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LA HORCA QUE PREPARARON, SERÁ TU BENDICIÓN

El libro de Ester nos deja ver el gran amor de Dios por su pueblo y su cuidado! Éste
nos habla acerca de una niña que quedó huérfana y que fue adoptada por un primo,
el que se constituyó en su papá. Dios la encaminó hasta que llegó a ser reina. Una
mujer sin papá y sin mamá, que no era nadie y sólo formaba parte de un grupo de
esclavos, llegó a ser la esposa del rey Asuero, rey de los medos y los persas, un
imperio formado por ciento veintisiete provincias, unos ciento veintisiete reinos que
ese rey doblegó y que gobernó desde la India hasta Etiopía. ¡Es una extensión
territorial extraordinaria! Asuero, fue un hombre que desarrolló un poder bélico
impresionante. Los medos y los persas llegaron a constituir un imperio muy violento y
conquistador.

El rey Asuero se quedó sin esposa en una de esas noches de farra. Estaba tan
contento con todo lo que había logrado que hizo una fiesta de ciento ochenta días
para mostrarle a los príncipes y al mundo, su poder y su gloria. Había dictado una ley
especial que permitía a todos los que participaban de su fiesta tomar todo el vino que
quisieran, y si no querían beber, no los iban a obligar. A los ciento ochenta días,
cuando culminaba el festejo, decidió hacer otra fiesta por siete días más. Y dice la
palabra de Dios que el rey, en el fragor del alcohol, les quiso presentar su esposa a
los príncipes, una mujer muy hermosa llamada Vasti, así que mandó a siete eunucos
a buscarla. Se ve que la reina pensó que estaba borracho por lo que se rehusó a ir.
¡Se armó un lío tremendo en el reino! Todos los consejeros del rey dieron su opinión
acerca de lo ocurrido y le aconsejaron lo que debía hacer. Uno se levantó y le dijo:
“Oh rey, no solamente ha pecado contra ti sino también contra todos nosotros porque
ahora todas las mujeres se van a enterar de lo que hizo la reina y despreciarán a sus
esposos, así que debemos hacer algo ejemplar”. Entonces le propusieron al rey que
Vasti no se presentara más delante de él y que éste haga reina a otra mejor que ella.
Así que trajeron de todas partes del reino, de las ciento veintisiete provincias, a las
vírgenes de buen parecer; eran cientos y cientos de doncellas. Ellas tenían que estar
doce meses preparándose para ir al encuentro del rey. Pasado un año le traían una
doncella cada noche para que él eligiera entre ellas quien sería la reina. Aquella que
le cayera en gracia al rey sería nombrada reina. Y Ester, que no tenía papá ni mamá,
conquistó el corazón de Asuero, y no fue la primera que se presentó delante de él,
¡cuántas mujeres habrán pasado por las manos del rey! Pero Ester tocó su corazón y
él la eligió como reina. Lo que no sabían ni el rey ni ella ni tampoco el primo
Mardoqueo, quien pasó a ser su papá, que toda esta historia la estaba tejiendo Dios,
para salvar a su pueblo.

            LA HISTORIA DE ESTER

Hubo un hombre, llamado Amán, uno de los príncipes más importantes cercano al
rey, quien era una persona muy importante por lo cual se había decretado que,
cuando él pasara por algún lugar, los demás príncipes debían hacerle reverencias.
¡Pero Mardoqueo hacía reverencias sólo a Dios! Lejos estaba de saber que por no
hacerle reverencia a Amán, éste iba a odiarlo, y no solamente a él, sino a todos los
judíos y buscaría la destrucción de ese pueblo. Pero, para Mardoqueo era más
importante la fidelidad hacia Dios y él actuó en consecuencia, por lo que no se inclinó
delante de Amán. Llegó a oídos del príncipe, que no se inclinaba delante de él y se
llenó de ira y odio, entonces dijo: “Poco es para mí odiar a Mardoqueo”. Entonces
comenzó a odiar a su pueblo, tanto que tramó la manera de lograr una ley que los
destruyera, con la aprobación del rey Asuero, a quien le comentó: “Hay un pueblo en
todas las provincias que no te sirven para nada y hay que exterminarlos”. Le tejió
toda una historia y como era un hombre de mucha confianza del rey, éste le dio su
consentimiento, le entregó su anillo y lo autorizó para crear el decreto que quisiera, el
cual también podía firmarlo de parte del rey y enviarlo. De esa manera el decreto fue
despachado a todas las provincias, en todos los idiomas, de 127 nacionalidades, el
cual señalaba que en determinado día todas las personas que conocían a algún judío,
podían entrar a su casa o a su tierra y matarlo, y quedarse con todas sus
pertenencias. Cuando se enteró de esto Mardoqueo lloró mucho, y habló con Ester, la
nueva reina; él no podía entrar a hablar con el rey y le había pedido a ella que no le
diga a nadie cuál era su identidad y cuál era su nación, por lo que nadie sabía que la
reina Ester era judía. Así que se comenzó a complicar la cosa grandemente y Ester se
dio cuenta para qué vino a ser reina.

