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Jn 20, 19-31.
1. Anotaciones al texto
El relato tiene tres partes. La primera parte es la aparición de Jesús a sus discípulos (20, 19-
23). La situación es que los discípulos están con las puertas cerradas y tiene miedo a los
judíos (20, 19). Este contexto da “paso” a la alegría. Este “paso” es gracias al saludo de
Jesús: “la paz sea con ustedes” (vv. 20.21). “Los discípulos se alegraron de ver al Señor”
(v. 20). A continuación Jesús sopló sobre ellos. Este gesto cumple la promesa más repetida
de Jesús en su despedida: el don del Espíritu Santo. La expresión utilizada por el evangelio
(v.22) evoca a Gn 2, 7. Este soplo es el inicio de la vida nueva. La comunidad de discípulos
es transformada en comunidad del Espíritu Santo y de perdonados. Esta comunidad será de
hoy en adelante la que continuará obra de Jesús. Para el evangelio de Juan, la recepción del
Espíritu Santo es la segunda primicia de Jesús Resucitado.
Por último la conclusión del evangelio (20, 30-31), similar a la de 21, 24-25. Esta es obra
de la comunidad joánica, quien aclara que el evangelio está al servicio de este itinerario de
fe, se ha escrito para suscitar la fe en aquellos que no han visto a Jesús, como nosotros. Su
redacción establece el “paso” de lo visto a lo creído y de estos a lo escrito. En este caso el
evangelio que ha llegado hasta nosotros.
Mons. Romero afirmó: “Y la misión que esa Iglesia llevará al mundo… no será otra que la
de Cristo muerto y resucitado. La Iglesia celebra su liturgia, predica su palabra solamente
para… salvar del pecado, para salvar de las esclavitudes, para derribar las idolatrías,
para proclamar al único Dios que nos ama. Esta será la difícil tarea de la Iglesia. Y, por
eso, ella sabe que, al cumplir esta misión que a Cristo le hizo ganarse una cruz y unas
humillaciones, tendrá que estar dispuesta ella también a no traicionar ese mensaje y, si es
necesario, como Él, sufrir el martirio, sufrir la cruz, la humillación, la persecución”1.
Mons. Romero dijo: “Conviértanse, que Dios los quiere perdonar”, de ponerse solidaria
del lado de los que sufren para decirles: “Ánimo, Dios va con el que sigue a Dios”. Esta es
la misión del perdón, de la reconciliación, de la Iglesia: que en el fondo de su dureza,
como madre que no sabe alcahuetear las debilidades e injusticias de sus hijos, corrige,
enmienda, orienta, para que tenga buenos hijos, para que sean dignos de la filiación
divina”.
- “Señor mío y Dios mío” (v.28). Esta es la confesión de fe que Tomás hace en Jesús,
después que ha visto y tocado al Resucitado. Aparentemente, Tomás es incrédulo, sin
embargo su duda se convierte en principio de fe. Tomás es ejemplo de que para creer en
Jesús debe ser a partir de un encuentro con él; ver y tocar. Es posible que el testimonio que
sus hermanos le daban de Jesús no le convenciera, por ello les dice si no veo y toco, por
tanto exigía comprobación, encuentro con Jesús.
- El evangelio se ha escrito para que “crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para
que creyendo tengan vida” (v. 31). Así lo ha hecho María Magdalena, María, los discípulos
y Tomás. El evangelio es itinerario que nos debe llevar a la fe y a la vida en Cristo Jesús. Al
final se aclara que la fe pascual se despierta, como en Tomás, por la mediación de
testimonio de aquellos que han hecho la experiencia, como los discípulos.
1
Cfr. Óscar A. Romero. Homilías, tomo IV, 22 de abril de 1979, San Salvador 2007, 417.