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C P, G
Corte Suprema
04/01/1989
Cita Westlaw Chile: J5026/1989
SUMARIO
TEXTO COMPLETO
mina que su voluntad fue poner término a la vinculación laboral que tenían
estos trabajadores en la empresa en la cual laboraban;
5°. Que lo expuesto precedentemente, al respetar un contrato válidamente
celebrado, en que en una de sus cláusulas se beneició a terceros, constituye
la aplicación de la igura jurídica de la estipulación en favor de otro que con-
templa el artículo 1449 del Código Civil, la que fue aceptada tácitamente. por
los trabajadores al pretender seguir laborando con la nueva concesionaria y ex-
presamente también al reclamar luego a la Inspección del Trabajo, por lo que
en este evento dicha cláusula se tornó irrevocable, obligando de este modo a la
sociedad demandada a respetar dichas estipulaciones y, al no hacerlo, implíci-
tamente ha de entenderse que se ha producido el desahucio de los contratos, los
que por tratarse de plazo indeinido, la obligan a las indemnizaciones que pre-
vé el artículo 19 del Decreto Ley 2.200, con la salvedad que se dirá más adelante
del demandante Gildo Cánepa;
6°. Que también resulta aplicable al presente caso, a mayor abundamiento,
lo previsto en el inciso segundo del artículo 4° del Decreto Ley 2.200, que pre-
ceptúa que “las modiicaciones totales o parciales relativas al dominio, pose-
sión o mera tenencia de la empresa no alterarán los derechos y obligaciones de
los trabajadores emanados de sus contratos individuales o de los instrumentos
colectivos del trabajo, que mantendrán su vigencia y continuidad con el o los
nuevos empleadores”, ya que si bien esta norma fue introducida por la Ley Nº
18.018, cuyo artículo 1° transitorio dispuso que los trabajadores contratados en
cualquier fecha anterior a la vigencia de esta Ley quedarán sujetos al régimen
de terminación individual del contrato de trabajo establecido en las disposicio-
nes permanentes del texto primitivo del D.L. 2.200, que no contemplaba aquel
beneicio, puesto que los actores tenían contratos celebrados con anterioridad
al 14 de agosto de 1981. Es lo cierto que la limitación de vigencia de la norma del
artículo 4° inciso 2° del Decreto Ley 2.200, ha de entenderse referido únicamen-
te a las disposiciones contenidas en el régimen de terminación individual del
contrato de trabajo, o sea, aquellas previstas en el título I de dicho cuerpo legal,
resultando aplicable en consecuencia las reformas producidas a esta ley a los
otros títulos de ella, en especial la de su título preliminar. De tal manera, que
habiéndose producido el desahucio, en la forma señalada en el motivo anterior
en 1986, correspondía aplicar en toda su amplitud el inciso 2° del artículo 4° del
Decreto Ley 2.200, hoy del Código del Trabajo;
7°. Que de las alegaciones efectuadas por la sociedad demandada, para no
contratar a los actores, sólo resultaba plausible lo aducido respecto de Gildo Cá-
nepa Pesce, pero sólo en el sentido de poner término del contrato, conforme al
texto primitivo del artículo 17 del Decreto Ley 2.200, hoy derogado, pero que es
aplicable al caso por la fecha del contrato de trabajo, ya que éste era un emplea-
do de la exclusiva conianza de su empleador, lo que se demuestra con el con-
trato de trabajo de fojas 63 del proceso traído a la vista, el cual deja constancia
que este trabajador fue contratado como gerente, en las escrituras de mandato
de fojas 93 y 95 y en el contrato de negociación colectiva de fojas 36 en el cual
este actor actuó en representación de la empresa en dicho convenio, todo lo cual
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8°. Que en relación a los demandantes Miguel Rojas, Lisandro Soza, Wen-
ceslao Calderón, Ongolmo Rojas y Haroldo Castañeda, a quienes se les observa
el hecho, también, de ser empleados de la exclusiva conianza de la emplea-
dora, dicha vinculación no quedó probada, porque los mandatos que corren a
fojas 93 y 95 de los autos respectivos, son de relativa importancia toda vez que
para actuar en representación de su mandante en determinadas actividades de
administración deben actuar en conjunto con otros apoderados;
10. Que de este modo los jueces recurridos, al conirmar el fallo de primer
grado, desechando la demanda laboral, han cometido falta que es necesario
corregir por esta vía.