La historia de la reina Ester se asemeja a la historia de la iglesia. Tú no estabas tan


bien cuando Dios te buscó, cuando te eligió para pertenecer a su linaje, para ser su
pueblo santo y escogido, para vivir y reinar con Él. Nosotros somos linaje escogido y
nación santa; Dios nos sacó de la basura y nos ha hecho príncipes. La promesa de
Dios es que nosotros vamos a reinar juntamente con Él.

Yo identifico la vida de la reina Ester, con cada uno de nosotros; una niña que no
tenía esperanza, ni futuro, ni propósito, sólo contaba con un primo que la había
recogido el cual se constituyó en su padre, quién la educó y la guió hasta que llegó a
ser reina. La historia de Ester es la de cada uno de nosotros, porque somos la iglesia,
la esposa del rey, su amada. Aunque no lo entiendas bien, digamos que has caído en
gracia a los ojos del rey y Él te eligió a ti. ¡Habiendo muchos para elegir, nos eligió a
nosotros! Este mensaje está dirigido a aquellos que Él ama y cuida.

La historia se puso interesante porque Amán tramó contra el pueblo de Dios e ideó un
decreto con una fecha estipulada para su destrucción. Él se saboreaba por lo que
había logrado, y ésta era su venganza por causa de un hijo de Dios que no se
inclinaba delante de él sino sólo delante del Señor. ¡Mardoqueo honraba solamente a
Dios!

Así fue que la reina Ester, un buen día, entró a donde estaba el rey, con la intención
de contarle todo lo que estaba sucediendo; que ella era judía, que había un decreto
en el que se estipulaba que su pueblo sería exterminado. No obstante, no sabía cómo
hacer para hablarle, así que le dijo a Asuero que quería hacerle un banquete para
agasajarlo, pero sólo debían ir él y Amán, el príncipe malvado. Entonces Amán
comenzó a divulgar que iba a ir a un banquete con el rey y que al único que invitó la
reina fue a él. Era un hombre al que le gustaba hacer fiestas y alardear de las
riquezas y el poder que tenía, y del favor con el que contaba de parte del rey. Se
relamía porque se acercaba la fecha indicada en el decreto y se dispuso a preparar
una horca para Mardoqueo de cincuenta codos de altura, unos veinticinco metros,
cosa de que si fallaba la cuerda, se terminaría estrellando contra el suelo. ¡¡Amán
esperaba ansioso el día del decreto y había preparado esa horca para Mardoqueo
porque lo odiaba a él y a su pueblo!!

