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El agua es esencial para los ecosistemas naturales y la regulación del clima. Su movimiento continuo, sin
principio ni fin, a ras de la superficie de la Tierra, por encima y por debajo de ella, como líquido, vapor o
hielo, se denomina ciclo hidrológico. Aunque el total de agua presente en el planeta permanece
relativamente constante en el tiempo, su disponibilidad resulta particularmente vulnerable al cambio
climático. Los científicos advierten que en el siglo que viene podría reducirse el acceso a un agua potable
segura, al fundirse los glaciares y hacerse más frecuente la sequía en zonas como la mediterránea. Este
hecho hará que disminuya, a su vez, el agua disponible para riego y producción de alimentos.
Al mismo tiempo, se modificarán las pautas de pluviosidad y el caudal de los ríos. Inundaciones más
frecuentes, en especial en unas llanuras aluviales cada vez más pobladas, multiplicarán los daños a las
viviendas, las infraestructuras y el abastecimiento de energía. Se espera que las inundaciones repentinas
cada vez sean más frecuentes en Europa. El aumento de las temperaturas y la menor disponibilidad de
agua reducirán la capacidad de refrigeración de la industria y las centrales eléctricas.
La contaminación del agua y su escasez plantean amenazas para la salud humana y la calidad de vida,
pero su incidencia ecológica es más general. El libre flujo de un agua no contaminada resulta clave para
el sostenimiento de los ecosistemas que dependen del agua. La escasez de agua de buena calidad
perjudica al medio acuático, húmedo y terrestre, sometiendo a una presión todavía mayor a la flora y la
fauna, que padecen ya las repercusiones de la urbanización y el cambio climático.
Los expertos han puesto de relieve el valor de los «servicios ecosistémicos» que obtenemos de la
naturaleza. El agua es tanto un servicio de aprovisionamiento (un material básico) como un servicio de
regulación, que gobierna el clima y la meteorología y permite el funcionamiento de nuestro planeta. La
Agencia Europea de Medio Ambiente considera que el valor de los servicios, tales como la purificación del
agua y la absorción de carbono, prestados por los humedales de todo el mundo ascenderían a 2 500
millones de euros al año.
Aunque la humanidad conoce desde hace mucho tiempo su dependencia del agua, en Europa estamos
dándonos ahora cada vez más cuenta de que su oferta no es ilimitada, y de que tenemos que valorarla en
consecuencia. Hay que gestionar y proteger el agua, que no es un mero producto de consumo, sino un
precioso recurso natural tan esencial para las generaciones futuras como para la nuestra. Sin agua, no
puede haber vida.
Composición.
El agua está formada por dos átomos de hidrógeno (H) y un átomo de oxígeno (O) unidos
mediante sendos enlaces covalentes, de manera que la molécula tiene una forma
triangular plana. Es decir los átomos de hidrógeno y oxígeno están separados entre sí
aproximadamente 0,96 Angstroms (más o menos un nanómetro – una milmillonésima de
metro) y el ángulo que forman sus líneas de enlace es de unos 104,45 grados.
Además el agua se comporta como un dipolo, es decir tiene dos regiones con una cierta
carga eléctrica. Una de ellas es positiva y la otra negativa.
El hecho de que el agua sea un dipolo se debe a que el hidrógeno y el oxígeno son
átomos muy distintos desde el punto de vista de la electronegatividad. Es esta una
propiedad atómica que indica la forma en que un átomo atrae hacia si los electrones que
comparte con otro en un enlace covalente.
En el caso del agua, el oxígeno es un átomo muy electronegativo. El hidrógeno es un
átomo muy poco electronegativo. Los electrones que comparten en los dos enlaces
covalentes que presenta la molécula de agua están “desplazados” hacia la región ocupada
por el oxígeno. Esto implica que esa zona tenga un poco más (un diferencial) de carga
negativa, mientras que los hidrógenos tienen diferenciales de carga positiva. Decimos que
tiene diferenciales de carga para resaltar que el agua NO es una molécula cargada
eléctricamente, el agua NO ES UN IÓN. El agua, muchas otras, es una molécula polar.
Esta polaridad es fundamental para entender las propiedades del agua, porqué el agua se
comporta químicamente como lo hace y por extensión su importancia dentro de los seres
vivos.
1. ¿Qué es el agua?
El agua es una sustancia líquida desprovista de olor, sabor y color, que
existe en estado más o menos puro en la naturaleza y cubre un porcentaje
importante (71%) de la superficie del planeta Tierra. Además, es una sustancia
bastante común en el sistema solar y el universo, aunque en forma de vapor
(su forma gaseosa) o de hielo (su forma sólida).
Fase 2: Condensación
La siguiente etapa del ciclo del agua es la condensación. Durante esta fase, el
vapor de agua que ha subido a la atmósfera gracias a la evaporación, se
concentra en gotas que formarán nubes y neblina. Una vez allí, el agua pasará
a su estado líquido nuevamente, lo que nos lleva al próximo paso: la
precipitación.
Fase 3: Precipitación
En las regiones más frías del planeta, sin embargo, el agua pasa del estado
líquido al sólido (solidificación) y se precipita como nieve o granizo.
Posteriormente, cuando se produce el deshielo, el agua volverá la estado
líquido en un proceso conocido como fusión.
Fase 4: Infiltración
La cuarta etapa del ciclo del agua es la infiltración. Se conoce como infiltración
el proceso en el cual el agua que ha caído en la superficie terrestre como
consecuencia de las precipitaciones penetra en el suelo. Una parte es
aprovechada por la naturaleza y los seres vivos, mientras que la otra se
incorpora a las aguas subterráneas.
Fase 5: Escorrentía
La escorrentía es la etapa final del ciclo del agua. Esta fase comprende el
desplazamiento del agua a través de la superficie, gracias a los declives y
accidentes del terreno, para entrar de nuevo en los ríos, lagos, lagunas, mares
y océanos, lo que constituye la vuelta al inicio del ciclo.
Por otro lado, el agua del planeta se encuentra sometida a un ciclo natural
conocido como el ciclo hídrico o hidrológico, en el que las aguas líquidas se
evaporan por acción del sol y ascienden a la atmósfera en forma gaseosa,
luego se condensan en las nubes y vuelven a precipitarse al suelo como lluvia.
Este circuito es vital para la estabilidad climática y biológica del planeta.
El agua es sumamente adhesiva (razón por la cual moja las cosas), debido a la
polaridad que tienen sus moléculas, capaces de hasta cuatro enlaces de
hidrógeno con átomos o moléculas circundantes. Es la razón también de que
tantas cosas se disuelvan bien en el agua.
Por otro lado, las grandes masas de agua en el mundo permiten la recreación
humana (como las playas), le sirven de insumo a numerosas industrias y como
insumo para el aseo cotidiano, entre muchas otras funciones de interés.
5. Agua potable
Se conoce como agua potable a toda la que sea apta para el consumo
humano, tanto para beber como para preparar alimentos o comidas. Existen
valores máximos de pH, minerales, sales y microorganismos que distinguen el
agua potable de la no apta para consumo. Esto significa que el agua potable es
poca, en comparación con las grandes masas de agua no potable, como la del
mar o de la lluvia.