Está en la página 1de 2

14º domingo tiempo ordinario

Lc 10, 1-12. 17-20

1. Anotaciones al texto

El texto es continuación de Lc 9, 57-62 y se ubica en la sección unitaria que comienza con


el envío de los discípulos y termina con la reacción de Jesús cuando regresan (Lc 10, 1-24).

Lc 10, 1-24 es el envío de los otros setenta y dos. Es un consenso que este relato de envío
es el más antiguo. Es una narración correspondiente a la experiencia itinerante y radical del
Jesús real. En el texto, no aparece el término “apóstol” que corresponde al contexto pos-
pascual1. La cifra parece estar en relación con el número de pueblos gentiles, el proyecto
importante de la obra lucana. El envío destaca el desprendimiento total de los enviados 2. La
paz (10, 5) y el reino de Dios (10, 9), para Jesús, constituyeron la razón histórica del envío.

El anuncio va acompañado de obras buenas (10, 9) y tiene un carácter decisivo y


apremiante (10, 11). La contraposición de Sodoma con aquella ciudad (10, 12) es la misma
de 10, 13-16; y, en su contexto representa el antagonismo entre ciudades judías y gentiles.
El texto es favorable a estas últimas, ello indica que en tiempos de la obra lucana, el
evangelio estaba teniendo mejor acogida entre los gentiles que entre los judíos
jerosolimitanos. Los enviados van de dos en dos porque el testimonio válido es el dado por
dos personas. No hay que pensar que todos los setenta y dos eran varones, porque hay
textos coetáneos que indican la presencia de mujeres y matrimonios3.

Los discípulos regresaron alegres por el éxito de su misión y Jesús dice: “Yo veía a Satanás
caer del cielo como un rayo” (10, 18). La afirmación describe, de modo claro, la actuación
presente del Reino. La caída de Satanás no es un acto puntual, sino obra del anuncio (dar
testimonio) del evangelio. Por tanto, constituye un proceso de cambio, puesto que la
práctica de este anuncio es la construcción del mundo según el modelo del Reino de Dios,
en el que ya no tiene cabida la injusticia, la cara histórica de Satanás.

El envío de Jesús a anunciar la paz y el Reino de Dios tiene la característica esencial de la


desinstalación. Así lo confirman las expresiones. Los enviados no son dueños sino
peticionarios del dueño de la mies; no son lobos (poder) sino corderos (debilidad) en medio
de estos; no van con todas las garantías sino sin bolsa, alforja y sandalias; van sin saludar
por el camino, no por mala educación, sino que indica prisa y sin reconocimientos, como
significaba el saludo en aquella cultura; y, la alegría no es por triunfos sino porque los
nombres están escritos en el cielo. Escribir nombres es acción sólo de Dios.

2. Sugerencias para la homilía

- “Después de esto, designó el Señor a otros setenta y dos y los envió por delante” (v.1).
Este envío, sin exclusiones, es el recurso que las iglesias lucanas tenían cada vez que
querían actualizar el espíritu de Jesús en la tarea del anuncio. Mons. Romero actualizó, en
1
Cfr. Lc 9, 1-6.
2
Compárese Lc 10, 4 con 22, 35-36.
3
Cfr. 1Cor 9, 5-6.

1
su momento, estas palabras, cuando dijo: “es más bien un grupo… en el cual yo veo,
queridos hermanos, a ustedes los laicos, los bautizados, padres de familia, maestros de
escuela, profesionales, estudiantes. Ustedes son los setenta y dos que Cristo escoge y los
envía 4.

- “No llevan bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saluden a nadie para el camino” (v. 4). El
lugar de la misión está en el camino. Caminar despoja de seguridades y pone en contacto
con la realidad, es ir con lo mínimo necesario. La Iglesia, si desea cumplir el mandato de
anunciar el evangelio del Señor, debe volver a estar en el camino. La Iglesia no es una
institución que cuida y promueve una religión, sino que es, fundamentalmente, servidora
del Evangelio de Jesucristo Crucificado. La Iglesia necesita organización, pero el Evangelio
pide, como indica el principio de renovación eclesial, “tener el máximo posible de
espiritualidad y el mínimo indispensable de organización”.

- “En la casa que entren, digan primero paz a esta casa. Y si hubiere allí un hijo de paz, la
paz de ustedes reposará sobre él; si no, se volverá a ustedes” (vv. 5-6). La casa es un lugar
de la misión. La paz es el mensaje a anunciar en casa. Esta paz no es un lema ideológico,
sino la aceptación de la paz que Dios ofrece y la conversión al Reino de Dios. En El
Salvador, el vocablo paz tiene una connotación ambigua, puesto que para conseguirla se
normaliza la violencia como medio para lograrla, dejando de lado la conversión personal y
de las estructuras.

Mons. Romero dijo: “Esta es la gran angustia de nuestro tiempo, y aquí en El Salvador la
estamos sintiendo: no hay paz... nos preocupa si no quiere seguir los verdaderos caminos
para encontrar la paz….prediquen esto que es el resumen de mi redención: paz a esta casa.
Y si allí hay gente de buena voluntad, allí se quedará esa paz; pero si hay soberbia, si hay
orgullo, si hay rechazo de Dios, esa paz no se quedará allí, se irá con ustedes5.

- “En la ciudad donde entren… díganles: El Reino de Dios está cerca de ustedes” (v.9). La
ciudad es el otro escenario de la misión. La noticia a proclamar es que el reino de Dios está
presente. Este anuncio tiene como realidad histórica, hacer la paz. La Iglesia es servidora
del reino de Dios y de la paz entre las comunidades. Ella está llamada a dar esperanza y
conciencia al pueblo que sufre la ausencia de paz. Esta es la misión a retomar, la misma que
ha dado el Señor Jesús.

4
Cfr. Óscar A. Romero. Homilías, 3 de julio de 1977, tomo I, San Salvador 2005, 168.
5
Ibid. 168-169.

También podría gustarte