisis de agitación, oposición, plasticidad o rigidez y la fijación de actitudes (cada
postura tiende a mantenerse).

Esquizofrenia paranoide: es la forma que tiende a aparecer más tarde en la vida del individuo. Se
caracteriza por la aparición de delirios que se manifiestan como interpretaciones, ilusiones, percepciones
delirantes, fabulaciones etc. Estos delirios son relativamente posibles, lo que lleva a las personas que lo
rodean, a dudar de su veracidad; además se manifiesta así el poder de convicción o de contaminación
(delirio de a dos o colectivo, en el que hace participar por ejemplo a su familia).
Los delirios más comunes son de reivindicación, con tres formas: los querellantes, los inventores y los
apasionados idealistas; pasionales: celotípico y erotomaníaco (ilusión delirante de ser amado); de
persecución; de grandeza, etc.

Esquizofrenia simple o no clasificada: es una evolución simple y paulatina, en unos diez a quince años, en
los cuales el esquizofrénico va agudizando rasgos de su personalidad anterior: aislamiento, introversión,
rigidez, etc. Aparece un desinterés hacia casi todas las actividades, inafectividad.
Todo cuadro esquizofrénico tiene ciertos característicos generales que deben ser consideradas a la hora de
plantear diagnóstico de psicosis esquizofrénica.

Hay que pensar en un cuadro esquizofrénico en personas jóvenes (adolescente y adultos jóvenes) cuando lo
central que aparece en el sujeto son manifestaciones que le hacen parecer extraño, absurdo y bizarro frente a
los demás, sin que sea comprensible, teniendo la sensación de que no se pueda llegar a la persona. Todo esto
debe estar alejado temporalmente del consumo de drogas.

De alguna forma “esquizo” (escindido, separado) el paciente va a funcionar relativamente bien, pero como si
todas las partes de su existencia no tuvieran una dirección prioritaria, como si toda la orquesta estuviera
bien, pero sin un director. Así se explica la escisión del curso del pensamiento, escisión del contenido del
pensamiento y de los afectos y doble orientación (doble contabilidad) en cuanto a la identidad del YO,
donde el paciente vive al mismo tiempo el mundo “real” y su vivencia delirante. Es importante considerar
que el sujeto no vive esta escisión y por ello no lo relata activamente y debe ser buscado dirigidamente.

Los síntomas (cuadros, subtipos) pueden cambiar con el tiempo y en un paciente puede vivir primero un
cuadro de predominio de ideas delirantes y posteriormente puede haber predominio de los síntomas
catatonicos.

La esquizofrenia está “coloreada2 por el medio cultural e intelectual en el que se desenvuelve el sujeto. Así
los pacientes más inteligentes tienen mayor productividad y delirios más sofisticados y más “interesantes”.

Estos cuadros pueden conducir a que el esquizofrénico consuma alcohol y drogas. Por ello, debe hacerse el
diagnóstico diferencial con el abuso de sustancias. Esto puede ser fundamental en el pronóstico, porque un
sujeto que presenta consumo de drogas y alcohol puede llegar a un cuadro psicòtico irreversible. Por lo tanto
las drogas y el alcohol pueden actuar como desencadenantes o como mantenedores de esta condición.
Con estas características generales de la esquizofrenia, Schneider describió aquellos síntomas que son muy
importantes en el diagnóstico. Aunque no son muy frecuentes en su presentación, cuando están (uno o dos
de ellos) es bastante probable que se trate de una esquizofrenia, siempre y cuando no exista
concomitantemente una alteración de conciencia. Estos síntomas fueron llamados por Scheneider, los
síntomas de primer orden y corresponde a:

1. Percepción delirante.
2. Pensamiento sonoro
3. Voces que dialogan entre si.
4. Robo del pensamiento.
5. Voces que se acompañan de comentarios.
6. Imposición del pensamiento.
7. Difusión del pensamiento.
8. todos lo síntoma de “lo hecho” (del querer, del sentir y del actuar) originados desde el mundo
externo al sujeto.

Por otro lado, desde hace tiempo se ha tratado de hacer nuevas clasificaciones sintomáticas. En 1980,
Crow clasificó a la esquizofrenia en dos tipos, con alguna diferencia en cuanto al tratamiento y la
evolución.