Estaba él en esos preparativos y decide pedir una entrevista con el rey para contarle
que había hecho una horca para Mardoqueo por motivo del decreto que se había
dictado ya que formaba parte del pueblo judío, aunque debía esperar a que el rey le
concediera la entrevista ya que nadie podía presentarse delante de él así nomás. Pero
esa noche, el rey no pudo dormir; tal como nos sucede a veces a nosotros que nos
desvelamos y no podemos conciliar el sueño, entonces nos ponemos a leer, pero
como el rey no tenía Biblia, pidió que le leyeran las crónicas del reino. Le estaban
leyendo los acontecimientos sucedidos en el reino y por ahí aparece que Mardoqueo
había librado al rey de morir en un complot que idearon dos personas. En eso, el rey
preguntó qué honra se le dio a Mardoqueo en esa oportunidad, y los oficiales le
respondieron que no se ha hecho nada al respecto. Quiso saber quién estaba afuera y
le respondieron que Amán esperaba en el patio para entrar a hablar con él, entonces
Asuero lo mandó buscar. Él tenía toda la intención de contarle que había construido
flor de horca para Mardoqueo, pero se adelanta Asuero y le pregunta qué se debía
hacer al hombre a quien el rey quería honrar, entonces Amán pensó: “¿A  quién otro
va a querer honrar más que a mí?”, y le respondió que a tal persona había que
ponerle las vestiduras reales y la corona real, y que debían pasearla por toda la
ciudad pregonando delante de él: “Así se hará al varón cuya honra desea el rey”. El
rey pensó que era una buena idea y lo envió de prisa a buscar el vestido y el caballo
para  hacer tal como había dicho, al judío Mardoqueo. ¡A Amán le salió el tiro por la
culata! ¡Y eso es lo que siempre le pasa a satanás cuando está preparando alguna
horca para un creyente!

¡Entonces Amán Tuvo que ir personalmente a buscar el vestido real, la corona, vestir
a Mardoqueo y pasearlo en caballo por toda la cuidad con gente que iba pregonando
adelante: “Así se hará al varón cuya honra desea el rey”. Tuvo que volver Amán como
dice el dicho popular, “con la cola entre las patas” a su casa y esa noche tenía la
segunda cena con el rey porque en la primera, la reina Ester no se había animado a
decir nada, aunque éste le ofreció lo que quisiera, pero ella no estaba segura de pedir
nada, sólo lo invitó que volviera otro día con Amán porque les iba a preparar un
banquete.

El día en que Amán tuvo que pasear a Mardoqueo estaba enojadísimo y le contó todo
a su mujer, entonces ella le dijo: “Si de la descendencia de los judíos es ese
Mardoqueo delante de quien has comenzado a caer, no lo vencerás, sino que caerás
por cierto delante de él”. Ponte por un momento en el lugar de Mardoqueo, porque
aquí podemos apreciar la obra de Dios a favor de su pueblo. A veces la gente no sabe
o no entiende lo que Dios hace a favor de su pueblo. Imagínate que Mardoqueo,
cuando se enteró de ese decreto, lloró, se vistió de cilicio y de ceniza y fue por la
ciudad clamando con amargura porque él no veía con claridad ni tenía tanta confianza
en Dios y así le sucede a los que no tienen una clara visión del amor que Dios tiene
por nosotros y de cómo Él nos cuida. ¡Dios te dice hoy que te ama y te cuida! ¡No se
dormirá el que te guarda! ¡Tú te podrás descuidar pero Él no! Yo he visto el amor y
los detalles de Dios a favor nuestro, en cada situación.

Entonces vemos como en el libro de Ester, Amán pasea a Mardoqueo en el caballo del
rey y después se va corriendo a su casa a cambiarse porque tiene una cena con la
reina. Les dijo a sus parientes antes de ir, que se sentía agraciado porque la reina lo
invitó, era un privilegio estar al lado del rey y de la reina pero cada vez que le veía la
cara a ese Mardoqueo se le quitaba las ganas de vivir. Entonces, en medio del
banquete, el rey le pregunta a Ester qué es lo que deseaba y le ofreció hasta la mitad
del reino. Ella, llorando le respondió: “Si mi pueblo fuese vendido para ser siervos, yo
no diría nada, pero hemos sido vendidos para el exterminio yo y mi pueblo y esto
sería un gran problema para el rey y su reino”. Entonces Asuero se enojó mucho y
preguntó quién era ese malvado que tramó semejante cosa y Ester le respondió: “El
enemigo y adversario es este malvado Amán…” El rey se encendió en ira y dijo: “¿Así
que has estado tramando contra el pueblo de mi esposa?” Se levantó y se fue al
huerto del palacio para calmarse y meditar acerca de este asunto y adentro se
quedaron Ester y Amán. Éste le suplicó a la reina por su vida y cayó sobre el lecho en
donde ella estaba; en eso entró el rey y al ver semejante escena, le dijo: “¿Querrás
también violar a la reina en mi propia casa?”

