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Idealismo trascendental, la teoría del conocimiento de Kant

Maria Alejandra Ortiz Gallego, Melissa Gómez Pérez, Rafael Garzón Forero, Salome Álvarez

Gil, Sara Parra Acevedo

Facultad de Sociedad, Cultura y Creatividad, Institución Universitaria Politécnico

Grancolombiano

Introducción a la Epistemología de las Ciencias Sociales (B03)

Edwin Clavijo

7 de junio de 2021
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Idealismo Trascendental, la teoría del conocimiento de Kant

Pregunta Inicial

¿Según las formulaciones de Kant se podría pensar que nos sugiere dos doctrinas

diferentes y mutuamente incompatibles?

Para Kant, definir es el medio para presentar el concepto completo de una cosa

dentro de sus limites y en su carácter primario u original. Concepto completo se conoce

como aquel que cuenta con una cantidad suficiente de predicados, indicados como primarios

u originales dependiendo del sentido de que no se derivan de otros incluidos en la definición.

Los predicados deben se primitivos y estar coordinados, los predicados derivados y

subordinados no son admisibles en una definición, pues de lo contrario se requiere de una

prueba. Si una definición contiene predicados derivados incorrectamente carece de

precisión. La definición es un concepto suficientemente distinto y preciso. La definición

brindada por Kant lo lleva a negar el nombre de “definición” a muchas oraciones llamadas

así por error, se llega a ella en parte por un análisis del uso y en parte por una decisión que

hace al concepto más preciso. Existen definiciones de conceptos que poseemos, pero no

denominamos correctamente; en estos casos, no se trata de que el significado de la palabra

sea analizado, sino de que un concepto que ya poseemos sea analizado y solo entonces debe

mostrarse que el nombre lo expresa correctamente.

Kant distingue dos grandes divisiones independientes entre si por las definiciones ya

sean analíticas y sintéticas o nominales y reales. Una definición es analítica si o es de un

concepto dado, sintética si lo es de un concepto hecho o sintetizado por la misma definición.

La primera hace un concepto distinto, la ultima hace distinto al concepto, bajo estas dos

divisiones hay una subdivisión: el concepto definido puede ser dado a hecho priori o a

posteriori.
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Ahora si podemos responder a la pregunta siguiente: ¿Cómo son posibles los juicios

sintéticos a priori? Kant inicia la Introducción a la crítica de la razón para diciendo que, si es

verdad que todos nuestros conocimientos comienzan con la experiencia, todos, sin embargo,

no proceden de ella. Dado que todo el material del conocimiento proviene de la experiencia

sensible, es comprensible que la mayor parte de nuestros conocimientos se desarrollen por

medio de juicios sintéticos. Los elementos puros del conocimiento no proceden de la

experiencia, sino de la estructura de las facultades del sujeto.

Lo único que se puede conocer es aquello que puede afectar nuestra sensibilidad. No

podemos conocer, lo que las cosas sean en sí mismas. Aquellas cosas que no se amolde a

nuestras facultades permanece incognoscible y aquello que conocemos de las cosas es

solamente lo que se amolda a nuestras facultades.

Kant muestra, que hasta ahora todas las concepciones de la ciencia habían supuesto

que el sujeto se limitaba a reflejar en el lenguaje, mediante sus facultades, lo que las cosas

son. El racionalismo, suponía que la estructura de la realidad es racional, consideraba que la

tarea de la ciencia es encontrar una base para construir demostrativamente el contenido

completo de la razón. Este sistema de la razón no puede sino coincidir con la realidad, ésta es

en sí misma racional. La capacidad racional del sujeto refleja el orden de lo real.

Una definición analítica establece los predicados analíticos u originales de la

definición, un predicado analítico es un concepto parcial de un hecho en el concepto del

definiendum, por lo tanto, una definición analítica es un juicio analítico que no contiene

predicados subordinados. La definición sintética, por el contrario, contiene predicados

sintéticos, predicados cuya unión establece un concepto distinto del definiendum.