1. Esquizofrenia tipo I: se caracteriza por tener síntomas positivos (Son rasgos que aparecen
“nuevos” o “añadidos” en el individuo como resultado del trastorno y que normalmente no se
observan en las personas sanas. Estos pueden ser las alucinaciones, delirios, pensamientos
desorganizados o nerviosismo)
2. Habría una función alterada, predominando la alucinación y los delirios, con una conducta
bizarra asociada. Posiblemente hay alteraciones de los neuroreceptores dopaminèrgicos, por lo
cual serían especialmente sensibles a los psicofármacos neurolépticos.

3. Esquizofrenia tipo II: se caracteriza por tener síntomas negativos (Los síntomas negativos son
aquellos que nos indican un empobrecimiento de la personalidad del paciente principalmente
en su estado anímico y en sus relaciones sociales. Pueden considerarse comportamientos y
patrones de pensamiento “faltantes” como la falta de interés o iniciativa, sensibilidad
emocional, entusiasmo, interacción social La mayor parte de las personas poseen estas
capacidades psicológicas, pero quienes sufren esquizofrenia las han “perdido” en cierto modo)
4. Habría mayor predominio de embotamiento afectivo, anhedonia, falta de voluntad y una alogia
(pérdida de la lógica). Tienen peor pronóstico y responden mucho más mal a la terapia con
medicamentos aun cuando se ha tratado de mejorar esta situación con los neurolépticos
atípicos, pero es difícil que se pueda revertir el mal resultado de las terapias farmacológicas.

5. La esquizofrenia puede tener cuatro formas evolutivas:


 Esquizofrenia “episódica” donde los síntomas se presentan en forma de episodios o
crisis.
 Esquizofrenia continua, donde los síntomas han estado permanentemente desde el
comienzo y sin remisiones.
 Episodio único y con remisión parcial.
 Episodio único con remisión total.
Criterio diagnóstico del DSM- IV.

Criterio A.- El paciente debe tener dos o más de los siguientes síntomas característicos:
1. Delirios.
2. Alucinaciones.
3. Lenguaje desorganizado (por ejemplo, laxo).
4. Síntomas catatónicos.
5. Síntomas negativos (aplastamiento afectivo, pérdida de voluntad, alogia).
Criterio B._ disfunción social y laboral, ya que desde el comienzo de la enfermedad el esquizofrénico tiene
áreas importantes de malfuncionamiento, ya sea en el trabajo, cuidado personal o relaciones interpersonales,
las cuales están claramente disminuidas (por lo tanto de ello se deduce que los síntomas son graves).
Criterio C._ tiene que haber una alteración del modo de ser de la persona de por lo menos seis meses de
evolución. Los síntomas agudos deben haber durado por lo menos un mes, aunque los comportamientos
extraños deben durar un tiempo previo. Para plantear el diagnóstico de esquizofrenia se debe tener, por lo
tanto, un cuadro prolongado.
Criterio D._ no tiene que haber trastornos afectivos concomitantes.

Pesquisa de esquizofrenia en medicina no psiquiátrica.