Y visto, además, lo dispuesto en los artículos 540 y 549 del Código Orgánico
de Tribunales, se acoge el recurso de queja deducido a fojas 24 en representa-
ción de don Gildo Cánepa Pesce y otros, sólo en cuanto se deja sin efecto la sen-
tencia de veintitrés de agosto pasado, escrita a fojas 147 de los autos traídos a la
vista y revocándose la de fojas 127 de veintiocho de mayo último, se declara:
Que se acoge la demanda deducida a fojas 48, en cuanto se otorga a los de-
mandantes, con excepción de Gildo Cánepa Pesce, las indemnizaciones por
años de servicios y de desahucio demandadas en los párrafos I Nº V de dicho
libelo y que el señor Cánepa debe ser indemnizado únicamente con la suma de
$ 114.735. Que a estas cantidades se les debe agregar los reajustes e intereses en
los términos del inciso primero del artículo 164 del Código del Trabajo y que no
habiendo sido vencida totalmente la demandada queda eximida del pago de las
costas.
Víctor M. Rivas del C, Servando Jordán L., Osvaldo Faúndez V., Cecil Che-
llew C. y Walter Riesco S.
Así las cosas, V.E., en primer lugar establecimos como hechos de la causa
que los recurrentes iniciaron juicio sobre “despido injustiicado”, y no, como
ahora pretenden, juicio ordinario de indemnización de perjuicios, y es por ello
que la primera idea que adujimos fue que “las prestaciones cuyo cobro se per-
sigue presuponen como fundamento básico la existencia de un contrato de tra-
bajo que habría sido infringido por el empleador al ponerle término en forma
ilegal”.
Como tal no es el caso, puesto que los propios actores reconocieron expre-
samente que el demandado “no los contrató”, lo cual está de acuerdo con lo
alegado por el demandado, concluimos en que “en la especie no hubo acuerdo
de voluntades sobre los hechos que perfeccionan un contrato”.
Creemos, V.E., que el recurrente equivocó la acción, pues si bien del contra-
to de concesión del Casino Municipal, de donde nacería la posible obligación
con los demandantes, ella dice relación con “contratar y mantener el antiguo
personal”, y como ya adelantamos, tal acuerdo de voluntades no se produjo y,
por ende, las infracciones que reprochan a la empresa demandada dicen rela-
ción con capítulos absolutamente diferentes a la forma en que lo demandaron.
En in, V.E., los latos argumentos del quejoso relativos a la legislación aplica-
ble en la especie, como el hecho nuevo alegado en orden a que en el presupuesto
municipal se contempla el pago de indemnizaciones por años de servicios a los
obreros, no tiene relación alguna con los hechos básicos del juicio laboral que
motiva el recurso en informe, y por el contrario, evidencia la errada forma en
que los trabajadores han recurrido a la justicia para defender sus derechos.
Creemos, V.E., que la “sensibilidad de las normas laborales” que alega el re-
currente no es un antecedente que nos permita adoptar nuestras resoluciones
pasando por sobre el mérito de autos y la legislación que nos es obligatorio apli-
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Hernán Olote M., Adela Manquilef V., Andrés Díaz C, Hugo Neira C.
Vistos:
1°. Que tendiente a establecer claramente los hechos de esta causa debe
puntualizarse que la demanda de fs. 48 lo es por despido injustiicado y, por
ende, las prestaciones cuyo cobro se persigue presuponen como fundamento
básico la existencia de un contrato de trabajo que fue infringido por el emplea-
dor al ponerle éste término en forma ilegal.
2°. Que, dentro de este orden de ideas, debe aceptarse que dicha relación
laboral no llegó a formarse, puesto que los mismos actores se apresuran a infor-
mar que “la situación de facto creada por la demandada al prescindir de nues-
tros contratos de trabajo mediante el simple expediente de no contratarnos,
aduciendo que se trata de cargos de exclusiva conianza del anterior concesio-
nario, viola las normas legales. . .”.
Por otra parte, la empresa demandada también airma que “jamás los ha
contratado. . .”, reiriéndose a los actores, con lo cual como se dijo resulta un
hecho de la causa plenamente establecido que no hubo en la especie el acuerdo
de voluntades que básicamente perfecciona un contrato;
3°. Que tampoco resulta útil para las pretensiones de los actores apoyarse
en el contrato de “Concesión del Casino Municipal de Arica a la Soc. Miguel
Nasur y Compañía”, puesto que según se lee en la estipulación vigésimo cuarta,
letra “d”, del referido instrumento, “el concesionario estará obligado a contratar
y mantener durante el tiempo que dura la concesión, al mismo personal. . .”.