Podemos apreciar lo precioso que Dios hizo con esta mujer huérfana, una esclava que
no valía nada, pero con quien tenía planes para salvar a su pueblo.

Le cubren el rostro a Amán y ya se determinó por parte del rey, que moriría. La reina
Ester era muy amada, especialmente por los eunucos que la servían y uno de ellos
dijo al rey: “En la casa de Amán hay una horca de cincuenta codos que él hizo para
colgar a Mardoqueo”. Y el rey respondió: “¡Cuelguen a Amán en ella!”

En la visión de Amán, esa horca era para Mardoqueo pero en la de Dios esa misma
horca era para Amán. ¡En esa destrucción que está preparando algún demonio o ese
mal que está tramando contra ti, ahí va a caer ese mismo demonio! ¡Dios está a tu
favor! ¡Este mensaje es para los que pueden creer en el poder y el amor de Jesucristo
a favor de su pueblo!

Algunos dudan si esto es realmente para ellos y seguro que no lo es pero puedes
hacerlo tuyo hoy, invitando a Cristo a tu corazón, poniendo tu vida y tus problemas,
poniendo tus pecados, tus angustias, temores y soledades en las manos de Dios. ¡Las
mejores manos!

Leemos en Ester 7:10: “Así colgaron a Amán en la horca que él había hecho


preparar para Mardoqueo; y se apaciguó la ira del rey”.  ¡Y eso no es nada! En
tus dificultades, Dios no tiene problema en bendecirte y prosperarte. Ester 8:1 y 2
agrega: “1El mismo día, el rey Asuero dio a la reina Ester la casa de Amán
enemigo de los judíos; y Mardoqueo vino delante del rey, porque Ester le
declaró lo que él era respecto de ella.  2Y se quitó el rey el anillo que recogió
de Amán, y lo dio a Mardoqueo. Y Ester puso a Mardoqueo sobre la casa de
Amán”.
¡Los bienes que le pertenecían al que te odiaba pasarán a ser tuyos! ¡El mal que
tramaron contra ti Dios lo deshace y la horca en la que te querían colgar a ti, Dios la
usa para colgar a quien te quería destruir a ti!

¡Somos el Israel espiritual de Dios! Hay un linaje que es según la sangre pero hay
otro que es según la fe. Y nosotros hemos sido constituidos hijos de Dios por la
sangre de Cristo, tenemos su ADN y Él es el descendiente anunciado que pertenecería
al linaje de Abraham. ¡Dios quiere que hoy abras tu corazón y recibas la bendición!
No hay otra manera de recibirlo, no es una cuestión de suerte sino de fe, no es
cuestión de duda, a ver si el Señor lo hace o no, y no lo hará si estás dudando. Si
estás creyendo y dices que esto es para ti, en tu maldición, Dios está tejiendo
bendición, en tu muerte, tu enfermedad, tus deudas, Dios está tejiendo bendición.

Los reyes, a sus mejores amigos y más valerosos príncipes, les hacían anillos que
eran señal de dignidad. Amán tenía un anillo que caracterizaba la dignidad que el rey
le había dado pero se lo quitó y se lo dio a Mardoqueo. ¡Un simple esclavo termina
siendo la persona más importante del reino después del rey Asuero! Leemos en Ester
10:2 y 3: “2Y todos los hechos de su poder y autoridad, y el relato sobre la
grandeza de Mardoqueo, con que el rey le engrandeció, ¿no está escrito en el
libro de las crónicas de los reyes de Media y de Persia?   3Porque Mardoqueo el
judío fue el segundo después del rey Asuero, y grande entre los judíos, y
estimado por la multitud de sus hermanos, porque procuró el bienestar de su
pueblo y habló paz para todo su linaje”.