En la práctica médica general, habitualmente no se reciben casos graves, sino pacientes que están recién
iniciando su enfermedad, especialmente en adolescentes (entre 14 y 20 años). Estos síntomas pueden simular
lo neurótico, y de ahí su denominación de síntomas pseudoneuróticos. Lo más importantes son:
1. Payaseo. La persona comienza a tener una actividad (como tienen los adolescentes) de payaseo
que característicamente debe tener una inadecuación, desmesura y aspecto bizarro, pasándose
de la raya quedando fuera de contexto.
2. Desgano. Aparentemente es físico, pero es tan fuerte que no se corresponde con la apariencia
de la persona. El sujeto se “cansa” en actos mínimos, como tomar el lápiz o prender el
televisor, siendo muy exagerado y desmedido. Ellos mismos notan que es como un desgano
absoluto con episodios de hiperactividad y luego vuelve el mismo desgano, que lo lleva a
quedar postrado en cama.
3. Descuido personal excesivo con un arreglo personal extravagante. Hay falta de limpieza,
mal olor, pelo sucio, rapados extraños, pintura/tintura excesivamente “rara” del pelo. Estos
síntomas son mucho más acentuados de lo que se considera empíricamente normal.
4. Pérdida de propositividad vital. La persona (sin haber un motivo claro) pareciera que corta su
vida y deja de hacer todas las actividades rutinarias, sin que nadie denote que algo realmente le
interesa hacer.
5. Desconcentración primaria. La persona no puede entender una hoja escrita, dos frases, se
desconcentra viendo televisión o escuchando radio, etc. Se sabe no distraído ni con inseguridad
para entender, sino simplemente no entiende.
6. Sensación de angustia invasora. No puede decir de que se trata y no se acompaña de síntomas
neurovegetativos. Solo hay angustia en cualquier momento o circunstancia sin una causa
aparente. El sujeto puede cambiar su actividad del día hacia la noche, donde frecuentemente
hay asociación con alcohol, que aparece como una manifestación más de la esquizofrenia
inicial.
7. Ausencia de conciencia o noción de enfermedad.
8. Lenguaje francamente indicativo.

Todos estos síntomas hacen sospechar el diagnóstico de esquizofrenia y ante ellos el médico debe estar
atento, pero además podría darse cuenta de la dificultad para empatizar con el paciente, o vibrar con sus
problemas, manteniéndose una distancia en la relación médico-paciente, lo que ha dado en denominar
“sentimiento precoz”

Pronóstico:
El pronóstico en la esquizofrenia se puede esquematizar en la clasificación de los cuadros esquizofrénicos
en:
 25% de los pacientes cura íntegramente o muy cercano. Mantiene una vida normal, tanto profesional
como personal.
 25% de los pacientes mejoran, pero quedan con síntomas “residuales” por lo que no rinden como
antes del inicio de la esquizofrenia.
 25% de los pacientes tienen importante compromiso sintomático en la vida social y laboral. Son
incapaces absolutamente de trabajar debido a su bajo rendimiento. Requieren permanentemente ser
tratados y cobijados, pero pueden vivir más o menos en sociedad.
 Finalmente, un último 25% de los pacientes tienen una esquizofrenia francamente devastadora. Están
absolutamente incapacitados para labores mínimas aún con tratamiento, debido a que puede mejorar
su cuadro un poco, pero luego recaen fácilmente con largos períodos de hospitalización sin que
puedan vivir su vida ni siquiera más o menos normal.

Esto se a mantenido en los diversos estudios clásicos sobre la esquizofrenia, aún con los cambios en las
estrategias terapéuticas. Es importante considerar que en los dos grupos intermedios, el tratamiento a
permanencia mejora fuertemente el pronóstico, ya sea evitando la aparición de los síntomas o
controlándolos cuando aparecen permitiendo una mejor calidad de vida.

Esquizofrenia, Pronóstico y Etiología.

Hay factores de buen y mal pronóstico.

Bueno Malo

Comienzo tardío en la vida Comienzo precoz


Precipitantes psicológicos antes de la aparición del cuadro No hay
Comienzo brusco, agudo en poco tiempo Larvado e insidioso
Buen ajuste social previo, trabajo, estudio, relaciones afectivas. Mal ajuste, autismo, retraimiento.
Presencia de síntomas afectivos, no propiamente esquizofrénicos No hay, incluye afecto
(especialmente los depresivos) esquizofrénico.
Esquizofrénico, catatónico, paranoide. Esquizofrénico desorganizado
Ser casado, (capáz de formar relación afectiva) Soltero o viudo
Sin antecedentes familiares Con antecedentes
Existe apoyo familiar Ausente o distante
Síntomas positivos Síntomas negativos
Sin historia psiquiátrica previa Presencia de síntomas psiquiátricos
previos
Esfera psicosocial funciona bien Mal funcionamiento sexual.
Las neurosis.
(la personalidad neurótica)