Otra gran división es entre definición nominal y real, Kant no establece esta

distinción como aquella que se establece entre la definición de una palabra y la definición de

un objeto, ya que se considera al concepto en lugar del objeto o de la palabra, como el

definiendum impidiéndole emplear esta formulación de la distinción. La diferencia radica


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mas bien, en el contenido del definiens y en la función metodológica de los dos tipos de

definición. Una definición nominal establece la esencia lógica del concepto del objeto o sirve

meramente para distinguir esta cosa de las demás. Si solo hace esto último, se llamará

definición de diagnóstico, en contraste con una definición que indique predicados esenciales

primitivos. La esencia lógica indicada en la definición nominal es el concepto original

primitivo de todos los esenciales, la definición de diagnostico solo puede indicar lo mínimo

irreductible de algunos atributos o propiedades fácilmente reconocibles suficiente como

criterio de clasificación dicotómica para una prueba de tipo aprobado/desaprobado.

Kant ofrece una primera caracterización de su idealismo trascendental en el contexto

de la refutación del cuarto paralogismo de la razón pura. Este paralogismo sostiene que la

existencia de los objetos de los sentidos externos es dudosa ya que no es nunca percibida

inmediatamente, sino que únicamente puede ser inferida como la causa de las percepciones

sensibles. Esa incertidumbre acerca de la existencia de los objetos que afectan los sentidos es

lo que Kant denomina “la idealidad de los fenómenos externos” y sostiene que la doctrina

que la afirma se llama idealismo. El problema, señala Kant, reside en que la inferencia de

una determinada causa a partir de un efecto dado es siempre insegura, “ya que el efecto

puede proceder de más de una causa”. Queda abierta, pues, la posibilidad de que la causa de

nuestras percepciones sea el sentido interno. Por lo tanto, el idealista no niega la existencia

de objetos exteriores, sino que sostiene que jamás podemos estar enteramente seguros de su

existencia, pues ésta se basa en una inferencia a partir de percepciones.

Esta clase de idealismo el que se mantiene en la duda acerca de la existencia del

mundo exterior dado que es imposible afirmar su existencia basándose en una inferencia a

partir de las propias percepciones sensibles– es la posición que Kant denomina idealismo

empírico y no constituye el tipo de idealismo defendido en la Critica de la razón pura. Al

contrario, por ser el resultado de un paralogismo, se trata de una posición errónea que hay

que refutar y a la cual se opone el idealismo kantiano que en este pasaje aparece

caracterizado como trascendental. Dice Kant:


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o “Entiendo por idealismo trascendental la doctrina según la cual todos los fenómenos

son considerados como meras representaciones, y no como cosas en sí mismas. De

acuerdo con esta doctrina, espacio y tiempo son simples formas de nuestra intuición,

no determinaciones dadas por sí mismas o condiciones de los objetos en cuanto cosas

en sí mismas”.

La posición contraria a este tipo de idealismo es, según Kant, el realismo

trascendental, que considera espacio y tiempo como algo dado en sí (independientemente de

nuestra sensibilidad). Los fenómenos exteriores son para el realista trascendental como

cosas en sí mismas y, por lo tanto, se ve llevado a admitir el idealismo empírico que Kant

pretende refutar. En efecto, el realismo trascendental se basa en el supuesto erróneo de que

“si los objetos de los sentidos han de ser exteriores, tienen que existir en sí mismos,

prescindiendo de los sentidos”, lo cual conduce necesariamente al reconocimiento de que

nuestras representaciones de los sentidos son “incapaces de garantizar la realidad de esos

mismos objetos”. Al afirmar la existencia de objetos trascendentes a la mente basándose en

una inferencia a partir de sus percepciones, el realista trascendental debe admitir que su

existencia permanecerá siempre dudosa. Se trata de la posición asumida por Descartes.