Mardoqueo era un creyente y él le dijo a la reina: “Mira que no has venido a ser reina
para disfrutar del palacio; has llegado a donde estás, para esta hora y te tienes que
jugar la vida para salvar a tu pueblo; y si tú no haces nada, de algún lado vendrá
salvación para el pueblo de Israel, pero tú perderás”. La reina escuchó sus palabras y
pidió que orasen por ella porque decidió entrar a la corte del rey aunque no lo podía
hacer a menos que fuera llamada. Pero se animó y entró; y solamente se salvaba si
el rey extendía el cetro hacia ella. ¡Realmente quedó claro que el corazón del rey
estaba inclinado hacia Ester y que ella gozaba de su gracia! ¿Sabes cómo puedes
caerle en gracia al rey? ¡Amándolo y creyéndole! La gente se pregunta qué tienen que
hacer para agradar a Dios y creen que haciendo algo van a tener el favor de Dios. ¡Tú
tienes que amarle y creerle! ¡La fe le agrada a Dios! Quien duda, no recibirá nunca,
nada de Dios, pero el que cree, recibe. ¡Dios habla, y el que cree, recibe!

            CONCLUSIÓN

¿Qué expectativas tienes de que Dios en este año va a revertir la situación que estás
viviendo? ¡Tú puedes llegar a vivir confiado a pesar de tus circunstancias! Tu
confianza es parte de tu fe, por eso suena tan bonito el salmo 23 donde el rey David
dice: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú
estarás conmigo…” ¡Es un Salmo que demuestra confianza! “Jehová es mi pastor,
nada me faltará” ¡Tú eres mi Señor! ¡Tú eres mi Dios! ¡Tú eres mi pastor! Cuando me
vaya mal, me irá bien, cuando vengan las circunstancias negativas sobre mi vida, tú
me defenderás. Sabe que Dios no se duerme, mientras tú duermes, Él vela. ¡El sueño
es un misterio! ¿Por qué no dejas de respirar cuando duermes? ¡Dios mantiene tu
vida! Puedes dar miles de explicaciones científicas, pero las cosas están hechas de tal
manera que tu puedes descansar y al otro día abrirás los ojos y te levantarás
renovado, y le darás gracias a Dios por un nuevo día.

Pero hay cosas que tienes que desechar hoy. Si realmente crees que esta palabra es
para ti, tienes que entregarle a Dios toda tu ansiedad y todo tu afán. Quizás alguna
enfermedad te está perturbando, o algún pecado, tal vez  alguna deuda; mas Dios me
ha mandado a darte palabra de consuelo y no estoy hablando algo que se me ocurrió
sino que creo absolutamente que Dios me mandó a darte este mensaje, y si tú crees,
recibes. Dios te va a prosperar y te bendecirá, y esa deuda que te tiene en vilo se
terminará, de tal manera que declararás: “¡Dios lo ha hecho! ¡Yo no pude hacer nada,
pero Dios si!” Y la enfermedad desaparecerá, y la soledad, entrégasela al Señor,
confía en Él porque la palabra de hoy te dice que Dios vela por ti como lo ha hecho
con el pueblo judío en aquel entonces, como veló por Mardoqueo y por la reina Ester.

¿Realmente hay fe en ti? ¿Es Dios tu Dios? ¿Es Él tu sustentador? ¿Es tu esperanza?
Entonces, todas tus maldiciones desaparecerán; las amarguras, las tristezas, los
afanes, las ansiedades, las enfermedades y deudas desaparecerán. ¡Dios obrará a tu
favor!

Si tú hoy has entendido lo que Dios quiere de ti y si has entendido que tienes que
pedirle perdón por algún pecado que está obstruyendo esa relación que impide que
Dios sea realmente tu papá, tu Dios y Señor, si necesitas el favor de Dios, debes
decirle: “Señor, perdóname y límpiame porque no tengo paz. ¡Cubre mis pecados con
tu sangre preciosa! ¡Límpiame y purifícame! Quiero experimentar tu bendición y ver
en mi vida lo que le sucedió a la reina Ester y a Mardoqueo. Yo quiero ver caer a mis
enemigos, los demonios que atentan contra mi vida y me quieren matar. ¡A esos
demonios que me quieren robar mi familia y mi matrimonio los voy a ver en la horca,
caídos y abatidos! En el nombre de Jesucristo hago esta oración, amén”

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