Definición: Las neurosis son enfermedades de la personalidad, caracterizadas por conflictos intrapsíquicos
que inhiben las conductas sociales.
Producen más bien una perturbación del equilibrio interior del neurótico que una alteración de su sistema de
la realidad. A este respecto, dichas reacciones neuropáticas constituyen las formas de enfermedades
mentales crónicas “menores”, es decir que desestructuran menos profundamente que las psicosis (Delirios
crónicos y Esquizofrenia) el sistema del Yo en sus relaciones con la realidad.
La fisonomía clínica de las neurosis viene caracterizada:
1) Por síntomas neuróticos. Son trastornos de conducta, de sentimientos o de ideas que manifiestan una
defensa contra la angustia y que constituyen, en relación con este conflicto interno, un compromiso del
que el sujeto obtiene, desde su posición neurótica, un cierto provecho (beneficios secundarios de la
neurosis).
2) Por el carácter neurótico del Yo. Éste a través de la identificación consigo mismo, no puede encontrar
buenas relaciones con el prójimo ni un equilibrio interior satisfactorio.
Tal es la definición un poco complicada que se puede dar actualmente de las neurosis en general, después de
todas las vicisitudes históricas por las que ha pasado este concepto.
Puede verse que implica tres ideas esenciales: enfermedad mental menor, en comparación con las psicosis –
preponderancia de trastornos subjetivos; - armazón de procedimientos defensivos, más o menos artificiales e
inconscientes, contra la angustia.
Por lo que respecta a la diferencia entre neurosis y psicosis, es preciso retroceder un poco en la historia de
las ideas.
El término de neurosis, que es muy antiguo (Cullen, siglo XVIII), tomó en medicina, en un principio, el
sentido de enfermedad funcional “sine materia” (Oppenhein, Erb, Babinski) en relación a la enfermedad
orgánica; después, el de trastorno psicógeno (psicogénesis, sociogénesis), por oposición a la serie de
trastornos dichos somatógenos (trastornos orgánicos de la patología lesional). Así, la neurosis como afección
psicógena, ha sido y es todavía a menudo opuesta (bajo el nombre de psiconeurosis) a las psicosis como
afecciones orgánicas. Pero nadie puede considerar seriamente la psiquiatría, incluso en las neurosis, en
términos de casualidad psicológica excluyendo la causalidad orgánica. También las diversas corrientes
dinámicas de la psiquiatría tienden a acercar, sin confundirlas, sin embargo, estas dos grandes formas
patológicas (las psicosis y las neurosis), entre las cuales pueden establecerse numerosos puentes, como más
adelante veremos. Es más real y más claro decir que en las psicosis los trastornos negativos o deficitarios, la
debilidad del Yo, la regresión de la actividad psíquica, son importantes hasta el punto de constituir lo
esencial del cuadro clínico, y que el psiquismo restante se organiza a un nivel inferior; mientras que en las
neurosis los trastornos negativos están menos marcados, la regresión es menos profunda y el psiquismo
restante se organiza a nivel más elevado, próximo al normal. Todo esto justifica el mantenimiento de la
distinción entre neurosis y psicosis sin llevarla a un punto muerto.
El segundo aspecto fundamental de la clínica de las neurosis consiste en que estas formas de existencia
patológica son vividas como un malestar interior desbordante de angustia. Por lo menos, así sucede mientras
las técnicas inconscientes de defensa contra la angustia, que constituyen el trasfondo de los síntomas, no han
conseguido plenamente su efecto, lo cual relativamente raro. Sin embargo, la neurosis consigue eficazmente
neutralizar la angustia, convirtiéndola en un accidente somático tranquilizador (por ejemplo, en la histeria) o
invirtiendo su sentido en un sistema de castigo merecido o conjurado (obsesión), que el conflicto interior no
vuelve a aparecer. Sin embargo, no por eso deja este de seguir existiendo, constituyendo el núcleo mismo de
la neurosis.
En cuanto a las superestructuras, artificios y medios de defensa del neurótico, debemos una aportación
considerable en su conocimiento a la clínica psicoanalítica y a la práctica psicoterápica moderna. El
neurótico no puede continuar siendo descrito como un portador pasivo de síntomas. Sus síntomas, él los
hace, él los fabrica y es esto lo que confiere a las neurosis esta estructura artificial que desorienta a los
médicos que no poseen experiencia de dichos enfermos o que no saben discernirlos entre el cortejo de sus
pacientes.
La histeria.