Por su parte, el idealismo trascendental es compatible con una determinada clase de

realismo, el empírico. Es por ello por lo que, según Kant, el idealista trascendental puede ser

un dualista, porque afirma la existencia de la materia sin la necesidad de salir del ámbito de

las propias representaciones, ya que considera sus percepciones simplemente como

fenómenos y admite que algunos son externos, aunque no por referir a objetos exteriores en

sí mismos, “sino porque relacionan percepciones con un espacio en el que todas las cosas se

hallan unas fuera de otras, mientras que él mismo está en nosotros.” Así, el idealista

trascendental, que es un realista empírico, admite la existencia de objetos en el espacio, pero

no acepta que el espacio mismo exista independientemente del sujeto que percibe. Kant

resume su posición con las siguientes palabras:


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o “Soy, en efecto, consciente de mis representaciones. Por lo tanto, existen éstas y yo

que las poseo. Ahora bien, los objetos exteriores (los cuerpos) son simples

fenómenos, no siendo, consiguientemente, más que una clase de mis

representaciones, cuyos objetos sólo son algo a través de éstas, pero no son nada

separados de ellas. Existen, pues, cosas exteriores, como existo yo mismo, y tal

existencia es, en ambos casos, proclamada por el testimonio inmediato de mi

autoconciencia, con la simple diferencia de que la representación de mí mismo, en

cuanto sujeto pensante, es únicamente referida a mi sentido interno, mientras que las

representaciones que designan seres extensos son referidas también al sentido

externo”.

Kant, dice que la razón puede establecer dos tipos de relación con su objeto: o bien

determinar este último y su concepto, o bien para convertirlo en realidad. De acuerdo con

Vélez-Correa (1959) la primera relación constituye el conocimiento teórico de la razón; la

segunda, el conocimiento práctico. Hemos mostrado cómo la razón determina la relación de

conocimiento. Vamos a ver en qué consiste la relación práctica.

En la relación práctica ya no se trata de determinar un material que le es dado a la

razón por medio de las intuiciones de la sensibilidad, sino de producir o de crear algo real a

partir del concepto. ¿Qué es lo que se crea? Una acción, una conducta. Y Kant observa que la

conducta está regulada por normas morales, pero ¿Cómo es esto posible? Si los hombres se

comportasen como meros objetos naturales, estarían sometidos a las mismas leyes de la

naturaleza, que determinan los movimientos de todos los cuerpos. Pero, hay normas

morales, por lo que es necesario suponer, que las conductas de los hombres no están

sometidas a dichas leyes; que son libres. No se trata de una verdad científica, que nos diga

cómo son las cosas, puesto que no es posible tener experiencia del alma ni de su libertad;

sino de una verdad de otro tipo, por la que sabemos cómo deben ser las conductas. La

estructura del entendimiento determina la objetividad de los objetos de conocimiento,

establece las condiciones de la ciencia de la naturaleza. Puesto que no hay determinación de


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las conductas, la función de la razón consiste en inteligir las exigencias racionales de la

conducta: el deber ser. El sujeto moral está por encima de la naturaleza, puesto que la

conducta no está determinada ni condicionada por la naturaleza, sino sólo por el deber. El

deber es un imperativo incondicionado, absoluto, categórico. No depende ni siquiera de los

resultados, de la obra realizada. La moralidad consiste en seguir el deber por el deber mismo.

La moral Kantiana se separa así del dogmatismo racionalista que pretendía determinar el

contenido de las acciones y no solamente la forma.

¿Se encuentran ordenadas las cosas en sí mismas? No sabemos, en concordancia con

Kant, cuál es el orden que las cosas tengan en sí mismas, solamente podemos conocer

aquello que se ordena de acuerdo con nuestras capacidades o facultades.

