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CAIDA Y RESTAURACION

Salmo 51: 1-6

David es con toda probabilidad uno de los personajes bíblicos más


conocidos. Seguro que has escuchado en algún momento de tu vida la
historia del joven David y su victoria sobre el gigante Goliat. La vida de
David fue una de mucha acción, dedicada al servicio de Dios.

David era el hijo menor de su familia, pastor de ovejas y músico. A pesar


de lo normal de su existencia, Dios lo escogió desde muy joven para una
labor especial: ser el segundo rey de Israel. Sus hermanos eran más
grandes y fuertes, pero Dios escogió a David porque tenía un buen
corazón delante de él (1 Samuel 16:7).

A David se le atribuye la autoría de 73 de los Salmos que tenemos en la


Biblia. Los Salmos son composiciones poéticas que expresan las alegrías
o pesares de sus autores y sus experiencias con Dios. Por ejemplo, en el
Salmo 51 David expresa con claridad la tristeza profunda que sintió al
ser confrontado con su pecado, uno que trajo fuertes consecuencias y
que marcó a su familia para siempre.

La historia detrás del Salmo

En 2 Samuel 11 y 12 leemos que una tarde el rey David se levantó y


subió al terrado del palacio donde vivía desde donde podía ver los
terrados de otras casas. En uno de ellos vio a una mujer bañándose,
Betsabé. Ella era muy guapa y David pidió información sobre ella. Le
contaron sobre su familia y sobre su esposo Urías que estaba en la
batalla junto con casi todos los hombres del pueblo. David la mandó a
venir al palacio y se acostó con ella. La mujer quedó embarazada y él se
dio cuenta de que estaba en un lío.

David elaboró un plan. Le dio permiso a Urías para que regresara por
unos días e intentó que fuera a su casa y se acostara con su mujer. Pero
Urías era fiel a sus compañeros de batalla y no deseaba gozar de
privilegios que los demás no podían disfrutar en ese momento, así que
no lo hizo.
Como este plan no funcionó David envió una carta por mano de Urías a
Joab, el encargado del ejército. Le ordenó que pusiera a Urías en el
frente de batalla, en el lugar más peligroso. Le dio instrucciones de
abandonar a Urías cuando la batalla estuviera más intensa para que lo
mataran los enemigos. En otras palabras, tramó el asesinato de Urías.
Luego de la muerte de Urías, David se casó con Betsabé, pero esto no
agradó a Dios.

Cuando Betsabé se enteró de que Urías, su esposo, había muerto, hizo


duelo por él. Después del luto, David mandó que se la llevaran al palacio
y la tomó por esposa. Con el tiempo, ella le dio un hijo. Sin embargo, lo
que David había hecho le desagradó al Señor.

(2 Samuel 11:26-27)

Dios envió al profeta Natán a reprender a David. Ya había nacido el


bebé, Dios había esperado a ver si David recapacitaba y se arrepentía,
pero eso no sucedió. Natán fue y le narró una historia a David sobre dos
hombres, uno rico y uno pobre, y cómo el hombre rico le arrebató al
pobre su posesión más preciada. David se enojó mucho al oír la historia
y declaró que el hombre rico debía morir.

Entonces Natán le dijo a David: —¡Tú eres ese hombre! Así dice el
Señor, Dios de Israel: “Yo te ungí como rey sobre Israel, y te libré del
poder de Saúl. Te di el palacio de tu amo, y puse sus mujeres en tus
brazos. También te permití gobernar a Israel y a Judá. Y por si esto
hubiera sido poco, te habría dado mucho más. ¿Por qué, entonces,
despreciaste la palabra del Señor haciendo lo que le desagrada?
¡Asesinaste a Urías el hitita para apoderarte de su esposa! ¡Lo mataste
con la espada de los amonitas! Por eso la espada jamás se apartará de
tu familia, pues me despreciaste al tomar la esposa de Urías el hitita
para hacerla tu mujer”.

(2 Samuel 12:7-10)

Las consecuencias del pecado

David dejaría de recibir algunas de las bendiciones que Dios podría


haberle dado. Al pecar, siempre perdemos algunas cosas buenas que
Dios nos quiere dar porque nos apartamos de su plan.
También vemos que la familia de David estaría en guerra y desunión y
así fue. Varios de sus hijos se vieron envueltos en tramas horribles de
celos, envidia, incesto, deseo de poder, y murieron de forma violenta.
Todo esto se podía haber evitado. El pecado de David abrió la puerta a
muchas calamidades dentro de su familia.

Lo que podemos encontrar en el Salmo 51

Salmo 51:1

Este es un Salmo de penitencia que expresa el pesar y el


arrepentimiento del salmista.

Confesión y petición de perdón

David comienza pidiendo a Dios piedad y misericordia. Reconoce y


confiesa su pecado como rebelión contra Dios sabiendo que solo él le
podía perdonar. Dios es el único que puede darnos un nuevo comienzo.
No importa cuán grande sea nuestro error al venir ante Dios en
humildad reconociendo que le hemos fallado, él nos perdona, nos
restaura y nos ayuda a seguir adelante.

En el versículo 6 David expresa la importancia de que nuestra vida


íntima y secreta esté dirigida por Dios.

Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado


sabiduría. (Salmo 51:6)

Cuando la verdad de Dios y su sabiduría reinan en lo más profundo de


nuestro ser tomamos decisiones sabias que le glorifican a él y nos
ahorramos muchísimos problemas.

Petición de limpieza y renovación

Salmo 51:10

Los versículos del 10 al 12 son una oración pidiendo un corazón nuevo,


limpio y recto ante Dios. Dios siempre puede crear algo nuevo y bonito
hasta de nuestros errores. David le suplica a Dios que no le eche de su
presencia ni le quite el Espíritu Santo. Necesitamos sacar tiempo para
escuchar al Espíritu Santo y vivir dentro de su voluntad. El gozo que
sentimos al obedecer nos confirma que estamos en el camino correcto,
mientras que la pérdida del gozo es un buen indicador de que algo va
mal.

El resultado de la restauración

David se compromete a ser testigo del Señor, a enseñar a otros el


camino correcto y agradable a Dios (versículos del 13 al 15). Él decide
vivir una vida llena de alabanza. No iba a permitir que su pecado
arruinara el resto de su vida, sabía que en Dios siempre hay un nuevo
comienzo. Él aprovecharía el suyo hablando del amor y el perdón de
Dios. David anhelaba ver fruto de salvación, pecadores arrepentidos y
transformados por el poder de Dios. La restauración de Dios trae
sentido y un nuevo propósito a nuestra vida.

La humildad

Salmo 51:17

David se da cuenta de que la humildad nos acerca a Dios porque


expresa nuestra sumisión y dependencia de él. Cuando pensamos que
sabemos todo nos llenamos de orgullo y hacemos lo que nos parece
mejor. Comenzamos a confiar en nuestras fuerzas y a tomar decisiones
sin consultar antes con Dios en oración. Debemos crecer en humildad,
reconocer que Dios sabe lo que es mejor para nosotros. Al obedecerle
disfrutaremos de la plenitud de bendiciones que él nos quiere dar.

Busquemos vivir vidas que glorifiquen a nuestro Señor. Reconozcamos


nuestros errores con humildad sabiendo que el camino por el que Dios
nos lleva es el mejor, uno lleno de su paz y plenitud.

Recibe ánimo al leer sobre personajes bíblicos que fueron


transformados por el perdón de Dios.

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