Definición:

La historia es una neurosis caracterizada por la hiperexpresividad somática de las ideas, de las imágenes y de
los afectos inconscientes. Sus síntomas constituyen las manifestaciones psicomotrices, sensoriales o
vegetativas de esta “conversión somática”. Por ello desde Freud se llama a esta neurosis, “histeria de
conversión”.
Pero el histérico debe ser definido aún en relación a la estructura de su persona, caracterizada por la
psicoplasticidad, sugestibilidad y la formación imaginaria de su personaje.
Así son necesarios dos elementos para definir la histeria:
-la fuerza inconsciente de la realización plástica de las imágenes sobre el plano corporal (conversión
somática);
-la estructura inconsciente e imaginaria del personaje del histérico.
Se comprende que sea precisamente a propósito de esta neurosis cuando han sido más discutidos los
problemas relativos a la realidad, a la importancia y a la organización del inconsciente.
Cabe señalar la influencia tan especial de los fenómenos socioculturales sobre las manifestaciones exteriores
de la histeria; ninguna forma patológica es más sensible al espíritu de la época: los síntomas de la histeria
han variado mucho desde un tiempo a nuestra época, varían según las culturas, siguen las modas y la
evolución de la medicina. No sucede lo mismo con formas variables, constituye el fondo permanente e
invariable de la neurosis.

La clínica de los síntomas histéricos.

Las manifestaciones histéricas emergen a la superficie del cuerpo y se hacen patentes en las conductas
expresivas del histérico. Pero queda por considerar ahora la estructura de la personalidad histérica, que
contiene virtualmente, en forma latente, estas manifestaciones. Es importante señalar a este respecto que, si
bien el carácter histérico es el subsuelo habitual de estos síntomas, rebasa por todos los lados la neurosis de
conversión, ya que alcanza por una parte al sujeto normal (tendencia a “hacer comedia”, a “hacer sentir
como si…”), y por otra a otras formas neuróticas (fobias, etc.); e incluso a ciertas psicosis (especialmente
formas esquizoneuróticas de la esquizofrenia).
El carácter, la mentalidad, la persona del histérico han sorprendido siempre a los clínicos, quienes no pueden
llegar a separar las manifestaciones histéricas de la organización neurótica de la personalidad de estos
enfermos.
Así es como siempre se ha insistido sobre tres aspectos fundamentales del carácter histérico: a)
sugestibilidad; b) la mitomanía; c) las alteraciones sexuales.

Evolución. Complicaciones. Pronóstico.

La neurosis histérica, a pesar de sus manifestaciones paroxísticas, es como toda neurosis una forma de
anomalía de la personalidad que constituye una afección crónica. Sin duda la neurosis permanece durante
más tiempo latente que manifiesta en curso de la existencia. Pero tiene una particular tendencia a expresarse
por una floración de síntomas diversos (crisis, amnesias, síndromes funcionales variados) en primer lugar a
una cierta edad (adolescencia, pubertad, edad crítica) y a continuación tendencia a renovarse en ocasión de
ciertas situaciones patógenas (emociones, exaltación colectiva, matrimonio, maternidad, accidentes, etc.).
La evolución de las manifestaciones neuropáticas es generalmente de corta duración, pero algunas de ellas
de largas (anorexias, parálisis, contracturas, anestesias, etc.).
La neurosis evoluciona por brotes y tiende a menudo a estabilizarse en forma menor cuando el sujeto ha
podido adquirir, a pesar de sus defensas, una madurez mayor o una neutralización de su angustia. Sin
embargo, lo más frecuente es que la política de la enfermedad se instale bajo la forma de una cristalización
fija de los síntomas principales o de los rasgos de carácter. Así los beneficios secundarios de las neurosis
unen al neurótico a su neurosis y lleva a reducir al ambiente que lo rodea a la esclavitud de sus caprichos.
A veces, sin embargo, la neurosis histérica lleva a mal pronóstico, y este es el caso de los histéricos que se
disocian y caen en la disgregación esquizofrénica (Claude). En estos casos se trata generalmente de delirios
de influencia, delirios de posesión, con experiencias delirantes de despersonalización y síndrome de
automatismo mental.
Ocurre también que crisis de depresión neurótica se dan en los histéricos y toman el aspecto de verdaderas
melancolías. Esta eventualidad es rara, pero la incertidumbre del diagnóstico de ciertas depresiones de la
menopausia o de la involución es acaso responsable del hecho de que el clínico no observe más a menudo
las relaciones existentes a esa edad entre estas dos formas de depresión.