Todo lo explicado anteriormente lo podemos ver en este esquema;

o Facultad de la sensibilidad --- Intuiciones

o Condiciones del conocimiento --- Algo que nos afecte

o Facultad del entendimiento --- Conceptos

La sensibilidad y el entendimiento son irreductibles entre sí, pero complementarias,

puesto que si falta una no hay conocimiento.

Por la índole de nuestra naturaleza, la intuición no puede ser más que sensible, sólo

contiene la manera como somos afectados por los objetos. El entendimiento, podemos decir

que es la facultad de pensar el objeto de la intuición sensible. Ninguna de estas propiedades

es preferible a la otra. Sin sensibilidad no nos serían dados los objetos, y sin el

entendimiento, ninguno sería pensado. Pensamientos sin contenido, son vacíos; intuiciones

sin conceptos son ciegas. De aquí que sea tan importante y necesario sensibilizar los

conceptos. Estas dos facultades o capacidades no pueden trocar sus funciones. El

entendimiento no puede percibir y los sentidos no pueden pensar cosa alguna. Solamente
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cuando se unen, resulta el conocimiento. A distancia de confundir sus funciones importa

separarlas y distinguirlas.

El espacio es la forma en que la sensibilidad ordena las intuiciones empíricas, y que

se expresa en la sintaxis en términos como los siguientes: “al lado de”, “abajo de”, “arriba

de”, “detrás de”, “delante de”, etc. La forma espacio se corresponde con lo que Hume llamaba

asociación por contigüidad, mientras que para éste se trataba de una asociación de ideas en

la imaginación, para Kant se trata de una forma de ordenar las intuiciones empíricas por la

sensibilidad.
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Conclusión

El análisis expuesto nos indica que la relación sujeto-objeto ha sido reconocida

tradicionalmente como un elemento clave en las diferentes teorías del conocimiento.

Mientras que, a partir de Kant, la relación se plantea en términos de un sujeto que construye

el objeto, con Hegel y luego el materialismo dialéctico, la relación mencionada es vista de tal

forma que el objeto de conocimiento es inseparable de la actividad de los individuos.

Según Ferrater Mora (1971) ambas aproximaciones sirvieron de punto de apoyo a

elaboraciones teóricas posteriores en ramas como la psicología, la epistemología, la filosofía

y la sociología, interesadas en la comprensión del desarrollo del conocimiento.

La explicación precedente acerca de la estructura de los principios prácticos

subjetivos o máximas tenía como finalidad aclarar los elementos necesarios para

comprender la relación entre arbitrio y voluntad. Kant afirma que "en la medida en que la

razón [pura] puede determinar la facultad desiderativa en general, el arbitrio puede estar

contenido bajo la voluntad". ¿Cómo es esto posible? Antes se afirmó que la voluntad

determina el fundamento de determinación del arbitrio. La máxima es aquello que

determina la causalidad del arbitrio, pero lo decisivo para mover (a determinarse o a actuar)

no es la regla práctica sino precisamente el móvil (Triebfeder) del que ésta va acompañada.

La intervención de la voluntad en el fundamento de determinación consiste en que ella

impide que el placer sea el único móvil para adoptar una regla práctica como principio

práctico. De este modo, la voluntad asegura la libertad (práctico–moral) del agente, ya que

éste no está determinado por los impulsos de la sensibilidad en el ejercicio de su causalidad.

Para explicar cómo realiza la voluntad esta tarea, es preciso introducir una nueva distinción

conceptual —en la misma línea de todas las anteriores— entre máximas de primer y de

segundo orden.

Kant, advierte que la existencia de juicios sintéticos a priori solamente es posible si

suponemos que no es el objeto el que determina al sujeto en la relación de conocimiento, el


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sujeto es el que determina al objeto. ¿Qué significa que lo determina? Que las cosas

solamente pueden ser objeto de conocimiento en tanto se amoldan a las formas que el sujeto

tiene para conocer. Las cosas en sí mismas no son objetos ni pueden serlo. Sólo es objeto

aquello que se conforma con las facultades del sujeto.


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