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15º domingo tiempo ordinario

Mc 6, 7-13

1. Anotaciones al texto

El texto de hoy abre una sección que finaliza en Mc 8, 30. Esta comienza con un sumario
de la actividad de Jesús (Mc 6, 6b) y el llamado-envío de los doce (Mc 6, 7-13), se alarga
hasta el regreso de los enviados (Mc 6, 30-31), que da paso a la sección de los panes (Mc 6,
34 – 8, 26. En esta sección desaparecen los que rechazan a Jesús y los que no entienden el
misterio del Reino (los escribas y fariseos, sus parientes y paisanos). Los discípulos y la
gente ocupan, junto a Jesús, el centro de la unidad. La gente continúa receptiva al mensaje
de Jesús. Los discípulos van adquiriendo un mayor protagonismo: son enviados por Jesús,
actúan como intermediarios y están a solas con él. A pesar de ello es ahora cuando
comienza a manifestarse su incapacidad para comprender el sentido de la actuación de
Jesús.

En Mc 6, 7-13 se pueden distinguir las partes siguientes: a) la noticia sobre el envío (6, 7);
b) las instrucciones para la misión (6, 8-11); y, c) la actividad de los enviados (6, 12-13). La
noticia del envío presenta que el llamado y el envío a los discípulos, Jesús lo hace por
iniciativa propia. Él les da autoridad, más no poder, sobre los espíritus inmundos. Es muy
importante que Marcos señale que los discípulos, a pesar de sus dificultades para entender,
de su falta de fe y de sus temores, son investidos al comienzo de esta misión con la
autoridad de Jesús.

En las instrucciones se describe que la misión de los discípulos tiene unos distintivos:
deben reproducir el mismo estilo de vida desarraigado de Jesús. Entre estos específicos
están: no llevar nada para el camino fuera del bastón, no deben portar dos túnicas, calzados
con sandalias y que se sacudan el polvo de los pies cuando no les reciban ni les escuchen en
algún lugar. Y, por último, la actividad de los enviados evidencia que los discípulos se
fueron a predicar la conversión, a expulsar muchos demonios, a ungir con aceite a muchos
enfermos y con ello los curaban.

El texto constituye una dependencia de una antigua composición de dichos de Jesús. Sin
embargo Marcos refleja aquí su punto de vista sobre la misión. Esta consiste en predicar la
conversión, en expulsar demonios y en curar enfermos (6, 12-13). Estas son las mismas
acciones que Jesús ha realizado. Asimismo, el relato constituye una progresión de Mc 1,
16-20 y 3, 13-19, puesto que en estos dos, la llamada de Jesús tiene una doble finalidad:
seguirle/estar con él y convertirse en pescadores de hombres. Sin embargo en este texto,
Jesús les encomienda una misión, después de una larga preparación. De ahí que el tema
central del texto es el envío.

2. Sugerencias para la homilía

- “Y llamó a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre los
espíritus inmundos” (v. 7). Es histórico que Jesús envió a sus discípulos a predicar. En este
dato, se fundamenta que la Iglesia vive para anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios
anunciado por Jesús. No predicamos nuestra noticia sino que transmitimos una experiencia
1
con Jesús. En esta labor no vamos por nuestra propia cuenta sino como enviados/testigos de
lo que hemos aprendido con él, y a su vez, en comunidad (de dos en dos).

Esta misión tiene autoridad sobre los espíritus impuros. Para la comunidad de Marcos estos
espíritus tienen que ver con los comportamientos desviados que algunos pobres habían
incurrido debido a su marginación social. Esta condición de marginado es la que se debe
expulsar, con la autorización que da el envío de Jesús. Esta es la misión profética que Cristo
nos ha confiado. En El Salvador, se debe expulsar los espíritus inmundos de la
privatización del agua, el de la impunidad y el de la corrupción, institucionalizadas y
generalizadas. Estos espíritus están haciendo mucho daño a la casa común.

Mons. Romero dijo: “cada seglar, cada padre de familia, cada laico, cada hombre, cada
mujer, tendría que capacitarse para realizar en el mundo como laico, una función
profética; y les ha dado también la gracia de la palabra…toda esa palabra amorosa,
eficaz, si va ungida del sentido de la responsabilidad profética, ¡qué eficaz sería para que
el reino de Dios se implantara en la familia, en el gobierno, en el comercio, en la
economía!”1. La responsabilidad profética de cada cristiano es la que hoy está en crisis.
Profetizar en época de represión y de revoluciones sociales es más fácil, pero ahora en
época de paz aparente, con un gobierno, que según este, tiene el 97 % de aprobación. Pero
el pecado estructural está siempre ahí. Las causas que han originado los principales males
sociales siguen vigentes y no se ve voluntad política de cambiarlas. El gobierno actual tiene
concentración de poder y lo está utilizando, en su mayoría, para beneficio de la familia
presidencial y sus principales allegados. Ello es más de lo mismo.

“Les ordenó que nada tomases para el camino…” (vv. 8-9). Los discípulos de Jesús deben
vivir, literalmente como él, sin acomodaciones ni instalaciones. Este estilo de vida es lo que
da autoridad al discípulo sobre los espíritus inmundos. Monseñor Romero dijo: “vivan el
espíritu evangélico de la pobreza…más que todo cuando hay tanto sentido de egoísmo, de
codicia, de envidias, de bienes materiales. Se pelean los hombres por estas cosas. Cristo
les dice: déjenlas, preséntense con espíritu de pobreza”2.

Vivir la pobreza le da al cristiano libertad auténtica. “Porque nadie es tan libre como el que
no está subyugado al dios dinero, y nadie es tan esclavo como el idólatra del dinero. Por
eso, Cristo quiere romper la coyunda de esa idolatría y les dice: no se preocupen, confíen
en la Providencia que dará pan, dará vestido, dará lo necesario. Vayan a predicar el reino
de Dios, no por ganar dinero; este es un mal negocio” 3.

Cristo ha dejado claro qué es lo que no se puede llevar: “nada de pan… nada de alforja…
nada de dinero en la faja”, es decir, su predicación será ante todo su testimonio de vida,
este anuncio del Reino de Dios sin palabras. La obsesión por la seguridad y confort
personal no es propia del discípulo de Jesús. El discípulo tiene algo más importante: el
espíritu de Jesús y el mandato de su palabra: “vayan a predicar el evangelio”.

1
Cfr. Óscar A. Romero. Homilías, 15 de julio de 1979, tomo V, San Salvador 2007, p. 104-105.
2
Cfr. Ibid. 107.
3
Cfr. Ibid. 107.

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