De la ansiedad a la fobia.
La ansiedad es una vivencia de inquietud y desasosiego en la que se anticipa lo peor. La fobia es un temor
desproporcionado, terrible, superior a uno mismo, que se produce ante los hechos, personas o situaciones.
Hay un elemento común: el temor. Por eso podemos establecer una gradación de sentimientos temerosos
que, partiendo del miedo, conduce a la ansiedad y culmina en la fobia.
El miedo es un temor ante algo concreto, específico, claro, evidente, que se ve, que es captable desde la
posición donde uno se encuentra. Uno puede tener miedo a un león en plena selva y defenderse de un
posible ataque llevando consigo un arma de fuego. Se puede tener miedo a un examen, en el curso de unos
estudios y caben varias posturas: estudiar con más orden, aprovechar mejor el tiempo, hacerse un plan de
serio de trabajo, no presentarse o copiar durante la prueba. Del miedo se defiende uno con medidas
racionales.
La ansiedad es un temor difuso, vago e inconcreto, sin referencias. Por eso la reacción que suele provocar es
de perplejidad, sorpresa, asombro, de una especie de embotamiento confuso que hace que no se reaccione de
ninguna manera. A esto llamamos estado de alarma en el lenguaje de la psicología actual. Aquí los
mecanismos de defensa van a ser inconscientes y conducirán a manifestaciones psicosomáticas, histeria,
trastornos de la estética corporal, hipocondría, fobias, obsesiones o dispositivos de defensa anómalos.

Las fobias son miedos irresistibles, tremendos, insuperables, desproporcionados. Aquí solo cabe una cosa:
huir, no aproximarse, no ponerse en contacto con aquello que las produce, escapar. Actitud de huida o
aplazamiento si de lo que se trata es de enfrentarse a algo o a alguien. Entre los tres, miedo, ansiedad, fobias,
hay una estrecha cercanía que se recorre como un camino de ida y vuelta. Eso es lo que vamos a ver a
continuación.

Historia clínica resumida:


Se trata de un hombre de cincuenta y un años, andaluz. Hace viajes frecuentes a Madrid por cuestiones
profesionales. Lleva un año muy agobiado de trabajo, desbordado. Ha notado desde hace un mes
aproximadamente “sensación de ahogo, dificultad respiratoria, nervios por dentro…, pienso que me puede
pasar algo, no sé explicarlo bien, es algo extraño”.
De su último viaje en avión nos relata la siguiente experiencia: “al despegar el avión creí que me moría: el
corazón me latía muy fuerte como si se me fuera a salir, un sudor frío, un miedo enorme; sentí la muerte que
venía hacía mí, sentí que me infartaba, además, ganas de gritar, de correr, de hacer algo. Fue espantoso”
En el curso del vuelo las azafatas estuvieron con él acompañándolo. No había ningún médico a bordo. Hice
el viaje como flotando, como si estuviera recién operado, entre nubes, aturdido, asustado; fue un viaje fatal.
A pocos días de este incidente fue a ver al médico quién le hizo una exploración cardíaca y no le encontró
nada. Después se hizo un chequeo más amplio y tampoco se encontró nada, todo normal. Es ahí donde
comienza su autoanálisis. “ que me pasó? ¿Por qué este miedo tan terrible?, será el estrés o la vida tan
acelerada que llevo? Esas reflexiones lo llevaron a la conclusión de que no debe viajar en avión ya que no le
hace nada bien. Miedo que ha ido in crescendo hasta convertirse en fobia: un temor terrible que no puede
dominar y ante el que se rinde: “desde ahora no viajaré más en avión, será la manera de evitar que me vuelva
a pasar algo parecido. Tal vez sea la presión de la altura o el despegue, pero desde luego, no vuelvo a
subirme a un avión”.
Aquí observamos claramente el paso de la crisis de ansiedad a la fobia. ¿Cómo se produce esto? Mediante la
racionalización* de la crisis o el ataque de ansiedad que había tenido en el curso del viaje en avión va
emergiendo la fobia a los aviones. El mecanismo: el lugar en el que se produjo la crisis se engrandece, toma
cuerpo propio, se le da la importancia inusitada, desproporcionada; y ese espacio donde sucedió la
borrachera de ansiedad va a adquirir el máximo protagonismo, convirtiéndose en espacio fóbico. A esta
modalidad se la denomina “fobia traumática” o también “fobia aislada”.
*proceso de autoanálisis que termina encontrando razones generalmente falsas pero que le van a servir para
comprender lo que le ha sucedido. Desde esa posición se inicia el camino que concluye en fobias…….