Jaime Ortuño Gómez, el que fue contratado por la empresa (Luis Contreras Cá-
ceres con fecha posterior a la señalada, pero) Sociedad Turismo y Atracciones
Ltda., lo cual demuestra con mayor razón la imposibilidad de acceder a la de-
manda. En el caso de los demandantes Gildo Cánepa, Miguel Rojas y Lisandro
Soza, se trata de trabajadores que desempeñaban los cargos de gerente, con-
tralor y tesorero de la empresa “Luis Contreras Cáceres y Cía.” de tal modo que
a ellos les resulta plenamente el artículo 17 del Decreto Ley N° 2.200 en lo que
respecta a sus términos de contrato de trabajo. En lo que respecta a los traba-
jadores Wenceslao Calderón, Ongoldo Rojas y Haroldo Castañeda, la situación
resulta más improcedente, por cuanto ellos son trabajadores de la Sociedad Tu-
rismo y Atracciones Ltda., sociedad que se mantiene plenamente vigente y en
la cual los trabajadores ocupaban los cargos de bodeguero, adicionista y jefe
de personal. A estos trabajadores, más don Jaime Ortuño Gómez, la empresa
Miguel Nasur y Cía. no los ha contratado como trabajadores y puesto que ellos
se desempeñaban en los comedores del casino, tampoco les resulta aplicable el
artículo 4° inciso 2° del Decreto Ley N° 2.200, por cuanto no existió continuidad
alguna entre la Sociedad Turismo y Atracciones Ltda. y la sociedad demandada,
toda vez que la primera cesó en sus funciones con fecha 31 de enero de 1986 y
la sociedad demandada comenzó sus funciones en los comedores con fecha 4
de febrero de 1986, habiéndose contratado a la mayoría del personal que la-
bora actualmente con esa misma fecha. Por último, maniiesta a US. que los
contratos celebrados por los demandantes fueron celebrados con el empleador
Luis Contreras Cáceres. En lo que respecta a sueldos supuestos, feriado legal
o vacaciones, gratiicaciones, indemnizaciones por desahucio e imposiciones
que se devenguen durante este juicio, la parte demandada solicita el rechazo
de lo pedido de pleno derecho, por no corresponder a ninguna norma legal vi-
gente que permita acceder siquiera medianamente a lo solicitado. Además que
en todo caso la Empresa Miguel Nasur y Cía. debe efectuar sus liquidaciones de
gratiicaciones en el mes de mayo de 1987 y por el período comprendido entre
febrero de 1986 y la presentación de balance al 31 de diciembre de 1987, es decir,
todo un período en el cual los actores no fueron ni han sido trabajadores de la
empresa. Por lo que solicita a US. el rechazo de la demanda en todas sus partes,
con expresa condenación en costas.
Tercero: Que con los documentos acompañados por las partes y que se agre-
gan a fojas uno, tres, cinco, ocho, once, quince, dieciocho, veinte, sesenta y tres,
sesenta y seis, sesenta y nueve, setenta y dos, setenta y cinco, setenta y siete,
setenta y nueve y ochenta y uno, y que constituyen los contratos de trabajo ce-
lebrados por los demandantes, se establece legalmente en autos lo siguiente: a)
que el 1° de agosto de 1975 Gildo Cánepa Pesce celebró contrato de trabajo con
Luis Contreras Cáceres como empleador; b) que el 1° de agosto de 1975 Lisandro
Soza Soto celebró contrato de trabajo con Luis Contreras Cáceres como emplea-
dor; c) que el 12 de septiembre de 1972 Víctor Araya González celebró contrato
de trabajo con Luis Contreras Cáceres como empleador; d) que el 1° de agosto de
1975 Miguel Rojas Rojas celebró contrato de trabajo don Luis Contreras Cáce-
res como empleador; e) que el 1° de agosto de 1981 Haroldo Antonio Castañeda
Santibáñez celebró contrato de trabajo con la Sociedad Turismo y Atracciones
Limitada; f) que el 1° de agosto de 1981 Wenceslao Segundo Calderón Duran ce-
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Séptimo: Que, por todas estas razones y por no haberse probado, además,
que la sociedad “Miguel Nasur y Compañía” se encuentra comprendida dentro
de alguna de las situaciones que prevé el inciso inal del artículo 4° del Decreto
Ley Nº 2.200, como lo alega la demandante, el tribunal rechazará la demanda
que se ha interpuesto contra la mencionada sociedad, por no revestir la calidad
de empleadora respecto de los demandantes ni empecerle a ella el cumplimien-
to de los derechos laborales que reclama cada uno de los demandantes;
B. Que no se hace lugar en ninguna de sus partes la demanda del trabajo in-
terpuesta por Gild Pesce, Miguel Rojas Rojas, Lisandro Soza Soto, Víctor Araya
González, Haroldo Castañeda Santibáñez, Ongolmo Rojas Peñaranda, Wences-
lao Calderón Duran y Jaime Ortuño Gómez en contra de la “Sociedad Nasur y
Compañía”, en lo principal del libelo de fojas cuarenta y ocho/cincuenta y uno.
Jorge Cañón M.