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27º domingo tiempo ordinario

Mc 10, 2-16

1. Anotaciones al texto

Mc 10 hace un cambio de escenario y de personajes que da paso a un nuevo cuadro


narrativo (Mc 10, 1-31). Jesús abandona Galilea y se traslada a Judea: “levantándose de allí
va a la región de Judea y al otro lado del Jordán” (10, 1), donde enseña rodeado de mucha
gente. Da la sensación que ha terminado la instrucción a los discípulos. No es así, dado que
este nuevo cuadro contiene una enseñanza dirigida principalmente a ellos. El espacio físico
del texto corresponde al de la casa y el ámbito social es el de la familia, ambos ocupan un
lugar importante y constituyen el desafío principal del relato.

El cuadro está formado por tres sentencias. En el primero de ellos, de carácter polémico,
Jesús es preguntado acerca del derecho del marido de repudiar a su mujer (10, 2-12); en el
segundo, los discípulos quieren impedir que los niños se acerquen a él (10, 13-16); y en el
tercero, un hombre rico rechaza la invitación de Jesús a seguirle (10, 17-27). De estas tres
escenas, las dos primeras corresponden al texto de hoy. Los personajes que se relacionan
con Jesús, tienen puntos de vista que brotan de la “dureza del corazón humano” (v.5), y por
tanto, afectan a las relaciones humanas de la casa/familia. Esta afectación se visibiliza en el
predominio/sumisión de un miembro de la pareja sobre el otro; y, en la irrelevancia social
de los pequeños.

Los vv. 2-12 contienen una disputa escriturística sobre el repudio del marido a la mujer,
legislado por Moisés. Los fariseos hacen una pregunta a Jesús (v.2). Él responde con otra
pregunta (v.3). Los fariseos dan una respuesta escriturística sesgada por la interpretación de
ellos (v.4)1. Jesús les conmina su dureza de corazón (v.5). La esclerokardía (dureza de
corazón), indica el corazón humano esclerotizado (necrotizado), insensible a todo, en
especial al proyecto humano de Dios. Ante tal dureza, Jesús propone des – clerotizar el
corazón, recordando el designio que Dios ha inscrito en la creación del género humano
(vv.6-9)2. Dios ha dado a la humanidad el corazón de carne.

Los discípulos no habían entendido la propuesta sobre la pareja humana y vuelven, en casa,
a la misma cuestión (vv. 10-12). Jesús propone una nueva forma de vivir las relaciones
entre la pareja humana (marido/mujer); estas basadas en igualdad, ambos son responsables
de la relación entre la pareja. Para ello recurre al proyecto creador de Dios, contrastándolo
con la dureza del corazón humano, que se niega a tal designio.

Los vv. 13-16 es una aplicación parenética sobre la relación que hay entre niño y reino de
Dios. La exhortación va dirigida a los discípulos para que tomen como modelo de
seguimiento al niño. Esta establece un contraste entre la mezquindad de los discípulos, con
el cariño ilimitado de Jesús hacia los niños. Él presenta dos requerimientos a sus discípulos.
El primero: de los que son como niños es el reino de Dios; y, el segundo: recibir el reino
como niño es condición para entrar en el reino.

1
Cfr. Dt 24, 1.
2
Cfr. Gn 1, 27; 2, 24.

1
Por lo tanto quien desee ser discípulo de Jesús, debe romper con el afán de dominio de un
miembro de la pareja sobre el otro; y, debe aceptar ser como niño y optar preferencialmente
a los pequeños. De esta manera el discípulo abraza el reino de Dios como lo hizo Jesús.

2. Sugerencias para la homilía

- “Teniendo en cuenta la dureza de su corazón, (Moisés) escribió para ustedes este


precepto” (v.5). La dureza de corazón no soluciona los conflictos. En este caso los de la
pareja. “Dureza de corazón” es la resistencia del corazón humano frente al designio/palabra
de Dios. El corazón humano contiene el designio bondadoso de Dios, pero este se vuelve
duro. Jesús va a la raíz de los machismos y de los feminismos: la dureza de corazón.
Cuando la pareja decide superar la dureza de corazón, entonces “la familia es fuente de paz
para la sociedad”3. De lo contrario, familias en violencia reproducen sociedades en
violencia.

Mons. Romero dijo: “Para que funcione bien, la sociedad requiere las mismas exigencias
del hogar; formar personas conscientes, unidas en comunidad de fraternidad para
fomentar el desarrollo común. La oración, el trabajo, la actividad educadora de la familia,
como célula social, deben orientarse a trocar las estructuras injustas, por la comunión y
participación entre los hombres y por la celebración de la fe en la vida cotidiana”4.

- Valdría la pena revisar si las personas que ocupan puestos en el gobierno actual y en la
Iglesia proceden de familias violentas, maltratadas por el machismo u otros tipos de males.
La experiencia actual habla por ella misma. La mayor parte de funcionarios no aprendieron
en sus familias a tolerar, ser gente de equidad de género y perdonar. Ello es reflejado en la
manera como se comportan ante la realidad y como hablan de los problemas humanos que
vive la población. Asimismo sucede en la Iglesia. Habrá que revisar, reconciliarse con la
historia y corregir el rumbo.

- “Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis” (v.14). Los niños, en el tiempo de
Jesús, eran personas sin relevancia social. Los discípulos se han olvidado que deben ser
como niños e igualmente ya no se acuerdan que Jesús colocó a un niño en medio de ellos
(9, 36). Tanto el gesto de Jesús de abrazar e imponer las manos a los niños (v.16), como su
palabra: “el no reciba el reino de Dios como niño, no entrará en él” (v.15), recuerda que la
comunidad no debe estar ocupada de personas fuertes y poderosas, que se imponen a los
demás desde arriba. Esta necesita de personas que busquen servir a los más débiles y
necesitados. El reino de Dios no funciona desde la imposición, terquedad de corazón y
mezquindad, sino desde la pequeñez y desde el afecto sincero hacia los pequeños.

3
Cfr. Óscar A. Romero. Homilías, 7 de octubre de 1979, tomo V, San Salvador 2008, 397.
4
Ibid. 399-400.

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