Los ataques de ansiedad o pánico suelen evolucionar hacia el mundo fóbico. Muchas de estas crisis pasan
sin ser diagnosticadas, y el médico no psiquiatra, en ocasiones, les da una significación inadecuada. El
pueblo suele atribuirlas a corte de digestión, caída brusca de la tensión arterial o un disgusto fuerte que ha
desencadenado esta reacción.

¿Qué son las fobias? Las fobias son miedo irracional, persistente, sobrecogedor, de una intensidad
desbordante que se acompaña del deseo compulsivo de evitar ese objeto, o situación o persona que se la
provoca. El individuo reconoce lo que le pasa, se da cuenta claramente de su trastorno, capta que tiene un
miedo excesivo e irrazonable que puede con él, ante un tipo específico de estímulo.
Lo que hay en el fondo de las fobias es ansiedad. Por eso la persona se protege y trata de evitar ponerse en
contacto con aquello que se lo provoca. La vivencia es muy displacentera; se percibe el desamparo y el
terror de que llegue a producirse. Así, el sujeto que tiene fobia a los exámenes orales, si tiene que
examinarse, vive con una expectación patológica este hecho, de tal modo que no pueda presentarse, incluso
aunque vaya al examen y esté en la puerta, a la espera. Lo que ocurrirá será lo siguiente: un ataque de
ansiedad y pánico antes de todo ello y un síncope físico con desmayo. Ahí es donde se ve que tiene un
carácter insuperable y tremendo.
Queda claro que son miedos atroces ligados a situaciones específicas, como un proceso de aprendizaje.

Clasificación de las fobias


 Fobias traumáticas
 Fobias hipocondríacas
 Fobias habituales (comunes)
 Fobias estéticas
 Fobias de expectación

Clasificación de las fobias según los agentes que las producen


 Objetos
 Lugares
 Enfermedades
 A amenazas externas
 A amenazas internas
 Animales
 Personas

Clasificación de las fobias según su frecuencia


 En la mujer
 En el hombre
 En los niños
Diferencias entre miedo y fobia
Miedo Fobia
 Temor proporcionado y comprensible  Temor desproporcionado e irracional
 Uno se defiende con hechos y argumentos  La defensa habitual es la huida, el no
lógicos enfrentarse con el objeto o la situación fóbica
(mecanismo de evitación y aplazamiento)
 El sujeto puede controlarlo de alguna manera  El sujeto no puede controlarla, es superior a
él, lo supera.
 Se puede superar con esfuerzos personales,  Para superarla es necesario un tratamiento
presididos por la voluntad. psicológico (terapia de conducta)

 Muchos miedos son fisiológicos, normales,  Las fobias son siempre patológicas; algunas
frecuentes en la vida y se van venciendo con pueden vencerse al no tener el sujeto más
el tiempo remedio que enfrentarse a ellas, pero para
superar la gran mayoría es necesaria una
estrategia terapéutica.

Obsesiones patológicas:
Las obsesiones patológicas son aquellas que atrapan, hacen sufrir extraordinariamente y carecen de lógica.
Son ideas absurdas, falsas, ilógicas, que pueden aparecer también como pensamientos, imágenes o impulsos
persistentes que el sujeto reconoce como carentes de sentido y lucha una y otra vez contra ellas, pero no
puede dominarlas. El individuo trata de rechazarlas, pero estas superan fuerzas y lo invaden poco a poco. De
ahí que se le haya dado el nombre de pensamiento prisión o pensamiento tiránico por su carácter de
reclusión; el individuo se ve forzado y cautivo, encerrado en ideas e imágenes que llegan a instalarse
fanáticamente, de modo despótico, dictatorial, absolutista esclavizándolo y gobernando su cabeza.
Surge así otro concepto muy relacionado con el de obsesión: la compulsión, que consiste en conductas
repetitivas, insistentes, que se suceden con terquedad y que no tienen ningún fin u objetivo en sí mismo, sino
que se realizan para producir o evitar algún futuro. Aquí también el sujeto reconoce su falta de sentido
lógico, pero tiene que hacerlo, se ve forzado.

Ideas e imaginaciones obsesivas

“estoy pensando continuamente que se va a producir un incendio en casa; sé que es una tontería, pero no
puedo quitármelo de la cabeza” / “creo que mi abuelo va a volver a casa: esto es algo menos frecuente e
intenso” / “además pienso que he tocado alguna cosa de la casa y que contaminé: esto es casi constante y me
atormenta mucho, hasta el punto de que tengo que tener cuidado con todo lo que toco”.

Compulsiones obsesivas (o ritos)

“Me lavo las manos unas cincuenta veces al día: cuando me las estoy lavando me tranquilizo, parece como
si se aplacara eso que me enerva dentro de mí; termino y me las seco, pero en seguida pienso: la toalla no
está totalmente limpia, y quién me dice a mí que no está sucia” y entonces “vuelvo a lavármelas, pero el
jabón tampoco me deja tranquilo, talvez esté algo sucio, aunque yo mismo abrí la pastilla de jabón….pero…
y así voy y vengo varias veces, me pongo a llorar viendo que no puedo terminar, esto es lo peor de todo”.
“tengo una silla para mí solo, en la que no puede sentarse nadie; a veces cambio de sofá y ya no quiero que
lo utilice nadie”.

Fobias
“tengo pánico a contagiarme con las cosas de la casa y de la calle” / “a usted doctor no puedo darle la mano,
temo que me pueda trasmitir algo” / “no puedo salir a la calle solo, esto es terrible”
¿QUÉ ES LA DESMANICOMIALIZACIÓN?

En la actualidad, los manicomios son considerados “un depósito de seres humanos”, común a todas las
instituciones totales, que, al tiempo, entre otras cuestiones, padecimientos, diagramas, protocolos, diseños,
metodologías, relaciones, etc., son eficaces en hacer persistir tal característica nefasta. Desmanicomializar
no es: cerrar el Hospital Público; no es dejar en la calle a las personas internadas; no es dejar a los
trabajadores de la salud sin sus puestos de trabajo; no es privatizar la atención de la salud pública; no es
sobre medicar; no es encerrar; no es segregar; no es ejercer violencia física, psíquica ni química; no es
depositar a las personas; no es abandonar ni desamparar; no es judicial izar la internación.
Desmanicomializar es: dignificar la atención de la salud mental; es transformar el vínculo entre el
profesional y la persona internada; es implementar internaciones cortas en hospitales generales o centros de
salud mental; es dignificar el trabajo de todos los trabajadores del hospital; es procurar la atención
ambulatoria, domiciliaria; es recuperar los lazos familiares y sociales de los internados; es garantizar la
vivienda (propia y/o familiar o a través de hogares sustitutos, casas de medio camino, cooperativas de
viviendas u otras alternativas, etcétera); es garantizar el trabajo de los internados (mantenimiento de la
relación laboral; creación de cooperativas, bolsas de trabajo, microemprendimientos y otros); es mejorar la
utilización y distribución de los recursos económicos; es brindar más información, apoyo y contención a las
familias; es convertir el “manicomio” en un hospital general con un área de salud mental; es buscar nuevas
alternativas de tratamiento; es ejercer el derecho a consensuar un tratamiento adecuado.

Deberán mirar “Una mente brillante” e “Inocencia interrumpida”.

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